lunes, 18 de junio de 2018

EL CLUB DE LA COMEDIA EN EL TEATRO MÁGICO II



EL HUMOR Y EL HUMORISTA POR OLEGARIO BRUNELLI, EL HUMORISTA “NUMBER ONE”, NARRADO POR EL EMÉRITO ACADÉMICO MR. SLICTIK, QUE SE ENCUENTRA SITUADO EN PRIMERA FILA, CON LOS OJOS MUY ABIERTOS.

NARRADOR: Olegario es un hombre cincuentón, bajo, gordito, calvo, con gafas de un diseño posmodernista, tal vez de Don Alcanfor, modisto y decorador, sus cristales tienen tantos colores como el arcoiris o más. Hace acto de presencia en el escenario vestido de luto riguroso, traje negro, corbata negra, zapatos negros de charol, en el brazo derecho lleva un brazalete negro. Camina como un pato mareado hasta el pedqueño podium del escenario. Toma el micrófono de a pie (hay otros sentados, tumbados, etc) y se mueve con él como si fuera su pareja de baile, una hermosa y sensual bailarina. Se para en el centro del escenario, mira al público (inexistente pero posible o hipotético), mira al emérito académico Mr. Slictik o sea a mí, al narrador, y comienza su show, de aquesta guisa:

-Ñoras, ñores, ñoritas, ñoritos, señoras, señores, caballeras, caballeros y hasta caballos, si hay alguno en la sala. Me llaman Olegario, aunque yo me llamo tonto y otros me dicen Olé-Olé, pocas veces, las más Márchate. 

Mi apellido Brunelli es por mi padre, un italiano cachondo, machista, amante de la ópera y de la tortilla de patata, causa fundamental de que viniera a España, encontrara a mi madre, una lozana andaluza, llamada Dolores de Triana, la hiciera un bebé, o sea yo, y se marchara con tal rapidez, que si te he visto no me acuerdo.

Tal vez debido a este suceso dramático que ya desde bebé comenzara a verlo todo negro, hasta la papilla, creo que hasta el pecho de mamá, aunque en realidad puede que me confundiera, como era niño… quiero decir que mamá era tan morena que a lo mejor veía su pecho negro, cuando en realidad era moreno, muy moreno.

No supe que yo, en realidad, era un humorista nato hasta muchos años después. Hasta entonces nunca dejé de portar unas gafas negras, casi opacas, para ver lo menos posible de la realidad y de la vida. Pero un año, estando yo en Cádiz, por casualidad, una chirigota decidió despojarme de mi ropa, como broma, y me colocó unas gafas de colorines sobre el puente de mi nariz… Estas…

NARRADOR: Brunelli se las quita y las enseña al amable público.

-De esta guisa, desnudo y con gafas de colorines, me paseé por todo Cadiz, disfrutando del carnaval, y éste, el carnaval, disfrutando de mi. La gente me miraba y se reía, yo miraba a la gente y me reía. Así deberían ser las cosas en nuestra sociedad, especialmente en política, si los políticos se ríen de nosotros, nosotros deberíamos reírnos de los políticos.

De esta forma tan chusca y chabacana descubrí el humor y ya nunca lo dejé, ni él a mí, como un buen matrimonio, que puede tener amantes esporádicos, pero que siempre viven juntos y se hacen cosquillas juntos. 

-¿Qué es el humor? Me preguntas clavando tu mirada atormentadas en mis ojos.
-Humor eres tú, respondo.

NARRADOR: Se oye una música de tango y Brunelli baila con el micrófono. Se para otra vez y señalando al hipotético público, prosigue:

-Sí, humor eres tú y tú… y nada más que tú.

NARRADOR: Vuelve a bailar mientras suena la vieja cancioncilla cuya letra decía: “me gustas tú, y tú y nada más que tú”, etc. Se para y resopla, el esfuerzo debe ser importante para un hombre tan gordito. 

-Todos llevamos un humorista dentro, lo mismo que también un político, solo que pocos se atreven a descubrir al segundo. En nuestra mano está elegir ser víctima o verdugo. ¿Quién es quién? Depende de cómo, quién, cuándo y dónde. Ahora mismo el político es mi víctima, la diana de mis dardos envenenados. Fuera de aquí yo soy la víctima del político y sus peregrinas ideas. Como paso más tiempo fuera de aquí que dentro… pues hagan ustedes sus deducciones de quién es el verdugo y quién la víctima.

NARRADOR. Brunelli se quita de nueva las gafas de colores.

Se preguntarán, muy en serio, por qué me he puesto de luto. ¿Puede un humorista ser serio o hacer algo serio en su vida? Ya lo creo, dicen que los humoristas somos los tipos más serios y trágicos de la creación… y puede que no anden descaminados quienes así piensan.

NARRADOR: Suena un vals y Brunelli baila con el micrófono, lo besa, se para, prosigue:

-En serio, yo soy un desgraciadito, mi padre me abandonó, mi madre se amargó y me amargó la vida con su leche amarga de su pecho moreno. He vivido en una trágica soledad toda mi vida. Las mujeres me huyen porque como demasiado y estoy gordito. ¿Qué quieren que haga? ¿Qué me prive del único placer que me queda en la vida?

NARRADOR: Se toca la barriga con regodeo y camina como un pato mareado. Se desabotona la camisa y enseña la barriga desnuda al respetable. Se da palmadas en dicha barriga que suenan como timbales. Y prosigue.

-Bueno, tal vez mienta. También disfruto con el humor. No siempre, porque…. Porque hay muchas clases de humor y de humoristas. Si les gustan las etiquetas, aquí tienen unas cuantas.

NARRADOR: Se saca del bolsillo un montón de etiquetas y las arroja al aire, como confeti. 

-Está el humorista generoso. Primero se autoparodia, se hace sangre, se… burla de sí mismo, y cuando ya no le queda sangre en las venas, aprovecha para burlarse de los demás.

-Está el humorista matafire: todo el mundo es un cordero en el matadero y él les clava el cuchillo en la garganta y luego se ríe. Cobra su estipendio y se va a tomar unas copas con los amiguetes. Lo que les suceda a los corderos no le preocupa, nunca le ha preocupado y nunca le preocupará.

-Está el humorista intelectual. En lugar de escribir novelas nos las cuenta en el escenario y de forma amena.

-Está el humorista chabacano. O no le llega para ser intelectual o decide que sus espectadores son chabacanos y les da lo que quieren… chistes malos, groseros, basura.

-Está el humorista… Pero dejémonos de etiquetas

NARRADOR: Comienza a dar patadas a las etiquetas como si fueran balones de fútbol. Sale corriendo y regresa vestido de bufón. Se pone las gafas de colorines.

-¿Quieren recibir una lección magistral sobre el humor? Pues vayan a la universidad. Yo soy un pobre bufón, y los bufones no damos lecciones… las recibimos… de todo el mundo. Eso sí les puedo dar algunas técnicas que a mí me funcionan, tal vez porque sea gordo y los flacos necesiten técnicas diferentes. Eso no lo puedo saber.

NARRADOR: Suena música de rap y se pone a bailar como una peonza rota.

-Si quieres hacer humor, tomen situaciones reales y estírenlas como si fueran chicles, llévenlas al extremo. La extremosidad es la madre del humor. El padre es desconocido.

-Si quieren hacer humor tomen unas cuantas personas, agítenlas como en una cubitera de cóctel y saquen solo lo malo… o saquen solo lo bueno, pero llevado al extremo.

-Si quieren hacer humor, dibujen caricaturas y denles vida, como hicieron con Pinocho, el muñeco de madera. 

-Si quieren… pero ustedes solo quieren pasárselo bien. Pues entonces dejen que haga el humor que a mí me gusta.

NARRADOR: De pronto se lleva las manos a las partes pudendas y a grito pelado anuncia que está prostático y no puede contenerse. Se da la vuelta y desaparece caminando como si pisara huevos, con miedo a romper alguno y que le salga por la bragueta. Yo espero y espero y espero… pero no regresa. ¿Qué estará haciendo este hombre?







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