Y no sé si enfadado por mis malos
chistes o porque se había dado cuenta de que habíamos desperdiciado mucho
tiempo, el caso es que me arrastró hasta la salida. Imaginé que le tocaría el
chirimbolo a alguna estatua para salir, ahora, porque antes era para entrar,
pero no, lo que hizo fue tocarle el chichi, el monte de Venus, la cueva de Alí
Babá, la cueva del dragón o como se la quiera llamar a una estatua de mujer que
tal vez representara a una Venus de Milo o puede que Afrodita o a Elena de
Troya. Le acarició la imaginaria pelambrera triangular y la puerta comenzó a
abrirse, no tan rápido que no me fijara en el rostro de la estatua. Casi me
caigo de culo. Se parecía tanto al rostro de Kathy que no necesitaba jurar que
era ella porque lo era. Jimmy salió por piernas y yo tuve que acelerar para
ponerme a su altura.
-¿Quién ha sido el loco que ha
diseñado esto?
-Pensé que nunca me lo ibas a
preguntar. Imagino que te has fijado. A ti no se te escapa una. Mr. Arkadin
contrató a un arquitecto, no sé si el mejor del mundo, pero sin duda el más
excéntrico, como has comprobado. Kathy fue el
primer huésped, obligatorio, como te habrá contado ella. El arquitecto,
de quien no recuerdo el nombre, cayó en sus redes, como todos, y quedó tan
tocado como los demás, o mucho más. Su venganza no fue nada sutil, puso su cara
a la estatua de Venus y obligó a todo el mundo a tocar su monte púbico si
querían salir de allí.
-¿Qué fue de ese pervertido?
-Participó en las orgías de Mr.
Arkadin en la cabaña del bosque. Si estás interesado puedo enseñarte algunos
vídeos. Hace ya bastante tiempo que no vienen por aquí. Algo debe estar pasando
pero no sé qué es.
-¿Alguna vez te has planteado
salir de aquí con su comitiva?
-Me lo he planteado todo. He
estudiado todo. Es imposible. Tendrás que convencerte.
Jimmy no ha ralentizado el paso
para poder hablar más cómodamente, así que he tenido casi que correr a su lado
mientras le hacía las preguntas y recibía sus respuestas. Tiene prisa por
llegar cuanto antes ante el doctor Sun. Y no sé por qué. Por fin comienzo a
darme cuenta de que El Pecas no es precisamente un libro abierto. Habla mucho
pero oculta mucho más. Hemos recorrido el jardín, llegado ante la puerta de
entrada y subido las escaleras hasta el primer piso, sin dejar de hablar. Me
falta el resuello pero también estoy ansioso por empezar la investigación. No
parece que si hay un asesino en serie en Crazyworld la vaya a tomar conmigo.
Además todo parece indicar que el crimen tiene un fuerte componente pasional,
la víctima no fue elegida al azar. Pero un cosquilleo malsano no ha dejado de
molestarme desde que me enteré. Me siento como un gato encerrado que no podría
salir por ninguna gatera si entrara alguien. Y me pregunto cómo sé de gatos.
Tal vez mi amnesia se esté reduciendo o puede que nunca me olvidara de todo y
los recuerdos afloran automáticamente cuando es preciso. Me prometo reflexionar
sobre todo ello cuando encuentre un momento de descanso, si es que lo
encuentro.
Hemos llegado al apartamento
personal del director, unas habitaciones conectadas en la primera planta. Jimmy
entra directo al dormitorio, donde se ha producido el crimen. Lo que veo me
deja muy afectado. El doctor Sun está sentado en un cómodo sillón orejero, con
las manos en la cara. Parece que no se ha movido desde que lo dejara Jimmy tras
su primera conversación. Está completamente ido. Al menos esa es la impresión
que da. Cuando entramos ni se entera. No hay nadie más por allí. Me fijo en
unas manchas de sangre sobre una alfombra y en un dibujo con tiza que parece
haber sido hecho con el cadáver sobre el suelo. Ha tenido que ser el
investigador principal, así empieza a llamarlo para mi coleto. Sherlock Holmes
y el doctor Watson. ¿De qué conozco yo a esos señores?
Jimmy tiene que sacudirle por el
hombro para que se haga cargo. Entonces contemplo una escena tan surrealista
que me planteo si estoy soñando. El doctor Sun se pone de pie y abraza al Pecas
como si fuera su hijo, luego se arrodilla a sus pies, le besa los zapatos y
allí se queda hasta que es levantado a la fuerza. El doctorcito le suplica, con
lágrimas en los ojos, que encuentre cuanto antes al asesino. Su hijo así se lo
jura y perjura, señalándome con una sonrisa irónica mientras le dice que con un
ayudante como yo será fácil. El doctor Sun me mira como si fue la primera vez
que me ve. Creo que ni se acuerda del complejo test que me realizó ni de
nuestra entrevista. Ni siquiera sabe quién soy, pero asiente con la cabeza una
y otra vez. Observo toda la escena del
crimen con ojos ávidos, algo ha tenido que pasar por alto el asesino o asesina,
esto no es una película, aquí estamos todos locos y los locos se lo pasan todo
por alto. Le pido a Jimmy que me explique cómo encontró el cadáver.
El doctor Sun se sienta de nuevo
en el sillón orejero y esconde la cara entre las manos. Regresa a su limbo
donde seguramente tiene más posibilidades de encontrar a su subconsciente
colectivo que en el subconsciente de todos los locos de Crazyworld. Por un
momento me pregunto a qué puede deberse la angustia de quien es una autoridad
que tiene la sartén por el mango, y ahora además la suprema, salvo que regrese
de forma imprevista Mr. Arkadín, el millonario loco. Tal vez sea eso. Se lo
preguntaré luego a Jimmy. Éste me explica con toda meticulosidad que al entrar
se encontró el cadáver del ex director sobre la alfombra, en pijama taladrado
por numerosos agujeros, cubierto de sangre, muerto sin duda, de todas todas
porque no reaccionó a una formidable patada que le propinó en los cataplines,
como venganza póstuma o post-mortem. El doctor Sun ya estaba casi catatónico,
no se enteró de nada, ni siquiera se acordaba de haber hecho que le llamaran.
Según Jimmy el muerto había sido asesinado en el lecho, tal vez pillado por
sorpresa, dormido, antes de morir del todo consiguió arrastrarse hasta el suelo
y allí quedó tendido, sobre la alfombra. La cama también estaba empapada de
sangre. ¿Cómo consiguió acceder al dormitorio el asesino? Fácil. En el
apartamento del director no había cámaras de seguridad, como en todo
Crazyworld, se rumoreaba que para evitar que las mujeres que le visitaban en su
lecho no fueran vistas ni grabadas desde el centro de control o de seguridad.
Se rumoreaba que muchas mujeres eran chantajeadas de mala manera para que
accedieran a sus deseos perversos, en cambio otras, sobre todo pacientes,
accedían de buena gana. Todo eran rumores, claro, no había cámaras, ni testigos,
ni pruebas concluyentes. En el pasillo tampoco había cámaras por lo que sería
inútil consultar las grabaciones.
-Pero sí nos servirán para
descartar posibles asesinos, serán coartadas perfectas.
-Salvo para algunos- y me miró
como si fuera tonto-pero no está mal pensado, amigo Watson, si John Smith, el
asesino en serie, no ha sido grabado durmiendo será el primer sospechoso.
Bueno, mira a ver si te interesa algo de la escena del crimen porque nos vamos
a ir y esto ya nunca estará igual que estaba, vendrán las señoras de la
limpieza y lo dejarán todo como los chorros del oro a la espera de que sea
nombrado el nuevo director, si es que quiere residir en una escena del crimen.
Que esa es otra.
Me puse a mirar todo, como si el
asesino hubiera dejado el rastro de un elefante enloquecido, pero no encontré
nada. Las sábanas de la cama habían sido llevadas, a la lavandería, con toda
seguridad, pero aún quedaban manchas en el colchón. Teníamos la figura de tiza,
la sangre en la alfombra. Ni rastro del arma homicida, que bien podría ser un
cuchillo de la cocina. No había grabaciones, no había huellas de zapatos en el
suelo, no había nada.
-Yo creo que esto más bien es el
crimen pasional de una víctima del execrable director. Hay que buscar a una
mujer despechada por algo o con deseos homicidas de venganza. ¿Tienes alguna
idea de las mujeres que le visitaban y su historial?
-Tampoco está mal pensado, amigo
Watson. El problema es que según los rumores, porque no hay la menor prueba o
indicio, casi todas o todas las mujeres de Crazyworld tienen un serio motivo
para haberlo apuñalado reiteradamente hasta la muerte. En esto creo que nos
sería de mucha utilidad que hablaras con Dolores. A ella acudían y acuden la
mayoría de las mujeres buscando consuelo. Es una mina de confidencias. Tal vez
consigas que te haga una lista de las mujeres más sospechosas. Pero antes, si
te parece, deberíamos empezar por el principio, por las grabaciones. Eso nos
quitaría de encima un montón de posibles sospechosos y quedaríamos más
desahogados. Luego tú podrías ir a ver a Dolores y yo despertaría al catatónico
doctor Sun para que nos entregue un salvoconducto oficial, debidamente sellado
para tener acceso a todos los reductos de Crazyworld y para que todo el mundo
se ponga a nuestras órdenes, pidamos lo que pidamos.
-¿Y por qué no lo haces ahora?
-Porque un sueñecito le vendrá muy
bien. No quiero molestarle si no es imprescindible. Mucho me temo que si se
vuelve también loco tendremos que dar un golpe de Estado y hacernos con el
poder.
-Si tú lo dices.
Y le seguí hasta el Centro de
Seguridad de Crazyworld con la sensación extraña de que esa y no otra podía ser
la ocasión ideal para la fuga. Con la disculpa de acceder a todo para la
investigación me haría una idea cabal de las posibilidades de escapar, porque
ninguno de los guardianes, ni con salvoconducto con sello ni sin él sería tan
tonto para abrirnos las puertas con la disculpa de investigar en el exterior o
le caería encima el peso rotundo del Sr. Arkadín, con lo que eso significaba.
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