lunes, 25 de marzo de 2019

LUIS QUIXOTE Y PACO SANCHO IX












CAPÍTULO III




DE CÓMO PACO SANCHO FUE NOMBRADO DELEGADO DEL GOBIERNO EN LO QUE CREYERON UNA ÍNSULA Y RESULTÓ SER LA FINCA DE UN POTENTADO BROMISTA




Nuestros apacibles personajes siguieron rutas apacibles por carreteras secundarias, donde el tráfico no molesta demasiado ni siquiera en horas punta. La velocidad de sus cabalgaduras era tan lenta que algún conductor apresurado, como casi todos, tocó el claxon con denuedo para incitarles a tomarse la vida con una prisa que estaba muy lejos de sus deseos. Luis Quixote seguramente estaría pensando en su amada, que cada vez estaba más cerca, una vez armado caballero. Paco Sancho, por el contrario, como siempre, reflexionaba sobre cosas prácticas, tales como jugar a la lotería, al cuponazo, a la bonoloto o a cualquier juego de azar que permitiera llenar sus alforjas de algo más que un trozo de hogaza, queso manchego y embutidos que el dueño del castillo, venta o mesón, había tenido la precaución de darle, a escondidas de su “amo” el bueno de Quixote. Su zarrapastrosa cartera apenas ocultaba algo más que unos pocos billetes de euro, con los que no llegarían muy lejos. Le vino a las mientes el episodio de la ínsula Barataria, donde el práctico de Sancho Panza se dejó llevar por su ingenuidad y alcanzó cumbres tan altas como las que solía patear Don Quijote. Una vez armado caballero su Quixote particular se podía esperar casi cualquier cosa de sus calenturientas fantasías, pero no hasta el punto de acabar en una ínsula manchega, agasajado por bromistas potentados, que actualmente lo siguen siendo, incluso más que en tiempos de Cervantes. Tampoco faltan duques palaciegos, princesas y hasta marqueses de pitiminí. Pero no caería la breva de encontrarse con alguno “dellos” en sus fincas de caza, que siguen existiendo por la gran llanura manchega. Lo más que él conocía era un político de postín, conocido de un buen amigo, dueño de una tienda de artesanía situada cerca de una gasolinera, por la conocída autopista A-4. Era uno de los pocos contactos que aún conservaba en su nuevo Smartphone de gama baja, adquirido al llegar de nuevo a España, tras un largo viaje en barco cochambroso, desde territorio USA. En los pasajes se gastaron sus pocos ahorros, y bastante tuvieron con poder pagar también el pasaje de sus viejas motos. Luis Quixote renunció al uso de esos artilugios mágicos que seguramente habían creado sus magos enemigos, para acabar enredándole en una aventura que le llevara al calabozo de algún palacio extraño, lejos de su amada.




Paco Sancho rememoró aquellos malhadados tiempos, unos meses antes de que su amigo tomara la decisión de regresar a la patria. El constante uso y abuso de hierbas y otras sustancias químicas psicoactivas, además de algunas pastillas que decidió probar en una especie de comuna hippie cercana a Baltimore, donde pensaban embarcar para España, si es que encontraban algún barco de carga que les admitiera, aunque fuera como marineros de tierra, acabó con la poca razón que aún le quedaba al bueno de Luis Quixote, quien, tal vez pensando en su tierra manchega, acabó por obsesionarse con lo más emblemático de su patria chica, el libro entre los libros, Don Quijote de la Mancha. Pocas veces le habló antes de aquel libro y aquellos personajes, solo que le habían obligado a leerlo en el bachillerato y le pareció un ladrillo, dijeran lo que dijeran. Encontró, verdadero milagro, una edición española en una tiendecilla donde pararon a preguntar si tenían planos de la zona. Desde entonces no dejaba de leerlo en sus ratos libres, que eran muchos, y bien se podría decir de él que se pasaba las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio, como su ahora admirado personaje. No podría decir cuándo su amigo perdió totalmente la razón y el rumbo, porque fue de poco a poco, y sólo cuando, por otro milagro del destino, se encontraron con un compatriota manchego en una taberna, quien, ya bastante ebrio, les abrazó como un náufrago a un madero del naufragio de su barco, y no quiso dejarles ni un segundo hasta que Paco Sancho, porque Luis Quixote estaba en otros mundos, le contó sus andanzas USA y puso de manifiesto su deseo de regresar a la patria chica, aunque fuera en una chalupa. El manchego, hombretón en la cincuentena y patrón de un viejo barco rescatado del desguace, para hacer portes baratos desde donde se le pidiera hasta donde fuera menester, así se tratara de las antípodas, se echó a reír muy regocijado y les dijo que les ofrecía su barco para lo que fuera menester. Tan solo tendrían que pagarle un pasaje barato y trabajar en lo que fueran capaces de hacer, porque los manchegos somos más marineros en tierra que Alberti, que era del Puerto de Santa María. De lo que colijo el bueno de Sancho que aquel compatriota debía ser hombre culto y tal vez hasta hubiera leído el Quijote, lo que venía de perlas, porque tal vez se tomara a risa las desaforadas fantasías de Quixote.













No quiso pensar más Paco Sancho en aquel malhadado viaje ni en las tristes aventuras en USA, por lo que se centró en cosas más prácticas, tales como superar la vieja moto de su amigo, lo que no le fue difícil, porque este iba tan enfrascado en sus pensamientos que cada vez deceleraba más y hasta comenzaba a hacer eses, para hacerle señas de que parara en el camino de tierra que se veía a unos pasos o rodadas. Ya llevaban un buen trecho de camino, desde que salieran de la venta, y la última comida la tenía en los pies. Necesitaba trasegar algo y hablar con Luis Quixote acerca de sus planes, si es que tenía alguno.




Aposentóse con su caballería en el desvío e hizo señas al bueno de Quixote que no le vio y a punto estuvo de llevarle por delante si no fuera porque quiso el mago Chilindrón, archienemigo suyo y patrono de todos los desaforados malandrines que se mueven por las carreteras y caminos del reino, que justo unos metros por delante de Paco Sancho quedaran restos de aceite vertido por los mozos del siguiente pueblo, para que en las fiestas patronales todos los visitantes forasteros resbalaran de sus cabalgaduras y se dieran un buen porrazo. Suerte tuvo Luis Quixote, tal vez protegido por algún mago bueno y protector, si es que aún le quedaban, de que el tiempo, que todo lo cambia, echara polvo y tierra sobre la mancha y así el resbalón fue poca cosa, no obstante suficiente para descabalgarle y hacerle rodar por el duro y agrietado asfalto, hasta quedar, él y su cabalgadura, a los pies de Paco Sancho, quien se llevó las manos a su cutre casco de motorista y quitándoselo de un manotazo se mesaba los cabellos como si hubiera perdido su equipo favorito, si es que lo tuviera o tuviese.




Cuando, una vez auscultado con toda desfachatez, comprobó que su amigo del alma no había sufrido ningún desperfecto serio y que su cabalgadura, una vez apagada y sus ruedas quietas, podía ser retirada hasta el inicio del camino de tierra, decidió que nada impedía arrastrar como pudiera, colgado de su hombro, al bueno de Quixote, hasta la sombra que daba una pequeña edificación de ladrillo y hojalata, porque otra sombra no había por allí, y embaular algo en el vacío y quejoso baúl de sus tripas.




En cuanto llegaron, ayudó a su amigo a aposentar sus posaderas en el suelo terroso y a apoyar su espalda en la pared y él se dedicó a desembalar los alimentos que su buen amigo les había colocado en el zurrón que Sancho comprara con anterioridad en la tienda de otro buen amigo, dedicado al queso manchego y a los productos de artesanía típicos de la tierra y de otras tierras, que a todo se acomoda el turista moderno, personaje que no tiene relevancia en esta historia pero sí importancia, dado que sin su intervención no se hubiera producido el episodio que estamos narrando.













Mientras Paco Sancho lo preparaba todo sobre una servilleta mugrienta que siempre llevaba en el zurrón y que nunca lavaba aduciendo que para ensuciarse al rato no merecía la pena esforzarse mucho, su amigo, dolorido y quejicoso, había sacado del gran bolso interior de su chupa de cuero su pipa y las finas hierbas que él consideraba tan mágicas y milagrosas como el bálsamo de Fierabrás, o incluso mejores, y con la maestría que da el uso continuado y habitual, se preparó una cachimba que prendió enseguida y se puso a aspirar con gran delectación. Pronto dejó de quejarse de sus dolencias, e incluso de recordar lo sucedido y pensando en su señora Dulcinea, moza fermosa del Toboso, se quedó traspuesto, con tan mala pata que parte de las finas hierbas de su bolsita especial, que había quedado sin cerrar, fue a parar a los alimentos que estaban sobre el sucio mantel, algo que Paco Sancho no pudo ver porque andaba muy ocupado en trasegar vinillo de la tierra de su bota de cuero, tal vez comprada también en la tienda de su amigo, fuera ésta artesanía propia de La Mancha o no, que eso lo desconoce el narrador, que bastante tiene con contar esta historia como para andar buscando en Google todos los detalles necesarios. Y fue este nimio detalle en apariencia el que usara con muy mala baba el mago Chilindrón para que todo se precipitara, porque Paco Sancho, siempre tan comedido y prudente y pegado a la tierra agarró un colocón tremebundo que no se le pasaría en varios días y que le llevó a cometer todo tipo de insensateces y a creerse todas las bromas que le gastarían unos desalmados potentados sin entrañas. Pero de eso hablaremos más adelante.




Lo que nos ocupa ahora y debe ser narrado antes y lo otro después como debería hacer todo narrador que se precie y no como los modernos que todo lo trastocan, ponen primero lo último y luego lo primero, una técnica que llaman flashback, o narran en paralelo diferentes historias, con lo que la narración se convierte en encaje de bolillos y el lector no solo se pierde, sino que como le gustan más unas historias que otras, pierde los ojos con unas y le cuesta leer las otras, como si le hubieran puesto encima una cabalgadura y tuviera que caminar a la fuerza. Este narrador Cide Hamete Berenjeni, es de los clásicos y por tanto narra primero lo primero, segundo lo segundo y lo último en último lugar y no se mete en encajes de bolillos que no sabe hacer ni nadie le enseñó. Por eso no narraré en paralelo lo que estaba ocurriendo en una finca no muy lejana, propiedad de un potentado sin escrúpulos que preparaba una gran fiesta para amigos y amigotes. Este potentado con patente de corso era un duque o conde o marqués, que todavía siguen existiendo en estos tiempos tan modernos. Pero no diré ni un ápice más, porque no viene a cuento y a nadie interesa.




Es por lo que se tercia contar lo que está ocurriendo ahora y no lo que sucederá en el futuro, si es que sucede. Paco Sancho, que trasegaba como una lima siempre sin que tuviera necesidad de ser animado, ahora no lograba rellenar su baúl, por mucho que embaulara, y ello era debido al apetito voraz que suele generar esta clase de finas hierbas, efecto que muchos conocen, casi todos, No obstante como todo lo que comienza tiene que terminar, casi liquida todas las provisiones del zurrón, y si no lo hizo fue porque su estómago-baúl no daba para más, no por un sentimiento cristiano de dejar algo para su amigo, que ocupado en sus delirios no necesitaba llenar su panza, sino el infinito cántaro vacío de su mente, donde cabía todo lo que fuera líquido o más bien volátil.




Otro de los efectos, que no son los mismos en todos los consumidores, ni con la misma intensidad, y lo sé no porque yo haya probado esas hierbas diabólicas, sino porque me lo han contado, y ustedes se lo pueden creer o no, según prefieran, decía que otro de los efectos es la hiperactividad que genera, o más bien todo lo contrario, quedarse tumbado y sin moverse, en Babia, como le estaba sucediendo a Luis Quixote. En este caso tenemos dos “exiemplos” opuestos y contradictorios. El flaco, que debería estar hiperactivo, se había recostado aún más hasta llegar a tumbarse, y el gordo, que debería estar tumbado, sesteando y roncando, no paraba de moverse, guardando lo poco que quedaba en el zurrón, de cualquier manera, recogiéndolo todo, hasta un melón que había por allí, puesto que aquella finca era un melonar, aunque no lo hayamos dicho hasta ahora, y el melón estaba en plena madurez y a punto de ser recogido, por lo que el lector avispado deducirá que estamos en verano y en plena Mancha, lo que explica muchas cosas. La Mancha es buena tierra para melones, uvas y otras frutas de la tierra. El delgado Luis Quixote hubiera puesto el grito en el cielo de haber sabido de la mangancia de su amigo gordito, no en vano era un caballero, lo que es lo mismo que decir que era honrado, respetuoso de la ley y aunque defensor del pobre y menesteroso también lo era del honrado empresario que cultiva sus melones, regándolos con el sudor de su frente y tiene derecho a cada uno de sus melones, si bien no estaría mal dedicar un diezmo para los desheredados de la fortuna y los hidalgos pobres, pero eso es algo que debe brotar de su naturaleza bondadosa, no del latrocinio más o menos justificado. Como no vio nada, nada dijo. Y aquí viene a cuento traer a las mientes uno de los refranes quijotescos más conocidos: Ojos que no ven, corazón que no siente.




Sancho logró a duras penas poner en pie a Quixote, pero no hubiera logrado hacerle caminar un paso de no haber sido por una idea genial que llegó a su gran cabeza, ahora más liviana y lúcida debido al buen efecto de las hierbas, que no solo causan consecuencias nefastas, sino que también producen resultados positivos, como todo en la vida, todo tiene una doble cara, la cara y la cruz. Se le ocurrió decirle que el sabio Cocoliso había traído en volandas a su amada Dulcinea para levantar el ánimo de su caballero, algo que les ocurre a todos en algún momento de su vida. Apenas Quixote hubo oído y comprendido lo que le estaba diciendo su amigo cuando reaccionando con brusquedad comenzó a caminar a largos y apresurados pasos, tanto que a Sancho le resultó trabajoso seguirle, con su mochila al hombro y la barriga pesada y turbulenta. El ajetreo de su barriga causó movimiento de gases y las flatulencias salieron disparadas por el primer agujero que encontraron. Se podría decir, en metáfora moderna, que encendió el turbo, lo que aceleró su caminar. Sin duda que su amigo habría sacado a relucir la famosa frase quijotesca de que “aquí huele, y no a ambar, amigo Sancho” si sus sentidos hubieran estado centrados en otra cosa que no fuera la fermosura de su amada. Tanto apresuramiento tuvo mal resultado, porque Quixote tropezó en un pedrusco y se vino abajo, allí quedó, en el suelo, maltrecho y sangrando por la nariz. Para que luego digan de los efectos negativos de las hierbas, la mente pausada, casi letárgica de Sancho, se aceleró como impulsada por el turbo, y sin pensarlo mucho le dijo:




-Amigo Quixote, no se rinda, que su amada Dulcinea le espera con sus mejores galas, anunciando sus encantos con un escote profundo y generoso.



martes, 12 de marzo de 2019

TERROR EN LAS MENTES VI




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  CARTAS MENTALES DEL TELÉPATA LOCO V

Querido amigo:

Veo que aún sigues asustado... y no es para menos. El cielo y la tierra ocultan secretos solo al alcance de los iniciados que han logrado superar antes la prueba del terror, del poder y del amor. El hecho de que el universo sea, en el fondo, una simple creación mental, como las nuestras, aunque de una amplitud inimaginable para la mente humana, que esté empapado de mente hasta en los intersticios de las piedras. Es para poner los pelos de punta al más pintado. Te aconsejaría que leyeras el Kybalion de Hermes Trismegisto para que te fueras haciendo una idea de lo que te puedes encontrar si persistes en conocer el Gran Secreto.  Me consta que eres un cobardica de mucho cuidado... Ni siquiera intentas negarlo. Me dices que yo también lo soy y no sabes cuánta razón tienes.

No me dan compasión tus terrores y temblores puesto que yo los pasé en su momento y sé cuán necesarios son para que solo lleguen a la telepatía los que puedan superar el miedo...Cierto, amigo, el miedo me ha llevado a la locura e incluso al asesinato mental como ya te contaré en su momento. Pero a pesar de ello pasé el terror de la iniciación y eso es algo que pocos pueden decir. Ya no me sirve tu deseo de volverte atrás. Me insultaste, me calificaste como no hubieras hecho con el psicópata más despiadado de esta prisión, un planeta llamado Tierra. No tuviste la menos comprensión hacia mis debilidades. No las tendré yo con las tuyas. Tendrás que escucharme hasta el final. Sufrirás esta iniciación hasta las últimas consecuencias y si cuando todo termine continuas pensando de mi lo que pensabas antes es que el poder de mi mente es pura ficción. Entonces podrás respirar tranquilo y reírte a tus anchas hasta cansarte.

Con tu permiso comenzaremos el análisis de la prisión donde nos han encerrado antes de diseccionar sin compasión al prisionero. Mira, aunque te parezca la mayor estupidez que has oído nunca, debo decirte que el dogma de que el ser humano no es otra cosa que puro cuerpo es una de las manipulaciones mas interesadas y terribles que mente alguna pudo imaginar. Ese dogma nos permite ser insolidarios con los otros, con los prójimos que se mueren de hambre o son torturados y masacrados sin piedad. No se oye una voz en su favor. Se les considera de última categoría por el hecho de ser de otra raza, haber nacido en otro lugar o simplemente estar lejos de nosotros.

Si solo somos cuerpo, materia, no hay razón alguna para que el otro merezca nuestro interés más allá de transformarlo en instrumento de nuestros deseos y satisfacción de nuestras necesidades. Un cuerpo no puede ser hermano de otro por el simple hecho de tener un código genético semejante en un 98 o 99%. De la misma forma que una piedra no puede ser hermana de otra por pertenecer al mismo estrato geológico. Seamos lógicos hasta las últimas consecuencias. No amamos más a nuestra familia por tener nuestra misma sangre que a la pareja que hemos elegido en base al amor que sentimos por ella. La sangre vale poco si el amor no está presente. La prueba la tienes en tanto maltrato y perversión como estamos observando entre humanos en estos tiempos apocalípticos.

...Un momento...Ya hablarás luego cuando termine mi discurso. La telepatía puede ser un diálogo de sordos si no dejamos que cada cual hable cuando tiene el turno. Te decía que vale más el amor que el código genético. ¿Y qué es el amor?. Algunos cientifistas se limitan a definirlo como un cóctel de hormonas que se dispara por alguna causa desconocida de momento para nosotros. Si así fuera bastaría con hacerles tragar el bebedizo adecuado a los maltratadores, psicópatas, verdugos o asesinos en serie y ya tendríamos a tiernos corderillos abrazándose amorosamente... De acuerdo en lo que me dices de que podría llegarse a ello con el tiempo. Ahora bien, me pregunto si esas personas, a las que se suministraría ese bebedizo, seguirían siendo libres. ¿Qué es la libertad? ¿El resultado final de la interrelación de sistemas? Si el acto libre es el resultado de la actividad neuronal, hormonal, de la influencia ambiental en nuestro sistema cerrado, también llamado individuo, entonces me pregunto a qué viene condenar a muerte a un asesino o encerrar de por vida a un delincuente. Si no es libre para delinquir porque sigue los dictados de sus hormonas que me digan en qué se basa la justicia para condenarle. La justicia humana presupone la creencia en la libertad del individuo, de otra forma sería una injusticia tan monstruosa que debería caérsenos la cara de vergüenza.

¡Chupate esa!... Sí, te escucho.

martes, 5 de marzo de 2019

TERROR EN LAS MENTES V




CARTAS MENTALES DEL TELÉPATA LOCO IV

EL SECRETO DE LA TELEPATÍA

Querido amigo: Como te...(sí, sí, te voy a tutear...no hay de qué, gracias a ti) vas comportando cada vez mejor con este tu verdugo, he decidido hacerte partícipe de los secretos de la telepatía...De nada, de nada. Estás de un agradecido que lo tiras. Quiero agradecerte también yo que hayas dejado de pensar barbaridades de mi cuando crees que no puedo oirte. Ante tu insistencia, casi feroz, en saber de qué vaina procede este fruto, voy a contarte algunos secretos de conocimiento imprescindible. Me parece que deseas entrar en nuestro gremio, formado por...por... me temo que aún no estás preparado para saber nuestro número, y por lo tanto inicio con esta conferencia un ritual iniciático, que caso de ser aprobado, te dará derecho a un certificado mental que podrás exhibir cuando otro telépata, que hurga en el mismo cerebro que tú, te recrimine antes de iniciar una guerra mental de imprevisibles consecuencias.

Para llegar a formar parte de nuestro grupo iniciático tendrás que alcanzar cumbres mucho más altas de sabiduría que aquellas a las que has trepado hasta el momento, y como... Disculpa esta larga pausa. Es necesario que la mente respire de vez en cuando o termina por bloquearse. Los párrafos tan largos me dejan exhausto. Estoy pensando en inventar un estilo más apropiado para la comunicación telepática, algo así como un morse telepático, que nos permita hablar horas y horas sin notar el menor cansancio sobre cualquier cosa que se nos ocurra. Algo así como la televisión, aunque eso de mandarnos imágenes es para pensárselo fríamente durante décadas. ¿Te imaginas que al contactar con tu mente me envíes la escena completa del acto amoroso que estás realizando en ese momento con tu pareja?...¿Qué te parece horroroso, pero que también tiene sus compensaciones, que tú disfrutarías también de mis acrobacias sexuales?...Eres un ingenuo, un pipiolo... Y no te pongas así que peores cosas nos acabaremos diciendo. El hecho de que yo sea telépata no significa que sea el más guapo ni que hipnotice a las señoras hasta el punto que hagan cola ante mi puerta.

Y paso a lo esencial de esta charla. Mira, amigo, uno de los secretos mejor guardados de la creación es la existencia de universos invisibles para los ojos de la carne. Es el Gran Secreto, con mayúsculas, que se nos ha ocultado cuidadosamente a lo largo de la historia para impedirnos que abandonemos la cárcel del cuerpo sin haber cumplido los años de condena que se nos impusieron en su momento y que han borrado de nuestra memoria... ¿Quién?...¿Qué importa eso? No debes preocuparte nunca por aquello que no puedes controlar. Esa es una de las reglas de oro del telépata. Para que lo sepas.

Me gustan los ejemplos, exiemplos, como me gusta decir a mi. Te pondré uno, para que la idea te cale bien profundo. Imagina que nuestras autoridades poseyeran medios para hacer olvidar a sus presos la existencia del mundo exterior y hazte a la idea de que poseyeran mayoría democrática  suficiente para que este macabro plan fuera llevado a cabo. Imagina... Sí, ya sé que te pido mucho, pero tú no eres lelo, así que ponte a trabajar un poco... Imagina, te decía, las consecuencias que se derivarían para los pobres presos y cómo se sentirían. Algo así puede estar sucediendo en el mundo invisible. Los condenados a prisión por haber delinquido ( en formas difíciles de concretar para quienes no hemos visto ese mundo ni en pintura) somos encarcelados en el cuerpo físico que corresponda. Ellos, nuestros verdugos invisibles, pueden estar manipulando los genes y las circunstancias para que cada cual reciba el cuerpo que se merece. Al tomar posesión de nuestra celda se nos inyecta el olvido en nuestras consciencias... No, no es tan difícil como tú piensas. Tu subconsciente lo hace todos los días. Te olvidas de los eventos desagradables y con el tiempo no llegas a recordar de tu pasado ni lo imprescindible.

De esta forma no encontrarás persona alguna que admita tener la seguridad absoluta de que exista algo más que el cuerpo que se toca y ve reflejado en el espejo y el mundo físico que le muestran sus ojos y los restantes sentidos. Los ateos hacen gala de esta creencia y se pavonean delante de los creyentes como adultos que conocen secretos que no están al alcance de los niños. Los adultos engañan a los pequeños con el miedo al hombre del saco y por dentro se ríen del inmenso miedo que generan en sus pequeñuelos. Esto mismo o de forma parecida puede estar pasando. Los adultos del mundo invisible nos están manipulando. Nos meten tanto miedo en el cuerpo haciéndonos creer que no existe otra realidad que esta temporal, que esta mierda de mundo, que ya ni somos capaces de pensar por nuestra cuenta.

...Sí, sí, te estoy escuchando. Me estás diciendo que eres ateo y que no crees en nada que no puedas ver, oír, tocar, etc. Y por lo tanto que todo este discurso es una tontería y que estoy loco, majara, como un cencerro...y que no se pueden comparar la realidad y la pura ficción... Ja,ja, permíteme que me ría un poco. Supongo que antes de que yo te contactara mentalmente no creías en la telepatía ni que lo que estoy haciendo contigo pudiera hacerse. Nuestros antepasados no creían en la televisión ni en los aviones, ni en el viaje a la luna, ni que existieran unas cosillas llamadas protones o neutrones, ni que con microscopios electrónicos pudieran verse partículas diminutas que nuestros ojos no ven, ni que con los telescopios podamos ver ahora estrellas que antes no veíamos y que, mira tú por donde, han desaparecido hace tiempo, pero las seguimos viendo...¿Qué todo eso sigue siendo materia y que por lo tanto no se ha descubierto nada que supere los puros límites de la materia?... Serás zopenco...¡Uy perdón!, se me ha escapado el insulto. Retiro lo dicho. Quiero decir que no me negarás que existe algo más que materia... Energía, eso es, energía. Algo admitido hasta por el propio Einstein.


La energía no parece muy visible...Sí, sí, claro que se ve con instrumentos materiales. Imagino que con el tiempo también podremos ver nuestras almas con instrumentos materiales. Pero ahora no vemos ni a jurar, somos unos cegatos bastante estúpidos. Puede que con el tiempo lleguemos a conocer cosas que ahora ignoramos. ¿Por qué entonces negar ahora todo? ¿Por qué no tener una mente más abierta y decirnos que pueden existir universos que ahora no conocemos?...¿Qué estoy desbarrando?...Cierto estaba a punto de decirte que las personas religiosas manifiestan su creencia en el más allá de forma tan estúpida que hasta ellos mismos se reirían de sus argumentos si fueran capaces de ponerlos delante de sus narices. El más allá es el diamante que todos creen cristal de culo de botella porque unos pocos iniciados en el secreto han decidido ocultarlo, manipulando con astucia a gente sin criterio, por razones que sólo ellos conocen, y conocen muy bien.

A pesar de esta larga e intensa manipulación, el Gran Secreto se nos muestra claramente en los momentos terribles, cuando la lógica y las viejas creencias ya no nos sirven de maldita cosa. Entonces uno comienza a creer en ideas en las que nunca creyó. Cuando nos vemos encarados a la muerte o nos callamos como muertos o si decimos algo no es para confesar que somos ateos recalcitrantes. Ante la muerte hasta el más ateo se va por la pata abajo. Nos aferramos a cualquier esperanza, hasta somos capaces de aceptar que alguien nos juzgue por cuatro mentiras y cuatro polvos mal echados. Cualquier cosa, incluso las calderas de Pedro Botero, con tal de seguir notando el culo. Claro que luego pasa el mal momento, las circunstancias mejoran, y ya puedes seguir disfrutando de la vida como antes, sin verte obligado a pensar en el más allá. El más acá es lo que cuenta.

La telepatía es el morse de los seres invisibles, energéticos, encerrados en cárceles de carne. Nos comunicamos constantemente y ni siquiera nos damos cuenta. ¡Hay que ser tontos del culo!. Tan solo los presos más avezados, inclúyeme a mi, han descubierto este pequeño secreto, comparado con el otro, con el Gran Secreto, claro.

...Sí, ya estoy notando tu respiración jadeante. Te has quedado patidifuso y permíteme la expresión. No esperabas un discurso tan lógico en el telépata loco. Pues vete convenciéndote de que soy loco porque los cuerdos no pueden aceptar lo que les molesta. No les pido que me crean en todo lo que digo, pero al menos que mantengan la mente abierta. Telepatía, ¡ugg qué asco!, más allá, ¡pero qué tontería!. Que se dejen de monsergas y piensen un poco. Es que los muertos no vuelven de las tumbas para decirnos que hay un más allá. Ja,ja. Si yo estuviera ahora muerto, que puede que lo esté, tú no tienes ninguna constancia, tal vez lo último en que pensaría es en volver para hablarle a cuatro idiotas, que me han hecho mucho daño, sobre la existencia del más allá. Incluso si tuviera seres queridos, que no los tengo, me lo pensaría dos veces si conociera los pensamientos íntimos que han tenido sobre mi a lo largo de su vida. Hasta si me pones en un brete, si mis seres queridos me hubieran amado con absoluta generosidad puede que me pensara en decirles una verdad que les haría mucho daño. Seguro que no hablarían de ello para que no les consideraran locos de atar.

Y ahora, mientras rumias esta primera entrega y vas asimilando las consecuencias que supone el hecho de que los seres humanos puede que seamos algo más que materia, permíteme que vuelva a mi cubil. Que me oculte entre los otros reclusos, que ponga mis ondas en el éter, allí donde se juntan todas las ondas, de radio, de televisión, de satélites, de radares, etc, para que pasen desapercibidas. Tal vez alguna hermosa mujer se vuelva creyendo notar una mirada clavada en sus curvas y un pensamiento libidinoso en su nuca. No encontrará sino el vacío. Entonces pensará que ha sido una experiencia rarilla, molesta, pero no dará la menor importancia al hecho de que un telépata la haya desnudado con su mente sucia y perversa. Y es que pocas satisfacciones nos quedan a los telépatas ( tenemos que aguantar carretadas de basura de otras mentes) que no sea la de pensar con deseo en el bello sexo. Algo que muchos de ustedes, juraría que todos, hacen mientras ven esos programas televisivos que tanto les gustan. Algo a lo que no dan la menor importancia porque nadie les ve ni les siente. Las conciencias más neuróticas pasarán luego a confesarse de las guarrerías en las que piensan. Imaginen por un momento que todos fuéramos telépatas y comprenderán un poco mi locura. Tendrán compasión de mi y harán lo posible para que sus pensamientos mejoren un poco. Tal vez así la paz venga a la Tierra, la gran cárcel cósmica donde estamos encerrados delincuentes a los que se nos ha privado de la memoria.

Hasta mañana, querido amigo, en que te desvelaré otra parte interesante del gran secreto, oculto para la mayoría de los reclusos pero meridianamente claro para los iniciados que no se han dejado manipular por los guardianes de esta prisión.

Tuyo afftmo.
El telépata loco.