-No estaría mal que trataras el tema del Mesías de Omega en
un próximo programa. Fue una encrucijada crucial en nuestra historia. ¿No
crees, querido Arminido?
-Sí lo creo, sí, y producción se pone a ello desde este
momento. Pero permíteme continuar con la historia de los animales en Omega
antes de que lleguéis al zoo. Como decía el trato a los animales cambió
sustancialmente cuando la nave extraterrestre que portaba a nuestro legendario
Mesías aterrizó en Omega, concretamente en el Valle de la muerte, donde tuvo
lugar la batalla más cruenta de nuestra historia, que a punto estuvo de acabar
con toda vida sobre el planeta, incluidos animales, utilizados en la batalla de muy diversas formas. Nuestros
ancestros consideraban a todos los animales como rica comida, o si no era tan
rica, como bestias de carga, animales domésticos defensivos, ponedoras de
huevos o lo que fuera que hicieran bien y en provecho de la especie dominante. Ni
se pensaba que pudieran tener la menor consciencia o inteligencia. Algo que no
cambió sustancialmente hasta que HDM-24, nuestra amada inteligencia artificial,
se hizo cargo de todos nosotros. Entonces muchos pensaron, y con razón, que si
una máquina tenía inteligencia, los animales deberían poseerla asimismo, solo
que nadie la había visto hasta entonces. Signo inequívoco de que los omeguianos
no éramos tan listos como nos considerábamos.
“Aún así costó mucho cambiar el trato que se dispensaba a
nuestros hoy amados animales. Hasta que el bueno de “H” no se hizo cargo de
nuestra alimentación y logística, descargándonos de la afanosa y a menudo
brutal busca de alimento, no se logró que se dejaran de cazar animales. Hubo
una etapa en la que coexistieron feroces cazadores aficionados, que cazaban por
placer y defendían este placer con uñas y dientes, y animalistas guerreros que
no dejaban de poner trampas a los cazadores y cuidar de los animales como si
fueran sus propios hijos. Recordarán ustedes, queridos holovisores –y si no
recuerdan vean las películas históricas creadas por “H” con actores virtuales-
que por entonces nuestra Inteligencia Artificial se iba haciendo cargo de todo.
Aprovechó este conflicto para hacerse cargo también de la seguridad, generando
una multitud de robots que conformaron los primeros cuerpos de seguridad.
Dotados de un prodigioso sentido del humor, cuando éste no era suficiente
actuaban con contundencia, durmiendo a los alborotadores y confinándoles en sus
domicilios. Promulgó la primera ley animalista y procedió a buscar una solución
al gran problema que se planteó cuando los animales dejaron de ser comida y
esclavos de la especie omeguiana y nadie sabía qué hacer con ellos. Por
desgracia para entonces muchas especies animales y vegetales ya habían
desaparecido, depredadas por inconscientes y brutales ciudadanos. Las que aún
sobrevivían fueron protegidas en el gran zoo de Vantis, el mayor del planeta, y
otras, de territorios más alejados, fueron asentadas en grandes reservas y
parques naturales, protegidas por robot forestales y ecológicos.
“Solo el territorio de las Montañas Negras quedó tal cual,
protegido por el gran rio Negro, convenientemente adoptado por “H” para que se
mueva en círculo, de forma tal que ningún animal de dicho territorio lo pueda
atravesar. Los granjeros que deseen salir de la gran reserva o el resto de los
ciudadanos que quieran llegar hasta allí para convertirse en granjeros pueden
hacerlo a través de prodigiosos puentes, obras maestras de ingeniería solo al
alcance de una inteligencia artificial como la que nos cuida, un complejo
artilugio que solo permite el acceso a omeguianos, repeliendo a los animales
que sufren pequeñas descargas eléctricas que les producen cosquillas, algo que
ningún animal soporta, porque la risa no es lo suyo. Las aguas del rio Negro
dan una vuelta completa al circuito y luego discurren hacia el mar, como todos
los ríos. Es todo lo que “H” se ha permitido cambiar de la naturaleza del
planeta, cuidando cada flor con amor paternal.
“Así pues, quienes quieren ver la naturaleza en estado
salvaje, primitivo, solo la encontraran allí. Como saben las visitas turísticas
están prohibidas y solo quienes quieren realizar estudios en disciplinas
universitarias consiguen a veces salvoconductos o permisos. Resumiendo. Todos los animales del planeta
permanecen ahora en los zoos, reservas o parques naturales establecidos por
“H”, salvo en las Montañas Negras, como acabo de decir. En un principio también
existieron animales mascotas, previo permiso de nuestro sapiente y amoroso “H”,
cuando aún los omeguianos no habían descubierto el “dolce far niente”
–expresión curiosa que he descubierto en los archivos políglotas de nuestra
inteligencia artificial y que al parecer procede de un planeta llamado Tierra,
del que no se sabe nada, ni su lugar en el Cosmos. Esta expresión viene a
significar “el dulce hacer nada” y define perfectamente la vida de todos
nosotros desde que “H” se hizo cargo de todo. Las mascotas fueron algo muy
socorrido, como los huertos y jardines. No había familia que no tuviera su
mascota entrenada previamente, lo mismo que no había casa sin su
correspondiente jardín o huerto. Daba gusto ver a las mascotas correteando por
los jardines o a la sombra de los árboles que se plantaban casi con fiebre.
Bueno, eso de ver es una metáfora, porque yo no vivía entonces, lo mismo que
ustedes.
“No muchas generaciones después aquella fiebre se convirtió
en somnolencia y apatía. Las mascotas fueron descuidadas y abandonadas, lo
mismo que los jardines y huertos, se dejaron de plantar árboles y el bueno de
“H” asumiendo competencia tras competencia ya no solo había asumido la
alimentación, la logística, la seguridad, la salud, también se hizo cargo de
los animales abandonados, de los jardines, de los huertos, de la
construcción de los nuevos hogares y
hasta de la política internacional. Recordarán ustedes, si han leído los
archivos históricos o visto las películas holográficas de la serie histórica,
que fue por aquel entonces cuando se produjo el intento de invasión de los
noctorianos. Noctor, el planeta guerrero, llevaba siglos conquistando planetas
del cuadrante –como así es llamado, desde tiempos inmemoriales, este sector
galáctico, yo no sé por qué, si alguien lo sabe, que llame al programa- y creando un imperio militar, dictatorial y
aterrador. Pero nuestra inteligencia artificial, portentosamente diseñada por
Helenio de Moroni, ya llevaba mucho tiempo preparándose para este previsible
evento. Nada había dicho, nada se sabía, pero cuando llegó el momento
descubrimos que el planeta estaba protegido por estaciones defensivas,
poseedoras de un nuevo y terrible invento militar que luego se aplicaría
también a fines civiles, los llamados rayos Omega. Los noctorianos fueron
derrotados, humillados y el planeta Omega fue puesto en cuarentena, terminando
de esta manera con el largo periodo en el que fue el planeta turístico por
excelencia, visitado por todos los ricachos del cuadrante, quienes disfrutaban
de nuestra maravillosa naturaleza, al tiempo que dejaban sus créditos y nos
hacían más y más ricos.
“Pero todo esto y mucho más se lo iremos contando en otros
programas que ya están siendo diseñados. Lo que hoy nos importa es hablarles de
cómo son sus vidas y de lo mucho que se pierden al no usar todo lo que tienen a
su disposición, en este caso el zoo de Vantis, donde nuestra intrépida
reportera y nuestros amables anfitriones acaban de tomar tierra en el centro de
visitantes del zoo.