jueves, 23 de abril de 2015

EL GRAN TEATRO ERÓTICO DEL MUNDO II






ESCENA SEGUNDA

Un parque público en una ciudad cualquiera. Es de noche. Hay algunas farolas diseminadas que no dan mucha luz, estamos en penumbra. Hay algunos bancos de madera y otros de piedra. Hay árboles de los que se desgaja alguna rama de vez en cuando. Hay setos, algún perro perdido que levanta la pata donde puede. En el centro del escenario un banco de madera, apenas alumbrado por una farola lejana. Una estatua de algún prócer, no se sabe cuál, ¡hay tantos! Un hombre maduro, barriguitas, calvo (lo intuimos porque la luz es muy pobre). Fuma, se levanta pasea. Se oye un ladrido de un perro rabioso Todo está despoblado. Se oyen las campanas de un reloj lejano, no sabemos la hora porque apenas se oyen y los espectadores no son capaces de contarlas, ni con los dedos. El hombre fuma otro pitillo, se levanta, se apoya en la estatua del prócer, se vuelve a sentar. Entonces se escuchan unos tacones lejanos. El hombre se pone tenso, se sienta, tira el pitillo. Se atusa la calva, intenta adoptar varias posturas, probando la más seductora. Los tacones están encima. Aparece en el escenario una señora, madura, viste discretamente y parece tímida. Se dirige al hombre del banco.

-Lo siento, el metro estaba imposible. ¿Es usted mi cita?

-Si es usted "Dama romántica" soy su cita. Yo soy "Necesitado de sexo".

- ¿Me permite que me siente a su lado? Pero no me meta mano, que acabamos de conocernos.

La señora se sienta, dejando un espacio entre ambos. El la mira de arriba a abajo, ella se deja mirar.

-¿Ha conseguido usted muchas citas?

-No me trate de usted que me ruborizo. En realidad usted es la única. Ya sabía yo que nadie se tragaría lo del jet privado. Fue una tontería.

-Pues yo me lo creí... un poco... bueno, en realidad como nadie quiere disfrutar de mis encantos me daba lo mismo que no fueras joven ni tuvieras un jet privado.

-Esto de las páginas de contactos sexuales es una tomadura de pelo. Solo ligan los jóvenes, que podrían ligar en cualquier parte. Los maduros no recibimos ni un beso virtual. Claro que si subimos una foto juvenil podríamos arrasar como ellos.

-No serviría de nada. En la primera cita se darían cuenta y saldrían corriendo.

-¡Pero lo divertido que sería! 

El hombre toma la mano de la mujer. Esta se deja,como sino lo notara.

-En tu perfil pusiste que te gustaba el sexo cariñoso. Creo que yo soy tu hombre, puedo darte todo el cariño que necesites y más. ¿En tu casa o en la mía, o vamos a un hotel? Pago yo, por supuesto.

-Lo siento, pero me gusta el romanticismo y no llevamos aquí ni cinco minutos.

-¿Pues no me digas que no te he citado bien? Un parque público desierto, de noche, la luz de las farolas solo nos permite vislumbrarnos. Solo me ha faltado la tuna, pero seríamos demasiados. Mira, podría darte un masaje para ir entrando en calor y acercar nuestros cuerpos. Pero antes me gustaría darte un beso en la boca.

El acerca su cabeza como a cámara lenta, ella no dice nada, se encoje un poco, tiembla un poco, se ruboriza un poco, pero los espectadores apenas lo intuyen porque hay poca luz. Se besan, bueno él la besa a ella. Ella se deja y al fin sus manos se agarran al pescuezo del hombre y no lo sueltan. Al fin se separan jadeando.

-Creo que estoy ya caliente. No puede ser otra cosa porque aquí comienza a hacer frío. Mira, mejor vamos a mi casa que estará más ordenada.

-Me parece muy bien. Tengo el coche cerca y ahora no habrá mucho tráfico. Tú me guías y por el camino me puedes ir contando lo que te gusta y lo que no te gusta. ¿Te gusta el sexo oral?

-¡Por Dios qué dices! Yo soy muy tradicional y además el Sida aún no está erradicado.

-He traído una caja de preservativos, espero que tengamos para toda la noche. No debes tener tanto miedo al SIDA al fin y al cabo creo que también se puede contagiar con un beso. ¿Qué es una relación íntima sin besos? Un sueño, una ilusión, que toda la vida es sueño y los sueños sueños son.

-Te dejaré besarme, pero tienes que jurarme que no eres promiscuo.

-¿Promiscuo? ¿Yo? La última vez me lo hice con la almohada y no creo tuviera muchos bichos porque la señora de la limpieza acababa de poner la funda.

-¡Qué cosas dices! Me estás poniendo cachonda. ¿Por qué no nos vamos ya?

-Ipso facto. Por cierto que no te he dicho mi verdadero nombre.

-Ni falta que hace. ¿Te has creído que busco a un hombre para casarme?

-No, pero saber un nombre no lleva al altar.

Se levantan. Caminan con muy poco espacio entre ambos, como dos tortolitos. Él la ha tomado de la cintura. Ella ha bajado la mano, como al descuido y la ha retenido un instante, una pizca de tiempo, casi no hay tiempo, sobre su bragueta. Ella ha lanzado un gritito. 

-Cariño, es un vibrador de bolsillo que acabo de comprar en un sexshop, por si eres tan insaciable que no puedo satisfacerte.

Risitas. Abandonan el escenario-parque. Se oye un ladrido lejano. Las campanas del reloj de una iglesia dan las medias o tal vez sean los cuartos o tal vez no sea nada. Antes de abandonar el escenario el hombre toca, sin disimulo, el trasero de la señora y ella da un gritito.

TELÓN


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