martes, 17 de mayo de 2011

EL MONJE SILENTE



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NOTA: El monje Silente es uno de mis más recientes personajes humorísticos. Creado para intervenir en el hotel, concretamente en el convento de San Erasmo, sexo, lujuria y orgasmo, poco a poco va creciendo tanto que tal vez acabe en la Torre de Babel.



EL MONJE SILENTE REGRESA DE SER TENTADO EN EL DESIERTO

El monje Silente necesitaba unos ejercicios espirituales para encauzar su vida y ni corto ni perezoso salió al desierto y se perdió... Se perdio en las dunas, se perdió en la arena, se perdió de hambre y de sed... Hasta que subido a una montaña que él consideró la más alta de la tierra sufrió las tentaciones del maligno. No sabemos si todo se debió al delirio de su cuerpo hambriento y sediento, de su alma atormentada o si realmente fue tentado por el demonio como Jesús en el desierto.

El caso es que el tentador le tendió piedras y le dijo:

-Si me entregas tu alma haré que estas piedras se conviertan,no en pan, sino en los manjares más exquisitos imaginados por tu glotonería.
Nada, el monje Silente permaneció incólume. El tentador le subió en un misil intercontinental y le hizo visitar todas las cancillerías del mundo, empezando por la Casa Blanca y terminando por la Moncloa. Tal vez ese fuera un error del tentador.

-Todas estas poltronas te daré si te arrodillas ante mí y me adoras.

El monje Silente debió pensar que con la crisis económica y las inyecciones monetarias ninguna de esas poltronas era precisamente una bicoca y dijo "nones"
El tentador puso un coche bomba bajo sus pies y le dijo:
-Un millón de coches bomba tengo preparaditos para tí, para que los pongas allá donde tu quieras y acabes con quienes te molestan.

El monje Silente le escupió a la cara al tentador. Entonces éste tuvo una idea brillante... Le llevó en espíritu al convento de San Erasmo y le dijo:

-Todas estas mujeres vestidas serán tuyas si dejas que tu alma se convierta en una bomba de relojería entre mis manos. El monje Silente dudó y la tentación anidó en su pecho. El tentador insistió:

-Todas estas mujeres desnudas serán tuyas si me besas el trasero.
El monje Silente dudó y la tentación creció, no en su pecho, sino en otra parte. Entonces decidió y dijo:

-Mira, tentador, ni el mismo demonio puede lograr que mujeres tan bellas se dejen seducir por un ser azufroso y menos si lo hace para otro y menos si lo hace para el monje Silente. Estas mujeres son bellas, cierto, pero no tontas. Así que, ¿Por qué no te vas a tentar a tu padre?
El monje Silente ha regresado al convento de San Erasmo, cariacontecido y demacrado, hambriento y sediento, triste y orgulloso de haber vencido al demonio .

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