sábado, 19 de marzo de 2022

LA VENGANZA DE KATHY VI

 




La comida fue deliciosa. Sin poder evitarlo hice un elogio, tal vez un poco desmesurado de Dolores. Fue un error porque Alice me describió los platos que mejor le quedaban y remató invitándome a cenar una noche en su apartamento. Alegué que la cena iba a ser complicada porque antes o después regresaríamos al orden draconiano que imperaba antes del asesinato del director. Se rió con ganas. Con el doctor Sun al frente no regresaríamos al orden. En todo caso los pacientes acabarían de nuevo en las celdas de aislamiento con el menor pretexto. Además yo había cenado y dormido en casa de Heather y en la de Dolores. ¿Por qué no en la suya? Me daría una copia de la llave de su apartamento en cuanto regresáramos, porque había salido con lo puesto. Ante estas razones acepté encantado, pensando en cómo sería una noche en el lecho de Alice y en la posibilidad de despistar a Kathy, puesto que no tenía claro de que le hubiera pasado algo tan grave como la muerte. Luego reflexioné en cómo daría disculpas a Heather y a Dolores. Algo saldría. Empecé a plantearme si yo sería un guapo mozo mucho más guapo de lo que imaginaba para tener tanto éxito con las mujeres en Crazyworld. ¿Tal vez mis dotes de gigoló estaban ayudando? Esa era otra. No me imaginé dedicado a tan entretenida profesión en el pasado. Aproveché para preguntarle sobre una pregunta que se me había quedado en el buche, la de si existían clases sociales en Crazyworld. Por suerte habíamos dejado los turnos para entablar una conversación amigable durante la comida.

-Lo único que sé de los sueldos que ganan otros es lo que me han dicho en conversaciones amigables o de los rumores que corren, pero de los rumores te puede hablar Dolores con más propiedad. Parece que a todos, al firmar el contrato, nos hizo firmar un acuerdo de confidencialidad, al menos a mí sí. No sé si se trata de una broma, aunque me extrañaría porque Mr. Arkadin no es un humorista nato ni creo que sepa siquiera lo que es el humor. Por supuesto que hay diferencias salariales importantes. Creo que el director, que esté en el infierno, era el que más ganaba. No entiendo por qué, no hacía nada, aparte de perseguir mujeres y pedirle al doctor Sun que le contara los secretos de sus pacientes. Mucho menos entiendo la razón de que Mr. Arkadín lo contratara y menos de director. Era una nulidad absoluta. Imagino que fuera de Crazyworld debió de llevar una vida bastante arrastrada, si no llevó a la bancarrota a algunas empresas o arruinó a algunos inversores sería porque no le dejaron. No me preguntes en qué trabajó, ni lo que hizo, ni lo que fue. Es un misterio. También lo es si Mr. Arkadín y él se conocían de antes del casting, porque seguro que hubo un casting para el puesto de director. Puede, y es una idea mía, tal vez muy delirante, que fuera un conseguidor. Me refiero a que le conseguía las mujeres que venían con Mr. Arkadín a la cabaña del bosque. Tú le has conocido y sabes que como hombre no valía nada, no tenía físico ni era un seductor de libro, y su labia era un chorreo de sandeces. Se pasaba los días mandando llamar a las mujeres a su despacho, por cualquier motivo. A veces recorría Crazyworld mirando aquí y allá, por si se le había escapado alguna mujer que mereciera la pena. Disimulaba tan mal que daba risa verle. A mí me llamó también a su despacho en los primeros meses después de que esto se pusiera en marcha. Quiso seducirme con una estrategia tan ridícula que me reí en su cara. Entonces se enfadó y me amenazó con esto y aquello. Continué riéndome. Entonces intentó forzarme, llevándome a rastras al cuarto acondicionado como dormitorio que tenía tras el despacho. Por suerte para mí era un alfañique que no hubiera podido sujetar ni a un niño. Me defendí como una gata, le arañé, le di un puñetazo en un ojo y le rematé con un rodillazo en las ingles. No volvió a llamarme.

-Oye, Alice, ¿Tú crees que ha sido una mujer la que se lo cargó?

-No se me ocurre nadie que hubiera perdido el tiempo con ese payaso. Es cierto que algunas debiluchas cedieron ante su acoso, pero precisamente por eso no las veo yo en plan de apuñalamiento sanguinario. Y en cuanto a la doctora Patricia, el que un cabrón viole a tu hija es un buen motivo, aunque no la veo apuñalando con saña. Si yo fuera ella me haría con un veneno de efectos retardantes para que sufriera lo suyo antes de diñarla. Para mí que semejante saña en el apuñalamiento es más propio de alguien que necesitaba disimular y que pensaran en alguna mujer. El director era un payaso que solo metía miedo a los caguicas…

-Perdona, se me ocurre una pregunta importante. ¿Tenía algún sicario que pudiera utilizar para sus desmanes, fueran los que fuesen? Me refiero a los guardias de seguridad o incluso a algún celador. Me estoy acordando ahora de un celador cabrón, que me trató muy mal cuando tuvo que llevarme a la consulta del doctor Sun. ¿Cómo se llamaba? Lo tengo en la punta de la lengua…

-¿Te refieres a Albert? Sí es un cabrón, pero inofensivo, es un faltón, pero lengua es lo único que tiene, en cuanto le plantas cara se acoquina. Ya te he dicho que el director era un payaso ridículo, nadie hacía caso de sus amenazas, porque en cuanto llamaba a seguridad para que nos metieran en vereda, todos se burlaban de él y no le hacían ni puto caso. Aquí hay pocos castigos que puedan dar miedo, el mayor es estar encerrados sin poder salir y en eso el director no pintaba monigote.

Así de esta guisa dimos buena cuenta de la comida, enfrascados en una amena conversación, que me impidió darme cuenta de que había acabado la botella de vino que la buena de Dolores había introducido en la mochila junto con algo de comida picante para mí. Alice se limitó a beber una sangría que iba en un termo, junto con otros refrescos que ocupaban una pequeña caja que parecía una nevera portátil. Fui consciente del efecto que me había producido el vino cuando se me acabaron los temas y comencé a poner ojitos de querer. Alice debió darse cuenta porque se echó a reír y me preguntó si me apetecía hacer algo especial.

-El vino me ha dado un poco de somnolencia. Me vendría bien una pequeña siesta.

-No seas tonto, palomino. Tú lo que quieres es otra cosa. Ayúdame a recoger y nos vamos pitando a la cabaña.

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