sábado, 26 de julio de 2025

LOS PERVERTIDOS DE ANABEL IV

                      



                           EL PAJARITO CANTOR/CONTINUACIÓN


 -Se quedó en casa una semana. Yo llegaba del trabajo y le ponía más bálsamo. Le daba de comer y cambiaba su bolsa con hielo. Zoilín no se podía mover del dolor. Permanecía todo el día en la cama con las partes pudendas al aire porque no soportaba la ropa. Lloró lo que quiso y no paraba de agradecerme los desvelos. Para compensarme me contó las historias más sórdidas que conocía y eran muchas. Algún día te contaré alguna de ellas. Recuérdamelo Johnny.

 "Pero me he ido un poco de la cronología. Te voy a contar el primer encuentro. Lily ya me tenía aleccionada. Es pequeño y feo como el mismo demonio y tan mezquino que da asco, pero yo sé que tú vas a poder con él, Anabel, me dijo la patrona. Lo necesito porque me hace un gran servicio. Tú debes procurar satisfacerle y tratarle con mimo. No te dará mucho trabajo. Se irá por la pata abajo nada más verte desnuda, jaja. Si te pide algún numerito, algo lésbico que le gusta mucho o alguna representación teatral, me llamas y veré si merece la pena contentarle.

 "Vino en taxi hasta la casa. Yo miraba a través de los visillos, curiosa. Era muy bajito. No creo que llegara al 1,60. Su bigote enorme le hacía muy ridículo. Eso sí, vestía de boutique cara y con muy buen gusto. Salí a recibirle y extendí mi mano. Me la cogió con ansia, como si creyera que se la iba a retirar enseguida. Me besó el dorso, dejando en la piel mucha baba. Hice como que no me enteraba, aunque me dio mucho asco. Ya en la habitación me pidió que me desnudara muy despacio, con música. El se sentó en una butaca y encendió un apestoso puro. Pero no pudo ni darle dos chupadas porque en cuanto vio mis tetas casi se desmaya. Dejó el puro en el cenicero, continuó Ani con la narración, y echó mano a la bragueta. Me acerqué hasta él pensando que me estaba indicando que se la meneara pero me rechazó ofendido. Continué con el estriptis y en cuanto me vio en braguitas puso cara de estarse corriendo como en unas olimpiadas. Cerró la boca como si intentara ahogar un gemido, pero no pudo contenerse. Comenzó a chillar con su vocecita de niño y luego a toser y después a gemir y a suspirar. Creí que le había dado algo e intenté palmearle la espalda. Se enfadó mucho y salió corriendo hacia el servicio, con las manos en la bragueta y la espalda inclinada hacia delante. Era todo un espectáculo de feria.

 "Regresó al cabo de unos minutos. Yo seguía en braguitas, me había servido una copa para ayudarme a pasar el mal rato, porque se me iba y venía la risa y no sabía cómo controlarme. Le pregunté si se encontraba mal. Noté su cara de enfado y le dije que no era preciso hablar si no quería. Entonces él debió notar algo en mi que le hizo ablandarse. Me contó su problema muy escuetamente. Como viera que no me reía de él se sinceró más. Así pude saber de su boca lo que ya sabía de labios de Lily. Le dije que no se preocupara. Eso era algo común en los hombres y que a lo largo de la noche se le olvidaría lo sucedido. Se echó a llorar como un niño. Yo no sabía qué hacer. Me acerqué a él, le tomé una mano y traté de consolarle. Como el llanto arreciara lo cogí en brazos. Lo llevé hasta la cama y allí puse su cabecita entre mis pechos. Me los puso perdidos de lágrimas y baba. Cuando se calmó me dijo que yo era la mujer más comprensiva que había encontrado nunca. Que si le trataba bien él me recompensaría de mil maneras. A pesar de su aspecto él tenía mucho poder en ciertos ambientes. Lo creí porque Lily ya me había contado algo.

 "Lo desnudé con mucho cuidado y entonces descubrí su pililita de bebé entre sus piernas. De no haberlo sabido creo que no hubiera podido contener la risa. Era realmente pequeña, algo microscópico. Vaya pajarito cantor. Me salió de la boca sin que pudiera hacer nada por evitarlo. El creyó que me refería a su pilulita y se puso rojo de rabia. Fue entonces cuando se me ocurrió una salida que me libró de su cólera. Sabes que tengo pájaros en casa. Lily me permite a veces llevar alguno al trabajo para que me hagan compañía. Aquel día había llevado un loro y un jilguerito. Ni corta ni perezosa salí de la habitación, bajé al salón y subí la jaula del pajarito que se puso a cantar desaforadamente. Sabes que tengo buena mano para los pájaros, en cuanto cojo una jaula no hay pájaro que se resista.

 Anabel no era consciente del doble sentido de sus palabras y yo no quise decir nada por no interrumpir la narración. Me limité a sonreír.

 "Subí con el jilguero a la habitación y entonces Zoilín comprendió la confusión y me pidió disculpas. Me preguntó si no le parecía pequeña.Primero me hice la tonta. ¿Te refieres a la jaula?. No, mujer, no. Sabes que me refiero a esta cosita que tengo entre las piernas. Hombre, las he visto más pequeñas. Es un tamaño medio, tal vez tirando un poco a bajo, pero las hay mucho más pequeñas, puedes creerme. Mentí como una bellaca, Johnny. Pero él se lo tragó. Los hombres os tragáis todo cuando os interesa. Se relajó bastante y me dijo si le podía dar un magreo. Así en braguitas como estaba me subí a la cama y comencé a masturbarle. Pero era tan pequeña que se me escapaba de entre los dedos. Así que decidí hacer de tripas corazón. Me gustan las mamadas, sabes muy bien Johnny que te he hecho algunas antológicas, tener el nabo entre los dientes me produce una sensación placentera, como si ya no me faltara nada. Pero aquel nabito era más bien ridículo. Me puse a mamárselo como si lo hiciera con ganas y entonces noté con sorpresa que se encendía. Se estaba empalmando. Fue el empalme más rápido que he visto nunca. Y más si tenemos en cuanta que unos minutos antes se había ido sin avisar. El nabito se puso firme y creció un poco, no mucho, para qué vamos a engañarnos. Pero lo más asombroso es que apenas me dejó echarle la lengua porque se corrió en mi boca con más velocidad de la que nadie hubiera esperado. Echó un par viscosidades, chilló de gozo y yo me quedé con el escupitajo en la boca.

 


domingo, 20 de julio de 2025

LOS PERVERTIDOS DE ANABEL III

 



Zoilín, tomado por la pichulita, se transformó en un auténtico esclavo de Lily. Por lo visto hizo para ella cosas que solo Gervasio, el viejo amante y ahora jefe de matones, de mi cada vez más sorprendente celestina, aceptó ejecutar, aunque de otro calibre, ustedes me entienden. Sentía tal debilidad por Anabél que narraba a su oreja los más mezquinos secretos de su miserable vida. Creo que mi dulce Ani era la mujer mejor informada del país sobre las intimidades de famosos y famosetes de poca monta que ya empezaban a prepararse para la maratón.

 

El primer encuentro entre ambos tuvo más parecido con una película del viejo cine mudo que con un video porno. Las carreras de Zoilín no hubieran podido ser grabadas ni por una cámara rápida. ¿Era tan poca cosa para Lily que nunca le dejó utilizar sus potingues?. Le pregunté asombrado a mi amiga. ¿Nunca le habló de sus remedios milagrosos?. Nuestra patrona no era tonta, me respondió, si curaba a Zoilín se quedaba sin su más preciado recadero. Pero era de esa manera como le tenía más cogido de las pelotas. No entiendo su astucia, Ani. Sabes que los potingues eran muy caros y solo los dispensaba a grandes clientes. De todas formas no era el dinero lo que podía preocuparla, sino que llegara a curarse de su eyaculación precoz. Entonces ya no dependería de ella para satisfacer sus necesidades sexuales. Zoilín era un chantajista nato, se hubiera acostado con bellas mujeres a cambio de guardar secretos. No lo hizo nunca porque sentía pánico de que descubrieran su debilidad.

 

-Lily nunca le suministró sus elixires, pero a mi me dio pena, ya sabes como soy -siguió contándome Ani- y le facilité las migajas de un tarrito que había utilizado con un buen cliente. Dio resultado, cómo no iba a darlo. Zoilín aguantó más tiempo del que su delirante fantasía hubiera podido nunca imaginar. Lo pasamos muy bien aquella noche y el se sintió tan agradecido que lloró a moco tendido sobre mis pechos. Me dijo que desde aquel momento yo era más que su madre -ya lo llevaba siendo hacía tiempo,jaja- y que podía pedirlo lo que quisiera. ¿Y qué le pediste?. De momento nada pero luego aproveché sus servicios para acostarme con un famoso actor de cine, de visita en España. Pero a lo que iba. Se marchó más bien tarde al día siguiente de la casa número cinco, ya la conoces, me besó y me dijo las palabras más dulces que he oído en mi vida. En la puerta del taxi se dio la vuelta para despedirse y pude ver que lloraba como un bebé. Todo parecía ir de perlas cuando al día siguiente me llamó a casa, había conseguido sacarme el teléfono con sus carantoñas y lloros, para explicarme que aquellas pomadas le producían alergia. Tenía el bajo vientre lleno de ronchones, de granos que a cada minuto aumentaban de tamaño, se le caían las postillas sobre su pilulita que aparecía hinchada y tumefacta, con muy mal aspecto. La tenía completamente roja, lo mismo que sus huevos de avestruz, jaja, y no podía ni darse bálsamo bebé porque saltaba del dolor.

 

Es una pena que no pueda transcribir el lenguaje caribeño de Anabel porque la gracía que tenía al narrar este episodio podría hacerles llorar de risa. Es cierto que tengo sus grabaciones pero ustedes no pueden oirlas y la mera transcripción mecanográfica les quitaría todo su sabor dulzón y salsero.

 

-Me pidió permiso para venir a casa, continuó Anabel muerta de risa. Se bajó los pantalones y me enseñó el estropicio. Tuve que hacer un gran esfuerzo para controlarme porque se me estallaba la risa por todos los poros. Aunque bien mirado no era precisamente para reirse. Daba verdadera pena el pobre Zoilín. Se dejó poner un poco de bálsamo y lloró como un niño mientras mis manos hurgaban en su cosita. Le dije que no podíamos dejarlo así. Llamaría al doctor, que Lily tiene siempre de guardia, por si surgen emergencias y él encontraría la forma de que al menos no le doliera tanto. Chilló de miedo y se puso de rodillas para suplicarme que no lo hiciera. Si Lily se enteraba podría ordenar matarle. Le contesté que no era para tanto, que nuestra patrona era una buena mujer y se apiadaría de él. No me lo consintió. Yo no sabía si morirme de risa o de lástima. Allí, de rodillas, con todo al aire, parecía un bufón de corte, de esos que tú me contabas Johnny.

 

Pensé que era una lástima que Lily no hubiera puesto un sistema de grabación también en casa de Anabel. En ese momento se me ocurrió que hasta eso era posible. Tendría que mirar las grabaciones una por una. Aún no había inventariado la herencia de mi patrona. ¿Y cómo solucionaste el problema?. Pregunté con cara de risa.

 

viernes, 18 de julio de 2025

EL TURISTA ACCIDENTAL GOURMET II



MI SEGUNDA COMIDA EN EL SUEÑO DEL INFANTE

Esta vez pedí un arroz a la cubana, sencillo pero muy sabroso. Todo en su punto. Y de segundo alitas de pollo con patatas fritas. Las alitas de la gala de la noche anterior me habían enamorado. No sé con qué estaban rebozadas pero eran deliciosas. Esta vez no tenían el rebozo, simplemente a la plancha, pero muy sabrosas.

No me atreví a preguntar por el personal de cocina. Supongo que al menos para el menú de la gala debieron ser numerosos. De este menú ya hablaré en otro momento, o puede que lo haga el turista accidental, siempre metiéndose donde no le llaman.



LAS FAMOSAS ALITAS DE POLLO, REGADAS CON UN VINO DE LA TIERRA







EL TURISTA ACCIDENTAL II


EL TURISTA ACCIDENTAL

SEGUNDA CRÓNICA

X es un hombre rarito, como pude comprobar en conversaciones que tuvimos a lo largo de nuestra estancia, incluso tras la llegada de su amigo Bautista. Suele ocurrirme que tras hablar conmigo nadie se acuerda de haberlo hecho, ni mucho menos de mi nombre. Soy como un fantasma de carne y hueso o un ser multidimensional. Incluso hay por ahí alguien que cree ser mi creador y yo uno de sus personajes humorísticos. Tiene gracia la cosa.
 
Mientras esperaba a que llegara su amigo, con una cierta preocupación, porque se retrasaba un poco, me hizo algunas confidencias que aprovecho para colar en mi crónica. Dado que X no tiene nombre, como yo, el que hable de él no tendría por qué molestarle. Odia el calor. No le importaría estar en cualquiera de los polos, con los pájaros bobos, esos señores que visten de frac, en lugar de achicharrado por un sol de justicia. El calor le abotarga, por eso se aposentó en un banco y allí permaneció sin mover una ceja. Me comentó que sufría de fobia social. Que en otros tiempos fue un problema grave pero que ahora lo llevaba con mucha calma. Le asustaba un poco la gala que se avecinaba, aunque estaba más preocupado por cenar a la hora -es diabético- , que en verse obligado a conversar, algo que es lo más común en estas reuniones.

Su mente parecía estar en bucle. Que si le habrá pasado algo a su amigo Bautista. Que no miró cuánto le costaba el parking donde estacionó el coche. Que mira tú si le cobran por hora, incluso las horas de la noche y sumando más de cuarenta y ocho horas, esto puede subir un pico. Que le gustaría quedarse otra noche más para conocer algo de Guadalajara, pero le parece abusivo. Piensa en cómo encontrar la forma de decirle a M que pagará de su bolsillo. Sus bucles mentales parecen propios de una patología mental. Así me lo cuenta. En efecto toda su vida ha sufrido de una enfermedad mental a la que ahora no sabe cómo la llamarían porque estas etiquetas cambian más que los nombres que les dan ahora en inglés a cosas que antes tenían un nombre castellano de toda la vida. ¿Lo de esta noche será un "party"? Le gustaría preguntarle a M si todos los empleados del hotel sufren algún tipo de patología mental, porque no lo parecen en absoluto. Luego, cuando llegue su amigo Bautista satisfará buena parte de sus curiosidades, aunque ya conoce buena parte de la historia, gracias a que está pasando sus memorias al ordenador y a las conversaciones que han ido manteniendo sobre el tema a lo largo de los años. Cómo ha cambiado el tema de la enfermedad mental. A él, a X, le tocó lo más duro, antes de que se produjera la reforma psiquiátrica en España. Todo lo que están viendo sus ojos parece un milagro, como lo comentará en una conversación casi al final del "party".

Me cuenta que siempre tiene un plan B por si las cosas salen mal. Esta vez todo sale bien. Intuyo que le pasa con mucha frecuencia. En el parking hay un tope diario, que no sobrepasa los diez euros, bastante menos de lo que él pensaba. Su amigo Bautista acaba llegando. El acabará cenando y muy bien, aunque no a su hora habitual. Parece bastante despistado porque se le mete en la cabeza que tiene que cenar antes del "party" sin caer en la cuenta que en estos eventos siempre hay canapés o pinchos o como se los quiera llamar. Arma un pequeño lío del que lo saca Bautista que ya ha asistido a otros eventos. En la cocina debieron pasarlo mal. ¿ Pero qué le pasa a este hombre?

Por fin se enterará de que los sombreritos tan monos que aparecían sobre bustos no eran máscaras de carnaval sino para las damas y que aquella especie de pajaritas o lo que fuera eran para los caballeros. Todo saldría bien, incluso algunas gotas de lluvia en el momento oportuno que obligó al pianista a retirarse a tiempo. Ya estaba temblando X ante la posibilidad de tener que bailar con la alcaldesa de Guadalajara o las seis consejeras del gobierno de Castilla la Mancha que asistieron a la gala e hicieron sus discursos, todas muy simpáticas. ¡Uf! le escuché aliviado. Yo por supuesto estuve a su lado en todo momento. Nadie me vio, nadie supo de mí, pero lo pasé tan bien como X. Incluso comí alguna de sus alitas de pollo, riquísimas. Debió caerle simpático a una camarera, antes recepcionista, que siempre le ofrecía de su bandeja, alitas, hamburguesas mini, etc etc.
Pero eso será objeto de una tercera crónica.

 

martes, 1 de julio de 2025

EL TURISTA ACCIDENTAL GOURMET



AGENDA DE GOURMET... NO ME ACUERDO DEL CAPÍTULO.
 
LA COCINA DEL HOTEL EL SUEÑO DEL INFANTE

Como no sé cómo subir varias fotos a la vez, el segundo plato y el postre los pondré aparte.
La cocina de este hotel es casera, sencilla, pero sabrosa. Su menú consiste en tres platos de primero, tres de segundo y tres de postre, aunque como observé en la segunda comida parece que varía algún plato de un día para otro.

El gazpacho era muy sencillo pero muy sabroso y digestivo, al menos a mí me sentó muy bien y eso que mi estómago no es el que era.

De segundo pedí el pollo con patatas. También sabroso, sin alharacas. Estaba por seguir una dieta sencilla que me ayudara a bajar un poco de peso. Algo que no cumplí en la gala, donde me puse las botas. Especialmente me gustaron las alitas de pollo, deliciosas, comía siempre que me ponían la bandeja delante.

De postre nada de dulce, soy diabético, aunque me saltaría esta restricción en algún postre, con posterioridad.

Debo decir que por el precio del menú, catorce eurillos de nada, se come tan ricamente. Un simpático camarero me diría al día siguiente cuando le pedí mesa en el comedor, que no había sitio para mí, todo estaba a tope. Según pude observar no había mucha gente comiendo, poca para las mesas disponibles. Nos reímos los dos. Aprovecho para recomendar a todos los que visiten Guadalajara que vayan a comer allí. Por cierto. que M. le diría a X que estaban esperando que viniera alguien a hacer un reportaje sobre la cocina del restaurante.
 
No se sabe muy bien si esta crónica la hace el autor de la agenda o el turista accidental. Todo es muy confuso en esta crónica.



EL TURISTA ACCIDENTAL



GALA EN EL HOTEL EL SUEÑO DEL INFANTE

UNA CRÓNICA DE NUESTRO CORRESPONSAL, EL TURISTA ACCIDENTAL I

No sé cómo llego a los sitios, ni qué hago allí. De pronto estoy en un lugar interesante, viviendo experiencias insólitas que unas veces son muy agradables, como en este caso, y otras no tanto. ¿Qué quién soy yo? Me llaman "El turista accidental". No tengo nombre propio y paso tan desapercibido como una bocanada de aire caliente en un día de intenso calor. Mi cuerpo físico es tan común que, si un inspector de policía interrogara a los testigos de un crimen, no sabrían qué decir de mí, ni alto ni bajo, todo lo contrario; ni grueso ni delgado, rostro anodino, mirada traslúcida, perdida en el ambiente; mi voz como cualquier otra voz, ni más ni menos. En alguna ocasión me han confundido con una mujer, aunque no supieron concretar si atractiva o no. Apenas dejo impresión y pasados unos minutos nadie me recuerda. Ni siquiera les parece real que hayan estado hablando conmigo. Estas características me permitirían ser un estupendo espía, o un detective fantasma o cualquier cosa que me propusiera.
Caí por casualidad en el hotel "El sueño del Infante", en Guadalajara. No sabría decir cómo llegué allí, no lo recuerdo. De pronto estaba en recepción. Dos chicas jóvenes, guapas y amables hacían su trabajo con una dulce sonrisa en el rostro. A mí no me vieron, ni siquiera me miraron, es posible que ni supieran que estaba allí. Me senté en un banco y aguardé lo que fuera que iba a ocurrir. Donde estoy yo siempre ocurren cosas, atraigo los eventos como la miel a las moscas.
 
Me llamó la atención un hombre de edad madura, luego sabría que a él no le importaría que le llamaran "abuelete", aunque por lo que observé, nadie se lo llamó. Le sobraban unos kilos, aunque en posterior conversación, se ufanaba en que había bajado mucho de peso, unos veinticinco kilos, me dijo. Se movía con cierta torpeza, no sabría decir si por la bolsa de viaje que portaba al hombro (no debía de pesar mucho, porque no era muy grande, y la ropa, especialmente de verano, tampoco suele ser muy pesada) o más bien por el calor sofocante que caía aplomo desde lo alto, o puede que por el cansancio del viaje y su falta de entrenamiento para estos eventos.

Una mujer le estaba esperando. Luego sabría que era M. la encargada y buena amiga de su amigo Bautista. No me gusta poner nombres porque a lo mejor alguien se molesta por mis crónicas. En este caso hago una excepción con Bautista porque tengo su permiso. M. como luego sabría, gracias a las confidencias de este personaje sin nombre que acababa de llegar, es una mujer gallega, de Pontevedra, tan activa que le da un poco de miedo a este personaje, llamémosle X. Es una de esas personas jubiladas que trabajan más y son más activas tras la jubilación que antes. Se le nota la experiencia del trato con la gente. X le diría (un poco pelota sí que es) que era una excelente relaciones públicas, y luego, cuando la vio en traje de fiesta, que estaba muy elegante.

La amiga de Bautista enseguida se preocupó de si había comido. Como luego me diría X mientras comíamos a la misma mesa (él ni se acuerda) está muy achacoso, que si diabetes, que si hipertensión, necesita comer a las horas y una dieta aceptable, aunque como pude comprobar, a veces se la salta y no pasa nada. Noté cómo hacía fotos a los platos. Le pregunté interesado a qué se debía esa costumbre. Me dijo que tenía una agenda de goumet en Internet donde hacía una somera crítica de los platos que más le gustaban de los restaurantes.

Pude enterarme, gracias a las confidencias de X, de que la fiesta de aquella noche era una gala por los treinta años de la fundación AFAUS pro salud mental, que vela por la integración social y laboral de las personas que sufren una enfermedad mental. A lo largo de la velada X me pondría al tanto de estos detalles. Nadie diría, viendo al personal del hotel que algunos sufrían algún tipo de enfermedad mental. El camarero amable y atento, bien entrenado, en general todo el personal amable, discreto y como perfectamente entrenado en una escuela de hostelería. También X, a lo largo de la noche, suelta ya la lengua por la ingestión de algo de vino blanco, y uno o dos cubatas, me confesaría que también él llevaba sufriendo toda la vida de una enfermedad mental que no detalló. Tampoco él parecía una de esas personas enfermas que parecen dar tanto miedo a la sociedad en la que viven. Todos perfectamente "normales", más incluso que otras que se precian de serlo.
 
Y aquí debo dejar esta crónica que partiré en varios capítulos, dada su longitud. Habrá documentación, fotos y todo lo necesario para retratar este evento. Se preguntarán ustedes para qué periódico o medio escribo o si tengo un blog o si soy un "free lance" o trabajador independiente traducido al castellano. Pues no, nada de eso. Como ya he dicho, soy un turista accidental, al que nadie recuerda, que aparece sin saber cómo en cualquier evento y luego todo el mundo se entera de lo que ha pasado, sin saber cómo es posible, ya que nadie dice haber escrito nada o sacado fotos o... No se asusten, no soy un fantasma, aunque a veces lo parezco.