miércoles, 15 de diciembre de 2021

MICRORRELATOS II


 


EL HOMBRE-PRACTICO

 

No cesaba de repetir a todo el mundo la misma cantinela. Era el lema de su vida en la que el pragmatismo ocupaba el primer lugar en todo.

“Deseo la felicidad para todo el mundo, incluso para mis enemigos, porque mientras sean felices no se romperán la cabeza pensando cómo perderme”.

El destino escuchó su súplica: a todas las personas de su entorno les tocó el “gordo” de la lotería aquella Navidad. Menos a él que nunca jugaba a nada por no impedir que a los demás les rozara la felicidad que a él se le negaba.

EL BUDA

 

Era un hombre sorprendente, no quería nada, no deseaba nada, aceptaba impertérrito lo que le deparara el destino. Sus amigos le llamaban en secreto “El Buda”. Realmente había logrado alcanzar el estado búdico. Pero él creía que nadie lo sabía, esa era su gran desgracia.


  LA PRÁCTICA DE LA REENCARNACIÓN  

 

 Tras pasar por durísimas sesiones de regresión hipnótica, Honorato recordó haber sido faraón en Egipto. Eso explicaba su dificultad para relacionarse con su entorno. Ya desde niño padeció la manía de considerar paletos a todos sus semejantes. Ahora sabía la causa de aquella irreductible obsesión, pero saberlo no mejoraba su situación, al contrario, la empeoraba. Intentó olvidar de nuevo, pero no lo consiguió.

 El terapeuta se limitó a encogerse de hombros ante su ruego. Con tono muy irónico le dijo: Santa Rita, Rita, lo que se recuerda ya no se olvida.  

      EL TRIUNFADOR

 

  Se le consideraba un dios en el universo del futbol galáctico. Podía hacer con la pelota lo que se le antojara, sin limitación alguna, ni siquiera de  leyes físicas.

 Terminó jugando solo en un maravilloso estadio repleto de gradas vacías. No cesaba de tirar penalti tras penalti sobre una inmensa portería que había construido con inmensos fajos de billetes nuevecitos.


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