CRAZYWORLD
UN FRENOPÁTICO PARA MILLONARIOS LOCOS LIBRO II
PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD
Estaba sufriendo una extraña pesadilla. En ella un hombre bajito, gordito, sin un pelo de tonto y con la cara desencajada por la rabia, apuñalaba en un lecho, una y otra vez y otra… y otra más, a un hombre muy alto a quien yo no conocía. Tampoco conocía al hombre bajito, si vamos a eso. Me sentía tan cansado que solo quería dormir, se me cerraban los ojos y no podía evitar que todo aquello me importara un bledo. Quería dormir a toda costa, descansar, y que todo el mundo se matara, unos a otros, con puñal, pistola o lo que fuera. Tal vez si el hombre bajito y gordito intentara apuñalarme a mí, habría reaccionado, pero no parecía ser esa su intención. Los ojos se me cerraban y no podía ni quería evitarlo. ¡Dios, qué cansado estaba! Pero no pude terminar de cerrar los ojos y dormir apaciblemente, porque algo me lo estaba impidiendo. No sabía de qué se trataba, solo que era algo persistente que intentaba atraer mi atención. Y por fin la atrajo.
Me desperté empapado en sudor, aunque estaba completamente desnudo y por la ventana entreabierta corría una agradable brisa. Al otro lado de la puerta de mi cuarto, que imaginé cerrada con llave, se escuchaban voces histéricas. Pude reconocer la voz de tenor cómico de Jimmy el Pecas.
Las voces se interrumpieron y sonaron fuertes golpes en la puerta. Me sorprendió que el diabólico Jimmy pudiera golpear con esa fuerza, sus puños no daban para tanto, al menos eso pensaba hasta entonces. Comprendí que eso era lo que había atraído mi atención en sueños, convirtiéndose en un sonido obsesivo que me había obligado a despertar.
Sólo entonces comprendí que estaba solo en el lecho. Catwoman debía de haberse marchado en algún momento, sin que yo me enterara, dejando la ventana abierta, porque no podía cerrarse desde fuera. Me había abandonado como una gatita celosa, o tal vez tenía perfectamente calculado lo que iba a ocurrir y cuándo. La tenue luz del amanecer se filtraba, como pidiendo disculpas, por la ventana abierta.
Al cabo de un par de minutos se oyó una llave en la cerradura. El Pecas discutía con una voz femenina, bastante estridente, que reconocí de inmediato como perteneciente a la señorita Ruth. Una voz invisible me susurró a la oreja que estaba desnudo y que debería salir como una exhalación hacia el cuarto de baño, ponerme bajo el agua, a ser posible muy fría para reaccionar, y luego salir, como quien no quiere la cosa, con una toalla atada a mis caderas, como hacen en las películas, el efecto hubiera sido demoledor en la señorita Ruth y yo hubiera quedado como el ingenuo protagonista que es sorprendido contra su voluntad y no puede evitar que los allanadores, la cámara y los espectadores, le sorprendan, exhibiendo su cuerpo musculoso, como un oso… no, para de pareados estúpidos. De todas formas hubiera quedado mucho mejor que así, desnudo y boca arriba, como estaba.
Mi buen amigo Jimmy se coló dentro como una exhalación, corrió hasta el lecho y me sacudió como si pensar que estaba dormido como un tronco y que un ligero toque maternal no lograría despertarme. Ni siquiera se fijó en mi extraña postura ni en que estuviera en pelota picada.
Me puse en pie sobresaltado. Entre mis piernas mi pajarito colgaba exhausto. Jimmy ni lo miró, angustiado por darme una noticia que no podía esperar.
-¿Te has enterado?
-¿De qué podría enterarme en sueños, Jimmy?
Lo último que se me ocurriría sería ponerle en antecedentes de mi noche orgiástica con Kathy, teniendo en cuenta el odio demoníaco que sentía hacia ella.
-Es cierto. Disculpa…Ha ocurrido algo terrible.
-¿Kathy se ha despeñado?
El Pecas debió pensar que se trataba de una de mis frases irónicas, a las que ya se había acostumbrado muy a su pesar. Ni se le pasó por la cabeza la posibilidad de que hablara en serio. La tragedia más inverosímil que se me ocurrió fue que catwoman se hubiera desprendido del tubo de desagüe y estampado contra el suelo. Esa sí hubiera sido para mí una auténtica tragedia y no otra.
-Han asesinado al director.
-¿A qué director?
-Al de Crazyworld. Pareces idiota.
-¡Ondia! ¿Y cómo ha sido?
-Le apuñalaron anoche. Más de una docena de puñaladas.
-¡Jesús! ¿Quién lo ha descubierto?
-La camarera que sirvió ayer en la piscina. Le llevaba siempre la bandeja del desayuno. Para mí que estaban liados y por eso me ha estado rechazando estos días.
-¡Jesús, José y María! ¿No habrá sido John Smith?
-Es el sospechoso más evidente, pero puede que por una vez lo más evidente no sea cierto.
Jimmy me puso en antecedentes de todos los detalles que conocía y que eran muchos. Si de una cosa estaba seguro era que después de Dolores, El Pecas era la persona más adecuada para informarme. Mi buen amigo aparecía angustiado, nervioso y a punto estuvo de sacarme de la habitación en pelota picada. Tuve que hacerle ver el escándalo que se produciría si la señorita Ruth me veía de semejante guisa por los pasillos.
Me permitió vestirme, lo que le agradecí de todo corazón, sintiéndome muy aliviado de que la señorita Ruth no se hubiera colado tras él. Supuse que aún no estaba preparada para caer en la tentación de ver a un guapo mozo como yo, en pelota picada, con el miembro erecto, lo que suele pasar cuando te despiertas descansado y vital por la mañana, tras un reparador sueño, claro que tal vez intuyera lo que había pasado, de otra forma no habría cerrado la puerta por la noche. Jimmy me tomó del brazo y me arrastró hasta el pasillo. Sentado a la puerta, en un taburete, se encontraba un enorme negrazo de dos metros de altura, con el torso de un Hércules y las proporciones de un armario empotrado. Me lo presentó como Herbert Slim.
-Es un gran tipo. Puedes confiar en él.
-¿Y qué hace aquí, si puede saberse?
-El doctor Sun le ha encomendado nuestra vigilancia, no quiere que nos larguemos, nos necesita.
-¿Para qué?
-Quiere que investiguemos el asesinato.
-¿Y a cambio nos dejará largarnos de aquí?
-Estás loco. La única forma de salir de aquí es con los pies por delante.
-¿Entonces van a permitir que un asesino campe por sus fueros en Crazyworld sin tomar medidas?
-El doctor Sun es ahora el director de Crazyworld. El se encarga de las investigaciones.
-¿Y por qué no lo hace y nos deja desayunar en paz? Me muero de hambre.
-Sí, a eso vamos. Luego nos espera el doctor Sun en su despacho. Quiere que le acompañemos todo el día en la investigación y le asesoremos, no se fía de su objetividad.
-¿Nos hipnotizará a todos?
-Eso seguro. También utilizará otros remedios drásticos. Puedes estar seguro.
-Esta es una jaula de grillados…¿El doctor Sun haciendo de detective?
-Es lo mejor que nos ha podido pasar.
-¿Qué hayan asesinado al director…?
-Eres un idiota. Quiero decir que el doctor haya tomado las riendas. Si hubiera sido el jefe de seguridad ahora todos estaríamos esposados a los radiadores.
-¡Vaya perspectiva!
Nos sentamos a nuestra mesa, al lado de la puerta de la cocina. El comedor era un pandemonium. Los locos estaban tan excitados que sus patologías se manifestaban sin el menor control. No entendía cómo podían estar allí cuando deberían seguir en las celdas de aislamiento. Me hubiera gustado preguntárselo a Jimmy, pero lo primero era lo primero, si no fuera amnésico tal vez recordara que el sexo me da mucha hambre, o tal vez fuera un efecto secundario de la berenjena de Cathy. Por cierto, ¿dónde estaba? En cuanto al personal no estaba mejor que los pacientes. Alice salió tan velozmente de la cocina que Jimmy ni siquiera tuvo oportunidad de alargar el brazo para pellizcarle el culo. Tras esperar unos minutos a que nos sirvieran El Pecas se decidió, entró a las cocinas y salió con un par de bandejas. Más que un camarero parecía un prestidigitador por la forma en que se manejaba.
Colocó una delante de mis narices. En ella había puesto un tazón de café con leche, tostadas, mantequilla, mermelada de frambuesa y un plato con dos huevos fritos, beicon, salchicha y una hamburguesa. Justo lo que necesitaba para calmar mi hambre feroz. Kathy había dejado las células de mi organismo sin una pizca de combustible. Se movieron por mi torrente sanguíneo a gran velocidad, clamando por una pizca de alimento. Comimos en silencio. Yo tragué como un elefante carnívoro con varias trompas y tras un largo periodo de ayuno.
Vacías las bandejas de todo resto orgánico. Jimmy se puso a charlar como una abeja solitaria que se hubiera encontrado con una colega en la colmena.
-Necesito un favor.
-Pide por esa boca, Jimmy.
-Verás… No tengo coartada.
-¿Y eso?
-No estuve en mi habitación ni en ningún lugar donde me hayan grabado las cámaras.
-¿Puede saberse por dónde te moviste anoche? ¡Vampiro sediento de sangre!
-No bromeo. Anoche por fin mojé, tras una larga temporada de abstinencia.
-Mis felicitaciones. ¿Puedo saber con quién o es un secreto?
-Pude convencer a la señorita Ruth para que me acompañara al bosque, allí estuvimos toda la noche haciendo guarrerías…sin cámaras que registraran el evento.
-No me lo creo.
-Ese es el problema. Nadie se lo creerá.
-No me sorprende.
-Necesito que me facilites una coartada.
-Pues vas dado, amigo. Estuve toda la noche en mi cuarto, encerrado con llave.
-Lo sé. Con Kathy.
-¿Cómo sabes eso?
-Todo el mundo sabe en Crazyworld que anoche no te escapaste de las garras de esa guarra.
-Lo imagino, pero será difícil engañar a las cámaras. Hacerles ver que éramos tres cuando sólo había dos.
-¡Oh!, eso no es problema. Seguro que Kathy tapó la cámara y el micrófono.
Recordé sus movimientos. En efecto, lo primero que hizo Catwoman fue echar la jarra de agua en el florero y colgar una toalla de la lámpara.
-Si, creo que no se olvidó de hacerlo.
-¡Estupendo! Solo tienes que decir que estuvimos en un “menage a trois” antológico.
-Kathy no lo confirmaría y además la habitación estaba cerrada con llave. ¿Por dónde entraste?
- Ya estaba dentro cuando la señorita Ruth cerró la puerta y en cuanto a Kathy lo confirmará. Lo hará… por la cuenta que le trae.
¡Maldita jaula de locos grillados! El hecho de que se pudieran creer a pies juntillas la coartada que Jimmy se acababa de inventar y bajo ningún concepto pudieran creerse la verdad de los hechos, lo demostraba.
El Pecas se relajó una vez que di mi conformidad con facilitarle una coartada menos surrealista.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Voy a ver el cadáver. Necesito saber si este es uno de los malditos simulacros de emergencia de Sun.
-¿Qué quieres decir?
-Ese loco imagina todo tipo de simulacros para saber cómo van nuestras patologías y cómo funciona el personal y si existe alguna posibilidad de que alguien huya de esta cárcel. Como le sobra tiempo, no para de elucubrar.
-En mi tierra dicen que cuando el demonio no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo.
-¡Cómo! ¿Tu tierra? ¿Cuál es tu tierra? ¿Has comenzado a recordar?
-¡Uy! No. Me ha salido sin querer.
-Aquí ha muerto muy poca gente y siempre de muerte natural. Me gusta hacerles una visita cuando están muertos.
-¿No serás un necrófilo?
-¿Qué es eso?
-A los que les gusta el sexo con cadáveres.
-A mí solo me gustan las mujeres y que estén vivas. ¡Para qué quiero a las muertas! Además nuestro director era hombre, a menos que fuera disfrazado o un travesti, y me habría enterado, puedes estar seguro. Y si fuera a ver a una mujer muerta, sería solo porque no la había visto desnuda estando viva. En estos casos me puede el morbo. ¿Quieres venir conmigo?
-Bueno… ya que estoy aquí, me gustaría saber todo sobre Crazyworld, incluido cómo es el tanatorio, cómo se hacen las autopsias, cómo se investigan los crímenes…En fin, todo.
-Pues sígueme.
Continuará
UN FRENOPÁTICO PARA MILLONARIOS LOCOS LIBRO II
PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD
Estaba sufriendo una extraña pesadilla. En ella un hombre bajito, gordito, sin un pelo de tonto y con la cara desencajada por la rabia, apuñalaba en un lecho, una y otra vez y otra… y otra más, a un hombre muy alto a quien yo no conocía. Tampoco conocía al hombre bajito, si vamos a eso. Me sentía tan cansado que solo quería dormir, se me cerraban los ojos y no podía evitar que todo aquello me importara un bledo. Quería dormir a toda costa, descansar, y que todo el mundo se matara, unos a otros, con puñal, pistola o lo que fuera. Tal vez si el hombre bajito y gordito intentara apuñalarme a mí, habría reaccionado, pero no parecía ser esa su intención. Los ojos se me cerraban y no podía ni quería evitarlo. ¡Dios, qué cansado estaba! Pero no pude terminar de cerrar los ojos y dormir apaciblemente, porque algo me lo estaba impidiendo. No sabía de qué se trataba, solo que era algo persistente que intentaba atraer mi atención. Y por fin la atrajo.
Me desperté empapado en sudor, aunque estaba completamente desnudo y por la ventana entreabierta corría una agradable brisa. Al otro lado de la puerta de mi cuarto, que imaginé cerrada con llave, se escuchaban voces histéricas. Pude reconocer la voz de tenor cómico de Jimmy el Pecas.
Las voces se interrumpieron y sonaron fuertes golpes en la puerta. Me sorprendió que el diabólico Jimmy pudiera golpear con esa fuerza, sus puños no daban para tanto, al menos eso pensaba hasta entonces. Comprendí que eso era lo que había atraído mi atención en sueños, convirtiéndose en un sonido obsesivo que me había obligado a despertar.
Sólo entonces comprendí que estaba solo en el lecho. Catwoman debía de haberse marchado en algún momento, sin que yo me enterara, dejando la ventana abierta, porque no podía cerrarse desde fuera. Me había abandonado como una gatita celosa, o tal vez tenía perfectamente calculado lo que iba a ocurrir y cuándo. La tenue luz del amanecer se filtraba, como pidiendo disculpas, por la ventana abierta.
Al cabo de un par de minutos se oyó una llave en la cerradura. El Pecas discutía con una voz femenina, bastante estridente, que reconocí de inmediato como perteneciente a la señorita Ruth. Una voz invisible me susurró a la oreja que estaba desnudo y que debería salir como una exhalación hacia el cuarto de baño, ponerme bajo el agua, a ser posible muy fría para reaccionar, y luego salir, como quien no quiere la cosa, con una toalla atada a mis caderas, como hacen en las películas, el efecto hubiera sido demoledor en la señorita Ruth y yo hubiera quedado como el ingenuo protagonista que es sorprendido contra su voluntad y no puede evitar que los allanadores, la cámara y los espectadores, le sorprendan, exhibiendo su cuerpo musculoso, como un oso… no, para de pareados estúpidos. De todas formas hubiera quedado mucho mejor que así, desnudo y boca arriba, como estaba.
Mi buen amigo Jimmy se coló dentro como una exhalación, corrió hasta el lecho y me sacudió como si pensar que estaba dormido como un tronco y que un ligero toque maternal no lograría despertarme. Ni siquiera se fijó en mi extraña postura ni en que estuviera en pelota picada.
Me puse en pie sobresaltado. Entre mis piernas mi pajarito colgaba exhausto. Jimmy ni lo miró, angustiado por darme una noticia que no podía esperar.
-¿Te has enterado?
-¿De qué podría enterarme en sueños, Jimmy?
Lo último que se me ocurriría sería ponerle en antecedentes de mi noche orgiástica con Kathy, teniendo en cuenta el odio demoníaco que sentía hacia ella.
-Es cierto. Disculpa…Ha ocurrido algo terrible.
-¿Kathy se ha despeñado?
El Pecas debió pensar que se trataba de una de mis frases irónicas, a las que ya se había acostumbrado muy a su pesar. Ni se le pasó por la cabeza la posibilidad de que hablara en serio. La tragedia más inverosímil que se me ocurrió fue que catwoman se hubiera desprendido del tubo de desagüe y estampado contra el suelo. Esa sí hubiera sido para mí una auténtica tragedia y no otra.
-Han asesinado al director.
-¿A qué director?
-Al de Crazyworld. Pareces idiota.
-¡Ondia! ¿Y cómo ha sido?
-Le apuñalaron anoche. Más de una docena de puñaladas.
-¡Jesús! ¿Quién lo ha descubierto?
-La camarera que sirvió ayer en la piscina. Le llevaba siempre la bandeja del desayuno. Para mí que estaban liados y por eso me ha estado rechazando estos días.
-¡Jesús, José y María! ¿No habrá sido John Smith?
-Es el sospechoso más evidente, pero puede que por una vez lo más evidente no sea cierto.
Jimmy me puso en antecedentes de todos los detalles que conocía y que eran muchos. Si de una cosa estaba seguro era que después de Dolores, El Pecas era la persona más adecuada para informarme. Mi buen amigo aparecía angustiado, nervioso y a punto estuvo de sacarme de la habitación en pelota picada. Tuve que hacerle ver el escándalo que se produciría si la señorita Ruth me veía de semejante guisa por los pasillos.
Me permitió vestirme, lo que le agradecí de todo corazón, sintiéndome muy aliviado de que la señorita Ruth no se hubiera colado tras él. Supuse que aún no estaba preparada para caer en la tentación de ver a un guapo mozo como yo, en pelota picada, con el miembro erecto, lo que suele pasar cuando te despiertas descansado y vital por la mañana, tras un reparador sueño, claro que tal vez intuyera lo que había pasado, de otra forma no habría cerrado la puerta por la noche. Jimmy me tomó del brazo y me arrastró hasta el pasillo. Sentado a la puerta, en un taburete, se encontraba un enorme negrazo de dos metros de altura, con el torso de un Hércules y las proporciones de un armario empotrado. Me lo presentó como Herbert Slim.
-Es un gran tipo. Puedes confiar en él.
-¿Y qué hace aquí, si puede saberse?
-El doctor Sun le ha encomendado nuestra vigilancia, no quiere que nos larguemos, nos necesita.
-¿Para qué?
-Quiere que investiguemos el asesinato.
-¿Y a cambio nos dejará largarnos de aquí?
-Estás loco. La única forma de salir de aquí es con los pies por delante.
-¿Entonces van a permitir que un asesino campe por sus fueros en Crazyworld sin tomar medidas?
-El doctor Sun es ahora el director de Crazyworld. El se encarga de las investigaciones.
-¿Y por qué no lo hace y nos deja desayunar en paz? Me muero de hambre.
-Sí, a eso vamos. Luego nos espera el doctor Sun en su despacho. Quiere que le acompañemos todo el día en la investigación y le asesoremos, no se fía de su objetividad.
-¿Nos hipnotizará a todos?
-Eso seguro. También utilizará otros remedios drásticos. Puedes estar seguro.
-Esta es una jaula de grillados…¿El doctor Sun haciendo de detective?
-Es lo mejor que nos ha podido pasar.
-¿Qué hayan asesinado al director…?
-Eres un idiota. Quiero decir que el doctor haya tomado las riendas. Si hubiera sido el jefe de seguridad ahora todos estaríamos esposados a los radiadores.
-¡Vaya perspectiva!
Nos sentamos a nuestra mesa, al lado de la puerta de la cocina. El comedor era un pandemonium. Los locos estaban tan excitados que sus patologías se manifestaban sin el menor control. No entendía cómo podían estar allí cuando deberían seguir en las celdas de aislamiento. Me hubiera gustado preguntárselo a Jimmy, pero lo primero era lo primero, si no fuera amnésico tal vez recordara que el sexo me da mucha hambre, o tal vez fuera un efecto secundario de la berenjena de Cathy. Por cierto, ¿dónde estaba? En cuanto al personal no estaba mejor que los pacientes. Alice salió tan velozmente de la cocina que Jimmy ni siquiera tuvo oportunidad de alargar el brazo para pellizcarle el culo. Tras esperar unos minutos a que nos sirvieran El Pecas se decidió, entró a las cocinas y salió con un par de bandejas. Más que un camarero parecía un prestidigitador por la forma en que se manejaba.
Colocó una delante de mis narices. En ella había puesto un tazón de café con leche, tostadas, mantequilla, mermelada de frambuesa y un plato con dos huevos fritos, beicon, salchicha y una hamburguesa. Justo lo que necesitaba para calmar mi hambre feroz. Kathy había dejado las células de mi organismo sin una pizca de combustible. Se movieron por mi torrente sanguíneo a gran velocidad, clamando por una pizca de alimento. Comimos en silencio. Yo tragué como un elefante carnívoro con varias trompas y tras un largo periodo de ayuno.
Vacías las bandejas de todo resto orgánico. Jimmy se puso a charlar como una abeja solitaria que se hubiera encontrado con una colega en la colmena.
-Necesito un favor.
-Pide por esa boca, Jimmy.
-Verás… No tengo coartada.
-¿Y eso?
-No estuve en mi habitación ni en ningún lugar donde me hayan grabado las cámaras.
-¿Puede saberse por dónde te moviste anoche? ¡Vampiro sediento de sangre!
-No bromeo. Anoche por fin mojé, tras una larga temporada de abstinencia.
-Mis felicitaciones. ¿Puedo saber con quién o es un secreto?
-Pude convencer a la señorita Ruth para que me acompañara al bosque, allí estuvimos toda la noche haciendo guarrerías…sin cámaras que registraran el evento.
-No me lo creo.
-Ese es el problema. Nadie se lo creerá.
-No me sorprende.
-Necesito que me facilites una coartada.
-Pues vas dado, amigo. Estuve toda la noche en mi cuarto, encerrado con llave.
-Lo sé. Con Kathy.
-¿Cómo sabes eso?
-Todo el mundo sabe en Crazyworld que anoche no te escapaste de las garras de esa guarra.
-Lo imagino, pero será difícil engañar a las cámaras. Hacerles ver que éramos tres cuando sólo había dos.
-¡Oh!, eso no es problema. Seguro que Kathy tapó la cámara y el micrófono.
Recordé sus movimientos. En efecto, lo primero que hizo Catwoman fue echar la jarra de agua en el florero y colgar una toalla de la lámpara.
-Si, creo que no se olvidó de hacerlo.
-¡Estupendo! Solo tienes que decir que estuvimos en un “menage a trois” antológico.
-Kathy no lo confirmaría y además la habitación estaba cerrada con llave. ¿Por dónde entraste?
- Ya estaba dentro cuando la señorita Ruth cerró la puerta y en cuanto a Kathy lo confirmará. Lo hará… por la cuenta que le trae.
¡Maldita jaula de locos grillados! El hecho de que se pudieran creer a pies juntillas la coartada que Jimmy se acababa de inventar y bajo ningún concepto pudieran creerse la verdad de los hechos, lo demostraba.
El Pecas se relajó una vez que di mi conformidad con facilitarle una coartada menos surrealista.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Voy a ver el cadáver. Necesito saber si este es uno de los malditos simulacros de emergencia de Sun.
-¿Qué quieres decir?
-Ese loco imagina todo tipo de simulacros para saber cómo van nuestras patologías y cómo funciona el personal y si existe alguna posibilidad de que alguien huya de esta cárcel. Como le sobra tiempo, no para de elucubrar.
-En mi tierra dicen que cuando el demonio no tiene nada que hacer mata moscas con el rabo.
-¡Cómo! ¿Tu tierra? ¿Cuál es tu tierra? ¿Has comenzado a recordar?
-¡Uy! No. Me ha salido sin querer.
-Aquí ha muerto muy poca gente y siempre de muerte natural. Me gusta hacerles una visita cuando están muertos.
-¿No serás un necrófilo?
-¿Qué es eso?
-A los que les gusta el sexo con cadáveres.
-A mí solo me gustan las mujeres y que estén vivas. ¡Para qué quiero a las muertas! Además nuestro director era hombre, a menos que fuera disfrazado o un travesti, y me habría enterado, puedes estar seguro. Y si fuera a ver a una mujer muerta, sería solo porque no la había visto desnuda estando viva. En estos casos me puede el morbo. ¿Quieres venir conmigo?
-Bueno… ya que estoy aquí, me gustaría saber todo sobre Crazyworld, incluido cómo es el tanatorio, cómo se hacen las autopsias, cómo se investigan los crímenes…En fin, todo.
-Pues sígueme.
Continuará