miércoles, 31 de agosto de 2022

LA VENGANZA DE KATHY XII

 




Una risa aullante, demoniaca, salió de la boca de Kathy que había recobrado su posición anterior y permanecía como antes, inmóvil como un árbol. Por suerte una ristra de horrísonos truenos me impidió seguir oyendo aquella risa demoniaca. Mi vello debería estar erizado y mi cuerpo helado como un témpano. Es un decir, porque mi cuerpo parecía haber desaparecido, no sentía nada.

-Ahora solo una respuesta más y te dejaré en paz…Solo por un momento. Voy a cenar. Estoy hambrienta como un monstruo que no ha comido en un milenio. Necesitas saber por qué te voy a matar. ¿Qué has hecho tú, un bondadoso gratificador de mujeres necesitadas, para merecer esto? Te lo voy a decir. Esperaba mucho de ti. Ya sé que los hombres sois incapaces de amar, pero mis expectativas respecto a ti no eran las que tengo con el resto de machos del planeta. ¡Puaf! Me dais un asco infinito. Confiaba que después de nuestra noche comprendieras que yo, y solo yo, era la mujer de tu vida. Me has decepcionado. Eres como los demás. Y aún lo serás más cuando recuerdes tu pasado, si es que lo recuerdas. Eres mi primera víctima, la siguiente será Mr. Arkadín cuando venga, porque va a venir, ni tú ni ese idiota de Jimmy seríais capaces de descubrir al psicópata que anda suelto. Y después de Mr. Arkadín acabaré con todos los machos del planeta. Primero los de Crazyworld y luego el resto. Sí, una vez que muera Arkadín, saldré de aquí y me dedicaré a matar a todos los machos del planeta. No tendré tiempo, piensas. Te equivocas, obligaré al profesor Cabezaprivilegiada a terminar sus experimentos con el líquido que rezuma de mi clítoris hasta transformarlo en un poderoso veneno. Lo mezclaré con el agua que abastece a las grandes ciudades y todos morirán. Jajá. Será maravilloso contemplar el apocalipsis en primera fila. Y ahora te dejo contemplando esta tormenta apocalíptica. Ya me contarás. Jajá. No te preocupes, te alimentaré con sonda y tu cuerpo resistirá hasta que tu corazón explote, porque parado ya está. ¿Cómo un cuerpo puede permanecer muerto y la mente viva? Eso pregúntaselo al profesor, bambino caro.



Los rayos eran cada vez más terroríficos. Como si Jupiter tonante estuviera muy cabreado, pero que muy, muy cabreado. Los truenos retumbaban al lado de mis orejas. Debería tener los tímpanos horadados. Pero no sentía ningún dolor. ¿Por qué no afectaban a Kathy? ¿Otro invento del maldito profesor? Iba a morir. La idea, como un rayo, rasgó las meninges de mi cerebro. No podría hacer nada. Era una muerte segura. ¿Y si me encontraban? Mi desaparición no pasaría desapercibida. Alice hablaría y mis mujeres, si no todos, saldrían a buscarme. Alice, Heather, hasta Dolores. Me entró una risa tonta que no pudo salir al exterior. Imaginarme a Dolores corriendo por el bosque en mi busca me producía una dolorosa hilaridad. Era increíble que conservara el humor aún en aquellas circunstancias. Así es el ser humano, una mierda con capacidad de reír. ¿Habría asesinado Kathy al director? No iba a poder preguntárselo, a no ser que se le ocurriera también responder a esa pregunta. ¿No parecía saber todo lo que yo estaba pensando?

¿Podría dormir? Esa era una pregunta interesante a la que Kathy no había respondido. ¡Si al menos pudiera descansar! ¡Pero qué estaba diciendo! Mi cuerpo no podía estar cansado porque ni siquiera tenía cuerpo. En cuanto a mi mente, estaba tan lúcida que hasta me daba miedo. Se me ocurrió que tal vez aquel trauma que estaba sufriendo me ayudaría a recuperar la memoria. Sería una bonita forma de entretener el tiempo que iba a durar aquel tormento. Si iba a morir, al menos que muriera recordando todo lo que había sido hasta llegar a Crazyworld. Era una técnica interesante, mejor que las hipnosis del doctor Sun. ¿Y si a pesar de la seguridad de Kathy su clítoris no pudiera enderezar mi miembro? Jajá, sería fantástico, un auténtico chasco para aquella psicópata. Tendría que matarme de cualquier otra manera. Hiciera lo que hiciera no sentiría dolor. Por ese lado todo perfecto. ¿Y si dejara que el efecto pasara para que pudiera sufrir? Entonces tendría una oportunidad. Pero, claro, antes me inmovilizaría, no era tonta. Todas las posibilidades que se me ocurrían terminaban indefectiblemente en mi muerte, más o menos dolorosa. Casi mejor que me matara a polvos. Una pregunta interesante ¿mi cuerpo sentiría placer, o actuaría de forma automática, sin que yo me enterara? Esa era la primera pregunta que me gustaría que Kathy respondiera al volver. ¿Cuánto tardaría en cenar? Tiempo más que suficiente para que mi mente recorriera todos los laberintos del terror. Mejor pensar en otra cosa.

¿Quién era yo? ¿Qué había hecho durante los pocos años que había vivido? ¿Quiénes eran mis padres, dónde estaban? ¿Era en verdad un gigoló o acaso tenía alguna novia en alguna parte? ¿Era español o norteamericano? ¿Por qué parecía conocer el español como mi lengua materna? ¿Y si era español, por qué me había trasladado hasta allí? ¿Dónde había nacido? ¿Era creyente, ateo, agnóstico o medio pensionista? ¿Cómo era mi carácter? ¿Alegre, apático, un perdonavidas, un viva la virgen, un idiota? ¿Era culto, había leído muchos libros, visto muchas películas, escuchado mucha música? Tal vez fuera un jovencito adorable…Bach, Bach, Bach. ¿Quién era Bach? ¿Un músico? Me sonaba mucho. ¿Estaba recuperando la memoria? Me hubiera gustado cerrar los ojos y esperar que las imágenes desfilaran por la pantalla de mi mente enclaustrada. Pero no podía. ¿En verdad me gustaba tanto el sexo como parecía? Sí, estaba muy bien, era muy agradable, más que eso, era lo mejor que uno podía hacer en la vida. Si la humanidad se ocupara solo de eso no habría guerras. ¿Qué era una guerra? Por un instante unos nombres sin sentido acudieron a mi memoria. La batalla de Waterloo, la guerra de los treinta años, La primera guerra mundial, la segunda, la guerra de Corea, de Vietnam, el desembarco de Normandía… ¿Qué demonios era todo eso? ¿Qué se hacía en las guerras? Matar y morir, una cosa después de otra, todas a la vez. El dinero, el capitalismo, el marxismo. Los privilegiados, los marginados, los proletarios, los burgueses. Todo pura palabrería, porque no la acompañaban imágenes. Sin imágenes no iba a poder recordar y no aparecerían mientras tuviera los ojos abiertos. Ahora que estaba solo, inmovilizado, la necesidad de recordar se hacía acuciante. Sin memoria uno es nada. Yo debería ser un auténtico idiota puesto que carecía de memoria. Tal vez todo rodara por el subconsciente, como en una partida de bolos. Sin embargo, sabía lo que era una partida de bolos, aunque no tuviera imágenes. Sabía muchas cosas, aunque no las recordara. El significado de las palabras, por ejemplo. Eso era una parte importantísima de la memoria. Si lograba salir de este espeluznante episodio hablaría largo y tendido con el doctor Sun. Por supuesto que era un idiota, pero también un sabio, conocía muchas cosas, podría explicarme cómo funciona la memoria y por qué yo no recordaba nada o casi nada y sin embargo actuaba como si lo supiera todo. ¿Qué partes del cerebro siguen funcionando cuando eres amnésico y qué partes no, y por qué eres capaz de comportarte como una persona normal cuando la amnesia se ha apoderado de ti? ¿Existían muchas clases de amnesia y cómo se llamaba la mía? ¿Qué ocurriría cuando lo recordara todo o casi todo? Nada, porque iba a morir.

Aquel pensamiento fue como un martillazo en mi cabeza. Es un decir porque yo no tenía cabeza, al menos no lo notaba. De pronto fui consciente de la tormenta, que casi había olvidado. Sin duda era un espectáculo dantesco. Rayos y más rayos. Truenos y más truenos. Casi deseé que Kathy volviera y comenzará aquella tortura que me llevaría a la muerte. Quería saber si iba a sentir placer y cómo sería éste comparado con el que yo había sentido con Kathy la primera noche, luego con Heather, luego con Dolores, luego con Alice. Si era parecido me gustaría morir de una puta vez, disfrutar horas y horas y horas hasta que mi corazón estallara… es un decir. ¿Cuánto tiempo había transcurrido? ¿Se perdía la sensación de tiempo?

De pronto Kathy estuvo otra vez dentro de mi campo de visión. Parecía como si el barro se hubiera endurecido y forma ya parte de su piel. Además, sus colores de guerra eran realmente espectaculares. Me hubiera gustado verle los ojos, pero parecían escondidos tras el barro.

-Ha sido una cena muy agradable, aunque lo hubiera sido más si tú me hubieras acompañado. Pero no, tenías que hacer el idiota con otras mujeres, como si yo no fuera suficiente. Podría haberte ayudado a salir de aquí. Sé cómo hacerlo. Nos hubiéramos ido juntos a cualquier remoto lugar del planeta. Allí hubiéramos sido felices. Hubiéramos tenido hijos. ¡Me encantan los niños! Juntos, siempre juntos, de día y de noche, a todas horas. El sexo hubiera durado todo el tiempo que deseáramos. Nos ocuparíamos de sobrevivir, de criar a los hijos, y luego noches enteras de sexo, mientras los niños dormían. No necesitaríamos gran cosa. Una cabaña en un lugar tropical, alimentos al alcance de la mano, una playa de arena fina, aguas cristalinas. Ese era mi sueño contigo. Pero no, tenías que estropearlo. Eres un mastuerzo, como todos los machos, siempre pensando en tener sexo con todas las mujeres del planeta, cuando os basta y os sobra con una. Vale, antes de comenzar con el sexo, más respuestas a tus preguntas. No sé cómo sentirás el sexo, pero lo sentirás. El profesor me comentó que ciertas partes del cerebro seguían funcionando, llegarás al orgasmo, aunque no sé cómo lo sentirás. Tampoco sé si eyacularás. Eso no lo sabía el profesor porque no se había experimentado. Por si acaso no he tomado anticonceptivos. Creo que me encantaría que me hicieras un hijo, mejor dos, o todos los que fuera posible. Así, cuando mueras, yo podré escaparme de aquí y criar a mis niños en un remoto y bonito lugar del planeta.

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