miércoles, 7 de octubre de 2020

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA III





“Pues bien. Esta familia es una familia estándar vantiana, precisamente por eso la escogimos. Está compuesta por el paterfamilias, Aloviris, ciento veinte años, un jovencito, cuyos ancestros vivieron en Vantis desde hace tanto tiempo que se pierde la memoria. No voy a hacer un árbol genealógico de sus antepasados porque eso nos llevaría todo el programa. A los cincuenta años decidió abandonar el domicilio familiar debido a que había conocido a una vantiana muy hermosa, Armantina, de tan solo treinta años, apenas una adolescente. Este no es un caso estándar, porque como tú bien sabes, Amirnido, esto suele ocurrir habitualmente a edad muy temprana, cuando los hijos pasan por el ritual que los convierte en adultos, durante el cual se les explica que no han sido sus adorados padres quienes han cuidado de ellos, sino unas figuras holográficas creadas por “H”, tan semejantes a sus progenitores y tan perfectas que nunca pensaron que pudieran ser remedos de quienes les dieron la vida.

“Saber que sus padres no eran sus padres, sino imitaciones generadas por “H”, que mientras ellos les hablaban, jugaban hasta agotarse, como si no tuvieran otra cosa que hacer, sus verdaderos y auténticos progenitores vivían su vida, sin ocuparse apenas de cómo les iba, salvo el proverbial beso antes de dormir. Saber que mientras ellos, ingenuos, pensaban que no solo les querían, les adoraban, y eran sus amigos, sus compañeros, su todo, los originales se dedicaban a sus vicios egoístas, como el sexo virtual, a viajar por todo el planeta, a cumplir sus atolondradas fantasías, ellos vivían una vida artificial, mentirosa, perfecta, sí, pero falsa. Saber todo esto y muchas cosas más crea un trauma terrible en sus personalidades apenas formadas. Como sabes algunos, los más traumatizados, huyen a las montañas Negras, para unirse a los granjeros rebeldes. Otros tienen reacciones estrambóticas hasta que la milagrosa terapia de “H” les convence de que deben adaptarse a la sociedad. La mayoría, sino todos, huyen de sus hogares y si no tienen créditos suficientes, que ninguno los tiene, para que les construyan una nueva casa, acuden a las comunas de artistas, escritores, actores, titiriteros y toda esa ralea y allí pasan algunos años hasta que sus créditos son suficientes para vivir en su propio hogar y hacer lo que quieran. Los menos renuncian a esa posibilidad y se quedan allí, la mayoría odiando a “H” pero utilizando sus canales holográficos, gentilmente cedidos a los que echan de menos las viejas leyendas sobre tiempos remotos en los que no existían las inteligencias artificiales y todo lo tenían que hacer las manos o las mentes de los habitantes de este planeta paradisiaco.

“El caso de Aloviris es excepcional porque sus padres renunciaron a que los cuidaran las niñeras holográficas, tal como habían hecho a su vez sus padres y los padres de sus padres hasta una incógnita generación. No sufrió trauma alguno al pasar el rito de madurez y no encontró razón alguna para marcharse de un hogar donde era tan feliz. El caso de su esposa, Armantina, no es tan excepcional porque fue de las profundamente traumatizas y rebeldes que se marchan a las montañas Negras. Allí pasó algunos años, hasta que se cansó de trabajar con el sudor de su frente, de carecer hasta de lo más básico, y de tener unas complicadas relaciones con aquellos granjeros rebeldes que prometían el oro y el moro pero solo daban trabajo y ofrecían muy poco a cambio. Así que regresó a la civilización y en Vantis formó parte de una comuna de actores entre los que destacó por su belleza y por su fantástica interpretación en papeles creados para ella por la comuna de dramaturgos y guionistas. Allí fue donde la conoció el que con el tiempo sería su esposo, quien gustaba de escribir obras teatrales, guiones para películas al estilo tradicional, con actores de carne y hueso. Como ocurre en algunos casos, concretamente en este, se enamoraron y decidieron formar una familia, solicitando a “H” una casa para ellos, donde tuvieran un poco de todo, la comodidad de la civilizada sociedad vantiana, provista y bien provista por nuestra amada inteligencia artificial, y al mismo tiempo donde pudieran seguir disfrutando de lo mejor de esta híbrida sociedad marginal que hacen algunas cosas con sus propias manos y mentes, pero no todas, pudiendo sentirse individuos libres, como se rumorea lo fueron los primeros habitantes de nuestro amado planeta.



“Su hija, Olivina, no fue educada por niñeras holográficas, pero eso sí, dada su desaforada actividad, tuvieron que echar mano de canguros tradicionales, es decir, de voluntarias y voluntarios de las comunas en las que seguían participando como artistas libres. Olivina es una joven muy hermosa, como su mamá, tan creativa como su papá, tan artista como su mamá, tan rebelde como lo fue ella, pero bastante libertaria, ácrata, mal hablada y poco sociable cuando le da la gana, porque puede ser una jovencita encantadora cuando quiere.

“Es una familia corta, poco numerosa, pero bastante bien avenida. Se trata de una familia estándar porque vive en una casa fabricada por “H”, porque disfruta de todo aquello que les proporciona nuestro genio o genia artificial, porque solo tienen un hijo como la inmensa mayoría, porque viajan con cierta frecuencia, porque no tienen huertos ecológicos y aceptan las comidas artificiales teletransportadas hasta el monolito. En cambio no es estándar porque no han querido niñeras artificiales y porque llevan una vida creativa y una pizca ácrata en comunas de artistas.

­-Perdón, perdón, Alirina, pero te estás enrollando más que las persianas, en tiempos remotos y legendarios cuando se enrollaban para subir y dejar los cristales libres de recibir el sol o la lluvia, hoy día esa frase no tiene el menor sentido, pero hoy me siento ácrata, querida reportera. Nuestros holovidentes, suponiendo que los tengamos, no voy a darle al botón de las estadísticas, se deben de estar aburriendo, y eso es malo para el negocio del divertimento. ¿Por qué no nos cuentas qué está haciendo la familia en este momento y cuándo olfateas que se levantarán de sus muelles lechos para iniciar la actividad cotidiana?

-Tú sí que te enrollas como las persianas, gentil Arminido, mejor dicho eres una persiana vieja y enrollada sobre sí misma que no percibe nada que no sea ese apestoso olor que desprende tu piel regada con perfume barato, como el que fabrica nuestro patrocinador, colonias ecológicas naturales. No te enteras de nada. Te he dicho otros nombres diferentes a los que te había mencionado al principio y ni siquiera te has dado de cuenta, no me has interrumpido, no me has llamado al orden. La jovencita no se llama Hermione, sino Olivina, como te acabo de decir y no tiene novio, ni Aflobos ni otro, buena es ella para supeditar su vida a cualquier efebo, por muy Aflobos que se llame. Sus padres sí que se llaman como te dije al principio… Te he pillado, jajá, porque antes no te había dicho sus nombres. Pues bien, en efecto, nadie se ha despertado aún, en esta casa no se madruga. Imagino que los papás han tenido sexo, virtual, por separado, aunque todo es posible en esta casa y hasta lo han podido tener entre ellos, de forma física y contundente. O puede que hayan tenido terapia nocturna con “H” y estén durmiendo como troncos naturales, no esos tronquitos artificiales que se mueven y bailan. En cuanto a Olivina, me he enterado que le gusta madrugar, pero anoche estuvo missing, no he podido saber qué hizo, si estuvo de discoteca, si en una comuna artística, si en reuniones ácratas y terroristas… En esta casa todo es posible.

-Pues bien, adorada Alirina, mientras se levantan o no, tenemos tiempo para algunos anuncios de nuestros patrocinadores que tú tanto detestas. No voy a contestar a tus menosprecios porque luego nos esperan nuestros tertulianos, expertos y gente de mala ralea que nos hará una pequeña introducción sobre a qué nos enfrentamos con los datos que hemos podido recabar de esta familia. Un besito y nos vemos luego.

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