“Toca su cabeza. Deja su mano en su testuz. Acaricia su
frente y… Milagro. No ocurre nada. La caeros líder, la hembra Beta, cierra los
ojos un instante, como si le gustara que la acariciaran. Los abre y mira a
Rosindra como si la conociera de toda la vida y fueran muy amigas. Abre la boca
y lanza un mugido regocijado. Todo el rebaño, compuesto de hembras y crías
levantan sus testudes, miran en su dirección y comprenden de inmediato lo que
ocurre. Otra visita más de estos pesados vantianos. ¿No tendrán otra cosa mejor
que hacer? Ustedes, queridos holovidentes no lo saben, pero el mugido indica el
permiso que la hembra Beta ha dado a Rosindra y al resto del grupo para que
puedan acercarse al resto de la manada y acariciar a hembras y crías sin
recibir malas caras y mucho menos agresiones destempladas. Ustedes no lo saben,
pero sí Rosindra, que repite esta escena cinco veces a la semana, descansando
dos días a elegir. Nuestra amable guía es
voluntaria, como otros muchos, en su mayoría amantes de los animales. Lo
hace porque adora a estos seres, relegados
por la historia a un lugar secundario en la vida del planeta Omega.
También porque de esta manera obtiene un buen número de créditos que está
ahorrando para emplearlos en un proyecto delirante, pero que ella cree poder
llevar a buen término. Ella, que ahora no nos oye, lo mismo que Alierina,
nuestra intrépida reportera, porque han desconectado para impedir que mi voz
cantarina pueda descentrarlas de este protocolo tan estudiado y sufrir algún
percance. Ella –quiero decir Rosindra- forma parte de un grupo cada día más
numeroso de omeguianos que van a plantearle a nuestra amable inteligencia
artificial que levante las defensas de rayos omega que nos mantienen en
cuarentena, aislados del resto de la galaxia, para así poder viajar en una nave
espacial, especialmente acondicionada, hacia otros planetas de los que llevamos
varios siglos separados debido a aquel ataque inesperado y terriblemente
agresivo de los noctorianos. Ustedes, queridos holovidentes, no lo saben, a no
ser que hayan pedido al bueno de “H” que les deje ver la gigantesca producción
con actores holográficos que se hizo en su momento para explicar las razones
que existieron para tomar una medida tan drástica y que tanto molestó a
nuestros abuelos y tatarabuelos. El resto de ustedes ni saben ni les preocupa
en lo más mínimo que no puedan hacer turismo por el Cuadrante, en naves
crucero, como hacían sus ancestros, más o menos lejanos, quienes recibían al
mismo tiempo un turismo apabullante, lo mejor de todo el Cuadrante y aún más
allá, desde los arrabales galácticos.
“ Les anuncio, ahora que
Alierina no nos oye, porque ella aún no lo sabe, que mañana tendremos un
programa especial sobre la gran batalla contra los noctorianos. Proyectaremos
la película de la que ya les he hablado y luego habrá un coloquio-circunloquio
con tantos tertulianos y tan contradictorios entre sí, que promete una tertulia
explosiva. Y mientras termina esta escena carnavalesca, me preparo para dar
conexión a Alierina, Rosindra y este grupito de valientes. Resumo, por si
alguno de ustedes no estaba mirando la pantalla, embelesado por mi narración.
Tras Rosindra ha sido Alierina la que ha repetido exactamente los mismo pasos
de la guía, y luego Elierina y su mudo esposo y el resto. La caeros los ha
olido a todos, lo que no ha hecho con Rosindra a quien ya tiene muy olida, para
impregnarse de su olor, memorizarlo y aceptar su intrusión como algo natural. A
continuación la guía, seguida de sus adláteres, se ha dirigido hacia el
interior de la manada, donde están las crías de esta temporada, todas muy
pequeñitas y graciosas, aunque muy asustadizas. Sus mamás los han aceptado,
creo que por sumisión debida a la hembra Beta, o mamá suprema, y han pedido a
sus crías que se dejen acariciar, aunque no es algo que agrade especialmente a
estos pequeños. Ha sido una escena muy tierna. Sin ningún incidente digno de
reseñar, el grupito de omeguianos ha salido del perímetro que ocupa el rebaño,
y ahora, ya suficientemente alejados, podemos restablecer la conexión para que
todos nos expliquen sus impresiones.
-Aló, aló, Alierina. Restablecemos la conexión para que
compartáis con nosotros vuestras impresiones.
-Ni aló ni leche de caeros, Arminidio. Que he estado
escuchando tu estúpida narración. Ya sabía que te ibas a aprovechar, por lo que
no me he desconectado. Ya hablaremos tú y yo. En compensación por tu caduco
sentido del humor te pido, mejor dicho, te exijo, y te doy de tiempo hasta la
semana que viene, y ya es mucho tiempo, que organices un programa especial,
bien una visita a las montañas Negras para conocer a los granjeros rebeldes, o
bien al palacio de HDM-24, una visita guiada por Ermantis. Y aprovecho para
dejar bien claro que no nos hemos acostado, como dicen las malas lenguas, pero
anuncio que sí nos acostaremos en cuanto termine el programa o dejaré de
llamarme Alierina.
-Por todos los dioses de nuestros ancestros, a quienes
adoraban antes de que llegara el Mesías de Omega, admito mi culpa y acepto el
castigo, pero es muy poco tiempo para organizarlo todo.
-Admito que la visita a las Montañas Negras será difícil de
conseguir, ya que el permiso de “H” es muy complicado y necesitarás más tiempo,
pero la visita a su palacio es pan comido. Por ahí no paso.
-Lo intentaré, te lo prometo, a cambio de tu perdón
incondicional. Y ahora, ¿por qué no nos contáis vuestras emociones?
-De acuerdo, que comience Rosindra, luego seguiré yo y
después Elielina y todos los demás.
-Bueno, para mí ha sido una experiencia más. Me gustan
especialmente los caeros, por lo que, siempre que puedo, pido hacer de guía
para visitar a estos encantadores animales. El zoo de Vantis es enorme y las
especies animales que contiene muy numerosas. Todas ellas son dignas de
atención y muy interesantes. Mi preferida, tras los caeros, son los kooris, a
quienes visitaremos a continuación. Les advierto que son tan juguetones y
atolondrados que deberán tomárselo con humor o alguno sufrirá un síncope. En
cuanto a los caeros, mi primera visita ocurrió hace algunos años, no sé
cuántos, porque llevo ya muchos como guía del zoo. Por cierto, Arminido, que yo
también te he estado escuchando. Me parece muy mal que hayas desvelado, para
los holovidentes, un secreto que muy pocos conocían. En compensación, como ha
hecho Alierina, te pido, mejor dicho, te exijo, que forme parte de los
invitados que vayan al palacio de HDM-24. Quiero pedirle en persona que nos
deje viajar, a la expedición, por los planetas más señalados del cuadrante.
Estoy muy interesada en la fauna y la flora de esos planetas, así como otros
miembros de la expedición lo están en otros temas, especialmente los
historiadores están dispuestos a morir en el intento para conseguir toda la
documentación que puedan en los archivos de esos planetas y no solo lo
referente a la brutal agresión noctoriana que sufrieron nuestros antepasados.
-Pobre de mí, pobrecito. Todos son exigencias. Pues bien, yo
también pongo una y no admite componendas. A cambio pido, exijo, que aceptéis
mi invitación a cenar. Una cena ecológica donde vosotras digáis.
-Creo que Rosindra estará de acuerdo conmigo. Aceptamos con
la condición que esté presente un robot guardián. Todo el mundo sabe que eres
un seductor de pacotilla, Arminido. No nos fiamos de ti. No nos tocarás un pelo
de la ropa sin nuestro permiso.
-Hecho. Pero Rosindra no ha terminado de contarnos su
experiencia con los caeros…