miércoles, 31 de agosto de 2022

LA VENGANZA DE KATHY XII

 




Una risa aullante, demoniaca, salió de la boca de Kathy que había recobrado su posición anterior y permanecía como antes, inmóvil como un árbol. Por suerte una ristra de horrísonos truenos me impidió seguir oyendo aquella risa demoniaca. Mi vello debería estar erizado y mi cuerpo helado como un témpano. Es un decir, porque mi cuerpo parecía haber desaparecido, no sentía nada.

-Ahora solo una respuesta más y te dejaré en paz…Solo por un momento. Voy a cenar. Estoy hambrienta como un monstruo que no ha comido en un milenio. Necesitas saber por qué te voy a matar. ¿Qué has hecho tú, un bondadoso gratificador de mujeres necesitadas, para merecer esto? Te lo voy a decir. Esperaba mucho de ti. Ya sé que los hombres sois incapaces de amar, pero mis expectativas respecto a ti no eran las que tengo con el resto de machos del planeta. ¡Puaf! Me dais un asco infinito. Confiaba que después de nuestra noche comprendieras que yo, y solo yo, era la mujer de tu vida. Me has decepcionado. Eres como los demás. Y aún lo serás más cuando recuerdes tu pasado, si es que lo recuerdas. Eres mi primera víctima, la siguiente será Mr. Arkadín cuando venga, porque va a venir, ni tú ni ese idiota de Jimmy seríais capaces de descubrir al psicópata que anda suelto. Y después de Mr. Arkadín acabaré con todos los machos del planeta. Primero los de Crazyworld y luego el resto. Sí, una vez que muera Arkadín, saldré de aquí y me dedicaré a matar a todos los machos del planeta. No tendré tiempo, piensas. Te equivocas, obligaré al profesor Cabezaprivilegiada a terminar sus experimentos con el líquido que rezuma de mi clítoris hasta transformarlo en un poderoso veneno. Lo mezclaré con el agua que abastece a las grandes ciudades y todos morirán. Jajá. Será maravilloso contemplar el apocalipsis en primera fila. Y ahora te dejo contemplando esta tormenta apocalíptica. Ya me contarás. Jajá. No te preocupes, te alimentaré con sonda y tu cuerpo resistirá hasta que tu corazón explote, porque parado ya está. ¿Cómo un cuerpo puede permanecer muerto y la mente viva? Eso pregúntaselo al profesor, bambino caro.



Los rayos eran cada vez más terroríficos. Como si Jupiter tonante estuviera muy cabreado, pero que muy, muy cabreado. Los truenos retumbaban al lado de mis orejas. Debería tener los tímpanos horadados. Pero no sentía ningún dolor. ¿Por qué no afectaban a Kathy? ¿Otro invento del maldito profesor? Iba a morir. La idea, como un rayo, rasgó las meninges de mi cerebro. No podría hacer nada. Era una muerte segura. ¿Y si me encontraban? Mi desaparición no pasaría desapercibida. Alice hablaría y mis mujeres, si no todos, saldrían a buscarme. Alice, Heather, hasta Dolores. Me entró una risa tonta que no pudo salir al exterior. Imaginarme a Dolores corriendo por el bosque en mi busca me producía una dolorosa hilaridad. Era increíble que conservara el humor aún en aquellas circunstancias. Así es el ser humano, una mierda con capacidad de reír. ¿Habría asesinado Kathy al director? No iba a poder preguntárselo, a no ser que se le ocurriera también responder a esa pregunta. ¿No parecía saber todo lo que yo estaba pensando?

¿Podría dormir? Esa era una pregunta interesante a la que Kathy no había respondido. ¡Si al menos pudiera descansar! ¡Pero qué estaba diciendo! Mi cuerpo no podía estar cansado porque ni siquiera tenía cuerpo. En cuanto a mi mente, estaba tan lúcida que hasta me daba miedo. Se me ocurrió que tal vez aquel trauma que estaba sufriendo me ayudaría a recuperar la memoria. Sería una bonita forma de entretener el tiempo que iba a durar aquel tormento. Si iba a morir, al menos que muriera recordando todo lo que había sido hasta llegar a Crazyworld. Era una técnica interesante, mejor que las hipnosis del doctor Sun. ¿Y si a pesar de la seguridad de Kathy su clítoris no pudiera enderezar mi miembro? Jajá, sería fantástico, un auténtico chasco para aquella psicópata. Tendría que matarme de cualquier otra manera. Hiciera lo que hiciera no sentiría dolor. Por ese lado todo perfecto. ¿Y si dejara que el efecto pasara para que pudiera sufrir? Entonces tendría una oportunidad. Pero, claro, antes me inmovilizaría, no era tonta. Todas las posibilidades que se me ocurrían terminaban indefectiblemente en mi muerte, más o menos dolorosa. Casi mejor que me matara a polvos. Una pregunta interesante ¿mi cuerpo sentiría placer, o actuaría de forma automática, sin que yo me enterara? Esa era la primera pregunta que me gustaría que Kathy respondiera al volver. ¿Cuánto tardaría en cenar? Tiempo más que suficiente para que mi mente recorriera todos los laberintos del terror. Mejor pensar en otra cosa.

¿Quién era yo? ¿Qué había hecho durante los pocos años que había vivido? ¿Quiénes eran mis padres, dónde estaban? ¿Era en verdad un gigoló o acaso tenía alguna novia en alguna parte? ¿Era español o norteamericano? ¿Por qué parecía conocer el español como mi lengua materna? ¿Y si era español, por qué me había trasladado hasta allí? ¿Dónde había nacido? ¿Era creyente, ateo, agnóstico o medio pensionista? ¿Cómo era mi carácter? ¿Alegre, apático, un perdonavidas, un viva la virgen, un idiota? ¿Era culto, había leído muchos libros, visto muchas películas, escuchado mucha música? Tal vez fuera un jovencito adorable…Bach, Bach, Bach. ¿Quién era Bach? ¿Un músico? Me sonaba mucho. ¿Estaba recuperando la memoria? Me hubiera gustado cerrar los ojos y esperar que las imágenes desfilaran por la pantalla de mi mente enclaustrada. Pero no podía. ¿En verdad me gustaba tanto el sexo como parecía? Sí, estaba muy bien, era muy agradable, más que eso, era lo mejor que uno podía hacer en la vida. Si la humanidad se ocupara solo de eso no habría guerras. ¿Qué era una guerra? Por un instante unos nombres sin sentido acudieron a mi memoria. La batalla de Waterloo, la guerra de los treinta años, La primera guerra mundial, la segunda, la guerra de Corea, de Vietnam, el desembarco de Normandía… ¿Qué demonios era todo eso? ¿Qué se hacía en las guerras? Matar y morir, una cosa después de otra, todas a la vez. El dinero, el capitalismo, el marxismo. Los privilegiados, los marginados, los proletarios, los burgueses. Todo pura palabrería, porque no la acompañaban imágenes. Sin imágenes no iba a poder recordar y no aparecerían mientras tuviera los ojos abiertos. Ahora que estaba solo, inmovilizado, la necesidad de recordar se hacía acuciante. Sin memoria uno es nada. Yo debería ser un auténtico idiota puesto que carecía de memoria. Tal vez todo rodara por el subconsciente, como en una partida de bolos. Sin embargo, sabía lo que era una partida de bolos, aunque no tuviera imágenes. Sabía muchas cosas, aunque no las recordara. El significado de las palabras, por ejemplo. Eso era una parte importantísima de la memoria. Si lograba salir de este espeluznante episodio hablaría largo y tendido con el doctor Sun. Por supuesto que era un idiota, pero también un sabio, conocía muchas cosas, podría explicarme cómo funciona la memoria y por qué yo no recordaba nada o casi nada y sin embargo actuaba como si lo supiera todo. ¿Qué partes del cerebro siguen funcionando cuando eres amnésico y qué partes no, y por qué eres capaz de comportarte como una persona normal cuando la amnesia se ha apoderado de ti? ¿Existían muchas clases de amnesia y cómo se llamaba la mía? ¿Qué ocurriría cuando lo recordara todo o casi todo? Nada, porque iba a morir.

Aquel pensamiento fue como un martillazo en mi cabeza. Es un decir porque yo no tenía cabeza, al menos no lo notaba. De pronto fui consciente de la tormenta, que casi había olvidado. Sin duda era un espectáculo dantesco. Rayos y más rayos. Truenos y más truenos. Casi deseé que Kathy volviera y comenzará aquella tortura que me llevaría a la muerte. Quería saber si iba a sentir placer y cómo sería éste comparado con el que yo había sentido con Kathy la primera noche, luego con Heather, luego con Dolores, luego con Alice. Si era parecido me gustaría morir de una puta vez, disfrutar horas y horas y horas hasta que mi corazón estallara… es un decir. ¿Cuánto tiempo había transcurrido? ¿Se perdía la sensación de tiempo?

De pronto Kathy estuvo otra vez dentro de mi campo de visión. Parecía como si el barro se hubiera endurecido y forma ya parte de su piel. Además, sus colores de guerra eran realmente espectaculares. Me hubiera gustado verle los ojos, pero parecían escondidos tras el barro.

-Ha sido una cena muy agradable, aunque lo hubiera sido más si tú me hubieras acompañado. Pero no, tenías que hacer el idiota con otras mujeres, como si yo no fuera suficiente. Podría haberte ayudado a salir de aquí. Sé cómo hacerlo. Nos hubiéramos ido juntos a cualquier remoto lugar del planeta. Allí hubiéramos sido felices. Hubiéramos tenido hijos. ¡Me encantan los niños! Juntos, siempre juntos, de día y de noche, a todas horas. El sexo hubiera durado todo el tiempo que deseáramos. Nos ocuparíamos de sobrevivir, de criar a los hijos, y luego noches enteras de sexo, mientras los niños dormían. No necesitaríamos gran cosa. Una cabaña en un lugar tropical, alimentos al alcance de la mano, una playa de arena fina, aguas cristalinas. Ese era mi sueño contigo. Pero no, tenías que estropearlo. Eres un mastuerzo, como todos los machos, siempre pensando en tener sexo con todas las mujeres del planeta, cuando os basta y os sobra con una. Vale, antes de comenzar con el sexo, más respuestas a tus preguntas. No sé cómo sentirás el sexo, pero lo sentirás. El profesor me comentó que ciertas partes del cerebro seguían funcionando, llegarás al orgasmo, aunque no sé cómo lo sentirás. Tampoco sé si eyacularás. Eso no lo sabía el profesor porque no se había experimentado. Por si acaso no he tomado anticonceptivos. Creo que me encantaría que me hicieras un hijo, mejor dos, o todos los que fuera posible. Así, cuando mueras, yo podré escaparme de aquí y criar a mis niños en un remoto y bonito lugar del planeta.

martes, 23 de agosto de 2022

EL BUFÓN DEL UNIVERSO III



 No puedo saber el tiempo que permanecí allí. No debieron alimentarme, ni por sonda, porque no encontré ninguna señal en mi cuerpo. Algo me despertó de mi estado catatónico y fui consciente de lo que había pasado y de dónde me encontraba. Continuaba atado a la silla. El cuerpo debería dolerme mucho por la postura que había mantenido durante todo ese tiempo, pero no sentía nada, ni siquiera hubiera sido consciente de tener un cuerpo de no haberlo visto con mis propios ojos. El ruido se repitió y entonces fui consciente de lo que me había despertado. Era como si alguien estuviera intentando abrir la puerta del contenedor. No sabía hacerlo o no le habían dado la contraseña de la cerradura. Por eso golpeaban la estructura metálica. Luego escuché lo que me pareció el sonido de un soplete. Me hubiera gustado gritar pidiendo auxilio o hacer ruido para que supieran que yo estaba dentro. Lo pensé mejor. No sabía quién estaba fuera ni lo que deseaba de mí. Era lógico pensar que si se tratara de los tripulantes de mi nave se hubieran limitado a abrir la puerta con la contraseña. Decidí esperar y ver qué me deparaban los acontecimientos.

 

No tardaron mucho, o al menos eso me pareció a mí. De pronto un rectángulo metálico cayó en el interior, produciendo un ruido ensordecedor que golpeó mis oídos como dos puñetazos bien dados, uno en cada oreja y los dos a la vez. Mi cuerpo parecía vibrar como si fuera un gong al que acabaran de golpear como una maza. Lo que sucedió a continuación ocurrió muy rápido. Un gran robot muy tosco entró pisoteando la chapa de metal con sus ruedas y enfocó por el interior del bunker sus ojos enormes que no eran otra cosa que dos tubos de metal que proyectaban unos haces luminosos. Exploraron con lentitud todo el recinto y se detuvieron en mí durante unos segundos. Debió de emitir algún tipo de señal porque enseguida entraron varios humanos enfundados en una especie de trajes espaciales tan toscos como el robot. Se acercaron con precaución y pude ver cómo uno de ellos movía la boca. Parecía estar hablando, aunque yo no escuchaba. Una especie de camilla volante, mucho más sofisticada que el tosco robot que permanecía de pie, sin moverse del lugar donde estaba cuando entraron los humanos, hizo su aparición. Se mantenía a poco más de un metro del suelo. Los astronautas me desataron con facilidad y rapidez. Dos de ellos me levantaron de la silla y me tumbaron en la camilla. Un brazo robótico surgió de alguna parte y me inyectó algo en el cuello. Perdí la consciencia.

 

Cuando desperté me hallaba sobre la misma camilla en una especie de laboratorio o enfermería muy amplio. Frente a mí varias figuras humanoides me contemplaban desde una plataforma acristalada. Una de ellas me llamó la atención porque era una mujer. Muy alta, fornida, hombruna, pero con unos ojos dulces y acariciadores. Se movió y salió de la plataforma. La vi acercarse a mí caminando con lentitud. Vestía una túnica blanca que escondía su cuerpo. Cuando estuvo a mi lado me habló con una voz tan dulce como sus ojos.

 

-No tengas miedo. No vamos a hacerte daño. Estás en el planeta Alienón. Y ésta es la enfermería de la residencia Armanas para mutantes. Armanas soy yo. La tripulación de tu nave te trajo aquí, nos entregó el contenedor y no se detuvieron mucho tiempo. Nos dijeron que eras un mutante peligroso, que no querían saber nada de ti. Ni siquiera pusieron precio a tu cabeza. No quisieron decirnos nada más y se marcharon como si les persiguieran los mutantes más peligrosos de la galaxia. Te hemos analizado a fondo, pero no encontramos nada que nos indique qué tipo de mutación sufres. Ni siquiera los análisis genéticos han sido concluyentes. Ninguna de las pruebas para detectar posibles mutaciones peligrosas ha dado positivo. Así que de momento te vamos a considerar inofensivo. Ya habrá más tiempo para hacerte otras pruebas. Y ahora intenta bajar de la camilla por tu propio pie. Yo te ayudaré si lo necesitas. Iremos al comedor. Necesitas comer algo. No sabemos el tiempo que has estado sin alimentarte. Nuestra IA nos dice que has sufrido una catatonia bastante rara. Eso explicaría que pudieras sobrevivir sin comer ni beber.

 

Hice un esfuerzo por bajarme de la camilla y lo conseguí, pero mi cuerpo me parecía raro. Aceptaba las órdenes de mi cerebro, aunque con retraso. Pensaba en hacer algo y reaccionaba, siempre existía una demora de unos segundos, algo que distorsionaba mi percepción. Me sentía como un duplicado de mí mismo que funcionara a diferentes velocidades. Aquella mujer debió darse cuenta de que algo no iba bien porque me sostuvo con sus fuertes brazos. De esta forma fuimos caminando hacia la salida, atravesando todo el laboratorio. Desde la plataforma nos observaban con mucha atención. Cuando llegamos a la puerta y ésta se abrió ante nuestra presencia me sentí mucho mejor. Casi no percibía el retraso entre mi pensamiento y la acción. Tal vez se debiera a que había dejado de dar órdenes a mi cuerpo, todo se producía de forma automática.

 

Ante nosotros se extendía un largo pasillo. Era amplio, punteado a los lados por macetas de diferentes tamaños y separadas entre sí por distancias que variaban siguiendo un criterio que se me escapaba. Una planta llamó especialmente mi atención, por el extraño diseño de sus ramas, el vivo color variado de sus flores y sobre todo porque me pareció que una rama se alargaba buscándome. Pudo ser solo un quiebro de mi percepción, porque continuaba sintiéndome muy raro. Me detuve ante ella.

 

-Son plantas mutantes. También cuidamos de plantas y animales mutantes. Algunas se comunican, como acabarás observando con el tiempo.

 

Me tomó del brazo, se acomodó a mi paso y así llegamos al final del pasillo, donde una puerta de cristal se abrió ante nosotros, como si nos percibiera. Estábamos en un salón enorme, repleto de mesas y sillas, una especie de comedor, pero muy raro.

 

-Cuando puedas comer con todos encontrarás la explicación a esta rareza. Cada mesa, cada silla, cada cubierto, está diseñado para que pueda ser utilizado por las diferentes especies de mutantes. Tu físico es normal. Otros no lo son, dependiendo de cada especie y de cada mutación. La fama de esta fundación ha corrido por la galaxia y aquí llegan, desde todos los rincones, especímenes mutantes, tanto de animales, plantas u homínidos. Cada uno tiene su sitio. Ya te enseñaré nuestro zoológico donde todos los animales viven en libertad, salvo los depredadores más peligrosos, que tienen su propio territorio separado del de los demás. También conocerás nuestro jardín botánico, donde cada planta mutante tiene su sitio, salvo las plantas que se mueven, para las que hemos acotado una parcela especial. Aquí estarás muy a gusto. Si llega el momento en el que prefieres la libertad de vagabundear por la galaxia, sufriendo imprevistos, como el que te ha traído hasta aquí, solo tienes que decirlo.

 

Me quedé ensimismado, tratando de asimilar mis nuevas circunstancias. Armanas debió interpretarlo mal.

 

-Pero te estoy entreteniendo cuando lo que necesitas es reponer fuerzas. Sentémonos a esta mesa, yo te acompañaré en el desayuno, porque aún no he probado bocado.

 

Nos sentamos y ella pareció darse cuenta de mi joroba por primera vez.

 

-Intenta sentarte como puedas. Mañana tendrás una silla a tu medida. Hoy no podrás pedir un menú acorde con los gustos de tu planeta, pero mañana subsanaremos ese error, salvo que tengamos ya a un compatriota tuyo. ¿De qué planeta procedes?

 

-Soy del planeta Woon.

 

-No me suena. Bueno, no importa. Te pediré lo mismo que voy a desayunar yo. Una mezcla de zumo de frutas exquisito, que obtenemos de alguna de nuestras plantas mutantes. Son muy variadas. Entre ellas las hay que han adquirido un nivel de consciencia o de inteligencia semejante a la de ciertos animales más evolucionados. Tienen su propio lenguaje y se enfadan si te diriges a ellas en una lengua que no sea la suya. Por cierto. como has llegado tan de improviso no hemos podido preparar nada para ti. Mañana tendrás un traductor de pulsera que te servirá para hablar con todo el mundo. Espero que no te ofendas si te pregunto en qué consiste tu mutación.

 

Pensé en mentir, en obviar el tema con subterfugios y así darme tiempo para hacerme una idea de dónde había caído para diseñar una estrategia. Comprendí que sería inútil. Allí iba a estar mucho tiempo, si es que lograba salir alguna vez. La verdad me ahorraría sinsabores y puede que me granjeara simpatías, algo que supuse necesitaría cuanto antes. Le conté lo sucedido en la nave sin suavizar ningún detalle. Tan pronto como acabé ella me miró de una forma extraña, que no pude desentrañar.

 

-Gracias por tu sinceridad, nos has ahorrado mucho tiempo. Eres un caso único. Aquí tenemos muchos mutantes mentales, telépatas y toda clase de mutaciones basadas en facultades mentales llevadas a extremos patológicos. Hay un gran abanico, como irás comprobando por ti mismo, pero nada parecido a lo tuyo. Los test genéticos no han indicado nada y hubiéramos pasado mucho tiempo dando palos de ciego sin conseguir nada. Antes o después se hubiera manifestado de alguna manera, aunque teniendo en cuenta el trato cariñoso que reciben todos los mutantes en esta fundación, es posible que tardara mucho en ocurrir algo que disparara tu facultad mutante. Porque al parecer solo se dispara ante acontecimientos que afectan a tu supervivencia. ¿No es así?

 

-No lo sé, es la primera vez que me ocurre y no sé cómo evolucionará.

-Bueno, ya habrá tiempo de hablar de ello. Ahora disfruta del desayuno que nos están sirviendo.

jueves, 11 de agosto de 2022

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXI

 


-Querida Rosindra, espero que ningún koori se haya quedado escondido en el interior o se haya aferrado a algo en el exterior y nos veamos obligados a regresar.

-No sería la primera vez que sucede. Estos pequeños demonios son capaces de todo con tal de divertirse.

-Perdona. Acabo de caer en la cuenta de que estamos volando y no sé muy bien cómo hemos podido despegar con semejante caos. ¿La nave tiene piloto automático, o la pilota un robot o es un voluntario tan discreto que ni siquiera nos hemos dado cuenta de su presencia?

-En efecto. Buena pregunta. La mayoría de las naves al servicio del zoológico son pilotadas por robots, salvo excepciones hay dos tripulantes robóticos, uno pilota la nave y el otro es un mayordomo para todo, como has podido ver. Existen voluntarios que pilotan naves, como existen guías, como yo, que hacen los honores a los visitantes. También hay guías robóticos, porque nunca tenemos voluntarios suficientes para atender todas las necesidades de este complejo, muy visitado en verano y menos en invierno. Esta nave está pilotada por un voluntario al que no has visto porque permanece en su cabina, allí al fondo, separada del resto de la nave por un mamparo. Es un chico un tanto rarito al que le gusta comer en su cubículo y nunca sale a comer con los demás, guías y visitantes. Se llama Loirni.

-¿Puedo entrevistarlo?

-No le gustará, pero está obligado a seguir los protocolos. Si quieres podemos intentarlo, ahora que parece que todo está en calma.

-Pues vamos allá.

-Como pueden ver nuestros queridos holovidentes, esta pequeña nave es un prodigio tecnológico, se mantiene siempre en horizontal sin la menor sacudida y despega y aterriza desplazándose en vertical hacia arriba o hacia abajo. No voy a entrar en detalles técnicos, porque los desconozco y porque se lo pueden preguntar a nuestros colaboradores técnicos que participan en otros programas de este canal y también en el segundo canal que ha comenzado a emitir no hace mucho tiempo. Nos desplazamos sin problemas, como en suelo firme. Ahora Rosindra ha oprimido un intercomunicar con la cabina.

-¿Qué quieres, Rosindra?

-Hola, Loirni. Como sabes estamos en directo en el canal 1 de Omega humanizada. Alirina, la reportera que nos acompaña, quiere hacerte unas preguntas. Será breve. ¿Podemos pasar?

-Sabes que no me gusta interactuar con los visitantes, pero dadas las circunstancias y que el protocolo así lo exige, aceptaré unas breves preguntas.

-Estamos en el interior de la cabina. Un cubículo diminuto, como pueden ver los holovidentes. Nuestro piloto se llama Loirni y es un guapo mozo, bastante joven, que viste un uniforme en color verde, plagado de dibujos de animales. Vamos a comenzar la entrevista y procuraremos que sea breve. ¿Cómo es que se dedica a pilotar naves en el zoo de Vantis, pudiendo estar tan ricamente en su casa, disfrutando de todas las comodidades que nuestra civilización nos otorga sin trabajo y sin mérito alguno por nuestra parte? ¿Es usted de los nuestros, querido Loirni, quiero decir de los que pensamos que la vida no es vida si todo se nos da a la boca, sin el menor trabajo y sin la libertad de hacer lo que queramos, cuando queramos, sin que una inteligencia artificial guie nuestros pasos?

-A la primera pregunta contesto que en parte estoy aquí porque necesito créditos para la construcción de mi casa independiente. Sí, soy joven, y anhelo independizarme de mis padres, pero para ello necesito conseguir suficientes créditos y convencer a “H” de que soy un nuevo ciudadano omeguiano con el derecho a ser independiente y formar una nueva familia, si quiero y si no quiero, no, puedo vivir solo como hacen muchos. La segunda razón, y no menos importante es porque me gustan los animales. Cuando no tengo trabajo y hay alguna nave libre, he sido autorizado por “H” para viajar por el zoológico y establecer contacto con los animales. Algunos ya me conocen y me saludan cuando me ven. En cuanto a la segunda pregunta, debo decir que me gusta la vida que nos proporciona nuestra inteligente y bondadosa IA, si bien me gustaría que hubiera más omeguianos que vivieran la vida como se debe vivir, en contacto con la realidad y no idiotizados permanentemente por el mundo virtual. En ese sentido comparto algunas cosas con ustedes y suelo ver sus canales de vez en cuando. ¿Alguna pregunta más?

-Pues sí, me gustaría saber por qué estas naves no vuelan en automático, dirigidas por el bueno de “H” y necesitan pilotos robóticos o voluntarios. Usted debe saberlo.

-Que “H” podría pilotarlas todas, es evidente, si puede con la logística de todo un planeta, podría hacerlo. Si no lo hace es porque le gustaría que tanto ciudadanos como robots tuvieran sus propias vidas y fueran más activos, en lugar de convertirse en patéticos habitantes del mundo virtual. Sí, ya sé lo que me va a preguntar. ¿Cómo puedo saber lo que piensa “H”? Pues bien, hablo mucho con él, algo que deberían hacer todos los omeguianos. Y en cuanto a que los robots no viven en el mundo virtual, por ahora no, gracias sean dadas a quien haya que darlas, pero sí sé de algún caso de un robot al que sus amos le pusieron el casco virtual, en una broma sin gracia, y luego hubo que llevarlo al taller de reparación porque se pasaba las horas muertas, navegando virtualmente, sin hacer caso de nadie. Sí, también lo sé porque me lo ha dicho “H”. Y ahora, si no hay más preguntas, me gustaría seguir con mi trabajo.

-Una última pregunta, paciente Loirni. ¿Qué futuro le gustaría tener cuando consiga su casita?

-Quiero que tenga una gran extensión de terreno, para tener allí a todas mis mascotas, que serán muchas y robots que cuiden de mis nenes y cuanto sea necesario para que todas ellas lleven una vida muy feliz. Viviré solo mientras no encuentre a la mujer de mi vida, que sería Rosindra, si ella quisiera. Continuaré trabajando en el zoológico y nunca me pondré el casco virtual, porque la vida real es mucho más agradable. Y ahora…

-Sí, paciente Loirni, le dejamos con su trabajo. Gracias por su amabilidad.

-Ya estamos fuera del cubículo. Rosindra ¿por qué no quiere convivir con Loirni, parece un buen chico?

-Aún soy joven para atarme a nadie. Ni siquiera sé si deseo pasar por la complicada experiencia de vivir con alguien. A Loirni me une nuestro mutuo amor a los animales, pero no sé si sería suficiente para que nuestra convivencia fuera posible.

-Muchas gracias, Rosindra, por tu generosidad al contestar preguntas tan personales e íntimas. Y ahora, queridos holovidentes, les adelanto nuestro programa para el resto del día. Nos dirigimos a la hacienda de Artotis, donde nos espera su esposa Arleina, junto con su numeroso servicio robótico. El propio Artotis hará de anfitrión desde el estudio y nos presentará a su pequeña manada de kaeros dirigida por su matriarca, Kaerina, que en cierta ocasión salvó la vida de nuestro tertuliano. Pero eso mejor nos lo contará él. Luego nos desplazaremos por Vantis, que seguro nuestros anfitriones nunca han visto en su totalidad. Y para rematar, regresaremos a su casa, cenaremos y les acompañaremos en su viaje virtual cuando se pongan el casco. Cómo lo haremos es una gran sorpresa que no vamos a desvelar. Me comunican que Arminido y nuestros tertulianos ya están de regreso de su ágape. Así que le paso a él la comunicación, que ya tengo la garganta rasposa de tanto hablar.