jueves, 2 de junio de 2016

EN LOS BOSQUES DE CRAZYWORLD IV

EN LOS BOSQUES DE CRAZYWORLD/CONTINUACIÓN



Jimmy se sentó a mi lado, con otra copa en su mano, y olvidado de la prisa que tenía por enseñarme todo para poder llegar a cenar a Crazyworld, se puso a hablarme tranquilamente del millonario y su camarilla de cazadores de conejos.

-Aparte de cazar, lo más importante para el millonario y sus amigotes era celebrar aquí orgías, en las que se ponían tantos cuernos como los que ves en la pared.

Y El Pecas señaló las cabezas de ciervos y otras especies cinegéticas, algunas de ellas desconocidas para mí, no sabía muy bien si porque nunca llegué a conocerlas o debido a mi amnesia. Aquel era otro tema para consultar con Sun. Recordaba el nombre de las cosas y un montón de detalles, recordaba expresiones que mi memoria no podía asociar con escenas concretas de mi vida, recordaba vagamente todo tipo de detalles sobre temas que no era lógico que mi memoria retuviera, teniendo en cuenta el bloqueo casi total que sufría sobre mi personalidad pasada. Archivé en mi cabeza la pregunta y seguí la dirección del dedo de Jimmy que me invitaba a un paseo por la avenida de los cuernos. Estaba claro que por mucha orgía que se celebrara allí buena parte del tiempo lo pasaban en el bosque, cazando.

-No se conformaban con profesionales, ni con mujeres desconocidas a las que invitaban una sola vez, ni con grupos de jóvenes reclutadas aquí y allá, sobre todo en universidades, sino que a veces venían con sus propias esposas o esposas de amigos o conocidos que no formaban parte de aquel círculo, de la partida de los cazadores. En esos casos el millonario se cuidaba mucho de quiénes formaban parte de cada grupo de invitados. Incluso les obligaba a dejarse vendar los ojos o drogarse para que no pudieran recordar dónde se encontraba la cabaña. Les hacía creer que aquello era una especie de juego. Ignoro si entonces ya pensaba en el proyecto de transformarlo en un psiquiátrico, aunque imagino que cuando comenzaron las orgías, muchos años atrás, ni se le pasó por la imaginación esa posibilidad. Supongo que había comprado la finca solo para él y sus amigos, aunque a veces su mujer y el resto de la familia aceptaban pasar temporaditas en la casa principal, lejos del bosque y de esta cabaña.

-¿Cómo puedes saber eso, Jimmy? ¿No te estarás inventando toda esta historia?

El Pecas se sintió herido en su amor propio.

-¿Qué cómo lo sé? A la mierda con mi prudencia. Aún no había decidido si contarte el secreto ahora o esperar a ver si eres digno de confianza, pero voy a arriesgarme. A la mierda con todo. Si no me fío de ti, no sé de quién me voy a fiar en este maldito antro.



Y dicho y hecho. Se levantó y me invitó a seguirle. Subimos unas escaleras de madera que daban al piso de arriba. Ni siquiera me enseñó las habitaciones. Abrió un armario y se hizo con una escalerilla. Se subió a ella y hurgó en el techo. Parte de él, en forma rectangular, con yeso y todo, desapareció en la oscuridad. El Pecas hurgó y una escalerilla de cuerda quedó lista para trepar por ella. Sin mirarme se perdió arriba. De pronto se hizo la luz y Jimmy asomó la cabeza.

-Puedes subir. Este es un desván, muy bien disimulado por las razones que verás tú mismo.
Trepé sin problemas por la escalera de cuerda y cuando llegué arriba y asomé la cabeza me sentí muy intrigado por lo que veían mis ojos. Me puse en pie con cuidado, el techo era bajo, al menos para mí. Jimmy había encendido la luz del techo. Aquella era una buhardilla perfectamente preparada para los fines a que la había destinado el millonario. Era preciso caminar encogido, pero una vez sentado ante una especie de control de televisión (ignoro por qué razón me vino esa imagen a la cabeza) repleto de mandos, botones, grabadoras de video y deuvedés y otros adelantos técnicos, que me hicieron pensar había sido utilizado hasta pocos años antes, resultaba en general un lugar cómodo y acogedor.
Jimmy tocó unos botones y varios monitores, de buen tamaño incluso para ojos cansados, se encendieron. En uno pude ver el salón de donde acabábamos de subir, en otro un dormitorio y en un tercero un cuarto cuya utilidad no pude desentrañar de momento. Desde este íntimo y recoleto lugar el millonario observaba y grababa a sus colegas cazadores refocilándose en sus lechos con jovencitas, profesionales o invitadas.

-Oye, Jimmy, siento curiosidad. ¿Cómo es posible que esta sofisticada instalación se mantenga después de tanto tiempo sin ser usada?

-Bueno. Ya te comenté que una de las pacientes, una chica gordita, me ayudó a acceder al sistema informático de Crazyworld, me facilitó contraseñas y me ayudó a manejarme con cierta facilitad, a pesar de que soy un tanto negado para ese tipo de cosas. En cuanto al mantenimiento de la cabaña es cierto que el generador consume y me he visto obligado a transportar bidones de gasolina hasta aquí. Tuve que hacerlo en diferentes etapas y sudé la gota gorda, pero ahora que estás tú me ayudarás cuando sea necesario. No disponemos de señora de la limpieza, salvo que tú convenzas a alguna. Seguro que te harán más caso que a mí, pero tiene que ser de absoluta confianza. No podemos desvelar el secreto a cualquiera o esto dejará de ser nuestro secreto y un refugio perfecto para nuestras andanzas. Hay que andar con mucho ojo en Crazyworld, cualquier cosa que hagas o digas puede ser un boomerang que vuelve para abrirte la cabeza. Lo cierto es que el millonario lo preparó todo muy bien, incluido un bunker a prueba de catástrofe nuclear.

-¿Me estás tomando el pelo?

Jimmy me fue explicando cómo poner todo en marcha, los monitores, las cámaras de las dependencias que quisiera grabar, las grabadoras, a utilizar los zooms para ver una escena más de cerca. Cómo utilizar el temporizador cuando yo no pudiera estar a los mandos y todo lo que un buen espía debería saber. Me pregunté para qué demonios necesitaría yo saber todo aquello si la cabaña estaba vacía.

-¿Cómo descubriste la cabaña?



Fue por pura casualidad. En los archivos no se hablaba para nada de esta cabaña. La segunda vez que el doctor Sun quiso encerrarme en las celdas de aislamiento decidí escapar y encontrar la forma de vivir en el bosque durante una buena temporada. La primera experiencia en las celdas fue tan mala que cuando los celadores vinieron a buscarme salí de estampida. No pudieron pillarme cuando me refugié en el bosque. Me pasé tres días caminando, intentando encontrar algo que me pudiera servir, un refugio de cazadores, una choza de ramas, cualquier cosa. Me alimentaba de bayas y frutos silvestres, pero aquello no me llenaba la barriga. Tal vez fuera el sexto sentido el que me llevara hasta el claro, o el subconsciente, o el instinto de supervivencia, o lo que fuera. ¡Me importa una mierda! Lo importante es que decidí pasar la noche en el claro, si a la mañana siguiente no encontraba algo de mi gusto regresaría, aunque Sun me tuviera un mes entero en las celdas. Cualquier cosa sería mejor que pasar hambre y frío en el bosque, oyendo el sonido de las alimañas y temiendo que cualquier animal hambriento llegara a considerarme una pieza apetecible.

“Al despertar por la mañana me encontraba tan mal que me perdí. Quise salir del claro y buscar el camino de regreso, pero en su lugar me di de narices con una pared de madera. Tardé casi una hora en ser consciente de dónde me encontraba y de qué era aquello. Había ocurrido un milagro y decidí que aquel sería mi refugio secreto desde aquel momento. Intenté abrir la puerta pero estaba cerrada con llave. Busqué una ventana para romperla y poder entrar, pero no encontré ninguna. Con tanto ir y venir, tambaleándome, volqué la maceta de la entrada. Mi mente funcionaba tan mal que intenté devolver la tierra a su sitio y mientras la atropaba con mis manos me encontré una vieja llave oxidada. No podía creer en mi buena suerte. La probé en la puerta y conseguí abrir, con alguna dificultad, eso sí.

“Lo primero que hice fue buscar algo de comer. En la cocina encontré algunos botes de carne. Comí hasta saciarme y dormí en el sofá del salón. A la mañana siguiente exploré todo esto con mucha calma. Era fantástico, ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar algo parecido. Me quedé allí hasta que se acabó la comida enlatada que había en la cocina. Creo que fueron quince días. Cuando regresé a Crazyworld el doctor Sun ya se había olvidado de mí. A ese cabeza hueca no le suelen durar mucho los berrinches, como sabrás con el tiempo.



“Le pedí a Mary, que me ayudara a entrar en los archivos encriptadas, donde constan los datos más sensibles, para ver si se mencionaba la cabaña del bosque. A cambio me pidió que durante una semana fuera exclusivamente suyo y le echara todos los polvos que su cuerpo pudiera aguantar. En el mío no pensó, pero así es Mary, una chica muy egoísta, aunque un poco ingenua a veces y bastante tonta en los temas que no le interesan. Follar le interesa mucho, por eso las negociaciones con ella sobre ese tema son de las más duras que he tenido que soportar en Crazyworld. Ella se asombró de que yo me rindiera tan pronto, sin luchar. Me limité a decirle que llevaba un mes sin follar porque ninguna quería hacérselo ya conmigo y que ella me gustaba tanto, aparte del periodo de abstinente que llevaba encima, que no estaba dispuesto a soportar el consabido tira y afloja. Para demostrárselo tapé la cámara y el micrófono y nos pusimos de inmediato a la faena. Eso la animó tanto que no solo encontró menciones a la cabaña, sino incluso sus planos secretos y lo que más me encandiló, la existencia de un bunker nuclear y el código de acceso. En cuanto tomé nota del código y tuve en mi mano los planos impresos de la cabaña, salté de alegría, la bese en la boca y sin ninguna consideración la desnudé y nos pusimos de nuevo a la faena.

Mary es una buena chica y siempre se puede contar con ella para todo, especialmente para temas informáticos. Es la mejor hacker del mundo, sin la menor duda. Su única debilidad es el sexo. Por un buen polvo sería capaz de vender a su madre. Cualquiera le sacaría los secretos más sensibles a cambio de las correspondientes prestaciones sexuales. En ese tema es inflexible y es capaz de negociar hasta el agotamiento. Por si fuera poco no solo le gustan todos los hombres, también todas las mujeres. No te puedes fiar de ella a no ser que la tengas servida y contenta. Por suerte creo que solo yo en Crazyworld conozco su debilidad. Como es gordita no recibe muchas ofertas y nadie intenta seducirla a no ser que sea el último recurso. Hasta ahora come en mi mano, pero nunca estaré seguro de que la situación no cambie de un día para otro. No la he mencionado mis planes de fuga, pero en algún momento tendré que hacerlo porque sin su ayuda jamás lograremos salir de aquí. Creo que tú le gustarás mucho y será capaz de encontrar la forma de desactivar las alarmas y las alambradas electrificadas, e incluso de mantener el secreto así la torturen o la violen… bueno, si el que la va a violar le gusta menos que tú. Ya te la presentaré, pero tienes que prometerme que la satisfarás, no en todo lo que te pida, porque con ella hay que ser duro o pensará que estamos en sus manos y nos estrujará hasta dejarnos sin un solo espermatozoide.

-¿Por qué está aquí?

-Es una larga historia que ya te contaré otro día. Ahora andamos escasos de tiempo.

-¿Solo yo sé de la existencia de la cabaña?

-Saber, saber…solo nosotros dos, aunque he traído aquí a algunos de mis ligues, siempre ha sido con la condición de que se dejaran vendar los ojos y se tomaran un somnífero. He procurado escoger a las más delgadas porque las he tenido que traer hasta aquí a hombros. Claro que a veces el chico del almacén me ha prestado una carretilla motorizada, de esas que usan para colocar las cosas en las estanterías. Aunque es complicado atravesar el bosque con ella he descubierto un camino de tierra que llega cerca de aquí, aunque hay que dar un gran rodeo. Cuando puedo disponer de ella no me importa el peso de la mujer, la vendo los ojos, la doy un somnífero y la traigo hasta aquí. Lo pasamos divinamente hasta que nos cansamos y luego la vuelvo a vendar y a dormir. Ninguna sabe que se trata de una cabaña en el bosque, creen que es un apartamento secreto que yo he conseguido con mis trapicheos y que quiero mantener en secreto para que nadie más pueda usarlo.

-¿Quieres decirme que a veces las traes hasta aquí en una carretilla mecánica? No puedo creerlo.

-Es cierto y cuando quieras traer aquí a alguno de tus ligues te aconsejo que hagas lo mismo o el secreto dejará de serlo y tendrá graves consecuencias. Si quieres la carretilla deberás comentármelo con antelación y te acompañaré por el camino de tierra.

-¿Y no podemos decírselo a nadie, aunque sea de confianza?

-Si es de confianza, de absoluta confianza… Yo estuve a punto de decírselo a Kathy pero justo entonces rompió conmigo…Seguro que antes o después ella te asaltará y no podrás resistirte…

-¿Por qué dices eso? Reconozco que Kathy es una preciosidad, pero a cualquier mujer se le puede decir que no.
- A Kathy no. Ya lo sabrás por ti mismo.

-¿Qué tengo que saber por mí mismo?

-Cuando te suceda comprenderás que no quiero hablar de ello ahora. Si luego quieres traerla aquí no me parecerá mal, aunque sí me gustaría que me lo dijeras antes.

-Si decido hacerlo no lo haré en carretilla. Puedes estar seguro.

-Ni falta que hace. Kathy es de fiar. Incluso me gustaría que como quien no quiere la cosa, le comentaras de la posibilidad de fugarnos. Su ayuda nos sería imprescindible.

Me asombró la forma en que Jimmy hablaba de Kathy. ¿Tanto le había cambiado el paseo por el bosque? ¿O acaso estaba tramando algo? O puede que la explicación fuera más sencilla. Solo conocía al Pecas desde la mañana. Tal vez tuviera doble personalidad o su patología fuera aún más rara de lo que yo había imaginado. Fuera como fuera, para mí lo importante era la cabaña y los planes de fuga de Jimmy. Quería salir de Crazyworld cuanto antes, incluso aunque no me hubiera curado de la amnesia. Aquel mundo delirante me estaba crispando los nervios. Aquel chiflado estuvo buscando algo en un armario cerrado con llave, que abrió con una de su numeroso llavero. Colocó una cinta de video y le dio al play.
-Perdona que insista pero me gustaría que tuvieras muy claro que aquí no puedes traer a todos tus ligues, pronto sabría de esta cabaña hasta el gato. -¿Hay gatos en Crazyworld?

Estaba bromeando, pero Jimmy no lo vio así. Aquel maldito lugar no dejaría de sorprenderme ni aunque tuviera que vivir allí un año. ¡Dios no lo quisiera!

-Gatos, perros, caballos, gallinas…Ya te enseñaré también la granja. Aquí hay mucho que ver y solo llevas un día. Tómatelo con calma. Seguro que le caes muy buen a Don Pascuale.

-¿Don Pascuale?

-Sí es un gato. Le llamo así por su porte majestuoso y su pinta de macho mafioso que lo mismo persigue a las gatas que se restriega contra las piernas de las señoras. Es un gato muy rijoso. Solo por eso ya me caería simpático, pero es que además es muy listo y no sé por qué razón le he caído bien. No suelo gustar a los animales.

Me centré en el monitor. La grabación correspondía a uno de los dormitorios de la cabaña. Entró un tipo alto, maduro, vestido de cazador, impecable, con botas militares y uniforme verde. A su lado una rubia opulenta, con voz de pito se tronchaba de risa por algo que le había dicho el hombre. Se magrearon un poco y comenzaron a desnudarse, sin mucha prisa.



-Nuestro millonario era un “voyeur” compulsivo. Al principio creí que se trataba solo de eso. Que traía aquí a sus amigos para verles follar, pero luego encontré escondidas algunas cintas en las que él mismo aparece con todo tipo de mujeres. Además de “voyeur” también era fetichista, como verás en estas cintas. Se pasa horas muertas acariciando zapatos de tacón, braguitas, sujetadores y toda clase de prendas femeninas. Le gusta quedarse con ella a escondidas de sus amantes. Eso parece que le produce aún más placer. Aún así no es mal amante, a juzgar por las cintas en las que aparece en plena faena. Comparadas sus grabaciones con las de sus amigos y demás personal que acudía aquí para sus orgías, son muy pocas. Imagino que se pasaba la mayor parte del tiempo aquí, espiando a todo el mundo. Hay mucho material. Está en esos armaritos que se apoyan contra las paredes y las cintas más divertidas las guarda en una caja fuerte, disimulada tras uno de los armarios. Ya te la enseñaré cuando vengamos con más tiempo.

-¿Crees que se las dejó adrede? ¿Viene por aquí de vez en cuando?

-No entiendo cómo decidió dejar esta cabaña tal como estaba cuando Crazyworld comenzó a funcionar. A lo mejor nunca imaginó que alguien pudiera encontrarla. No sé si viene alguna vez por aquí, aunque nunca encuentro signos de que alguien, aparte de mí, esté visitando la cabaña. Y en cuanto a las cintas seguro que hizo copias. Esta cabaña es uno de los enigmas de Crazyworld que aún no he conseguido desentrañar del todo. Si el millonario está tan loco como pienso nunca destruirá este lugar. Es su refugio si alguna vez estalla una guerra nuclear. Tiene almacenada suficiente comida y con estas cintas se podría entretener durante algunos años.

-¿Cuándo me vas a enseñar el bunker?

-Luego, no seas impaciente. Esto es lo más divertido de la cabaña.

Jimmy paró la cinta y colocó otra, justo cuando empezaba a ponerse interesante la escena del millonario y la rubia.

-Este es Robert y una de sus amiguitas.

-¿Estás seguro de que sólo tú conoces este lugar y de que nadie lo ha utilizado antes o lo está haciendo ahora?

-No puedo asegurarlo al cien por cien, porque aún no he conseguido ver todas las cintas. Paso mucho tiempo aquí, pero el material es muy numeroso y de vez en cuando descubro algún nuevo escondite. Antes de descubrir el bunker sentí la tentación de invitar a algunos para chantajearles.
Luego me lo pensé mejor. Este es un refugio demasiado valioso para compartirlo con personas en las que no puedes confiar. Sé que contigo me estoy arriesgando, pero me caíste bien desde el principio y estoy convencido de que eres alguien en quien se puede confiar de forma absoluta.