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Era mi segunda visita en…¿Era mi segundo día en Crazyworld?
¡Quién lo hubiera dicho! Juraría que llevaba allí una semana por lo menos, tal
vez un mes. Aquello era un pandemónium de todos los demonios, si puedo
expresarme así. Me habían ocurrido más cosas allí en un día que en un año o en
una década en otro lugar. Y en todo aquel tiempo apenas me había separado de mi
anfitrión, cicerone, mayordomo y guía en una sola pieza, Jimmy El Pecas. Sí
señor, el más grande entre los grandes, el más astuto de toda la zorrería, el
sabio, el hiperactivo, mi única esperanza de salir de aquel infierno cuanto
antes, sobre todo antes de que al asesino en serie se le torciera la portería y
me enfilara en su punto de mira. Sí, asesino en serie porque solo había un
muerto hasta el momento pero los habría a docenas en unos días. Eso era al
menos lo que los dos pensábamos.
En otro momento me hubiera encantado una segunda visita al
centro de seguridad, especialmente solo. Heather era una mujer hermosa,
deliciosa, maravillosa y todo lo que termina en osa, incluido el carácter que
se le ponía cuando veía a Jimmy. Sentía la viva necesidad de adorarla,
esperando que ella, como Kathy, me llevara al lecho cuanto antes, o me
ofreciera su apartamento o incluso un sillón en aquel lugar, todo antes que
volver a pasar otra noche con mi amada Kathy, no saldría vivo, de eso estaba
seguro. Era muy temprano, por la mañana, un momento del día no especialmente
favorable para mí. Sí, ya sé que soy amnésico pero era como un atisbo, una
sensación, una intuición, algo me decía que prefería las tardes y las noches,
bueno algunas noches. No sabía cómo nos recibiría Heather, aunque esperaba que
ya se habría enterado de todo, al menos eso es lo que se espera de un centro de
seguridad, aunque como dicen en mi pueblo, en casa del herrero cuchillo de
palo. No sé por qué me puse a pensare en cuál sería mi pueblo, tal vez porque
no quería adelantar acontecimientos.
Después de todo hubo suerte, y eso que era por la mañana.
Hubo suerte de que ella tuviera el turno de mañana o tal vez lo había tenido de
noche pero se había quedado para ayudar en lo que fuera preciso. Hubo suerte de
que alguien le hubiera transmitido que Jimmy estaba a cargo de la investigación
y yo era su adlátere o Watson, si lo prefieren. No sé quién pudo haberle
transmitido semejante información pero lo seguro era que había tenido tiempo,
dado que Jimmy y yo nos habíamos pasado nuestro buen tiempo en el tanatorio. Y
por último hubo suerte de que yo fuera primero al llegar a la puerta. Heather
me vio a mí y se le endulzó la sonrisa en la cara. Me abrió, me agarró por los
hombros y me atrajo hacia sí, no porque deseara besarme, que puede que también,
sino sobre todo porque quería tenerme dentro para cerrarle el paso al Pecas,
quien consciente de la maniobra puso el pie y pasó después que yo, digamos que
le gané por la cabeza, si hubiéramos estado en el hipódromo y sido caballos.
Heather hizo como que no veía al Pecas y en todo momento se
dirigió a mí, y muy de cerca. Me llevó hacia la mesa circular de control, hizo
que me sentara en la única silla, giratoria, que había allí, se colocó detrás,
puso sus manos sobre mi barbilla, luego sobre mis hombros, como si fuera a
darme un masaje y acercándose a mi oreja derecha me susurró: ¿Qué es lo que
quiere de mí un yogurín como tú? Pude observar, con gran esfuerzo, que El Pecas
permanecía a una distancia social más bien fría y precavida, observando la
escena con sonrisa aviesa y ojos de fuego de dragón que quiere comerse a la
dragona, pero como no puede, al menos se conformaría con incinerarla.
Puse a Heather en antecedentes, con voz normal, un poco
meliflua, diría yo, de lo que nos había atraído hacia allí.
-Pero eso es un trabajo ingente, para un día y tal vez toda
una noche. Me tienes a tu disposición si logras que ese sátiro de tres al
cuarto nos deje solos.
Esto último lo dijo susurrando en mi oreja. No sé si Jimmy
tenía claro que estorbaba allí o que el trabajo de visionar todas las
grabaciones sería de un tedioso capaz de dormir a una marmota ya dormida o que
era un buen amigo y quería dejarme el camino libre con Heather. El caso es que
dijo con voz agria que él allí sobraba. Que me encargara yo de repasar todas
las grabaciones de la noche, especialmente empezando por John Smith, nuestro
asesino en serie particular y el primer sospechoso mientras no se demostrara lo
contrario. Que él iba a sacar al doctor Sun de su estado catatónico para que
nos firmara un salvoconducto que nos permitiera acceder a todos los rincones de
Crazyworld y a todas las personas. Al mismo tiempo intentaría sacarle algo, lo
que fuera, sobre la vida y milagros del finado director. Me voy, dijo dando un
patadón en el suelo y luego escupió con ganas.
Heather alargó la mano hacia un botón y la puerta se abrió,
desapareciendo por ella un Pecas al que debían de perseguir todos los demonios
del Averno. A ella le faltó tiempo para dejar mi retaguardia, colocarse por
delante y sentarse tranquilamente en mis rodillas.
-No te preocupes –me dijo, ahora con voz normal- ya limpiará
ese gargajo la señora de la limpieza. Tú y yo nos vamos a dedicar todo el día y
toda la noche a repasar los vídeos, empezando por el de John Smith. Teniendo un
asesino en serie a disposición sería estúpido no ponerlo el primero de la
lista. ¿No crees?
Le di mi aquiescencia como pude, no fue fácil, porque notaba
los cálidos pechos de ella sobre el mío. Se había acurrucado sobre mí como una
gatita melosa. También notaba su espléndido cuerpo, podía notarlo a pesar de mi
ropa y de la suya. Lo que sí noté sin interferencias fueron sus labios ansiosos
y carnosos sobre los míos. Fue un beso a tornillo sin prisas, percibí su lengua
buscando la mía, como un gato juega con un ratón. Me sentí tan bien, tan
relajado a pesar de la agitada noche que había sufrido, que hice una cuenta
rápida. Mejor con ella que pasar otra noche con Kathy. A pesar de su intensa
libido que palpitaba en sus venas y de lo mucho que parecía desearme, siempre
sería mejor que me estrujara ella que catwoman, una gata insaciable. Tal vez
pudiera tomarme un descanso de vez en cuando, ver las aburridas grabaciones,
charlar como si tal cosa y hasta comer un poco cuando fuera la hora. Mi
decisión estaba tomada. Me quedaría allí mientras fuera posible.
Todo esto lo pensé mientras ella se regodeaba en el beso, y
aún me sobró tiempo para plantearme algunas cosillas más. Cuando se dio un
descanso para respirar yo pude meter baza.
-¿Qué te parece si empezamos por John Smith y luego seguimos
con los demás?
-Claro, cielito, debes de estar agotado tras una noche con
esa lagarta.
-¿Cómo lo sabes?
-Sería la primera vez que ella no fuera la primera con un
recién llegado. Pero yo voy a ser la segunda y nadie nos molestará.
-¿Cómo lo vas a conseguir?
-Fácil. Les he dicho a mis compañeros que yo me ocuparé de
todo, aquí en el centro de seguridad. Que no nos molesten, salvo que se
produzca un terremoto y entonces tampoco hace falta porque ya nos enteraremos. Nadie
puede abrir desde fuera, una vez bloqueada la puerta, como yo voy a hacer
ahora.
Y se puso en pie. Se separó un poco de mí, no mucho, para
hacerse con un mando a distancia que no estaba muy lejos y regresó a mis
rodillas. Se puso cómoda y me dijo que solo tenía que darle instrucciones y
ella se encargaría de hacerme ver la grabación que quisiera. De nuevo se colgó
de mi boca y como no podía decir nada intenté transmitirle por morse mis deseos.
La abracé con ganas, respondí a su beso y bajé mi mano derecha hasta sus
nalgas, allí tecleé con el dedo una vez. Lo entendió a la perfección. Su mano
hizo algo con el mando y en la pantalla principal, más grande que las demás,
apareció el cuarto de John Smith. Lo supe porque dormía a pierna suelta sobre
su lecho, vestido, sin taparse, como si no hubiera tenido tiempo de prepararse
y el sueño le hubiera tomado por sorpresa. La cámara hizo un zoom y pude ver su
cara en primer plano. Entonces me llevé un formidable susto. Imagino que
Heather hizo algo con el mando a distancia y todos los ventanales del centro de
seguridad retemblaron, bajaron unas persianas metálicas que taparon todos los
huecos posibles y nos quedamos a oscuras.
Heather dejó de besarme, separó su rostro del mío lo
suficiente para ver la expresión de mi rostro y se echó a reír.
-¡Menudo susto te he dado! ¿Verdad cariño? El centro de
seguridad puede bloquearse como ante un asalto de un ejército de tanques. Nadie
nos verá ni podrá entrar hasta que yo lo diga.
-Me parece muy bien, querida, pero me gustaría tener un poco
de luz, si fuera posible.
Ella tocó el mando y una luz muy atenuada se expandió desde
el techo.
-Voy a dejar que te recuperes un poco y luego haremos un
descanso para darnos un poco de cariño. Todo el mundo necesita su dosis de
cariño y aquí en Crazyworld más que en ninguna otra parte. Aquí no se sobrevive
sin la correspondiente dosis de cariño.
-¿Un descanso? Si ni siquiera hemos empezado.
-¡Oh, perdona! Vale, veremos unas cuantas grabaciones y
luego descansamos.
-Si no te importa me gustaría ver a cámara rápida o nos
tiraremos con la grabación de John Smith todo el día.
-Claro, claro. Que tonta soy. Dime a qué velocidad quieres
verla.
-A toda la que sea posible mientras mis ojos puedan percibir
que el bulto en la cama no se mueve.
-Ok, mi amor.
Y la grabación comenzó a rodar como una bola de nieve por
una cuesta. Mucho me temía que allí no habría gran cosa que ver, como así fue.
El asesino en serie no se había movido en toda la noche, ni siquiera para hacer
pis. Nuestro primer sospechoso descartado.
-Bueno, el sospechoso más obvio tiene una coartada muy
sólida. ¿Por dónde quieres seguir?
-Puedes poner las grabaciones tal como te resulte más
cómodo, sin saltos, una tras de otra.
-De acuerdo, cariño, pero me vas a permitir que me acomode y
te deje mirar a ti, que para eso has venido. Yo mientras tanto voy a disfrutar
de mi dosis de cariño.
Y así lo hizo. Abrió sus piernas, yo cerré las mías. Se
colocó sobre mis rodillas, buscando la postura más cómoda, como una gatita
zalamera y buscó mis labios con la calma de quien tiene toda la vida por
delante. Yo busqué colocar la cabeza de tal forma que no la molestara, con mis
dedos puse sus cabellos sobre su orejita, que acaricié en un gesto cariñoso que
no me costó nada y me dispuse a ver como pude las siguientes grabaciones.
Estaban colocadas, al parecer, según la planta y la habitación, planta primera,
habitación 101 y así sucesivamente. Todas las habitaciones tenían su
correspondiente huésped, a algunos los conocía cuando la cámara hacía zoom y
mostraba el rostro del durmiente. Supuse que esa era la forma de situar al
huésped en su habitación. No sería lógico que alguno se equivocara de habitación
o intercambiara la suya con la de otro, pero en Crazyworld todo era posible,
como había experimentado en mi corta estancia. Imaginé que el que algún huésped
invitara a una huéspeda, o al revés, a compartir habitación, o cualquier otra
combinación nacida de los gustos personales en cuestión de sexo, podía ser
lógico pero no posible, sobre todo si quien se encargaba de acostar a los
huéspedes era la señorita Ruth. Resultaba entretenido saber cómo era la vida
nocturna de Crazyworld, aunque no tanto como para detenerse a contemplar los
bultos bajo las sábanas y mantas que bien podían no moverse en toda la noche.
Por eso había establecido un acuerdo tácito con Heather. Cuando le daba un
golpecito con mi índice en su nalga pasaba a otra grabación y cuando daba dos
seguidos las imágenes se movían a la velocidad necesaria para que no se me
escapara el que algún durmiente pudiera levantarse, aunque solo fuera para ir
al servicio. No tenía reloj para hacerme una idea de cuánto tiempo tardaba una
cinta en recorrer toda la noche a velocidad conveniente, pero llevaba su
tiempo. El suficiente para que Heather tuviera que respirar varias veces, lo
que yo aprovechaba para ir haciendo preguntas necesarias y pragmáticas para ir
conociendo ciertos detalles que como novato desconocía.
-Imagino que también hay grabaciones del personal, incluso
del vuestro, los agentes de seguridad.
-¿Las quieres ver?
-Ahora no. Prosigamos primero con los huéspedes y luego
seguiremos con el resto.
Y proseguimos, también con la serie de besos que me estaban
excitando un poquito a pesar de ser por la mañana y de la noche que había
tenido.
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