A cargo de Slictik, escritor autodidacta y coordinador en Internet durante más de cinco años de un taller de creación de personajes humorísticos: “El hotel de los disparates”.
viernes, 23 de abril de 2021
EL GATO QUE HABLA
Ya había visto de todo en los vídeos virales sobre animales: un gato que parecía decir me ahogo mientras su estúpido dueño hacía como que le iba a ahogar en una piscina; otro gato que había aprendido a abrir la puerta de su casa para invitar a sus amigos, otros gatitos; un perro que tocaba el piano y montones de animales hablando como los humanos en estúpidas películas. Por eso no me preocupó demasiado que alguno de mis contactos más queridos de wasap, a quienes había enviado el vídeo de mi gato hablando como los humanos, en español, tuviera la desfachatez de subir el vídeo a youtube sin decirme nada. Pensé que no ocurriría nada. A mí también me habían mandado un vídeo en el que un gato hacía una especie de chiste sobre la pandemia hablando con la voz de un niño, claramente editada.
Las cosas más extrañas ocurren de la forma más simple. Mi relación con Zapi, como se llama mi gato, no fue fácil porque yo era un mascotero primerizo y porque los gatos son muy suyos, necesitan mucho, mucho tiempo, para coger confianza con un humano, lo que no significa que ya sean amigos de todos los humanos. Los gatos piensan, y con toda la razón del mundo, que no todos los humanos son iguales y si yo le demuestro que soy digno de confianza, los demás humanos tendrán que hacer lo mismo o no son aceptados. Pasados muchos meses durante los cuales le di de comer todos los días, dejé que entrara y saliera de mi casa, ahora la suya, le acaricié cuando él quería y no cuando a mí me apetecía, que durmiera en mi cama, ahora la suya, si le apetecía y si no, no, comencé a hablarle como si me entendiera, lo que era cierto, al menos en lo que a él le interesaba. Cuando estábamos juntos dejaba de ver la televisión o de leer para hablarle de todo un poco. Dicen que los gatos solo maúllan con los humanos, porque entre ellos no lo necesitan, se dan besitos en los morros, transmitiéndose todo lo necesario con sus bigotes y cuando necesitan un informe más detallado se huelen el culete. Mi gato comenzó a hablar conmigo en el lenguaje gatuno. Yo entendía lo básico, quiero comer, ábreme la puerta, gracias por la comidita rica que me has dado hoy…Me sorprendió mucho que en un momento determinado iniciara lo que yo llamaría la transición al lenguaje humano. Imitaba la cadencia de mi voz, sus maullidos se convirtieron en un lenguaje casi humano, salvo porque en lugar de palabras utilizaba sus sonidos gatunos. Con el tiempo observé que alguno de sus maullidos era casi una palabra humana. Le preguntaba si estaba bien y él me respondía bien, era inconfundible, en gatuno pero inconfundible. Sin darnos cuenta los dos llegamos a una comunicación básicamente humana con sonidos gatunos y en castellano. Muchos se sorprenden de que los animales no hablen. Craso error, hablan, solo que en su propio idioma. Nadie le diría a un ruso que no es inteligente porque hable en ruso y nosotros no lo entendamos, o a cualquier otro habitante del planeta porque se exprese en un idioma que no es el nuestro. Lo mismo pasa con los animales, hablan en su propio idioma y porque no lo entendamos no significa que no sean inteligentes. Con un ruso, por ejemplo, haríamos gestos para indicarle que tenemos hambre o que nos regale una botella de vodka, luego pasaríamos a imitar sus palabras rusas más comunes, como … sí esa palabra que significa a tu salud o algo parecido y que ahora no recuerdo, aunque la tengo en la punta de la lengua.
Así comenzamos a entendernos, hasta que un día me quedé pasmado cuando mi gato dijo dos o tres palabras humanas en lenguaje gatuno. No tenía a mano el móvil y no pude grabarle, pero en la siguiente ocasión sí que lo estuve y le grabé. Entusiasmado por los progresos de mi nene, envié la grabación a todos mis contactos y esto fue el fin del principio y el principio del fin. Alguien, no sé quién, lo subió a youtube, el vídeo se hizo viral y aquella fue la revolución gatuna y animal. Todos los dueños de mascotas les hablaron a las suyas, no como hacían siempre, como si fueran tontas y nunca serían capaces de aprender nada, sino como se habla a un bebé, que tiene que aprender pero que lo hará, solo hay que darle tiempo. Cuando un terror extraño, a que descubrieran que el gato era mío e intentaran robarlo o matarlo o hacer conmigo otro tanto, se apoderó de mí, me refugié en casa con Zapi y a cada minuto me informaba de lo que estaba pasando. No pasó nada, bueno al menos a mi gato y a mí, porque lo que es pasar, pasó de todo. Muchos otros animales aprendieron a hablar humano básico y sus grabaciones acapararon youtube. Los animalistas difundieron un manifiesto sobre los derechos de los animales, con el que todos los animales estuvieron de acuerdo y la mayoría de los humanos, aunque algunos no, los más retrógrados y salvajes. Se decidió que se dejaría de matar y comer a cualquier animal y se les trataría como las personitas inteligentes que eran, necesitadas de nuestra ayuda y cariño. Eso produjo una revolución en la alimentación, que ya se había iniciado con las hamburguesas veganas y los experimentos en laboratorios para lograr carne artificial. La alimentación humana cambió radicalmente, pero a los animales no se les convenció tan fácilmente, despreciaban la carne artificial, hasta mi gato prefería comerse un ratoncillo que pienso imitando la carne o el pescado. Pero con el tiempo todos comprendieron que si no querían matar a sus semejantes deberían aceptar la nueva alimentación. Y todos la aceptaron, exceptuando a los irracionales de siempre. Desaparecieron todos los cazadores, excepto algunos furtivos. Desparecieron los toros y las peleas de gallos y todas esas bestialidades. Cuando mi amigo, el difundidor del vídeo, confesó la verdad y dio mi nombre, ya era tarde, gracias a Dios, no interesé a nadie y me quedé tranquilamente en casita, hablando con Zapi y con los animales que pasaban por aquí. Sin poder evitarlo mi casa se hizo un lugar de peregrinación para todos los animales. No me llegó la pensión para alimentarlos a todos y tuve que pedir ayuda por Internet. Ahora soy feliz hablando con cualquier animal que quiera hablar conmigo y nadie me llama loco porque todos hacen lo mismo. Y colorín colorado, este cuento moralista se ha terminado.
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Yo no me enteré por YouTube, me lo dijo un pajarito que pasó por tus lares,este era un renegado estaba bastante molesto porque ahora si alguien lo llamaba no le servía hacer que no entendía y si no contestaba quedaba como antipático. Cuando le comenté que te conocía y que además eras mi amigo contestó que ya se había dado cuenta por mi mirada que tenía el mismo destello de los que están un poco chiflados.
ResponderEliminarLe puse alpiste y agua y el muy grosero se fue sin decir ni pio.