viernes, 20 de marzo de 2015

MIS VIDAS FICTICIAS V (NO ES FÁCIL LA VIDA DEL MILLONARIO)


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No tuvimos ni que pasar por recepción, lo tenía todo preparado. Aparcamos delante de un coqueto bungalow -¿ansí?- y me hizo bajar inclinándose lo suficiente para que mis narices pudieran rozar los botones del vestido de Venus Afrodita. Lo tenía todo preparado, vaya si lo tenía: la maldita botellita de champagnee, las fresas - ¿había visto Pretty Woman?- y rayitas de coca -Hollywood sigue siendo un tanto puritano-.
-¿Has probado la coca, viejo verde?. ¿No?. Pues la vas a probar conmigo. Es afrodisiaca. Tienes pinta de necesitarlo. Ya verás cuanto te ponga la nieve en la puntita, preferirás palmar antes de retirarla de mi cofrecillo.

Cofrecillo -hasta para eso era pija la mozuela. Cuevita de Venus, almejita en salsita picanta, rajita del paraiso, lo que fuera, pero cofrecillo....

Me dejó desvestirla y besar sus pezoncitos con fruición, me decepcionaron un poco, eran menos de lo que aparentaban. Se pusieron duros, rígidos, invitando al mordisquito. Me afané en la tarea hasta que la mozuela comenzó a gemir con verdaderas ganas. Me retiró a la fuerza de las ubres de la vida. Bueno, tanto como ubres, creo que estoy exagerando un poco, tenía pechos pequeños, suaves, hermosos, sin duda, pero nada de ubres, en todo caso y siendo muy generoso, meloncitos, dulces meloncitos de lo más sabroso.

Me empujó sobre la cama y me desvistió muy rápidamente para mi gusto, supongo que mi cuerpo no era muy observable. Ya desnudo me dejó así mirando al cielo para no ver lo que asomaba entre mis velludas piernas y se puso a la tarea de extender unas rallitas sobre la madera de la mesita de noche. Estaba en braguitas -dejé de mirar el cielo raso que no me atraía mucho- y movía su culito muy sandungueramente mientras hacía un canuto con una tarjeta de visita. Esnifó como una verdadera experta. Luego me obligó a levantarme y a hacerlo a mí. Tuve cuidado de que mis partes pudendas no chocaran contra la mesita.

-Aún es pronto, dentro de un momento comenzarás a notar el subidón.

Acaricié su trasero, muy prieto, enfundado en sus braguitas de seda. No sé porqué me pareció las dos mitades de un balón de fútbol bien hinchado. Tal vez resabios de mi antigua personalidad. Introduje la mano bajo la tela buscando su cofrecillo peludo. Y la acaricié con dulce lujuria. No estaba húmeda, seguramente tendría que mentalizarse un poco más y tal vez esnifar un par de rallitas más para llegar a conseguirlo.

Se las fui bajando con delicadeza hasta dejarlas en el suelo a sus pies, una motita de nieve sobre el parqué. Introduje son suavidad mi miembro erecto entre sus nalgas y empujé muy, muy delicadamente al tiempo que mis manos atrapaban sus deliciosos meloncitos. Jugué con sus pezones una y otra vez. Volvió a excitarse y a jadear. Si algo podía excitarla de mí era mi forma de jugar con aquellos brotes rosados. Aproveché su excitación para hincarle más el miembro. Ella jadeó violentamente. La penetré con un brusco movimiento de caderas. Gritó, pero esta vez no fue un grito de placer.



-Bruto, ni con coca es fácil por detrás, hay que tener más cuidado. Si quieres luego me untas con miel o mantequilla.

No había dejado nada al azar, no imaginaba que hubiera pensado también en esto. Me fijé en una pequeña nevera al otro lado del cuarto. Nos tumbamos en la cama, ella boca arriba, con los ojos cerrados, volví a mis pezones como un bebé con hambre de varios días.

Fue entonces cuando noté el subidón como decía ella. No volveré a probar nunca aquella maldita nieve del diablo. El tiempo se aceleró de tal forma, lo mismo que mis movimientos, que me sentí poseído por una extraña entidad. Odio sentirme poseído, es algo que no soporto, solo cuando lo hace una mujer lo llevó bastante mejor. La coca no es mujer a pesar de su género femenino, es una entidad demoniaca sin sexo.

Besé sus pezones, los lamí, creo que incluso llegue a morderlos con frenesí salvaje, pero ella no se quejó, no al menos más de lo que estaba gimiendo. Seguramente también sufría el famoso subidón. Sentía deseos de devorarla, así tal como estaba no se hubiera dado cuenta de nada. Mi boca buscó su sexo peludo y lamió el liquidillo que brotaba de la cueva como una fuente.

La besé en la boca y me contestó con furia, nuestras lenguas jugaron largo rato como un gato sádico lo haría con un indefenso ratón. Absorbí saliva de su boquita de fresa y la tragué con fruición. Había oído en algún sito que las salivas están llenas de hormonas sexuales o lo que sea. Por eso a las putas no les gusta que les besen sus clientes. Se produce una extraña unión. Por primera vez ella empezó a ser mi amante y no una pelandusca que se ofrece por divisas.

La penetré con fuerza. Cabalgamos largo tiempo. El resto está algo confuso. Champagne, fresas, más coca, miel y mermelada. Penetración anal. Pero sobre todo pezones, muchos pezones, la habitación estaba llena de pezones, las paredes, el techo, el suelo... Como en un sueño ella me untó el glande con la coca, luego para que no se perdiera nada lo lamió con detenimiento. Y cabalgamos, cabalgamos. Quería explotar, estaba muy excitado, pero no era capaz. Ella gemía, gemía sin cesar. Más... Más... pedía a gritos. Mis caderas se movían con fuerza en un vaivén imparable. Temí llegar a desgarrar su vagina, pero ella gemía de placer clavando sus uñas en mi espalda y gritaba cada vez más.

Tapé su boca temiendo que el escándalo atrajera a todos los habitantes del motel pero ella me mordió y fue entonces cuando exploté como una bomba. Creo que me desmayé porque sentí un fuerte golpe en el centro de la cabeza y todo se hizo oscuridad. Desperté sobre ella, mi pene seguía erecto dentro de su cofrecito como una llave que se ajustara perfectamente a la cerradura y se negara a salir. La mozuela movía la cabeza hacia uno y otro lado y continuaba pidiendo más, más. Su voz era desgarrada, casi irreconocible.
Un poco despejado ya inicié un suave frotamiento al tiempo que lamía y mordisqueaba sus pezones. Ella gemía y se retorcía como una serpiente. Volvimos a cabalgar. Galopa, galopa, más rápido, más...

Ahora gritaba enloquecida. Volví a colocar mi mano en su boca, la mordió con ansia pero yo no sentí ningún dolor. Galopa, más, más, aún más... Otra vez la misma sensación en la cabeza. La hubiera matado, creo que la hubiera matado, sus pezones me estaban volviendo loco, cada vez más loco. Galopa, aún más...

Fue entonces cuando se inició la pesadilla, la locura. Esa noche la hubiera podido matar, no sé porqué no lo hice, no recuerdo nada. Mi primer recuerdo es el agua helada corriendo por mi cuerpo en la ducha. Ella estaba a mi lado y la llave aún en su cofrecillo.



Más tarde en la cama, sentados los dos mientras escanciábamos otra botella de champagnee. Me contaba historias íntimas, muy íntimas, que dijo no haber contado a nadie. Incluso habló del repugnante trato cerrado con su padre. Sentía asco pero el ansia incontrolable de no perder el tren de vida que llevaba pudo más. Entre lagrimas me pidió perdón. Sorbí sus lágrimas con dulzura.

Me pidió que le contará algo. Encontré palabras que nunca imaginé que existieran. Hablé de la dura vida del currante, del tragador de patatas fritas delante del televisor. De la suerte llamando a la puerta. Rió como loca y yo bendije aquella risa. La besé de otra manera como nunca creí que se pudiera besar. Incluso dije que la amaba. Marieta, así dijo llamarse y fue la más íntima de sus confidencias, te amo. Marieta te quiero. Otra vez la tumbé sobre el lecho y la penetré con dulzura. Cabalgamos, cabalgamos, pero esta vez fue en las alas del amor.

Finalmente nos dormimos, ¿cuántas horas?. No muchas porque me despertó el maldito móvil. Era la discreta secretaria, me recordaba que la firma del contrato sería dentro de una hora. Como no había dormido en casa se había atrevido... La muy zorra. Desperté a Marieta y la besé con ternura. Te quiero, Marieta. Te amo Marieta. Te deseo Marieta. Pero los efectos de la coca habían desaparecido, en cuanto se despertó completamente me miró con cara de susto.

-Ya basta, viejo verde. Creo que he pagado bien mi cuenta. Pero no te pongas tan triste, viejo, puede que volvamos a repetirlo otro día. Casi me vuelvo loca y aún no sé si fue la coca o es que a pesar de tu fofo cuerpo eres un amante olímpico. Me temo que ha sido la coca, es muy buena, la mejor que me han pasado. Lo repetiré con otros, sino es todo culpa del polvillo volveré contigo, mi viejo semental. Incluso iré a vivir contigo a ton chateau. Te prometo que seré tuya para siempre, seré tu esclava. Ha sido la noche más loca de mi vida y puedes creerme si te digo que he tenido muchas noches locas. Creo recordar que hasta he llorado, llevaba años sin hacerlo. ¿Es así, viejo verde?.

- Así es Marieta. Yo también he perdido los papeles. Te he dicho que te amo. ¿Lo recuerdas?.

-No, no lo recuerdo. Es mejor que olvidemos nuestras debilidades.

-No, yo no pienso olvidarlo. Te amo, Marieta.

-No te pongas romántico, viejo verde. Ha estado bien, lo reconozco, pero nada más. Vamos a ducharnos, no quiero que te pierdas la firma, me lo debes.
Intenté que me permitiera volver a ducharme con ella pero se negó en redondo, ahora estaba ya despierta, muy despierta.
Y nos fuimos a la firma en su raudo deportivo.



* * *

Aquí estoy, solo en mi cotage, con el móvil en la mano. No me despego de él. Espero la llamada de Marieta, mi dulce Marieta.

La vida del millonario no es tan fácil, ni tan divertida como se cree pero si en ella hay una noche con Marieta todo ha merecido la pena. Hasta podría renunciar a mis divisas y ser otra vez el barrigudo currante, tragador de patatas.

Tengo mucho tiempo para reflexionar. El dinero no lo es todo, pero Marieta si lo es. No se precisan divisas para alcanzar a Marieta, es suficiente un poco de imaginación. O tal vez no la hubiera conocido nunca sin divisas. Esa es la parte más mezquina de la vida, la que no me gusta, nunca me ha gustado.

Me estoy quedando dormido en el sofá. Aprieto fuerte el móvil para que no se resbale de las manos. ¿Dónde estás Marieta?. Marie....

* * *



Me despiertan mis propios ronquidos. Mi mano aprieta muy fuerte la bolsa de patatas. ¿Marieta?. No, Marieta es ya un sueño. Estoy tumbado en el sofá pero no es el sofá tan cómodo y mullido del cottage. Estoy en mi sucio y maloliente piso de currante. Soy un soltero barrigón.
Marieta...Marieta. Un sueño, sí, pero qué sueño, mon Dieu.

Es una pena porque aún me quedaba mucho por vivir, por contar. Sin ir más lejos la historia de la persecución de los paparazzi por medio mundo, durante un mes, una loca carrera que hubiera dejado a Julito Verne y su vuelta al mundo en ochenta días a la altura del betún. Y qué les voy a decir de nuevas aventuras erróticas: la visita al piso de la doncellita, el regreso de la actriz cuyo trasero corre más que ella... y otras muchas aventuras más que ni siquiera soy capaz de imaginar, es el sino de un productor de moda. La película ha sido un gran éxito y ella, el trasero volador, quiere trabajar con el productor de moda. Se me entrega en mon chateau, pero ahora con auténtica pasión, con la pasión de la coca, pero no es lo mismo.
Marieta... Marieta...¿Dónde estás Marieta?.

Llámame porque no era el polvo blanco, no. Era mi amor apasionado. Quiero que cumplas tu promesa, quiero que te conviertas en mi dulce esclava.

Camino tambaleándome hacia el dormitorio con un concierto de pajaritos en la cabeza.

Rip al primer episodio del mejor culebrón de la nueva televisión. .

Y eso no es nada. Me he olvidado de contarles mis aventuras como salvador de un país en quiebra, como banquero al que pillan en unas corruptelillas de poca monta, como dueño del mediatismo de medio mundo. Y tantas, tantas otras aventuras que aún me quedan por vivir....
Pero no se pierdan los próximos capítulos de este nuevo culebrón.

Hasta la vista amigos..... y no olviden vitaminarse y mineralizarse. Es un consejo de Bugs Buny, el conejo de la suerte...
Fin... Esta vez sí.

miércoles, 4 de marzo de 2015

DICCIONARIO COLOQUIAL HUMORÍSTICO II

DICCIONARIO DE PANDILLA II

No podría saber, ni quiero saberlo, si mis tiempos juveniles fueron mejores o peores que estos o aquellos. Lo cierto es que no existían los móviles, ni el wasap o como se diga, ni el ordenador, portatil o mamotreto. No existía casi nada de lo que hay ahora, salvo el paro y las escuetas propinas que nos daban los "papis" para irnos de copas y a ligar en las discotecas. Los términos coloquiales que utilizábamos entonces aún siguen en mi cabeza, aunque no sé para qué me servirían hoy, ni tampoco si alguno de los jóvenes de esta generación los entenderá. 



CHINA, O LA CHINA

Era la piedrecita de hachís que todo el mundo parecía llevar en alguna parte y cuando no la llevabas te pasabas la vida diciendo a los colegas aquello de : Pásame la china, tronco. Yo nunca llevé chinas encima, ni las compré ni quise saber nada del tema, pero si ibas en pandilla tenías que pasar por el ritual y de vez en cuando darle una calada a un porro. A mí siempre me gustaron las chinas, pero las otras, las de carne y hueso. Estoy convencido de que en una anterior reencarnación fui chino y tuve amantes chinas. Desconozco quién inventó la palabra o palabreja y por qué. La china era la bolita de droga que uno calentaba con el mechero y deshacía en el tabaco. Así se hacían los porros. Yo nunca intervine en el proceso de fabricación de un porro, pero asistí a él muchas veces.



CHOCOLATE, EL 

Al hachís también se le llamaba chocolate y esto tiene más sentido porque el color tenía un toque achocolatado. Ir a buscar el "chocolate" era un ritual semanal antes de iniciar la ronda de pubs y discotecas. Con un porrito y un cubatita podías lanzarte a ligar como un loco. Ligar no ligabas nada, pero te "montabas en la moto" y los viernes y sábados por la noche no te apeabas. Luego se añadieron los jueves y al final toda la semana se convertía en una perpetua fiesta achocolatada y poco ligada.



PORRO, PORRITO, EL 

El porro era el cigarro confeccionado con tabaco y el chocolate desecho tras ser calentado. Se liaba con papel de fumar de estos que aún se siguen comprando en los estancos. Te comprabas un librillo y tenías papel para liarte unos cuantos porros. El porro se fumaba siempre en pandilla, quien lo fumaba solo era un monstruo de Frankestein llegado de Marte y además que si agarrabas un buen "colocón" nadie te iba a librar de caer en la fuente pública o de ser atropellado por un loco del volante. Los efectos del porro dependían de la calidad de la mercancía que te "pasaban" o de tu momento o del momento de la pandilla, o de lo que hubieras bebido o de las calabazas que te hubieran dado las chicas, que todo influía. Podías agarrar un "colocón" casi mágico, te reías de todo, lo pasabas "pipa" o "chachi-piruli" toda la noche y te importaba un comino que te miraran o te señalaran con el dedo. Un "buen viaje" te permitía encontrar defectos a todo el mundo, reírte de todo y de todos, hacer cualquier tontería en cualquier momento y en cualquier lugar. En cambio un "mal viaje" podía hacerte vomitar bilis y darte un serio disgusto que nunca terminaba en el cementerio porque aquella era una droga "blanda".




MAL VIAJE, EL

De esto no necesito hablar de oídas, porque recuerdo mi primer mal viaje como si fuera ayer. Yo estaba en Madrid, tenía unos 22 o 23 años y una amiga me acababa de presentar al hijo de un teniente coronel del ejército de Tierra que era heroinómano, el hijo, no el padre. Además estaba uno de los hijos del gran poeta leonés Leopoldo Panero, creo que el menor. Aparece en la película de Jaime Chávarri que ya es un clásico del cine español. El desencanto. Creo que había alguien más, pero no lo recuerdo. Nos sentamos en una terraza del barrio Bilbao de Madrid, o puede que fuera otro, ya no recuerdo. Era verano, una cerveza fresquita, cháchara intelectual. Se pusieron a liar un porro y me lo pasaron. Les dije que no fumaba y casi me matan. Mi amiga me aconsejo que al menos hiciera el paripé o acabaría mal. Le di varias caladas, pero como no fumaba en aquel entonces, comenzaría a fumar en las discotecas a partir de los treinta años, no tragaba el humo. Me lo hicieron tragar. Todo fue bien, me reía como un loco, lo pasaba de miedo y la vida era maravillosa hasta que me sentí mal. Fui al servicio, vomité bilis y al salir todos en el bar me parecían pequeñitos y raros. Y es que yo estaba en el techo, viendo lo que sucedía abajo, como se lo cuento. Aquel fue mi primer mal viaje, creí morirme y recé porque Dios me acogiera en su seno. Creo que fue mi primer viaje astral. Aunque la pandilla luego lo calificó solo de "un mal viaje".




LORO, ESTAR AL LORO

Esto lo dijo aquel político tan majo que fue alcalde de Madrid, que se llamaba... que se llamaba... ¡Ah, sí! Tierno Galván. Lo dijo en un pregón y para congraciarse con las pandillas que estaban al loro. Era muy frecuente escuchar cuando uno liaba un porro aquello de "estáte al loro" que quería decir que vigilaras por si las moscas. Estar al loro servia para todo. Tenías que estar al loro por si entraba una "tía buena" a la discoteca. Aunque solo fuera para verla, porque en aquel tiempo,catar, lo que se dice catar solo lo hacían las leyendas urbanas. Si estabas al loro estabas al día, a la moda, a la movida madrileña. Si no estabas al loro entonces tenías que "ponerte las pilas". Pero esa es otra, para otra ocasión.

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DICCIONARIO COLOQUIAL HUMORÍSTICO I






TÍO

-Colega, camarada, amigo. Lo empleábamos constantemente en la pandilla. "Tío, qué pasa contigo" "Dónde has estado tío". 

Es curioso que se utilice un término familiar que en aquella época y no creo que tampoco en esta tenga un especial significado afectivo. La relación con los tíos en los entornos familiares se podría decir que no es ni fú ni fá. Podrían haber elegido "sobrino". ¿Qué pasa sobrino? No era aconsejable el uso de la palabra "primo" porque un primo era un tonto.


PRIMO

Como hemos visto era sinónimo de tonto. Expresiones frecuentes eran: He hecho el primo, ese tío es un primo, etc.

No he tenido ningún primo tonto por lo que nunca entendí ni porqué un colega o amigo era un tío y porqué razón los primos tenían que ser tontos. Todos mis primos eran listos.

TIENES UN MORRO QUE TE LO PISAS

Era una expresión muy corriente en mis tiempos de pandilla. Si venía uno y te bebía el "cubata" cocacola con ron o el gintonic, tónica con ginebra, las bebidas más frecuentes en aquella época, le decías aquello de "Qué pasa tío, tienes un morro que te lo pisas".

Pisarse el morro es tener mucho morro, la razón por la que se le atribuya al morro desvergüenza, atrevimiento u otros defectos de carácter es peculiar, la boca expresa la desvergüenza, pero el morro me lo como con los callos y está muy rico. Buscar orígenes en el lenguaje coloquial o popular es como buscar petróleo, si lo encuentras te haces rico, pero es difícil encontrar una bolsa de petroleo.

TIENES UN ROSTRO DE CEMENTO "ARMAO"

Tener cara dura o rostro de cemento armado era lo máximo, era como decir que no le puedes pegar al tío un puñetazo porque es como si se lo pegaras a una pared hecha con cemento armado, te rompes la mano. Desconozco porqué el cemento armado era tan duro y si existía el desarmado. Digamos que existía una jerarquía, un tío podía tener "cara dura" pero si tenía un "rostro de cemento armao" entonces cuidadito con él.

ESA "TÍA" ESTÁ MÁS BUENA QUE EL PAN

-Las "tías buenas" han permanecido hasta este momento. Las tías que yo tuve unas estaban buenas y otras menos y otras nada. La razón por la que se escogió ese parentesco me es totalmente desconocida.

-Estar más buena que el pan era decir que había solidez porque el pan en aquella época tenía reminiscencias de postguerra, si había pan no pasabas hambre, aunque disfrutar, lo que se dice disfrutar el paladar pues no mucho. 

ESTÁ DE PAN Y MOJA

Eso ya era el colmo de los colmos. Una tía que estaba de toma pan y moja era ya para comérsela. Claro que si además del pan, con su solidez alimenticia, le pones una salsa rica, como la de los callos por ejemplo, entonces tomas enormes pedazos de pan, te los llevas a la boca y tragas como un cerdito mientras la salsa te cae en la camisa. Una "tia" que estaba así es que era "demasiao", era para comérsela a lo bruto.

Es curioso cómo reaccionaban las chicas, te llamaban machista si les decías "tía". En cambio a nosotros nos llamaban tíos o nos llamábamos tíos entre nosotros y éramos muy felices. Llamarle "señorita" a una chica era muy finolis, muy pijo. Quien lo hacía era sin duda un pijo remirado y en cambio quien llamaba a todo el mundo tío o tía era de la calle, del pueblo, del barrio, era un colega y un amigo.

Y con esto y un bizcocho lo dejamos hasta mañana a las ocho.


DICCIONARIO DE PANDILLA




De jóvenes no podemos vivir sin la pandilla o el grupo o como se le quiera llamar. Estamos tan inseguros que necesitamos de su aprobación, de que nos arropen en nuestras decisiones. La vida de pandilla tiene sus atractivo y tiene también su lado oscuro. Voy a intentar recopilar los términos o vocablos que se utilizaban en mi pandilla hace muchos, muchos años.



MOVIDA

Palabra muy conocida por aquello de "la movida madrileña" que marcó una época en Madrid y a la que se apuntaron músicos, cineastas y algunos, como yo, que solo queríamos tomar unas copas y charlar con los amigos.

Lo de movida imagino que viene por el movimiento, estar moviéndose, y efectivamente ibas de pub en pub de copa en copa, de piropo a las chicas a piropo a las chicas, que no te hicieran caso a tiro porque me toca, como en la oca. A veces movías los pies en un concierto, si te dejaban, porque estábamos como sardinas en lata. El cerebro se movía lo suficiente y la vida seguía su ritmo, su movida, tal vez un poco más rápido, no sabría decirlo.

KEDADA

Es lo mismo en estos tiempos solo que aquí se mueven más y lo llaman kedada en lugar de movida. Es cierto que las kedadas son muy del mundo virtual y todos sabemos cómo se mueven los electrones en Internet. Movida o kedada se trataba de quedar con la pandilla, o mover a la pandilla de un pub a otro y de una copa a otra. 




CUBATA

Lo que uno se tomaba habitualmente en pubs o discotecas. Un cubalibre de ron, que en mis tiempos era Bacardí. Lo de Cuba libre lo debió de inventar alguien poco afecto al régimen de Fidel Castro. Lo de Cuba-ta era típico, los añadidos en "ata" eran muy frecuentes como iremos viendo, tal como "bocata".




GINTONIC

Era tónica con ginebra, algunas ginebras eran muy malas, de garrafón que se decía entonces. Los "puretas" otra palabra muy peculiar, los pijos de ahora, pedían una Befeater o como se escriba. Entre cubalibres y gintonic uno se podía tomar media docena, si le llegaba el dinero, y retirarse a las cuatro de la madrugada, muy alegre, o si no cerraban la "disco" te quedabas hasta las 6 o las 7 y luego te tomabas un chocolate con churros en la chocolatería más cercana.




BOCATA

Imagino que al "bocadillo" le quitaron el "dillo" y le añadieron el ata, que era una terminación repetidísima. Se quedó en "bocata". Recuerdo los "bocatas" de calamares que me tomaba en los bares de Cuatro Caminos en Madrid. Un bocata calamares y una "caña" de cerveza era una comida barata y muy sabrosa. Existía el bocata de jamón, de tortilla española, etc. Los tiempos de pandilla también fueron tiempos de "bocatas".




CAÑA

No tengo ni idea de dónde viene el vocablo. Se podía pedir una caña de cerveza y te la echaban del grifo a presión. Si querías cerveza de botella la pedías así, o de botellin, o el quinto que era la botella más pequeña. Nunca escuché pedir una "caña" de vino, porque imagino que con un vino peleón quedarías para el arrastre. Lo del vino era el "chato".



CHATO

Un chato de vino era un poco de vino para limpiar el culo del vaso, tenías que tomarte muchos "chatos" para que te supieran a algo. Los vinos eran muy peleones y se subían fácilmente a la cabeza. Los "puretas" o pijos modernos pedían un chato de Rioja, era bueno, pero costaba un ojo de la cara.




TAPA

Imagino que la tapa se pone sobre el estómago para tapar el hambre, y si son buenas tapas acaban con el hambre directamente. La tapa era muy común. Pedías una caña o un chato y te ponían un trozo de tortilla, unas alitas de pollo fritas, un trozo de queso, unas aceitunas con anchoas... Los más roñosos te daban cacahuetes como a los monos o maíz o cualquier otra tontería. Estos bares o cafeterías los ponías en tu agenda negra. En cambio los que daban buenas tapas estaban hasta la bandera, otra expresión muy de la época.

Mi etapa de pandilla discurrió entre León, el famoso barrio Húmedo, tapas exquisitas y la mejor morcilla de España en la Bicha y Madrid, con la zona de Bilbao, entonces muy de moda y otros barrios por donde se extendía la movida Madrileña.

Y con esto y una tapa hasta después de Navidad. FELIZ NAVIDAD A TODOS



MIS VIDAS FICTICIAS IV (NO ES FÁCIL LA VIDA DEL MILLONARIO)


    EN EPISODIOS ANTERIORES  Ya ni me acuerdo de lo que pasó en episodios anteriores, la vida de un millonario es tan ajetreada que no llegas a saber ni en el día en que vives... ni falta que te hace porque para eso está tu secretario, mejor tu secretaria, y sino se lo puedes preguntar a tu "mayormono"... mejor "mayormona"... no, sería imperdonable... a la aristocracia inglesa le daría algo. Bueno, que el que quiera saber cómo me va la vida que me lea...



                       NO ES FÁCIL LA VIDA DEL MILLONARIO

                         EPISODIO IV... SI NO RECUERDO MAL


Segundo día -¿o es el tercero?- y ya tengo que entrevistarme con los perros guardianes de mi tesorooo. Me aconsejan unas inversiones seguras por aquí, una empresa en quiebra por allá. Como quien no quiere la cosa les dejo caer que me gustaría producir una película. ¡Me apasiona el cine –Van Damme y Cia- pero no se lo digo. Hablan de una productora que busca una inyección de metálico. Les digo que sí, pero con la condición de poner yo a la estrella femenina por supuesto –y les pido me pongan en contacto conuna empresa de casting. Esto está hecho jefe. Bueno, en realidad es algo así como “Claro, señor, inmediatamente, señor”.

Quedo citado para el día siguiente. Aprovecho para comer en las modernas y privadas instalaciones de golf de las que soy socio gracias a mi eficiente mayormono. Voy en mi limusina, por supuesto. Al volante -¿chófera?- no chofer. ¡Les pillé!. Me recibe el maitre con mucha cirimonia –es la hora de comer-. ¿Una mesa para el señor?. Buena propina. ¿Desea otra mesa con mejores vistas el señor?



Leo el menú detenidamente y encargo algo sustancioso. Estoy ya harto de nouvelle cousine -¿se dice así?-. Me miran con discreción desde una mesa cercana. Al postre se presenta un señor muy elegante en su ropa de sport, a medida, creo que de alta costura o tal vez no, debo preguntarle a mi asesor de imagen... Y se presenta como...-¿permiten obvie identidad?-, sí hombre, empresas.... Encantado. Es un placer conocerle, me han hablado mucho de usted, tengo algunas inversiones que sugerirle. ¿Le molestaría tomar el postre con nosotros?



Nosotros son su santa esposa, modelo..bah, que importa, escote traviesillo y faldita corta, no muy corta, discreta comme il faut, y su hija menor, mozuela casadera, faldita corta, muy corta que deja ver unas deliciosas piernas largas, muy largas; escote para mirones y carita de angel moderno –ustedes me entienden. Ambas damos muy, pero que muy morenas, estoy a punto de preguntar: ¿rayos UVA?, pero me muerdo la lengua.

Postre, champagnee -¿Dom Perignon?, no, les pillé otra vez, pero sin duda de gran marca, tomo nota- y agradable conversación, muy agradable... La santa esposa no está por mis huesos -¿dónde estan mis huesos?, quiero mis huesos- pero se nota que está por otro esqueleto (miraditas a un joven adonis, camarero por más señas). La hija sí esta por mis....¿?.... lo que sea, tal vez porque su papá la ha aleccionado. Nouveau riche, soltero, pasta larga. Mis empresas necesitan metálico, mi adorable pimpollito.

Me ha dejado mirar su canalillo sin molestarse, me ha dejado mirar sus muslos, sin molestarse, me ha dejado piropearla, sin molestarse. Mu sospechoso tanto permiso. El papá me habla de su emporio, va muy bien (me  temo que no tanto) quiere que hablemos de ello...otro día, más tranquilos... Me invité a comer, en su club privado, me resisto y le invito ya. Tendré que consultar a mi asesor de imagen.

Como quien no quiere la cosa deja caer que a lo mejor su mozuela se deja caer por allí, tiene que probarse unos modelitos por allí cerca, usted ya sabe. ¿Me molestaría?. No, no y mil veces no. Bueno, tal vez sea una negativa muy rotunda, me muerdo la lengua. ¿Me dejará ver su canalillo, sus muslos bien torneados aunque un poco de pollo para mi gusto, me gustan más hechos... usted ya sabe- me dejará piropearla?. Digo mordiéndome la lengua hasta notar el sabor de la sangre.


Me invita a unos hoyos pero de pronto recuerda que tiene  una cita que no puede suspender. Negocios, usted ya sabe. Se levantan, se despiden efusivamente la mozuela me besa en entreambas mejillas acercando su canalillo a mis narices. Huele a rosas, mon Dieu, cómo sabrá.

Al poco de irse viene un camarero y me pregunta sin no me importaría invitar a mís amigos con tanto ajetreo se han olvidarlo de pasar la tarjeta. No son mis amigos, me muerdo la lengua y saco mi cartera de piel –marca, bah...- dudo entre varias tarjetas –oro, platino, iridio- hasta que el apresurado camarero me señala una. Se lo entrego, la paso, me la devuelve, le doy propina. El señor podría descansar a la sombra hace mucho calor para jugar unos hoyos. ¿quiere que más tarde le mande un caddie -¿se dice así?, o son los de los caballos?.- Vale tio. Me muerdo la lengua. Bien, digo en un susurro que el otro entiende muy bien.

Tarde apacible, me monto en un carrito que bien podría ser el de la compra si los ricos compráramos. Me enseña lo esencial, prueba el primero, pruebo yo después, fallo... así podríamos estar un tiempo precioso que a nadie le sobra. Hacemos unos hoyos, más bien él hace los hoyos y yo levanto cesped, si eso es que hacer hoyos. Finalmente le doy unas palmaditas en la espalda, me muerdo la... dejémoslo ya tío, me trago la... Le pregunto si sabe montar a caballo ( por su aspecto parece saber montar yeguas –perdón por la ordinariez y el machismos, pero algunos nuevos ricos somos así) No sé porqué se me ha ocurrido hacerle esa pregunta, los nervios, seguro que son los nervios. Me contesta que es un excelente jinete, profesor de tenis... para, para, para el carro. Antes de que pueda arrepentirme le le contrato. Ahora tendré que comprar caballos, hacer unas cuadras...-¿o ya tiene cuadra mon chateau?-. No he tenido tiempo de verlo todo, ni siquiera de preguntar. Seguro que tengo que hacer pista de tenis, eso seguro porque no la he visto y nada hay más a la vista.

Propina, me despido. Pienso que necesitaré bellas doncellas para que me acompañen, vean mis cuadras – antes de ser rico podría haberlas invitado a ver “mi cuadra”, pero no hubieran acudido- y jueguen al tenis mientras yo juego a ver sus bonitas piernas. ¡Ya estamos, vale tío, estás más salido que los ojos de un mirón!.

Ya en mi limusina –o es limousina- pienso que la vida del millonario es dura, vaya si es dura.

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MIS VIDAS FICTICIAS III (NO ES FÁCIL LA VIDA DEL MILLONARIO)





EN ANTERIORES EPISODIOS: Un día me puse a fantasear mientras me tomaba una birra delante del televisor, con una bolsa de patatas al lado y una camiseta escasa que dejaba ver mi barriga cervecera, solo que nadie la veía porque estaba solo. La soledad es lo mejor para la imaginación. Fue cuando decidí salir del armario y dar a conocer a todo el mundo que yo era un millonario oculto. A partir de ese momento mi vida cambió para siempre y descubrí que 

NO ES FÁCIL LA VIDA DEL MILLONARIO  III


Echaremos el tiempo unas horas palante. Me voy a la cama. El mayormono me ayuda a desvertirme como en las películas, disimulando su epugnancia ante mi prominente barriga y mis cortas piernas velludas. Le digo que se retire y llame a la doncella. Mientras tanto me pongo el pijama de sea- tengo que enterarme qué es eso del raso, me suena- con mis iniciales y un escudo con pinta de nobiliario, un castillo, unas barras (¿quién se va a fijar detenidamente en él en la intimidad?).çEntra la doncellita, un tiernecito bocadito de nata y le ruego, casi suplico que me traiga una botella de chapagnee –Dom perignon, por supuesto- con unas fresas (me acuerdo de Prety woman). Lo hace volando y cuando regresa ya tengo en mi basta mano un collar de perlas que coloco en su cuello de cisne, al tiempo que aprovecho para magrear sus sin duda hermosos senos, bajo el uniforme. Se vuelve como un basilisco y meda un tremendo bofetón. Luego se echa a llorar como una magdalenita. ¿Qué se ha creído el señor?. Ella es decente. No espera a que la despida. El señor puede buscarse otra doncellita. Al salir, muy tiesa, echo a correr de puntillas y ya cerca de la puerta la toco el culo con ganas, con muchas ganas. Solloza y da un formidable portazo. ¿Cómo está el servicio, mon Dieu?. Tengo que encargar al mayormono que contrate otra doncellita, mucho menos decente, por supuesto, casi nada para ser más claros. Estoy por apostar que contratará a una putilla. Pero qué importa mientras parezca doncellita. Guiño un ojo al gran espejo de...de... ¿de qué con los espejos de los ricos?. De lo que sea, ya me enteraré del nombre “técnico”. ¿Cómo me voy a ir al gran lecho con dosel, ahora con esta protuberancia que deforma mi pijama de raso -¿o es de sea o de satén, o satín, o como se diga?. Por supuesto que tengo un televisor de pantalla gigante extrapalana y un video última generación y películas porno disimuladas entre grandes clásicos –ni siquiera sé a qué se le llama clásico en cine-. Me duermo tarde, los millonarios no madrugan.

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El sastre toma medidas con cierto remilgo, soy un naif (horror, quiero decir un nuevo rico, ¿cómo se dice en francés?), pero lo disimula con un trato exquisito, faltaría más. ¿Querría el señor darse la vuelta? ¿Desearía el señor probarse la ropa en casa? Un último toque es imprescindible para que todo quede comme il faut?

Por fin se ha ido. El mayormono me presenta a la nueva doncellita. Sin duda es una putita, no me había equivocado, pero está muy bien con su uniforme con cofia. Esta noche lo pasaremos de miedo, ¿verdad bocadito de nata?. Guiño un ojo a espaldas del mayormono y ella me guiña otro, item más me saca la puntita de su adorable lenguita. Una putita, no me había equivocado, no.

Antes de comer consulto con el "mayormono" sobre la práctica de ciertos hobbies -¿se escribe así?- imprescindibles en mi nueva posición. Menciono el golf –un deporte aristocrático donde los haya- y tuerce el gesto. No me admitirán en los clubs privados de élite, soy un nouveau riche – pero conoce unas excelentes instalaciones –privadas, por supuesto- donde me tratarán a cuerpo de rey. Hecho, tío, choca esos cinco. Se retira ofendido.



Como -¿almuerzo?- solo, esto lo tengo que arreglar enseguidita, y degusto con cierta prevención una muestra de la nueva cocina -¿alta cocina?, cocina de fusión, cocina tiquismiquis, esa que dicen está ahora de moda. No tiene mal sabor, pero no llega la barriga.

Terminada la deglución enciendo un cigarrillo en mi flamante despacho –soy incapaz de fumar puros- mientras me sirvo un cognac francés de una licorera de Sajonia -¿o es de Bohemia?-. Me siento en el sillón orejero –se dice así?- y contemplo las volutas de humo de color indefinido generadas por la consunción de un tabaco que me traen expresamente, ¿de dónde?, bah, ¿a quién le importa?. Mangoneo en la mesa de despacho, más que nada porque me da una sensación, un regustín a intelectualidad adquirida repentinamente gracias a esta obra de arte de la que cualquier genio de la cultura se sentiría orgulloso. Saco una cuartilla de la carpeta en piel repujada en oro y dibujo órganos genitales masculinos, lo hago con la pluma de oro,marca.. bah. ¿Cómo se llama este precioso utensilio donde se ponen los bolígrafos y demás adminículos que utiliza todo escritor o burócrata de postín? Baha... Todo precioso, ¿plata repujada?, más bien parece madera aunque de noble, de primerísima calidad, seguramente trabajada por el mejor artesano del mundo (al menos eso dice la casa especializada en estas chorradas para millonarios).



Fumo otro cigarrillo. Me da por poner me un poco blando -¿el cognac francés?- y pienso en vender el despachito y donar su importe a una ONG. Me endurezco a suaves bofetadas. ¿Despreciar el aciago destino que me ha transformado en lo que siempre quise ser?. Que les vayan dando a los del tercer mundo. Por cierto, no creo que se diga aciago. Tendré que buscarme un profesor de lengua. ¿qué digo!. Una profesora y de buena lengua...de buena lengua...

Siempre pensando en lo mismo, ¿pero en qué otra cosa voy a pensar?. ¿Acaso pensaba en otra cosa mientras comía patatitas delante del televisor?. Y eso que a veces me asaltaba el miedo de que no pudiera llegar a fin de mes si seguía despilfarrando el sueldo en bolsitas de patatas. Genio y figura....

Me duermo en el sillón orejero....



Y ronco... Sí, ronco, porque el mayormono me ha tocado en el hombro con exquisita suavidad y al despertarme he llegado a oir el final del último ronquido. La cena está preparada... Vale, tío, antes daré una vuelta por el jardín.

Enorme jardín, precioso jardín con su gran piscina y todo. No veo al jardinero. ¿O será jardinera?. Ya estamos a vueltas con lo mismo. Es que me aburro. Esto lo tengo que solucionar mañana. Necesito un bufón de corte, o un pelotilla gracioso, me vale con el último, no soy aristócrata. Ceno rápido, muy rápido, me espera la doncellita. La misma cirimonia con el mayormono. Le despido y pido que venga la alegrapajarillas y cuanto antes. No se inmuta. ¿Esto es tener categoría y lo demás vainas!.

Viene en un plis-plas y con las fresas y la botella de champagne –Don Perignon por supuesto- en una bandeja de plata -¿repujada? Qué demonios significará esa palabreja. Mientras descorcho intenta desnudarme. La para con un gesto. ¡Quieta ahí, potranca!. Me gusta desvestir a las damas. Se ríe mientras bebe en la copa de cristal de bohemia o es de Sajonia?, ¡qué lío! –y se acaba atragantando. Doy unos suaves golpecitos en su espalda y aprovecha para tocar su culito y desatar el delantal.¿Procede una descripción de erótico subido? No, no procede, eso forma parte de la intimidad de la gente, incluso los millonarios tienen intimidad. Los expertos en ficción dicen que una escena de erótico-subido viene bien en cualquier relato. Pero esto no es una ficción narrativa, en todo casa se parece más a una masturbación mental – con permiso y con perdón o sin él-.

Para que no se queden ustedes con la babita en la comisura de la boca les diré que “bocatto de cardinale”- o bocadillo de cardenal en término coloquial. ¡Cómo se mueve la condenada. Al acabar la secuencia de erótico-subido me entran ganas de hacer pis –con perdón, permiso- y me voy hacia el enorme cuarto de baño con yakuzi y todas las mandangas. Me cuesta encontrar el agujero. A la vuelta, la barriga colgando –calculo un par de centímetros menos- me detengo en la mesita de noche -¿o tiene otro nombre más rimbombante?- y saco el collar de perlas que pongo sobre su cuello desnudo -¿el cuerpo?, ¡ahá, pillines!. Me pregunta si es auténtico. Y cuando se lo juro por lo más sagrado salta encima del enorme lecho con dosel, me da un beso muy largo, a tornillo por supuesto, y remata con un francés mientras los ojos nos hacen chiribitas a los dos.

¡Esto es vida!.


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