jueves, 30 de noviembre de 2017

CONTRA LA VIOLENCIA



MANIFIESTO NUMBER TWO DE LA MENTE

ENMASCARADA.COM                

 

            CONTRA LA VIOLENCIA

 

Corren malos tiempos, hermanos de la Gran Fraternidad de la Mente Enmascarada.Com, malos tiempos para los pacíficos corderos que ramonean las secas hierbecitas que quedan en los resecos campos de las ideas y de la bondad humana más elemental. El terror y la violencia asolan nuestra sociedad; nuestra, de todos y cada uno de nosotros. Los nuevos bárbaros del terrorismo sin entrañas campan por sus respetos en el campo abonado de la pasividad más vergonzosa. El hedonismo exacerbado hasta el vómito ha ordeñado nuestras mentes y voluntades. Ahora nos sentimos impotentes para enfrentarnos a la barbarie que nos pone bombas en el trasero delante de nuestras propias narices.

¿Qué ha ocurrido para que la barbarie patee las puertas de nuestros hogares? Hemos estado demasiado ocupados, hermanos, en la orgía de la estimulación sin fronteras y nos olvidamos de quienes sufren otro tipo de estímulo mucho más doloroso: hambre, violencia brutal, acoso permanente a su dignidad como personas, olvido absoluto, insolidaridad activa y humillante... No sabemos de dónde nace el terror pero sí conocemos bien el abono que lo hace crecer: la injusticia sangrante, la risa del barriga-satisfecha, el consumismo feroz, la actitud de Pilatos (lávate las manos y huye de la verdad)...

Si es cierto que la historia de esta especia –mitad angélica, mitad demoniaca- ha estado marcada por los hitos enrojecidos en las grandes batallas de la historia no es menos cierto que los tiempos que vivimos tienen mucho que ver con el anunciado Apocalipsis.

Las armas de destrucción masiva siguen ahí, en algún sitio que no podemos ver porque hemos cerrado los ojos. Nos sentimos tan impotentes frente al desastre que se avecina que hemos olvidado algo elemental: los gobernantes que pueden oprimir los botones rojos de los hongos espectrales han sido elegidos con nuestros votos. Vivimos en sociedades democráticas, nuestros representantes toman decisiones en nombre nuestro, pero el pueblo aún tiene la sartén por el mango, ¿o no?

Ha comenzado la caza de brujas, en nombre de la seguridad pronto se nos despojará de derechos duramente adquiridos gracias a la lucha silenciosa de millones de personas a lo largo de los siglos. Es cierto que no se puede consentir la masacre de miles de víctimas inocentes a manos de los nuevos bárbaros del dogmatismo religioso, independentista o meramente consumista ( secuestros de pacíficos ciudadanos buscando el combustible consumista –el dinero- o la consolidación de un negocio fructífero –la droga-) pero las soluciones que se proponen no han sido debidamente discutidas. Iniciar una guerra sin fin, sucia y armados hasta los dientes contra el invisible terror no parece la mejor solución, ni siquiera es la única posible.

Si el dogmatismo nace de la incultura tal vez una ducha con el agua templada de la cultura, respetuosa con la idiosincrasia de cada país, de mejores resultados que utilizar bombas inteligentes contra el dogmatismo más acérrimo y ciego (que conste que no lo digo por lo de “inteligentes”, sino por lo de “bombas”). Si el terrorismo y la delincuencia, la violencia en general, brotan como hongos en ambientes de pobreza, de marginalidad, de analfabetismo cultural, algo habrá que hacer para minar el terreno a estas lacras sociales, ¿o no?

Si el abismo que separa al primer mundo del resto de los mundos posibles, en este planeta de nuestros pecados, se agranda cada vez que una patera se hunde con toda su tripulación de “hermanos de especie” y no sería de extrañar que este abismo influyera en el  brote psicótico del terrorismo y la violencia a pesar de que dicho extremo no esté comprobado “científicamente”, entonces me pregunto –con la humildad que me da la consciencia de mis muchos pecados- si no se puede hacer nada para rellenar este abismo. ¿No se puede hacer nada? ¿Pero nada de nada? Si se está haciendo algo me gustaría saberlo.

Amados hermanos en la sangre de Adán y Eva –una pareja multicolor y multiracial- hermanos en el espíritu (suponiendo que exista a pesar de nuestra férrea negativa a ver algo más allá de nuestros cuerpos hedonistas), hermanos y vecinos residentes en el planeta Tierra; hermanos fraternales de la nueva hermandad de la Mente Enmascarada (aún no sé de ninguno pero la esperanza es lo último que se pierde), si la violencia es el último recurso del incompetente (tal vez leído en la Fundación de Asimov –necesito más ordenadores acoplados a mi pobre, en bytes, mente enmascarada), si tal afirmación es cierta –no me atrevo a dogmatizar- tal vez nos sobren estímulos y nos falten ideas.

Todos a pensar, hermanos, que a ninguno nos hará daño, ni siquiera a mí que me estimulo hasta viendo las formas rectangulares de un televisor. El estímulo no es malo pero la idea es mejor cuanto se tiene un problema, y nosotros lo tenemos, hermanos, vaya si lo tenemos ¿o no?

Mentes enmascaradas del mundo mundial, uníos.

LA MENTE ENMASCARADA.COM                                                           



Estaba un poco nervioso, un poco tan solo, no mucho. Porque a quién le interesan las ideas, a quién la importan lo suficiente para jugar a la ruleta de la vida y la muerte. Tal vez a un fanático pero a éste no le interesan las ideas, solo los dogmas. A la mayoría le preocupan otras cosas, el dinero, el poder, el sexo, pero las ideas...


viernes, 17 de noviembre de 2017

ALFREDO, EL MONTAÑERO III

                                        ALFREDO, EL MONTAÑERO III



                                        UN MONTAÑERO SOLITARIO

Hay muchas versiones respecto a las excursiones montañeras en solitario de mi papá. Mi mamá dice que no hay quien le aguante, por eso tiene que ir solo a todas partes, incluida la montaña. Pero es una versión interesada, sesgada, de la que solo aprovecharé los flecos, porque el resto forma parte de esa bronca perpetua que los matrimonios suelen emprender desde muy pronto, tan pronto como acaba la pasión, un año, a veces menos. Los tiernos infantes nos acostumbramos a ellas como quien oye llover. Sus amigos, pocos y mal avenidos, dicen que es tan cabezón que no les deja tomar decisión alguna, ni siquiera la tortilla que hay que llevar, siempre la suya. Alguno se ha atrevido a decir, sin estar él presente, claro, pero que yo escuché escondido tras la barbacoa, cuando papi salió corriendo al servicio –la maldita próstata como él dice- en una de las pocas barbacoas festivas que hemos celebrado en el jardín de nuestra modesta casa, que en una remota ocasión se atrevió a acompañarle a una excursión sencilla por un parque natural con montañitas asequibles y mapas perfectamente trazados, pero que aún así se perdieron, por cabezonería de papi, claro y estuvieron varios días dando vueltas y más vueltas a un hipotético trazado que mi progenitor había recorrido tantas veces que se lo sabía de memoria. El supuesto amigo, porque esas cosas los amigos las dicen a la cara, cuchicheó, aunque yo lo pude escuchar perfectamente, que al final tuvo que tomar la decisión de abandonarlo a su suerte y seguir la senda marcada y remarcada en rojo en el mapa. Se marchó con las bendiciones de papi, quien le obligó a jurar y perjurar que no se lo diría a nadie… Y no se lo dijo, aunque se supo que él había regresado tres días antes de que lo hiciera el gran montañero.

Mi historia como montañero, a la sombra del gran hombre, es muy sencilla, pero no tan fácil de contar. Cuentan las crónicas –mi memoria no es tan fina- que con tres, tal vez cuatro años, quiso llevarme por primera vez a conocer la montaña y ver si me gustaba. Según su versión fui yo, quien no dejaba de decirle a papi que me llevara con él en cuanto le veía preparar su logística de Anibal a la conquista de Italia, solo le faltaban los elefantes. Según la versión de mi mami fue el idiota de papi quien insistió en llevarme, incluso contra mi voluntad, porque estaba ya harto de sus excursiones en solitario y quería prepararme como su ayudante, su sherpa, para las grandes aventuras que estaba preparando, siempre estaba preparando alguna, como decía mami con retintín. Según las hilachas que quedan de mis recuerdos, esta vez le doy más razón a papi que a mami. Tengo un vago recuerdo de mi fascinación por las correrías de papi, quien salía de casa con la mochila al hombro, la bolsa de la tienda de campaña en una mano, la bolsa del Corte Inglés con las bombonitas de camping gas y el quemador, así como linternas, pilas y otros artilugios en la otra.  Posaba una en el suelo, buscaba la llave del coche en el bolsillo del pantalón de chándal, que tardaba en encontrar, abría el maletero del coche y tiraba todo allí, de cualquier manera, luego entraba a por más y así se pasaba un buen rato. Mami decía que no quería verlo, pero yo la sorprendí muchas veces mirando con ojos “ojipláticos” tras los visillos de una ventana.

El hecho en sí, escueto, es que un fin de semana lo preparó todo como si se fuera al Tibet. Como yo me acercara por allí, siempre curioso, me preguntó si quería acompañarle y como le dijera que sí, con mucho entusiasmo, preparó una bolsa de deporte con mi ropita, me enfundó en uno de mis chandals, buscó en la despensa algo que me pudiera gustar, espaguetis, macarrones, mis galletitas especiales, un tetrabrik de leche, colacao y un bote gigante de aceitunas, que me gustaban casi tanto como a él. Comenzó el trasiego, con mi menguada ayuda y entonces salió mami a la puerta y le puso de vuelta y media delante de todo el vecindario, que seguramente nos espiaba tras las cortinas, aunque yo no vi a nadie. Mi papi se puso cabezón y al final mami le hizo prometer que me traería en cuanto me entrara miedo y me pusiera a llorar. Papi dijo que yo era un valiente y no lloraba, yo asentí, con los ojos brillantes y en cuanto mami me vio preparado para una pataleta, se encogió de hombros y le dijo a papi, con ojos que echaban chispas, que como le pasara algo al niño se iba a enterar, le iba a cortar algo que yo no entendí muy bien porque era pequeñito.

El hecho en sí, escueto, es que nos subimos al coche, yo atrás, sin sujeción, no sé si porque en aquellos tiempos no era obligatoria o porque papi pasaba de todo y yo también.  Puso su consabida y proverbial música, que siempre le acompañaba en el coche, fuera a donde fuera, y si iba a la montaña, pues más música, y durante el corto trayecto no dejó de ensalzar los placeres de la montaña. Digo que fue un trayecto corto porque como luego contaría mami, con mucha ironía y entre risas, papi se limitó a llevarme a una zona cercana a la capital, camino de la montaña, eso sí y de algunos pueblos muy bonitos, donde había algo de bosque, alguna colina que yo pudiera trepar como si fuera un ocho-mil, y un camino de tierra que permitía salirse de la carretera y esconder el coche tras unas matas. Allí instalamos el campamento base, ayudé a montar la tienda, con tanta impericia como papi, a pesar de que no dejaba de pavonearse de lo mucho que sabía de estas cosas. No encontraba esto, no encontraba lo otro, no encontraba lo de más allá. Maldijo su despiste, seguramente se lo había dejado en casa, con las prisas. Rebuscó en el maletero y rebuscó, y yo comencé a ponerme nervioso y al fin papi encontró parte de lo que buscaba en el suelo del coche.  Terminamos de montar la tienda y me hizo pasar al interior como si fuera un príncipe. Introdujo su saco de dormir, viejo y rancio, pero muy bueno, que había comprado antes de casarse y de que yo naciera, en una ocasión remota y para mí muy confusa en la que fue a pasar unos días con mami que trabajaba no sé dónde e hicieron no sé qué, pero como los hoteles, hostales y pensiones estaban repletos papi se compró una tienda de campaña, un saco de dormir y otros artilugios que dijo le habían costado un ojo de la cara en una tienda de deportes. Mami se burlaba de él, de ojo de la cara nada, porque bien que se había regodeando mirando a una compañera de trabajo, en bikini, el día que se fueron a la playa porque libraban. Puede que mami trabajara de camarera, o de enfermera, o de lo que fuera,  porque a ella siempre le gustó mucho trabajar, mientras que papi era un vago de siete suelas y él mismo lo decía, si pudiera vivir sin trabajar, pues viviría tan rícamente.



Ese saco de dormir era muy bueno, según él, de alta montaña (años más tarde me preguntaría cómo se le ocurrió comprarse un saco de alta montaña para dormir dentro de él en una playa) y nunca había pasado frío en sus acampadas de los dos mil, de las que él hablaba como si fueran de los ocho mil que había subido como Hillary y su sherpa.  Luego entró una bolsita pequeñita y dijo que era mi saco de dormir, comprado expresamente sin que mamá se enterara y guardado celosamente en un escondrijo secreto para que mami no se enterara.  Me pidió que abriera la bolsa y desenrollara el saco, pero como no se me diera muy bien, él mismo entró como un elefante en una cacharrería, me ayudó, lo abrió y me pidió que entrara en él.  Tuvo que ayudarme también y luego él mismo se coló en el suyo, con cierta dificultad, porque tenía algunos descosidos y desgarros.  Una vez los dos tumbaditos, infló mi patito de goma de la piscina y me lo puso bajo la nuca. Y así permanecimos, felices, mientras papi me contaba su excursión a los Picos de Europa, en una ocasión memorable, en la que había subido Posada de Valdeón arriba, pero no por el camino de Caín, sino por un sendero de montaña a la derecha del pueblo, por la carretera que va a Santa Marina de Valdeón, y había instalado su tienda en un vallecito muy bonito, pero por la noche bajó el cierzo, la niebla así llamada por él y al parecer por otros muchos, y aquella noche fue una de las noches más aventureras y memorables de su vida.  Se despertó en plena noche muerto de frío, y eso que estaba en su saco de alta montaña  y estaba embutido en dos pares de calcetines gruesos y los pies dentro de unas deportivas, y las piernas dentro de dos pantalones de chándal y bajo ellos unos calzoncillos marianos que yo no sabía que eran y él me lo tuvo que explicar, y sobre su torso de toro, como le gustaba llamar a su pecho, una camiseta de felpa y dos chaquetas de chándal, y allí permaneció, confiando en que  su cuerpo reaccionara, pero no lo hizo, por lo que se vio obligado a salir de la tienda y correr por una pequeña terraza herbosa, en cuesta, de acá para allá y de allá para acá, intentando entrar en calor, lo suficiente para no sufrir una hipotermia y morir. ¿Qué es eso, papi? Me lo explicó con pelos y señales, lo que me produjo un estremecimiento de miedo que intenté controlar como pude, imaginando que aquella noche bien podría hacer tanto frío y los dos nos viéramos obligados a salir de la tienda y correr como dos tontos muy tontos.

Por fin terminó su historia, antes de que mis dientes comenzaran a castañetear, los de arriba con los de abajo, y salimos al exterior, donde me enseñó unas nubecillas que asomaban por el horizonte. No te preocupes chaval, me dijo, llevo demasiado tiempo en la montaña como para no saber que esas nubes no son de lluvia. Como se acercaba la hora de comer sacó el camping gas de la bolsa del Corte Inglés, llenó una sartén-cazo con agua de una cantimplora y se puso a cocinar unos espaguetis. Como a todos los niños a mí me gustaba mucho la pasta, por lo que papi no se rompió la cabeza buscando vituallas para que yo pudiera comer en la montaña, espaguetis y macarrones, que junto con un tetrabrik de leche y mis galletas favoritas deberían alimentarme durante todo aquel fin de semana, tal como lo había programado el gran montañero. Cuando el agua estuvo caliente echó los espaguetis y luego el contenido de una bolsita de plástico. Al cabo de unos minutos ya nos encontrábamos comiendo unos sabrosos espaguetis a la boloñesa sentados sobre dos piedras y con los platos de plástico en el regazo.



Papi no acertó en sus predicciones metereológicas, algo que se me quedaría grabado en la cabecita para el resto de mis días. Todo el mundo llegaría a saber con el tiempo que no había mejor metereólogo que él, bastaba con asumir que haría el tiempo contrario al que él pronosticaba, así si anunciaba lluvia todo el mundo preparaba sus sombreros para hacer frente a un sol de justicia, y cuando anunciaba sol, llovía, y cuando decía que esa noche despejaría y podrían contemplarse las estrellas, todo el mundo se preparaba para una tormenta de las buenas, con aparato eléctrico, lluvias torrenciales, vientos huracanados y alguna que otra desagradable sorpresa. Mami le tomaba mucho el pelo con sus dotes de vidente metereológico, pero de vez en cuando papi acertaba, yo creo que para llevarle la contraria, porque aunque yo era aún muy pequeñito enseguida supe cómo se las gastaban los matrimonios, y por eso siempre procuré llevarme bien con los dos, lo que no era fácil. Así cuando me preguntaban a quién quería más, yo respondía siempre que a los dos, y si insistían demasiado decía que primero a uno y luego al otro, y si querían saber quién era el primero, yo les decía que dependía, si papi me contaba cuentos en la cama, él era primero, pero si mami me achuchaba y me decía cosas bonitas, entonces era mami. Ellos se reían mucho, pero a mí me iba bien sabiendo que el matrimonio era “militia est vita hóminis super terram”, como decía papi cuando quería fardar de latín y de sus estudios clericales, y que a las víctimas inocentes nos iba mejor si nos rendíamos siempre al ganador, fuera quien fuera, y si  ganaban o perdían los dos… pues entonces los quería a los dos y santas pascuas.

Aquella tarde aciaga me convencí para siempre de que era de tontos no hacer caso de lo que pronosticara papi… solo que al revés. Apenas pudimos terminar de comer y ya estaban encima de nuestras cabezas unas nubes negras, muy negras, negrísimas, y se escucharon los primeros truenos. Pronto comenzaron a caer gotas y papi recogió todo deprisa, luego me pidió que me quedara en el coche para ver lo que era una buena tormenta de montaña. Y sí que la vi, sí, rayos mortíferos cruzando el cielo, truenos que retumbaban como bolos en una bolera, como me dijo la abuela una vez que pasé un fin de semana con ella –se llevaba mal con papi y peor con mami, por lo que la vi poco durante mi niñez- y tuvo que coincidir con una buena tormenta. Son los angelitos que juegan a los bolos en el cielo, niño, me dijo ella intentando calmarme, pero no hubo manera, las tormentas eran mi debilidad. Y así ocurrió ahora, papi no intentó calmarme hablándome de los angelitos en el cielo, pero sí lo hizo hablándome de que yo era ya un hombrecito y que los hombrecitos no lloraban y sobre todo que qué pensaría mami si regresábamos tan pronto, se iba a partir el culo de la risa, y lo peor es que luego no me volvería a dejar hacer más excursiones a la montaña. Eso me calmó durante un rato, pero la tormenta era infernal, así que papi me llevó a la tienda para que no viera los rayos, pero éstos rasgaban la tela como cuchillos de fuego y de nada sirvió que me pidiera que cerrara los ojos y me tapara las orejas, hice pucheros y luego se asomó una lagrimita al ojo derecho y luego comencé a suplicarle que regresáramos a casa.

Papi no se enfadó conmigo, porque nunca se enfadaba, y menos si estaba en juego su futuro sherpa para sus aventuras de los ocho mil, pero no le hizo mucha gracia. Me llevó otra vez al coche y recogió la tienda como Dios le dio a entender, doblándolo todo para que cupiera en el maletero y revisando el suelo para no dejarse nada, porque mami siempre ponía el grito en el cielo cuando él compraba algo para la montaña. Y así que nos fuimos como dos derrotados en la dura batalla de la vida. Lo gracioso fue que cuando entrábamos en la ciudad la tormenta, que había ido flojeando por el camino, se deshinchó por completo y salió el sol. Las risas de mi madre se oyeron en Katmandú, que debe de estar cerca del Tibet, y mi padre se marchó de casa, todo corrido, con la disculpa de que no le había dado tiempo a doblar bien la tienda.  Todo esto lo recuerdo bastante bien, lo que no tengo claro es si lloré como un corderito que a perdido a su mamá, como dijo mami, o si fui un valiente, que solo hizo pucheros, como luego me contaría papi, siendo ya un adolescente avanzado, cuando me llevó por segunda vez a la montaña y ésta fue la definitiva, porque le hinqué el diente y me supo muy bien.  Pero desde la tormenta hasta aquella agradable excursión, que relataré en otro momento, pasaron unos años en los que papi ni se atrevió a proponerle a mami llevarle con él. Fueron sus años más solitarios como montañero, como luego contaría él, casi con lágrimas en los ojos. 





miércoles, 15 de noviembre de 2017

MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM

         RELATOS DE INTERNAUTAS

                                      I

         LA MENTE ENMASCARADA.COM





Apenas los instaladores salieron cerró la puerta tras ellos con suavidad, temeroso de dar un portazo, tal era el nerviosismo que sentía por probar la nueva autopista que se había puesto a disposición de su bólido mental. Sentándose ante el encendido ordenador intentó conectar con Internet. Le llevó un buen rato, imaginó que tal vez era hora punta en el tráfico de la autopista de la información; en todas hay embotellamientos, uno se ve obligado a sobrellevarlos con paciencia. Por fin logró conectar y en la pantalla apareció la página de inicio. Propaganda, una lista de varios temas que no le decían mucho...

¿Cómo se navegaría? Buscar, eso es. Hizo clidk con el ratón y escribió un tema: literatura. La conocida franjita azul inició su recorrido. Esperó. Una lista.

Navegó como una mariposilla posándose en cada flor un poco vistosa que encontrándose en su camino. No podía volver a puerto sin una pasada por la zona de peligrosos arrecifes. Erotismo, mujeres desnudas en todas las posturas. Se regodeó un poco, sin pasarse. Encontró una página de pornografía infantil y se le revolvieron las tripas. Fue entonces cuando decidió enmascarar su mente y lanzar a la Red manifiesto tras manifiesto. Utilizó todos los canales para que sus manifiestos llegaran a todos los internautas del mundo y de la galaxia…para descubrir que era un pardillo, las empresas comerciales ya habían descubierto el truco mucho tiempo atrás. Lo llamaban SPAM. No obstante decidió que el fin justificaba los medios y que cambiar el mundo de mierda en el que vivía le autorizaba a todo, o a casi todo. Antes de que los hackers de Anónimus se lanzaran a la palestra, a mí me fueron llegando correos SPAM semanales de una supuesta página llamada La mente enmascarada.com Y como me llegaron se los voy mostrando. Que Dios les pille confesados.

MANIFIESTO PARA UNA RENOVACIÓN EN LAS IDEAS O LA BUSCA DEL VELLOCINO DE ORO DE LA IDEA ORIGINAL




En estos tiempos que nos merecemos en que canallas se enmascaran en el anonimato de las autopistas de la información para cometer delitos tan miserables como utilizar a los niños para satisfacer los instintos más bajos de pederastas sin escrúpulos o para estafar al ingenuo prójimo, os propongo a vosotros –internautas de buena fe, argonautas de los nuevos tiempos- el inicio de una aventura difícil, arriesgada, en la que fácilmente podéis jugaros vuestra reputación: la busca del vellocino de oro de la idea original.

Cuando tanto relativismo nos invade y todo puede  valer si es apoyado por la Mayoría absoluta, aunque tan solo sea durante unos segundos, cuando la telebasura es la reina de la comida mental, cuando para ser famosete solo se necesita enseñar la ropa interior, el hecho de pertenecer a una  minoría absoluta cultural –la de aquellos que aún conservan un residuo volátil de cierto espíritu crítico que animó a los pioneros de las nuevas civilizaciones- nos convierte en “rara avis” en peligro de extinción perseguida y acosada por todo tipo de caza recompensas bendecidos por los nuevos sherifs del futuro que se nos avecina: los manipuladores de masa, los hacedores de relativismo a ultranza, los contadores de chorradas, los matemáticos de la razón –tanta razón tienes cuanto mayor es el tanto por ciento que te apoya -; los que conocen muy bien el dicho de “que todo cambie para que todo siga igual” estimulan a la masa con novedosas sensaciones diarias para convencerla de que su vida está cambiando a cada instante cuando en realidad nada cambia ni siquiera las presuntas ideas de quienes sacan buena tajada del ansia estimulatoria clitoridiana de la Gran Masa.

Si  todas las civilizaciones cayeron por la molicie de los patricios y clases medias instaladas en el consumismo estimulatorio - el paradigma de la orgía romana- esta civilización de nuestros pecados acabará por hundirse en la molicie de la pasividad virtual. El sillón-ball terminará con lo que aún queda de nuestras mentes y tendrán que ser los nuevos bárbaros de las ideas que ya asoman sus cabezas peludas por el horizonte, quienes aporten las ideas-cimiento(cemento) de la nueva civilización que llegará antes o después.



Argonautas, internautas, miembros de la Minoría Absoluta, es preciso que reaccionemos para salvar al Imperio romano de los nuevos bárbaros. La busca del vellocino de oro en el frágil esquife de la idea original templará nuestras asaeteadas voluntades, nos dará un nuevo concepto de la amistad, la solidaridad, el ideal perdido. Jasón y los argonautas acaban de emprender el largo viaje en busca del vellocino de oro, la Itaca de los nuevos tiempos, donde quiera que te encuentres deja tu mensaje de solidaridad, de original renovación en las ideas y firma con el sello de la nueva hermandad:

La Mente Enmascarada.Com

Sí, porque los cazarecompensas van detrás de nuestras cabelleras –yo soy calvo, lo tienen jodido - y los violentos querrán acabar con la razón, la única víctima que no podrán asesinar nunca. Si tienes miedo, mente e la nueva hermandad, enmascárate y encuentra el vellocino de oro en cualquier lugar, la Mente Enmascarada. Com es la Utopia de los nuevos tiempos, apúntate. Si tus ideas actuales no dan para mucho –las mías han quedado reducidas a la nada después de tan largo coito con la hermosa hembra de la idea- deja citas de los miembros de la hermandad que nos han precedido sin ellos saberlo, desde Sócrates a Bertrand Russel por ejemplo. Inundemos el mundo virtual de citas, que corra el delicioso vino de los nuevos tiempos hasta embriagarnos, abajo el alcohol-garrafa de la basura mediática.

“Nuestro esfuerzo debiera, pues, tender tanto en la educación como en las relaciones sociales a evitar las pasiones egocéntricas y a la adquisición de afectos e intereses que impidan a nuestro pensamiento encerrarse perpetuamente entro de sí mismo. Los hombres no son felices en una prisión. Bertrand Russel. La conquista de la felicidad.

Mentes enmascaradas del mundo uníos.

LA MENTE ENMASCARADA.COM




sábado, 11 de noviembre de 2017

MANIFIESTO DE LA MENTE ENMASCARADA

                      MANIFIESTO DE LA MENTE ENMASCARADA.COM

 

POR UNA NUEVA ETICA QUE MEJORE LAS RELACIONES HUMANAS


¿Qué...? ¿Qué acaba de decir usted...? ¿Etica?. ¿Pero qué es eso...? En la primera década del siglo XXI y me sale usted con esas paparruchas.

Eso no sirve para nada. ¿Sirve para ganar dinerillo fácil?... Al contrario, con esa mierda de ética se pierde mucho...¿Sirve para algo más que para una estúpida discusión, para una dialéctica verborreica que no lleva a ninguna parte? Entonces para qué vamos a perder el tiempo con paparruchas.

-Sí, lamentablemente la ética no sirve para gran cosa. Tal vez una nueva ética que regulara las relaciones interpersonales entre los seres humanos en nuestra sociedad y las relaciones internacionales entre países libraría a la especie humana de su irremisible final, no muy lejano por cierto...

-Ya empezamos con profecías apocalípticas de pacotilla. ¿Acaso las dos guerras mundiales acabaron con la humanidad? Admito que murieron unos cuantos millones de personas, pero eso no es importante, al fin y al cabo toda nuestra generación desaparecerá dentro de algunas décadas, pero luego vendrá otra y otra y otra...generación más. Todo va a continuar igual, eso por descontado. ¿Acaso la crisis de los misiles de Cuba acabó con una siembra de hongos apocalípticos? No, nada de eso, el ser humano es un bocazas, tiene ese defecto, lo admito, pero la fuerza se le acaba yendo por la boca.

-¿Siempre es así? Tal vez las dos guerras mundiales terminaron en el sumidero por el camino menos malo. Tal vez la crisis de los misiles no llegó a más porque uno de los contrincantes tuvo una buena digestión en lugar de un ataque de gases radiactivos.

-Pero ahora las guerras son diferentes.

-¿Cómo de diferentes? El armamento es cada día más sofisticado pero no por eso menos letal. Las guerras son zonales y están lejos de nosotros -¿lo suficiente?- pero cuánto durará esta situación. Puede que mañana a un contrincante se le ocurra dar un jaque imprevisto –casi sin advertirlo- y el otro responda- no es manco- la partida no acabará en tablas como siempre. Puede que termine en un jaque mate instantáneo par ambas partes. ¿Qué no es posible en una partida de ajedrez? ¿Y quién ha dicho que ésta lo sea? Seré un peón pero no soy tonto, noto mi cuerpo al tocarlo y me duele si me dan una patada. ¿Y qué me dice de la angustia de ver a la Parca rondándome con su guadaña bien afilada?

-Está bien, la situación puede ser mejorada. No me negaré a ello. ¿Qué propone usted?

-No parece que la ética por la que nos regimos actualmente dé para mucho. Los conflictos internacionales siguen y se agudizan. El hombre de la calle se siente infeliz en cuanto la estimulación mediática deja de hacer efecto.

-¿Pero quién tiene la culpa?

-Eso, eso, busquemos al culpable. Supongo que el abismo entre el primer mundo y el resto de los mundos que están en este planeta de nuestros pecados no tiene nada que ver. Imagino que los seres humanos que se están muriendo de hambre seguirán resignado a su suerte, al fin y al cabo es el trágico destino trazado para ellos por los dioses. Las pateras son un simple evento temporal, lo mismo que un programa de telebasura que tiene hoy una gran audiencia y mañana lo retiran por descender la cuota mínima. Es cuestión de sentarse y esperar que pase el tiempo.

-Bien, de acuerdo,¿ qué hacemos con las pateras?

-Pues no se me ocurre otra fórmula que edificar una gran muralla china alrededor del primer mundo; cuando los bárbaros ataquen “caña al mono que es de goma”.

-Hombre, algo más se podrá hacer.

-¿Sí? Tal vez desarrollar ese tercer mundo que a este paso terminará a la cola de todos los mundos posibles, incluso de los deshabitados. ¿Pero quién es el guapo que se rasca el bolsillo?

-De acuerdo, pero antes habrá que dejar fuera de combate a los dictadorzuelos de tres al cuarto y establecer democracias sólidas. No estoy dispuesto a que Hacienda me desvalije para que se lleve mi dinerito un mierdecilla cualquiera.

-Yo tampoco, pero cómo noquearles, ¿un gancho de izquierda? ¿Les ponemos una bomba bajo su orondo trasero? ¿Y luego qué?

-La política internacional, la diplomacia, las medidas de presión, el Tribunal penal Internacional.

-Claro, embarguitos de pacotilla y que juzguen a los otros que son muy malos, a los míos ni me los toquen que son unos santos.

-Bueno, está bien, pero los gobiernos de las democracias tendrán que consultar a sus pueblos respectivos, ¿o no?

-Bien, que les pregunten. ¿Está usted dispuesto a quedarse sin el 50% de su sueldo para contribuir al desarrollo del tercer mundo? ¿Me autoriza usted a una guerra sucia contra los dictadorzuelos? ¿Está usted dispuesto a dejar de autoestimularse para subirse los pantalones y enfrentarse en una revolución que le va a dejar en ropa interior?



-O sea, que según usted la revolución ética debería empezar a ras de calle.

-Me temo que no hay otra salida. Usted vota a fulanito que no le va a tocar su hucha o a menganito que va a terminar con el paro del incordión de su cuñado, pero ¿votaría a zutanito que quiere un mundo mejor para todos? No a costa de mis espaldas que llevan ya mucho peso.

-Ni de las mías, no te joe... que empiecen los de arriba pa dar ejemplo.

-Claro, aquí todo el mundo quiere que comience la historia el c... del vecino que es más culpable que nadie. Tal vez hemos equivocado el camino, puede que el consumismo no sea el becerro de oro inextinguible. Si el mejor, el más infeliz, es el más rico, no veo razón alguna para maldecir de los corruptos, de los jugadores tramposos de pocker bursátil, de los narcos que venden estimulación a cambio de dinerito contante y sonante. Quien toma el atajo para llegar a la misma meta que tú no es menos ético, simplemente es más listo. El fin justifica los medios, ¿o no?

-Pues no, ¿qué mal hay en tener más y trabajar menos? Pero eso no justifica el asesinato, pongamos por caso.

-¿Y cómo va a convencer a los que tienen menos oportunidades que usted de que acepten su desgracia? ¿Les va a decir: chaval qué le vas a hacer, mala suerte “quillo”, otra vez será? Puede que no se conformen. Quieren igualdad de oportunidades dirán. Y puede que tengan razón. Si ponemos el fin de la vida humana sobre este planeta de nuestros pecados en conseguir divisas, más divisas, más... no creo que alguien sea capaz de concienciar al resto de que ceda en la lucha para que él siga llenándose sus bolsillos repletos.

-¿Y qué sugiere usted?

-Si hacemos una sociedad más justa y ponemos nuevas metas y valores: mayor comunicación, menos egoísmos, más solidaridad, menos pasotismo, más amor sin reglas estúpidas, menos odio al hermano que nos acaba de pisar el callo. Si ponemos la meta en la evolución espiritual de la especia humana, tal vez muchos renuncien a muchas cosas, sin necesidad de ponerles la pistola en el pecho. Al fin y al cabo si puedo tener una docena de maravillosos amigos en Africa o la India por poner un ejemplo, tal vez renuncie a unas cuantas copas, es más satisfactorio, me llena más.

-¿Usted cree? ¿Va a acabar con la ola de materialismo que nos invade con un chasquido de dedos? ¿Usted cree que si la muerte es el fin de todo y ésta es la única vida que vamos a tener puede convencer a alguien de que se convierta en un Buda mirándose el ombligo en lugar de disfrutar de un cien por cien de ocio y estimulación?

-A lo mejor los científicos deberían ponerse a investigar sobre el más allá en lugar de darnos recetillas de tres al cuarto para prolongar la vida unos añitos más. Si descubrieran que hay más vida que ésta, que la muerte no es el fin todos nos tomaríamos con más calma los cien metros libres del consumismo rápido y feroz.

-A lo mejor. ¿Pero qué me dice usted si descubrieran sin ningún género de dudas que la vida es un milagro de generación espontánea y que la ley de la supervivencia contra todo y contra todos es la norma suprema de la vida?

-No puedo decirle otra cosa, amigo, que a quien Dios se la dé S. Pedro se la bendiga.
-A mí que me den una vida tranquila y a los demás que les parta un rayo.

-Eso. El maestro Jesús fue un imbécil, mira que morir para salvar a la humanidad. Era un pardillo.

-¿Qué otra cosa?

-Y Buda fue un porrero que se quedó colgado viendo visiones.

-¡Quién pillara esa hierba!

-Y qué me dice de Ghandi y su resistencia pacífica.

-Un subnormal, no tiene otra explicación.

-Y qué me dice...

-Pare, pare usted el carro. Que le den por ahí a la ética. Solo trae problemas insolubles. Donde esté una buena estimulación: sexo a raudales...

-¿Y el SIDA?

-Que le den por ahí al SIDA. Una buena televisión por cable con dos millones de canales y baratita, muy baratita...

-¿Y la adicción?

-Que le den por ahí a la adicción. Una ganancia en bolsa del dos mil por cien me permitiría...

-¿Y el desastre del 29? ¿Y los bamboleos bursátiles actuales? Esto parece una atracción de feria descompensada, cualquier día va a salir por los aires todo el papel y lo que me voy a alegrar- disculpen mi alegría los pequeños inversores y ahorradores honrados y pacientes-.

-Pero bueno usted está dispuesto a j... todos mis sueños. Me voy a ir a un monasterio para seguir el dogma católico, o el budista o el hinduista o el islamista o el...

-¿Y la Santísima Inquisición, y las calles de Calcuta llenas de muertos de hambre y el terrorismo islámico y...?

Maldita sea su sombra. La culpa la tengo yo por hacerle caso y ponerme a discutir de memeces como esa de la nueva ética. Con lo feliz que era hace solamente un momentito...

¿Y el 11 de septiembre, y las guerras de Oriente Medio y Afganistan y la guerra contra Irak que se avecina?

-Que le den a usted por ahí. ¿Sabe una cosa? Me voy a cenar a casa tan tranquilito, con mi familia. ¡Que encuentre a otro imbécil para discutir la nueva ética! Agur.

-Me temo que acaban de secuestrar a la niña de sus ojos, tiene solamente tres añitos y es un cielo de niña. Un bebé absolutamente encantador, por cierto.

-¿Es una broma?

-No, no lo es, en absoluto.

-Maldito cabrón y me tiene aquí discutiendo sobre la nueva ética de los c...Cuando acabe con los secuestradores volveré a por usted. Ya se puede ir preparando.


-Je...jé...Me temo que usted no llegará a tiempo, amiguito, acaban de violar a su hija y la están descuartizando en estos momentos. Cuando encuentre a sus secuestradores, si consigue encontrarlos, un terrorista le pegará un tiro en la nuca... No se preocupe, amigo, podrá ir al otro barrio muy tranquilito, fue una equivocación, una estúpida equivocación, el terrorista confundió su anónima jeta con la del Presidente del Gobierno, el muy subnormal...No se preocupe usted, buscaré a otro memo para discutir de la nueva ética. Me gusta perder el tiempo, así me olvido durante unos instantes de que hace unos días pusieron una bomba lapa en mi coche...Por cierto ¿no estaba yo muerto? ¿Entonces qué c... hago aquí, discutiendo de la p... ética con los vivos? No tengo remedio, está visto que no tengo remedio. Maldita sea mi sombra.


viernes, 3 de noviembre de 2017

COFRADÍA DE ESCRITORES

EL POLIEDRO



U N A  D E  E S C R I T O R E S  N O V E L E S

El otro día, ayer concretamente, me di de bruces con el personaje que utilizo habitualmente como frontón contra el que golpeo una y otra vez la pelota de la idea con el fin de que se reblandezca un poco y vaya perdiendo esas aristas que, lo queramos o no, tiene todo pensamiento aún el más liberal. Me encontraba paseando por el parque virtual que he construido justo frente a mi domicilio habitual cuando al llegar al estanque de los patos tropecé candorosamente con una persona que no voy a describir porque ustedes la conocen sobradamente.



Mi amigo, al que me une una amistad imperecedera a pesar de nuestra habitual y profunda discrepancia muchas veces irreconciliable, había acudido a la cita, puntual como un clavo. En realidad, como habrán advertido ustedes el encuentro no fue casual, sino consecuencia de una cita perentoria, conminatoria, casi apocalíptica: o acudes puntual como un clavo o te borro del mapa.



Para disimular lo humillante de semejante cita se hizo el encontradizo. No le gusta avergonzarse ante nadie, ni siquiera ante el autor de sus días. Un personaje sabe perfectamente que debe bailarle el agua al autor o atenerse a las consecuencias que él conoce perfectamente. Cuando consideró que ya había disimulado bastante se acercó, tropezó con el autor tan sabia y controladamente como lo hubiera hecho un actor de cine mudo y después de disculparse estrechó mi mano con mucho calor, muy afectuosamente. Sin esperar más tiempo pasó a hacerme la pregunta que ambos habíamos pactado.





- Creo que sus amigos internautas están pensando en generar, por medio de la fantasía más exacerbada y el sueño más quijotesco, una especie de cofradía o asociación o como se la quiera llamar, aún no tiene nombre, que informe, defienda, asesore y ore ante el altar sagrado de los sacerdotes-editores, intercediendo por esos pobres desvalidos, esos humildes y baqueteados escritores noveles que nunca han elevado protesta alguna por su condición mendicante, al menos que yo sepa. Por lo visto usted, amigo autor de mis días, ha hecho una sugerencia, tan reiterada y machacona, que sus colegas se han visto obligados a aceptarla: esbozar un manifiesto que recuerde, porque sus días parecen estar contados, las "fazañas" y los "fechos" de estos caballeros andantes que sino superan al genial D. Quijote muy bien podrían convertirse en sus escuderos, por detrás del buen Sancho Panza. ¿Es así o no es así, amigo autor de mis tristes segundos?



- Así es, querido personaje, mi más apreciada creación.



Pienso exponerles unas cuantas ideas en forma de diálogo, de momento a dos voces pero espero sean muchas más -una polifonía-, que nos permitan salir de nuestra triste condición de mendigos de la voz y la palabra. He pensado en citar a todos los cofrades, actuales y futuros, reales e hipotéticos, auténticos o ficticios, en este maravilloso parque virtual donde hay de todo para refocilar nuestros siempre excitados sentidos y nuestras inquietas mentes y de esta manera, en amistosa "compaña", exponer, sugerir, debatir, polemizar, plantear y todo lo que se les ocurra, que se les ocurrirá mucho, sobre nuestra baqueteada condición espiritual.



- Le felicito, querido autor, porque nada me gusta más que hablar, sobre lo que sea, estrechar manos, responder a afectuosas miradas, polemizar, hacer de frontón, cualquier cosa con tal de estar en compañía; los personajes solitarios nos vamos apagando de hastío e inanición espiritual. Lo único que temo es que usted intentará, como siempre, llevar la voz cantante, que usted nació para cantante de ópera, no me engañe.



- Nada más lejos de mis deseos, personaje-frontón. Espero y deseo que a partir de este muy humilde borrador todos los cofrades se animen a participar con sus nombres auténticos, o sus alias o sus personajes o con lo que sea, pero a participar en esta reunión virtual donde cada uno tendrá toda la voz que necesite y su palabra será escuchada con reverenciosa atención. Estoy deseando saludar afectuosamente a todos mis colegas y estrecharlos contra mi corazón porque nada une más que las desgracias sufridas recorriendo el mismo camino.



- Oído, amigo autor, pero me gustaría que fuéramos ya al meollo de la cuestión y me explicara usted, con palabras que pueda entender, de qué se quejan ustedes, los escritores noveles, novatos, inéditos, apócrifos, o como quieran llamarse. Porque en este mundo de nuestros pecados, en esta sociedad a veces tan injusta, he oído quejarse a todo el mundo, sino es por esto es por lo otro, sino se quejan por falta de trabajo es por falta de pan, sino se quejan de falta de libertad y democracia se quejan de sufrir tiranías, sino se quejan los políticos se quejan los ciudadanos, sino se quejan los ricos se quejan los pobres, sino se quejan las mujeres y los niños se quejan los hombres de pelo en pecho. Pero que yo recuerde esta es la primera vez que se quejan los escritores noveles. O bien nunca han tenido de qué quejarse o es que son ustedes tan humildes que les ha dado reparo alzar el dedo en una reunión...



- Ya está bien de tanta palabrería. Sé perfectamente cómo está el mundo, amigo Facundo...



- No me llamo así, no empiece a tomar el pelo a todo el mundo como es su maldita costumbre.





- Tú te llamas como yo quiera, para eso soy el autor. A callar...A callar y a obedecer o aténgase a las consecuencias...Te decía que conozco los graves problemas que afectan a casi todo el mundo, el hambre, la miseria, las injusticias, la violencia y tantas otras. Puedes creerme. Estoy dispuesto a firmar cuantos manifiestos se pongan en circulación denunciando estos temas, pero no veo razón alguna para renunciar a la protesta civilizada sobre una condición humilde y mendicante que a todos nos azora y mantiene nuestras almas en vilo. Me estoy refiriendo a los sin voz y sin palabra, a los grafiteros de paredes públicas, a los emborronadores de cuartillas que no llegan más allá de las papeleras de nuestros cuartos o a la madre-página de Internet que nos acoge como una gallina clueca acoge a sus polluelos, dándoles calor y refugio. Si solo pudieran protestar los más desgraciados llegaríamos por esa misma línea argumental a que solo protestara el más desgraciado de todos. Se tendría que hacer un concurso de desgracias y elegir al más desgraciado para que él y sólo él pudiera protestar. Eso me recuerda a quien iba recogiendo las hierbas que el otro arrojó. No sé si leído en Calderón o en algún otro clásico que los autores noveles no tenemos tanta cultura como los consagrados por la fama y el laurel.

    

- ¡Deja ya tu retórica de pacotilla! Me crispa los nervios. Lo único que deseaba saber eran vuestras quejas no una retahíla de sandeces sobre el derecho a quejarse. Si se queja todo el mundo no sé porqué vosotros vais a tener que justificar vuestras quejas. ¿Podría usted, señor autor, enunciar dichas quejas enumerándolas una por una para que pueda aclararme entre tanta retórica?



- Claro amigo, aún no se me ha olvidado contar:
1ª) El escritor novel (se puede utilizar este adjetivo sin miedo a que se nos confunda con los premios Nobel), anónimo o apócrifo, o como cada uno guste llamarse, está muy necesitado de cariño, hambriento, esa es la palabra. Necesita mimo maternal o paternal según los casos de editores, de autores ya consagrados y sobre todo sobre todo de lectores, aunque muchos nos conformaríamos con tal solo un lector cariñoso, bueno y si puede ser media docena mucho mejor y no digamos un número amplio como para que alguien le interese la publicación de la obrita de turno y no digamos si los lectores son tantos, tantos que uno pueda pasar a la lista de best-sellers sin pagar peaje...



- Pare usted el carro, que ya vuelve a desbarrar. ¿Cómo va a conseguir lectores sino es publicado o a alcanzar el grado de best-sellerista si además de publicado no es suficientemente mimado por las relaciones públicas y el marketing?



- Lo siento, se me va el verbo apasionado a volar por ahí como un dragón echando fuego por la boca. Lo único que pido es un poco de cariño de editores, autores consagrados, lectores y cuantos estamos en esto de la cultura escrita que algunos dicen que desaparecerá en el futuro. Vade retro, Satanas, el escritor nunca desaparecerá; el narrador permanecerá para siempre mientras haya una historia que contar, los formatos cambiarán pero la imagen nunca hará desaparecer a la palabra, entre otras cosas porque la palabra fue primero, porque la idea se expresa en la palabra como hija predilecta generada por la mente. Las imágenes son sensuales, nacen y vuelven a nuestros sentidos, pero la mente pura es abstracta, el pensamiento más profundo es el abstracto aunque nadie niega que se alimenta de todo aquello que pone a su disposición los sentidos...



- Usted no tiene remedio. Sobre eso habría mucho que hablar. ¿Qué me dice del conocimiento intuitivo? ¿Qué quedará cuando la humanidad alcance un grado de evolución espiritual que convierta a la palabra y a las emociones en el simpático garrote de nuestros antepasados trogloditas?. Vale, ya he entendido, necesitan cariño, mucho cariño. ¿Pero a quién le sobra en este valle de lágrimas? ¡Como si en nuestra sociedad se tirara a la basura después de utilizarse unas cuantas veces! He visto de todo en la basura pero nunca me he encontrado con un recipiente a medio usar de cariño al cien por cien. Póngase a la cola y deje de protestar.

     


2º) El escritor novato o inédito o impublicado o impublicable o rebelde o "va por libre" o cualquiera de las modalidades de esta "rara avis" en peligro de extinción, desea que se reconozca su puesto en la sociedad, en el mundillo de la cultura, incluso en la vida cotidiana de todos los días, ¡leñe!, que parece que el hecho de escribir nos convierta en una "rara avis canora" que solo encuentra su lugar en las jaulas etiquetadas al efecto de una pajarería de ejemplares exóticos. No en vano el escritor novel de hoy puede llegar a ser con el tiempo el clásico del mañana o incluso el premio Nobel de este año, que nunca se sabe cómo respirará la academia sueca.



- Nadie le negará a usted que algunos de los noveles de hoy llegarán a publicar, y entre ellos alguno será leído por un número apreciable de lectores y entre estos alguno habrá que conocerá la fama y el laurel y hasta un puesto en la lista de best-sellers y puede que se le reconozca su grácil estilo y se le de un puesto en la academia de la lengua que corresponda. Y si me apura puede que entre esta minoría privilegiada haya alguno al que la historia convierta en clásico inmortal. Eso no lo verán nuestros ojillos que se han de comer los gusanos pero sí veremos a premios nobeles que en su día fueron autores noveles. Porque ningún escritor nace aprendido que yo sepa. Pero de ahí a meterles a todos en palacios de cristal y que los cuiden como a tiránicos reyezuelos va un abismo, amigo autor novel.



- ¿Usted cree que no merece la pena aunque solo sea acariciar durante unos segundos la cabecita de un escritor-tora novel sabiendo que tal vez un día no muy lejano podremos a cambio estrechar la mano de un genio reconocido por todos y hasta darle un amistoso abrazo de colega? Si no supone mucho esfuerzo, algunos invierten unas monedas en la lotería sabiendo que las posibilidades matemáticas de resultar premiados son de una entre veinte o treinta millones o tal vez más, entonces porqué no invertir una caricia, de vez en cuando tampoco hay que pasarse, entre estos diez mil o veinte mil o puede que hasta cien mil escritores noveles que hay en el mundo. A cambio nos hacemos amigos de un futuro nobel y pasaremos a la historia como amigos íntimos de un clásico de la literatura. La inversión merece la pena.



- Chi lo sa, creo que dicen los italianos. De todas formas por muchos que seamos pedimos muy poco, una muestra de cariño de vez en cuando, dos lectores, uno para que nos critique y otro para que nos halague. Una dosis razonable de esperanza de que un editor nos eche el ojo y no el mal de ojo y podamos llegar a una "entente cordial". Lo que no soportamos es la indiferencia y el silencio.



- Bueno, pues con esas peticiones no lo tienen tan difícil. Mientras les acarician y no ustedes tienen sus trabajitos con los que se ganan la vida, no son tan lanzados como Henry Miller, por ejemplo que dejó su trabajo y se dedicó a escribir; para sobrevivir mendigaba o daba sablazos a sus amigos y cuando logró que lo publicaran fue de casa en casa vendiendo sus libros, buscando un par de lectores, halagador y crítico, al tiempo que inclinaba la cabeza como un perro abandonado por si alguien decidía acariciar su calva. En cuanto a la esperanza de un editor que les eche el ojo, la esperanza es lo último que se pierde, eso he oído decir desde niño. Por mucho que todo se caiga de los bolsillos al ir dando saltitos por la vida la esperanza siempre queda en el fondo a pesar de todos los saltos y traqueteos como si estuviera agarrado como una lapa al fondo del bolsillo. Así que si tienen un poco de cariño y otro poco de esperanza no entiendo de qué se quejan.