domingo, 8 de abril de 2012

RECEPCIÓN-ANTECEDENTES PRIMEROS HUÉSPEDES-NATALIA






NATALIA EN LA CONSULTA DE SARITA BLANCO.

NARRADOR.

Natalia, cada día se iba sumergiendo más en sus miedos, en su timidez y en su soledad, hasta que sufrió un ataque de histeria en el colegio y cayó al suelo convulsionando. La directora llamó a su madre, que acudió preocupada. Cuando fue informada de lo ocurrido, la llevó al servicio de urgencias de su ambulatorio, donde le recomendaron que la llevara a un psicólogo. Pidió que le orientaran dónde encontrar uno, y le dieron la dirección de la consulta de Sarita Blanco, psicóloga infantil y pediatra.

Al día siguiente, Sonia y Andrés, habiendo concertado cita por teléfono, llevaron a su hija a dicha consulta. Llegaron y hechas las presentaciones, la psicóloga les invitó a pasar y a tomar asiento. Una vez informada de los problemas que padecía Natalia y complementada la historia clínica, acompañó a Natalia a acomodarse en un sofá al fondo de la sala, con el fin de conversar con ella. Justo en ese momento, se oyó un gran golpe en la puerta que se entreabrió y volvió a cerrarse. Sarita salió del despacho sobresaltada, y volvió a entrar seguida de un niño iracundo que sangraba por la nariz y gritaba, con un loro sobre su hombro que repetía lo mismo que él, seguido a su vez por los que supuse eran sus padres. Sarita le curó la nariz y les dijo que debían esperar a que atendiera a Natalia.

Cuando el niño descubrió a Natalia encogida en el sofá, le pregunto su nombre, y como ella contestó con voz casi inaudible, dijo algo a su loro, y éste empezó a insultarla.
-¡Niña tonta, niña tonta!
-¡Juanito! ¡Insolente! -Dijo su padre- No le digas al loro, que insulte a esa niña. Y acto seguido lo agarró por la oreja y lo obligó a sentarse.

Natalia empezó a llorar desconsolada por los insultos recibidos y su madre fue a confortarla. Entonces ocurrió algo que sorprendió a todos. El loro pareció apiadarse de la niña y empezó a insultar a su dueño.
-¡Juanito tonto! ¡Natalia guapa! ¡Natalia guapa!

Y abriendo sus alas voló hasta posarse en el sofá junto a Natalia, y su madre. La niña saltó del sofá asustada y fue corriendo hasta donde estaba su padre, abrazándose a él. Andrés la tranquilizó, diciéndole que el loro no le haría daño, que sólo quería estar con ella porque se había enfadado con Juanito.

-Acércate a él, e intenta acariciarlo, verás que no te hará nada. –Le dijo Andrés.
-No, papá, quisiera acariciarlo pero me da mucho miedo.
-No te preocupes, hazme caso, te acompaño y lo intentas.
Cuando se acercaron, Natalia acercó su temblorosa mano para
tocarlo, el lorito voló, se posó sobre su brazo y dijo.
-¡Natalia! ¡Natalia!
Natalia temblaba, pero viendo que el loro no le hacía ningún daño, se atrevió a tocarlo con la otra mano, y dijo.
-Papá, quiero un lorito como este...

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