-Hola. Hola. Aquí Alirina. Ya estamos en marcha, volando
sobre el zoo. Como pueden ver nuestros holovisores, gracias al fabuloso montaje
de imágenes que están haciendo nuestros técnicos desde control o desde la
pecera, como lo llaman ellos, porque se sienten como peces en el agua. ¿No es
así, queridos compañeros? Yo llevo una cámara en mi gorrito virtual, también
hemos instalado una en los gorritos de nuestros anfitriones, y por supuesto la
cámara situada en nuestro dron que nos sigue revoloteando a nuestro alrededor
como un frágil y curioso pajarillo. Me abstendré pues de hacer descripciones
inútiles, aunque sí haré algún que otro comentario de comentarista, de
narradora de esta aventura. Para los que no han curioseado en los archivos de
“H” unos datos esenciales. El zoo está protegido por rayos omega en todo su
perímetro, pero también hay zonas reservadas a depredadores que acabarían con
el resto de animales a lo largo de los años, por eso tienen sus propias zonas,
también protegidas por rayos omega. Hay comederos situados estratégicamente a
los que “H” abastece, como a nosotros, con comida artificial teletrasportada,
solo que los animales no piden a la carta, se limitan a comer la dieta variada
y nutritiva que se les proporciona. Todos se han ido acostumbrando a una comida
fácil y segura. Se dice que hubo un tiempo en que los depredadores tuvieron que
ser alimentados con comida viva, al parecer se dejaba pasar a otros animales
cuando se acercaban a su territorio, apagando los rayos omega por un tiempo.
Pero este no es un dato que ustedes encontrarán en los archivos. Nuestra IA a
veces oculta todo lo que pueda empañar su imagen de bondadoso protector de este
planeta. Pero yo tengo mis fuentes que no voy a desvelar ahora. Nos dirigimos
primero a la zona de los caeros, al extremo del parque, desde donde se podría
llegar a las montañas Negras en línea recta. Estos son unos animales adorables
a pesar de su tamaño, mansos, cariñosos, que fueron usados como mascotas en
otros tiempos, e incluso ahora nuestro
camarada Artotis posee algunos en su alejada finca. Nos gustaría saber cómo
pudo conseguir tantos créditos para semejante finca. Pero que no lo diga ahora,
luego se lo preguntaremos. Los granjeros rebeldes tienen grandes manadas en sus
montañas. A muchos los dejan pastar libremente y se alimentan de su carne. A
otros los han domesticado y los utilizan para cultivar sus tierras. Sienten un
gran cariño hacia sus caeros domesticados que son también mascotas de sus niños
en sus horas libres. Nos dirigimos a esa
zona del zoo porque nuestra anfitriona, la señora Elielina, es una fan de los
caeros. ¿Puede decirnos cuándo fue la última vez que visitó el zoo?
-Es usted un poco malvada, querida Alierina. Sí, se lo voy a
decir, fue en nuestra luna de miel, hace ya unos años. ¿No es así, amado
esposo?
-Pues no lo sé, amada. Si tú lo dices será verdad.
-No te extrañe que no lo recuerde, Alierina. Hace ya tantos
años que no me regala nada el día de nuestro aniversario que hasta yo misma lo
he olvidado.
-Parece que su esposo, el sr. Alioronte, no es muy hablador
que digamos.
-Puede contar las palabras que diga hoy, pues un décimo de
ellas es lo que puede hablar un día normal, si es que dice algo.
-No mucho menos que tú, adorada esposa, perdida en el mundo
virtual, todo el día con tu casco en la cabeza, buscando amantes por todo el
planeta.
-No vamos a entrar en intimidades, Elielina, pero creo que
todos nuestros holovidentes estarán de acuerdo en que usted no parece mucho más
habladora que su cónyuge. ¿Tiene amigas? ¿Habla con ellas? ¿Hacen excursiones?
¿quedan para hacer partys y tomar el té?
-Muchas preguntas para una sola respuesta. No,
desgraciadamente ya no tengo amigas, no se puede decir que las perdiera, nos
perdimos todas, nos hicimos adictas al sexo virtual. Creo que ha sido el peor
invento de “H”, aunque de perdernos, mejor de esta manera.
-¿Puedes contarnos cómo fue la ceremonia oficial de
matrimonio?
-Me cuesta recordar. Lo que sí puedo decirte es que a mí
particularmente me hubiera gustado una ceremonia en las montañas Negras,
celebrada por el sumo sacerdote de la Mente Universal, y luego disfrutar de una
fiesta típica de los granjeros rebeldes, eso sí, nada de carne de caeros en el
banquete. Ya por entonces adoraba a estos animalitos.
-Bien, estamos llegando precisamente a la zona de los caeros.
Podemos ver las montañas nevadas al fondo.
Y aquí me interrumpo brevemente para hablarles del juego de
hoy. Habrán observado que a lo largo de lo que llevamos del programa se han
cambiado o modificado ligeramente algunos nombres. Otros se han dado como
existentes en algún momento para luego decir que en realidad no existen y ha
sido una broma. Algunos tertulianos están presentes y otros no han llegado aún
o lo han hecho, ustedes lo han visto, aunque no han intervenido. Se han
cometido otros errores que los holovidentes deben dilucidar. Este es el juego
de hoy para premiar a los seguidores más concentrados, con mejor memoria y que
no se han perdido ni un minuto del programa, porque de otra manera se habrán
perdido algún error. Como saben los seguidores recalcitrantes, desde hace
algunos programas hacemos juegos que no se anuncian previamente. Los ganadores
recibirán un buen número de créditos que podrán emplear a su gusto. No es que
los créditos nos sobren, como podrán comprender ustedes, amados holovidentes,
pero nuestro amado “H” por fin ha accedido a una petición que llevábamos mucho
tiempo machacando un día sí y otra también y nos ha dado créditos para cada
programa, con el fin de utilizarlos en premios. Es la primera vez que sucede,
como saben muy bien nuestra IA no delega nada y mucho menos la distribución de
créditos, salvo que así se acuerde por el Consejo Planetario, y aún así no
siempre hace caso de la representación democrática de los ciudadanos
omeguianos. Por eso desde aquí queremos agradecer a su corazoncito generoso que
nos haya hecho semejante obsequio.
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