sábado, 28 de noviembre de 2020

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA VI

 


-Así es Arminido. Por suerte yo he aprovechado el interludio para desayunar, así que no tendré que hablar con la boca llena. Y sin más iniciaremos esta entrevista a la que generosamente nuestros anfitriones han accedido.

 

ALIRINA

-Aprovechando la destemplada salida de su hija Olivina, me gustaría preguntarles, para abrir el fuego, cómo es la relación con su hija. Si eso no viola su intimidad, por supuesto.

 

ELIELINA

-Como usted sabe, porque ha pasado por lo mismo, nuestros hijos pasan por el terrible trauma de saber que quienes creían sus padres, con los que convivían todo el tiempo, en realidad eran figuras holográficas, creadas expresamente por nuestro “H”, con textura, por supuesto, de otra forma no podrían engañar a los niños, y con todas las cualidades necesarias. Incluida una personalidad clónica de los padres a los que imitan. Los padres reales nos dedicamos a seguir con nuestras vidas como si tal cosa. Son unas niñeras perfectas. Nosotros a veces les vemos y acariciamos un poco, jugamos un corto espacio de tiempo con ellos, hasta que nos cansamos y regresamos a nuestros quehaceres. Durante estos años solemos viajar más, hacemos excursiones, incluso pernoctamos en hoteles comunitarios y hasta algunos le piden a “H” que les construya habitaciones especiales para los niños, separadas de la casa por barreras energéticas que hacen cosquillas. En nuestro caso no lo hicimos. Nosotros, yo al menos, personalmente, nunca he estado de acuerdo con esta forma de educación. Tuve que sufrirla en mis propias carnes, por eso creo que la educación tradicional, histórica, que recibían los niños, era mucho mejor que la nuestra.

-¿Cómo es que no pidió a “H” que le dejara educar a Olivina en la forma tradicional?

 

-Estuve a punto de hacerlo. Lo pensé mucho, pero al final decidí que no estaba preparada para ser una madre tradicional y que Olivina saldría perdiendo.

 

-Sabe, por supuesto, que existen algunos grupos, poco numerosos, que postulan ese tipo de educación. ¿Por qué no les pidió ayuda?

 

-Los datos que tengo, no sé si ciertos, indican que esos niños, si bien no sufren el trauma de los nuestros al descubrir que los padres que les educaron no son sus auténticos padres, tienen otros problemas, casi tan grandes o más, al parecer les cuesta mucho integrarse en nuestra sociedad, y si no escapan a las montañas Negras, acaban en pequeños grupos de delincuentes difíciles de manejar.

 

-Disculpe que la interrumpa… Arminido, creo que este es un tema muy interesante para que puedan opinar nuestros tertulianos, especialmente la Sra. Arminiani.

 

-Así es en efecto, Alirina. Bueno, señora Arminiani, ¿qué nos puede decir al respecto? ¿Es este uno de los más graves errores de “H”?

 

-En realidad no se trata de un error de “H”. Fue diseñada para atender las necesidades de todos los omeguianos y atiende a este mandato de su programación mientras no colisione con cuestiones que atenten a su supervivencia. El bueno de Helenio de Moroni, su constructor, no encontró un algoritmo perfecto que en todo momento pudiera tomar la mejor decisión entre la libertad de cada omeguiano, el bienestar individual, el bienestar común y las repercusiones en el futuro de cada decisión. Teniendo en cuenta que todos, o la inmensa mayoría, decidieron educar a sus hijos de esa manera y así se lo pidieron, nuestra inteligencia artificial no podía negarse salvo que la prioridad de su libertad chocara frontalmente con las consecuencias de lo que le estaban pidiendo, y no parece que la huida a las montañas Negras de unos pocos adolescentes traumatizados pueda considerarse un revés importante. Puede que allí sean más felices que entre nosotros. No se conoce ninguna muerte, por suicidio o por otro motivo concomitante que llevarían ipso facto al bueno de “H” a cancelar su decisión. En cuanto a la polémica entre educación tradicional de los niños y educación moderna, debo decir que yo misma estoy a favor de la educación tradicional. Dejando de lado las razones importantes que esgrime la señora Elielina, todo afecto que se muestre a través del contacto físico, las caricias, los besos, toda educación personalizada, física, es siempre mejor que una educación interpuesta, aunque ésta sea llevada a cabo por clones tan perfectos de los padres como los que ha conseguido “H”. Estoy convencida de que si ella no manipulara nuestros cerebros a través del casco, durante nuestros sueños, todos los omeguianos sufriríamos graves patologías mentales…

 

-¿Le parece poco las que ya sufrimos?

 

-Lo siento Artotis, no tiene la palabra, luego se la concederé de mil amores, pero deje terminar a la señora Arminiani.

 

-Si, en efecto, tiene razón el Sr. Artotis. Solo “H” sabe hasta qué punto nuestras mentes están tocadas y todo lo que él está haciendo para que no se note demasiado. Nuestras vidas se han convertido en una pasiva recepción de estímulos. Nadie se mueve si no es imprescindible, y esto tiene que pasar factura necesariamente. A pesar del incentivo que suponen los créditos por hacer esto o aquello, repito que nadie hace nada que no sea imprescindible. Cuando los omeguianos necesitan créditos para lograr algo que les interesa mucho, mueven el cuelo que se las pelan. Eso sí es verdad, pero el resto del tiempo se limitan a comer, dormir, disfrutar de placeres artificiales, ver los canales holovisivos de “H” o hacer excursiones cuando les sobran créditos que no necesitan para nada más y hay sitio en las listas.

-Hay que acabar con “H”. Cuanto antes. A cualquier precio.

-Sr. Artotis, es la última vez que se lo digo, una interrupción más fuera de turno y se va a la cafetería hasta que yo diga. Bueno, a ver, ¿a qué viene este desmadre? ¿No sabe que el bueno de “H” siempre nos observa?

-Como Dios.

-Ese es un concepto totalmente desfasado. Lo mismo que acabar con el bueno de “H”, que si no fuera tan bueno ya habría acabado con todos nosotros. Bueno, vamos a ver, Artotis, ¿por qué quiere acabar con él? ¿De qué comeríamos, qué beberíamos, dónde dormiríamos, qué sería de nuestras miserables vidas? Y además, ¿cómo pretende acabar con una inteligencia artificial que se entera de todo, lo sabe todo, lo puede todo y está tan protegida de cualquier ataque, de cualquier acto terrorista, que los pocos jóvenes que se refugiaron en las montañas Negras y que luego regresaron para vengarse, fueron achicharrados con suma facilidad?

-Aquí Alirina, aquí Alirina. Cambio. Creo que cometí un error pidiendo opinión a los contertulios. Arminido, os habéis olvidado de mi conversación con la materfamilias de esta casa. Ya casi han terminado su desayuno. Un poco más y se nos termina el día sin saber cómo vive una familia vantiana estándar.

domingo, 22 de noviembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD IV

 


 



Dolores me daba un poco de penita. Sin protestar arrastró sus cansados pies hasta la cocina. Saltó mi caballerosidad, pero estaba aún más molido que ella, así que contuve mis deseos de ofrecerme. También me mordí la lengua, aún no había empezado el interrogatorio y no era cuestión de poner a la interrogada en mi contra a las primeras de cambio. Cuando regresó Patricia se comió la aceituna con deleite y dio un buen trago al Martini.

-¡Cómo me gustan las aceitunas!

-¡Anda, lo mismo que a mí!

No decía ninguna mentira. Además me iba a servir para hacerme el simpático.

-¿En serio? En mi caso mi ascendencia italiana tendrá algo que ver, pero me sorprende que usted, querido amigo, sienta debilidad por este maravilloso fruto de la tierra.

-Como aún sigo amnésico no puedo saber si la causa de mi gusto es cuestión hereditaria. No me sorprendería que mis ancestros procedieran de la piel de toro.

-¿La piel de toro?

-Sí, creo que así llaman algunos tontolabas a Spain.

-Anda. ¿No estarás recordando?

-Pues no lo sé. A veces me vienen cosas a la cabeza, pero aún no sé de dónde vienen. ¿Quieres creer, querida amiga, que una de las cosas que me ha llegado a la chola últimamente es la posibilidad de que yo haya sido un gigoló en mi vida anterior?

-¡Anda! Ojalá fuera verdad. Si lo confirmas me gustaría contratarte por una noche, si no fuera muy caro. Ja,ja,já. Bueno, dejémonos de bromas. Imagino que no habéis venido solo a alegrarme la mañana. ¿Qué os trae por aquí?

-Sentimos mucho no poder seguir alegrándote la mañana, querida Patricia, pero tenemos que hablar contigo sobre un tema muy serio. Ya sabrás del feliz fallecimiento del cabrón de nuestro director, que Dios tenga en el infierno.

-¡Conque era eso! Me alegro tanto como tú, Dolores, que ese cabrón esté en el infierno, pero no sé qué puedo aportar yo al respecto.

-Necesitamos que seas sincera. No sé si sabes que eres la sospechosa número uno.

-¿Yo? ¿Por qué?

-No te hagas la tonta. Ya me conoces. Sé todo lo que pasa en esta mierda de sitio.

-Sí, tú y ese imbécil de Jimmy. Pero no sé qué sabes que me convierta en sospechosa. Hablemos claro.

-Hablemos.

Agradecí que Dolores hubiera tomado la voz cantante, yo no tenía ni voz y mucho menos para cantar. Estaba realmente molido, incapaz de centrarme en lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Se podría decir que yo era el detective principal de aquella investigación…bueno, no, lo era el payaso de Jimmy, pero en cuanto le pillara dejaría de serlo… Apreté los puños y me moví ligeramente. Un dolor agudo despertó por todo mi cuerpo. Cerré la boca y oprimí los dientes, no podía darle ninguna ventaja a Patricia o se escaparía de aquella encerrona. No creo que lo fuera a lograr, teniendo en cuenta que Dolores, como un perro de presa, había mordido con fuerza y no iba a soltar.

-Todos en este maldito antro tenemos motivos más que suficientes para haber agujereado el pellejo de ese pinche tirano, de ese cabrón. Pero tú tienes más motivos que nadie.

-¡Ah, sí!

-Mejor que nos lo digas a nosotros, que somos tus amigos, que te obligue a hacerlo el Sr. Arkadín cuando llegue. Sería capaz de pedirle a sus guarda espaldas que te torturen.

¿Y por qué iba a hacerlo?

-Bueno. Ya está bien. El difunto violó a tu hija Laura. Yo misma hubiera matado a alguien que hiciera algo así a una de mis hijas.

-¿Pero tú tienes hijas?

Fui yo el que había hecho la pregunta. Me pilló totalmente por sorpresa.

-Tú y yo hablaremos de ese y de otros temas. Como ves, querida Patricia, te he contado algo muy íntimo que nadie sabe en Crazyworld. Ahora te toca a ti.



miércoles, 11 de noviembre de 2020

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA V




UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA V






Pues lo que tengo que decir es que esta civilización es pura basura, pura mierda, si me lo permite, aunque en estos tiempos de reciclaje hasta la pulcritud más repugnante un término como éste ya no tiene sentido, porque la mierda de hoy será nuestra comida de mañana. ¿O saben ustedes de dónde procede la comida que nos llega por teletrasportación? Yo no. ¿Han visto huertos de hortalizas y otras plantas comestibles? Yo no. ¿Han visto que se cacen animales? No, porque está prohibido. ¿De dónde sale la carne que comemos? De la mierda, sí de la mierda. Y no que quite usted la palabra, ahora que me la ha concedido, porque no se la devolveré, antes lo mato, querido amigo. Todo lo que comemos nace de la mierda, y con qué se construyen nuestras casas, con mierda reciclada como material de construcción. Pero lo peor de todo es la mierda de vida que nos ha fabricado el bueno de “H”, todo lo hace él, todo lo piensa él, todo lo vive él por nosotros. Fabrica nuestros programas holovisivos, escribe nuestras obras de teatro y las representa con actores holográficos, perfectos sí, pero una mierda, si me permiten ustedes. Los ciudadanos de este planeta se dedican a la holganza, no hacen nada, no piensan, no sufren ni padecen, y cuando se alegran es porque la máquina les ha inyectado algo en sus cerebritos durante la sesión nocturna de reparación de su salud. ¿Alguien sabe lo que hace esa miserable máquina con nuestros cuerpos, cerebros, psiquis y todo lo que tengamos y que aún no hemos conocido? No, nadie lo sabe. Todos tenemos una salud perfecta sin saber cómo, nuestros cuerpos son engranajes perfectos, pero ¿para qué? Cada cual se levanta cuando quiere, si es que se levanta. Pide la comida que le apetece y si no le apetece no pide nada. Permanecen en sus hogares circulares, perfectos en todos los sentidos, pero fabricados con mierda. Si salen no les puede pasar nada porque están en comunicación constante con “H” que les librará de todo mal. Si quieren viajar, lo solicitan, y si tienen suficientes créditos y hay una nave disponible, pues viajan por todo el planeta mirando aquí y allá. Si quieren quedarse en casa, se quedan, viendo esa mierda de programas holovisivos o se ponen el caso y a follar virtualmente. Nadie se relaciona con nadie, ni siquiera en las familias. Nadie conoce a nadie, nadie quiere saber nada de nadie. Todo está perfectamente estructurado, pero los habitantes de este planeta no tienen ilusiones, ni metas, ni buscan nada, ni encuentran nada. Esto es una mierda de vida. Y es por eso que odio a mi ancestro, a ese payaso, a ese profesor chiflado. Y es por eso que acabaré con el bueno de “H” y si me lo permite, diré como aquí y ahora.

EL LOCUTOR

Lo siento Artotis, pero ha consumido tanto tiempo que hasta que los demás contertulios no lo igualen no volverá a tener la palabra. Además Alirina me pide paso porque hay novedades. ¿No es así, queridísima Alirina?

-Queridísima, tu padre, que no nos conocemos tanto para ser tu queridísima y no me da la gana que me quieras. Dicho esto sí, hay novedades. Mientras yo hablo la grabación se reproducirá convenientemente editada, en ella verán cómo Olivina come como si no hubiera comido en su vida y luego sale disparada para ver a su novio y hacer la excursión. La novedad está en sus padres que se han levantado, y juntos, más novedad, y de buen humor, ¡toma novedad!, y dispuestos a charlar un rato con nosotros mientras desayunan, el colmo de la novedad. Y ahora que han visto la grabación de Olivina, en directo total y descomunal, voy a saludar a sus padres, papá Oloronte y mamá Elielina. Buenos días, señores, y muchas gracias por permitirnos compartir su intimidad durante este largo y agradable día.

-Gracias a ti, Alirina, soy una fan tuya, muy fan y muy tuya. Para mí es un honor inesperado y un placer casi tan grande como el sexo virtual poder disfrutar de tu compañía durante todo un día. Soy Elielina. Aunque los holovidentes ya lo saben porque me han visto, quiero aprovechar para decir mi nombre y que me conozcan y mostrar mi alegría con total expansividad y gesticular unos saludos para todos ellos, a quienes no conozco y espero no conocer nunca.

-¿Y usted no dice nada, señor Oloronte?

-Es que me había quedado sin palabras. Más que un fan tuyo soy el adepto número uno de esta diosa de la comunicación. Y aprovecho subrepticiamente el momento para suplicar una noche de sexo virtual con usted. ¿Es que no me daría cita? ¿Y para cuándo? Dígalo ante toda la audiencia para que luego no pueda volverse atrás.

-Es usted un mastodonte, señor Oloronte, y disculpe que le trate así en su propia casa, después de su amable invitación, pero es que se ha pasado de la raya.

-Y tanto. Eres un pedazo informe de carne, querido marido. Y tienes menos sensibilidad que una pulga de pantano putrefacto. Tras una maravillosa noche de sexo virtual, como la que hemos tenido, tras años de no lamernos ni las uñas, ahora intentas seducir a esta dulce chiquilla, y a mi presencia. Eres un mierdecilla y espero que ella no te conceda una cita ni aunque fueras el único macho hetero de este planeta de mierda.

LOCUTOR

-Soy Arminido a secas, querida Alirina, y como nuestros anfitriones van a pedir su desayuno, si te parece bien vamos a hacer una pausa para que nuestra tertuliana, experta en el tema, Herminiani, nos comente esta secuencia. ¿Todos los vantianos somos así, y por qué? Señora Herminiani.

-Muchas gracias Arminido por dejarme abrir la boca. Pues la respuesta es sí, no y todo lo contrario, es decir un poco de esto y de aquello. Por desgracia la especie omeguiana ha degenerado mucho desde que el ancestro del Sr. Artotis nos regalara al bueno de “H”. En otros tiempos los ejemplares de esta especie dedicaban casi todo el tiempo a cazar o a plantar y cuidar hortalizas para subsistir. Les quedaba muy poco tiempo para cualquier otra tarea, incluida la procreación, sin la cual hoy no estaríamos aquí. Por suerte la naturaleza dispuso que a la procreación acompañara un placer sin igual, bueno no es para tanto, pero casi. Con el tiempo y la civilización, la socialización, la distribución de tareas y otros avances, obtuvieron más tiempo que dedicaron a la socialización, al principio, y luego a perder el tiempo cuando fueron llegando los inventos. Que es lo malo que tienen, que te facilitan la vida y te dan más tiempo que nadie sabe aprovechar. Ahora que disponemos de todo el tiempo, lo perdemos a manos llenas, disfrutando de placeres que no merecerían ni la mitad, ni un cuarto, salvo el sexo, que no está del todo mal. Claro que el sexo virtual ha llegado a ser mejor que el natural, pero ha provocado una adicción patológica de muchos kilates. Sí, es cierto, Arminido, contestando a tu pregunta. La mayoría de vantianos pasan buena parte de su tiempo practicando sexo virtual, esto les destroza el cuerpo y la mente por lo que buena parte del tiempo restante lo tienen que emplear en ser reparados por el bueno de “H”. Y cuando una pareja quiere intimar y consolidar su relación practicando sexo entre ellos de forma virtual, suele venir el mastodonte, como bien ha dicho Alirina, y estropearlo todo. Así son las cosas y así se las vamos a contar. No creo que haya grandes diferencias entre una familia y otra, una pareja y otra, unos hijos y otros y unos padres y otros, todos parecen cortados por el mismo patrón. Pocos son los que se salen de la norma y los que se salen del todo se van a las montañas Negras, con los granjeros rebeldes. En cuanto a las excepciones que confirman la regla, aún quedan familias tradicionales donde la relación y el afecto son prioritarias y la holovisión, el sexo virtual y demás adelantos son empleados con tino, con prudencia, el tiempo imprescindible y solo para aportar un plus a sus relaciones humanas. Y…

LOCUTOR

-Perdón Herminiani y muchas gracias por su fantástica intervención, pero parece que nuestros anfitriones ya han pedido el desayuno, se han instalado a uno y otro lado de la mesa y se disponen a contestar a las preguntas de Alirina al tiempo que se meten la comida en la boca, cuando uno come el otro habla y así todo irá de perlas. ¿No es así, Alirina?

Continuará.

martes, 3 de noviembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD III

 



Durante todo el camino, que fue largo, no pude dejar de pensar en Jimmy, en cuanto pillara a aquel bastardo le iba a dar para el pelo. Según me comentó Dolores, que no dejaba de hablar para que el camino se le hiciera más corto, el personal médico vivía en una urbanización no muy grande con casitas muy coquetas y jardines bastante amplios. Estaban muy bien tratados, puede que porque la salud de todos los recluidos en Crazyworld era lo más importante para Mr. Arkadin. Los jefes supremos, el fallecido director y el doctor Sun, tenían un poco más allá dos auténticas mansiones que apenas usaban porque les gustaba quedarse en el edificio principal donde habitaban lujosos apartamentos. Los agentes de seguridad vivían en varios edificios que ya conocía por haber pasado la noche con Heather. Los cocineros, reposteros, personal de cocina y camareros ocupaban un amplio y alto edificio cerca de las cocinas que Dolores me enseñó al pasar, incluso señaló la ventana de su apartamento. Al cabo de un tiempo llegamos a la urbanización de Heather y un poco más allá, antes de alcanzar las residencias de los doctores, observé un amplio complejo deportivo, con pistas de tenis, piscina, pistas de atletismo y un miniestadio para otras actividades deportivas.

-Oye, Dolores, no sabía nada de que se pudiera practicar deportes en Crazyworld. ¿Podría pedir permiso a alguien para utilizar las instalaciones? ¿Podemos hacerlo los pacientes?

-Aquí se puede practicar de todo, muchachito, solo tienes que apuntarte en alguna de las listas del doctor Sun que tiene tantas que si no las gestionara el personal de administración esto sería un caos completo. Serás el primer paciente que hace deporte. Todos los demás tienen bastante con comer, dormir y estar despiertos el tiempo que les permite la medicación. Claro que como a ti no te medican puedes permitirte el lujo de pensar en gastar las energías que te sobren, si es que te sobra alguna.

Intuí que lo decía con segundas intenciones pero no quise tirarle de la lengua, bastante tenía con procurar mantener el equilibrio, apoyándome en su hombro. Entre los edificios y urbanizaciones pude ver bonitos parques bien cuidados, con árboles no muy altos, columpios y toda clase de diversiones para los pequeños y circuitos de footing muy completos con aparatos para estiramientos, encogimientos y lo que fuera necesario.

-¿Tantos niños hay en Crazyworld que se necesitan todos esos columpios y parques?

-Mr. Arkadin pensó en todo, menos en que aquí encerrados las parejas que se formaran, si es que se formaba alguna, tendrían muy pocas ganas de traer hijos al mundo para que fueran esclavos. Que yo sepa está Mónica, la hija de Patricia, que llegó aquí con menos de diez años y ahora tendrá unos dieciséis. El jefe de jardineros que se casó con una de las maestras de la plantilla –Arkadín quiso convertir Crazyworld en una auténtica ciudad- tiene media docena de hijos con diferentes edades. Las maestras son de las pocas mujeres que quisieron ser mamás, tal vez porque necesitaban alumnos para la escuela o no tendrían nada que hacer. Al menos ahora tienen unas dos docenas de alumnos entre párvulos y bachilleres a los que educan con mucho mimo. Cuando no dan clases les cuidan como en una guardería mientras los padres trabajan. Salen con ellos a pasear y hacer ejercicio por los diferentes parques, si se lo permiten los jardineros y horticultores les llevan a la granja donde cuidan los animales y aprenden a cultivar la tierra.

-Imagino que tiene que haber un auténtico ejército de jardineros y agricultores para cuidar de todo esto.

-Los hay. Viven en las granjas, en casitas de madera muy monas. Solo los jardineros se acercan por aquí diariamente a cuidar de los parques. Apenas se relacionan con el resto, nos ven como apestados, para ellos somos menos interesantes que sus animales y plantas. A veces regalan mascotas a los niños. Los adultos que quieren una, tienen que robarla.

Hablando de unas cosas y otras y deteniéndonos para descansar de vez en cuando en alguno de los bancos de madera estratégicamente situados, el camino se nos hizo más entretenido. Por fin llegamos ante la casa de Patricia. El jardín estaba muy bien cuidado y me pareció que una parte estaba dedicado a huerto, con trozos cubiertos de plásticos sustentados con armazones metálicos. Rodeándolo todo un alto muro por el que yo solo era capaz de asomar la cabeza. Dolores oprimió el botón de un telefonillo con cámara de video. Una voz dulce y agradable quiso saber quiénes éramos y qué queríamos.

-Doctora Patricia, soy Dolores y me acompaña un guapo joven que desea hablar con usted. ¿Nos puede abrir?

Pasó un tiempo prolongado. Ya creíamos que nos iba a dar con la puerta en las narices cuando ésta se habló y nos encontramos ante una mujer en la cuarentena, muy bien cuidada, muy hermosa. Morena, de ojos claros, vestida sencillamente con un vestido floreado y una agradable sonrisa en la boca. Me sentí atraído por ella de inmediato. No tuve tiempo para más porque ella no dejaba de mirarme.

-¿Qué le ha pasado a tu amigo, Dolores? Parece como si le hubieran dado una buena paliza.

-Fue Jimmy, que le pilló descuidado. Como comprenderás de otra forma no hubiera podido con este buen mozo.

-Pasad. Tengo un botiquín en casa. No me gustan nada esos ojos morados y esa nariz. Puede que tenga que dar algún punto a ese párpado.

Nos precedió hasta la puerta y nos invitó a pasar. Entramos directamente en un salón más que suficiente para las dos personas que vivían allí. Pude ver un sofá, dos sillones orejeros, algunos armarios de madera acristalados, con vajilla en su interior, una televisor bastante grande, un equipo de música, una librería repleta de libros y bonitas alfombras por el suelo. La doctora me hizo tumbarme en el sofá, puso un cojín bajo mi nuca y me pidió que no me moviera.

-Dolores, sírvete lo que quieras. Ya sabes dónde están las cosas.

Desapareció por una puerta.

-¿Tú quieres algo¿

-Creo que un tequila me vendría bien.

-¿A estas horas?

-Vale, pues dame un Martini, con dos cubitos y hielo y una aceituna.

-¿Una aceituna?

-Bueno, un par de ellas. Me encantan las aceitunas… O eso creo. Me ha venido a la cabeza y ya me estoy relamiendo.

-No tienes remedio.

Se alejó hacia la cocina que estaba separada del salón por un largo y amplio mostrador, tras él podía verse una amplia cocina, moderna y muy bien surtida. Llegó Patricia con el botiquín, lo abrió, sacó un trozo de algodón que empapó en agua oxigenada y me lo pasó por la cara. Hice un gesto de dolor. Luego utilizó un palito con un trozo de algodón redondeado en la punta y me lo introdujo en la nariz, primero por un orificio y luego por el otro. Salió empapado de sangre. En ese momento llegó Dolores con mi Martini que posó en la mesa acristalada que había frente al sofá y ella echó un buen trago de su zumo de naranja. La doctora observó el Martini.

-Si no te importa, querida, trae otro para mí, sin aceitunas y con solo un cubito de hielo.