miércoles, 30 de septiembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD I

 






TERCER DÍA EN CRAZYWORLD

Me despertó un fuerte y delicioso olor a café. Por un momento creí que aún estaba soñando porque en el sueño también había café y cruasanes. Apenas conseguí recordar algunas escenas rápidas y sin sentido. Yo era español, había vivido en Madrid y estudiado en la universidad. Me reclutó una extraña mujer que se parecía mucho a Joan Collins y había satisfecho a un buen número de mujeres. Lo que no estaba nada claro era mi viaje a USA, tal vez buscando a una mujer que me había trastornado, posiblemente se llamara Marta. El final del sueño era un pandemónium sin sentido. Una clínica para adictos al sexo, Marta, la que se parecía a Joan Collins, carreras, intentos de fuga y sobre todo mucho café con cruasanes. Ese era el final del sueño y el comienzo del despertar, porque Heather apareció en el dormitorio con una bandeja con una jarra de café recién hecho, cruasanes y zumo de naranja recién exprimido. La noche había sido extremadamente agradable y romántica pero aún así había tenido tiempo de dormir y me sentía bien, descansado, feliz y con muy pocas ganas de salir de allí.

Desayunamos en el lecho, mirándonos de vez en cuando a los ojos, como dos enamorados. Me preguntó qué planes tenía para ese día. Le respondí que nada me gustaría más que permanecer con ella ese día, esa noche, todos los días, todas las noches, pero me sentía obligado a continuar la investigación comenzada sobre el asesino del director. Aquel cabrón no merecía mis esfuerzos, comentó con un rictus que me hizo adivinar cuánto le odiaba, cuánto le odiaban todos en Crazyworld. Cuando le dije que si tuviera la seguridad de que no habría más muertos lo dejaría estar, pero que me sentiría muy culpable si le pasara algo a otros, sobre todo a ella, reflexionó unos segundos y luego me dio la razón, era preciso encontrar al asesino o nadie dormiría relajado.

Me duché, me afeité, me vestí, le di un beso prolongado y me disponía a salir de su apartamento cuando me llegó un sonido extraño que de momento no pude identificar. Luego salté como un mono, dirigiéndome a la terraza. Y en efecto, allí estaba, un gatito precioso, negrito, un cachorrito encantador pero muy pequeño, necesitaba los cuidados de mamá o de cualquiera que se adjudicara su papel. Heather se sintió conmovida. Lo tomó en brazos y lo acarició como una mimosa mamá.

-¿Cómo diablos ha podido subir hasta aquí?

-No ha sido él, pobrecito, me temo que ha sido una verdadera diablesa la que lo ha dejado en la terraza.

-¿Te refieres a Kathy?

-Sí, a Catwoman. No ha podido ser nadie más. Si pudo subir hasta mi ventana, nada le habrá impedido trepar a la terraza. ¿Estás segura de que no ha podido entrar dentro?

-Imposible. Se hubiera disparado la alarma y activado todas las defensas que tengo instaladas.

-Menos mal. ¿Y ahora qué hacemos?

-¿No querrás dejar a este gatito indefenso a merced de cualquier depredador?

-Por supuesto que no. Adoro a los gatitos…bueno, creo que me gustaban los gatos, los perros y todos los animales, pero eso aún no he podido recordarlo.

-Tengo que hacerme con leche para gatitos y pienso, no sé si mamá gata lo habrá destetado. Esa idiota ni habrá pensado en ello. Mira, cuando pases por la cocina a ver a Dolores, se lo pides.

-¿Crees que tendrá comida para gatos?

-Ella tiene un gato y hay más gente que tiene mascotas. ¿No te ha enseñado Jimmy la granja?

-¿También tenéis granja? Estáis como queréis.

-Claro que este es tu tercer día aquí, poco tiempo para todo lo que hay que ver. Nos dejan tener mascotas, gatos, perros y algún que otro animal más exótico. En la granja se cultivan verduras frescas y todo lo que permite el terreno, los suministros llegan en helicóptero, la mayoría son alimentos no perecederos. Aquí se hace todo lo que se puede hacer, el pan, tenemos leche de vacas, ovejas y cabras con la que se hacen quesos y yogures. Hay caballos para montar, si quieres, y los pacientes pueden trabajar allí y tener sesiones de terapia con animales preparados, perros, caballos, no se les permite tener mascotas en sus habitaciones.

-¡Increíble! ¿Y dónde está la granja?

-No muy lejos. Cuando tengas tiempo te llevaré yo misma.

-¿Cómo piensas cuidar a este gatito, o gatita, si tienes que trabajar?

-Hay una vecina que tiene una gata, se lo dejaré cuando no esté en casa. Yo también he tenido su gata cuando me lo ha pedido.

Me despedí de Heather y de la gatita porque no podía quedarme allí todo el día, hablando o lo que considerara oportuno a cada momento. No me quedaba otra que despertar del sueño y retomar mi vida en Crazyworld. Me dirigí a la busca de Dolores en las cocinas. Me costó encontrar el edificio porque los apartamentos donde vivía Heather estaban más lejos de lo que sospechaba. Me perdí un par de veces y cuando vi a lo lejos la inconfundible mole del edificio principal suspiré aliviado. Entré a las cocinas y busqué a Dolores con la mirada. No tardé mucho en encontrarla porque ella lo hizo antes. Me esperaba. Se acercó con su andar pausado y en cuanto me tuvo a tiro me dio un fuerte abrazo.

-¡Qué ganas tenía de verte, muchacho!

-Pues solo llevo aquí tres días. ¿Estás preocupada por nuestro asesino?

-Eso también. Tengo un recado de Jimmy, pero antes vamos a desayunar.

-Ya he desayunado, y muy bien.

-Lo imagino. ¿No creerás que aquí pasan desapercibidas tus andanzas?

-¿A qué te refieres?

-No te hagas el tonto. Por muy bien que te hayan dado de desayunar y de cenar no puedes rechazar el desayuno que te he preparado.

No pude. Me llevó a un sitio escondido en la cocina donde había una mesa y dos sillas. Sobre la mesa un pantagruélico desayuno, como no podía esperar menos de Dolores. Me hizo sentar y me sirvió un zumo de naranja recién exprimido, luego vino todo lo demás. No me dejó hablar hasta que terminé todo lo que me había preparado. Menos mal que ella me ayudó bastante.

-Jimmy está muy enfadado contigo.

-Lo imagino. Espero no encontrármelo hasta que haya hecho la digestión, no me gustaría que me echara todo fuera de un puñetazo en el estómago. Estaba todo muy rico.

-Gracias. No creo que aparezca por aquí, anda tan ocupado que no le he visto el pelo salvo el par de minutos que tardó en darme el recado.

-¿Y cuál es ese recado?

-Vamos fuera y te lo susurraré. Ya no me fío de nadie, si es que alguna vez me fié de alguien en este antro.

La acompañé al exterior. Hacía un día hermoso, soleado, yo diría que primaveral, sino fuera porque desconocía en qué estación del año estábamos. Algo que no me había preocupado hasta ese momento. Me picó la curiosidad.

-Por cierto, Dolores, no sé en qué estación del año estamos, tampoco en qué año, en qué día, en qué lugar. No sé nada de nada.

-Veo que sigues sin recordar. Mejor para ti. Pues estamos acabando el verano y comenzando el otoño. Hoy es martes todo el día y prefiero no decirte el año por si se te atraganta.

Me hizo sentar en un banco. Me pasó un brazo por el hombro y me atrajo hacia sí. De esta guisa me transmitió el recado de Jimmy.





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