miércoles, 30 de septiembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD I

 






TERCER DÍA EN CRAZYWORLD

Me despertó un fuerte y delicioso olor a café. Por un momento creí que aún estaba soñando porque en el sueño también había café y cruasanes. Apenas conseguí recordar algunas escenas rápidas y sin sentido. Yo era español, había vivido en Madrid y estudiado en la universidad. Me reclutó una extraña mujer que se parecía mucho a Joan Collins y había satisfecho a un buen número de mujeres. Lo que no estaba nada claro era mi viaje a USA, tal vez buscando a una mujer que me había trastornado, posiblemente se llamara Marta. El final del sueño era un pandemónium sin sentido. Una clínica para adictos al sexo, Marta, la que se parecía a Joan Collins, carreras, intentos de fuga y sobre todo mucho café con cruasanes. Ese era el final del sueño y el comienzo del despertar, porque Heather apareció en el dormitorio con una bandeja con una jarra de café recién hecho, cruasanes y zumo de naranja recién exprimido. La noche había sido extremadamente agradable y romántica pero aún así había tenido tiempo de dormir y me sentía bien, descansado, feliz y con muy pocas ganas de salir de allí.

Desayunamos en el lecho, mirándonos de vez en cuando a los ojos, como dos enamorados. Me preguntó qué planes tenía para ese día. Le respondí que nada me gustaría más que permanecer con ella ese día, esa noche, todos los días, todas las noches, pero me sentía obligado a continuar la investigación comenzada sobre el asesino del director. Aquel cabrón no merecía mis esfuerzos, comentó con un rictus que me hizo adivinar cuánto le odiaba, cuánto le odiaban todos en Crazyworld. Cuando le dije que si tuviera la seguridad de que no habría más muertos lo dejaría estar, pero que me sentiría muy culpable si le pasara algo a otros, sobre todo a ella, reflexionó unos segundos y luego me dio la razón, era preciso encontrar al asesino o nadie dormiría relajado.

Me duché, me afeité, me vestí, le di un beso prolongado y me disponía a salir de su apartamento cuando me llegó un sonido extraño que de momento no pude identificar. Luego salté como un mono, dirigiéndome a la terraza. Y en efecto, allí estaba, un gatito precioso, negrito, un cachorrito encantador pero muy pequeño, necesitaba los cuidados de mamá o de cualquiera que se adjudicara su papel. Heather se sintió conmovida. Lo tomó en brazos y lo acarició como una mimosa mamá.

-¿Cómo diablos ha podido subir hasta aquí?

-No ha sido él, pobrecito, me temo que ha sido una verdadera diablesa la que lo ha dejado en la terraza.

-¿Te refieres a Kathy?

-Sí, a Catwoman. No ha podido ser nadie más. Si pudo subir hasta mi ventana, nada le habrá impedido trepar a la terraza. ¿Estás segura de que no ha podido entrar dentro?

-Imposible. Se hubiera disparado la alarma y activado todas las defensas que tengo instaladas.

-Menos mal. ¿Y ahora qué hacemos?

-¿No querrás dejar a este gatito indefenso a merced de cualquier depredador?

-Por supuesto que no. Adoro a los gatitos…bueno, creo que me gustaban los gatos, los perros y todos los animales, pero eso aún no he podido recordarlo.

-Tengo que hacerme con leche para gatitos y pienso, no sé si mamá gata lo habrá destetado. Esa idiota ni habrá pensado en ello. Mira, cuando pases por la cocina a ver a Dolores, se lo pides.

-¿Crees que tendrá comida para gatos?

-Ella tiene un gato y hay más gente que tiene mascotas. ¿No te ha enseñado Jimmy la granja?

-¿También tenéis granja? Estáis como queréis.

-Claro que este es tu tercer día aquí, poco tiempo para todo lo que hay que ver. Nos dejan tener mascotas, gatos, perros y algún que otro animal más exótico. En la granja se cultivan verduras frescas y todo lo que permite el terreno, los suministros llegan en helicóptero, la mayoría son alimentos no perecederos. Aquí se hace todo lo que se puede hacer, el pan, tenemos leche de vacas, ovejas y cabras con la que se hacen quesos y yogures. Hay caballos para montar, si quieres, y los pacientes pueden trabajar allí y tener sesiones de terapia con animales preparados, perros, caballos, no se les permite tener mascotas en sus habitaciones.

-¡Increíble! ¿Y dónde está la granja?

-No muy lejos. Cuando tengas tiempo te llevaré yo misma.

-¿Cómo piensas cuidar a este gatito, o gatita, si tienes que trabajar?

-Hay una vecina que tiene una gata, se lo dejaré cuando no esté en casa. Yo también he tenido su gata cuando me lo ha pedido.

Me despedí de Heather y de la gatita porque no podía quedarme allí todo el día, hablando o lo que considerara oportuno a cada momento. No me quedaba otra que despertar del sueño y retomar mi vida en Crazyworld. Me dirigí a la busca de Dolores en las cocinas. Me costó encontrar el edificio porque los apartamentos donde vivía Heather estaban más lejos de lo que sospechaba. Me perdí un par de veces y cuando vi a lo lejos la inconfundible mole del edificio principal suspiré aliviado. Entré a las cocinas y busqué a Dolores con la mirada. No tardé mucho en encontrarla porque ella lo hizo antes. Me esperaba. Se acercó con su andar pausado y en cuanto me tuvo a tiro me dio un fuerte abrazo.

-¡Qué ganas tenía de verte, muchacho!

-Pues solo llevo aquí tres días. ¿Estás preocupada por nuestro asesino?

-Eso también. Tengo un recado de Jimmy, pero antes vamos a desayunar.

-Ya he desayunado, y muy bien.

-Lo imagino. ¿No creerás que aquí pasan desapercibidas tus andanzas?

-¿A qué te refieres?

-No te hagas el tonto. Por muy bien que te hayan dado de desayunar y de cenar no puedes rechazar el desayuno que te he preparado.

No pude. Me llevó a un sitio escondido en la cocina donde había una mesa y dos sillas. Sobre la mesa un pantagruélico desayuno, como no podía esperar menos de Dolores. Me hizo sentar y me sirvió un zumo de naranja recién exprimido, luego vino todo lo demás. No me dejó hablar hasta que terminé todo lo que me había preparado. Menos mal que ella me ayudó bastante.

-Jimmy está muy enfadado contigo.

-Lo imagino. Espero no encontrármelo hasta que haya hecho la digestión, no me gustaría que me echara todo fuera de un puñetazo en el estómago. Estaba todo muy rico.

-Gracias. No creo que aparezca por aquí, anda tan ocupado que no le he visto el pelo salvo el par de minutos que tardó en darme el recado.

-¿Y cuál es ese recado?

-Vamos fuera y te lo susurraré. Ya no me fío de nadie, si es que alguna vez me fié de alguien en este antro.

La acompañé al exterior. Hacía un día hermoso, soleado, yo diría que primaveral, sino fuera porque desconocía en qué estación del año estábamos. Algo que no me había preocupado hasta ese momento. Me picó la curiosidad.

-Por cierto, Dolores, no sé en qué estación del año estamos, tampoco en qué año, en qué día, en qué lugar. No sé nada de nada.

-Veo que sigues sin recordar. Mejor para ti. Pues estamos acabando el verano y comenzando el otoño. Hoy es martes todo el día y prefiero no decirte el año por si se te atraganta.

Me hizo sentar en un banco. Me pasó un brazo por el hombro y me atrajo hacia sí. De esta guisa me transmitió el recado de Jimmy.





viernes, 25 de septiembre de 2020

BREVES HISTORIAS DE OMEGA X




UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA II





UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA, PROGRAMA HOLOVISIVO EN DIRECTO DEL CANAL EDUCATIVO

LOCUTOR

-Buenos días, amados vantianos. Buenos días a los que han dormido y se han despertado. Buenas noches a los que aún no se han acostado. Buen sueño a los que aún siguen dormidos.

Para los que están desayunando, más ocupados en llenar sus ahítos estómagos, que en observar la holovisión, decirles, por si ponen la oreja, que este es el canal educativo, el preferido de nuestro amado “H”, la niña de sus múltiples ojos virtuales. No, por favor, no cambien, si se acaban de enterar que tenían la holovisión sintonizada a este canal. Esta mañana les tenemos preparado un programa especial que durará todo el día y buena parte de la noche. Hemos conseguido ser invitados a la casa de una familia vantiana y seguiremos sus pasos o sus descansos a lo largo de las horas que nos quedan.

Les habla su locutor preferido, Amirnido, para servirles en todo lo que deseen. Ya saben que pueden interactuar con nosotros a través del mundo virtual especialmente diseñado para nosotros por el gran Omostron, solo superado por la genialidad del bueno de “H”. Por si hay entre ustedes algún alienígena que haya podido superar la cuarentena diseñada por HDM-24, nuestra inteligencia artificial, que ya saben fuera creada por nuestro científico genial, por nuestro particular profesor chiflado, el bueno de Helenio de Moroni, quien en su intento 24 logró lo que nadie había logrado hasta el momento, que una inteligencia artificial no solo pensara, sino que también sintiera y que fuera autosuficiente y libre y pudiera servir a la especie omeguiana mejor que ellos mismos, con más altura de miras, con más generosidad y sensibilidad. Fue ella, milenios más tarde, la que nos protegió del ataque de los noctorianos, el planeta guerrero más sanguinario de este cuadrante galáctico, y diseñó un escudo de rayos omeguianos que detectan y aniquilan a toda nave que intenta acercarse sin permiso. Por eso estamos en cuarentena, debidamente protegidos, como ya saben, y si no lo saben ya pueden inscribirse en los cursos de historia omeguiana diseñados por “H”, porque de otra forma no veo cómo van a lograr su propia casa cuando crezcan, si son niños, o cuando decidan formar su propia familia o comuna, o lo que deseen, si son jóvenes y emprendedores. Necesitan créditos, muchos más de los que pueden conseguir visualizando este canal educativo, que no son pocos.

Pero dejémonos de prolegómenos, prefacios, preludios e introducciones y vayamos al grano. Conmigo están como siempre nuestros asesores favoritos, el doctor Noir, sociólogo y estadístico; nuestra muy querida doctora señorita Livia Urdoza, especialista en historia omeguiana práctica y cotidiana; así como nuestro admirado biólogo, químico, físico, alquimista y especialista en el estudio de la materia y de la energía, doctor Mirseini. Quedan por llegar nuestra sexóloga favorita, nuestro genio en inteligencia artificial, discípulo de Helenio de Moroni, en décima generación, así como otros muchos asesores, todos ellos de carne y hueso, porque una de las características de nuestro canal es la de no utilizar los perfectos hologramas diseñados por “H” y en los que se encarna habitual y cotidianamente para servirles a todos ustedes, omeguianos privilegiados. Como bien saben “H” tiene múltiples disfraces y aparece en sus vidas de múltiples formas, todas perfectas, sensibles y generosas, pero nosotros no queremos depender de una inteligencia artificial factótum, deseamos servirnos a nosotros mismos, protagonizar nuestra vida y nuestra historia, aunque no seamos tan perfectos y aunque aquí se forme de vez en cuando alguna saludable trifulca. Con permiso de HDM-24 todos los que trabajamos en este canal somos de carne y hueso, salvo emergencia o necesidad perentoria o error u omisión. Y estamos muy orgullosos de ello.


Como lo estamos de nuestra intrépida reportera, Alirina, quien ya se encuentra en casa de nuestra familia vantiana desde hace días, preparando este programa.

-Saludamos a nuestra intrépida reportera. Buenos días Alirina, chica casi divina.

-Para intrépido nuestro director Amirnido, quien se encuentra pegado a su sillón ergonómico que hasta le hace cosquillas cuando se nota anquilosado. Buenos días intrépido Amirnido. Y por cierto que no soy casi divina soy realmente divina, descendiente de los dioses del Olimpo que nos visitaron a bordo de su fantástica nave espacial cuando este planeta aún no había salido de su prehistoria. Soy descendiente, vía directa, del Mesías de Omega, aquel generoso comandante que sacrificó su vida para que los dioses que visitaban por primera vez este planeta fueran aceptados…

-En efecto, así es, y nuestra hermosa Alirina es divina por genética y por encanto. Pero toda la historia que nos estabas contando la dejamos para la semana que viene, donde tendremos un programa especial de historia omeguiana dedicado al Mesías de Omega, el maravilloso personaje que nos catapultó desde la prehistoria a la modernidad. ¿Puedes decirnos si hay actividad en la casa, si alguien se ha despertado ya? ¿Y en otro supuesto hablarnos de la familia que nos ha acogido tan gentilmente y de la actividad que has estado desarrollando estos días?

-En efecto, intrépido Amirnido, soy hermosa, soy un encanto y mucho más inteligente que tú, por genes y por estudios. Pero no voy a ponerte en tu sitio, tiempo habrá. Nuestros telespectadores estarán ansiosos por saber de esta familia, vecina suya, que fue elegida en el casting por ser la única que se presentó, y lo hizo, al parecer porque su hija mayor, Hermione, quiere conseguir créditos para obtener una nueva casa, donde fundar una nueva familia con su novio Afloblos, y esta ha sido la razón y no otra por la que estamos aquí. Pues no, nadie en esta casa se ha despertado, y eso que son las nueve de la mañana de un día maravilloso, soleado, cielo despejado…

-Muy bien, muy bien, Alirina, vamos a dejar la climatología para nuestra bella climatóloga la doctora Nocturnalia, quien por cierto tampoco ha venido aún, y cuéntanos sobre esta familia vantiana que no es típica pero tampoco atípica, que no es numerosa pero tampoco reducida, que no es muy activa, como vemos, pero que tampoco es tan extravagante como otras familias que conocemos.

-En efecto Amirnido, todas tus colaboradoras somos más bellas que tú, lo que no es difícil, y mucho más inteligentes, lo que no tiene mérito, y cierto que mi familia es extravagante, no lo voy a negar, por si lo decías por ella, que sí sé que lo hacías, pero no es como la tuya, que ni es familia ni es “ná”. Y vamos a dejar estas viejas reyertas de género que una vez formaron parte de nuestra mísera historia como especie planetaria, lo mismo que el racismo, la xenofobia, la desigualdad de la mujer, la lucha por la libertad sexual, de género y transgénero, la violencia psicótica, las patologías adictivas, la injusta distribución de la riqueza y etc etc. Porque estamos aquí y ahora, en el año 20.001 de la era mesiánica, 15.501 de la era moroniana, mes de luxmáxima, día primero de la semana de veintiún días, diseñada por nuestra amada inteligencia artificial, que no es masculina como tú piensas, Amirnido, sino femenina y que no se llama “H” sino Helena. Y paso a describirte la composición y relaciones de nuestra familia de acogida, y ruego no ser interrumpida porque esto llevará un tiempo.


sábado, 19 de septiembre de 2020

BREVES HISTORIAS DE OMEGA IX



BREVES HISTORIAS DE OMEGA

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA



NOTA INTRODUCTORIA: El esbozo de cómo sería la vida cotidiana en el planeta Omega me llevó mucho tiempo, años, rellené cuadernos y cuadernos con las ideas que se me iban ocurriendo, e incluso confeccioné un índice provisional para no perderme. Crear de la nada un planeta y hacer evolucionar a sus habitantes, imaginando una historia y una forma de vida en todos sus detalles, es algo de una complejidad que me atrevería a calificar casi de “divina”. No me propuse crear un mundo con todo detalle, pero conforme iba avanzando en la historia no me quedó otro remedio que intentar solucionar detalles, aparentemente nimios, pero que resultaban imprescindibles en el desarrollo de la narración.

De esta forma llegué a plantearme detalles tan imaginativos como su forma de vestir, cómo eran sus casas, su alimentación, su tecnología y sobre todo cómo podría ser la vida cotidiana de sus habitantes y su relación con la inteligencia artificial. No tuve necesidad de utilizar todo este cúmulo de datos en la historia principal, tan solo llegué a utilizar los imprescindibles para dar color a la narración. Semejante dispendio de imaginación me pareció un derroche que no me podía permitir, así que decidí servirme de ellos en esta serie de narraciones breves, y paralelas a la historia principal.

Debo decir que conforme fui desarrollando todo este “decorado” me fue pareciendo cada vez más y más delirante, hasta el punto que me replanteé lo que había hecho y la posibilidad de ceñirme estrictamente a lo esencial de la historia sin meterme en camisa de once varas. Luego, leyendo las grandes sagas de fantasía y ciencia ficción, como La Rueda del tiempo o Dune, por poner sólo dos ejemplos, comprendí que por muy disparatados que pudieran resultar algunos detalles, ayudarían mucho al lector a sentirse próximo a la historia.

Tantos años de convivencia con los personajes y la decoración de mi historia en el planeta Omega me permitieron, de alguna forma, vivir allí con la imaginación y participar en todos los eventos de su vida cotidiana. A mi delirante imaginación, acostumbrada a residir de forma permanente, en mundos aún más increíbles, todo lo que sucede en Omega le parece normal. Puede que el lector encuentre dificultades en aceptar todo lo que se cuenta en este episodio, más largo que los otros y que he dividido en varias partes, pero si alguna vez se divirtió de niño fantaseando en mil historias sin el menor sentido, encontrará en lo que aquí se cuenta una divertida vuelta a la infancia.

Ya escrita esta nota introductoria, hace ya tiempo, me encontré en uno de esos bloqueos que no son demasiado habituales al escribir mis historias, pero que cuando ocurren nunca sé cuánto tiempo se extenderán y hasta qué punto me encontraré en un laberinto o en un callejón sin salida. Sin duda la trilogía del planeta Omega ha sufrido el mayor bloqueo de todas mis historias, hasta el punto de que llevo más de cuarenta años sin lograr terminar nada, ni la primera novela de la trilogía, Diario de Ermantis, ni siquiera estas Breves historias de Omega, con las que trato, en pequeñas historias, en pequeños flashes, en pequeños destellos, de construir una imagen, que resuma un poco esta inacabable historia que parece no voy a poder concluir antes de mi muerte.



Ha sido viendo la serie de Iñaki Gabilondo, Cuando yo no esté, que he comprendido el por qué de mi bloqueo con esta trilogía. En esta serie analiza lo que podría ser el mundo dentro de veinte o veinticinco años, cuando supuestamente Iñaki ya no esté porque él piensa que no va a vivir mucho más. Entrevista a un gran número de personas, relevantes por sus trabajos científicos, tecnológicos o de cualquier tipo que están cambiando nuestro futuro. Incluso también aparecen personas que por su lucidez merecen ser escuchadas.

Recapitulando todo lo que llevo manuscrito de esta trilogía, no todo pasado al ordenador, he sido consciente de que en realidad muchas cosas que hace cuarenta años yo pensaba que eran el “non plus ultra” del delirio sobre el futuro de la especie humana en un planeta llamado Tierra, que en la novela se convierte en el planeta Omega, muy lejano, en una galaxia muy lejana, como en la Guerra de las galaxias, ahora, cuarenta años después, incluso parecen superadas. La necesidad de revisar estos delirios futuristas, poniendo las cosas en su sitio, quitando y podando aquí y allá, transformando lo que aún podría seguir siendo válido, me parecía un trabajo tan meticuloso y agotador que me resultaba más sencillo seguir bloqueado.

Pero, como me suele ocurrir, es suficiente con un chispazo en un momento determinado para que el bloqueo desaparezca y comience a ver puertas y horizontes donde al parecer yo pensaba que no había nada, solo un abismo vacío e infranqueable. Sin duda este episodio de Breves historias de Omega es el más complejo de todos porque de alguna manera retrata lo esencial de la tecnología omeguiana, de la vida cotidiana de los omeguianos, ejemplificados en los vantianos, los habitantes de Vantis, la capital planetaria. A pesar del esfuerzo que me supone revisar muchos adelantos futuristas y adaptar la historia a esta nueva visión de las cosas, he decidido continuar con estos relatos de ciencia ficción porque por fin me divierte más dejarme llevar por la imaginación que dar puñetazos y patadas en ese muro que me ha estado bloqueando durante más de cuatro décadas.

Las nuevas impresoras 3D, de las que también se habla en uno de los capítulos de la serie de Iñaki Gabilondo, es uno de esos adelantos tecnológicos que yo solo había podido ver de manera confusa y sin sentido en mis delirios de escritor de ciencia ficción. Eso es lo que hace, de alguna manera, la gran inteligencia artificial de Omega, HDM-24, así llamada en honor a su inventor, Helenio de Moroni, y al número de intentos que le costó llegar a crear lo que él había visto en su delirio como “profesor chiflado”. Se podría decir que los monolitos que aparecen en este episodio, como parte central del hogar vantiano, no son otra cosa que impresoras en 3D. Cuando los imaginé –los monolitos- me basé en el monolito de 2001, una odisea del espacio, película y novela que tanto me gustan y en la teletransportación de la serie Star Treek. Pero en aquel momento me pareció algo tan inverosímil que lo archivé en mi subconsciente, dejando que fuera madurando (¡ya lo creo que ha madurado, cuarenta años!) hasta encontrar una idea, por mínima que fuera, que me permitiera una cierta verosimilitud. Era importante porque se puede decir que toda la vida omeguiana, a nivel tecnológico, científico, logístico, etc etc se basaba en la creación de los productos necesarios por parte de HDM-24 y en su teletrasportación a los hogares omeguianos. Sólo así resultaba creíble la vida en Omega, una vida de ocio, incomprensible y disparatada de otra manera. Es curioso, pero fueron las impresoras 3D, tal como se explicaron en el programa de Iñaki, las que me permitieron hacer perfectamente verosímil lo que ocurría con la inteligencia artificial ( “H” para los amigos) y solucionar de un plumazo las dificultades que he tenido durante cuarenta años para hacer mínimamente aceptable aquel delirio. Lo que se dijo sobre el futuro de las impresoras 3D me pareció tan parecido a lo que yo había imaginado sobre los monolitos y la transportación de productos, alimentos, mobiliario y lo que fuera que hacía “H” que me dije: si estas elucubraciones de estos jóvenes genios de las impresoras 3D parecen tan razonables y ellos parecen tan convencidos de se llegará a poder diseñar e imprimir “lo que sea” y en muy pocos años, como escritor de ciencia ficción me puedo permitir en ir un paso más allá, solo uno, porque aquel futuro que yo imaginé en un delirio, hace ya más de cuarenta años, está ya aquí, a la vuelta de la esquina.



Aprovechando la casualidad de haber encontrado algunos planos que dibujé con algún programa que ahora no recuerdo, tal vez el conocido Paint, y las bases de datos en las que fui escribiendo todos los “adelantos” que iba viendo en la prensa y medios de comunicación y otros que se me ocurrían a mí, me parece que ya tengo las herramientas necesarias para seguir con esta historia, tan delirante como divertida. Iré subiendo los planos y seguramente terminaré de confeccionar el diccionario sobre Omega que me temo que va a ser imprescindible para los lectores de esta trilogía. No sé por qué, pero hoy me siento muy alegre, casi eufórico, era una historia en la que estaba deseando seguir trabajando, pero no sabía cómo, ahora ya lo sé, aunque me temo que nunca terminaré la trilogía. Al menos estas Breves historias de Omega darán una idea al lector del mundo que llevo construyendo durante más de cuarenta años.

ZOO DE VANTIS



HDM-24

INTERIOR EDIFICIO CIRCULAR HDM-24
Tejado es una gigantesca cúpula de un material semitrasparente que puede canalizar la luz solar o hacerse opaco. Existe un observatorio astronómico con un maravilloso telescopio que pueden utilizar los omeguianos previo permiso de H. Además existen toda clase de antenas y radares o aparatos de control de satélites O.





PLANETA OMEGA POR SUS DOS CARAS, CON SUS CONTINENTES Y OCÉANOS



CONTINENTE DE VANTIS, DONDE ESTÁ LA CAPITAL PLANETARIA, VANTIS


domingo, 13 de septiembre de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD XIII

 




-No quiero pensar en cosas deprimentes, pero no puedo dejar de plantearme la posibilidad de no poder salir de aquí lo que me resta de vida, que espero que sea mucho. Ya sé que teniéndote a ti todo será más fácil, no obstante no me hago a la idea de estar prisionero año tras año. ¿Cómo lo llevas tú?

-Se está acercando el postre y esta conversación debe tomar unos derroteros románticos. Esta será la última pregunta triste que te voy a contestar. Pues verás, todos hemos pasado la etapa de la rebeldía, incluso me atrevería a hablar de desesperación. Nadie llegó aquí con la idea de no volver nunca más al mundo normal, si es que el mundo de ahí fuera puede ser llamado normal. Me costó asumir que me habían secuestrado. Era una idea que no me entraba en la cabeza. Necesitaba convencerme de que era realmente así y hablé con todo el mundo. Cada uno me contó su historia. Todos, sin excepción, salvo tal vez Dolores, que acostumbrada a esperar siempre lo peor de la vida, solo deseaba ganar mucho dinero para mandarlo a sus familiares, buscábamos lo mismo, pasar unos años lo mejor posible, ahorrar lo que pudiéramos y regresar ahí fuera con la posibilidad, sino de realizar nuestros sueños, por lo menos acercarnos un poco. Nos costó aceptar la dura realidad. La rebelión desesperada se prolongó durante unos meses, hasta que comprobamos que la posibilidad de fuga era imposible. Jimmy fue el que me abrió los ojos. Lo había intentado todo, su cabeza de chorlito no había dejado de elucubrar planes de fuga y los puso en práctica. Yo misma quise intentarlo también porque no me resignaba a ser una prisionera, a bajar los brazos, hasta que me convenciera de que salir de aquí era una utopía. Muchas noches me escondía y buscaba posibles caminos que me permitieran acceder a la valla y encontrar un fallo en ella. Recorrí el bosque, seguí itinerarios hacia los cuatro puntos cardinales, incluso ayudándome de una brújula. Jimmy me habló largo y tendido de sus intentos, eso me ayudó a no cometer sus mismos errores, pero fui inútil, siempre terminaba cerca de la valla, no muy cerca, porque descubrí la existencia de los robots, algo sobre lo que el Pecas me había advertido, aunque no le creí, imaginé que era otro de los delirios de su mente majadera. Los perros solo están en la zona de los edificios, pensé que cuanto más lejos lo intentara más probabilidades tendría. Hasta que descubrí que los robots lo patrullaban todo. La primera vez la sorpresa casi me hizo pensar en una nave extraterrestre. Nunca he creído en esas cosas, pero aquella noche sí. Recibí una advertencia de una voz metálica. Apareció un robot y al principio pensé que era una broma pesada. Quise jugar con él, le hablé como si fuera idiota y me fui acercando diciendo las tonterías que se le dice a un perro vagabundo cuando pretendemos que se amanse de repente, hacernos buenos amigos. Aquel maldito trasto estaba bien programado, no dejaba de advertirme que no me acercara a menos de cincuenta metros de la valla, me explicaba pacientemente que no se podía salir de allí y que disponía de medios contundentes para impedirlo. No le creí. Repitió el alto tres veces y luego alzó una especie de pistola y disparó… un dardo narcotizante. Me desperté en mi habitación, como si todo hubiera sido un sueño. Lo repetí de mil formas, siempre me descubrían, puede que tuvieran infrarrojos, que me detectaran por el calor de mi cuerpo. ¡A saber lo que habrá inventado ese cochino de Arkadin! En el trabajo no cesaba de pensar en posibles planes de fuga. Al final le di la razón a Jimmy, me calmé y me fui adaptando como pude. Los que vinimos a trabajar pasamos por la misma etapa que duró más o menos según la testarudez o creatividad de cada uno. La siguiente etapa fue de aceptación y adaptación, cada uno se buscó la vida como pudo y dejamos de hablar del tema.

-¿Y los pacientes?

-Salvo Jimmy el resto estaba tan mal o tan drogado que ni sabían dónde estaban. Ese idiota es muy listo, eso no se le puede negar. Antes de que llegara el doctor Sun, que no fue de los primeros, los atendían dos o tres psiquiatras, que solo pensaban en ganar mucho dinero y tener los menos problemas posibles. Les atracaban a pastillas para tenerles dormidos día y noche, no se preocupaban de más. Jimmy tenía mil trucos para disimular que no tomaba las pastillas. Se hacía el dormido cuando le convenía y como nadie les vigilaba encontró tiempo para probar todos y cada uno de sus planes de fuga.

-Perdona, no acabo de entender cómo puede ser tan importante mantener aquí a los pacientes y al resto de personal, sin dejar salir a nadie. La inversión que supone este antro no puede compensar el beneficio que reciben los desalmados familiares que quieren quitárselos de encima.

-El dinero mueve el mundo, guapito. Si fueran enfermos normales nadie se gastaría un dólar en ellos, pero sumando todas las fortunas a que tendrían derecho los pacientes y que ahora disfrutan sus familiares la inversión que supone Crazyworld es un granito de arena en una playa. Mr. Arkadin debió de recibir una financiación privilegiada y luego sería recompensado con cantidades astronómicas.

-Eso puedo entenderlo, lo que no me entra en la cabeza es que haya tantos enfermos mentales entre los ricos. Se supone que no hay tantos ricos en el mundo y que sus cabezas no funcionan peor que las del común de los mortales. Y además los ricos tienen ejércitos de los mejores abogados, pueden comprar jueces, pueden cambiar leyes… ¡Demonios y redemonios! Cómo pudo ocurrírsele algo así a Mr. Arkadin y lo más increíbles de todo. ¡Cómo es que no se ha descubierto esto!

-Te disculpo porque eres amnésico. Ahí fuera ocurren cosas de las que nadie sabe nada. Muchos desaparecen y nadie los encuentra. Los servicios secretos hacen mil barbaridades y de un millón se descubre una, y a medias. Los pleitos, incluso con los mejores abogados, duran años. Cambiar las leyes requiere su tiempo y mucho dinero. La idea de Crazyworld no es tan mala como tú crees. En cuanto a que no se haya descubierto, no es algo tan inverosímil. Fuimos escogidos tras un seguimiento meticuloso. En cuanto a los pacientes los familiares no hablan de ellos y la prensa no se preocupa de que un familiar de un millonario, que está mal de la cabeza, no aparezca ni se sepa nada de él. Y si hay algún reportero intrépido que quiera saber, pues se le compra. Nadie en Crazyworld sabe dónde está esto. Todos llegamos narcotizados. Se supone que estamos en algún inmenso bosque privado, en algún lugar remoto. Creemos que dentro del país, pero podría estar en cualquier parte. Y doy por terminada la charla informativa sobre Crazyworld, a partir de este momento comienza la cena romántica. Vamos a por el postre y todo lo que de digas será muy dulce y romántico.

La cena se había prolongado mucho. Entre darle a la lengua y comer, porque comimos como dos muertos de hambre, lo que era verdad puesto que lo poco que nos llevamos a la boca en el centro de seguridad ya lo tenía en los pies, haciendo pausas para hilvanar un largo párrafo y luego guardando silencio para dar dos o tres bocados, el tiempo no había dejado de pasar, con lentitud a veces y con rapidez otras, porque para mí estar con Heather era como charlar con el mejor amigo al tiempo que disfrutar de la mujer más bella del planeta –suponiendo que pudiera recordar cómo eran las mujeres del planeta que estaban fuera de allí- a la que te quieres llevar a la cama de inmediato y todo ello aderezado con valiosa información, como la salsa perfecta para una indigestión de aúpa. Deseaba más sexo con ella, al tiempo que me urgía descansar tras la vida alocada que estaba llevando desde el despertar tras el accidente. Por si fuera poco me estaban llegando extrañas imágenes, como recuerdos o fantasías de un loco. Al parecer me llamaba Johnny y era un gigoló. Se lo dije.

-¿Johnny? No es que sea el nombre más bonito del mundo, pero me alegra poder llamarte de alguna manera. Johnny el gigoló. ¡Fantástico! Y además dices que eres español. ¡Con lo que a mí me gusta España! Sol, playas, toros, flamenco y tortilla de patata. Olé. Tienes que enseñarme a hacer una tortilla de patata, guapo.

-Oye, Heather, que esto me viene a la mente pero no son recuerdos claros. Si fuera español no entiendo cómo llevo todo el tiempo hablando inglés y no se me ha escapado ni una palabra en español. Por cierto, ¿hablo bien el inglés? ¿No has notado algún acento raro?

-Ahora que lo dices algo sí había notado, pero no era el acento mexicano de Dolores ni de un francés o un alemán, no, ahora entiendo que podría ser un acento español, aunque yo nunca he estado en España. Me gustaría que me llevaras si salimos de aquí. Y la tortilla de patata, que dicen que está tan rica.

-Vale, vale. No es tan difícil, pelas las patatas, las partes finas y en trocitos pequeños, pones aceite de oliva en la sartén, cebolla, lo vas friendo a fuego lento, mientras bates los huevos, bien batidos, al final echas las patatas en los huevos y todo en la sartén, que sea antiadherente para que no se pegue, mueves la sartén un poco de vez en cuando y cuando esté cuajada, le das la vuelta y ya está. Así de sencillo.

-Me vas a tener que ayudar con las patatas, que de los huevos ya me encargo yo.

Y se puso a reír como una tonta. La ayudé con el postre. Lo comimos dándonos de comer mutuamente. Le dije palabras dulces. Todo fue dulzura y romanticismo. Le pregunté si podíamos bailar un poco. Puso algo en el equipo, una canción, una voz femenina muy bella y sensual. Bailamos. Luego me tocó un nocturno de Chopin en el piano y algo se derritió dentro de mí. Unas lagrimitas salieron de mis ojos. Eso la conmovió también a ella. Me tomó de la mano y nos fuimos a la cama como dos enamorados.

martes, 8 de septiembre de 2020

BREVES HISTORIAS DE OMEGA VIII




BREVES HISTORIAS DE OMEGA (EL SEXO VIRTUAL)






SEXUALIDAD VIRTUAL

Antes de proseguir este magno estudio sexológico, tanto histórico como sociológico e incluso ético, debo pedir disculpas a los pocos lectores que están leyendo esta tesis doctoral que se está imprimiendo en papel-papel, natural, sacado de árboles naturales y con tinta extraída en nuestros laboratorios por procedimientos naturales y que antes ha sido manuscrita por mí misma con pluma de ave, tal como se hacía en los viejos tiempos, antes de la llegada del Mesías de Omega, que todo lo revolucionó y nos impidió la utilización del famoso bolígrafo, tal como se dice han utilizado otras culturas galácticas en la misma fase evolutiva.

Y que me vuelvan a disculpar pero se me ha ido el pensamiento con tanto circunloquio. Debo admitir y confesar con toda humildad que en efecto, durante la redacción del anterior capítulo de esta magna obra, me encontraba un poco traspuesta o ida puesto que me había fumado unas hierbas, eso sí perfectamente naturales y que son muy comunes en esta universidad. Nos las suministran los granjeros rebeldes a un precio módico, puesto que solo admiten como moneda de intercambio libros impresos, ya que todo lo demás les parece pecaminoso y digno de ser destruido en una ceremonia apocalíptica. Hasta ahora había confiado ciegamente en ellos, pero me temo que ahora debo desconfiar, aunque solo sea un poco, puesto que la mezcla que me dieron parecía llevar sustancias alucinógenas desconocidas y que al parecer han sido introducidas en las mezclas destinadas a otros barrios de la capital, Vantis. A nosotros nos trataban con un cierto afecto puesto que de alguna forma somos rebeldes culturales, mientras al resto, diletantes que todo lo quieren probar para combatir el hastio de la vida, son objeto de experimentos de guerra biológica o psicodélica. Tal vez por error me llegara una mezcla a ellos destinada, si bien parte de culpa tengo por gustar de experimentar y probar todo tipo de sustancias naturales, fermentadas o alambicadas, en lugar de emplear todo mi tiempo en el sexo, teórico y práctico, que al fin y al cabo es lo que me van a pedir mis alumnos universitarios que les enseñe.

Tras analizar toda la documentación en poder del bueno de “H” he llegado a la conclusión de que la historia de Omega, en cuanto a sexo y todo lo demás, es tan peculiar que no puede ser ni comparada ni armonizada con el resto de historias planetarias vividas por seres inteligentes en esta parte de la galaxia o en cualquier otra parte o galaxia. Todo iba bien (si algo fue o puede ir bien en un tema tan complejo como el sexo) hasta que el mesías de Omega llegó a nosotros en su nave, tan avanzada incluso para otras naves que surcaban en aquel tiempo nuestros cielos, sin que los omeguianos de entonces se enteraran de lo que estaba ocurriendo. A partir de aquel momento histórico, tan repetido, analizado y manoseado, toda la historia sexológica de Omega cambió para siempre.

Pero hoy les quiero hablar de otro cambio profundo e irreversible que se produjo cuando nuestra inteligencia artificial, el bueno de “H”, tomó las riendas y nos cambió a todos de arriba abajo. El bueno de Helenio de Moroni, su inventor, dejó en el interior del cráneo de “H” una programación tan avanzada como sofisticada. No fue hasta una fase avanzada que la inteligencia artificial puso a disposición de todos los omeguianos que lo desearan el famoso casco virtual, que tanto sirve para la reparación y curación de enfermedades físicas y mentales, como para propiciar sueños de todo tipo y experiencias tan lúcidas y psicodélicas al mismo tiempo como es el sexo virtual.

Este es un tema amplio, por lo que en este capítulo, solo sentaré las bases de un más profundo y meticuloso estudio sobre el tema. Como saben todos los que han aceptado la égida de “H” este maravilloso dios omeguiano nos ha surtido de todo y además gratis. A través del monolito que es el centro de todo hogar y por el que recibimos comida y vestido, así como otros artilugios domésticos, mediante la teletrasportación, también se reciben todo tipo de canales holográficos, tanto informativos como de ocio y divertimento. Todo iba bien y era perfecto hasta que por teletrasportación llegó el casco virtual que tantos quebraderos de cabeza iba a producir.

Con él llegaron las instrucciones y cada aburrido y hastiado omeguiano se dispuso a probarlo el primero. Hubo cierta prudencia y reticencia a la hora de utilizarlo para dormir, puesto que a través de los sueños el bueno de “H” se introducía en nuestras mentes y cuerpos y sin pedir permiso previo (lo que más molestó) se ocupara de “arreglar” todo lo que pudiera ser arreglado en cuerpo y psiquis. Claro que lo que dijo fue lo mínimo, porque todos sospechamos que hay mucho, mucho más.

Para convencernos nos tentó con la zanahoria, a las damas, y con los melones a los caballeros, o al revés o todo junto, según cada gusto y forma de disfrutar del sexo. Se hicieron experimentos antes de que la “navegación” virtual se hiciera libre y de todo punto placentera. Nuestra inteligencia artificial quería probar y experimentar hasta dónde nos llevaría semejante libertad orgiástica y las consecuencias físicas y mentales que tendría esa herramienta de todo punto imprevisible y casi divina.

Como era preciso respetar la libertad de todos y cada uno de los omeguianos, el primer paso para el sexo virtual era el consentimiento previo. Una vez que los participantes se encasquetaban los cascos en las cabezas, recibían la bienvenida de “H” y se procedía a dar los primeros pasos en el protocolo. Algo así como en el matrimonio ancestral, donde aquella vieja fórmula pasó a la historia: ¿Quieres…? Solo que en este caso se preguntaba a fulanito si quería sexo con menganita o a menganito si quería sexo con fulanito y fulanita o fulanitos, etc. Todos daban su aquiescencia que era grabada por si alguno luego no se acordaba o no quería acordarse tras una experiencia desagradable.

La pareja participante o los participantes, en el caso de las orgías, se presentaban, primero vestidos y se hablaban un poco para “entrar en calor”. Luego se presentaban desnudos y aprendían a “mirarse” y “tocarse” de forma virtual, a través del casco que generaba manos y cuerpos virtuales. De esta forma se producía un auténtico encuentro sexual, solo que de forma virtual. La diferencia entre real y virtual pasó a ser “ninguna” una vez que “H” fue ajustando programación y controles. Incluso con el tiempo, no mucho, el sexo virtual llegó a ser tan intenso y “delicioso” que el sexo real hubiera pasado a la historia de no ser porque nuestra inteligencia artificial, convenientemente programada por Helenio de Moroni dejó de premiar con créditos a los participantes en el experimento y a premiar con grandes créditos a quienes siguieran practicando el sexo “real”, que por otro lado ya no era necesario, desde la época del mesías de Omega, para procrear retoños. Pero este es un tema complejo que mejor desarrollaremos en otro capítulo. Mientras voy a probar una nueva hierba que me han dicho que es completamente natural, sin efectos psicodélicos y en absoluto adulterada por los jóvenes terroristas de las montañas negras. Luego les cuento. Y no me sean puritanos que no hay peor droga y más psicodélica que conectarse a los circuitos holográficos del bueno de “H”.

Continuará.

miércoles, 2 de septiembre de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD XII









Heather se acerca al piano, levanta la tapa y acaricia las teclas con suavidad.

-Después del postre tocaré para ti. Pero ahora tienes que ayudarme con la comida.

Me conduce de la mano a la cocina, abre el frigorífico, enorme, último modelo, y saca una fuente con la ensalada.

-Toma, llévala a la mesa.

Lo hago mientras ella abre el horno y con una manopla saca una enorme bandeja de cristal. Coloco la fuente sobre la mesa y así comienza nuestra cena romántica. Agradable, sin prisas y con la intimidad de dos amantes que nunca podrán dejarse de ver porque de Crazyworld no escapa nadie. Aparco mi obsesión por fugarme de aquella jaula de oro que ahora está más viva que nunca. Si Jimmy no lo ha conseguido en todo el tiempo que lleva allí, yo no soy más listo que él, tendré que tomármelo con calma, con mucha calma. El recuerdo del Pecas me conturba, sé que voy a tener que soportar una buena tormenta cuando lo vuelva a ver, incluso puede que algún que otro puñetazo…si le dejo. Aparco también mi recuerdo de Jimmy y me centro en Heather que no deja de sonreír y de servirme ensalada, asado, vino. Quiere que hable, pero yo no sé de qué hablar, no recuerdo nada, o casi nada. Le comento otra vez lo del gigoló y se ríe con ganas.

-¿Sabes? No me molestaría que fuera verdad. No quiero ni pensar en lo que me harás cuando recuerdes tus habilidades de gigoló.

Y se ríe con ganas. Sigo con el tema. ¿De dónde podría proceder sino mi deportivo? Tal vez yo sea uno de esos jóvenes ejecutivos que se ganan la vida especulando en la bolsa. Eso sí que no me gustaría. Nada. Y vuelve a reírse hasta atragantarse. Tengo que levantarme y darle unos golpecitos en la espalda, luego acaricio su pelo y beso su nuca. Regreso a mi sitio y aparco el tema. Se me ocurre que tal vez ella pueda satisfacer mi curiosidad. Aún no he comenzado con las preguntas. Antes quiero que ella me diga que no le molesta como tema de conversación durante la cena romántica. Ya tendremos tiempo de romanticismo y sonríe.

-¿Cómo pudo llegar una mujer como tú a esta cárcel, a esta jaula de oro?

-Tuve una vida difícil. A los quince años mis padres murieron en un accidente y me quedé sola. Habían roto con su familia para casarse y no se volvieron a ver. Ni siquiera supe si algún familiar se había enterado de su muerte porque nadie se puso en contacto conmigo. Por suerte mi desarrollo físico me permitió aparentar que tenía más años de los que decían mis papeles por lo que decidí no volver a utilizarlos hasta que fuera mayor de edad. No fue fácil vivir sin papeles, pero otros lo hacían todos los días, solo tenía que tomar precauciones elementales, comprar todo sin tarjeta de crédito, no comprar nada que supusiera firmar algún papel, no acudir a sitios donde pudiera aparecer la policía y pedirte identificación, encontrar trabajos donde pudiera pasar desapercibida, sin contratos, sin llamar la atención. Hice un poco de todo. Apenas ganaba lo suficiente para pagar el alquiler de un cuchitril diminuto y comer todos los días. No era mucho, pero solo tenía que esperar algunos años y todo cambiaría. Por desgracia además de estar más desarrollada de lo normal también era más guapa de lo debido. Lo supe cuando me pasaba los días intentando ahuyentar a idiotas que creían que podían acostarse conmigo solo con decirme cuatro guarradas y amenazarme si les mandaba a la mierda. Decidí aprender a defenderme y acudí a un gimnasio donde enseñaban defensa personal y artes marciales. No me llegaba el dinero, pero tuve la suerte de comentarle a una buena chica con la que había trabado una cierta amistad, que no podría volver porque no podía seguir pagando la mensualidad. Nunca olvidaré aquel detalle. Sus padres tenían dinero y ella me ofreció hacerse cargo hasta que yo encontrara un trabajo que me permitiera volver a hacerlo. Nos hicimos muy buenas amigas, hasta el punto de que me atreví a comentarle mi situación. Se sorprendió mucho, no aparentaba la edad que tenía. Lamentó mi desgracia y quiso ayudarme presentándome a sus amigos y pagándome los viajes que hacía la pandilla para divertirse. No acepté, mi situación podía complicarse en cualquier momento y quería pasar desapercibida a toda costa. Ella lo entendió, pero no dejó de insistir para que conociera a algunos amigos de confianza. Al final se salió con la suya. Acabé perdiendo la virginidad con uno de sus amigos, un buen chico que me gustaba mucho. Su padre tenía una empresa de seguridad. Se ofreció a hablar con él para que me diera un trabajo como guardia de seguridad. Me dio miedo de que su progenitor fuera un mal tipo e intentara aprovecharse de mí. Me dije que ya solo me quedaba un año para la mayoría de edad y por mal que fueran las cosas lo peor que podría pasar es que tuviera que marcharme de allí. Aguantaría unos meses en cualquier lugar y de cualquier manera, luego, en cuanto pudiera volver a utilizar los papeles mi vida volvería a ser normal. Me arriesgué mucho. Tuve suerte porque el padre no era mala persona y no hizo preguntas. Su hijo parecía estar enamorado de mí. Me ilusioné con la posibilidad de que llegáramos a casarnos, fundar una familia y olvidarme de la pesadilla que había vivido hasta entonces. Todo fue bien durante un tiempo, hasta que el hijo terminó la universidad y entró a trabajar en un despacho de abogados. Allí conoció a la hija del jefe que se enamoriscó de él y comenzaron los problemas. De pronto descubrió que no estaba tan enamorado de mí como pensaba y su padre le animó a dejarme porque su futuro sería más esplendoroso con ella que conmigo. Tuve que dejar el trabajo. Decidí marcharme lejos, no me fiaba que no se fuera de la lengua. Solo me quedaban unos meses y no quería que los papeles me complicaran la vida. Trabajé en alguna empresa de seguridad de tres al cuarto, donde solo les interesaba mi experiencia. No quise firmar un contrato. Se limitaron a bajarme el sueldo y a hacerme trabajar más horas. Alcancé la mayoría de edad y entonces me marché y conseguí un buen trabajo en otra empresa, esta vez con contrato y papeles. Como nos daban cursillos gratis, prácticas de tiro y no tenía que mantenerme en forma en el gimnasio me puse a estudiar piano. Te reirás, pero era una ilusión de niña, no sé por qué, mis padres no eran precisamente unos apasionados de la música, tal vez viera alguna película. Entonces ocurrió. Tras algún tiempo me fijé en un anuncio en la prensa, buscaban guardias de seguridad, muy bien pagados, para un trabajo en un lugar solitario. El sueldo era tan alto que no me lo pensé dos veces. Ahorraría y podría dedicarme a buscar algo que me gustara para el resto de mi vida, no sabía qué, pero algo. Así caí en las garras de ese cerdo de Arkadín.

-Perdona. Por lo que me cuentas debes ser más joven de lo que aparentas. ¿Cuánto tiempo llevas ya en Crazyworld?

-No lo sé. No me creerás, pero es así. Aquí nadie cuenta el tiempo que lleva prisionero. Puede que cinco años, tal vez más.

-Entonces debes tener poco más de veinticinco años.

-Ya te dije que siempre me echaron más años de los que tenía. No te equivocas mucho, aunque debo aparentar más de treinta. Tú debes andar también por ahí.

-Me da risa responder a todo que no me acuerdo, pero es la verdad. Si realmente era un gigoló debí empezar pronto, es un negocio donde cuenta mucho la juventud.

-Y la guapura, rico. Eres lo más guapo que ha caído por aquí. Me gustaría que lo nuestro durara, no encontraré nada mejor en este maldito antro. Entiéndeme bien, no estoy diciendo que te vas a quedar aquí para siempre. Espero que no, pero todos llevamos años pensando en fugarnos, tramando delirantes fugas, nadie lo ha conseguido hasta ahora, ni siquiera el que más ha estudiado las posibilidades, el pesado de Jimmy. Me gustaría que tú lo consiguieras y me llevaras contigo, aunque recordaras tu vida pasada y realmente fueras un gigoló. Creo que podría convencerte para que lo dejaras. Por cierto, prométeme que si lo recuerdas y fuiste un gigoló, tienes que contarme con pelos y señales cómo fue tu vida.

-Te lo prometo. Si quieres no me contestes. Me gustaría saber si te has acostado con el Pecas.

-No, por Dios. No es que aquí haya mucho donde escoger, pero algo hay y él sería mi último candidato.