lunes, 27 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM XII




SEXTO MANDAMIENTO/ Nunca, jamás, mantendrás con el poder una relación erótica. Y no porque el erotismo sea malo, que no lo es, mal que les pese a algunos, sino porque una vez que le des un beso en la boca, aunque solo sea un piquito, estarás corrupto. Serás como un alimento fresco del mercado de la esquina, que antes de abrir la puerta del frigorífico, ya está comido de gusanos e hiede que apesta. Mucho ojito con el poder, guarda las distancias, sé cortés como hay que serlo, como lo es todo bien nacido, si tienes que decirle buenos días, tardes o noches, que sea lo más lejos posible y si tienes que estrecharle la mano, que sea con guantes. Si debes bailar un tango, por las circunstancias, que tu cuerpo no roce el cuerpo del poder, aunque tengas que hacer equilibrismos, procura que no surja entre vosotros la menor intimidad.

El poder es seductor, manipulador, avieso, zorruno, un auténtico demonio que tienta con solo mirarle. Si le miras, que sea con gafas de sol, y muy oscuras. Que el poder se refleje en ellas y vea su auténtica monstruosidad. Si eres tú el que se refleja en sus gafitas que valen más que tu coche, el de cuando eras un simple proletario, te verás guapo, muy guapo, guapísimo, y alto, muy alto, altísimo, y sabes que no lo eres, porque aunque pertenezcas a las nuevas generaciones y casi superes a un pivot de la NBA, lo cierto es que eres pequeño, diminuto, solo tienes que imaginarte mirándote desde el balcón de un agujero negro, ni siquiera puedes verte. Así eres realmente tú, lo que veas en las gafitas pijas del poder es mentira y solo mentira.

No te digo nada cuando intimas con el poder, cuando dejas que te invite a una cena con velitas ñoñas y luego a su suite presidencial en el mejor hotel de la galaxia. No hablaré de lo que va a ocurrir en su lecho de plumas, en su colchón de agua, en su cama con dosel y espejitos en el techo, porque esto ya no sería erotismo del bueno, sino pura pornografía. Puede que el poder sea un amante portentoso, que no lo sé y nunca lo sabré, pero aún así lo que está haciendo es sorberte la humanidad por la boca, la sangre en mordisquitos de vampiro, el alma por el sexo, sea el que fuere, porque el poder es hermafrodito, y aún más, posee todos los sexos existentes y más que se inventen. El orgasmo del poder no tiene nombre ni existen palabras para describirlo, te atrapa por donde más duele y dejarás de ser humano, serás un demonio bajo la aparente carne que te recubre.

Y esta vez voy a emplear el ejemplo gatuno solo lo imprescindible, porque son ejemplos o exiemplos y no metáforas y fantasías delirantes de mi mente trastornada, porque mis castas orejas han escuchado los maullidos espantosos de los gatos en celo (gruuff, tiemblo solo de recordarlo). Pues bien, comparados con las expresiones de los políticos que han intimado con el poder, hasta la intimidad más íntima, y que están a punto de dejarlo, o más bien es el poder siempre el que les abandona, como un amante zascandil e impredecible, o acaban de ser abandonados sin ni siquiera un piquito de despedida, estos espantosos maullidos gatunos son como ronroneos cariñosos comparados con los auténticos aullidos demoniacos de los políticos que regresan a su en otra hora feliz anonimato. Es algo horrísono, prefiero mil veces el coro gatuno  en celo más numeroso y exaltado que a un solo político aullando porque el poder le ha abandonado. Te sugiero que cuando veas llegar la tentación te pongas una túnica, blanca, te dejes barba, canosa, y tomes el bastón más cercano, como un nuevo Moisés, y elevando ese bastón o mamporro por encima de tu cabeza, no importa que sea calva, grites como un energúmeno, agitando el bastón como un samurái enloquecido y digas la frase protectora que ahuyentará al tentador. “Vade retro, Satanas”.



miércoles, 22 de abril de 2020

LUIS QUIXOTE Y PACO SANCHO XII



LUIS QUIXOTE Y PACO SANCHO XII


luisquixote
Toda la comitiva aparcó en un gran patio empedrado que había frente a la fachada de la casa, mansión o palacio. Lo hicieron de cualquier manera, teniendo luego que poner en marcha los vehículos, retroceder, avanzar, girar a izquierda o derecha hasta que por fin todos los ocupantes o tripulantes pudieron bajar cada uno de su coche y con grandes risas y jolgorio atravesaron una gran puerta tan decorada que bien hubiera parecido el pórtico de la gloria de la catedral de Santiago de Compostela si alguien hubiera levantado la cabeza al pasar. Lo que nadie fizo ni siquiera Luis Quixote, quien ocupado en evitar que unas fermosas doncellas que salieron de la casa con uniformes de camareras y doncellas de piso de hotel moderno le llevaran en volandas, apenas si llegó a ver algo hasta que llegaron al dormitorio que le había sido destinado por el marqués, conde o dueño de aquel castillo endiablado. Tras él entró Paco Sancho que tampoco había visto nada muy ocupado en intentar acariciar, pellizcar, sobar o lo que se dejaran aquellas fermosas doncellas a él destinadas y que le hubieran parecido simples camareras, eso sí muy bien uniformadas, de no ser por las grandes voces que dio durante todo el camino su amigo, más bien amo, sobre su recato y entrega a la fermosura de Dulcinea del Toboso y que ninguna otra doncella de cualquier parte del mundo, por muy fermosa que fuera conseguiría tocarle ni un pelo de la ropa. Llegó a llamar a cada una de ellas por un nombre inventado y muy altisonante, creyendo Paco Sancho en algún momento llegar a escuchar nombres como Sra. Marquesa de Trapisonda o dueñas de la gentil doncella de Hircania o cosas parecidas, que como hemos dicho estaba demasiado ocupado en seguir sus instintos más groseros para apercibirse de lo que dijera o dejara de decir su amo.
Lo cierto es que una vez en el gran dormitorio, decorado con dos camas separadas y con muebles modernos y sólidos, aunque imitando el estilo rural, tal vez de maderas nobles como roble o pino, todas las doncellas, suponiendo que lo fuesen, o marquesas, condesas o dueñas o lo que fueran que fuesen, se despidieron a la francesa anunciándoles que la cena sería en una hora y que se bañasen y aseasen y vistiesen con los trajes que había en un gran armario. Y allí les dejaron, para gran desconsuelo de Paco Sancho, que olvidado de lo que allí les traía, es decir suplicar a su amigo, delegado del gobierno, que les quitaran las multas y desprecintaran las motos, echando una buena bronca a los guardias civiles que les habían apresado y tras darle las gracias y otras zalamerías corteses, les dejaran regresar a la carretera y continuar su camino. Tan solo pensaba en ser bañado y atendido por aquellas camareras o doncellas del castillo, poder requebrarlas y si fuera posible, robarles un beso, u dos u tres, según las circunstancias.
Luis Quixote comenzó a mirar y remirar todo el mobiliario de arriba abajo y para todo tenía una palabra grandilocuente y todo le parecía bien. Al final pidió a Paco Sancho que cargara su pipa de las hierbas sanadoras porque estaba molido y baldado de tanto viaje y tanto desatino, quien, olvidado ya de todo lo que no fuera fantasear sobre doncellas hizo lo que le pedía e incluso dio un par de caladas a la pipa, para probarla, no fuera que le hiciera daño a su amo. El humo y los vapores de las mencionadas yerbas, que siempre carga el diablo, subieron hasta el techo y se expandieron por la casa, colándose por rendijas y ventanas abiertas, no produciendo mucho efecto porque sus habitantes también le daban a toda clase de yerbas y pastillas psicodélicas. Fue entonces, cuando ya un poco descansado, Luis Quixote, mirando a su criado que se había dejado caer en otro sillón cercano, comenzó a endilgarle uno de sus discursos grandilocuentes y sin pies ni cabeza.
“Felices los tiempos aquellos en los que uno bien podía recorrer los caminos, leguas y leguas, sin encontrarse a nadie, deleitándose con los paisajes arbolados o las mesetas desérticas, sin más sobresalto que una comitiva de apacibles campesinos con su reata de mulas que iban de un pueblo a otro o solitarios pastores con sus perros y sus rebaños de ovejas que hacían la transhumancia por cañadas y caminos reales y a veces procesiones pueblerinas para pedir la lluvia, o incluso algún malhechor muerto de hambre que intentaba apoderarse de un pedazo de hogaza o un trozo de chorizo y a los que mi fuerte brazo ponía en vereda tan solo con una gran voz. Sin encontrarse con las llamadas autoridades ni aunque se las llamara a voces. Tiempos de oro, aquellos tiempos, en los que los bondadosos caballeros y sus escuderos eran recogidos del polvoriento camino por criados de grandes señores, que premiaban sus desvelos dándoles acogida en sus castillos y fortines, donde eran lavados por fermosas doncellas y perfumados por honradas y gentiles dueñas y luego agasajados con grandes banquetes, dejando que contaran sus fazañas y celebrando que aún existiera la bendita orden de caballería, que socorría a las viudas y a los huérfanos, ponía en su sitio a los malandrines, impidiéndoles facer sus entuertos y protegía a las doncellas buscándolas novios tan bondadosos y gentiles como trabajadores.
“Añorados tiempos aquellos en los que nadie tenía prisa y mientras facían su camino Del Calatraveño a Santa María, encontrándose con una que otra vaquera de la Finojosa, en un verde prado de rosas e flores, guardando ganado con otros pastores, bien podía uno detenerse a conversar y decir gentilezas, tales como “ Non creo las rosas de la primavera sean tan fermosas nin de tal manera, fablando sin glosa, si antes supiera de aquella vaquera de la Finojosa” a lo que respondía aquella donosura, bien como riendo «Bien vengades;que ya bien entiendo lo que demandades: non es desseosa de amar, nin lo espera, aquessa vaquera de la Finojosa.» y allí podía quedarse el caballero y su escudero, fablando sin tacha, hasta que oscureciera y entonces la vaquera ordeñaba las vacas y los cabreros las ovejas y cabras y ofrecían al sediento caminante leche natural y fresca, sin pedir nada a cambio, al contrario, rechazaban las monedas acuñadas de la magra bolsa y solo pedían que les contaran sus fazañas.
“Tiempos dichos aquellos en los que se podía dormir al raso sin ser molestado y bajo un árbol y ni un solo fruto caía sobre sus narices, respetuosos con el sueño de los humanos. Lo mismo facían los animales, que se acercaban silenciosos y lamían manos y caras de los cansados caminantes, sin temor a ser apresados o a ser cazados con ballestas y trabucos. Todos eran hermanos y los que no querían serlo y robaban y hurtaban, intentando forzar doncellas y apalear a cualquiera que encontraran, eran alanceados y perseguidos por los caballeros andantes que nunca faltaban por los caminos. Hasta las enfermedades respetaban a los buenos y se cebaban con los malos…
Y aquí, por suerte para Paco Sancho, el discurso de su amigo fue interrumpido por quienes llamaban a la puerta. Que no eran otros que cuatro camareras y cuatro forzudos lacayos a quienes había ordenado el delegado del gobierno o señor del castillo, consciente de que el ensueño de las yerbas los dejaran para el arrastre antes de que les amenizaran la jarana nocturna. Así que les habían encomendado, a las doncellas, que lavaran y restregaran a los caminantes en la bañera, y a los forzudos lacayos que las acompañaran y miraran para que no fueran molestadas por aquellos pordioseros y vagabundos.

martes, 21 de abril de 2020

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS XVI

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS XVI

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LA REBELIÓN DE LOS LIBROS XVI
CUMPLEAÑOS DEL MILLONARIO SLICTIK 2020 EL AÑO DEL CORONAVIRUS
FELIZ DÍA DEL LIBRO 3001/2020
REFLEXIÓN DEL NARRADOR
¿Por qué regresé al siguiente cumpleaños de Slictik, al año 2020, a su sexagésimo cuarto o quinto, o lo que fuera, cumpleaños? ¿Por qué? ¿Por qué lo hice? Solo Dios lo sabe…y no va a decírmelo.  Me había librado de aquel hombre, o lo que fuera, de una vez para siempre. Todo parecía encarrilado, todo. Había saboteado a su robot Torre de Babel, y Karl Future tenía el control absoluto con los programas que yo había introducido en su memoria RAM o lo que fuera, que yo no soy informático. Mi misión, suponiendo que la misión de un narrador no sea simplemente narrar lo que ve, había terminado de una vez por todas… Pero regresé. Intuí algo, creo que supe de forma subconsciente que uno nunca puede estar seguro con personajillos como el millonario Slictik, solo cuando se presencia su muerte y se incinera su cadáver y se esparcen sus cenizas en el fondo del mar y se tiene la seguridad de que no hay más allá, ni reencarnación, ni nada por el estilo que permita regresar a la vida a alguien como él, solo entonces, y aún así con algunas dudas, puede estar uno seguro de que todo ha terminado definitivamente. Como yo no había presenciado nada de lo descrito algo me carcomía por dentro y decidí regresar.
Y lo hice, vaya si lo hice. Y todo fue mal desde el principio, como si me persiguiera una maldición a través del tiempo y del espacio. El artilugio cometió un error, algo casi imposible, pero nadie es perfecto, ni siquiera una máquina como ella. Me llevó al año 2021. Ni siquiera tuve que salir al exterior para darme cuenta de que algo iba mal, muy mal. Me bastó con sintonizar algunos programas de televisión para darme cuenta de lo ocurrido sobre el planeta Tierra. De ahí a deducir lo que pudo haberle ocurrido al millonario Slictik, solo había un paso y yo lo di con tal desánimo que sin la ayuda de la IA de mi artilugio no hubiera sabido qué hacer ni a dónde volver, ni siquiera si merecía la pena hacer algo.
Una pandemia. Había olvidado la pandemia del coronavirus o Covid-19, del año 2020. Si hubiera hecho los deberes, si me hubiera metido en una maldita hemeroteca durante un par de días, habría estado preparado. Pero no lo hice, por vagancia, porque creía saberme la historia al dedillo. ¿Cómo pudo habérseme pasado por alto la famosa pandemia? Tal vez porque nadie quiso hablar de ello una vez que pasó, que le costó, porque las cosas se complicaron de lo lindo mientras una parte de la humanidad, como escogida por un programa aleatorio loco, iba muriendo.  Porque algo tan vergonzoso fue casi borrado de los libros de historia. Que unos bichitos diminutos, casi nada, estuvieran a punto de acabar con la humanidad era algo tan vergonzoso que los historiadores se pusieron de acuerdo para no hablar de ello.
Cierto que eso me disculpa un poco, pero solo un poco, una pizca. Acuciado por los requerimientos de la IA tomé una decisión, regresaría al año 3001, me prepararía adecuadamente y regresaría al cumpleaños de Slictik, año 2020, el año del coronavirus. Así se lo comuniqué a la IA. Regresamos, me enfundé en un traje moderno de astronauta, no como los del año 2001, odisea del espacio, sino mucho mejor, hecho de nanovirus buenos. Una coraza impenetrable para cualquier bicho viviente o no viviente, hasta para la antimateria. Con aquella escafandra, por llamarla de alguna manera, perfectamente adaptada a la piel, como la piel de una serpiente o lagarto. La nanotecnología había avanzado tanto que aquel milagroso artilugio era pan comido y deglutido. Con ella podía regresar al año 2020, el año del coronavirus, sin el menor miedo a resultar contagiado.
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Pero la mente es la mente y nada más cobarde que el miedo. Una vez sentado en la cabina de pilotaje, todo dispuesto, no era capaz de apretar el botón de encendido. Algo me decía que ni siquiera yo podía estar a salvo de un contagio estúpido, un coronavirus mutante podría haber encontrado la forma de escabullirse entre las finas escamas de mi piel nanotecnológica. Podía morir como cualquiera, y yo no quería morir, al menos no tan pronto, unos años más y la humanidad alcanzaría la inmortalidad y entonces me importarían un comino los coronavirus o cualquier otro bichito viviente o inerte. El miedo me atenazó y para combatirlo me dediqué a formular hipótesis y estrategias, una tras otra. Hice un plan B y continué hasta terminar todas las letras del alfabeto y seguí y proseguí. También formulé todo tipo de hipótesis sobre lo que habría podido ocurrir con el millonario Slictik. Curiosamente la primera resultó ser la cierta.
La primera, en forma esquemática, era la siguiente: Tras mi partida Slictik sospechó algo y ordenó la revisión de todos los programas del robot Torre de Babel. Encontraron alguno de los programas ocultos, o todos, y comenzó un trabajo ímprobo para anular las trampas. Así transcurrió casi un año, y cuando sus ingenieros informáticos informaron que estaban a punto de gritar eureka, ocurrió lo impensable, lo improbable, lo inimaginable. Al bunker fueron llegando las noticias. Tenemos un coronavirus nuevo, ha empezado el contagio. Slictik ordenó que nadie viajara, que nadie saliera o entrara. Mientras, en el exterior, la gente se lo tomaba a chacota. Pero aquel coronavirus era fulminantemente contagioso. Se expandió como el rayo y comenzaron a morir, personas, seres humanos, pero no los de siempre, los que no importan a nadie, al menos lo que no importan a quienes creen ser alguien. Aquel maldito coronavirus no respetaba ni a los humanos que realmente importan. Pueden morir los de siempre, los parias, los de las razas inferiores, la carne de cañón, pero cuando se supo que podía morir cualquiera, hasta un presidente del gobierno, hasta los más poderosos, entonces dejaron de reírse y se pusieron a pensar y repensar. Finalmente todos acabaron en confinamiento, a la espera de la vacuna, de una medicina efectiva, de lo que fuera. Y el tiempo pasó y la economía se derrumbó y los confinados perdieron la paciencia y cuando las estadísticas decrecieron comenzó lo que ellos llamaron el desescalamiento. Fue bien mientras fue bien, luego ocurrieron cosas que no voy a contar porque a mí lo que me interesa es lo que supuestamente hizo el millonario Slictik en su búnker.
Supongo, porque esto es una hipótesis, que cuando las noticias fueron alarmantes Slictik ordenó a voz en cuello redoblar las medidas y el búnker quedó sellado como un frasco de cristal al vacío y con toda clase de precintos. Como no se fiaba ni de su sombra, ordenó que una IA muy avanzada supervisara el sellamiento y la contraseña para abrir puertas  o ventanas o cualquier agujero, quedó solo en su poder, siendo eliminada y raseteada de la IA por si esta se volvía loca. De esta forma estaba a salvo. Se dedicó a descubrir todas las trampas en la memoria del robot Torre de Babel, ordenó que fueran confinadas y que se hiciera un cortafuegos a prueba de virus, incluido el coronavirus.
No creo que el millonario Slictik muriera, como supuse ingenuamente. Ni sus comilonas ni sus achaques, ni sus años, podían con aquel monstruito. Lo que sí supuse, acertadamente, como se verá en su momento, es que el miedo, el pánico, el terror, se apoderó de él, como acabó apoderándose de todos los confinados del planeta. No tenía la seguridad, como tampoco tengo yo, de que ni el mejor búnker pudiera mantener a raya a unos bichitos tan diminutos que se cuelan por cualquier parte. ¿Qué hizo entonces? Lo que hubiera hecho yo. Ordenar al profesor Cabezaprivilegiada, su genio entre los genios, que diseñara un programa que permitiría a su consciencia, suponiendo que la tuviera, ser implantada en el cerebro positrónico de su robot Torre de Babel. Los coronavirus serán muy poderosos, pero por mucho que muten, nunca podrán entrar en un cuerpo robótico, ni en una mente positrónica, para eso están los otros virus, los programas malévolos, pero a esos sí se sabe cómo tratarlos porque son los propios humanos los que los crean y todos sabemos que lo que crea un humano puede destruirlo otro humano. Es ley de vida.
Me dirán ustedes, los lectores, que cómo podía saber yo todo aquello si aparecía en su cumpleaños 2020, porque la historia dice que el coronavirus comenzó unos meses antes de su cumpleaños y ese tiempo no sería bastante para llevar a cabo todos sus planes. Y así es, en efecto. Por eso en el plan A yo me colaba en modo invisible dentro de su búnker, permanecería en el artilugio sin salir y observaría todo lo que hacía aquel monstruo el día de su cumpleaños. Sentía una curiosidad morbosa contra la que no pude luchar, no en vano había presenciado todos los cumpleaños que ya he relatado, por lo que no voy a volver a hacerlo. El plan B consistía en quedarme unos días más observando el progreso de sus planes, si no había novedad ordenaría a mi IA que me trasladara un poco adelante en el futuro, pongamos que el cumpleaños de Slictik en el 2021. Lo más probable sería que para entonces ya hubiera encerrado su alma o consciencia en el cerebro positrónico de Torre de Babel, con lo que habría muerto para el mundo, el demonio y la carne pero viviría en alguna parte bajo forma robótica. Seguro que ya habría organizado su fuga, bien perforando hacia el centro de la Tierra o tal vez hasta tendría alguna nave espacial oculta en algún lugar escondido con la que ir a Marte, pongamos por caso. Conociendo al profesor Cabezaprivilegiada todo era posible. Con lo que dejarían de celebrarse los cumpleaños de Slictik porque los robots no cumplen años.
Mi intención era dejar cerrado el caso lo mejor posible para no volver a viajar al pasado, ahora menos que nunca puesto que la pandemia del coronavirus era para echarse a temblar y seguro que luego se repetía cíclicamente. No esperaba que la intervención de Torre de Babel en el día del libro actual o sea del año 3001 fuera como para echarse a temblar o fuera a cambiar algo importante, de esta forma mis días como narrador de la triste vida del millonario habrían acabado para siempre y podría centrarme en Elizabeth que me gusta mucho más.
De esta guisa hubiera permanecido reflexionando hasta el fin del universo, si es que tiene fin, pero ocurrió algo imprevisto, algo más, pero muy imprevisto. La IA, agotada de tanta espera, perdidos los nervios entró en bucle y salió como ente libre, con voluntad para tomar sus decisiones. Ustedes pensarán que los robots-libro que estaban en el día del libro del 3001 también habían alcanzado ese estado, y es cierto, pero nadie lo sabía a ciencia cierta y solo cuando ocurriera lo que tenía que ocurrir se sabría, hasta entonces el que una IA fuera libre y tuviera voluntad como nosotros era impensable, como tantas otras cosas, por otra parte.  Lo que ocurrió es que la IA apretó el botón, el motor rugió y nos trasladamos al futuro sin yo comerlo ni beberlo. Solo tuve tiempo para decir aquello de “Dios me pille confesado”.

domingo, 12 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM XI



UN DECÁLOGO ÉTICO PARA POLÍTICOS

QUINTO MANDAMIENTO/Lucharás por la justicia como un auténtico superhéroe. No te voy a pedir que te hagas un traje a medida de superhéroe, tipo Batman o Spiderman, y aparezcas con él en las cámaras de representación o en los despachitos oficiales, porque los gestos no hacen a un político, ni siquiera las palabras, sino los hechos. Y cuando hablo de justicia no me refiero solo a la de los jueces, que está dispensada por un poder que debería ser independiente de los otros, la famosa separación de poderes, creo que de un tal Montesquieu, y en la que los políticos no deberían pintar nada, salvo luchar a brazo partido contra las injusticias, en los tribunales o donde sea. Me refiero a la justicia como valor, es decir, la justicia que es la línea roja de separación entre la selva y la sociedad civilizada. Todos sabemos que en la naturaleza no hay justicia. Un depredador, dotado por la naturaleza o por quien sea, de agilidad felina, de colmillos afilados, de mandíbulas como cepos de acero inoxidable, no piensa en la justicia cuando atrapa a un bóvido y se lo zampa a dentelladas. ¿Es justo esto? No, porque no hay igualdad de oportunidades y ninguno ha escogido voluntariamente ser bóvido para salvar el futuro de la naturaleza. Te hacen bóvido y tienes que comer hierba hasta que te zampe un depredador. ¡Y ahora vete a quejarte a la madre naturaleza!

La diferencia entre selva y sociedad civilizada está en el pacto. Un depredador no pacta con el bóvido, se lo come y san-se-acabó. Pero los ciudadanos de una sociedad pactan. No importa que uno haya nacido con unos incisivos de a kilo y otro sea tan medroso que tenga que comer hierba mirando a todas partes y moviendo las orejas para percibir el más pequeño ruido. Se pacta que es justo que el depredador no se coma a su hermano humano y se hacen leyes y manos ejecutoras de las leyes. Y esto se hace porque si la naturaleza es como es - solo Dios sabe por qué- la sociedad elige ser fraternal y no depredadora. No importa que uno tenga una ideología espiritualista o práctica. No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti, porque donde hay un depredador puede haber cientos más grandes y fieros, y se trata de vivir el mayor tiempo posible y de la forma más agradable que se nos permita. Además los bóvidos, si no son tontos, pueden agruparse y una numerosa y fiera manada podría acabar con un depredador o incluso con cientos. Para eso se nos dio la inteligencia –suponiendo que la tengamos- para que pactemos, porque no hay otro remedio o porque si estamos en sociedad es porque nos va mejor que si cada uno va a lo suyo.

No te pido que ames a tu hermano, que deberías, simplemente que aceptes que la justicia es la base de una sociedad civilizada. ¿Quieres vivir en sociedad o quieres vivir solo? Si la respuesta es la correcta, trabaja por la justicia, y no porque de los que luchan por la justicia será el reino de los cielos, porque aquí todos somos más descreídos que Santo Tomas, no sabemos lo que habrá tras la muerte, pero sí sabemos lo que hay aquí y ahora. Si eres político y no trabajas por la justicia serás como un fontanero que en lugar de arreglar tuberías, las rompe, y aquí nos inundamos todos, de aguas fétidas principalmente. Hasta los gatos son justos, que lo he visto con mis propios ojitos. Una vez que saben que hay comida para todos dejan de pelearse y arañarse por ser los primeros en el comedero y hacen cola, con su culito en el suelo; puede que los jerarcas sean los primeros, que no siempre es así, que he visto a gatazos esperar tranquilamente su turno y dejar a gatitos juguetones y ansiosos atiborrarse antes que ellos. Hasta Zapi aprende, con alguna dificultad, que el hecho de ser un gatito burgués no le da carta blanca, porque su amo, que es justo, le toma en brazos y lo mete en casa, cerrando la puerta para que no se pelee con gatitos proletarios que invaden su territorio porque el amo justo los deja. Un político debe mamar la justicia de las ubres de la igualdad desde el momento en que reconoce su vocación de político, incluso antes, o sino que abandone y se haga fontanero, por muchos destrozos que haga no será peor que los que haría de político si piensa que la justicia no es para él y que aquí manda la ley del embudo, que decía mi papá que en paz esté. Lo ancho para mí y lo estrecho para los demás. Yo me muevo en espacios siderales y los demás que se arrastren como los marines por el suelo porque el techo está tan bajo que se darían de coscorrones y que se pongan a dieta, porque los gordos quedan atrapados en la parte delgada del embudo. Que así sea y que se cumpla este mandamiento por encima de todas las cosas.

martes, 7 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM X









CUARTO MANDAMIENTO/Pactarás con el ser humano, con la persona, no con las siglas. Si renuncias a tus valores por los valores de las siglas estás renunciando a los valores humanos por los valores matemáticos, ideológicos, de un grupo de poder. Yo podría llamarme CGC pero eso no implicaría cambiar o renunciar a mis valores personales. Está muy bien trabajar en equipo, como lo demuestran claramente algunos deportes, pero siempre que éste juegue en la misma dirección que tú, con las mismas metas, si apoyas a quien mete canastas en tu propia canasta, a quien mete goles en tu propia portería, más te valdría colgarte al cuello la piedra de molino de tus valores y arrojarte al océano del rebaño liderado por el pastor con la ayuda de los perros pastores, al océano de los que ponen su vida en manos de cualquiera con tal de que lidere a un número suficiente de adláteres y monaguillos y te prometa la poltrona que tu ansias. Nunca olvides que un partido político es un equipo por el que has fichado o al que has pedido una oportunidad, aunque sea desde el banquillo, para compartir el triunfo de valores comunes, de valores humanos, para alcanzar la meta de una mejor sociedad, de una mejor humanidad. Si el partido político, si las siglas, son solo un trampolín para alcanzar logros egoístas estás renunciando a tus valores y a la ética más elemental. Y si además el partido político es una férrea dictadura comandada por el líder, por el dictador que quiere tener todo en sus manos, estás pensando que desde una dictadura puedes servir a una sociedad democrática.

No te conviertas nunca en un monaguillo del líder, en un correveidile, en un voceras. Cuando escucho a “algunos” políticos en los medios a menudo tengo la sensación de que están utilizando un manual para uso diario o temático, una especie de protocolo de emergencia para salir del paso como sea. Parece como si no escucharan las preguntas del periodista, como si llevaran las respuestas grabadas, fueren cuales fueren las preguntas, me recuerdan a la inteligencia artificial que “conversa” conmigo cuando llamo a operadoras de telefonía, organismos públicos y demás empresas de servicios. Si desea…marque 1, si no desea marque 2, si desea y no desea marque tres, y así sucesivamente. Creo que es el miedo a ser puesto en la lista negra del líder y perderse el reparto de poltronas. Un partido político necesita un líder, lo mismo que las siglas, lo mismo que cualquier grupo de más de dos, pero de ahí a convertirte en un peón que lo mismo sirve para coser los rotos que para cocinar incluso pedruscos si fuera preciso, hay un abismo. Si luchas por mejorar la democracia comienza por tu partido político. No vale que en democracia una persona sea un voto y que en tu partido político un peón sea un robotín que no puede expresar su opinión y ejercer el derecho constitucional de la libertad de expresión por miedo a ser defenestrado o quemado antes de tiempo. Si quieres barrer el patio común comienza pasando la fregona en tu propia casa. Y no me vale eso de que tú más, y en el partido de enfrente escucho broncas a diario. No se trate de ver quién es más tonto, sino de tener limpia la casa para poder invitar a cualquiera que pase por delante de la puerta.

A Zapi le sigue costando convivir con los gatitos asilvestrados del pueblo, más o menos lo que a mí me cuesta convivir con los humanos, de tal palo tal astilla y de tal amo tal gato. Incluso con los gatines, tiernos y frágiles, debe superar su instinto territorial. Pero esto es una sociedad y no una selva, la convivencia exige ser flexible a veces e incluso llegar a ceder tu propio territorio durante un tiempo para que otros gatitos puedan compartir tu pienso. Que todos tenemos derecho a la vida. Y si hay que renunciar a alcanzar la meta mañana, pues lo intentamos pasado, lo importante es que todos los gatos puedan vivir lo más felices que sea posible en Gatolandia. Eso sí, cuidado con los zorros depredadores, si cedes ante ellos te llevarán en la boca, entre los dientes, a su cubil y te comerán en un santiamén.

lunes, 6 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA. COM IX



TERCER MANDAMIENTO/ Antes de seguir tu vocación política deberías imponerte voluntariamente un retiro en un monasterio o cueva y allí en la soledad y el silencio meditar en profundidad lo que te lleva a la política. Aparecerán los demonios para tentarte, como a San Antonio, el demonio que se hincha como un globo por la vanidad, la megalomanía, el narcisismo, el halago, salir todos los días en la tele y que todo el mundo te dé palmaditas en la espalda y te diga lo guapo que eres y lo bien que piensas y cómo salvarás al mundo de sus miserias. Serás tentado por el demonio del oro, de las cuentas corrientes infladas en paraísos fiscales, por el demonio de la corrupción que choriza de la caja común de todos los ciudadanos y luego no es consciente porque sabe que la justicia es lenta y necesita pruebas y todo el mundo es inocente hasta que se pruebe lo contrario –maravilloso principio democrático que hasta a los corruptos no deja de caérseles de la boca-y aún cuando acabes en chirona siempre podrás sembrar la duda y esperar que los amigos hagan algo por ti, lo que puedan, mientras les dejen.

Querido amigo, querido hermano en el Todo (un saludo de Milarepa del que me apropio encantado): Serás tentado por los demonios de los siete pecados capitales, algunos tan seductores que hasta quien esto te escribe podría caer en ellos, sobre todo en ese que llaman de la lujuria. Te confieso que nunca me meteré a político, no por no ser tentado por el demonio del oro, que no aprecio lo suficiente, sino para no ser tentado por el demonio de la lujuria. No podría resistir esa clase de tentaciones, lo asumo, que de pronto hermosas mujeres me dijeran lo guapo que soy –yo que soy feo y gordo- y se ofrecieran como amantes tiernas y cariñosas (¡uf! Ya estoy cayendo en la tentación solo de pensarlo) es algo que me hace sudar sangre seca. Caería en la tentación, estoy seguro. Pero no te preocupes, sé que esa no será tu peor tentación. Si te fijas hay muchos más escándalos por corrupción que por delectación erótica, que por obtener sexo de forma trapacera y con abuso de poder. Y es que, amigo mío, el poder es tan erótico que buscarás más orgasmos en el sillón de tus entretelas y tu despachito oficial que buscando lujuria donde no debes.

Antes de dar el paso vocacional de abrazar la vocación política, al salir por la puerta del monasterio, donde has llevado a cabo tu retiro espiritual, lleva la mano derecha al corazón y jura que lucharás a muerte con esos demonios y que si caes en la tentación, no mentirás, y si tienes que irte a casita te irás. Todos somos humanos, todos erramos y nadie es perfecto, pero si no ocultas tus desaguisados y procuras reparar los daños colaterales, pides perdón y te vas a casita o a chirona, si procede, serás un político humano, pero honrado.

La relación con Zapi va miel sobre hojuelas. Parece mentira lo que estropea la política, levanta a hermano contra hermano, miembro de la pareja contra miembro de la pareja, padres contra hijos y al revés y no digamos cuando se juntan uno de derechas y otro de izquierdas y además viene uno de centro, entonces comienza la guerra civil. ¡Vade retro! Hay algo tóxico en la política que nos envenena a todos. Me temo que es la falta de valores. Fíjense en el deporte, los ánimos pueden encresparse hasta la violencia, pero viene el “fair play” y lo arregla todo, hay hasta abrazos y abrazos cariñosos. En verdad, en verdad os digo que algún día llegarán los abrazos a la política y el político de derechas se abrazará con el de izquierdas, y al revés, y ambos abrazarán al del centro, porque todos pensarán en el ciudadano y en el bien público y trabajarán juntos en lugar de bailar con los demonios tentadores.

sábado, 4 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM VIII









SEGUNDO MANDAMIENTO/Servirás al ciudadano como a ti mismo, es decir a todos los ciudadanos, no a los que supuestamente te votan, porque, en primer lugar, el voto es secreto y ningún político sabe qué ciudadanos le han votado y quiénes no, ni siquiera las encuestas te permiten atisbar por dónde van los tiros, que una vez salen de la pistola van donde quieren, riéndose de las leyes físicas, y lo sé muy bien porque hace unos días, sin ir más lejos, me llamaron por teléfono para una encuesta, y teniendo en cuenta mis respuestas y que ni siquiera mi condición de humorista me permite escapar de una normalidad estadística, uno se hace una idea bastante clara de la fiabilidad de las respuestas, los ciudadanos también mentimos, a veces, más que bellacos. Y porque, en segundo lugar, aunque el político supiera quién le vota, con nombres y apellidos, aunque solo fuera por egoísmo, debería buscar que le voten los que no le han votado. Lo ideal sería una conducta íntegra, casi diría que espiritual, si no fuera un término tan degradado en nuestra sociedad, servir por amor al prójimo, no digo tanto como sin ser compensado con los correspondientes emolumentos, porque nadie vive del aire, pero por favor, hermano político, no te subas el sueldo nada más llegar a la poltrona y menos en plena crisis económica, porque los ciudadanos no lo comprenden ni lo aceptan, especialmente los más desfavorecidos. Vale que sea legal –las leyes también se pueden cambiar- pero no es ético de ninguna de las maneras y esto es un decálogo ético.

Soy consciente de que este es un tema complejo y delicado, porque si unos ciudadanos quieren una cosa y otros la contraria, entramos de nuevo en la cuadratura del círculo y ya sabemos que es un imposible metafísico. Aquí entrarían en juego los valores y principios, que para eso están, te sugiero que dibujes una pirámide de valores en un folio, en la cúspide los valores supremos, los derechos fundamentales de las personas, y los demás más abajo. Si tienes que elegir entre favorecer a los más desfavorecidos, entre los marginados, las víctimas y los que lo tienen todo o casi todo, los potentados de este mundo, no lo dudes, estás para servir a todos los ciudadanos, pero a unos más que a otros, no le des más a quien más tiene porque serás injusto y tu escala de valores sería pura basurilla. El maquiavelismo está bien para los dictadores, los sin entrañas, los inhumanos, los que creen que el fin justifica los medios, sin querer aceptar que es un sofisma pensar que arrojar a alguien al abismo puede ser bueno porque así tenemos una boca menos que alimentar. Eso no vale. Alimentar a toda la humanidad –un fin bueno- no autoriza comportamientos sádicos, inhumanos. Eliminar bocas puede ser matemáticamente perfecto para alcanzar el objetivo pero si no hubiera otra manera racional y fraternal y espiritual de lograrlo te suplico de rodillas que me elimines a mi primero, pero antes ven a verme, mírame a los ojos y dímelo a la cara. Firmar decretos leyes en despachos-búnker puede estar muy bien para los dictadores, pero tú eres un político democrático. No lo olvides.

Y aquí finiquito, aunque habría mucho más que decir al respecto. He presenciado cómo mi gatito Zapi avisaba a otro gato asilvestrado de que no entrara en su territorio, aunque sabe muy bien que mi casa es suya y de que tiene más y mejor comida que cualquier otro gato del mundo. Es un gatito burgués, me temo, y a pesar de que los gatos son las personitas más encantadoras que conozco, también ellos deben aprender valores como la fraternidad. Les puede parecer algo casi imposible. En verdad en verdad os digo que antes llegarán los gatos a ser fraternales que los políticos… Perdón, quiero decir que “algunos” políticos.

jueves, 2 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM VII











UN DECÁLOGO ÉTICO PARA POLÍTICOS

Y por fin llegamos a la almendra después de tanto truco del almendruco. Estoy deseoso de acabar cuanto antes este manifiesto. Hubo reconciliación con Zapi después de haberle cantado nuestra canción, nunca falla. Como un decálogo son diez, “deca-logos”, me temo que esta segunda parte se va a alargar más que la primera, pero como dice también aquella canción: Fin de la primera parte, fin de la primera parte, y ahora viene la segunda, que es la más interesante. Pues eso.

PRIMER MANDAMIENTO/ No mentirás. Nunca. Jamás. Ni aunque el Estado se tambalee, ni aunque el globo planetario se quiebre, ni aunque el universo comience la cuenta atrás hacia un estado crítico que bien podría llevarnos a un agujero negro super o hiper masivo que sería una especie de camarote de los hermanos Marx super o hiper cósmico. Sé que es difícil, sé que es imposible, todos somos humanos, “Errare humanum est” o como se diga que hace décadas que no hablo latín. Pero hay que hacer un esfuerzo, porque mentir es como meterse en un laberinto inextricable donde no hay espécimen, ni humano ni gatuno, que logre encontrar la salida. Mientes una vez, te pillan, mientes para disminuir los efectos colaterales y luego acabas transformándote en un mentiroso compulsivo.

Querido amigo, querido hermano en el Todo, como me saluda mi personaje Milarepa cuando me escribe sus sabias y espirituales cartas, no debes mentir porque si lo haces mientes a tu pareja, a tus hijos, a tus padres, a tus hermanos, a tus amigos íntimos, porque todos ellos son ciudadanos y el político también tiene familia. Mentir a un ciudadano es como mentir a tu familia, no digo a tu pareja, porque eso generaría una andanada de chistes machistas. El hecho de que las mujeres sean más sinceras que los hombres no les hace acreedoras a toda clase de chistes machistas que han pululado por nuestras vidas masculinas desde el nacimiento.

He oído hablar de las cloacas del Estado y me hago una idea de cómo son. Algún lector estará visualizando una materia oscura, pues sí, esa materia oscura es la mentira. Se miente más que se habla en base a la salvaguarda del Estado, que no entiendo por qué debe ser más importante que la vida y supervivencia del ciudadano. Luego ocurre lo que ocurre, “No hay secreto que no haya de ser desvelado”. Frase evangélica de una profunda sabiduría y espiritualidad que he aplicado a mi vida, y así me va, pero eso no es culpa de la vida sino de una sociedad hipócrita y sin valores. Y para probarlo un día llega “alguien”, no digo quién, no señalo con el dedo, no digo nombres, no digo nada por si me están grabando, y lo graban todo y cuando llega el momento lo sacan a la luz y todos quedan retratados, en pelota picada, lo que sería fantástico para “algunos” que tienen un cuerpo físico envidiable (procedo a quejarme a la madre naturaleza) si no fuera porque lo retratado es el cuerpo psíquico, la mente sucia, el corazón depredador, la maldad que todos ocultamos en la intimidad porque todos tenemos un lado oscuro. Debo “finiquitar”. El segundo mandamiento es tan interesante como el primero.

miércoles, 1 de abril de 2020

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA VI



Y ya va siendo hora de que demos por finalizada esta introducción o parte primera del manifiesto de la Mente-enmascarada.com que llegó a mí hace años, por spam o correo globalizado. Estos manifiestos me han complicado mucho la vida, pero hay que ser tonto para hacer caso del spam, me lo tengo bien merecido. En la segunda parte que he intitulado “Un decálogo ético para políticos” propondré, “propondremos” los enmascarados, unas normas éticas básicas que deberían regir en política. Es una propuesta muy atrevida, puesto que soy un don nadie y los enmascarados también, a priori, salvo que se quiten de una vez la máscara, sin embargo no me parece algo tan descabellada teniendo en cuenta los asesoramientos que reciben ciertos gobiernos o entidades públicas. “Algunos” asesores se parecen mucho a mi personaje humorístico, Martín, director de marketín, de quien he recibido las propuestas más disparatadas que cabe en mente humana o gatuna y que he tenido que reciclar como humor, aunque iban muy en serio. Si ellos, por un buen sueldo son capaces de semejantes propuestas, imagino que yo, gratuitamente, también puedo hacer algunas.

Quedan en el tintero algunos análisis más o menos enjundiosos sobre temas como ese juego tan divertido que es el gritarse unos a otros aquello del “y tú más”, a que jugaba cuando era niño con otros niños. Uno decía, por ejemplo, tú eres tonto, chaval, y yo respondía y tú más. Esto podía durar un tiempo imprevisible, puesto que llegar a un calentón “comme il faut” dependía mucho del carácter de cada infante. Eso sí cuando el calentón llegaba se podía escuchar de todo, hasta menciones a la madre, que no tenía otra culpa que haber parido a semejantes lumbreras. “Algunos” políticos cambian el tú eres tonto por tú eres corrupto, y entonces el otro responde “y tú más”, hasta llegar a unos calentones que poco tienen que envidiar a los de nuestra añorada infancia. Me duele dejar sin mancillar algunos problemillas políticos que serían muy divertidos si los ciudadanos, especialmente los más frágiles y marginados, no los sufrieran en su carne, pero uno no puede dilatar tanto el tiempo como si todo fueran periodos “postelectorales” que parecen riñas de gatos, con perdón de mi gatito Zapi.

Precisamente aquí lo tengo, en la puerta. Me saluda con un maullidito cariñoso y se prepara para tumbarse en el suelo y que yo lo acaricie y le diga cositas bonitas que no diría ni a una novia. Pero no, se me ocurre preguntarle si le gustaría que le leyera este artículo que estoy terminando y arquea el lomo, se le erizan los pelos y sale corriendo como alma que llevara el diablo. Voy a terminar perdiendo su cariño y todo por la dichosa política. Esto me lleva a reflexionar sobre la posibilidad de que los ciudadanos terminen reaccionando igual que los gatos cuando se les hable de política. Que salgan huyendo hacia cualquier parte del universo donde no haya política, si es que tal lugar existe, que lo dudo. Cuando Zapi vuelva voy a tener que cantarle nuestra canción: Yo te quiero mucho/ tú me quieres a mí/ somos amiguitos/ sí, si-si-si, sí. Se me ocurre que podría ser un himno mejor que el himno a la alegría de la novena de Beethoven. Se lo podrían poner a todos los políticos cuando se reunieran buscando consenso. Solo necesito un buen música que le ponga compases por arriba o por abajo, por la izquierda o la derecha, o por el centro, que ya está bien de situar al político en el espacio, no deberían contar los lugares sino los valores.