sábado, 1 de mayo de 2021

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XII

 


-Hola. Hola. Aquí Alirina. Ya estamos en marcha, volando sobre el zoo. Como pueden ver nuestros holovisores, gracias al fabuloso montaje de imágenes que están haciendo nuestros técnicos desde control o desde la pecera, como lo llaman ellos, porque se sienten como peces en el agua. ¿No es así, queridos compañeros? Yo llevo una cámara en mi gorrito virtual, también hemos instalado una en los gorritos de nuestros anfitriones, y por supuesto la cámara situada en nuestro dron que nos sigue revoloteando a nuestro alrededor como un frágil y curioso pajarillo. Me abstendré pues de hacer descripciones inútiles, aunque sí haré algún que otro comentario de comentarista, de narradora de esta aventura. Para los que no han curioseado en los archivos de “H” unos datos esenciales. El zoo está protegido por rayos omega en todo su perímetro, pero también hay zonas reservadas a depredadores que acabarían con el resto de animales a lo largo de los años, por eso tienen sus propias zonas, también protegidas por rayos omega. Hay comederos situados estratégicamente a los que “H” abastece, como a nosotros, con comida artificial teletrasportada, solo que los animales no piden a la carta, se limitan a comer la dieta variada y nutritiva que se les proporciona. Todos se han ido acostumbrando a una comida fácil y segura. Se dice que hubo un tiempo en que los depredadores tuvieron que ser alimentados con comida viva, al parecer se dejaba pasar a otros animales cuando se acercaban a su territorio, apagando los rayos omega por un tiempo. Pero este no es un dato que ustedes encontrarán en los archivos. Nuestra IA a veces oculta todo lo que pueda empañar su imagen de bondadoso protector de este planeta. Pero yo tengo mis fuentes que no voy a desvelar ahora. Nos dirigimos primero a la zona de los caeros, al extremo del parque, desde donde se podría llegar a las montañas Negras en línea recta. Estos son unos animales adorables a pesar de su tamaño, mansos, cariñosos, que fueron usados como mascotas en otros tiempos,  e incluso ahora nuestro camarada Artotis posee algunos en su alejada finca. Nos gustaría saber cómo pudo conseguir tantos créditos para semejante finca. Pero que no lo diga ahora, luego se lo preguntaremos. Los granjeros rebeldes tienen grandes manadas en sus montañas. A muchos los dejan pastar libremente y se alimentan de su carne. A otros los han domesticado y los utilizan para cultivar sus tierras. Sienten un gran cariño hacia sus caeros domesticados que son también mascotas de sus niños en sus horas libres.  Nos dirigimos a esa zona del zoo porque nuestra anfitriona, la señora Elielina, es una fan de los caeros. ¿Puede decirnos cuándo fue la última vez que visitó el zoo?

-Es usted un poco malvada, querida Alierina. Sí, se lo voy a decir, fue en nuestra luna de miel, hace ya unos años. ¿No es así, amado esposo?

-Pues no lo sé, amada. Si tú lo dices será verdad.

-No te extrañe que no lo recuerde, Alierina. Hace ya tantos años que no me regala nada el día de nuestro aniversario que hasta yo misma lo he olvidado.

-Parece que su esposo, el sr. Alioronte, no es muy hablador que digamos.

-Puede contar las palabras que diga hoy, pues un décimo de ellas es lo que puede hablar un día normal, si es que dice algo.

-No mucho menos que tú, adorada esposa, perdida en el mundo virtual, todo el día con tu casco en la cabeza, buscando amantes por todo el planeta.

-No vamos a entrar en intimidades, Elielina, pero creo que todos nuestros holovidentes estarán de acuerdo en que usted no parece mucho más habladora que su cónyuge. ¿Tiene amigas? ¿Habla con ellas? ¿Hacen excursiones? ¿quedan para hacer partys y tomar el té?

-Muchas preguntas para una sola respuesta. No, desgraciadamente ya no tengo amigas, no se puede decir que las perdiera, nos perdimos todas, nos hicimos adictas al sexo virtual. Creo que ha sido el peor invento de “H”, aunque de perdernos, mejor de esta manera.

-¿Puedes contarnos cómo fue la ceremonia oficial de matrimonio?

-Me cuesta recordar. Lo que sí puedo decirte es que a mí particularmente me hubiera gustado una ceremonia en las montañas Negras, celebrada por el sumo sacerdote de la Mente Universal, y luego disfrutar de una fiesta típica de los granjeros rebeldes, eso sí, nada de carne de caeros en el banquete. Ya por entonces adoraba a estos animalitos.

-Bien, estamos llegando precisamente a la zona de los caeros. Podemos ver las montañas nevadas al fondo.

Y aquí me interrumpo brevemente para hablarles del juego de hoy. Habrán observado que a lo largo de lo que llevamos del programa se han cambiado o modificado ligeramente algunos nombres. Otros se han dado como existentes en algún momento para luego decir que en realidad no existen y ha sido una broma. Algunos tertulianos están presentes y otros no han llegado aún o lo han hecho, ustedes lo han visto, aunque no han intervenido. Se han cometido otros errores que los holovidentes deben dilucidar. Este es el juego de hoy para premiar a los seguidores más concentrados, con mejor memoria y que no se han perdido ni un minuto del programa, porque de otra manera se habrán perdido algún error. Como saben los seguidores recalcitrantes, desde hace algunos programas hacemos juegos que no se anuncian previamente. Los ganadores recibirán un buen número de créditos que podrán emplear a su gusto. No es que los créditos nos sobren, como podrán comprender ustedes, amados holovidentes, pero nuestro amado “H” por fin ha accedido a una petición que llevábamos mucho tiempo machacando un día sí y otra también y nos ha dado créditos para cada programa, con el fin de utilizarlos en premios. Es la primera vez que sucede, como saben muy bien nuestra IA no delega nada y mucho menos la distribución de créditos, salvo que así se acuerde por el Consejo Planetario, y aún así no siempre hace caso de la representación democrática de los ciudadanos omeguianos. Por eso desde aquí queremos agradecer a su corazoncito generoso que nos haya hecho semejante obsequio.

 

 

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