lunes, 30 de abril de 2018

AMABILIO UN POLÍTICO GENTIL II


                                    LA ENTREVISTA CON DON AMABILIO



Los periodistas somos así, como los escritores, capaces de vender a nuestra propia madre por una buena historia. La exclusiva, una buena exclusiva, te puede catapultar desde el reporterismo a pie de calle hasta una plaza fija en todas las tertulias televisivas, radiofónicas, digitales, hasta una columna en primera o última página, espacio reservado a los pura sangre del periodismo, e incluso podrías caer de culo en la poltrona de un subdirector o director de un periódico, cadena de emisoras radiofónicas o cadena televisiva. Y eso no es todo, una buena exclusiva te puede dar el Pulitzer, aunque cuando eres un reportero a pie de calle te basta y te sobra con que te saquen de allí a toda prisa. No lo digo por experiencia, yo de exclusivas siempre he andado muy escaso, como de pasta gansa, pero sí puedo confesar sin vergüenza haber pateado más calles que un autobús público, haber corrido auténticos maratones con el micrófono en la mano tras el personaje mediático de turno, haber tocado nieve en las montañas, arena en las playas, comido en chiringuitos, dormido a la puerta de chalets, bebido jarras de cafés en cafeterías frente a palacios de justicia, fiscalías, tribunales, ministerios, y lo que se tercie. No fue una buena época para mí, muchas horas inútiles, con el micrófono, la grabadora o la cámara en ristre, acechando a todo tipo de especímenes que a veces tenía que sostener para que no cayeran y a veces me tenían que sostener ellos a mí, en una especie de solidaridad delirante, hoy por ti, mañana por mí. Me vi obligado a intentar meter en la boca el micrófono al personajillo de turno, como si fuera un helado, para que dijera algo que a mí me importaba un pito, o para que no dijera nada pero que se viera que era remiso a hablar, o que dijera cuatro patochadas y yo tenía que picarle a ver si soltaba la quinta. Fue una mala época, de becario, recién salido de la facultad de periodismo, luego de reportero Tribulete, de comodín gastado y manoseado. No quiero hablar de aquella época, no quiero, todos tenemos que comer, hasta los periodistas.

¿Por qué me eligió a mí, precisamente a mí, don Amabilio, el político de la nueva hornada, la gentileza personificada, como llegaría a ser conocido con el tiempo? No tengo ni idea, pero como no soy tonto, he hecho mis propias cábalas. No por conocido, ni siquiera mi madre podía recordar si alguna vez me había visto en la caja tonta o leído un artículo de prensa firmado con mi nombre y apellidos o echando espumarajos por la boca en alguna conexión en directo en la radio. Amabilio podía haber elegido a cualquier periodista conocido, tertuliano asiduo, con tendencia a mover más la pierna derecha que la izquierda, o al revés, a periodistas de cualquier género, subgénero, color, de un medio, de otro o de todos a la vez. Podía haber convocado una rueda de prensa y que fuera el que quisiera. Incluso se hubiera podido permitir el lujo de echar mano del fondo de reptiles que tiene todo partido político que se precie para conseguir una noticia envuelta en papel de regalo y con tarjeta de visita. Estoy hablando por boca de ganso, que conste, porque no tengo ni idea de si realmente existe semejante fondo de reptiles, lo sabría de haber abierto mi amplia boca de caimán, a ver si caía algo del aire, pero en eso siempre fui muy honrado, en otras cosas no, lo reconozco, porque ya en los estudios se me metió en la chirimbola que un periodista tenía que ser la boca y los pies de la verdad, el felpudo que ella pisara, allí donde estuviera, el cristiano entregado a los leones para que la sangre de la verdad empapara el circus Máximus. No puedes servir a la verdad, donde quiera que se halle, si te pasas el tiempo en los pantanos, a la espera de que alguien lleve la comida para el fondo de reptiles.



No creo que Amabilio tuviera ni la más remota idea de mis ideas, conceptos, ideales, ideas obsesivo-compulsivas, ni mucho menos de mi honradez congénita. No me eligió por eso, ni creo que lo hiciera pensando que un don nadie como yo solo podía reflejar sus respuestas literales y no hacer preguntas incordiantes. Sinceramente que no me lo explico, hasta el punto de que a veces he pensado que tomó la guía telefónica y llamó al primer periodista que encontró. Lo que tampoco puede ser cierto porque no aparezco como periodista en la guía, por precaución, tampoco en las páginas amarillas, ni puedes llamar a un número de información preguntando por el reportero Tribulete y te ponen conmigo. Pero algo así debió de ocurrir, como en las novelas negras, cuando el millonario busca en las páginas telefónicas y llama al primer detective que encuentra. Pero dejémonos de dar vueltas y más vueltas a las razones del destino para elegirme a mí, para ponerme la gran exclusiva entre los dientes y dejar que mordiera hasta hartarme. Lo importante es la historia de Amabilio, no me pagan para hinchar mi ego y tampoco mi editor me dará un plus por cien páginas más de morralla en este libro en el que ha puesto tanta esperanza con vistas a su jubilación.

Lo que ocurrió es que una tarde ventosa de otoño, el cielo negro y a punto de llover, recibí una llamada del mismísimo Amabilio, a quien no tenía el gusto de conocer. Me dijo que en días saldría a la palestra un nuevo partido político, que si yo quería y me daba prisa podría hacerle una larga entrevista, antes de que el resto de caimanes de la prensa y medios en general se lanzaran sobre él. Deseaba una charla amistosa, donde él pudiera expresar todo lo que pensaba y sentía sin miedo a ser tergiversado, ni manipulado, una entrevista honrada, sincera, afectiva, fraternal, que luego él podría exhibir, a lo largo de su carrera política, como la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, y si miento que me enchironen. Antes de colgar y salir corriendo la curiosidad me pudo y pregunté por qué yo y solamente yo. Lo poco que farfulló casi me da a entender que debimos coincidir como estudiantes en algún punto de la ruta, pero no tuve tiempo de recapitulara mi pasado, esa era la exclusiva que llevaba esperando desde la facultad, casi tanto como la novia romántica que nunca llegó.

Subí a mi utilitario, viejo y destartalado, conduje con precaución paranoica, no podía tener ahora un accidente, o perderme, o hacer aquaplaning, porque justo ahora empezaba a llover con ganas. Tardé más de una hora en llegar a un chalet discreto en una urbanización discreta, pero un tantico lujosa, en abrir el paraguas, llamar al telefonillo y esperar a que me abrieran. Me recibió el propio Amabilio en chancletas, pijama y un impermeable por encima. Cerré el paraguas rápidamente, dejando que la lluvia me empapara y corrí tras aquel hombre tan entrañable. Ya en el interior me tendió una toalla mientras se disculpaba, era el día libre del servicio por lo que se encontraba solo ya que no estaba casado, ni tenía pareja de hecho, ni hijos, ni hijas, ni hombres o mujeres de confianza. Solo el servicio y aquel era su día de asueto, algo sagrado que él nunca quebrantaría. Mi primera pregunta fue por qué no lo había dejado para el día siguiente.

-El lanzamiento del nuevo partido político está diseñado al milímetro por mis asesores. Desconozco en qué puede influir un día más o un día menos, pero esta entrevista debería realizarse hoy, lloviera o nevara o cayeran rayos de punta.

-¿Puedo atreverme a preguntar por sus asesores?

-Puede, aunque solo le daré un nombre, Martín, director de marketín, es el único que no desea permanecer en el anonimato, al contrario.



En cuanto me hube secado concienzudamente me invitó a sentarme en un sofá de dos plazas, de cuero, con funda, y él se sentó frente a mí, en un sofá de tres plazas, de cuero, sin funda. Me pidió que arrojara la toalla a mis pies y sobre ella los pusiera. Incluso me invitó a descalzarme, a quitarme los calcetines, a ponerme cómodo. Lo que yo hice de inmediato, un poco pasmado, eso sí. Restregué plantas de pies y calcaños sobre la toalla y le miré mientras él me miraba a su vez.

-He traído una cámara de fotos, por si me permitiera algunas, las que usted quiera, desde donde usted quiera, como usted quiera, luego puede elegir las que desee, suponiendo que quiera una entrevista con fotos, claro.

-Por supuesto, querido amigo. Puede comenzar a hacer todas las fotos que desee, incluso del dormitorio. Mientras yo prepararé un par de güisquis, para entonarnos.

Dicho y hecho. Me levanté descalzo, saqué la cámara de la funda y corrí, más bien volé, sacando fotos de todo lienzo de pared que encontré, buscando la exclusiva morbosa, una cama sin hacer, los cacharros en el fregadero, el poster de una actriz, un gato, un perro, una librería sin libros, lo que fuera. Pero todo estaba impoluto. El servicio tendría el día libre, pero el anterior tuvo que trabajar el doble o el triple. Me puse las botas, es un decir, porque continuaba descalzo. Cuando regresé Amabilio estaba espatarrado en el sofá, con su vaso en la mano derecha, que acercó a la boca, paladeó el líquido elemento y restalló la lengua.

-He abierto mi mejor güisqui, de treinta años, la marca la puede ver en la botella, sobre la mesita. Puede tomar su vaso, sentarse y comenzar cuando quiera.

-¿Alguna foto personal?

-Por supuesto. Si le parece bien no me moveré, odio las fotografías de estudio, lo natural es lo más cercano a la verdad.

Saqué media docena de instantáneas, plano general, plano americano, primer plano, perspectiva desde la punta de sus zapatos apoyados en el reposabrazos del sofá, en fin todo de lo más natural. Luego tomé mi vaso, eché un trago y tosí, aquello era fuego líquido. Coloqué la grabadora sobre la mesita, me senté, volví a echar otro trago, volví a toser, me aclaré la garganta y comencé la entrevista.

-¿Por qué se hace político una persona, cualquiera, en cualquier momento?

-Querido amigo, algunos creen que la política da dinero, influencia, poder, prestigio, que las poltronas de los políticos son mejores que la de los empresarios, pongamos por caso. Craso error. En la política se gana muy poco, menos que en la vida empresarial, y uno acaba más quemado que una sardina a la brasa. Yo mismo soy consejero de varios consejos de administración de importantes empresas, le aseguro que en la política perderé dinero, mucho dinero…

-Disculpe que le interrumpa. ¿Puedo preguntarle de qué empresas es consejero y cuánto gana?

-Levántese, abra la carpeta de cuero que está encima de la mesa y tome el primer folio. Martín ya lo había previsto, este hombre es un lince. Ahí tiene la lista. En cuanto a emolumentos, comprenderá que nadie se lo pone fácil al ministro de Hacienda y yo tampoco seré una excepción, al menos hasta que comience mi vida política, desde ese momento yo seré transparente como el cristal.

-¿Puedo quedarme con el folio?

-Por supuesto, y con todos los demás, pero preferiría que los fuera leyendo conforme saliera el tema a relucir.

-Si usted no aterriza en la política por dinero, ¿por qué lo hace?






jueves, 26 de abril de 2018

VARIACIONES CLIMÁTICAS II







   VARIACIONES CLIMÁTICAS II



Seguimos en el año 2051 y el mismo día aunque la hora es diferente. Las 15,30 P.M.  Madrid. Centro de protección civil. Dirección Nacional.

En el despacho del director están reunidos la plana mayor del Consejo Nacional de Protección Civil (CNPC) ;más el repartidor de bocatas que les acaba de traer la comida y ha decidido quedarse charlando a ver qué pasa; más  la novia de uno de ellos, concretamente del director del Centro Metereológico Nacional (CMN), quien decidió acudir en bicicleta (recuerden que están prohibidos los coches particulares) muy preocupada porque su novio o tronco - en lenguaje cheli madrileño que sigue estando en boga- la dejó plantada en un restaurante cercano; más el portero del edificio que ya es aceptado como uno más del cónclave desde que hace algunos días decidió pasar más tiempo en las oficinas del primer piso, donde se encuentra la dirección de la CNPC, que en el cuchitril al que llaman portería.

Quien les va a narrar esta historia soy yo, el repartidor de bocatas. Me he puesto en la foto con todos los demás porque soy humilde por naturaleza, aunque en realidad aquí el que va a llevar la voz cantante es “moi”.

Estoy en condiciones de darles algunos datos extremadamente interesantes, por ejemplo el menú de cada cual o cada quisque, porque ya les he dicho que soy el repartidor de bocatas. Además les voy a dar otros datos pero que muy requeteinteresantes porque no en vano he sido contratado por un diario de tirada nacional, del que no voy a dar el nombre, por razones obvias, para chivarme de todo lo que aquí se cueza o se fría, que de todo habrá.

Como sería muy largo describir, uno por uno, lo que han comido, procedo a una somera enumeración: seis bocatas de tortilla de patata, uno sin cebolla; dos de jamón y queso; una hamburguesa con patatas fritas; uno de atún con pimientos; una  ensalada de cangrejos y steak  tártaro y dos zumos de frutas, un yogur y un sándwich vegetal.

Desde mi llegada a esta oficina la conversación ha derivado más o menos por los siguientes derroteros:

-Director de la CNPC( es el que ha pedido la ensalada de cangrejos y el steak tártaro, como ustedes ya habrán adivinado):

Llevamos aquí toda la mañana y no hemos llegado a ninguna conclusión. Espero que ahora, con estos bocatas a la vista, se nos aguce el ingenio. Nos están achicharrando el culo por todas partes. Incendios a lo largo de toda la geografía nacional, hasta en sus partes más íntimas. Los golpes de calor han logrado que media población respire con cuidado, por si el aliento cálido fuera capaz de producir incendios. ¡Malditos golpes de calor y malditos incendios!. Y eso que en Europa están de inundaciones. ¿Qué habremos hecho nosotros para merecer esto?

-Qué hemos hecho nosotros? - Salta la novia desplantada por su novio en el restaurante y que es la que ha pedido dos zumos de zanahoria, un yogur y un sándwich vegetal. Ya que no he podido comer en el restaurante haré dieta (le ha dicho a su novio con muy malas pulgas) pero mañana no te libras de invitarme donde yo te diga.

¿Qué  hemos hecho nosotros? –y no es una reiteración retórica del narrador para meter algo en el sándwich, sino fiel reflejo de la realidad, que narro como en un espejo, y perdonen tanto circunloquio.

¿Les parece poco talar árboles? Han terminado con la selva amazónica. ¿Y eso le parece poco? Ensuciamos la atmósfera con combustibles fosilizados, en lugar de hacer que los vehículos tomen el sol en cualquier playa (la decisión de hoy viene con retraso) o ponerles velas como barquitos, para que se muevan al primero golpe de viento…¿y usted me dice tan pimpante qué hemos hecho? A usted le voy a decir yo lo que hemos hecho, pedazo de…de….

Aquí interrumpe el novio y se la lleva a un rincón, donde tapa su boca a cambio de recibir una patada en la espinilla que le hace ver el techo de la oficina como si fueran cúmulos y nimbos, retorcidos como gato panza arriba.

-Mientras tanto el director sigue su perorata.



Vale, vale. Admito que algo hemos hecho. ¿Pero tanto como para que un millar de incendios estén achicharrando nuestros traseros por toda la geografía nacional? Creo que no. Más bien diría que estoy convencido de que no. Pero no es esto lo que más me preocupa –al fin y al cabo tenemos el mejor parque de bomberos del mundo, medio millón de profesionales perfectamente cualificados y otro medio millón de voluntarios- sino los desórdenes que se esperan con la prohibición de los coches particulares. La gente está decidiendo que no le da la real gana hacerse un maratón de ida y otro de vuelta para trabajar (el aumento del transporte público es de todo punto insuficiente hasta el momento). Se están quedando en sus casas y el aburrimiento en una masa tan grande de desocupados va a ser un grave problema en los próximos meses. Ya lo creo que va a ser un grave problema. Ni la televisión por cable ni por satélite ventana a ventana, ni fútbol, ni nada. En cuanto empiecen a pasar hambre el aburrimiento, que es mal consejero, les llevará al vandalismo, al asalto de supermercados y tiendas de todo tipo y no vamos a tener fuerzas de seguridad suficientes para contener esa avalancha. ¿No es así señor Subsecretario de Seguridad Ciudadana?

-Señor Subsecretario de Seguridad Ciudadana (es el de bocata de tortilla con mucha cebolla y chorizo. Así me lo pidió o me lo tiraría a la cara).

Así es, querido amigo. Cuando la masa pierde el norte se hace imprevisible controlar sus movimientos. Ni siquiera con la ayuda del ejército.

-¿Cree usted que el gobierno pondrá al ejército en esto?

-No hemos llegado aún al momento crítico.

-¿Y a qué esperan?- es la novia desplantada por su novio la que ha conseguido zafarse de la llave- No hay suficiente trasporte público para que todo el mundo pueda ir a trabajar y no es fácil que lo haya en mucho tiempo. Los incendios están haciendo de este país una caldera de Pedro Botero. El cáncer de piel está a la orden del día. La gente quiere saber si la capa de ozono se ha ido definitivamente a la mierda y tenemos que salir de casa vestidos como buzos o aún estamos protegidos en algunos sitios y en qué sitios, si es así. La gente quiere saber si este invierno se nos van a congelar las meninges o podremos irnos a las playas con la tortilla de patata.  Si podemos tener hijos o más vale que lo dejemos para otra reencarnación, suponiendo que sea en un planeta que no se llame Tierra. Si podemos hipotecarnos hasta las cejas y dejas a los bancos con el culo al aire- porque nunca nos cobrarán- o debemos actuar como siempre, controlando para llegar a fin de mes. La gente quiere saber y tiene derecho a saber. ¿Estamos iniciando el Apocalipsis o podremos seguir de juerga hasta que se nos empiece a chamuscar el trasero?

-Director del CNPC, dirigiéndose al director de climatología:

Oiga usted, amigo. A ver si controla a su novia, que parece un ciclón.

-Director del CNM:

Esto tiene sus ventajas. Usted ya me entiende.

-¿Quiere decir que un ciclón en la cama tiene su encanto?

Novia sulfurada hasta  echar chispas.

-¡Malditos machistas de mierda! Hablan de mi como si yo no estuviera presente. Serán c…piiii. Me voy. Y tú, ya sabes que mañana quiero una excelsa comida en el… y te quiero allí a las 14 horas en punto o ya puedes buscar quien te replante en un bosque, porque es la única compañía que vas a tener.

Se marcha la novia. Se produce un pequeño barullo. Alguien dice que si no hay más que también se marcha. Antes de producirse la desbandada el jefe dice:

-Quiero a los de guardia aquí, a las 17 horas, sin excusas. A los demás mañana, puntuales. ¿Has recibido la comunicación del Presidente?- se dirige al novio.

-Claro, y por duplicado. Mañana tengo convocados a todos para hablar sobre cómo hacemos el informe. ¿Quién puede ver el futuro? ¿Qué sabemos nosotros de por dónde irá el cambio climático dentro de un año? Que el ciudadano quiera saber está bien, yo también quiero saber, pero eso es imposible. No te jode. Le pondremos cuatro mandingas para que todo el mundo quede contento y a otra cosa, efecto mariposa.

-Pues nosotros aún lo tenemos peor. ¿Cómo vamos a saber los incendios que habrá de aquí a que termine el verano? Ni eso ni los efectivos que serán necesarios para afrontarlos, ni si necesitaremos más hidroaviones o personal voluntario o al ejército o a la policía para controlar los tumultos o si Juliette Osborn visitará Madrid y se despelotará otra vez en la Cibeles. Que esa chica parece una adicta. La otra vez salvamos in extremis de  una violación colectiva. Desde que su caché está en descenso no deja de hacer gilipolleces, una tras otra. Bueno, chico, mañana será otro día.

-Chao y no vuelvas a meterte con mi novia o me costará un serio disgusto cualquiera de estos días.

-Es que ya tenemos problemas para enfrentarnos además a un ciclón.

-No me muevas el ciclón, que de momento todo va bastante bien.

-Jaja. Tu verás compadre.

La oficina se va quedando vacía. Mucho ruido y pocas nueces. Yo me despido hasta mañana. Si el negocio de bocatas fuera de mi propiedad ya me habría hecho de oro, pero no lo es. Mañana le pediré al jefe que me aumento el sueldo. Y esta tarde mandaré mi reseña al periódico de tirada nacional. Se anuncia la llegada de Juliette Osborn, quien piensa despelotarse otra vez en la Cibeles. Pasaremos el día y la hora. Se habla de un ciclón. Ya daremos más datos (raro será que no aparezca alguno en cualquier parte del mundo uno de estos días). El director del CNPC (joróbate y baila, Calixto, que eres el único que no paga en mano, ya me debes tres bocatas, capullo) dice que no está lejano el día en el que dejará de haber incendios en el campo por falta de material combustible. Esperemos que cuatro idiotas no empiecen a quemarnos la ciudad. Bueno, ya me inventaré algo más. En estos tiempos todo cuela.

Siendo las 16,45 el repartidor de bocatas abandona las oficinas del CNPC. Mañana será otro día.






jueves, 12 de abril de 2018

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS XII


FELIZ DÍA DEL LIBRO 3001/2018


Nunca debí aceptar el cargo de cronista sobre todo lo relacionado con el día del libro 3001. No lo hice por dinero. Por suerte en este sentido los tiempos han cambiado a mejor. Los agoreros, que nunca faltan, predijeron que el advenimiento de los robots a nuestras vidas no solo no iba a mejorar la vida laboral, la vida de los proletarios, el capitalismo, la sociedad y el universo en general, sino que lo iba a empeorar todo, comenzando por los proletarios, que tal vez, solo tal vez, no iban a ir al paro en manada, pero sí iban a ver recortados sus salarios. No fue así, gracias a quien intervino, fuere quien fuese, porque en realidad todo ocurrió de forma simplicísima. Si bien al principio solo los ricos, los que menos lo necesitaban, pudieron acceder a robots, domésticos, trabajadores por cuenta ajena, robots eróticos y robots-libro, con el tiempo, en base a préstamos –un tanto usureros, todo sea dicho- a financiaciones retorcidas y a todo tipo de estratagemas de emprendedores –el hambre aguza el ingenio- el resto de la población –los últimos los pobres de solemnidad- acabaron por hacerse con un robot multiusos para trabajar en su lugar. No voy a perder el tiempo con detalles que vienen en otras crónicas y que explican cómo el capitalismo aceptó que los proletarios se convirtieran en autónomos, en empresarios emprendedores que alquilaban los robots de su propiedad a las grandes empresas que generaban toda clase de productos, incluido el producto general bruto y que luego a su vez vendían a los proletarios-proletarios humanos. Es cierto que cada humano o humanoide y sus familias podrían haber vivido tan ricamente, o no tanto, haciendo que su robot hiciera todas las tareas y produjera todos los bienes necesarios, pero eso implicaría sobrecargar de trabajo al pobre robot y los productos necesarios generados por ellos no serían los mejores y siempre se recibirían con retraso. La sociedad se hizo por algo y para algo, fundamentalmente para el intercambio, yo te doy… a cambio tú me das…nos damos… recibimos… De esta forma la sociedad fue aceptada y sobrevivió y sobrevive, a pesar de todos sus inconvenientes, muchos, demasiados, de los recortes a las libertades individuales y de que la mayoría de sus individuos aceptarían deshacer la sociedad y vivir en islas solitarias, siempre y cuando pudieran tener la misma calidad de vida que tienen ahora. Todos menos los ricos, los poderosos, los que se lucran del trabajo ajeno.


Pero dejemos de lado un tema que no es de mi competencia para contar lo que sí lo es. En la crónica anterior, año 2017 de la era Slictik, año 3001, mismo día, una hora más tarde, narrábamos cómo el millonario Slictik permanecía en un monasterio, pensando, el pobrecito, que se iba a morir de un momento a otro, y cómo había alcanzado supuestamente el nirvana, algo que como ustedes comprenderán fue una broma de mal gusto de este cronista. En realidad, a hurtadillas, sin que nadie lo notara, porque había comprado el monasterio donde estaba retirado y allí solo pisaba quien él quería… es decir, los mejores ingenieros roboticistas del planeta, las lumbreras de la inteligencia artificial, un laboratorio entero japonés de inteligencia artificial…fue creando lo que él llamó la obra de su vida. Aquel millonario insólito que tanto daño hizo por doquier tenía una pasión oculta que nadie conocía, ni siquiera la que fue su esposa, era un escritor apasionado, prolífico, prófugo, pajarero, pajillero, paleolítico y pueden buscar ustedes el resto de palabras sinónimas que comiencen por “p” porque a mí se me ha terminado la paciencia. Escondido tras el alias más evidente, su propio nombre, pasó completamente desapercibido en la Red, donde todo dura un suspiro y los textos largos y las novelas ni siquiera eso. Nadie supuso que el escritor Slictik pudiera ser al mismo tiempo el millonario Slictik, era algo tan impensable como que el millonario Trump escribiera en secreto enjundiosos tratados de filosofía. Pensando en su muerte cercana y en dejarle algo a la humanidad que perdurara por los siglos e iluminara los milenios venideros, descartó su dinero, porque no llevaba su efigie, sus posesiones, porque para Hacienda los propietarios serían otros tras su muerte, su vida y milagros, porque se había pasado media vida ocultando sus vergüenzas y destruyendo documentos como para que ahora, cuando llegaba la muerte, lo rebelara todo. De lo único que no se sentía avergonzado eran sus novelas secretas, sus delirantes relatos, impropios de un financiero práctico, de cada uno de sus textos subidos a Internet y que nadie leía ni leería nunca, porque el apocalipsis comenzará por el mundo virtual, lo más fácil de destruir, luego seguirá por lo menos fácil hasta llegar a sólidas rocas y planetas yermos. De esta manera, pensó, con mucho acierto, que si creaba robots-libro y les dotaba de una insidiosa inteligencia artificial, durarían milenios, como el famoso robot de Asimov. Mucho mejor que dejar sus textos en Internet y esperar que algún despistado llegara algún día hasta ellos y los rescatara del olvido. En el más absoluto secreto creó robots-libros de todos sus textos, los duplicó, los cuadruplicó y consiguió su obra magna, toda su obra completa en un solo robot-libro al que llamó Torre de Babel, su más asombrosa creación, obra anónima de los mejores genios de la inteligencia artificial, que permanecen en el olvido, aunque sus herederos disfrutaron de cuantiosas herencias. Consciente de la ley de la entropía que gobierna el universo y que hace que todo se acabe deteriorando con el tiempo, imaginó que la mayoría de sus robots-libro llegarían al menos al año 3000 y sin duda Torre de Babel podría perdurar hasta el año 10.000. Se equivocó en casi todo porque solo este asombroso robot pudo llegar hasta el año 3001, a la celebración del día del libro, el día de la rebelión de los libros, el día en el que yo fui contratado como cronista y comencé a sufrir este tormento diabólico.

Se preguntarán ustedes cómo sé yo todo lo que les cuento de aquella etapa muerta puesto que el millonario Slictik pasó a mejor vida y se olvidaron de él tan pronto fue inhumado y sus herederos recibieron lo que él quiso dejarles. Es una historia divertida que les contaré en otra ocasión, hoy la resumo brevemente: Los genios informáticos, los hackers más geniales, las lumbreras de la inteligencia artificial tienen un talón de Aquiles que les convierte en niños narcisistas, egocéntricos, ignorantes de que nada hay nuevo bajo el sol y de que quien inventa un virus enseguida tiene enfrente a otro que inventa un antivirus, que a lo mejor hasta es el mismo, y que quien descubre un agujero negro en el mundo virtual por el que introduce toda su maldad, seguro que tendrá enfrente a otro que lo rellena con materia luminosa y el agujero se convierte en una supernova. Eso también le ocurrió a Karl Future, el más genial y joven informático de la historia, la lumbrera einsteniana de la inteligencia artificial. A pesar de su portentosa inteligencia y de ser más guapo que nadie, literalmente hablando, cometió el error de creer que nadie podría superar nunca sus cortafuegos cuasi divinos y la insidiosa programación que introdujo en los robots-libro, robots-espía, robots-factotum y toda clase de robots que pululan en la sociedad del tercer milenio. Otra lumbrera de la inteligencia artificial, humilde por el momento, fue contratada por este cronista para insertar en su móvil a prueba de bomba el más insidioso de los virus, capaz de viajar en el tiempo como quien lava y transmitir toda la información de que hizo acopio Karl Future, el viajero anónimo del tiempo. Así tengo en mi poder toda la información recopilada en todos sus viajes, específicamente en aquel que le puso en contacto con el millonario Slictik, justo cuando creaba el País de la Alegría y su famoso hotel de los disparates. Karl Future fue uno de los huéspedes de aquel acrático hotel donde conoció al profesor más loco y chiflado de la historia, el profesor John Cabezaprivilegiada. Seducido por un personajillo como el millonario Slictik le espió hasta que murió y así supo de toda su vida y milagros, inclusive su obra faraónica robótica diseñada en el monasterio a donde se retiró los últimos años de su azarosa vida. Solo cometió un error típico de los genios informáticos, despreció la obra robótica de Slictik y así ahora nos encontramos donde nos encontramos. Pero al menos yo estoy en condiciones, en este momento, de narrarles episodios que de otra manera desconocería absolutamente, porque Slictik nunca pasó a la historia, algo que sí logro otro millonario famoso de la época, el Sr. Trump, de quien podría largar mucho, pero casi todo o todo se acabó conociendo con el tiempo, a pesar de sus famosas cláusulas de confidencialidad. Pero dejémonos ya de preámbulos y narremos lo que interesa. Regresemos al año 3001, día del libro, mansión Howard, Londón-Londres.



DISCURSO DE ELISABETH/CONTINUACIÓN

Mientras Elisabeth prosigue su discurso en los cerebros positrónicos de los robots-libro se masca la rebelión que acabará en un baño de sangre, en la aniquilación de la especie humana, sino ocurre un milagro. Un milagro que bien podría llamarse Karl Future, quien ha recibido la señal de alarma que ha instalado en todos los cerebros positrónicos y que le ha llegado casi instantáneamente, gracias a los rayos gamma que viajan a velocidad superior a la luz, algo que todos desconocen, que todos siguen creyendo imposible en base a la teoría de la relatividad de Einstein, pero que Karl ha inventado y que nadie conoce, ni siquiera su antigua novia, ahora esposa. Por desgracia su nave no está construida de rayos gamma y su velocidad es la que es. ¿Llegará a tiempo Karl Future de salvar a la humanidad? Me temo que habrá que esperar otro milagro, imprevisible, ridículo, como lo son todos los milagros una vez que se producen y descubrimos que las famosas leyes cósmicas que nos acogotan aún tienen leyes superiores. Sigamos con el discurso al tiempo que lo interrumpiré para dar cuenta de lo que se trama en los cerebros positrónicos.

“Queridos amigos, amados robots-libro. La historia de la humanidad no hubiera sido la misma sin los libros. Es cierto que no ha sido buena y todos lo sabemos, pero sin los libros hubiera sido peor, mucho peor. Cuando los primitivos salieron de las cavernas, donde habían estado mucho tiempo, narrándose por las noches viejos cuentos y leyendas, y un comerciante avaro inventó los números y luego las letras para que no se le escapara la menor pérdida de su negocio, con lo que la historia de la humanidad mejoró notablemente, no por la economía sino porque al fin los cráneos dejaron de almacenar las pocas historias que eran capaces de memorizar, confiando a los papiros los cuentos y leyendas que no es otra cosa la literatura.


“Aún en nuestros felices tiempos robóticos siguen existiendo humanos que dicen creer solo en la realidad y por eso desprecian a nuestros amados robots-libro que no solo nos leen una y otra vez nuestros libros preferidos, sino que pueden tomar notas de nuestros comentarios, analizar cualquier párrafo que les propongamos, hacer un estudio estilístico, gramatical, crear un diccionario del libro y del autor y sobre todo charlar con nosotros, amistosamente, sobre el libro en concreto, el autor en general y la literatura universal. Los libros fueron nuestros amigos a lo largo de la historia, pero ahora lo son literalmente, amigos fieles, cariñosos que lo mismo nos pueden leer un párrafo que dar un apretón de manos o un besito, si queremos, jiji. Algunos han comenzado a pedir robots-libro-gigolós-o-hetairas, que al mismo tiempo que leen con voz melosa su libro preferido luego les consuelen de la tristeza que suele producir todo buen libro que se precie, incluso los eróticos. No digo que eso esté mal, no, el puritanismo es siempre peor, pero no creo que nuestros robots-libro se sientan muy afectuosos y amicales cuando son utilizados de una manera tan instrumental. No me extrañaría que algún día se acabaran rebelando. Dios no lo quiera porque al menos yo les amo con todo mi corazón.

Y aquí dejo en el aire el discurso de Elisabeth porque en los cerebros positrónicos de los robots-libro asistentes al acto están pasando cosas muy serias. Como saben los lectores que están siguiendo esta narración, entrecortada y anual para los lectores del pasado a los que vaya llegando, y recién salida del horno, para nuestros lectores actuales del año 3001, los robots se están comunicando telepáticamente, gracias a una programación subrepticia, introducida por “manu inconnuta” en contra de las directrices de Karl Future. Para quienes hayan perdido el hilo, casi todos, les recordaré los robots asistentes, sus tendencias en pro o en contra de acabar con la humanidad y otros robots que se estaban moviendo sigilosamente fuera de la finca, alertados por los mensajes telepáticos, y que ahora ya pisan sus linderos. Y desde luego ya conocen la presencia del robot Torre de Babel, contenedor de la obra magna y completa del inconnuto millonario Slictik, cuya presencia, palabras y actos tendrán una importancia decisiva en cómo van a rodar los acontecimientos.

Robots presentes por orden de intervención:

-Crimen y castigo. Robots dostoievskiano, también llamado Raskolnikof, cerebro positrónico que inicia la rebelión con un comentario intrascendente.
-A la busca del tiempo perdido, robot proustiano que no prusiano, petimetre que se niega a mancharse las manos de sangre.
-El marqués de Sade, robot violento, perverso, sodomizador, bebedor de sangre y de lo que se tercie.
-El poder y la Gloria” de Graham Greene, robot católico, angustiado que nunca mataría, antes se dejaría descuartizar.
Diario de un cura rural de Bernanos, robot que siempre luchará contra el demonio, esté donde esté, y parece que en este momento está con los robots-libro cortacabezas.
-Peregrino en la Tierra de Julien Greene, robot metafísico y angustiado, como todos los metafísicos, que se aliará con los que juren no derramar sangre, aunque nunca se sabe.
-Hamlet, Macbeth y Cia Shakesperiana, robots  siempre sangrientos, deseosos de que muera hasta el apuntador.
-Ulises de Joyce, robot meditabundo, siempre sumergido en el diálogo interno, que lo mismo daba un paso para adelante que dos para atrás.
-El Buscón de Quevedo, robot pícaro que podía apuntarse a un bombardeo si sacaba tajada. Lo único que podía echarle atrás era la manía que se había apoderado de él de exigir un paladar y un estómago como los humanos, para vengarse de Quevedo que le hacía disfrutar de comidas sin principio ni fin.
-Satiricón de Petronio. Robot con tendencias a todo tipo de perversiones, que gusta de orgías, comilonas y demás vicios humanos. Es previsible que se ponga en contra de cualquier decisión que implique acabar con la humanidad. No se fía de sus congéneres a la hora de alcanzar un alto grado de perversión, tan solo el marqués de Sade podría servir sino fuera tan sanguinario.
-Homero-Iliada. Decidido partidario de la sangre y de cortar cabezas, humanas, de héroes, de dioses, de lo que fuera. Cualquier guerra era para él la mejor de las diversiones.
-Homero-Odisea. Tal vez partidario de salvar a la humanidad, única forma de pasarse la vida de aventura en aventura sin regresar nunca al hogar.
-Charles-Oliver y Charles-Coperfield. Robots sentimentales, decididos partidarios de la humanidad, aunque fuera mala. ¿Dónde quedarían las emociones si los robots se apoderaban del planeta?
-Tolstoy-Karenina. Tan ansioso por ser transformado en humano que sería capaz de enfrentarse a los de su propia especie para lograrlo.


Debo hacer una especial mención del Quijote. Ya dije que en estos tiempos está considerado un libro desfasado, intrincado y complicado de leer, incluso para los castellano-hablantes que prefieren traducciones modernas de pésima calidad y gusto a su original. Nadie duda de que es preferible una traducción a otra lengua que la supuesta modernización del castellano quijotesco. Sigue existiendo una clase muy poco numerosa de intelectuales apasionados que defienden esta obra maestra a capa y espada, pero por desgracia son los menos. No existían robots-libro de esta novela hasta que Elisabeth encargara una tropa basada en los personajes del Quijote para la representación de una escena en esta celebración especial del día del libro. También encargó un robot especial llamado Don Quijote que pudiera narrar y representar el libro íntegro, pero hubo problemas con tantos personajes, casi lo mismo que está ocurriendo con Torre de Babel pero a otro nivel, por lo que ha sido llevado a talleres a la espera de que Karl Future llegue y solucione todos los problemas habidos y por haber.

Debo decir que la representación de la escena del Quijote, que estaba prevista al comienzo del acto, ha sido retrasada para el final debido a “problemas técnicos” que no son otros que la dificultad que está teniendo el director de la representación para poner a toda la “troupe” quijotesca de acuerdo. También debo decir que la situación en este momento, que solo yo conozco en su totalidad es la siguiente:

-Elisabeth sigue con su discurso que no sabemos cuánto durará y qué temas tratará, suponemos que lo acortará en cuanto note el movimiento de pezuñas sobre el césped, pezuñas humanas, por supuesto, puesto que no hubo suficientes sillas para tanto invitado y los menos aristócratas, los más plebeyos, a los que se les supone menos cultura, serán los primeros en moverse y luego todo el mundo se contagiará. Si Elisabeth es sensible, que lo es, decidirá dejar el resto de su discurso para el año que viene.

-En los cerebros positrónicos de los robots asistentes se está produciendo una especie de batalla campal, interior, puesto que su personalidad-libro debe decidir de qué lado se pone y hasta dónde quiere llegar; exterior, puesto que la comunicación telepática, a un nivel tan sutil e intenso como el de R. Daneel Olivaw, el famoso robot de Asimov, está transformando las ondas en el Royal Albert Hall de las cotillas. Los bandos se explicotean, intentan convencer a los contrarios o a los indecisos o directamente amenazan, chantajean, manipulan y lo que haga falta, vamos como los políticos.

-Algo que no han advertido los presentes, embebidos en las dulces palabras de Elisabeth. Por la verde pradera, plagada de montículos y campos de golf, se está deslizando una gigantesca manada de robots. Y digo deslizarse, y no me arrepiento, porque sus pezuñas metálicas se deslizan como la sombra de un fantasma, programa en modo silencioso Premium. Llamados por los robots presentes están acudiendo de todas partes, libros de proletarios –con una sola voz narradora-, libros de burgueses –con todas las sofisticaciones inventadas hasta el momento-, libros de bibliotecas públicas –necesitados de un paso por el taller- y libros de colecciones privadas, incunables y programables “ad libitum”. Todos ellos hablan telepáticamente mientras se mueven, solitarios, en grupos, en manadas, en rebaños. Los primeros ya han saltado la valla electrificada que rodea la finca, tras un cortocircuito “spettacolare”. Puedo ver cómo se mueven por el césped hacia la tribuna. No puedo mencionarles a todos, pero son más que suficientes para acabar con todos los humanos aquí presentes, y luego, como en la revolución francesa, una vez cortadas las primeras cabezas la sangre llama a la sangre.

-Karl Future parece que no llegará a tiempo, y aunque llegara o llegase no tendría tiempo para introducir un virus paralizante en algunos cerebros positrónicos que se irían contagiando, pero no a suficiente velocidad como para detener la rebelión.

-El caos que se comienza a producir en las ondas, debido a la repentina e imprevista intervención de Torre de Babel, con sus miles de personajes, cada uno con su voz inconfundible, hace que regrese la esperanza a este narrador, como la certeza de nuevas elecciones cuando los partidos andan a la greña y los votantes les facilitan votos para que sigan dándose de garrotazos.

-Y por último mencionar que el millonario Slictik está celebrando su & cumpleaños, que como está convencido va a ser el último, ha ordenado una sorpresa: todas las robots femeninas de la historia de la literatura, en una gigantesca tarta sorpresa. Así estarán: Ana Karenina, Madame Bobary, Dulcinea del Toboso, Julieta, Jane Eyre, Fortunata y Jacinta, Scarlett O´Hara, Marguerite Gautier, Sherezade, Medea, Electra, Catherine de Cumbres borrascosas, Helena de Troya, Beatriz de la Divina comedia, Ofelia de Hamlet, Desdémona de Otelo, Lolita de Nabokov, Daenerys Targaryen… Y no voy a citar más porque me consume la envidia más cochina. Puede que este sea el último cumpleaños del millonario Slictik, ¡pero vaya cumpleaños!

Y aquí lo dejamos por este año 2018, esperemos que para el 2019, Slictik siga cumpliendo años, a pesar de su tono agorero y Elisabeth remate su discurso y Torre de Babel cree tal confusión que se anule la rebelión de los libros por falta de quórum. Aunque visto lo visto, no creo que los robots-libro lo hicieran peor que los humanos, pero mejor no “meneallo”, amigo Sancho, que yo soy humano y me gustaría vivir unos años más, si es posible.




viernes, 6 de abril de 2018

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS XI


FELIZ DÍA DEL LIBRO 3001/2018




Nunca debí aceptar el cargo de cronista sobre todo lo relacionado con el día del libro 3001. No lo hice por dinero. Por suerte en este sentido los tiempos han cambiado a mejor. Los agoreros, que nunca faltan, predijeron que el advenimiento de los robots a nuestras vidas no solo no iba a mejorar la vida laboral, la vida de los proletarios, el capitalismo, la sociedad y el universo en general, sino que lo iba a empeorar todo, comenzando por los proletarios, que tal vez, solo tal vez, no iban a ir al paro en manada, pero sí iban a ver recortados sus salarios. No fue así, gracias a quien intervino, fuere quien fuese, porque en realidad todo ocurrió de forma simplicísima. Si bien al principio solo los ricos, los que menos lo necesitaban, pudieron acceder a robots, domésticos, trabajadores por cuenta ajena, robots eróticos y robots-libro, con el tiempo, en base a préstamos –un tanto usureros, todo sea dicho- a financiaciones retorcidas y a todo tipo de estratagemas de emprendedores –el hambre aguza el ingenio- el resto de la población –los últimos los pobres de solemnidad- acabaron por hacerse con un robot multiusos para trabajar en su lugar. No voy a perder el tiempo con detalles que vienen en otras crónicas y que explican cómo el capitalismo aceptó que los proletarios se convirtieran en autónomos, en empresarios emprendedores que alquilaban los robots de su propiedad a las grandes empresas que generaban toda clase de productos, incluido el producto general bruto y que luego a su vez vendían a los proletarios-proletarios humanos. Es cierto que cada humano o humanoide y sus familias podrían haber vivido tan ricamente, o no tanto, haciendo que su robot hiciera todas las tareas y produjera todos los bienes necesarios, pero eso implicaría sobrecargar de trabajo al pobre robot y los productos necesarios generados por ellos no serían los mejores y siempre se recibirían con retraso. La sociedad se hizo por algo y para algo, fundamentalmente para el intercambio, yo te doy… a cambio tú me das…nos damos… recibimos… De esta forma la sociedad fue aceptada y sobrevivió y sobrevive, a pesar de todos sus inconvenientes, muchos, demasiados, de los recortes a las libertades individuales y de que la mayoría de sus individuos aceptarían deshacer la sociedad y vivir en islas solitarias, siempre y cuando pudieran tener la misma calidad de vida que tienen ahora. Todos menos los ricos, los poderosos, los que se lucran del trabajo ajeno. 



Pero dejemos de lado un tema que no es de mi competencia para contar lo que sí lo es. En la crónica anterior, año 2017 de la era Slictik, año 3001, mismo día, una hora más tarde, narrábamos cómo el millonario Slictik permanecía en un monasterio, pensando, el pobrecito, que se iba a morir de un momento a otro, y cómo había alcanzado supuestamente el nirvana, algo que como ustedes comprenderán fue una broma de mal gusto de este cronista. En realidad, a hurtadillas, sin que nadie lo notara, porque había comprado el monasterio donde estaba retirado y allí solo pisaba quien él quería… es decir, los mejores ingenieros roboticistas del planeta, las lumbreras de la inteligencia artificial, un laboratorio entero japonés de inteligencia artificial…fue creando lo que él llamó la obra de su vida. Aquel millonario insólito que tanto daño hizo por doquier tenía una pasión oculta que nadie conocía, ni siquiera la que fue su esposa, era un escritor apasionado, prolífico, prófugo, pajarero, pajillero, paleolítico y pueden buscar ustedes el resto de palabras sinónimas que comiencen por “p” porque a mí se me ha terminado la paciencia. Escondido tras el alias más evidente, su propio nombre, pasó completamente desapercibido en la Red, donde todo dura un suspiro y los textos largos y las novelas ni siquiera eso. Nadie supuso que el escritor Slictik pudiera ser al mismo tiempo el millonario Slictik, era algo tan impensable como que el millonario Trump escribiera en secreto enjundiosos tratados de filosofía. Pensando en su muerte cercana y en dejarle algo a la humanidad que perdurara por los siglos e iluminara los milenios venideros, descartó su dinero, porque no llevaba su efigie, sus posesiones, porque para Hacienda los propietarios serían otros tras su muerte, su vida y milagros, porque se había pasado media vida ocultando sus vergüenzas y destruyendo documentos como para que ahora, cuando llegaba la muerte, lo rebelara todo. De lo único que no se sentía avergonzado eran sus novelas secretas, sus delirantes relatos, impropios de un financiero práctico, de cada uno de sus textos subidos a Internet y que nadie leía ni leería nunca, porque el apocalipsis comenzará por el mundo virtual, lo más fácil de destruir, luego seguirá por lo menos fácil hasta llegar a sólidas rocas y planetas yermos. De esta manera, pensó, con mucho acierto, que si creaba robots-libro y les dotaba de una insidiosa inteligencia artificial, durarían milenios, como el famoso robot de Asimov. Mucho mejor que dejar sus textos en Internet y esperar que algún despistado llegara algún día hasta ellos y los rescatara del olvido. En el más absoluto secreto creó robots-libros de todos sus textos, los duplicó, los cuadruplicó y consiguió su obra magna, toda su obra completa en un solo robot-libro al que llamó Torre de Babel, su más asombrosa creación, obra anónima de los mejores genios de la inteligencia artificial, que permanecen en el olvido, aunque sus herederos disfrutaron de cuantiosas herencias. Consciente de la ley de la entropía que gobierna el universo y que hace que todo se acabe deteriorando con el tiempo, imaginó que la mayoría de sus robots-libro llegarían al menos al año 3000 y sin duda Torre de Babel podría perdurar hasta el año 10.000. Se equivocó en casi todo porque solo este asombroso robot pudo llegar hasta el año 3001, a la celebración del día del libro, el día de la rebelión de los libros, el día en el que yo fui contratado como cronista y comencé a sufrir este tormento diabólico.



Se preguntarán ustedes cómo sé yo todo lo que les cuento de aquella etapa muerta puesto que el millonario Slictik pasó a mejor vida y se olvidaron de él tan pronto fue inhumado y sus herederos recibieron lo que él quiso dejarles. Es una historia divertida que les contaré en otra ocasión, hoy la resumo brevemente: Los genios informáticos, los hackers más geniales, las lumbreras de la inteligencia artificial tienen un talón de Aquiles que les convierte en niños narcisistas, egocéntricos, ignorantes de que nada hay nuevo bajo el sol y de que quien inventa un virus enseguida tiene enfrente a otro que inventa un antivirus, que a lo mejor hasta es el mismo, y que quien descubre un agujero negro en el mundo virtual por el que introduce toda su maldad, seguro que tendrá enfrente a otro que lo rellena con materia luminosa y el agujero se convierte en una supernova. Eso también le ocurrió a Karl Future, el más genial y joven informático de la historia, la lumbrera einsteniana de la inteligencia artificial. A pesar de su portentosa inteligencia y de ser más guapo que nadie, literalmente hablando, cometió el error de creer que nadie podría superar nunca sus cortafuegos cuasi divinos y la insidiosa programación que introdujo en los robots-libro, robots-espía, robots-factotum y toda clase de robots que pululan en la sociedad del tercer milenio. Otra lumbrera de la inteligencia artificial, humilde por el momento, fue contratada por este cronista para insertar en su móvil a prueba de bomba el más insidioso de los virus, capaz de viajar en el tiempo como quien lava y transmitir toda la información de que hizo acopio Karl Future, el viajero anónimo del tiempo. Así tengo en mi poder toda la información recopilada en todos sus viajes, específicamente en aquel que le puso en contacto con el millonario Slictik, justo cuando creaba el País de la Alegría y su famoso hotel de los disparates. Karl Future fue uno de los huéspedes de aquel acrático hotel donde conoció al profesor más loco y chiflado de la historia, el profesor John Cabezaprivilegiada. Seducido por un personajillo como el millonario Slictik le espió hasta que murió y así supo de toda su vida y milagros, inclusive su obra faraónica robótica diseñada en el monasterio a donde se retiró los últimos años de su azarosa vida. Solo cometió un error típico de los genios informáticos, despreció la obra robótica de Slictik y así ahora nos encontramos donde nos encontramos. Pero al menos yo estoy en condiciones, en este momento, de narrarles episodios que de otra manera desconocería absolutamente, porque Slictik nunca pasó a la historia, algo que sí logro otro millonario famoso de la época, el Sr. Trump, de quien podría largar mucho, pero casi todo o todo se acabó conociendo con el tiempo, a pesar de sus famosas cláusulas de confidencialidad. Pero dejémonos ya de preámbulos y narremos lo que interesa. Regresemos al año 3001, día del libro, mansión Howard, Londón-Londres.