Atravesamos el salón con el turbo encendido.
Aunque resulte grosero decirlo y de esta forma, pero la verdad es la verdad, y
el desayuno nos había generado ciertos gases volátiles que luego con el susto
querían salir a toda costa.
Pensé que todos los locos se habrían desmandado
con el evento. Algunos estrellaban las bandejas del desayuno contra las
paredes., otros bailaban un foxtrot encima de las mesas, los menos se habían
desnudado y hacían gestos obscenos encima de las mesas, en pelota picada, y con
caras de sátiros, lo mismo hombres que mujeres. El resto prefiero no contarlo,
porque me llevaría mucho tiempo… y no se lo creerían.
Salimos a la piscina donde J.Smith dormitaba en
una hamaca. Recorrimos el jardín hasta llegar a su epicentro. En un claro apareció
ante mis incrédulos ojos una formidable composición estaturaria. Un gigantesco
Zeus lanzaba rayos desde un pedestal contra el resto de los dioses, que
aparecían derribados sobre el suelo.
Jimmy trepó al pedestal y le tocó la
“pirindola” al mismísmo Zeus (estaba desnudo). El pedestal comenzó a moverse
mientras yo permanecía paralizado, observando el espectáculo.
Pronto apareció un hueco bajo el pedestal.
Observé que unas escaleras descendían a lo profundo del Hades. El Pecas me tomó
de un brazo, obligándome a descender con él a los infiernos. ¡Menos mal que no
había Cancerberos! Al menos a simple vista.
Se encendieron unas lámparas y pude ver un
pasillo amplio, abovedado. Al parecer toqué la pared. Puro mármol, el suelo y
los techos del mismo material. ¡Aquellos malditos locos vivían como millonarios
excéntricos! Me contuve de preguntar a mi acompañante si era mármol de Carrara.
·
¿Qué es esto, Jimmy?
·
El tanatorio. Aquí están dos salas de
exposición, los hornos crematorios y hasta
una sala de autopsias.
·
¡Lo sabes todo!
·
Hay que saberlo todo si quieres sobrevivir en
Crazyworld. Creo que ahora no hay nadie. No creo que hagan la autopsia hasta
que nosotros aceptemos hacernos cargo de la investigación.
·
Oye, amigo, ¿No me habías dicho que nos esperaba
el doctor Sun o lo he soñado? Por cierto, ¿cómo sabes que ese mequetrefe quiere
que nos encarguemos de la investigación?
·
¿No te lo había dicho? Entonces lo he soñado. Verás,
no he sido el primero en enterarme, pero casi. Avisaron al doctor Sun y éste en
cuanto vio la escena del crimen hizo que me llamaran. Sabe que soy el único que
puede sacarle las castañas del fuego. Lo encontré derrumbado en un sillón,
llorando a lágrima viva. ¿Puedes creerlo? Sabrá mucho de subconscientes, no te
lo niego, pero es como un niño cuando tiene que enfrentarse a la realidad. En
cuanto me vio se levantó como un tiro, se secó las lágrimas con la sábana con
la que habían cubierto el cadáver y me abrazó como a un amigo de toda la vida.
¿Puedes creerlo? Luego se arrodilló y me pidió por mi santa madre que le
ayudara o todos estaríamos perdidos. Lo primero que le dije fue que tú serías
mi ayudante o no había trato. Aceptó de inmediato y me preguntó qué era lo que
teníamos que hacer primero. Se empecinó en levantar el cadáver sin más y
traerlo a la sala de autopsias. Me las vi y deseé para convencerle de que antes
se hicieran fotografías, es lo que se hace en las películas, al menos
tendríamos un escenario para elucubrar los movimientos de los personajes, del
asesino y su víctima. De otra forma la investigación empezaría coja. Volvió a
abrazarme mientras con voz meliflua no dejaba de repetir una y otra vez. ¿Qué
haría yo sin ti? ¿Qué haría yo sin ti? Yo mismo me encargué de hacer las fotos
con una buena cámara que él sacó de su caja fuerte, donde atisbé cosas muy
interesantes que husmearemos en cuanto tengamos un rato libre. Lo que más me
llamó la atención fueron unos cuadernos amontonados. En el de arriba pude leer:
Diario del doctor Sun, cuaderno XXV.
·
¿Lleva un diario? Eso nos podría ayudar mucho
para trazar un plan de escape. ¿No te parece? ¿Pero cómo vas a abrir la caja fuerte?
·
¿Crees que soy idiota? Estaba tan angustiado que
no se apercibió que yo me situaba a su lado y memoricé la combinación que
marcó.
·
Eres un genio, Jimmy, un auténtico genio.
·
Lo soy, pero te cambiaría toda mi genialidad por
la noche que has pasado con Kathy.
·
Ya empezamos. Que estaba encerrado en la
habitación, te repito.
·
Ya. Sé que Kathy se las sabe todas y cegó la
cámara y desconectó el micrófono. Lo sé porque estuve en el centro de
seguridad. Emborraché al agente de guardia y me froté las manos con lo que me
esperaba. Pero el monitor de tu habitación estaba en negro. Supe de inmediato
lo que había hecho, por eso me escondí tras un matorral del jardín, frente a tu
ventana y la vi subir como una mona y luego no bajó hasta las primeras luces.
¿Quieres decirme que os habéis pasado la noche roncando como locomotoras? En cuanto tenga algo muy sólido para
intercambiar te pediré que me cuentes la noche de pé a pá.
·
-Oye, no es por nada, pero el doctor Sun nos va
a encerrar en las celdas de aislamiento como lleguemos tarde.
·
-No lo hará, nos necesita. Que espere ese
cabrón. ¿No quieres ver el cadáver?
·
-¿Está aquí?
·
-Por supuesto. En cuanto hice las fotos, tomé
medidas y dibujé la silueta con una tiza, ya no pude retenerlo. Llamó para que
lo trasladaran al tanatorio y se quedó sentado en el sillón con las manos en la
cara. Seguro que su mente entró en bucle y no pensaba en otra cosa en cómo se
lo iba a explicar al millonario.
·
-¿Qué puede hacer ese tipo? ¿Dejar que nos
marchemos todos? –casi me entra la risa tonta-.
-No nos caerá esa breva.
Seguiremos aquí hasta el juicio final. Ni siquiera nos llevarán a otra parte.
¿A dónde nos podrían llevar? Puede que al doctor Sun lo eche a patadas, pero a
nosotros no nos tocará un pelo de la ropa. Eso sí, querrá saber quién es el
asesino. Por eso el doctor está tan interesado en que le demos la solución. Es
lo único que puede salvarle de la debacle. Para él esto es una mina. Nunca
encontrará tantos subconscientes y tan a mano para su sagrada misión de probar
la existencia del subconsciente colectivo. Pero vamos a ver el cadáver antes de
que le hagan la autopsia, es lo que hacen en las películas. No sé qué sacaremos
en claro, puede que nada, pero más que leyendo el informe de autopsia. Eso
seguro. Harán trampa si alguien está interesado en ocultar algo. Dalo por
hecho. Vamos allá.
Y allá que nos fuimos. Jimmy no
dudó ni un paso. Parecía tener un mapa en el cerebro. Nos encontramos de pronto
ante una puerta cerrada con el aparatito ese para marcar el código. Tampoco lo
dudó. Oprimió unos números a toda velocidad y la puerta se abrió. Entramos.
-¿Cómo sabes el código?
-No recuerdo si te he hablado de
la chica gordita que es una genia de la informática. Te he hablado de tantas
cosas que no puedo recordarlas todas. Me consiguió un código personal y eliminó
para mí el paso de la identificación del iris. Tenía previsto traerme aquí a
todos mis ligues, para estar tranquilo y evitar la cámara y el micrófono en las
habitaciones, pero son muy asustadizas, este lugar les da mal yuyu.
-¿Y qué te pidió a cambio?
Su risa estrepitosa reverberó en
las paredes produciendo un efecto extraño que a mí me pareció macabro en aquel
lugar.
-¿Qué crees que pude pedirme? ¿Qué
crees que puedo yo dar a una mujer?
-No entiendo entonces por qué no
has dejado de quejarte desde que nos conocimos por tu falta de sexo.
-Yo no me quejo si no me falta.
Puedes hacerte una idea de mi situación cuando he tenido que recurrir a la
señorita Ruth. Esa chica no era capaz de hacerlo aquí y yo me negué a hacerlo en su habitación. En cuanto ciegas las cámaras y desconectas una vez el micrófono ya estás fichado. La llevé a la cabaña pero luego no quiso volver, piensa que aquel lugar está embrujado, la cabaña y el bosque, no hubiera podido volver a llevarla allí ni a rastras.
Puso mala cara y decidió cortar el
tema. Se acercó a una pared llena de tiradores metálicos y sacó del nicho un
cadáver tapado con una sábana.
-Este es nuestro querido director.
Un hombre odioso donde los haya, pero ni siquiera él merecía una muerte tan
violenta. Acércate y echa un vistazo antes de que los médicos le pongan las
manos encima, luego quedará irreconocible.
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