lunes, 21 de febrero de 2022

LA VENGANZA DE KATHY V

 




-Bien, así me gusta. Tengo muchas preguntas que hacerte. Empezaremos por la primera. Por lo que sé muchos de los profesionales que ahora trabajan aquí –los pacientes al parecer han sido secuestrados contra su voluntad- fueron escogidos por Mr. Arkadin, aparte de por su profesionalidad, porque estaban solos, sin familia o con poca familia, imagino que habrá algún huérfano y más de un marginado. Algunos aceptaron porque tenían que alimentar a su familia, como Dolores. Pero a ti no te imagino huérfana, sola, con la imperiosa necesidad de ganar más dinero de lo habitual. ¿Por qué te dejaste captar, Alice?

-Jé. Parece que te llama la atención. Pues bien, la razón principal fue el dinero, como creo que nos ha sucedido a todos. Mr. Arkadin paga muy bien. No, no soy huérfana, tengo padres, hermanos, una familia. Necesitaba dinero, mucho dinero, quería ser actriz, irme a Hollywood, prepararme estudiando, conseguir pequeños papeles e ir progresando. Para eso se necesita mucho dinero.

-Pero tuvo que resultarte sospechoso todo esto. ¿Sabías que no podrías volver a salir?

-Claro que no, de haberlo sabido no hubiera aceptado. ¿Para qué me iba a servir el dinero si luego no podía emplearlo para lo que lo quería? Pensé que estaría dos o tres años, así ganaría suficiente dinero y luego me podría ir.

-No entiendo cómo Mr. Arkadin pudo contratarte sabiendo que tenías familia, que te echarían de menos, que denunciarían tu desaparición…

-Bueno, debió informarse muy bien, en mi caso como en los otros. Imagino que tenía un escuadrón de detectives siguiendo nuestros pasos y enterándose de todo. La relación con mis padres y hermanos no era buena, de vez en cuando me marchaba y pasaba un tiempo, a veces mucho, por ahí, trabajando, buscando oportunidades. No les decía nada y no sabían nada de mí hasta que volvía. Estaban acostumbrados a mis desapariciones. No harían nada en mucho tiempo. Además Mr. Arkadín seguro que borró nuestras huellas, tiene medios más que suficientes. En mi caso pudo haber mandado una postal desde Europa o cualquier otro truco. Mis padres se conformarían, siempre se conforman.

-¿No te parece muy raro todo esto? ¿No te parece desmesurado el esfuerzo y el dinero gastado solo para mantener encerrados a unos enfermos por mucha fortuna que tengan sus familias? No he tenido mucho tiempo para pensarlo, pero hay muchas cosas que no encajan.

-Claro, creo que todos hemos pensado lo mismo. Yo misma me he llegado a plantear la posibilidad de que seamos parte de un experimento. Ese malnacido de Cabezaprivilegiada puede haber convencido a Mr. Arkadin de llevar a cabo alguno de sus locos experimentos. ¿No lo hizo con Kathy?

-Oye, ¿cómo sabes tú eso?

-Cuando llegué había aquí muy poca gente. Estaban Kathy y Jimmy que fueron de los primeros, luego empezaron a llegar los restantes. Kathy y yo éramos de la misma edad y entonces había aquí pocas mujeres. Nos hicimos amigas y hablábamos mucho en el jardín. Ella parecía una jovencita adorable, encantadora y necesitaba hablar con alguien. Tuvo momentos de debilidad y me contó lo que le hicieron en el laboratorio y lo de su clítoris, claro. Como soy mujer no pude comprobarlo pero los hombres con los que se acostó no dejaban de hablar de ello. Se hacían cruces… Permíteme que te diga algo. No te lo tomes a mal. Ten cuidado con Kathy. Es una psicópata. Puede ser una mujer muy dulce, adorable, pero hay algo bestial en su interior. No me extraña sabiendo lo que ha tenido que sufrir la pobre. No sé el poder que tendrá su clítoris, imagino que mucho. Intenta no volver a probarlo. Los demás hombres de Crazyworld no parecen interesarle mucho, los usa y luego se olvida de ellos. Pero contigo es distinto. He visto como te miraba. Hazme caso, ten mucho cuidado.

-Te agradezco que seas tan sincera conmigo. Sí yo también he pensado que es una mujer extraña. ¿Ha hecho algo que te haga pensar que podría matar a alguien?

-Cuando Crazyworld se fue llenando, ella dejó de hablar conmigo y se dedicó a los hombres. No ocurrió nada especial hasta que me acosté con uno de los guardias de seguridad. Sí, aquí tienes mucho tiempo libre, aparte de trabajar casi todo está permitido, salvo escaparte, claro. Kathy se lo tomó muy a mal y durante un tiempo me persiguió con bromas pesadas, sustos y todo tipo de trampas. No sé si se le pasó por la cabeza matarme. Por suerte para mí no se le ocurrió otra cosa que acostarse con Jimmy el Pecas. Fue un error tan descomunal que mi valoración de su inteligencia cayó por los suelos y nunca se levantó. Reconozco que es astuta, a veces, pero de ahí no pasa. Pasó de ser mi perseguidora a ser perseguida por Jimmy. Ambos se enzarzaron en una guerra sin cuartel. Ahora se puede decir que están en una especie de tregua bastante frágil. Te puedes imaginar cómo fue la guerra.

-¿Crees que algún día podremos escapar de Crazyworld? Me llama la atención que a los guardias de seguridad no se les haya ocurrido marcharse y dejar que el resto haga lo mismo.

-Eso es porque eres nuevo y aún desconoces cómo funciona Crazyworld. Se podría decir que los guardias de seguridad son el primer círculo de seguridad. Están dentro, con nosotros y son tan prisioneros como el resto. No escapan porque no pueden. También lo probaron en cuanto supieron que esto era para siempre. Al principio hubo muchos intentos de fuga. Todo el mundo pensó que era más listo que Mr. Arkadin y que es posible fugarse de cualquier prisión, tenga la seguridad que tenga, pero pronto aprendieron que Crazyworld está tan bien diseñado que me rio yo de las mejores prisiones de alta seguridad. Los guardias de seguridad no tienen las llaves de las puertas del perímetro, solo las abren los robots con códigos que al parecer vienen de fuera. Saltar el muro electrificado es jugársela. No se puede cortar la corriente ni provocar un cortocircuito. Al parecer viene también de fuera y está a prueba de cortocircuitos. Los robots son el segundo círculo de seguridad. Están siempre vigilantes, incluso de día, aunque no se les vea. A los perros se les suelta de noche, pero podrían hacerlo de día también. Esa es una hipótesis mía porque nunca ha ocurrido. ¿Te imaginas a los robots dando órdenes a los perros? Pues eso hacen. Como te acabo de decir al principio hubo muchos intentos de fuga y se pusieron a prueba todos los círculos de seguridad. Por eso lo sé. ¿Perros entrenados para obedecer órdenes de robots? Parece increíble. ¿Verdad? Si fallara todo eso imagino que hay un tercer círculo de seguridad, es solo una hipótesis, porque nadie ha logrado saltar la valla. Puede que haya más guardias de seguridad fuera, cámaras vigilando todo el perímetro e incluso un ejército de mercenarios. Con Mr. Arkadín se puede esperar cualquier cosa.

-¿Entonces yo fui recogido por robots al llamar a la puerta?

-No lo sé. Si no te lo ha contado Kathy, que es la única que lo sabe, no creo que nadie más pueda hacerlo, salvo que la acompañara algún guardia de seguridad. Podrías preguntarle también a Heather si estaba de guardia esa noche. Lo que es seguro es que alguien desde fuera dio órdenes a algún robot, que abriría acompañado de algún perro y al verte en el suelo pedirían ayuda a la enfermería donde estaba Kathy. Lo cierto es que allí te llevaron y los demás nos enteramos por la mañana. No tenemos periódicos, ni radio, ni se nos permite la conexión a Internet salvo a páginas censuradas previamente, todo lo demás está bloqueado. El correo electrónico también. Solo podemos escribirnos entre nosotros y para eso mejor vernos y hablar. Bueno, ahora me toca a mí. He hablado demasiado para las pobres respuestas que has dado a mis preguntas.

Al parecer –según pude saber en respuesta a mi última pregunta- el bosque que estábamos recorriendo era tan extenso que nadie en Crazyworld lo había recorrido entero y los que lo habían intentado se habían perdido y tuvieron que ser rescatados desde el aire por un helicóptero de fuera del perímetro. Según la hipótesis de Alice o bien éramos vigilados por drones –un concepto nuevo para mí que me tuvo que explicar- o bien todos llevábamos algún chip injertado, como los perros –también me lo tuvo que aclarar- no encontraba otra explicación al rápido rescate. Jimmy fue el primero o de los primeros en ser rescatado. Se le había metido en su cabezota la idea de que si uno recorría todo el bosque sin duda llegaría a salir de él hasta dar con una zona que no tuviera muro. Por mucho dinero que tuviera Mr. Arkadin, hacer un muro que rodeara todo el bosque tenía que costar una pasta. Lo cierto es que ni él ni nadie había llegado a saber si la hipótesis del Pecas era cierta o no. El bosque estaba repleto de árboles de distintas especies, la mayoría muy altas. Existían zonas de secuoyas que permitían un caminar fácil entre ellas, aunque la mayoría del bosque era muy tupido. La maleza crecía libre. Nadie sabía de jardineros o forestales encargados de cuidarlo como un jardín. Los pocos caminos transitables lo eran porque alguien cuidaba de desbrozarlos cada cierto tiempo. Ese alguien era Jimmy, por supuesto, pero también algún que otro residente aficionado a las excursiones y deseoso de olvidarse de la prisión en la que habitaba. Incluso algún que otro paciente gustaba de recorrer el bosque, no mucho, para pintar caras o palabras obscenas en el tronco de los árboles o recolectar setas que debían entregar en la cocina para que los conocedores dieran el visto bueno antes de preparárselas para alguna comida. Cada cual desbrozaba sus propios caminos y los señalaba con sus códigos particulares. Cuando Alice me dijo eso caí en la cuenta de que ella también se detenía cada cierto tiempo para ver algo que nadie más que ella podía ver. Estuve tentado de preguntarle por su código. No lo hice, bien porque no me lo iba a decir, bien porque había asumido que estaríamos juntos durante toda la búsqueda y regresaríamos también juntos antes de que se hiciera de noche.

Caminábamos despacio, porque el sendero no era como para hacer deporte, hablando tranquilamente, aunque también hubiéramos podido hacerlo a mayor velocidad. El turno de preguntas de Alice lo ocupó sobre todo en saber de mis andanzas amorosas, ya que el resto no podían ser contestadas porque yo era amnésico. Esa fue su primera pregunta. Dudaba de que yo lo fuera. Podía estar disimulando por algún motivo oculto que yo me encargué de disipar puesto que no tenía el menor sentido a la luz de la lógica, ni incluso a la oscuridad del caos delirante. ¿Para qué iba yo a engañar a todo el mundo haciéndome el amnésico? Si iba a permanecer allí el resto de mi vida no tenía sentido hacerme el tonto, antes o después cometería deslices o me aburriría de ser un desmemoriado o el doctor Sun se pondría serio conmigo y recobraría la memoria antes de seguir soportando sus test o sus sesiones de hipnosis. Eso la convenció. En cuanto a mis andanzas amorosas quería saber todos los detalles. Le dije que yo era todo un caballero y no hablaba de la intimidad de las damas. Di algunos detalles que no me parecieron importantes, tales como que en efecto, había pasado una noche con Heather en su apartamento y del regalo de un gatito por parte de Kathy, ya que no podía ser otra persona. Me dijo que era una mala señal. Yo estaba enfilado y eso era un aviso serio. Pensé que tal vez lo pensara por el color del gato o gata. El negro era signo de mal agüero. Me sorprendió que yo recordara eso. De Dolores le dije lo de su sabrosa comida mexicana y de inmediato ella me confesó que era una excelente cocinera, comida italiana o china –había tenido una amiga de esa nacionalidad que la enseñó a cocinar- sobre todo. Eso me puso sobre aviso. En cualquier momento me invitaría a su apartamento y tendría que colgarme otra llave del cuello, bien en forma de tarjeta, la de Heather, o metálica como la de Dolores. Apunté la pregunta para cuando me volviera a tocar el turno. ¿Existían clases en Crazyworld? ¿Mejores apartamentos y otras prerrogativas según el trabajo de cada uno?

De esta guisa y ritmo caminamos lo que me pareció un buen rato. No sabría decir cuánto tiempo porque me fijé en que yo no llevaba reloj de pulsera –tendría que preguntar también por mi reloj, si es que lo llevaba al llegar- y tampoco Alice, no se lo vi en las muñecas. Cuando ella satisfizo su curiosidad morbosa aproveché el tiempo para enterarme de algunas cosillas que me habían llamado la atención y que no se me ocurrieron hasta recapitular con aquella caminata ecológica. Estuve a punto de preguntar detalles propios de amnésico, tales como en qué día estábamos, en qué estación, si era lunes o martes, si nevaba o llovía y en qué épocas… No lo hice porque a lo mejor descubría algo que no me gustaba. Supuse que estábamos al final de la primavera y principios del verano, por el calor, ya que me habían dado ropa de verano. Porque el cielo estaba despejado, aunque se vislumbraban algunas nubecillas que tal vez pudieran dar lugar a una tormenta de verano, si estábamos en verano, o primaveral si en realidad aún no habíamos salido de la primavera. Todas las preguntas se me quedaron en el gaznate porque habíamos llegado a una especie de claro, rodeado de un montón de enormes secoyas. Me quedé pasmado cuando observé bancos de madera pegados a los árboles y mesas del mismo material, troncos adaptados como sillas y algún que otro detalle que me hizo pensar en una especie de parque o lugar de asueto. Enseguida pregunté cómo era posible que existiera todo eso y no un camino ancho y preparado para excursionistas. Me dijo que en efecto, lo hubo, pero a la vista de los follones que se habían montado entre pacientes y trabajadores por reservar el parquecito para sus expansiones, el director dio orden a los jardineros de que no cuidaran el camino, que al cabo de un tiempo se convirtió en bosque salvaje. Muchos se desesperaron y no regresaron. Otros hicieron sus propios caminos con códigos pero era raro ver juntos a más de uno, o dos o tres. Las excursiones grupales desaparecieron. Alice escogió un árbol, una mesa y un banco y nos preparamos para comer lo que Dolores nos había preparado. En efecto mis tripas ya habían comenzado a rugir, pero enfrascado en la conversación no me había dado cuenta.

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