martes, 28 de noviembre de 2023

DIARIO DE UN GIGOLÓ VII

 


-El empleo es tuyo, si lo quieres.

-¿Así, sin más?

-¿Quieres que te haga una entrevista de trabajo?

-No, claro pero no me conoce de nada. Ni siquiera sabe si he trabajado alguna vez de camarero.

-¿Lo has hecho?

-Sí, pero…

-Pero nada. Eres un chaval fuerte y pareces despierto. Aprenderás pronto.

Con el tiempo, otro camarero (el pub tenía tres, además de Paco) me sacaría de dudas. Fue mi prestancia la que le hizo decidirse tan pronto. El atractivo físico era una condición básica para trabajar allí. Al parecer acudían muchas damas solitarias buscando compañía fácil. Cuando no encontraban algo de su gusto entre la clientela habitual acostumbraban a invitar a una copa al camarero de su gusto y luego podían pedirle que les acompañara a casa o donde fuera que hubieran situado su nidito de amor.

Paco hacía la vista gorda de todos estos tejemanejes a cambio de un porcentaje, un tanto por cien que cobraba al camarero de turno o al cliente de turno que quisiera utilizar las habitaciones que poseía el dueño en el piso de arriba. En resumidas cuentas que Paco era un discreto y amable celestino. Incluso solía invitar al pelma de turno que iba por allí solo a echar un “vistazo” con el fin de saber si se trataba de un cliente potencial o si acabaría por dar más problemas de lo que valía, como el mismo Paco me contaría con el tiempo.

Pidió a uno de los camareros que ocupara su lugar tras la barra y me hizo pasar a la trastienda. Me invitó a sentarme en una silla y él ocupó un sillón tras una pequeña mesa de despacho. No había lugar para más en aquel diminuto cuartucho. Iniciamos la conversación hablando de lo que más nos interesaba a ambos. Quise hacerme el duro y puse mis condiciones.

-Soy universitario, necesitaré una noche libre la víspera de exámenes y horario a tiempo parcial cuando tenga que preparar alguna asignatura difícil.

-Hecho.

-Antes de abandonar mi trabajo como portero de discoteca me gustaría saber cuánto voy a ganar aquí. Para perder dinero no necesito cambiar de trabajo.

-¿Cuánto ganas allí?

Inflé mi salario, intentando hacerme el listillo, a ver si colaba.

-Hecho.

-Y paga usted el uniforme.

Había observado que los camareros llevaban camisa negra con pajarita, con pantalón de tergal del mismo color.

-Hecho. ¿Algo más?

Abrí la boca buscando conseguir mejores condiciones puesto que me lo había puesto tan fácil, “a huevo”, pero no se me ocurrió nada más. Paco escupió en la palma de su mano derecha y me la tendió con una sonrisa.

-Soy de pueblo, hijo mío, allí sellamos los tratos de esta manera. Nada de papeles. Si estás descontento con algo me lo dices y veremos qué se puede hacer. Si estás enfermo llamas y yo me lo creo, siempre que no abuses. ¿Podrías empezar ahora?

-¿Ahora? Tendría que trabajar tal como voy vestido.

Y señalé mi camisa. Paco rió.

-¿Has tenido alguna batalla campal con una chica?

-Algo parecido.

 

Su sonrisa se ensanchó.

Así me gusta. Vamos a probarte uno de mis uniformes.

Abrió un armario disimulado en la pared y descolgó de una percha una camina y un pantalón.

-Nadie va a fijarse en tus zapatos por esta noche. ¿Tienes zapatos negros?

-Sí, un par para vestir. No me desagrada el negro.

-Me gusta tu honradez, chico, podrías haberme dicho que no para que te comprara un par. Pues mira, por “honrao” te voy a dar para un buen par de zapatos y un pequeño adelanto. Mañana quiero verte con zapatos negros.
Abrió un cajón, rebuscó en él y me tendió un par de billetes.

-Y ahora pruébate esto, mañna por la mañana pasarás por la dirección que te voy a dar para que te hagan unos arreglos y te confeccionen una camisa y un pantalón de repuesto. Mucho ojo, chaval, la chica es mona pero es del pueblo, es como si fuera una hija para mí. ¿Me entiendes? Como se te ocurra camelarla y luego dejarla tirada te voy a dar una somanta de “ostias” que no te va a reconocer ni tu padre. Y te lo dogo muy en serio. ¿Lo has pillado?

-A sus órdenes.

-Nada de bromitas con esto. Y ahora quítate la ropa y ponte esto. No te preocupes que te vea en calzones. Estoy curado de espantos y además me gustan las mujeres y mucho. Si fueras una mujer y te viera en bragas no respondería de mis instintos. Pero tú llevas calzones, ¿no, chaval?

-Imagino lo que quiere decir. Me gustan demasiado las mujeres para hacer tonterías.

-Eso espero, porque aquí los camareros somos todos muy machos. Te adelanto que si alguna dama te tira los tejos debes hacerle caso. Habla conmigo y podrás salir antes. Si luego te hace un “regalito”. ¿Sabes lo que quiero decir? Pues me lo dices y hacemos cuentas. Confío en ti, chaval, tienes cara de “honrao”.
Me probé sus ropas, las mangas me quedaban largas. Paco las recogió con mimo. El pantalón era un poco ancho. Paco me apretó el cinturón sin contemplaciones. Apenas me sobraban unos dedos de largo. Nuestra estatura era muy parecida. Recogió un poco los bajos y me colocó la pajarita.

-Listo. Si tienes alguna dificultad vienes a la barra y te pongo al loro. Hoy te echarán una mano los compañeros, pero mañana quiero que te defiendas tu solito y dentro de una semana serás el amo en “The Sailor”.

Lo pronunció tal cual, “De Sailor”. De esta guisa me acompañó hasta la barra. Me colocó a su lado mientras echaba un vistazo a la concurrencia.

-De momento está tranquilo. Te enseñaré dónde están las botellas, cómo servir una jarra de cerveza “como el fó” y cómo preparar un martín, los cócteles los dejaremos para mañana. ¿Ves aquella dama del rincón? Es la señorita Julia, una solterona aceptable, tiene mucha pasta, vive de las rentas, y ya te ha echado el ojito. Esta noche no te invitará, no te conoce de anda, antes querrá ver cómo te desenvuelves, pero lo hará un día de estos, seguro. Hazte un poco el remilgado, no mucho, porque a ella no le gustan demasiado fáciles, pero tampoco muy complicados. Tú mismo sabrás cómo maniobrar, ni demasiado fácil ni se lo pongas muy complicado. Te llevará a su piso y te dará una buena propina. Quiero el veinte por ciento y no me engañes. Sería una estupidez por tu parte.

viernes, 10 de noviembre de 2023

LA VENGANZA DE KATHY XVIII

 




No sé cuándo Kathy volvió a abandonarme para comer, dormir o hacer cualquier cosa que tuviera que hacer, si es que tenía que hacer algo. No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde mi llegada. Por eso no me podía hacer una idea de lo que estaría ocurriendo en Crazyworld. Seguro que ya llevarían tiempo buscándome. La posibilidad de que me encontraran era tan remota que ya me daba por muerto, antes o después y de la forma que fuera, pero yo ya estaba muerto.

Fue entonces cuando noté un ligero movimiento en los dedos de mi mano derecha. No podía percibirlo con la mirada, pero sí en la sensibilidad que habían empezado a recobrar. Puede que el efecto del potingue del profesor Cabezaprivilegiada empezara a decaer, y eso era una excelente noticia para mí. Lo malo era que tardaría muchas horas en lograr el movimiento de los brazos para poder reducir a Kathy cuando volviera. Regresaría mucho antes, impidiéndome cualquier plan de fuga que se me ocurriera. A pesar de ello me centré en recobrar el movimiento de los dedos, cuando lo consiguiera seguiría con la mano y el brazo. Fue un trabajo ímprobo. Toda mi concentración estaba en los dedos. Es un decir, porque no podía estar en otra zona de mi cuerpo. Aquel lento despertar era la sensación más extraña que había tenido en mi vida…es un decir, de lo que recordaba de mi vida, que no era mucho de momento. Se puede decir que mi consciencia se escindió en dos, la que me mantenía en la existencia, atemporal y adimensional, y la que se iba abriendo paso hacia mi cuerpo, un reencuentro tan satisfactorio como confuso.

En algún momento Kathy reapareció a mi lado, me cambió el gotero para alimentarme aunque yo no tenía hambre ni sed, eran sensaciones casi olvidadas. Un dedo de mi mano derecha sufrió un ligero espasmo que no le pasó desapercibido, porque se inclinó hacia mi oído y me susurró, en una voz gélida y opaca, que no reconocí:

-¿Pensabas que no me iba a dar cuenta? El efecto está desapareciendo un poco antes de lo calculado. Tienes una naturaleza de toro. Mi torito español. Voy a adormecerte para que no me cornees.

Puso su rostro frente a mi mirada que no parpadeó, no así la suya, me hizo un guiño que no hubiera desentonado en el rostro de la muerte y desapareció de mi ángulo de visión. ¿Torito español? ¿Cómo podía saber ella que yo había recordado algunas cosas de mi pasado, entre ellas que mi padre, Johnny el gigoló, era español? ¿Había hablado sin darme cuenta? Eso era imposible. Como que fuera capaz de leer mi pensamiento.

Regresó con una jeringa grande y una aguja aún más grande. Recordé que cuando me la clavó por primera vez, en el claro, yo había perdido la consciencia durante un tiempo que tuvo que ser prolongado para que a ella le diera tiempo de arrastrarme hasta el búnker y colocarme en aquel lecho donde había permanecido todo aquel tiempo incalculable. Sentí un gran alivio al pensar que el efecto de la inyección debería ser el mismo. Perder la consciencia por completo era lo mejor que podía pasarme, y si ya no despertaba, mucho mejor. Me hubiera gustado despedirme de la vida, de mi fugaz vida de amnésico, pero como sucedió en el claro, el efecto fue fulminante. Solo que esta vez antes de hundirme en la oscuridad mi mente estalló en un millón de fragmentos, como burbujitas flotando en el aire, cada una con una imagen diferente, una especie de puzle caótico, que una vez recompuesto formaría mi identidad total, mi verdadera personalidad. Se produjo un fenómeno sorprendente, mi cabeza comenzó a dar vueltas, a girar con una lentitud pasmosa, un mareo cósmico me atrapó. Me sentí fuera de un cuerpo que no tenía, subiendo hacia el techo, contemplando mi verdadero cuerpo físico allí abajo que estaba siendo acariciado por las manos de Kathy. Las burbujas de imágenes chocaban contra aquella cabeza que no podía ver pero que sin duda era la mía. Cada choque despertaba un recuerdo, cada imagen se colocaba en un puzle sin sentido, sensaciones sin la menor cronología, tan intensas que me hacían revivir una delgada rebanada de mi pasado. Era como una película troceada, no en secuencias, sino en planos difusos, confusos, sin orden ni concierto. El mareo se acentuó hasta sentir cómo me iba hundiendo en una especie de remolino que caía hacia mi propio ombligo. El malestar era tan infinito como aquella especie de orgasmo cósmico que sin duda me estaba llevando hacia la muerte. Si la muerte era así, no me parecía tan mala como su leyenda. Puede incluso que existiera un más allá si mi consciencia podía volar sin cuerpo de aquella manera. No supe si alegrarme o angustiarme porque como agua remansada que se cuela por el sumidero, mi consciencia se difuminó en una plácida oscuridad.

martes, 7 de noviembre de 2023

LA ÓPERA DEL LOCO V

 


El pero no es otro que su belleza. Es demoniaca ACA.ACA y ACA, Es una auténtica demonia. Y se transforma en serpiente, en Vilenta. Una Vilenta antropomórfica que repta por el escenario, echando sapos y culebras por su boca. Se pone en pie y comienza a imitar, con voz de pito a la condesita real.

ACA ACA Y ACA, ETC repitiendo lo ya dicho.

Todos repiten con voces tremendas, coléricas, infernales. Se forma un coro infernalmente  armonioso.

LORD MONTORO

Tanto, tanto, anto, anto, anto, oro desperdiciado, ado, ado y ado, en un espectáculo, culo, culo, repugnante, ante, ante y ante. Parece un pedo diabólico, pedo, edo, edo, edo y edo.

El bufón, que sigue espatarrado, forma un halo ectoplasmático reluciente que se transforma en lord canciller, resplandeciente y escamoso. El oro le sale por las orejas.

ACOTACIÓN PARA EL ESCENÓGRAFO

En toda la escena el ballet tiene un papel preponderante, los clones ectoplasmáticos bailan- En el centro el clon de Plurabella. Al ballet se van uniendo figuras conforme brotan de la boca del bufón, incluso la concurrencia real baila sobre la punta de sus pies y se mueve un poco cortesanamente. Dejo al talento del escenógrafo la coreografía. En sus manos me pongo, porque la escena, sin el ballet, perdería mucho.

Los duques permanecen silenciosos, rígidos, esperando acontecimientos. Plurabella no puede contener las lágrimas, y todo el tiempo, moviéndose entre la concurrencia no deja de intentar convencerlos de que aplaudan al bufón y su obra maestra. La concurrencia no le hace caso, miran a los duques, esperando su señal de linchamiento. Cuando el bufón se espatarra, ella sube  al escenario e intenta reanimarlo. De la boca del bufón, entre figura y figura, salen besos amorosos y corazones heridos por flechas.

Plurabella llora, llora y llora.

TODOS

ORA, ORA Y ORA.

LORD CANCILLER

ORO, ORO Y ORO.

Al fin el bufón se reanima y se pone de pie. Plurabella real le abraza y le besa. Escandalo entre la concurrencia, que a numerosas voces formará un contrapunto-fuga que permenacerá como bajo continuo al tiempo que se mueve dando forma a un ballet obsesivo y percutiente.

TODOS

La duquesita Plurabella le besó ESÓ, ESÓ, ESÓ, E-E, E-E, E-EE, E—EE, EEE

le besó, OO, OO, OOO, OOÓ al bufón, ÓN,ÓN Y ÓN, E-E  EEÉ   EEE   EE-E Etc Etc.