domingo, 22 de septiembre de 2024

LA ENFERMEDAD Y LAS ENFERMERAS

 


                               

                                 LA ENFERMEDAD Y LAS ENFERMERAS

Me encontraba a punto de cerrar mi consulta tras un día anodino, yo diría que hasta aburrido. La gente, en general, no quiere curarse de sus enfermedades mentales. La mayoría sabe cuál sería la solución a sus problemas vitales, pero no tiene valor para enfrentarse a ellos, por eso se deja atrapar en el bucle y dale que dale, te repiten lo mismo una y mil veces. No les he dicho que soy psiquiatra, particular, con consulta propia, donde recibo sobre todo a depresivos y algún que otro bipolar, esquizofrénico, psicótico y algún caso interesante, pero la mayoría son depresivos que no son capaces de tomar el toro por los cuernos y afrontar las consecuencias. No sé por qué razón me vino a la cabeza un curioso paciente que estaba obsesionado con las enfermedades y las enfermeras. En realidad, la causa de su patología no podía estar más clara. Le gustaban las mujeres, especialmente las enfermeras y no se atrevía a dar la cara e intentar seducirlas con las dotes que le dio la naturaleza, si es que tenía alguna. Sufría delirios extraños, retorcidos, que a mí me parecieron muy interesantes, aunque eso de Eros y Thanatos y los tangos que bailan juntos está ya muy visto. Un día desapareció y ya no volví a saber más de él. Me quedé medio traspuesto, no me apetecía regresar a casa y ponerme a buscar series y películas en las grandes plataformas. Estaba ya hasta el moño de prolongar mi trabajo estudiando las patologías de los personajes de series y películas. Soy divorciado y sin hijos y con pocas ganas de repetir experiencias sentimentales. Sonó el móvil y lo miré de reojo. Se trataba de un amigo y colega, otro psiquiatra que solo me llamaba cuando quería algo de mí. Esta vez, no sé por qué aquello me olió a chamusquina. Y no me equivoqué.

Al parecer en el hospital de la Seguridad Social, donde trabajaba tenían un problema con un paciente al que los médicos que le trataban consideraban un impostor, pero no había forma de demostrarlo por más pruebas que le hicieran. La dirección del centro le había pedido un informe sobre su salud mental y la posibilidad de que estuviera fingiendo su enfermedad. Y ahí estaba el problema, él, mi amigo, no encontraba patología psiquiátrica que permitiera explicar su supuesto fingimiento y los conocimientos médicos que se requieren para fingir una enfermedad sin ser descubierto. Quería mi asesoramiento, a cambio me invitaría a cenar donde yo quisiera. Me importaba un rábano la cena, y más si era con él, pero el caso no dejaba de atraerme. Así que le pregunté dónde estaba y al contestar que aún seguía en su despacho del hospital, sin saber qué hacer, quedamos en media hora. Cuando llegué me estaba esperando en el pasillo, muy nervioso, se retorcía las manos y se miraba fijamente la punta de los zapatos, como si allí estuviera la solución. Sin perder más tiempo me condujo a la habitación del paciente que tenía solo para él, no quiso explicarme si pertenecía a una sociedad privada o le habían aislado para poder estudiarle mejor. Encendió la luz, estábamos en invierno y anochece muy pronto, y al mirar a aquel paciente algo se removió en mis tripas y a punto estuve de echar la papilla. Era mi paciente, aquel en el que había estado pensando antes de cerrar la consulta. Imagino que Jung pondría como ejemplo esta sincronía en su retorcida teoría al respecto. A pesar de que los años no habían pasado en vano por él, no me cabía la menor duda, su calva, como puesta en barbecho, sus gafas, colgadas de la nariz, las bolsas bajo sus ojos y sobre todo aquella mirada de cordero degollado que parecía suplicar que le dejaran vivir un poco más, no se sabía para qué. Tomé a mi amigo del brazo y le conduje al pasillo, donde le expliqué la situación. Me llevó a su despacho y me enseñó su historial clínico. Ni el nombre ni demás circunstancias coincidían, pero yo no tenía la menor duda de que se trataba de mi paciente desaparecido. Le propuse algo que podía salir muy bien o muy mal. Que me dejara a solas con él, intentaría sonsacarle, no con hipnosis porque no me había dado resultado cuando le traté, pero tal vez pillado por sorpresa lo confesara todo, como el delincuente que parecía ser.

En efecto, no sé si se asustó al reconocerme o tuvo miedo de que me convirtiera una vez más en su terapeuta el caso es que acabó confesándolo todo, hasta que se había dejado colocar pañales, mintiendo sobre su incontinente urinaria. No quise saber nada de su supuesta enfermedad actual, me centré en que me contara todo lo que había hecho desde la desaparición de mi consulta.  Y lo hizo, vaya si lo hizo. No podía soportar sus delirios, el bucle en el que había entrado y del que era incapaz de salir. Amaba a las enfermeras. Le pregunté a cuáles. A todas, me contestó. Y claro para que te atendiera una enfermera, era preciso estar enfermo. Se estudió todas las enfermedades habidas y por haber, hasta escoger las más sencillas de fingir. El resto era fácil, se iba a urgencias y allí se dejaba hacer. Su vida como paciente era un culebrón sin principio ni fin. Cuando le daban el alta volvía con unas flores y unos bombones. Nunca consiguió ligar con ninguna, ni siquiera que aceptaran una cena en el mejor restaurante de la ciudad. Pero él era feliz así, de hospital en hospital, de enfermera en enfermera. De tanto fingir enfermedades agudizando las suyas, acabó con diabetes tipo 2, con heridas de todo tipo por todo el cuerpo y con algunas patologías de las que ni yo mismo había oído hablar. Amaba a las enfermeras y si para estar con ellas tenía que estar enfermo y en el hospital, pues que viva la enfermedad. Fue inútil que intentara convencerle del daño que estaba haciendo a otros pacientes que sufrían las listas de espera, ni del gasto que otros tenían que pagar con sus impuestos. Al final le dejé por imposible y le dije a mi compañero que le echara de allí a patadas, eso sí, tenía que dejar que le convenciera de seguir terapia conmigo. Por lo que respecta a sus identidades falsas (de otra forma, habría sido descubierto a las primeras de cambio) no se le denunciaría.

Para convencerme de que no me había contado uno de sus delirios, investigué por mi cuenta. Descubrí que todo era verdad, incluso hablé con una enfermera en un centro rural, una tal Marta, encantadora, quien me contó cómo ella había sospechado de aquel hombre extraño al que tuvo que curar de una herida en el pie izquierdo. No les voy a contar el resto de la historia porque es muy larga y aquí no tengo espacio.

DEDICADO A MARTA D.E. EL ANGEL DE MI HERIDA, LA ENFERMERA QUE LLEVA CURANDO MI HERIDA DÍAS Y DÍAS, SEMANAS Y SEMANAS Y LO QUE TE RONDARÉ MORENA

 


domingo, 15 de septiembre de 2024

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXVIII

   


 

-¡Còmo eres Rosindra! Ese papanatas de Arminido ya te ha contagiado su forma de hablar. Ni soy intrépida, ni soy reportera. Me gusta estar fuera del estudio haciendo lo que haya de hacerse, para lo que no se necesita mucha intrepidez, salvo la visita al mundo virtual de esta noche, que también a mí me da un poco de miedo. Y aprovechando que me dejas hablar, debo anunciar a los holovidentes que esta noche podrán seguirnos a Rosindra y a mí en ese viaje artificial, para el que el bueno de “H” nos ha facilitado cascos especiales conectados con nuestro programa. De esta forma podrán ver lo que nosotras veamos, aunque no de la misma forma, porque los efectos táctiles han sido censurados por nuestra inteligencia artificial. Lo que no entiendo, puesto que si está tan interesado en convencernos a todos los rebeldes de que aceptemos todo lo que nos ofrece, esta noche sería una buena ocasión para ello. Pero antes terminaremos de visitar Vantis. Te anuncio, Arminido, que voy a visitar todo el planeta Omega en una serie de reportajes que comenzarán cuando terminemos los programas ya programados. No hay pero que valga. Debo confesar que yo apenas conozco algo más que Vantis, y es una pena. Visitaré el resto de continentes e islas, para conocerlas y que nos conozcan sus habitantes, porque seguro que la mayoría de ellos ni habrán oído hablar de los vantianos y lo poco que conozcan de nosotros será a través del mundo virtual, si es que ellos lo utilizan, porque me da en la nariz que prefieren la realidad bien real que nuestras fantasías. Y ahora te cedo la palabra, Rosindra, para que hagas de anfitriona de lo que nos resta de ver de Vantis.

-Gracias, Alirina. Se me está ocurriendo que yo estaría encantada de acompañarte en ese viaje alrededor del planeta. Aún más, creo que tampoco me importaría formar parte de vuestro equipo, tan divertido y mono.

-No necesitas nuestra aprobación, aunque la mía ya la tienes. Ni siquiera el bueno de “H” nos ha pedido listas de nuestro equipo o de nuestros holovisores. Cualquiera puede formar parte de nuestro canal, y cuantos más mejor, así nos extenderemos y multiplicaremos. Pero me pregunto cómo te sentirías dejando a tus queridos animales por otros aún más animales y menos divertidos, como el propio Arminido, dicho sea con guasa. Imagino que no tendrías problemas para abandonar el zoo, bastaría con que lo anunciaras con alguna antelación para que tus tareas no quedaran desatendidas.

-Un momento, Rosindra, un momento, que quiero contestar como se merece a Alirina. No me importa que me llames animal porque todos lo somos, aunque algunos lo sean mejor que otros. Pero eso que no soy divertido me ha sentado como una patada en salva sea la parte. Aprovecho para anunciarte que acabamos de recibir la invitación en debida forma de “H” para visitar su palacio cuando queramos. Y para retarte. Te demostraré lo divertido que soy acompañándote en persona al palacio de HDM-24 y que nuestros holovisores decidan quién es el más divertido, nada menos que a presencia de “H”. Gastaremos bromas, le tomaremos el pelo y haremos un programa que no tendrá de serio más que el nombre. ¿Aceptas este reto, intrépida reportera?

-Lo acepto y todos nuestros holovisores son testigos. Y como vuelvas a llamarme intrépida reportera, te daré una patada en salva sea la parte tan pronto te vea en persona. Que ya está bien. Y aprovecho para invitar a todos nuestros tertulianos a que nos acompañen en la visita al palacio de HDM-24, ellos darán el tono serio, si es que hay alguno. Y aún más, aprovecho para invitar a cuantos holovidentes quieran a que también nos acompañen y nos jaleen. Sé que muy pocos darán ese arriesgado paso, pero quedan invitados.

-Yo también quiero ir, yo también. Ya me estáis poniendo en vuestra lista y aprovecharé para entregarte a ti, Alirina, la familia de kooris que has decidido adoptar hoy libremente.

-Maravilloso. Pero entonces dejaremos para la semana que viene la visita, porque quiero que me los eduques bien. Y ahora date prisa que estoy ansiosa por entrar en el mundo virtual esta noche.

-Así lo haré. Bueno, queridos, ahora estamos terminando de recorrer el último círculo de Vantis, donde están las nuevas urbanizaciones. Aunque la población crece con mucha lentitud, a pesar de los alicientes que “H” pone a disposición de todos los que quieran procrear, la inmigración de otras partes del planeta compensa un poco esa apatía reproductiva. Por cierto que le propondré al bueno de “H” que en el caso de que la reproducción no aumente el año que viene deje a todos los animales del zoo que se trasladen a Vantis, repoblando las parcelas que aún no tienen dueño.

“Como es lógico, cada círculo de los múltiples círculos concéntricos que conforman la capital planetaria, tiene su propio estilo de edificación. No es que “H” lo haya hecho así adrede, lo que ocurrió es que en cada época en que se fueron construyendo los diferentes círculos existían unos gustos, unas modas, y los que solicitaban su casa y su parcelita, según los créditos que poseyeran, pedían un determinado diseño. Eso sobre todo ocurrió al principio de los tiempos, cuando HDM-24 comenzó a funcionar como la Inteligencia Artificial que se iba a hacer cargo del planeta. Cuando su creador, Helenio de Moroni, aún vivía tuvo cierta influencia en cómo su invento se adaptaba a los omeguianos, pero a su muerte “H” tomó las riendas y diseñó lo que sería Vantis, la capital planetaria. Por eso los círculos más próximos al centro, donde se construyó su propio palacio, tienen un estilo más antiguo, más de los tiempos en los que Omega funcionaba sin ninguna Inteligencia Artificial que controlara a los omeguianos. Nos vamos acercando poco a poco al centro, el palacio de “H” será lo último que veremos antes de regresar al domicilio de nuestros anfitriones. Se irán dando cuenta de que las edificaciones más céntricas tienen mucho parecido con las que se construían en los tiempos primitivos o prehistóricos, como lo llaman algunos expertos tertulianos, mientras los círculos más externos son más modernos, más prácticos y con mayor extensión de las parcelas. Algo que tiene su lógica puesto que en los primeros tiempos, cuando “H” estableció el sistema de créditos se tardó un tiempo prolongado en que los vantianos se hicieran con una cantidad importante que les permitiera elegir sus viviendas a su gusto. Verán que en los primeros círculos hay también más parques y más grandes. Eso se debe a que el bueno de “H”, aún un bebé, una inteligencia ingenua y sentimental, estaba convencido de que los vantianos tendrían muchos niños que necesitaban parques para jugar y otros edificios públicos, como centros cívicos, escuelas públicas, lugares de esparcimiento y diversión para un buen número de personas. Luego, cuando creó el mundo virtual y los malhadados cascos que están a punto de acabar con la especie omeguiana, comprendió que había cometido un grave error que tendría muchas y nefastas repercusiones. Claro que en un principio no fue idea suya, sino del Consejo Planetario que se vio obligado a crear siguiendo los mandatos de su creador, Helenio de Moroni. Todos querían tener todo al alcance de su mano en sus casas de las que fueron saliendo cada vez menos hasta que se transformaron en avatares virtuales que rara vez salían de sus hogares, y solo en casos extraordinarios. Ahora los parques, las escuelas, los centros cívicos y todo el entramado de edificaciones públicas que creara al principio de los tiempos no sirven para nada, pero las mantiene con la estúpida confianza de que un día logrará cambiarlo todo y volver al principio. Mucho me temo que eso no será posible mientras no se deshaga del Consejo Planetario. Pero eso se lo podrán preguntar ustedes el día en que visitemos su palacio, que ahora comienzan a ver a lo lejos.

“Daremos solo una corta pasada puesto que en el programa que se le dedicará en su momento podremos verlos con detenimiento. Entonces se hablará de la razón de que decidiera vivir allí, en el centro de la ciudad que empezaba a crear y su evolución a lo largo de los tiempos.

-Muy bien, Rosindra. Lo has hecho muy bien, espero que no me acabes quitando el puesto. Ya hablaremos sobre tu incorporación al equipo. Ahora, Arminido, te dejamos con los tertulianos, mientras llegamos a casa de nuestros anfitriones, cenamos y nos preparamos para la gran noche.

 

martes, 10 de septiembre de 2024

LA ÒPERA DEL LOCO VII





VILENTE MUERTE AL BUFÓN OOOO-ÓN



TODOS

MUERTE AL BUFÓN OOOO-ÓN



ETC ETC ETC USQUE AD NAUSEAM



Los clones de la concurrencia comienzan a actuar de acuerdo a los pensamientos de los personajes reales y se organiza un buen follón, un esperpéntico follón.




El clón del Lord Canciller se mesa los cabellos mientras entona TANTO TANTO TANTO ANTO ANTO ANTO ORO ORO ORO DESPERDICIADO ADO ADO ADO , ETC ETC

Los duques hacen una seña discreta y sale el mayordomo que entona.




SE ACABÓ ABÓ ABÓ ABÓ. EL BUFÓN ON ON Y ÓN HA TRAICIONADO ADO ADO Y ADO LA GENEROSIDAD DUCAL. SE DA POR FINIQUITADA ADA ADA ADA Y ADO Y ADO Y ADA LA FIESTA ESTA ESTA Y ESTA Y EL ALTERCADO ADO ADO.




EL NARRADOR-ACOTADOR




El bufón que está dormido, abrazado a Plurabella real y Plurabella clonada sufre un espasmo y cae al suelo. De su boca brotan dos ectoplasmas que se transforman en los duques desnudos, el duque con barriguita y un pene diminuto, la duquesa con los pechos caídos aunque su belleza desnuda no deja de ser atractiva. Sus rostros son un amasijo de emociones repelentes y comienzan a contraerse de forma extraña, tan pronto intentan estrangular a todo el mundo, como se ponen a hacer el amor entre sí o con clones imitando a la concurrencia. Los duques reales hacen signos evidentes a la guardia real. Suenan las trompetas y los soldados intentan acceder al escenario, encontrándose con la feroz resistencia de la guardia clónica. Se forma un contrapunto de mil voces.




-MUERTE AL BUFÓN ON ON Y ÓN.

-ESTO ES REPUGNANTE, ANTE, ANTE EEEE É OOOO Ó

-QUE SEA TORTURADO ADO ADO

-QUE SEA LINCHADO ADO ADO

-QUE SUFRA LOS TORMENTOS DEL AVERNO ERNO ERNO

-TRAICIONÓ LA BENEVFOLENCIA DE NUESTROS GENTILES GOBERNANTES

-ES INCREÍBLE REPUGNANTE ANTE ANTE EEEÉ É OOOO Ó




Dejo al escenógrafo que luche con este pandemónium y al maestro del coro y al director de orquesta esta esta. He caído en un delirium tremens. Pero confío en el genio de estos artistas.




Mientras todo esto sucede Plurabella real arrastra como puede al bufón fuera del escenario, los sigue Plurabella clónica. Los tres se escabullen sin ser notados. Plurabella real conduce al bufón a sus aposentos, cierra la puerta con llave por dentro y le mira arrobada. Plurabella clónica ejecuta sus pensamientos y le abraza y le besa y llora.




Se oyen cantos a lo lejos, en el salón, y trompetas y ruido de lanzas y espadas. Alguien llama a la puerta y Plurabella real esconde al bufón en el armario-tocador. Se cuela Plurabella clónica y allí se produce una escena memorable. Plurabella real llora y abraza al bufón, al que no le llega la ropa al cuerpo porque no tiene. Plurabella clónica besa y abraza estrechamente al bufón. Plurabella real empuja a Plurabella clónica porque ella también quiere abrazarle y besarle. Al fin decide quitarle la ropa y mientras lo hace Plurabella clónica aroja sus vestidos al suelo, empuja al bufón de espaldas y se arroja sobre él en un delirio amoroso-sexual sin precedentes. Plurabella real, ya desnuda, empuja a su clónica y monta al bufón.




Dejo al genio del escenógrafo la resolución de esta escena sobre el escenario.




En el exterior siguen cantando MUERTE AL BUFÓN ON ON Y ON. Pero en vestidor nuestros personajes no parecen escuchar nada, entregados a un delirio de amor y de sexo.