VARIACIONES CLIMÁTICAS II
Seguimos en el año 2051 y el
mismo día aunque la hora es diferente. Las 15,30 P.M. Madrid. Centro de protección civil. Dirección
Nacional.
En el despacho del director están
reunidos la plana mayor del Consejo Nacional de Protección Civil (CNPC) ;más el
repartidor de bocatas que les acaba de traer la comida y ha decidido quedarse
charlando a ver qué pasa; más la novia
de uno de ellos, concretamente del director del Centro Metereológico Nacional
(CMN), quien decidió acudir en bicicleta (recuerden que están prohibidos los
coches particulares) muy preocupada porque su novio o tronco - en lenguaje
cheli madrileño que sigue estando en boga- la dejó plantada en un restaurante
cercano; más el portero del edificio que ya es aceptado como uno más del
cónclave desde que hace algunos días decidió pasar más tiempo en las oficinas
del primer piso, donde se encuentra la dirección de la CNPC , que en el cuchitril al
que llaman portería.
Quien les va a narrar esta
historia soy yo, el repartidor de bocatas. Me he puesto en la foto con todos
los demás porque soy humilde por naturaleza, aunque en realidad aquí el que va
a llevar la voz cantante es “moi”.
Estoy en condiciones de darles
algunos datos extremadamente interesantes, por ejemplo el menú de cada cual o
cada quisque, porque ya les he dicho que soy el repartidor de bocatas. Además
les voy a dar otros datos pero que muy requeteinteresantes porque no en vano he
sido contratado por un diario de tirada nacional, del que no voy a dar el nombre,
por razones obvias, para chivarme de todo lo que aquí se cueza o se fría, que
de todo habrá.
Como sería muy largo describir,
uno por uno, lo que han comido, procedo a una somera enumeración: seis bocatas
de tortilla de patata, uno sin cebolla; dos de jamón y queso; una hamburguesa
con patatas fritas; uno de atún con pimientos; una ensalada de cangrejos y steak tártaro y dos zumos de frutas, un yogur y un
sándwich vegetal.
Desde mi llegada a esta oficina
la conversación ha derivado más o menos por los siguientes derroteros:
-Director de la CNPC ( es el que ha pedido la
ensalada de cangrejos y el steak tártaro, como ustedes ya habrán adivinado):
Llevamos aquí toda la mañana y no
hemos llegado a ninguna conclusión. Espero que ahora, con estos bocatas a la
vista, se nos aguce el ingenio. Nos están achicharrando el culo por todas
partes. Incendios a lo largo de toda la geografía nacional, hasta en sus partes
más íntimas. Los golpes de calor han logrado que media población respire con
cuidado, por si el aliento cálido fuera capaz de producir incendios. ¡Malditos
golpes de calor y malditos incendios!. Y eso que en Europa están de
inundaciones. ¿Qué habremos hecho nosotros para merecer esto?
-Qué hemos hecho nosotros? -
Salta la novia desplantada por su novio en el restaurante y que es la que ha
pedido dos zumos de zanahoria, un yogur y un sándwich vegetal. Ya que no he
podido comer en el restaurante haré dieta (le ha dicho a su novio con muy malas
pulgas) pero mañana no te libras de invitarme donde yo te diga.
¿Qué hemos hecho nosotros? –y no es una
reiteración retórica del narrador para meter algo en el sándwich, sino fiel
reflejo de la realidad, que narro como en un espejo, y perdonen tanto
circunloquio.
¿Les parece poco talar árboles?
Han terminado con la selva amazónica. ¿Y eso le parece poco? Ensuciamos la
atmósfera con combustibles fosilizados, en lugar de hacer que los vehículos
tomen el sol en cualquier playa (la decisión de hoy viene con retraso) o
ponerles velas como barquitos, para que se muevan al primero golpe de viento…¿y
usted me dice tan pimpante qué hemos hecho? A usted le voy a decir yo lo que
hemos hecho, pedazo de…de….
Aquí interrumpe el novio y se la
lleva a un rincón, donde tapa su boca a cambio de recibir una patada en la
espinilla que le hace ver el techo de la oficina como si fueran cúmulos y
nimbos, retorcidos como gato panza arriba.
-Mientras tanto el director sigue
su perorata.
Vale, vale. Admito que algo hemos
hecho. ¿Pero tanto como para que un millar de incendios estén achicharrando
nuestros traseros por toda la geografía nacional? Creo que no. Más bien diría
que estoy convencido de que no. Pero no es esto lo que más me preocupa –al fin
y al cabo tenemos el mejor parque de bomberos del mundo, medio millón de
profesionales perfectamente cualificados y otro medio millón de voluntarios-
sino los desórdenes que se esperan con la prohibición de los coches
particulares. La gente está decidiendo que no le da la real gana hacerse un
maratón de ida y otro de vuelta para trabajar (el aumento del transporte
público es de todo punto insuficiente hasta el momento). Se están quedando en
sus casas y el aburrimiento en una masa tan grande de desocupados va a ser un
grave problema en los próximos meses. Ya lo creo que va a ser un grave problema.
Ni la televisión por cable ni por satélite ventana a ventana, ni fútbol, ni
nada. En cuanto empiecen a pasar hambre el aburrimiento, que es mal consejero,
les llevará al vandalismo, al asalto de supermercados y tiendas de todo tipo y
no vamos a tener fuerzas de seguridad suficientes para contener esa avalancha.
¿No es así señor Subsecretario de Seguridad Ciudadana?
-Señor Subsecretario de Seguridad
Ciudadana (es el de bocata de tortilla con mucha cebolla y chorizo. Así me lo
pidió o me lo tiraría a la cara).
Así es, querido amigo. Cuando la
masa pierde el norte se hace imprevisible controlar sus movimientos. Ni
siquiera con la ayuda del ejército.
-¿Cree usted que el gobierno
pondrá al ejército en esto?
-No hemos llegado aún al momento
crítico.
-¿Y a qué esperan?- es la novia
desplantada por su novio la que ha conseguido zafarse de la llave- No hay
suficiente trasporte público para que todo el mundo pueda ir a trabajar y no es
fácil que lo haya en mucho tiempo. Los incendios están haciendo de este país
una caldera de Pedro Botero. El cáncer de piel está a la orden del día. La
gente quiere saber si la capa de ozono se ha ido definitivamente a la mierda y
tenemos que salir de casa vestidos como buzos o aún estamos protegidos en
algunos sitios y en qué sitios, si es así. La gente quiere saber si este
invierno se nos van a congelar las meninges o podremos irnos a las playas con
la tortilla de patata. Si podemos tener
hijos o más vale que lo dejemos para otra reencarnación, suponiendo que sea en
un planeta que no se llame Tierra. Si podemos hipotecarnos hasta las cejas y
dejas a los bancos con el culo al aire- porque nunca nos cobrarán- o debemos
actuar como siempre, controlando para llegar a fin de mes. La gente quiere
saber y tiene derecho a saber. ¿Estamos iniciando el Apocalipsis o podremos
seguir de juerga hasta que se nos empiece a chamuscar el trasero?
-Director del CNPC, dirigiéndose
al director de climatología:
Oiga usted, amigo. A ver si
controla a su novia, que parece un ciclón.
-Director del CNM:
Esto tiene sus ventajas. Usted ya
me entiende.
-¿Quiere decir que un ciclón en
la cama tiene su encanto?
Novia sulfurada hasta echar chispas.
-¡Malditos machistas de mierda! Hablan de mi como si yo no estuviera presente. Serán c…piiii. Me voy. Y tú, ya
sabes que mañana quiero una excelsa comida en el… y te quiero allí a las 14
horas en punto o ya puedes buscar quien te replante en un bosque, porque es la
única compañía que vas a tener.
Se marcha la novia. Se produce un
pequeño barullo. Alguien dice que si no hay más que también se marcha. Antes de
producirse la desbandada el jefe dice:
-Quiero a los de guardia aquí, a
las 17 horas, sin excusas. A los demás mañana, puntuales. ¿Has recibido la
comunicación del Presidente?- se dirige al novio.
-Claro, y por duplicado. Mañana
tengo convocados a todos para hablar sobre cómo hacemos el informe. ¿Quién
puede ver el futuro? ¿Qué sabemos nosotros de por dónde irá el cambio
climático dentro de un año? Que el ciudadano quiera saber está bien, yo también
quiero saber, pero eso es imposible. No te jode. Le pondremos cuatro mandingas
para que todo el mundo quede contento y a otra cosa, efecto mariposa.
-Pues nosotros aún lo tenemos
peor. ¿Cómo vamos a saber los incendios que habrá de aquí a que termine el
verano? Ni eso ni los efectivos que serán necesarios para afrontarlos, ni si
necesitaremos más hidroaviones o personal voluntario o al ejército o a la
policía para controlar los tumultos o si Juliette Osborn visitará Madrid y se
despelotará otra vez en la Cibeles. Que
esa chica parece una adicta. La otra vez salvamos in extremis de una violación colectiva. Desde que su caché
está en descenso no deja de hacer gilipolleces, una tras otra. Bueno, chico,
mañana será otro día.
-Chao y no vuelvas a meterte con
mi novia o me costará un serio disgusto cualquiera de estos días.
-Es que ya tenemos problemas para
enfrentarnos además a un ciclón.
-No me muevas el ciclón, que de
momento todo va bastante bien.
-Jaja. Tu verás compadre.
La oficina se va quedando vacía.
Mucho ruido y pocas nueces. Yo me despido hasta mañana. Si el negocio de
bocatas fuera de mi propiedad ya me habría hecho de oro, pero no lo es. Mañana
le pediré al jefe que me aumento el sueldo. Y esta tarde mandaré mi reseña al
periódico de tirada nacional. Se anuncia la llegada de Juliette Osborn, quien
piensa despelotarse otra vez en la Cibeles. Pasaremos
el día y la hora. Se habla de un ciclón. Ya daremos más datos (raro será que no
aparezca alguno en cualquier parte del mundo uno de estos días). El director
del CNPC (joróbate y baila, Calixto, que eres el único que no paga en mano, ya
me debes tres bocatas, capullo) dice que no está lejano el día en el que dejará
de haber incendios en el campo por falta de material combustible. Esperemos que
cuatro idiotas no empiecen a quemarnos la ciudad. Bueno, ya me inventaré algo
más. En estos tiempos todo cuela.
Siendo las 16,45 el repartidor de
bocatas abandona las oficinas del CNPC. Mañana será otro día.
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