A cargo de Slictik, escritor autodidacta y coordinador en Internet durante más de cinco años de un taller de creación de personajes humorísticos: “El hotel de los disparates”.
sábado, 28 de marzo de 2020
jueves, 26 de marzo de 2020
VARIACIONES CLIMÁTICAS IV
Al parecer la alarma ha sonado por
un nuevo virus y todos los filtros, defensas y lo que sea, se han activado. Yo
he quedado enclaustrado con un grupo de científicos, perdón “cientificaos”
porque también hay mujeres, bastantes, aunque no hay paridad total. No se ponen
de acuerdo en si el virus procede de un animal, parece que no volador, sino
sería otra vez la gripe aviar, o incluso de alguna planta, porque al parecer
las plantas pueden tener también virus, algo novedoso, porque bacterias sí se
sabía que había, y sino recuerden las bacterias de los alimentos que producen
diarrea. Incluso se habla de minerales que generan extraños virus. Su discusión
me ha llevado a la risa tonta, que es la peor de las risas. Los, digo “laos”
“cientificaos” se han enfadado mucho, casi hasta darme de sopapos. Que si yo
era un inconsciente por reírme mientras se estaba iniciando el apocalipsis, que
si tal o que si cual. He tenido que sacar a relucir mi carácter, que lo tengo,
a pesar de ser un repartidor de bocatas, y les he dicho de todo, entre otras
cosas que yo prefería que el apocalipsis me pillara riendo a mandíbula batiente
en lugar de llorando a lágrima viva. Si voy a morir, como todos “vosotraos”,
les rematé, prefiero morir riendo que llorando. Cada uno es como es, y yo soy
así.
Creo que me han entendido, a pesar
de que todos hablan inglés y yo no (¡Uy! Perdón, ya he desvelado otro secreto
de Estado). Supongo que se debe a que el spanglish, en el año 2051, es cosa
corriente, tal vez debido a que hay muchos latinos, porque no les gusta que les
llamen hispanos, y muchos castellano parlantes, porque no les gusta que les
llamen “españolaes”. Pero sobre todo hay
muchos spanglish, así que todos me entienden bien o casi bien. No sé si en
spanglish existen los plurales inclusivos, porque no hablo spanglish, tampoco,
solo hablo español, perdón castellano, y eso que tengo una gran cultura. Sí, a
pesar de ser un repartidor de bocatas, he leído mucho y estoy a punto de
escribir también mucho, aunque no tanto como un escritor aficionado, muy
prolífico, que llenó el espacio virtual con sus textos allá por las dos
primeras décadas del siglo XXI, en el que aún seguimos estando, luego dejó de
hacerlo, creo que porque estiró la pata y que me perdone el interfecto, que sé
que me va a perdonar porque tenía mucho sentido del humor. Al parecer tenía un
adorable gatito, llamado Zapi, al que metía en todos sus textos, viniera a
cuento o no. Les voy a confesar algo que no es secreto de Estado. Yo también
tengo un gato, llamado Zapi, que es posible sea nieto, tataranieto o Tarantino
de aquel gato mítico. Si bien aquel autor dijo que su gato estaba operado, yo
no me lo creo y aunque me lo creyera, las ciencias han adelantado que es una
barbaridad y estoy seguro de que aquel
Zapi tuvo hijos y estos más hijos. Yo me hice con uno de ellos, al que
he tenido que abandonar en mi pueblo para venir aquí. Espero que por mucho que
se haya asilvestrado me siga queriendo. Un instante para una lagrimita…
Sirva este interludio para
intentar controlarme un poco y dejar de temblar. A mí el miedo me produce
temblores, en cambio a otros, hambre. “Laos” “cientificaos” no dejan de pedirme
bocatas. He repartido los que me quedaban entre las científicas, adorables, e
incluso he puesto extra de todo lo más rico, pero se han enfadado mucho –¡vaya
por Dios! Que si pretendía que engordaran, etc-. Yo lo único que pretendía era quedar bien con
ellas, incluso seducirlas, porque como ya dije amo a todas las mujeres y aquí
me siento muy solo porque no he podido traer a mi familia, si la tuviera, a mi
pareja, si la tuviera, a mis amigos, si los tuviera, a Zapi, que lo tengo, pero
que no hubiera podido soportar el viaje.
Déjenme que les diga que el
lenguaje inclusivo alarga los discursos, algo que no importa, estamos
acostumbrados, pero sí nos importa a los escritores, que tendríamos que
escribir señoras y señores cuando hablamos de un grupo multigénero, por
ejemplo, y eso alargaría mucho las novelas, que ya son largas, incluso
demasiado. Digo esto para darme unos segundos, a ver si dejo de temblar y puedo
ir a la cocina para preparar más bocatas para los científicos que se han
quedado sin ellos porque los he repartido todos entre las científicas. De eso
les hablaré cuando deje de temblar.
Continuará.
miércoles, 25 de marzo de 2020
MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM V
Entre matemáticas y valores ando perdidito. Las matemáticas nunca fueron mi fuerte y los valores están bien para pensar, pero a la hora de llevarlos a la práctica, sobre todo en política, es como intentar la cuadratura del círculo sin más noción de matemáticas que sumar uno y uno. Pero me temo que algo habrá que hacer para que cuando se celebran unas elecciones no tengamos que pasarnos meses esperando que “algunos” políticos se pongan de acuerdo. Imagino que se podría cambiar la ley de alguna manera para que hubiera segundas vueltas o acabara gobernando el partido más votado si tras tediosas investiduras y el transcurso de un tiempo prudencial no se llega a un acuerdo de mínimos. Porque lo que es poner de acuerdo al cuadrado de la xenofobia, racismo, la mujer con la pata quebrada y en casita, los emigrantes están bien donde están, muriéndose de hambre o no, los proletarios no tienen motivo para quejarse porque tienen trabajos temporales a mansalva y contratos, uno por día, si así lo quieren, poner de acuerdo ese cuadrado –y espero que no se ofendan los que mantienen esas posiciones, si es que alguno las mantiene, que puede que esté equivocado- con el círculo de la igualdad, hasta donde nos dejen, todos somos hermanos pero si nos juntamos en el mismo sitio no cabemos, ya es hora de que las mujeres sean por fin iguales, que ya nos está costando, incluso a sabios como Aristóteles, que creía que las mujeres no tenían alma, y los proletarios deberían tener un contrato fijo para que puedan pensar en la familia y en el futuro mientras llegan los robots, como les decía, poner de acuerdo estos valores contradictorios es un imposible, la cuadratura del círculo. No se esfuercen, señores, que yo lo he intentado, me he roto la cabeza y no he conseguido cuadrar un círculo o “circular” un cuadrado si no es haciendo trampa.
¬La esencia de la democracia es el voto y si los ciudadanos votan de acuerdo a sus ideas, ideologías, necesidades básicas o menos básicas, o simplemente por venganza, para que luego los políticos se rompan la cabeza con las coaliciones, no queda otra que saber mucho de matemáticas y poco de valores y principios, porque con ellos no se llega muy lejos en política, porque cuadrar el círculo no está al alcance ni de un Einstein ni sería posible en el universo cuántico, aunque a lo mejor me equivoco y es el único lugar donde esto sería posible. Y no me sirve esto del trapicheo de tantas poltronas por tantos votos, ni mucho menos de todas las poltronas por un voto, que eso ya es muy descarado. Aquí hay que hacer algo y quiero a todas las cabezas pensantes pensando, porque o llegamos a un acuerdo en los valores y principios o aquí el círculo no hay quien lo cuadre, salvo que ocurra en el acelerador de partículas de Ginebra, que entonces me quito el sombrero y muestro mi calva a todo el mundo.
Zapi está dormidito, ya no dice ni miau. Debe de estar aburrido como una ostra, siempre en su concha. Aunque a veces le veo mover la orejita. Los gatos se lo deben de estar pasando pipa con los conflictos humanos, si les importaran algo, aunque bien que se acercan y maúllan cuando tienen hambre y saben que el pienso lo ponemos los humanos. Y es que la ley de la selva es muy dura, incluso para los gatos.
viernes, 20 de marzo de 2020
MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM IV
Parece inevitable que en la democracia, por muy avanzada que sea, el imperativo matemático lleve siempre las riendas. Así vemos a los políticos, mejor dicho, a “algunos políticos” hacer encaje de bolillos para conseguir pactos, coaliciones, tripartitos, cuadraturas del círculo, que les permitan alcanzar el gobierno, la meta final, prioritaria, absoluta, porque si no estamos en el gobierno no podemos llevar a cabo nuestro programa, no podemos cambiar nada, porque la oposición aunque esté muy bien -toda tesis debe enfrentarse a su antítesis para llegar a la síntesis, la clave de toda evolución política, de toda evolución que se precie- no sirve para otra cosa que para pasarse el día gritando que todo lo que hace el gobierno está muy mal y así vamos al abismo. Y para ello, para llegar al gobierno, lo que cuenta es la matemática, tener más diputados, aunque sea solo uno, que nos permita investirnos, vestirnos de presidente del gobierno y comenzar a gobernar. Los valores, los principios, cuentan muy poco, nada, si la matemática nos pone un muro que nadie puede atravesar. Es por eso que en política cuesta tan poco renunciar a los principios si te ves con el agua al cuello y no puedes llegar al gobierno; el político testimonial o profeta de los nuevos tiempos está aún por aparecer, ese que mantiene sus valores aunque nunca pueda formar gobierno o tenga que irse a casa. El mantenella y no enmendalla quijotesco es un suicidio.
Se supone que los políticos están ahí para gestionar la cosa pública, y cuando es preciso, no muchas veces, defender unos principios ideológicos que son valores irrenunciables a la hora de encaminar a la humanidad hacia un paraíso material, justo, igualitario y que permita, una vez cubiertas las necesidades básicas, pensar en valores espirituales tales como la fraternidad y el amor. Si fuera solo una cuestión matemática, sugeriría un consejo de sabios matemáticos para que encontraran el algoritmo perfecto para formar gobierno, fueran los que fuesen los resultados electorales. Pero si también es cuestión de valores y principios, aquí hemos topado con la cuadratura del círculo, amigo Sancho.
Le he leído a Zapi, mi gato –personita encantadora y paciente donde las haya- lo que llevamos de manuscrito y le he preguntado si merece la pena tanto esfuerzo de podar, matizar, suavizar y endulzar el manifiesto original, para intentar mejorar este planeta de mis pecados. Me ha dicho: Miau. Entonces me he atrevido a preguntarle si debería seguir adelante o no, y me ha respondido: Miau. Eso me ha animado y voy a seguir adelante con el manifiesto y que sea lo que Dios quiera. Creo que tiene razón.
miércoles, 18 de marzo de 2020
VARIACIONES CLIMÁTICAS III
EL BUNKER CLIMÁTICO
Sé que no se lo van a creer, que
les va a parecer inverosímil, que pensarán que les estoy tomando el pelo, si
les queda, pero es la verdad, toda la verdad y nada está fuera de la verdad.
Sí, soy yo, moi, el repartidor de bocatas. Han pasado unos meses, no quiero
decirles cuantos. Seguimos en el año 2051. Ahora estoy en un búnker climático.
¿Qué es esto? Les confieso que hace unos meses ni siquiera yo lo sabía. Se
trata de un búnker adaptado a los cambios climáticos de nuestra aciaga era
humaniforme. No, no les voy a decir el lugar, tampoco el país. Pueden
imaginarse lo que quieran, para eso tienen imaginación, o la tenían. Solo puedo
decirles que me costó tiempo, tal vez meses, llegar hasta aquí. No en bicicleta,
porque tuve que atravesar un océano…¡Uy! Que me pierdo, porque todo lo que les
voy a contar es secreto de Estado. Ustedes ya me entienden. Si tardé mucho y atravesé un océano,
ustedes-vosotros pueden deducir que vine en barco, y a lo mejor no andan
descaminados. Ya no se puede ir en avión a parte alguna, contamina mucho, y los
aviones eléctricos con energía solar están en fase de experimentación.
Este bunker es enorme, enorme, no
se imaginan cuanto. Está bajo tierra, no voy a decirles bajo cuanta tierra ni
dónde porque esto es secreto de Estado… Sí ya sé que lo saben, pero se lo
repito, por si las moscas. Aquí estamos, además de moi, que soy una especie de
polizón, que se coló para repartir bocatas, y quedé atrapado en cuanto se
disparó la alarma, el presidente de gobierno y familia, no voy a decir de qué
gobierno –secreto de Estado de nuevo- todos los ministros, con familia,
tradicional, moderna, desestructurada, de cualquier otro tipo que se imaginen,
sin familia, con amantes, sin amantes, y hasta hay un ministro que está más
solo que la una, pero no quiere que se sepa. Hay un grupo de científicos tan
numeroso que da miedo. Militares de alto rango, la C.I.A. (¡Uy! Perdón, quise
decir la T.I.A. de Mortadelo y Filemón), cocineros, quiero decir chefs de cinco
estrellas michelín, y demás personal servidor, entre el que me cuento. Debido a
que mis contactos son de alto nivel científico pude enterarme de la existencia
de este búnker y me dije que era la hora de visita del conejo de la suerte, si,
el amado Bugs Bunny. Me vine en barco, monté mi propia empresa de bocatas y me
colé con un maravilloso surtido de bocatas españoles, que se los rifan en el
búnker. No es por nada, pero donde esté un buen bocata español, que se quite
cualquier hamburguesa, incluso de las buenas.
Este búnker está a prueba de casi
todo, terremotos, maremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, incendios… y
hasta de virus o bacterias o cualquier otro bichito diminuto, microscópico o
incluso cuántico, incluso a prueba de los virus de ordenador, que ya es decir. No
sé cómo lo hacen, pero al parecer el aire que respiramos ni siquiera es aire,
es una especie de vacío cuántico, cósmico, total, como será el universo cuando
se contraiga como una pelota de tenis y haga “bluff” y ya no quede nada, ni
siquiera el vacío. Algo así. Tras los virus de la gripe aviar, el virus chino y
antes la gripe española y antes… tuvieron que aceptar que la culpa de todo la
tenía el aire, el aire contaminado y climático y decidieron construir este
búnker, que puede incluso salir disparado como un cohete, si el terremoto
supera todas las escalas, y viajar por el aire como un misil y sumergirse en el
océano como un submarino y salir disparado como un cohete otra vez si viene un
tsunami, etc etc. Ustedes-vosotros me entienden.
Antes de comenzar con esta
historia debo advertirles que voy a utilizar un lenguaje inclusivo. Sin
pasarme, pero sin quedarme corto. En mi aciaga vida de repartidor de bocatas he
tenido que lidiar con personajes muy grillados, el Sr. Buenavista, economista,
el profesor John Cabezaprivilegiada y muchos más, pero el peor de todos fue el
Sr. Gogo, “filologo”. Estaba trabajando en el lenguaje inclusivo porque él
amaba a las mujeres, a todas las mujeres, por eso estaba soltero, porque no se
podía casar con una sin despreciar a las demás. Con esto ya les digo bastante
del tiovivo de su mente. Una cosa sí me gustó. Los plurales inclusivos,
igualitarios. El Sr. Gogo propugnaba el plural
inclusivo-igualitario-caballeresco. Sí, porque, por ejemplo, para dirigirse a
un grupo de señoras y señores, ya no habría que decir señoras, señores,
duplicando las palabras, con lo mucho que esto supone en el alargamiento de los
discursos, sino “señoraes”. Es decir, contracción de señoras y señores. Primero
la “a” femenina y luego la “e” masculina. Algo caballeresco en estos tiempos
donde hasta eso molesta a algunas feministas. Les confieso que soy decidido
partidario de la igualdad y que respeto y amo a todas las mujeres, por eso yo
también estoy soltero como el Sr. Gogo, aunque esto del lenguaje inclusivo me
parece un poco exagerado. Muchas palabras quedan bien, como juez y jueza,
presidente y presidenta, diputado y diputada, etc. Pero en otras es que queda
fatal, de risa, vamos. Por eso les
advierto que pondré entre comillas los plurales inclusivos, incluso
humano-humana que será “humanao”. Sí ya sé que suena un poco a chacota. Pero en
el año 2051, cuando aún siguen pagando menos a las mujeres que a los hombres
por el mismo trabajo y otras cuestiones que no voy a mencionar porque esta
pretende ser una narración que da risa, en fin, que el lenguaje inclusivo no me
parece tan prioritario, especialmente ahora cuando acaba de sonar la alarma en
el búnker, al parecer por un nuevo virus surgido no sé dónde. Ya les informaré,
si puedo, porque como ya saben, esto es secreto de Estado.
Continuará.
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