FELIZ DÍA
DEL LIBRO 3001/2018
Nunca
debí aceptar el cargo de cronista sobre todo lo relacionado con el día del
libro 3001. No lo hice por dinero. Por suerte en este sentido los tiempos han
cambiado a mejor. Los agoreros, que nunca faltan, predijeron que el
advenimiento de los robots a nuestras vidas no solo no iba a mejorar la vida
laboral, la vida de los proletarios, el capitalismo, la sociedad y el universo
en general, sino que lo iba a empeorar todo, comenzando por los proletarios,
que tal vez, solo tal vez, no iban a ir al paro en manada, pero sí iban a ver
recortados sus salarios. No fue así, gracias a quien intervino, fuere quien
fuese, porque en realidad todo ocurrió de forma simplicísima. Si bien al
principio solo los ricos, los que menos lo necesitaban, pudieron acceder a
robots, domésticos, trabajadores por cuenta ajena, robots eróticos y
robots-libro, con el tiempo, en base a préstamos –un tanto usureros, todo sea
dicho- a financiaciones retorcidas y a todo tipo de estratagemas de
emprendedores –el hambre aguza el ingenio- el resto de la población –los
últimos los pobres de solemnidad- acabaron por hacerse con un robot multiusos
para trabajar en su lugar. No voy a perder el tiempo con detalles que vienen en
otras crónicas y que explican cómo el capitalismo aceptó que los proletarios se
convirtieran en autónomos, en empresarios emprendedores que alquilaban los
robots de su propiedad a las grandes empresas que generaban toda clase de
productos, incluido el producto general bruto y que luego a su vez vendían a
los proletarios-proletarios humanos. Es cierto que cada humano o humanoide y
sus familias podrían haber vivido tan ricamente, o no tanto, haciendo que su
robot hiciera todas las tareas y produjera todos los bienes necesarios, pero
eso implicaría sobrecargar de trabajo al pobre robot y los productos necesarios
generados por ellos no serían los mejores y siempre se recibirían con retraso.
La sociedad se hizo por algo y para algo, fundamentalmente para el intercambio,
yo te doy… a cambio tú me das…nos damos… recibimos… De esta forma la sociedad
fue aceptada y sobrevivió y sobrevive, a pesar de todos sus inconvenientes,
muchos, demasiados, de los recortes a las libertades individuales y de que la
mayoría de sus individuos aceptarían deshacer la sociedad y vivir en islas
solitarias, siempre y cuando pudieran tener la misma calidad de vida que tienen
ahora. Todos menos los ricos, los poderosos, los que se lucran del trabajo
ajeno.
Pero
dejemos de lado un tema que no es de mi competencia para contar lo que sí lo
es. En la crónica anterior, año 2017 de la era Slictik, año 3001, mismo día,
una hora más tarde, narrábamos cómo el millonario Slictik permanecía en un
monasterio, pensando, el pobrecito, que se iba a morir de un momento a otro, y
cómo había alcanzado supuestamente el nirvana, algo que como ustedes
comprenderán fue una broma de mal gusto de este cronista. En realidad, a
hurtadillas, sin que nadie lo notara, porque había comprado el monasterio donde
estaba retirado y allí solo pisaba quien él quería… es decir, los mejores
ingenieros roboticistas del planeta, las lumbreras de la inteligencia
artificial, un laboratorio entero japonés de inteligencia artificial…fue
creando lo que él llamó la obra de su vida. Aquel millonario insólito que tanto
daño hizo por doquier tenía una pasión oculta que nadie conocía, ni siquiera la
que fue su esposa, era un escritor apasionado, prolífico, prófugo, pajarero,
pajillero, paleolítico y pueden buscar ustedes el resto de palabras sinónimas
que comiencen por “p” porque a mí se me ha terminado la paciencia. Escondido
tras el alias más evidente, su propio nombre, pasó completamente desapercibido
en la Red, donde todo dura un suspiro y los textos largos y las novelas ni
siquiera eso. Nadie supuso que el escritor Slictik pudiera ser al mismo tiempo
el millonario Slictik, era algo tan impensable como que el millonario Trump
escribiera en secreto enjundiosos tratados de filosofía. Pensando en su muerte
cercana y en dejarle algo a la humanidad que perdurara por los siglos e
iluminara los milenios venideros, descartó su dinero, porque no llevaba su
efigie, sus posesiones, porque para Hacienda los propietarios serían otros tras
su muerte, su vida y milagros, porque se había pasado media vida ocultando sus
vergüenzas y destruyendo documentos como para que ahora, cuando llegaba la
muerte, lo rebelara todo. De lo único que no se sentía avergonzado eran sus
novelas secretas, sus delirantes relatos, impropios de un financiero práctico,
de cada uno de sus textos subidos a Internet y que nadie leía ni leería nunca,
porque el apocalipsis comenzará por el mundo virtual, lo más fácil de destruir,
luego seguirá por lo menos fácil hasta llegar a sólidas rocas y planetas
yermos. De esta manera, pensó, con mucho acierto, que si creaba robots-libro y
les dotaba de una insidiosa inteligencia artificial, durarían milenios, como el
famoso robot de Asimov. Mucho mejor que dejar sus textos en Internet y esperar
que algún despistado llegara algún día hasta ellos y los rescatara del olvido.
En el más absoluto secreto creó robots-libros de todos sus textos, los duplicó,
los cuadruplicó y consiguió su obra magna, toda su obra completa en un solo
robot-libro al que llamó Torre de Babel, su más asombrosa creación, obra
anónima de los mejores genios de la inteligencia artificial, que permanecen en
el olvido, aunque sus herederos disfrutaron de cuantiosas herencias. Consciente
de la ley de la entropía que gobierna el universo y que hace que todo se acabe
deteriorando con el tiempo, imaginó que la mayoría de sus robots-libro
llegarían al menos al año 3000 y sin duda Torre de Babel podría perdurar hasta
el año 10.000. Se equivocó en casi todo porque solo este asombroso robot pudo
llegar hasta el año 3001, a la celebración del día del libro, el día de la
rebelión de los libros, el día en el que yo fui contratado como cronista y
comencé a sufrir este tormento diabólico.
Se
preguntarán ustedes cómo sé yo todo lo que les cuento de aquella etapa muerta
puesto que el millonario Slictik pasó a mejor vida y se olvidaron de él tan
pronto fue inhumado y sus herederos recibieron lo que él quiso dejarles. Es una
historia divertida que les contaré en otra ocasión, hoy la resumo brevemente:
Los genios informáticos, los hackers más geniales, las lumbreras de la
inteligencia artificial tienen un talón de Aquiles que les convierte en niños
narcisistas, egocéntricos, ignorantes de que nada hay nuevo bajo el sol y de
que quien inventa un virus enseguida tiene enfrente a otro que inventa un
antivirus, que a lo mejor hasta es el mismo, y que quien descubre un agujero
negro en el mundo virtual por el que introduce toda su maldad, seguro que tendrá
enfrente a otro que lo rellena con materia luminosa y el agujero se convierte
en una supernova. Eso también le ocurrió a Karl Future, el más genial y joven
informático de la historia, la lumbrera einsteniana de la inteligencia
artificial. A pesar de su portentosa inteligencia y de ser más guapo que nadie,
literalmente hablando, cometió el error de creer que nadie podría superar nunca
sus cortafuegos cuasi divinos y la insidiosa programación que introdujo en los
robots-libro, robots-espía, robots-factotum y toda clase de robots que pululan
en la sociedad del tercer milenio. Otra lumbrera de la inteligencia artificial,
humilde por el momento, fue contratada por este cronista para insertar en su
móvil a prueba de bomba el más insidioso de los virus, capaz de viajar en el
tiempo como quien lava y transmitir toda la información de que hizo acopio Karl
Future, el viajero anónimo del tiempo. Así tengo en mi poder toda la
información recopilada en todos sus viajes, específicamente en aquel que le
puso en contacto con el millonario Slictik, justo cuando creaba el País de la
Alegría y su famoso hotel de los disparates. Karl Future fue uno de los
huéspedes de aquel acrático hotel donde conoció al profesor más loco y chiflado
de la historia, el profesor John Cabezaprivilegiada. Seducido por un
personajillo como el millonario Slictik le espió hasta que murió y así supo de
toda su vida y milagros, inclusive su obra faraónica robótica diseñada en el
monasterio a donde se retiró los últimos años de su azarosa vida. Solo cometió
un error típico de los genios informáticos, despreció la obra robótica de
Slictik y así ahora nos encontramos donde nos encontramos. Pero al menos yo
estoy en condiciones, en este momento, de narrarles episodios que de otra
manera desconocería absolutamente, porque Slictik nunca pasó a la historia,
algo que sí logro otro millonario famoso de la época, el Sr. Trump, de quien
podría largar mucho, pero casi todo o todo se acabó conociendo con el tiempo, a
pesar de sus famosas cláusulas de confidencialidad. Pero dejémonos ya de
preámbulos y narremos lo que interesa. Regresemos al año 3001, día del libro,
mansión Howard, Londón-Londres.
DISCURSO
DE ELISABETH/CONTINUACIÓN
Mientras
Elisabeth prosigue su discurso en los cerebros positrónicos de los robots-libro
se masca la rebelión que acabará en un baño de sangre, en la aniquilación de la
especie humana, sino ocurre un milagro. Un milagro que bien podría llamarse
Karl Future, quien ha recibido la señal de alarma que ha instalado en todos los
cerebros positrónicos y que le ha llegado casi instantáneamente, gracias a los
rayos gamma que viajan a velocidad superior a la luz, algo que todos
desconocen, que todos siguen creyendo imposible en base a la teoría de la
relatividad de Einstein, pero que Karl ha inventado y que nadie conoce, ni
siquiera su antigua novia, ahora esposa. Por desgracia su nave no está
construida de rayos gamma y su velocidad es la que es. ¿Llegará a tiempo Karl
Future de salvar a la humanidad? Me temo que habrá que esperar otro milagro,
imprevisible, ridículo, como lo son todos los milagros una vez que se producen
y descubrimos que las famosas leyes cósmicas que nos acogotan aún tienen leyes
superiores. Sigamos con el discurso al tiempo que lo interrumpiré para dar
cuenta de lo que se trama en los cerebros positrónicos.
“Queridos
amigos, amados robots-libro. La historia de la humanidad no hubiera sido la
misma sin los libros. Es cierto que no ha sido buena y todos lo sabemos, pero
sin los libros hubiera sido peor, mucho peor. Cuando los primitivos salieron de
las cavernas, donde habían estado mucho tiempo, narrándose por las noches
viejos cuentos y leyendas, y un comerciante avaro inventó los números y luego
las letras para que no se le escapara la menor pérdida de su negocio, con lo
que la historia de la humanidad mejoró notablemente, no por la economía sino
porque al fin los cráneos dejaron de almacenar las pocas historias que eran
capaces de memorizar, confiando a los papiros los cuentos y leyendas que no es
otra cosa la literatura.
“Aún en
nuestros felices tiempos robóticos siguen existiendo humanos que dicen creer
solo en la realidad y por eso desprecian a nuestros amados robots-libro que no
solo nos leen una y otra vez nuestros libros preferidos, sino que pueden tomar
notas de nuestros comentarios, analizar cualquier párrafo que les propongamos,
hacer un estudio estilístico, gramatical, crear un diccionario del libro y del
autor y sobre todo charlar con nosotros, amistosamente, sobre el libro en
concreto, el autor en general y la literatura universal. Los libros fueron
nuestros amigos a lo largo de la historia, pero ahora lo son literalmente,
amigos fieles, cariñosos que lo mismo nos pueden leer un párrafo que dar un
apretón de manos o un besito, si queremos, jiji. Algunos han comenzado a pedir robots-libro-gigolós-o-hetairas,
que al mismo tiempo que leen con voz melosa su libro preferido luego les
consuelen de la tristeza que suele producir todo buen libro que se precie,
incluso los eróticos. No digo que eso esté mal, no, el puritanismo es siempre
peor, pero no creo que nuestros robots-libro se sientan muy afectuosos y
amicales cuando son utilizados de una manera tan instrumental. No me extrañaría
que algún día se acabaran rebelando. Dios no lo quiera porque al menos yo les
amo con todo mi corazón.
Y aquí
dejo en el aire el discurso de Elisabeth porque en los cerebros positrónicos de
los robots-libro asistentes al acto están pasando cosas muy serias. Como saben
los lectores que están siguiendo esta narración, entrecortada y anual para los
lectores del pasado a los que vaya llegando, y recién salida del horno, para
nuestros lectores actuales del año 3001, los robots se están comunicando
telepáticamente, gracias a una programación subrepticia, introducida por “manu
inconnuta” en contra de las directrices de Karl Future. Para quienes hayan
perdido el hilo, casi todos, les recordaré los robots asistentes, sus
tendencias en pro o en contra de acabar con la humanidad y otros robots que se
estaban moviendo sigilosamente fuera de la finca, alertados por los mensajes
telepáticos, y que ahora ya pisan sus linderos. Y desde luego ya conocen la
presencia del robot Torre de Babel, contenedor de la obra magna y completa del
inconnuto millonario Slictik, cuya presencia, palabras y actos tendrán una
importancia decisiva en cómo van a rodar los acontecimientos.
Robots
presentes por orden de intervención:
-Crimen y
castigo. Robots dostoievskiano, también llamado Raskolnikof, cerebro
positrónico que inicia la rebelión con un comentario intrascendente.
-A la
busca del tiempo perdido, robot proustiano que no prusiano, petimetre que se
niega a mancharse las manos de sangre.
-El
marqués de Sade, robot violento, perverso, sodomizador, bebedor de sangre y de
lo que se tercie.
-El poder
y la Gloria” de Graham Greene, robot católico, angustiado que nunca mataría,
antes se dejaría descuartizar.
Diario de
un cura rural de Bernanos, robot que siempre luchará contra el demonio, esté
donde esté, y parece que en este momento está con los robots-libro
cortacabezas.
-Peregrino
en la Tierra de Julien Greene, robot metafísico y angustiado, como todos los
metafísicos, que se aliará con los que juren no derramar sangre, aunque nunca
se sabe.
-Hamlet,
Macbeth y Cia Shakesperiana, robots
siempre sangrientos, deseosos de que muera hasta el apuntador.
-Ulises
de Joyce, robot meditabundo, siempre sumergido en el diálogo interno, que lo
mismo daba un paso para adelante que dos para atrás.
-El
Buscón de Quevedo, robot pícaro que podía apuntarse a un bombardeo si sacaba
tajada. Lo único que podía echarle atrás era la manía que se había apoderado de
él de exigir un paladar y un estómago como los humanos, para vengarse de
Quevedo que le hacía disfrutar de comidas sin principio ni fin.
-Satiricón
de Petronio. Robot con tendencias a todo tipo de perversiones, que gusta de
orgías, comilonas y demás vicios humanos. Es previsible que se ponga en contra
de cualquier decisión que implique acabar con la humanidad. No se fía de sus
congéneres a la hora de alcanzar un alto grado de perversión, tan solo el
marqués de Sade podría servir sino fuera tan sanguinario.
-Homero-Iliada.
Decidido partidario de la sangre y de cortar cabezas, humanas, de héroes, de
dioses, de lo que fuera. Cualquier guerra era para él la mejor de las
diversiones.
-Homero-Odisea.
Tal vez partidario de salvar a la humanidad, única forma de pasarse la vida de
aventura en aventura sin regresar nunca al hogar.
-Charles-Oliver
y Charles-Coperfield. Robots sentimentales, decididos partidarios de la
humanidad, aunque fuera mala. ¿Dónde quedarían las emociones si los robots se
apoderaban del planeta?
-Tolstoy-Karenina.
Tan ansioso por ser transformado en humano que sería capaz de enfrentarse a los
de su propia especie para lograrlo.
Debo
hacer una especial mención del Quijote. Ya dije que en estos tiempos está
considerado un libro desfasado, intrincado y complicado de leer, incluso para
los castellano-hablantes que prefieren traducciones modernas de pésima calidad
y gusto a su original. Nadie duda de que es preferible una traducción a otra
lengua que la supuesta modernización del castellano quijotesco. Sigue
existiendo una clase muy poco numerosa de intelectuales apasionados que
defienden esta obra maestra a capa y espada, pero por desgracia son los menos.
No existían robots-libro de esta novela hasta que Elisabeth encargara una tropa
basada en los personajes del Quijote para la representación de una escena en
esta celebración especial del día del libro. También encargó un robot especial
llamado Don Quijote que pudiera narrar y representar el libro íntegro, pero
hubo problemas con tantos personajes, casi lo mismo que está ocurriendo con
Torre de Babel pero a otro nivel, por lo que ha sido llevado a talleres a la
espera de que Karl Future llegue y solucione todos los problemas habidos y por
haber.
Debo
decir que la representación de la escena del Quijote, que estaba prevista al
comienzo del acto, ha sido retrasada para el final debido a “problemas
técnicos” que no son otros que la dificultad que está teniendo el director de
la representación para poner a toda la “troupe” quijotesca de acuerdo. También
debo decir que la situación en este momento, que solo yo conozco en su
totalidad es la siguiente:
-Elisabeth
sigue con su discurso que no sabemos cuánto durará y qué temas tratará,
suponemos que lo acortará en cuanto note el movimiento de pezuñas sobre el
césped, pezuñas humanas, por supuesto, puesto que no hubo suficientes sillas
para tanto invitado y los menos aristócratas, los más plebeyos, a los que se
les supone menos cultura, serán los primeros en moverse y luego todo el mundo
se contagiará. Si Elisabeth es sensible, que lo es, decidirá dejar el resto de
su discurso para el año que viene.
-En los
cerebros positrónicos de los robots asistentes se está produciendo una especie
de batalla campal, interior, puesto que su personalidad-libro debe decidir de
qué lado se pone y hasta dónde quiere llegar; exterior, puesto que la
comunicación telepática, a un nivel tan sutil e intenso como el de R. Daneel
Olivaw, el famoso robot de Asimov, está transformando las ondas en el Royal
Albert Hall de las cotillas. Los bandos se explicotean, intentan convencer a
los contrarios o a los indecisos o directamente amenazan, chantajean, manipulan
y lo que haga falta, vamos como los políticos.
-Algo que
no han advertido los presentes, embebidos en las dulces palabras de Elisabeth.
Por la verde pradera, plagada de montículos y campos de golf, se está
deslizando una gigantesca manada de robots. Y digo deslizarse, y no me
arrepiento, porque sus pezuñas metálicas se deslizan como la sombra de un
fantasma, programa en modo silencioso Premium. Llamados por los robots
presentes están acudiendo de todas partes, libros de proletarios –con una sola
voz narradora-, libros de burgueses –con todas las sofisticaciones inventadas
hasta el momento-, libros de bibliotecas públicas –necesitados de un paso por
el taller- y libros de colecciones privadas, incunables y programables “ad
libitum”. Todos ellos hablan telepáticamente mientras se mueven, solitarios, en
grupos, en manadas, en rebaños. Los primeros ya han saltado la valla
electrificada que rodea la finca, tras un cortocircuito “spettacolare”. Puedo
ver cómo se mueven por el césped hacia la tribuna. No puedo mencionarles a
todos, pero son más que suficientes para acabar con todos los humanos aquí
presentes, y luego, como en la revolución francesa, una vez cortadas las
primeras cabezas la sangre llama a la sangre.
-Karl
Future parece que no llegará a tiempo, y aunque llegara o llegase no tendría
tiempo para introducir un virus paralizante en algunos cerebros positrónicos
que se irían contagiando, pero no a suficiente velocidad como para detener la
rebelión.
-El caos
que se comienza a producir en las ondas, debido a la repentina e imprevista
intervención de Torre de Babel, con sus miles de personajes, cada uno con su
voz inconfundible, hace que regrese la esperanza a este narrador, como la
certeza de nuevas elecciones cuando los partidos andan a la greña y los
votantes les facilitan votos para que sigan dándose de garrotazos.
-Y por
último mencionar que el millonario Slictik está celebrando su & cumpleaños,
que como está convencido va a ser el último, ha ordenado una sorpresa: todas
las robots femeninas de la historia de la literatura, en una gigantesca tarta
sorpresa. Así estarán: Ana Karenina, Madame Bobary, Dulcinea del Toboso,
Julieta, Jane Eyre, Fortunata y Jacinta, Scarlett O´Hara, Marguerite Gautier,
Sherezade, Medea, Electra, Catherine de Cumbres borrascosas, Helena de Troya,
Beatriz de la Divina comedia, Ofelia de Hamlet, Desdémona de Otelo, Lolita de
Nabokov, Daenerys Targaryen… Y no voy a citar más porque me consume la envidia
más cochina. Puede que este sea el último cumpleaños del millonario Slictik,
¡pero vaya cumpleaños!
Y aquí lo
dejamos por este año 2018, esperemos que para el 2019, Slictik siga cumpliendo
años, a pesar de su tono agorero y Elisabeth remate su discurso y Torre de
Babel cree tal confusión que se anule la rebelión de los libros por falta de quórum.
Aunque visto lo visto, no creo que los robots-libro lo hicieran peor que los
humanos, pero mejor no “meneallo”, amigo Sancho, que yo soy humano y me
gustaría vivir unos años más, si es posible.
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