lunes, 10 de septiembre de 2018

3001 ODISEA DE LA JUSTICIA

NOTA/ Por casualidad me he encontrado con este viejo texto, escrito cuando yo era un "gestoreitor" de la justicia, antes de llegar a la dulce jubilación. Creo recordar que comencé a subirlo a unos foros para funcionarios de justicia que fueron eliminados. Entonces me llevé un buen susto pensando que había sido esta historia la que llevó a su fulminante eliminación, pero creo que no, que me doy demasiada importancia personal. En realidad era muy problemático decir lo que se pensaba y para decir lo que no se piensa, mejor nos callamos. Creo que yo no era el único que prefería decir lo que pensaba o ser callado que bailar el agua o ser políticamente correcto o decir lo que uno no piensa pero es conveniente que diga. Ahora, ya jubilado, gracias a Dios, creo que ha llegado el momento de sacar mis textos sobre la justicia, que mi subconsciente escondió en lugares ocultos de mi ordenador para no caer en la tentación de decir lo que pienso. Siempre estuve convencido de que a los funcionarios, especialmente a los de Justicia, se nos amordazaba con la disculpa del secreto profesional, de que los servidores de los ciudadanos no pueden protestar y decir que la Justica está mal, muy mal o rematadamente mal. Tampoco me gustó nada que no pudiéramos escribir o se nos pusieran toda clase de obstáculos para ejercitar las artes creativas. Entiendo que tal como están los tiempos cobrar por ser creativo, además del sueldo de funcionario, suena bastante mal, y sin embargo se permitía a los jueces y secretarios y fiscales dar clases en la universidad, enseñar en algunas academias privadas y otro tipo de actividades como las conferencias. Me preguntaba si yo, una nulidad jurisprudencial, no podría aportar también mi creatividad y mi opinión al problema de la Justicia. Hemos visto la que se ha liado con algunas sentencia y con los sempiternos problemas de la justicia, hasta el punto de que hasta los jueces se han declarado en huelga. Ahora que ya no soy funcionario, solo pensionista, espero que pueda opinar libremente y aportar mis textos creativos, por ver si esto puede tener remedio algún día de estos. En este caso el humor lo preside todo, incluso la oficina judicial. He encontrado también algunos textos más serios y dramáticos, como una serie titulada "Cárcel de alta seguridad", que también está muy de moda. Creo que entre risas y menos risas nunca viene mal ver cómo se pueden mejorar las cosas, y si no se pueden, por lo menos nos echamos unas risas. Como decía Gila de la guerra, pasar lo pasaríamos muy mal, pero cómo nos reímos. No es una cita literal pero recuerdo aquella frase que me impactó mucho, puede que no podamos evitar las guerras, pero al menos podemos reírnos de ellas. Puede que no podamos mejorar la Justicia, pero unas risas siempre vienen bien. Y me olvidaba de mencionar mi fascinación por la robótica, como he dejado muy claro en otra serie, La rebelión de los libros. Puede que el futuro no esté en la robotización de la sociedad,pero confieso que me fascina la posibilidad de tener robots en casa, como tengo gatos, y hacerme amigo de ellos. Blade Runner también fue para mí una película de impacto, pero hasta ahora no me había reído con los robots, así que he tenido que escribir mi propia historia, si no encuentro una novela a mi gusto... pues la escribo.





3001 UNA ODISEA DE LA JUSTICIA


El robot Gestoreitor BX al cuadrado. Manolín para los amigos, paseaba preocupado por la oficina judicial, las manos a la espalda y la cabeza baja. En un momento determinado se dirigió a su compañero, Tramiteitor AZ al cubo, Alfredín para los amigos, y le comentó:

-Hoy parece que la oficina está vacía. No lo entiendo. Llevamos casi un mes sin que nadie asome la cabeza por la puerta.

Tramiteitor alzó la testuz robótica de su ordenador, una vieja antigualla del año 2000 (a pesar de que en la década anterior se hizo un gigantesco esfuerzo presupuestario y se reemplazó a todos los funcionarios por robots, lo cierto es que el déficit les dejó en blanco, impidiéndoles renovar mobiliario y ordenadores, las oficinas parecían destartalados cuchitriles)y con una sonrisa mitad cínica, mitad metálica, le respondió:

-No sé si eres tonto, Gestoreitor, o te lo haces. Desde que te comenté el episodio de Salomón, el bebé y las dos madres que lo reclamaban (el episodio histórico más conocido sobre la justicia perfecta) no dejas de partir por la mitad todo lo que asoma por la puerta: matrimonios, hijos, pisos… ¿Y aún te asombras de que llevemos más de un mes sin una denuncia o demanda que llevarnos a la boca?

-Uuummmm. Creo que me pasé un poco. Lo reconozco.

EL NARRADOR







TIEMPO

Año 3001. Hacia finales del mes de febrero.

LUGAR

Hawai. Una playa. Concretamente donde se rodó la serie, ya clásica, de Perdidos.



Hola a todos. Me voy a presentar, porque es de buena educación hacerlo cuando no te conocen. Soy el narrador de esta saga y me encuentro en la playa antes mencionada, sentado en una tumbona, con un portátil. última generación de Microjet Corporation, en el ragazo y tapado con unas gigantescas bermudas de colorines para disimular mi barriga.

Para mi desgracia soy uno más de los funcionarios de justicia que fueron despedidos sin indemnización y reemplazados por robots hace casi una década. Me dedico a escribir, pero no relatos o novelas o poesía. La literatura ha desaparecido, tragada por la imagen. Sin embargo aún son necesarios guionistas para películas, series de televisión o videojuegos. Por suerte hasta para unir dos imágenes se necesita cierta clase y un buen narrador. A eso me dedico y no me va mal, aunque tampoco muy bien.

La idea de escribir esta saga se me ocurrió hace unos días. Tuve que implantarme en la barriga un termostato para regular la temperatura corporal (la razón la conocerán más adelante) y eso me arruinó. Necesitaba escribir algo que pudiera transformarse en un éxito, como Perdidos, y tras darle muchas vueltas al magín, encontré la solución. ¿Qué tema conozco mejor que los demás? Sin duda de la Justicia, no en vano fui funcionario más de treinta y cinco años.

Así que decidí narrar mi amarga historia, la de mis compañeros y también, ¿por qué no?, la de mis estimados colegas robóticos. Y en ello estoy. Escribo cinco minutos y el resto de la hora me lo paso viendo pasar bikinis y más bikinis. Sí, soy un machista, lo reconozco. Lo paritario sería que mi esposa se sentara en la tumbona de al lado para ver pasar tangas y más tangas, o sea guapos mozos. ¿Qué más quisiera yo!

Apenas sobrevivimos unos cuantos millones de humanos en el planeta Tierra. Entre el cambio climático, las luchas intestinas por el poder y un montón de causas más, que sería prolijo enumerar aquí, las máquinas nos invadieron y uno se las ve y se las desea para saber quién es máquina y quién humano. De momento ustedes piensen que si fuera máquina no tendría esta barriga, ni estaría calvo, ni portaría unas bermudas, tan horrorosas. Piénsenlo de momento, porque al final a lo mejor se llevan una sorpresita, como en Perdidos.

Pero antes de proseguir con la historia necesito darles algunos datos esenciales para que puedan entenderla. A eso me dedicaré en el siguiente episodio. Nos vemos…

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