EN ANTERIORES EPISODIOS:...... Casi ni me acuerdo, la mente es muy suya y la fantasía más. Y ha pasado una semana, ¿quién se acuerda de lo que estaba pensando hace una semana? Haremos un esfuerzo, rebobinemos, y si tengo que emitir el capítulo I en su integridad... pues lo emito, que para eso soy el amo.
Creo recordar que había decidido ser millonario. Lo bueno de las vidas ficticias es que uno puede elegir ser lo que quiera, lo que le de la real gana, y no tiene que someterse a imposiciones sociales, reales, mayoritarias, políticas, sociológicas o lo que sea. Uno dice, quiero ser millonario, y va y lo es, sin más, sin necesidad de pasar un periplo horroroso timando acá y allá, corrompiendo a este y a aquel, que todo esto es muy, pero que muy complicado. Así que decidí ser millonario, como podía haber decidido ser político o economista o actor de cine, o lo que fuera. Creo que al final me animaré y terminaré siendo todo eso y más.
En anteriores capítulos... si vale, uno no puede circunloquiar todo lo que quiera, al grano, al grano, pues no, yo me voy a la paja. Decidí hacerme millonario y me tocó la lotería, no es fácil, pero es más "honrao" que hacerse político y corromperse y andar de acá para allá, ocultándolo todo en paraísos fiscales y poniendo hombres de paja o espantapájaros por todas partes, que nuestra sociedad parece ya un campo de heno.
Total que me tocó la lotería y comenzaron los problemas, que si busca un banco que sea discreto y te de unos buenos intereses, que necesitas un administrador, y una doncella, y un "mayormono" y un asesor fiscal y ... Casi mejor ser proletario, pero como me he puesto a ser millonario, pues nada, que lo seremos. Y comenzaremos con un resumen del capítulo primero, o lo repetiremos íntegro, que para eso somos los amos, y luego puede que comience el segundo episodio, o tal vez no, según me dé. Bueno, empecemos, comencemos o "començon" como dirían los más famosos millonarios de la historia, Tip y Coll, que siempre llevaban frac, a todas partes donde fueran, y ahora ya estarán en el cielo de los millonarios.
EPISODIO Nº 1.- NO ES FÁCIL
LA VIDA DE UN
MILLONARIO)
Estaba delante del
televisor, eso es un decir porque en realidad mi posición exacta era escorado a
la derecha, tumbado en el sofá más cómodo y comiendo unas patatas fritas de una
gran bolsa. El caso es que estaba viendo el telediario, pongamos de las nueve
de la noche, cuando algo me llamó la atención, unos –simples números en la
pantalla, me sonaban mucho y no precisamente a campanas... Mis 120 kilos de
peso salieron disparados, rodaron por el suelo y en un pis-pas me encontré en
mi sucia y maloliente habitación. Busqué por el suelo los pantalones y en los
bolsillos mi cartera. De la cartera saqué el resguardo de la apuesta y miré los
números al son de los tambores que redoblaban en mi corazón, porque empezaba a
ser consciente de cómo iba a cambiar mi vida.
¿Qué hace un hombre, aunque
ese hombre sea yo cuando pisa de puntillas el terreno vedado al 99% de los
humanos? Muy sencillo, lo primero es lo primero, hay que comprobar si uno sufre
una alucinación o está en medio de un sueño muy, muy raro, porque no es fácil
pasar del anonimato a la fama, del servilismo del don nadie en la sociedad de
consumo al poder omnímodo y casi omnipotente del millonario que puede tenerlo
casi todo con un chasquido de sus dedos. No es fácil pero por algún punto es
preciso empezar a hacer cosquillas a lo difícil.
Vuelvo al salón, los números
de la pantalla han desaparecido, corro a la cocina y enciendo la radio. Vuelvo
a mi habitación y busco un bolígrafo en la mesita de noche. Regreso a la cocina
pero me he olvidado del papel. Arranco la hoja del calendario, la vuelvo del
revés y me dispongo a anotar. Anoto el silencio porque no he encendido la
radio. Lo hago ahora, busco una emisora, espero las noticias y vuelo sobre las
catástrofes que sufren los desheredados en cualquier rincón del mundo como un
dios sobre las nubes. Tomo nota de todos los números con meticulosidad
paranoica. Certeza de que son los correctos. Antes de comprobar el resguardo
bebo un vaso de agua porque tengo la
boca seca. Compruebo al borde del infarto y ¡hale hop!, aquí tienen al nuevo
millonario.
No puedo creérmelo. Corro al
teléfono, llamo a información y me dan el número de una emisora de radio.
Marco, espero, balbuceo, me entienden, me dicen los números correctos. Los
compruebo, doy las gracias tan conmovido que la chica me pregunta si soy el
afortunado –ya sabe que solo hay uno- quiere hacerme una entrevista. Digo que
me he equivocado y cuelgo.
* * *
Salto, mis 120 kilos de peso
hacen retemblar la cocina, vuelvo a saltar sorprendido de la agilidad recién
adquirida. Busco en el refrigerador algo de beber para celebrar el suceso. Solo
tengo cerveza. Descorcho una y me la bebo de un trago. Vuelvo al salón, ahora más
tranquilo. El cajoncito con puerta que hace de mueble bar tiene aún alguna que
otra botella. No soy un bebedor nato pero me gusta darle al “trinquen” de vez
en cuando. Rebusco y encuentro una botella de cava que llevo religiosamente a
enfriar. Aprovecho para servirme cubitos de hielo en un vaso largo, regreso al
salón y me sirvo un “visky” largo, muy largo, casi triple. Bebo un largo trago
y grito como Tarzan en la selva: Auuuu.......
En el piso de arriba alguien
se molesta y golpea el suelo con fuerza. Si tu supieras, gilipollas, vendrías a
lamerme los zapatos, digo por lo “bajini” temiendo que si me oye se cuelgue del
timbre hasta que le abra. Me siento en el sofá, trago más patatas, con ansia
estúpida –desde ya tengo para comprar unas cuantas fábricas de patatitas
fritas-. Bien, ¡y ahora qué?
Ahora es preciso ser prácticos,
pragmáticos, cínicos, fríos como el hielo. De otra forma, si me hago el tonto,
los buitres me comerán los hígados. Los millonarios que no se han transformado en témpanos de hielo no
han durado ni un minuto en un frigorífico
de cinco estrellas. Es preciso actuar con pies de plomo, cuando todo esté en
las manos correctas –las del banco, las mías sudan y los billetes resbalarían
como por un trampolín olímpico en los juegos de invierno de Saporo-, entonces y
solo entones me dedicaré a darme la gran vida.
A ver, lo primero es
entregar el resguardo en un banco, con la condición del anonimato o me llevo
los millones a la competencia, eso convence a cualquiera. Mi banco habitual
descartado, no me olvidaré nunca de la conversación con el director en su
despacho cuando puse las esposas a dos meses con números rojos –ellos son los
culpables, señor director, no yo- Una mala racha, le dije. Usted es el rey de
las malas rachas, quiero un ingreso que cubra esos números rojos e intereses
legales o le embargaré hasta los calzoncillos, suponiendo que lleve esa prenda,
cosa que dudo, so guarro. Mi banco habitual descartado, por supuesto, pero antes
pasaré a hacerle una visita al Sr. Director. Le diré, querido amigo, ahora es
usted el rey de las malas rachas. Y le restregaré por el morro el resguardo.
El muy cabrón no se cortó un
pelo. Ahora tendré mucho tiempo para planear la venganza de Ulzana mientras dos
preciosas negritas, mulatitas, blanquitas o lo que sea –que no me acusen de
racista- me abanican los calores del
Caribe, pongamos por caso. Decidido, me buscaré un banco, pequeñajo, son los
que mejor te tratan, y cuando ponga el dinerillo a trabajar ya me buscaré por
ahí lo que me convenga.
Ahora que tengo mi
tesoro...mi tesoooro –que diría Gollum- a buen recaudo, custodiado por buenos
perros guardianes (la mejor asesoría fiscal y de inversiones del país) puedo
respirar tranquilo. Claro que si fuera un buen ciudadano, “comme il faut”, me
rompería el cráneo buscando la fórmula de poner al servicio de la sociedad mi
tesoooro, podría hasta crear una empresa modelo y contratar a un montón de
proletarios que tascan el freno del paro o a un grupo de discapacitados a los
que no quieren ni en su casa. Pero, ¡quién piensa en los desesperados
proletarios hoy en día!, nadie, nadie piensa en ellos, son un estorbo. ¡Qué
lastima de un nuevo Hitler que los gaseara en un campo de concentración bajo
alguna montaña, allí donde no llegan los insoportables chicos de la prensa!.
Así que porqué voy a ser el único imbécil que piensa en ellos, que sueña con
ovejitas eléctricas, díganmelo ustedes, porqué. Nada, nada, a disfrutar que la
vida son dos días, para eso y no para otra cosa me ha concedido el aciago –es
una palabra que he oído muchas veces sin saber muy bien su significado- destino
unos cuantos milloncejos. Je...je...
Pero ahora empiezan mis
verdaderos problemas. No vayan a pensar ustedes que los millonarios no tenemos
dificultades ni tragedias que solventar diariamente. Por ejemplo: ¿cómo voy a
ir por la vida con este guardarropa miserable de proletario de tres al cuarto? Dos vaqueros, un pantalón de domingo y cuatro
camisas. Necesito ropa a medida de la mejor sastrería del país o del mundo,
¿porqué voy a cortarme? No tengo ni puñetera –perdonen mi habla coloquial de
semianalfabeto- idea de a qué sastrerías
van a vestirse los ricos, pero esto tiene fácil remedio cuando se tiene un
tesoooro en un banco. Una llamadita de mi móvil de última generación a mi asesor
de imagen y todo solucionado.
¡Por los clavos de Cristo! (
perdón, perdón, necesito un poco de tiempo para pulirme). ¿Quién me iba a decir
a mi ayer –cuando aún estaba comiendo mi bolsita de patatas fritas delante del
televisor- que hoy haría caso de un pijotero asesor de imagen? Sin duda los
millonarios tenemos que hacer muchas concesiones y resolver muchos problemas,
sin duda.
No estaría bien visto que el
nuevo millonario fuera a tomarse medidas en vaqueros. Aparte de que odio salir
de casa por cualquier estúpido motivo. Pero eso también tiene solución: con un
extra considerable, vendrán a tomarme las medidas a casa. Claro que hacer venir
a un sastre de alta alcurnia a un mísero piso proletario, sucio y maloliente
–aunque diera un extra a la señora que viene cada quince días- no es de recibo.
Por supuesto. O sea, que primero es agenciarme un buen chaletito o mejor un
castillito con torreón, mejor con media docena de torreones. Daré órdenes a mi
administrador. Por cierto, aún no lo tengo. Sin duda mis asesores me
facilitarán unos cuantos nombres.
Bien, un administrador y que
él se encargue del castillo, luego me instalaré y llamaré al sastre; no, mejor
que lo llame el “mayormono”, para eso está. Pensándolo bien con lo que me ha
tocado en la lotería no tendría ni para empezar, ni para el primer plazo del
castillito. ¿por qué no una herencia de un desconocido tío millonario de
América, el país de los millonarios, que dala puñetera casualidad que palmó
hace unos días sin más herederos que el “menda”, su único e impresentable
sobrino?. Es dura la vida del millonario, sin duda, sin duda.
Bueno, bueno, ya me estoy
cansando, hagamos deslizarse un poco el tiempo sobre sus oxidados raíles.
¿Cuánto? ¿Será suficiente una semanita?. Creo que sí. Hale, hop. Ya estoy
convenientemente instalado en mi castillo, con un “mayormono”, inglés, por
supuesto - ¿o estarán de moda los neoyorkinos?, vaya usted a saber- nada un “mayormono”
inglés, tienen más solera. Una buena cocinera que sepa confeccionar un menú a
la moda. Si tengo que adelgazar unos kilitos, todo sea por la causa. Que sea
vieja, para joven la doncellita, que haga
la cama... y la deshaga, por supuesto. Y si no traga ya encontraremos otra que
trague.
Por cierto –todo son
problemas- necesitaría de forma imperiosa una amante de postín. Un millonario
solitario y misógino no pega nada. De postín y con cuerpo de estrella
hollywoodiense. Son muy suyas, muy tiquismiquis. Pero ya encontraremos a una
que supere los cuarenta y empiece a ser desdeñada en los casting- se dice
así?-. Me convierto en productor y le ofrezco un papelito, de protagonista por
supuesto. Un buen guión y una buena producción. No podrá decir que no. Seguro
que a cumplir no desdeñará hacerme unos favores. Y si no es así – la realidad a
veces no es como la pinta- echaremos mano, de alguna starlette -¿se dice así?-
con cuerpo de diosa y deseos de demonio. Seguro que ella no pondrá tantos
reparos.
Continuará... si lo permite mi cansada imaginación... y si me acuerdo de lo que estaba pensando.
continua escribiendo que me gusta lo que dices sobre todo en relacion a lo que dices, gracias un saludo.
ResponderEliminarsiempre habra vidas ficticias asi mucha suerte autor y un saludo.
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