domingo, 30 de enero de 2011

MANUAL DE USO DEL HOTEL MONASTERIO DE LOS DISPARATES



MANUAL DE USO DEL TALLER HUMORÍSTICO DEL HOTEL MONASTERIO DE LOS DISPARATES

REQUISITOS

El taller en esta primera etapa es público y gratuito. Pueden inscribirse poniéndose en contacto a través de este blog o del perfil de facebok Slictikalonsoquijano

PRIMERA ETAPA DEL TALLER DE HUMOR

Una vez faciliten su correo al moderador recibirán archivos documentales sobre humor, creación de personajes humorísticos, archivos sobre el antiguo Hotel Monasterio de los disparates, su forma de funcionamiento y manuales de uso. Recibirán también, y esto es muy importante, diferentes test sobre humor que deberán rellenar con sinceridad. Esto no es solo necesario, sino que yo diría imprescindible, para que el moderador se haga una idea aproximada del tipo de humor que les gusta y qué tipos de personajes serían los más adecuados a su carácter y forma de sentir el humor.

SEGUNDO ETAPA

Quienes deseen ir esbozando o creando ya sus personajes, recibirán modelos de creación de personajes que podrán ir rellenando y remitiendo al correo que se les facilitará.
-Semanalmente el coordinador responderá a sus dudas y corregirá sus ejercicios, salvo circunstancias excepcionales que obliguen a un retraso en estas correcciones semanales.

TERCERA ETAPA

Una vez esbozado o creado el personaje con el visto bueno del moderador podrán pedir comenzar a trabajar en los foros del Hotel Monasterio de los disparates ya abiertos. Serán foros de trabajo, una vez corregidos se subirán al blog abierto con este fin.
-Antes de participar deberán leer el correspondiente manual de uso de los foros y se les facilitará el acceso y registro. Se les darán instrucciones sobre cómo participar y las normas que rigen su participación.

-Cada autor se inscribirá con el nombre de su personaje. Si los personajes son varios se inscribirá tantas veces como personajes, con el fin de que en cada intervención en el foro de sus personajes aparezcan sus nombres y no el de los autores. Estos mecanismos y otros se les facilitarán junto con un manual. Deberán pedir el registro de su personaje, el moderador dará el visto bueno y les indicará los pasos que deben seguir.


CUARTA ETAPA

Una vez hospedados en el Hotel Monasterio de los disparates, y registrados, se les adjudicará una habitación. Mis personajes de recepción les llevarán a sus habitaciones y Alvarito, el botones, les traerán el equipaje en un santiamén.

-En sus habitaciones privadas de este Hotel-Monasterio-restaurante de los disparates, punto de animación cultural, etc, cada huésped podrá contar una pequeña historia de su llegada, hacer sus reflexiones y monólogos mentales y todo lo que les apetezca, para eso han pagado la habitación.

-Quienes no deseen crear sus personajes ni participar en el foro del Hotel Monasterio de los disparates antes del primer taller físico irán adelantando trabajo conociendo cómo funcionaba el antiguo taller del Hotel de los disparates y lo que se espera de ellos y de sus personajes.

METAS DEL TALLER

-Creación de personajes humorísticos, al tiempo que se estudiarán, sobre la marcha, los diferentes tipos de humor.

-Participación virtual a través de Internet en historias humorísticas o relatos en común, donde participarán todos los personajes, con un narrador único, que será el moderador, sin perjuicio de diferentes experimentos sobre narradores múltiples y formas de crear relatos en común.

-En el caso de que se apunten muchos participantes se crearán diferentes grupos, hasta donde sea posible. Los talleres físicos podrían hacerse por grupos a diferentes horas o fechas.

-La intención del moderador es la de que el taller sea anual y tenga la duración de un curso normal de estudiantes, sin perjuicio de talleres extras durante el verano si las circunstancias y el deseo de los participantes lo permitieran.

-Con cada nuevo curso se crearía un grupo nuevo de novatos que comenzarían por el principio, mientras los veteranos seguirían participando en las historias de los foros, pudiendo organizarse foros de primer nivel, segundo, etc según las circunstancias lo aconsejaren.

-A los inscritos se les hará llegar un nuevo manual donde se les darán consejos y normas de participación en los foros, así como las normas que rigen para sus personajes y la responsabilidad del autor si alguno de sus personajes se desmandare, saliéndose del redil e incumpliendo las normas.

-Habrá diversos juegos literarios a lo largo del año, según el número de los participantes y el tiempo de que dispongan.

-El moderador se compromete a sacar del interior de cada participante su veta de humor más pura y al menos un personaje. Caso de incumplir esta promesa llorará amargamente el resto de sus días. Esto será suficiente castigo. Si a los políticos no se les echa de sus poltronas ni con agua hirviendo no creo que fuera justo que al moderador se le castigara de otra forma.

Y nada más, Santo Tomás, el que quiera ver que meta las manos en mi costado y sacará un personaje. ¿Necesitan más pruebas?

sábado, 29 de enero de 2011

Historia cronológica del antiguo taller Hotel de los disparates

Pueden seguirla cliqueando en Slictik y luego en Slictik, el hombre de las mil caras. Esta es la historia cronológica del Hotel Monasterio de los disparates. La he transformado en novela humorística con solo mis personajes ya que no tengo permisos para introducir a todos los personajes que participaron en el antiguo taller del Hotel de los disparates a lo largo de más de cinco años.

Habrá otros archivos con los manuales que se usaron en el hotel y toda clase de documentación sobre cómo se trabajaba y el humor que se hacía.

El Sr. Buenavista, economista



EL SR. BUENAVISTA, ECONOMISTA

NARRADO POR EL ALUMNO MÁS DÍSCOLO DE LA FACULTAD DE ECONOMÍA APLICADA, O SEA YO.

A D. Buenavista, catedrático de economía globalizada aplicada a un mundo globalizado, se le considera, por gente muy sapiente ( mi opinión no vale aunque no me recataré de darla) como uno de los mejores economistas actuales. Actualmente imparte clases en la universidad Muchachuete, además de ser periodista de prestigio y divulgador científico de muchos quilates, presidente que fue en su tiempo del FMI (Fondo Mundial del Interés), ministro de Economía y Hacienda de Isla Buenaventura, un país pequeñísimo que le otorgó su nacionalidad y le contrató como Ministro con la sana intención de que convirtiera su islita en un paraiso fiscal, en el mayor emporio económico del planeta Tierra; escritor prolífico, sus libros –La economía al alcance de todos, Cómo hacerse millonario y no morir en el intento y Manual del pequeño inversor, entre otros muchos- han sido best-sellers mundiales y permanecido en el número uno de los libros más vendidos durante meses, lo que es un hecho único y sorprendente en la historia editorial de los últimos tiempos. Este y no otro es el Sr. Buenavista.

Ahora me permitirán que les facilite algunos datos personales del gran hombre. Casado, con la hija primogénita y heredera de una de las fortunas más importantes del mundo, doce hijos y no se le conocen otras aventuras que las protagonizadas por su yate bautizado como “Economía Sumergida”, abuelo babosón de veinticuatro nietos, de momento ya que espera dos más para este año. Jubilado de oro, aunque continúa dando clases como catedrático honorífico y per vitam aeternam, su trayectoria profesional no tiene techo y no resulta fácil buscar los cimientos de la misma, aunque les prometo intentarlo.

Como antiguo alumno suyo (dejé la economía por imposible, el derecho por imposible y ahora estudio periodismo) les puedo contar muchas y sabrosas anécdotas del Sr. Buenavista con el que sigo manteniendo una buena amistad a pesar de que fui su alumno más díscolo. Tal vez se deba a que él necesitaba un contrapunto a su retórica y seriedad, de todo punto exacerbadas, y lo encontró en el peor economista y el mejor bufón de la facultad. De mi amor por la economía dan buena muestra los panfletos que dejaba anónimamente tirados por cualquier parte, algunos de cuyos ejemplares aún conservo enmarcando las paredes de mi cuarto. Aún recuerdo uno, La vieja foca insumergible, con foto y todo, que a punto estuvo de costarme la expulsión. Menos mal que no pudieron probar nada.

Aprovecho los ratos libres que me deja la redacción de una biografía del Sr. Buenavista, para escribir otra, paralela y no autorizada, menos retórica y más verdadera, con la que pienso salir de pobre si la primera tiene el éxito que espero. La polémica morbosa que producirá la segunda me catapultará a las tertulias del corazón, que es donde está ahora la pasta gansa, puesto que investigando, investigando, he descubierto alguna que otra aventurilla amorosa del Sr. Buenavista, además de hallar unos cuadernillos escolares de este genio, donde esbozó por primera vez su teoría económica, que harán las delicias hasta de los parvulillos.

Puede que este comportamiento no sea muy ético que digamos, pero a quién demonios, perdónenme ustedes, le importa ahora la ética, un invento aristotélico que no tiene el menor sentido en estos tiempos, cuando todo el mundo anda detrás de los intríngulis de la economía para lograr hacerse rico antes de que se cierre el cupo para siempre.

Según una conocida frase del Sr. Buenavista, la economía es el arte de satisfacer al individuo mientras piensas solo en la masa. Me parece una mierda de frase, con perdón otra vez. No imagino cómo el Estado o los Estados van a satisfacerme a mi, si están pensando en las necesidades de un ente abstracto, cuadriculado con las viejas mentiras estadísticas. Pero dejémonos de reflexiones personales puesto que es imposible trazar una buena historia de la economía desde el punto de vista del individuo. Mucho me temo que deberé coger a la masa y fotografiarla en todas las posturas imaginables para hacerme una idea de cómo evolucionó, desde el hombre primitivo que la fiaba a la velocidad de sus piernas y la fortaleza de su garrote, hasta la fragilidad de una bolsa, dispuesta siempre a moverse en dirección contraria al suspiro del último inversor de poco pelo y favorable al especulador maquiavélico.

Buenavista no fue un niño corriente. Estoy convencido que no es cierto eso que dicen, que los genios pasan desapercibidos en la niñez y luego se destapan con estrépito, como una botella de champán, en alguna fiesta de cumpleaños de su edad adulta. Eso lo piensan quienes siguen deseando que los niños sean esos pequeños tontos, que no pueden opinar hasta la mayoría de edad, porque todo lo que piensan no vale un cáscara de pipa. Si alguna vez dejáramos que los niños expusieran sus ideas y todo el mundo los escuchase, estoy convencido de que iluminarían el mundo, como en sus tiempos lo hizo el faro de Alejandría. Buenavista se destacó, siendo un tierno infante, por las prodigiosas especulaciones que anotaba en su libretita sobre la paupérima economía doméstica de sus papás y sobre las miserables propinas que recibía de su mamá. En algún otro momento de esta historia transcribiré fielmente estas especulaciones que fueron la base y cimiento de su aguda visión de la economía doméstica y de la genialidad del ama de casa para aplicar leyes económicas que a un profesional le cuesta años encontrar.

Se cuenta que en una ocasión fue sorprendido en la escuela, por la maestra, emborronando un cuaderno escolar con extrañas anotaciones. Requisado por la susodicha, la pobre mujer lo estudió con gran atención durante mucho tiempo, sin que lograra descifrar un lenguaje tan simple, pero codificado para uso de economistas. Esta anécdota la cuenta Buenavista a sus alumnos cada principio de curso con la sana intención de elevar sus alicaidos ánimos ante tanta matemática y tanta estadística. La economía, les dice, es tan simple como las leyes que controlan el universo. ¿Se imaginan que el universo funcionaría con un número infinito de leyes, combinadas de forma tan inextricable que solo una mente divina pudiera manejarlas?. Con el tiempo todo terminaría por enredarse en un nudo gordiano que solo la espada de Alejandro podría desenredar. Es mucho más fácil que algo funcione basado en una ley de sencillez espartana, que luego se complica para ocultarla a los tontos, que al revés. Así es la economía y su meta a lo largo de la carrera será encontrar esa sencilla ley, utilizarla para ver si funciona, y luego ocultarla con palabras rimbombantes para que un ama de casa no pueda quitarles el puesto de Ministro de Economía y Hacienda.

Todos sus alumnos nos reíamos de semejante estupidez, aunque luego, a escondidas, procurábamos hallar esa sencilla ley con el fin de hacernos ricos cuanto antes y dejar el puesto de Ministro de Economía y Hacienda a las amas de casa. Terminábamos por cansarnos en esa búsqueda del Grial, del elixir de la perfecta felicidad, y con voz amarga y rencorosa le preguntábamos al profesor, al Sr. Buenavista, por esa sencilla ley que domina la macroeconomía. Nunca nos lo dijo. Se limitó a responder que si no éramos capaces de encontrarla por nosotros mismos nos mereceríamos todo lo que nos pasara. Yo también caí en esa tentación durante unos meses, pero luego, como venganza, me dediqué a sabotear sus clases. Buscaba las palabras más coloquiales y desenfadadas para sus tecnicismos; comparaba sus disquisiciones sobre macroeconomía y el futuro de la economía globalizada con los términos más elementales que emplea el ama de casa para convencer a su familia de que debe apretarse el cinturón, y terminaba por hacer reír a toda la clase a mandíbula batiente. Hasta el propio Buenavista se lo pasaba de miedo, aunque lo disimulara tras una expresión de enterrador y subiéndose constantemente el puente de sus gafas. Si le quedaba tiempo tomaba el nudo de su corbata con la mano derecha y movía la cabeza con violencia hacia uno y otro lado. Estos gestos eran signos inequívocos de la violencia que se hacía para no soltar la carcajada. También los empleaba cuando me suspendía, de lo que deduzco la gran tormenta que agitaba su corazón en esos momentos. Deseaba aprobarme pero algo se lo impedía y la lucha se mostraba en manías tan sencillas como ridículas.

Pero permítanme que inicie mi clase particular de economía en el el próximo capítulo. La gente se cansa si piensa demasiado tiempo en una sola cosa y la economía es un verdadero galimatías solo al alcance de mentes privilegiadas. Como la del Sr. Buenavista, por supuesto.


Continuará

miércoles, 26 de enero de 2011

Hotel Monasterio de los disparates: CONTENIDO

CONTENIDO: "Esta sección está destinada a archivos de documentación. En ella se almacenarán los manuales de uso del convento así como una historia ..."

http://www.sonymage.es/foro/viewtopic.php?f=247&t=17945

El doctor Sun, discípulo de Jung


NOTA/ El doctor Sun fue uno de mis primeros personajes. Observarán que el narrador tiene una gran importancia. En todas las biografías de estos personajes hay una estrecha interrelación entre autor, narrador y personaje. A veces se confunden, a menudo el autor interviene directamente como un “deus ex machina”. No existe la menor objetividad ni imparcialidad, los narradores a veces odian a los personajes cuya vida están contando, suelen ser irónicos, se burlan de sus biografiados, les maltratan. Son todo lo contrario a lo que se considera un narrador clásico. Pueden ser omniscientes, si les viene en gana, o simples espectadores, o cambian de perspectiva y de traje a conveniencia. Es un modelo que tal vez no les guste, hay demasiada confusión entre autor, narrador y personaje. Podrán utilizar otras técnicas, siempre que sus personajes funciones, pero esta es la que les propongo por el resultado tan divertido que me ha dado a mi.

EL DOCTOR CARLO SUN, DISCÍPULO DE JUNG
NARRADO POR UNO DE SUS PACIENTES, EL PACIENTE EMPÁTICO

Bajito, enjuto, morenazo como buen siciliano que es. Sus orígenes le han dado más problemas que sus locos. Porque el doctor Carlo Sun es psiquiatra aunque sus métodos terapéuticos son un tanto extravagantes y no caen bien entre sus colegas de profesión. Se confiesa acérrimo discípulo de Jung y despotrica a gusto de Freud al que le ha cogido una manía propia de alguna de las patologías que sufrimos sus pacientes, pero claro él es el doctor y los locos nosotros. Los terapeutas no están locos, al menos eso es lo que dicen ellos, pero este narrador cree que está como un cencerro aunque me cae muy, pero que muy bien, lo confieso.

Padeció serios problemas en Sicilia por tratar a un mafioso que creía estar volviéndose loco. Como sus métodos son tan estrambóticos no se le ocurrió otra cosa que decirle que en realidad no padecía ninguna enfermedad mental sino únicamente remordimientos de conciencia por sus muchos crímenes. El otro se lo tomó a mal. Hasta a los mafiosos les molesta esta sinceridad apabullante de que hace gala el doctor Sun que no parece tener remedio ni en este aspecto de su personalidad ni en ningún otro.

Recibió serias amenazas de muerte de su propio paciente que le obligó a seguirle tratando hasta que pensara en lo que iba a hacer con él. Seguramente algo horrible. Nada de una muerte rápida, unas buenas sesiones de tortura. Eso es al menos lo que pensó el doctor D. Carlo que, muy astuto él, le sugirió la terapia de la hipnosis regresiva y de esta forma clavó en su subconsciente la orden de que a escondidas de sus sicarios debería traerle una cartera repleta de fajos de billetes usados y con esa numeración que piden siempre los secuestradores aunque un servidor no sabe muy bien de qué va la cosa porque no me gustan demasiado las películas policiacas.

El caso es que el mafioso sería muy duro de roer pero cayó en la trampa del subconsciente como caemos todos. Dejó en las manos del Dr. Sun la cartera que éste recogió con verdadera devoción y puso pies en polvorosa no sin antes darle la orden hipnótica de que durmiera durante cuarenta y ocho horas seguidas y no recordara nada al despertar. ¿Saben a dónde fue a parar el ínclito Dr. Carlo Sun?. ¿No se lo imaginan?. Pues, para suerte de todos los locos catalanes, españoles y de medio mundo, vino a poner sus magras posaderas aquí en Barcelona, en un despacho de la Diagonal. Doy gracias a Dios todos los días por haber guiado sus pasos hasta aquí y le pongo una vela en cuanto puedo a la Virgen de Montserrat, a la moreneta.

¿Qué quien soy yo?. No se lo van a creer. Este narrador es uno de sus pacientes, precisaría aún más, soy el único paciente que en sus duros comienzos aquí en Barcelona no le abandonó al primer descuido en cuanto se enteró de que era siciliano y tenía fama de mafioso. Como lo oyen, amigos. Se que suena raro eso de un psiquiatra siciliano y con fama de mafioso pero cosas “veredes” amigo Sancho. Mi nombre es Severino Severo Amable y padezco el síndrome de empatía compulsivo-paranoide. No, no lo busquen en su diccionario de medicina porque lo descubrió el doctor Sun para mi alivio porque nadie daba con mi enfermedad. ¿Se lo pueden creer? No se lo voy a describir porque podrán leer mi historia clínica al final de esta biografía. Como ladrón de los historiales de sus pacientes (con su consentimiento por escrito) y cronista de esta vida heroica dedicada casi en exclusiva al estudio de la mente me permito la licencia me poner mi historia clínica la primera. Ustedes disculparán mi narcisismo patológico pero es que las enfermedades mentales, lo mismo que las infecciosas, nunca vienen solas.

Permítanme que una vez presentado el cronista continúe con la biografía de este personaje egregio e ínclito donde los haya. Sus comienzos no fueron fáciles puesto que aparte de proceder de familia humilde los mafiosos sicilianos seguían su pista y no podía hacerse publicidad así a las claras. A pesar de los numerosísimos títulos que colgó en los lujosos retretes para damas y caballeros que mandó instalar justo a la izquierda de la sala de espera según se entra y que todos miraban con los ojos abiertos como platos por razones que ya les describiré en su momento lo cierto es que espantaba un poco ver a un tipo bajito, enjuto y seco como mojama y con cara de mafioso sentado al otro lado de la mesa de caoba con su bigotito casi a la altura de la superficie de la preciosa mesa, preciosa-preciosa pueden creerme. De la primera impresión les entraba diarrea y ya en el servicio al enterarse de sus orígenes sicilianos escapaban con el papel higiénico entre las nalgas a la búsqueda de más información sobre el presunto mafioso. Les aseguro que ya no volvían por lo que la clientela del ínclito se resintió durante una larga temporada. Solo este humilde narrador permaneció erre que erre adicto a su sabiduría. Y les aseguro que no me arrepiento porque al menos hoy conozco el nombre de la enfermedad que padezco. Algo es algo.

Claro que no les he contado que los clientes en fuga no necesitaban correr mucho con el papel higiénico debajo de los calzoncillos porque antes de salir a la calle se encontraban con Rita la portera quien asustada de su aspecto les hacía sentarse en la portería donde les servía una tila e inquiría la causa de su malestar. Al enterarse de sus dudas les contaba la vida y milagros del Dr. Sun de “pè a pá” con lo que ya nunca jamás de los jamases volvían a pisar en varias leguas a la redonda. Imagino su miedo a ser desposeídos violentamente de su preciado subconsciente y les comprendo, vaya si les comprendo. No hay peor ladrón que el ladrón de subconscientes y más cuando es un mafioso. Se lo digo por experiencia propia.

Para evitar quedarse sin clientela el Dr. Sun contrató a Rita la portera también como enfermera con un buen sueldo y una ración de cotilleos sobre sus pacientes que alimentaba más a la forzuda y bigotuda portera que un kilo de buena butifarra. Lo cierto es que sin su ayuda le hubiera resultado imposible al buen doctor dominar a muchos de sus pacientes. Y para muestra un botón puesto que si no fui el primero de las víctimas de Rita la portera, digo la enfermera, lo cierto es que fui una de las más sonadas. Les voy a contar esta historia y discúlpenme ustedes otra vez si mi narcisismo patológico me lleva a hacer una nueva digresión de la biografía autorizada del Dr. Sun, pero es que uno es como es y no tiene remedio.

Reconozco que mi primera visita a Don Carlo no fue precisamente muy recomendable. Rita la portera-enfermera tuvo que emplearse a fondo para lograr tumbarme en el sofá y atarme con los cinturones de seguridad que tiene disimulados bajo la tapicería. Desde allí escuché impertérrito la presentación del terapeuta. Sí no se sorprendan ustedes porque van a tener la boca abierta mucho rato con las extravagancias de Don Carlo. Si bien es costumbre en todo terapeuta que se precie oprimir el botón del relojito apenas el paciente se recuesta en el sofá y esperar a que éste les cuente su vida en doce capítulos y un prólogo el Dr. Sun tiene a gala iniciar el la presentación narrando su vida con pelos y señales para que el paciente sepa con quién está tratando.

De padres sicilianos ( no se vuelvan a sorprender ustedes, muy bien hubieran podido ser coetáneos y paisanos del gran Freud) su infancia transcurrió feliz jugando a mafiosos. Oían hablar de ellos constantemente pero lo cierto es que les veían pocas veces excepto cuando se producía una “omertá” o el ajusticiamiento del chivato de turno que se había ido de la lengua sin respetar el primer mandamiento de todo mafioso y anacoreta que se precie: el silencio. Entonces el pueblo, reseco y polvoriento, se poblaba de extraños campesinos con la escopeta al hombro.

El niño Carlo Sun estaba tan impresionado con la mente inescrutable de sus paisanos que decidió hacerse psiquiatra. Para ello tuvo que convencer a sus padres de que reclamaran de un mafioso un antiguo favor. Lo que logró, algo que dice mucho de sus dotes de persuasión incluso siendo infante.

Continuará

MODELOS PERSONAJES

ESTA SECCIÓN ESTÁ DESTINADA A LAS BIOGRAFÍAS Y AUTOBIOGRAFÍAS DE MIS PERSONAJES. SE HARÁN UNA IDEA DE CÓMO IR ESBOZANDO Y CREANDO LOS SUYOS. CADA PERSONAJE QUE SE REGISTRE EN EL HOTEL MONASTERIO DE LOS DISPARATES TENDRÁ AQUÍ SU PEQUEÑA BIOGRAFÍA, PARA QUE TODOS LOS TALLERISTAS PUEDAN CONSULTAR LOS DATOS ESENCIALES, NECESARIOS PARA QUE LOS PERSONAJES SE RELACIONEN ENTRE SÍ.

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Aquí está la recepción del "Hotel Monasterio de los disparates". Pueden acercarse a recepción y registrarse. Allí serán recibidos por mis personajes, los conserjes, les será adjudicada una habitación y podrán empezar a moverse líbremente por todas las dependencias.

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Sean ustedes bienvenidos a este humilde Taller Humorístico "Hotel Monasterio de los disparates" o de los misterios, antiguo taller on line "Hotel de los disparates", y dispóngase a vivir una larga y divertida aventura literaria.

Si desean ustedes acompañarnos  documéntense primero y lean los pasos del manual de uso de este "Hotel Monasterio de los disparates".

Cordialmente, les saludan: su seguro servidor, SLICTIK, y mi personaje creado ex profeso para el Hotel Monasterio, la señora Abadesa.

Para contacto por correo electrónico escribir a: slictik@escuelaalonsoquijano.com

NOTA:  Desde la Asociación Escuela de Oralidad y Escritura Alonso Quijano, agradecemos al Hotel Convento de Santa Clara, sede de la Escuela de Escritores,  su colaboración en este proyecto con fotos que aportan mayor realismo a la ficción literaria. Y también, nuestro agradecimiento a  SLICTIK por su desinteresado trabajo.
Los personajes y las acciones creadas para este fin son ficticias y obra de SLICTIK.