domingo, 10 de mayo de 2020

CÓMO ACABAR CON EL CAPITALISMO EN SEIS DÍAS II




Antes de comenzar con el manifiesto propiamente dicho, me permito el lujo de esquematizar algunas notas que el Sr. Buenavista ha utilizado para la confección de susodicho manifiesto. ¿Cómo me he hecho con ellas o cómo han llegado a mis manos? Prefiero no hablar de ello, no sea que mis personajes contraten al Sr. Aladro, abogadro, se querellen contra mí y me vea envuelto en un pleito de mil años y un día. Debo decir que a mí me vienen muy bien estas anotaciones de historia económica porque yo de economía como de inglés y otras materias. Ni papa, oiga.

¿Cuándo, dónde, cómo y por qué comenzó el llamado capitalismo?/Según las notas que esquematizo, se podría decir que el capitalismo se inició con la economía del trueque. Puede llamar la atención, pero es así. Como en todas partes siempre hay listillos que se aprovechan de las circunstancias, fueren las que fueren, incluso aunque la ocasión la pinten calva, para aprovecharse de los más débiles y depredar en río revuelto. Bien pudo haber ocurrido –necesitaría un buen historiador- que el listillo de turno solo aceptara el trueque de determinados productos, haciéndose con un almacén impresionante de los mismos, con lo que bien pudo subir los precios, es decir, en lugar de una pera por una manzana, pongamos por caso, un cajón de peras y otro de manzanas por el producto escasísimo, inexistente, que el listillo tiene almacenado en su búnker, rodeado de ciénagas infestadas de caimanes y protegido por un ejército de mercenarios. O pasas por mis condiciones o te quedas sin mi producto básico. Los listillos son así, lo quieren todo, aunque les sobre.

Se podría decir que el capitalismo, el capitalismo salvaje,  se inició en la etapa económica del trueque. Antes existía la tribu que cazaba o cultivaba –las tribus sedentarias- y se repartían los productos de la caza o del agro en paz y buena “compaña”. Claro que el jefe recibía más y mejor y los pelotas del jefe una pizca más que el resto. Pero eso no se puede considerar capitalismo, solo egoísmo, depredación del más fuerte que se come al débil. El capitalismo es sistemático, organizado, requiere una mente privilegiada que ponga orden en el caos y tan creativa que experimente hasta dar con el “quid” de la cuestión. No como aquel que asó la manteca, estos nunca llegan a capitalistas.

El “quid” de la cuestión en el capitalismo fue la invención del dinero. No puedo acusar al profesor John Cabezaprivilegiada de haberlo inventado porque él no estaba allí, a pesar de que el pobre es más viejo que Matusalén, pero seguro que se trató de alguno de sus ancestros. Se dijo, el ancestro, ¿y si invento algo que nos libre de cargar a la espalda cajas de peras y manzanas? Pensó, meditó, experimentó y de pronto un día se le cayó una manzana de un árbol en la cabeza y gritó “eureka”, ya lo tengo. No creo, ni por pienso, que primero se inventara el dinero en papel, más bien supongo que el dinero comenzó con la acuñación de moneda. Tenemos metales, tenemos fragua, tenemos todo lo necesario, pues comencemos acuñando hierro, bronce, luego pasaremos a la plata, al oro, etc. Ahora solo queda convencer a la mayoría de que es mejor llevar una bolsa de monedas de hierro, por mucho que pesen, que un huerto a cuestas al mercado. Esta será la palanca de Arquímides que acabará moviendo el mundo. Pero antes alguien tuvo que convencer a la mayoría. ¿Fue el primer político de la historia? No sé, no sé, no lo tengo claro. Tuvieron que pasar muchos años, centenares, siglos, miles, milenios, para que la mayoría pensara que es mejor una mala economía que una buena guerra. De hecho aún seguimos teniendo guerras. Puede que alguien piense que debido al capitalismo. No sé, no sé, me da en la nariz que aquí hay más gato que un capitalista encerrado. ¡Pobres gatos! Siempre huyendo de todo el mundo, chivos expiatorios perfectos de la sociedad capitalista. Dejemos esto así. Aún me quedan muchas notas y eso que procuro sintetizar y esquematizar. Hasta el próximo capítulo y no olviden de mineralizarse y vitaminarse. ¡Uy qué digo! Que esto es del conejo de la suerte. Pues solo me faltaba que apareciera por aquí Bugs Bunny el conejo de la suerte.

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