lunes, 21 de febrero de 2022

LA VENGANZA DE KATHY V

 




-Bien, así me gusta. Tengo muchas preguntas que hacerte. Empezaremos por la primera. Por lo que sé muchos de los profesionales que ahora trabajan aquí –los pacientes al parecer han sido secuestrados contra su voluntad- fueron escogidos por Mr. Arkadin, aparte de por su profesionalidad, porque estaban solos, sin familia o con poca familia, imagino que habrá algún huérfano y más de un marginado. Algunos aceptaron porque tenían que alimentar a su familia, como Dolores. Pero a ti no te imagino huérfana, sola, con la imperiosa necesidad de ganar más dinero de lo habitual. ¿Por qué te dejaste captar, Alice?

-Jé. Parece que te llama la atención. Pues bien, la razón principal fue el dinero, como creo que nos ha sucedido a todos. Mr. Arkadin paga muy bien. No, no soy huérfana, tengo padres, hermanos, una familia. Necesitaba dinero, mucho dinero, quería ser actriz, irme a Hollywood, prepararme estudiando, conseguir pequeños papeles e ir progresando. Para eso se necesita mucho dinero.

-Pero tuvo que resultarte sospechoso todo esto. ¿Sabías que no podrías volver a salir?

-Claro que no, de haberlo sabido no hubiera aceptado. ¿Para qué me iba a servir el dinero si luego no podía emplearlo para lo que lo quería? Pensé que estaría dos o tres años, así ganaría suficiente dinero y luego me podría ir.

-No entiendo cómo Mr. Arkadin pudo contratarte sabiendo que tenías familia, que te echarían de menos, que denunciarían tu desaparición…

-Bueno, debió informarse muy bien, en mi caso como en los otros. Imagino que tenía un escuadrón de detectives siguiendo nuestros pasos y enterándose de todo. La relación con mis padres y hermanos no era buena, de vez en cuando me marchaba y pasaba un tiempo, a veces mucho, por ahí, trabajando, buscando oportunidades. No les decía nada y no sabían nada de mí hasta que volvía. Estaban acostumbrados a mis desapariciones. No harían nada en mucho tiempo. Además Mr. Arkadín seguro que borró nuestras huellas, tiene medios más que suficientes. En mi caso pudo haber mandado una postal desde Europa o cualquier otro truco. Mis padres se conformarían, siempre se conforman.

-¿No te parece muy raro todo esto? ¿No te parece desmesurado el esfuerzo y el dinero gastado solo para mantener encerrados a unos enfermos por mucha fortuna que tengan sus familias? No he tenido mucho tiempo para pensarlo, pero hay muchas cosas que no encajan.

-Claro, creo que todos hemos pensado lo mismo. Yo misma me he llegado a plantear la posibilidad de que seamos parte de un experimento. Ese malnacido de Cabezaprivilegiada puede haber convencido a Mr. Arkadin de llevar a cabo alguno de sus locos experimentos. ¿No lo hizo con Kathy?

-Oye, ¿cómo sabes tú eso?

-Cuando llegué había aquí muy poca gente. Estaban Kathy y Jimmy que fueron de los primeros, luego empezaron a llegar los restantes. Kathy y yo éramos de la misma edad y entonces había aquí pocas mujeres. Nos hicimos amigas y hablábamos mucho en el jardín. Ella parecía una jovencita adorable, encantadora y necesitaba hablar con alguien. Tuvo momentos de debilidad y me contó lo que le hicieron en el laboratorio y lo de su clítoris, claro. Como soy mujer no pude comprobarlo pero los hombres con los que se acostó no dejaban de hablar de ello. Se hacían cruces… Permíteme que te diga algo. No te lo tomes a mal. Ten cuidado con Kathy. Es una psicópata. Puede ser una mujer muy dulce, adorable, pero hay algo bestial en su interior. No me extraña sabiendo lo que ha tenido que sufrir la pobre. No sé el poder que tendrá su clítoris, imagino que mucho. Intenta no volver a probarlo. Los demás hombres de Crazyworld no parecen interesarle mucho, los usa y luego se olvida de ellos. Pero contigo es distinto. He visto como te miraba. Hazme caso, ten mucho cuidado.

-Te agradezco que seas tan sincera conmigo. Sí yo también he pensado que es una mujer extraña. ¿Ha hecho algo que te haga pensar que podría matar a alguien?

-Cuando Crazyworld se fue llenando, ella dejó de hablar conmigo y se dedicó a los hombres. No ocurrió nada especial hasta que me acosté con uno de los guardias de seguridad. Sí, aquí tienes mucho tiempo libre, aparte de trabajar casi todo está permitido, salvo escaparte, claro. Kathy se lo tomó muy a mal y durante un tiempo me persiguió con bromas pesadas, sustos y todo tipo de trampas. No sé si se le pasó por la cabeza matarme. Por suerte para mí no se le ocurrió otra cosa que acostarse con Jimmy el Pecas. Fue un error tan descomunal que mi valoración de su inteligencia cayó por los suelos y nunca se levantó. Reconozco que es astuta, a veces, pero de ahí no pasa. Pasó de ser mi perseguidora a ser perseguida por Jimmy. Ambos se enzarzaron en una guerra sin cuartel. Ahora se puede decir que están en una especie de tregua bastante frágil. Te puedes imaginar cómo fue la guerra.

-¿Crees que algún día podremos escapar de Crazyworld? Me llama la atención que a los guardias de seguridad no se les haya ocurrido marcharse y dejar que el resto haga lo mismo.

-Eso es porque eres nuevo y aún desconoces cómo funciona Crazyworld. Se podría decir que los guardias de seguridad son el primer círculo de seguridad. Están dentro, con nosotros y son tan prisioneros como el resto. No escapan porque no pueden. También lo probaron en cuanto supieron que esto era para siempre. Al principio hubo muchos intentos de fuga. Todo el mundo pensó que era más listo que Mr. Arkadin y que es posible fugarse de cualquier prisión, tenga la seguridad que tenga, pero pronto aprendieron que Crazyworld está tan bien diseñado que me rio yo de las mejores prisiones de alta seguridad. Los guardias de seguridad no tienen las llaves de las puertas del perímetro, solo las abren los robots con códigos que al parecer vienen de fuera. Saltar el muro electrificado es jugársela. No se puede cortar la corriente ni provocar un cortocircuito. Al parecer viene también de fuera y está a prueba de cortocircuitos. Los robots son el segundo círculo de seguridad. Están siempre vigilantes, incluso de día, aunque no se les vea. A los perros se les suelta de noche, pero podrían hacerlo de día también. Esa es una hipótesis mía porque nunca ha ocurrido. ¿Te imaginas a los robots dando órdenes a los perros? Pues eso hacen. Como te acabo de decir al principio hubo muchos intentos de fuga y se pusieron a prueba todos los círculos de seguridad. Por eso lo sé. ¿Perros entrenados para obedecer órdenes de robots? Parece increíble. ¿Verdad? Si fallara todo eso imagino que hay un tercer círculo de seguridad, es solo una hipótesis, porque nadie ha logrado saltar la valla. Puede que haya más guardias de seguridad fuera, cámaras vigilando todo el perímetro e incluso un ejército de mercenarios. Con Mr. Arkadín se puede esperar cualquier cosa.

-¿Entonces yo fui recogido por robots al llamar a la puerta?

-No lo sé. Si no te lo ha contado Kathy, que es la única que lo sabe, no creo que nadie más pueda hacerlo, salvo que la acompañara algún guardia de seguridad. Podrías preguntarle también a Heather si estaba de guardia esa noche. Lo que es seguro es que alguien desde fuera dio órdenes a algún robot, que abriría acompañado de algún perro y al verte en el suelo pedirían ayuda a la enfermería donde estaba Kathy. Lo cierto es que allí te llevaron y los demás nos enteramos por la mañana. No tenemos periódicos, ni radio, ni se nos permite la conexión a Internet salvo a páginas censuradas previamente, todo lo demás está bloqueado. El correo electrónico también. Solo podemos escribirnos entre nosotros y para eso mejor vernos y hablar. Bueno, ahora me toca a mí. He hablado demasiado para las pobres respuestas que has dado a mis preguntas.

Al parecer –según pude saber en respuesta a mi última pregunta- el bosque que estábamos recorriendo era tan extenso que nadie en Crazyworld lo había recorrido entero y los que lo habían intentado se habían perdido y tuvieron que ser rescatados desde el aire por un helicóptero de fuera del perímetro. Según la hipótesis de Alice o bien éramos vigilados por drones –un concepto nuevo para mí que me tuvo que explicar- o bien todos llevábamos algún chip injertado, como los perros –también me lo tuvo que aclarar- no encontraba otra explicación al rápido rescate. Jimmy fue el primero o de los primeros en ser rescatado. Se le había metido en su cabezota la idea de que si uno recorría todo el bosque sin duda llegaría a salir de él hasta dar con una zona que no tuviera muro. Por mucho dinero que tuviera Mr. Arkadin, hacer un muro que rodeara todo el bosque tenía que costar una pasta. Lo cierto es que ni él ni nadie había llegado a saber si la hipótesis del Pecas era cierta o no. El bosque estaba repleto de árboles de distintas especies, la mayoría muy altas. Existían zonas de secuoyas que permitían un caminar fácil entre ellas, aunque la mayoría del bosque era muy tupido. La maleza crecía libre. Nadie sabía de jardineros o forestales encargados de cuidarlo como un jardín. Los pocos caminos transitables lo eran porque alguien cuidaba de desbrozarlos cada cierto tiempo. Ese alguien era Jimmy, por supuesto, pero también algún que otro residente aficionado a las excursiones y deseoso de olvidarse de la prisión en la que habitaba. Incluso algún que otro paciente gustaba de recorrer el bosque, no mucho, para pintar caras o palabras obscenas en el tronco de los árboles o recolectar setas que debían entregar en la cocina para que los conocedores dieran el visto bueno antes de preparárselas para alguna comida. Cada cual desbrozaba sus propios caminos y los señalaba con sus códigos particulares. Cuando Alice me dijo eso caí en la cuenta de que ella también se detenía cada cierto tiempo para ver algo que nadie más que ella podía ver. Estuve tentado de preguntarle por su código. No lo hice, bien porque no me lo iba a decir, bien porque había asumido que estaríamos juntos durante toda la búsqueda y regresaríamos también juntos antes de que se hiciera de noche.

Caminábamos despacio, porque el sendero no era como para hacer deporte, hablando tranquilamente, aunque también hubiéramos podido hacerlo a mayor velocidad. El turno de preguntas de Alice lo ocupó sobre todo en saber de mis andanzas amorosas, ya que el resto no podían ser contestadas porque yo era amnésico. Esa fue su primera pregunta. Dudaba de que yo lo fuera. Podía estar disimulando por algún motivo oculto que yo me encargué de disipar puesto que no tenía el menor sentido a la luz de la lógica, ni incluso a la oscuridad del caos delirante. ¿Para qué iba yo a engañar a todo el mundo haciéndome el amnésico? Si iba a permanecer allí el resto de mi vida no tenía sentido hacerme el tonto, antes o después cometería deslices o me aburriría de ser un desmemoriado o el doctor Sun se pondría serio conmigo y recobraría la memoria antes de seguir soportando sus test o sus sesiones de hipnosis. Eso la convenció. En cuanto a mis andanzas amorosas quería saber todos los detalles. Le dije que yo era todo un caballero y no hablaba de la intimidad de las damas. Di algunos detalles que no me parecieron importantes, tales como que en efecto, había pasado una noche con Heather en su apartamento y del regalo de un gatito por parte de Kathy, ya que no podía ser otra persona. Me dijo que era una mala señal. Yo estaba enfilado y eso era un aviso serio. Pensé que tal vez lo pensara por el color del gato o gata. El negro era signo de mal agüero. Me sorprendió que yo recordara eso. De Dolores le dije lo de su sabrosa comida mexicana y de inmediato ella me confesó que era una excelente cocinera, comida italiana o china –había tenido una amiga de esa nacionalidad que la enseñó a cocinar- sobre todo. Eso me puso sobre aviso. En cualquier momento me invitaría a su apartamento y tendría que colgarme otra llave del cuello, bien en forma de tarjeta, la de Heather, o metálica como la de Dolores. Apunté la pregunta para cuando me volviera a tocar el turno. ¿Existían clases en Crazyworld? ¿Mejores apartamentos y otras prerrogativas según el trabajo de cada uno?

De esta guisa y ritmo caminamos lo que me pareció un buen rato. No sabría decir cuánto tiempo porque me fijé en que yo no llevaba reloj de pulsera –tendría que preguntar también por mi reloj, si es que lo llevaba al llegar- y tampoco Alice, no se lo vi en las muñecas. Cuando ella satisfizo su curiosidad morbosa aproveché el tiempo para enterarme de algunas cosillas que me habían llamado la atención y que no se me ocurrieron hasta recapitular con aquella caminata ecológica. Estuve a punto de preguntar detalles propios de amnésico, tales como en qué día estábamos, en qué estación, si era lunes o martes, si nevaba o llovía y en qué épocas… No lo hice porque a lo mejor descubría algo que no me gustaba. Supuse que estábamos al final de la primavera y principios del verano, por el calor, ya que me habían dado ropa de verano. Porque el cielo estaba despejado, aunque se vislumbraban algunas nubecillas que tal vez pudieran dar lugar a una tormenta de verano, si estábamos en verano, o primaveral si en realidad aún no habíamos salido de la primavera. Todas las preguntas se me quedaron en el gaznate porque habíamos llegado a una especie de claro, rodeado de un montón de enormes secoyas. Me quedé pasmado cuando observé bancos de madera pegados a los árboles y mesas del mismo material, troncos adaptados como sillas y algún que otro detalle que me hizo pensar en una especie de parque o lugar de asueto. Enseguida pregunté cómo era posible que existiera todo eso y no un camino ancho y preparado para excursionistas. Me dijo que en efecto, lo hubo, pero a la vista de los follones que se habían montado entre pacientes y trabajadores por reservar el parquecito para sus expansiones, el director dio orden a los jardineros de que no cuidaran el camino, que al cabo de un tiempo se convirtió en bosque salvaje. Muchos se desesperaron y no regresaron. Otros hicieron sus propios caminos con códigos pero era raro ver juntos a más de uno, o dos o tres. Las excursiones grupales desaparecieron. Alice escogió un árbol, una mesa y un banco y nos preparamos para comer lo que Dolores nos había preparado. En efecto mis tripas ya habían comenzado a rugir, pero enfrascado en la conversación no me había dado cuenta.

lunes, 14 de febrero de 2022

VARIACIONES CLIMÁTICAS VI

 




Al parecer la alarma ha sonado por un nuevo virus y todos los filtros, defensas y lo que sea, se han activado. Yo he quedado enclaustrado con un grupo de científicos, perdón “cientificaos” porque también hay mujeres, bastantes, aunque no hay paridad total. No se ponen de acuerdo en si el virus procede de un animal, parece que no volador, sino sería otra vez la gripe aviar, o incluso de alguna planta, porque al parecer las plantas pueden tener también virus, algo novedoso, porque bacterias sí se sabía que había, y sino recuerden las bacterias de los alimentos que producen diarrea. Incluso se habla de minerales que generan extraños virus. Su discusión me ha llevado a la risa tonta, que es la peor de las risas. Los, digo “laos” “cientificaos” se han enfadado mucho, casi hasta darme de sopapos. Que si yo era un inconsciente por reírme mientras se estaba iniciando el apocalipsis, que si tal o que si cual. He tenido que sacar a relucir mi carácter, que lo tengo, a pesar de ser un repartidor de bocatas, y les he dicho de todo, entre otras cosas que yo prefería que el apocalipsis me pillara riendo a mandíbula batiente en lugar de llorando a lágrima viva. Si voy a morir, como todos “vosotraos”, les rematé, prefiero morir riendo que llorando. Cada uno es como es, y yo soy así.

Creo que me han entendido, a pesar de que todos hablan inglés y yo no (¡Uy! Perdón, ya he desvelado otro secreto de Estado). Supongo que se debe a que el spanglish, en el año 2051, es cosa corriente, tal vez debido a que hay muchos latinos, porque no les gusta que les llamen hispanos, y muchos castellano parlantes, porque no les gusta que les llamen “españolaes”. Pero sobre todo hay muchos spanglish, así que todos me entienden bien o casi bien. No sé si en spanglish existen los plurales inclusivos, porque no hablo spanglish, tampoco, solo hablo español, perdón castellano, y eso que tengo una gran cultura. Sí, a pesar de ser un repartidor de bocatas, he leído mucho y estoy a punto de escribir también mucho, aunque no tanto como un escritor aficionado, muy prolífico, que llenó el espacio virtual con sus textos allá por las dos primeras décadas del siglo XXI, en el que aún seguimos estando, luego dejó de hacerlo, creo que porque estiró la pata y que me perdone el interfecto, que sé que me va a perdonar porque tenía mucho sentido del humor. Al parecer tenía un adorable gatito, llamado Zapi, al que metía en todos sus textos, viniera a cuento o no. Les voy a confesar algo que no es secreto de Estado. Yo también tengo un gato, llamado Zapi, que es posible sea nieto, tataranieto o Tarantino de aquel gato mítico. Si bien aquel autor dijo que su gato estaba operado, yo no me lo creo y aunque me lo creyera, las ciencias han adelantado que es una barbaridad y estoy seguro de que aquel Zapi tuvo hijos y estos más hijos. Yo me hice con uno de ellos, al que he tenido que abandonar en mi pueblo para venir aquí. Espero que por mucho que se haya asilvestrado me siga queriendo. Un instante para una lagrimita…

Sirva este interludio para intentar controlarme un poco y dejar de temblar. A mí el miedo me produce temblores, en cambio a otros, hambre. “Laos” “cientificaos” no dejan de pedirme bocatas. He repartido los que me quedaban entre las científicas, adorables, e incluso he puesto extra de todo lo más rico, pero se han enfadado mucho –¡vaya por Dios! Que si pretendía que engordaran, etc-. Yo lo único que pretendía era quedar bien con ellas, incluso seducirlas, porque como ya dije amo a todas las mujeres y aquí me siento muy solo porque no he podido traer a mi familia, si la tuviera, a mi pareja, si la tuviera, a mis amigos, si los tuviera, a Zapi, que lo tengo, pero que no hubiera podido soportar el viaje.

Déjenme que les diga que el lenguaje inclusivo alarga los discursos, algo que no importa, estamos acostumbrados, pero sí nos importa a los escritores, que tendríamos que escribir señoras y señores cuando hablamos de un grupo multigénero, por ejemplo, y eso alargaría mucho las novelas, que ya son largas, incluso demasiado. Digo esto para darme unos segundos, a ver si dejo de temblar y puedo ir a la cocina para preparar más bocatas para los científicos que se han quedado sin ellos porque los he repartido todos entre las científicas. De eso les hablaré cuando deje de temblar.

Continuará.

jueves, 10 de febrero de 2022

MICRORRELATOS III

 






CUMPLEAÑOS FELIZ

Se despertó con la boca reseca y un espantoso dolor de cabeza. Tardó en hacerse una idea de dónde se encontraba. Lo consiguió después de que le saliera un chinchón en la testa al intentar ponerse en pie. Recordó la juerga de la noche anterior y la tremenda cogorza que cogieron todos para celebrar su cumpleaños.

Intentó moverse pero estaba como encajonado, aquello olía mal y no encontraba la llave de la luz. Cuando después de intentarlo todo tuvo que admitir que se encontraba en un sepulcro se le erizaron los pelos del cogote. Con la desesperación del que lucha por su vida logró correr la lápida y salir a un deslumbrante sol mañana. Allí le esperaban todos sus amigos, con matasuegras en la boca y botellas de licor en las manos. Incluso habían contratado una orquestina compuesta por tamborilero y dulzainero. Alguien le ofreció la botella de orujo y entonces recordó que la noche anterior los cafres de sus amigos le llevaron a hombros, jugando al entierro de la sardina y terminaron sepultándole en una tumba vacía del pequeño cementerio de la localidad.

Imperturbable como un buda, rompió la botella de licor que le habían ofrecido sobre la cabeza de Romualdo, el autor confeso de la espantosa broma.

EL PERISCOPIO DEL FBI

En el gigantesco cementerio está sonando una orquesta de jazz traída expresamente de New Orleans. El espiritual negro tiene un ritmo endiablado y los pies de los asistentes al sepelio se están moviendo con disimulo. Una lápida en algún lugar se mueve apenas unos centímetros y por la rendija asoma una especie de periscopio.

En el fondo de la tumba John Smith, agente especial del FBI, aplica el ojo al periscopio, al tiempo que susurra por el intercomunicador: Están todos, tomen nota, el gordo Carnicero-Joe, el pequeño Cucaracha-Jim… Cuando termina de recitar el largo santoral cierra la comunicación y no puede evitar escupir en el suelo de la tumba, al tiempo que maldice en silencio: ¡Maldita sea mi estampa! Siempre me tocan los peores trabajos. ¡Ni que los sortearan a dedo!

LAS PRISAS DEL HOMBRE MODERNO.

El viejecito se enjugó una lágrima furtiva y salió corriendo del cementerio en una de cuyas tumbas acababa de enterrar a su amada esposa. Jadeando llegó hasta el coche y arrancó como si lo persiguieran los demonios. Apretó el acelerador con tantas ganas que el coche derrapó y a punto estuvo de chocar contra el furgón funerario. Entró en la ciudad como una exhalación entre pitidos y maldiciones de los tranquilos domingueros que abandonaban la urbe. Le faltaban apenas un par de kilómetros para llegar a la meta cuando estampó el coche contra el único árbol de la calle. Salió indemne e intentó parar un taxi que pasó de largo, mientras en una ventana una mujer chillaba histérica. El taxista ni le vio por lo que jadeó con más ganas y continuó corriendo.

Entró como una exhalación en el apartamento donde le esperaba su amante, una jovencita desnuda sobre la cama, un cigarrillo en la boca. El viejito se puso enseguida a la faena pero el corazón falló estrepitosamente. ¡Las prisas del hombre moderno!

martes, 1 de febrero de 2022

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVII

 


-Querido Arminido, deberías dar paso a nuestra tertuliana y experta la doctora Artemoisa, para que nos hablara de los caeros y nos adelantara un poco lo que nos vamos a encontrar cuando lleguemos al bosque de los kooris. Aún no le has permitido abrir la boca, no sé si porque es mujer, porque te cae mal o porque no te gustan los animales.

-Todo se andará. De hecho ha llegado su momento. Por lo que encantado le cedo la palabra, no sin antes matizar que ya han hablado otras mujeres en este programa, que me gustan las mujeres y me gustan los animales, aunque no tengo mascotas. Ella me cae bien, como no podía ser menos, me gusta, y aprovecho para invitarla a cenar un día de estos.

-Jajá, Arminido, lo tuyo no tiene cura. Que hable Artemoisa y deja que se explaye.

-Gracias Arminido, lo de la cena ya se andará. Gracias Alierina, por defender a una congénere. No sé qué pensaran los holovidentes al respecto, que lo digan por Omostrón. Espero que luego Arminido nos haga saber qué están diciendo nuestros holovidentes, que parece tenga miedo de las críticas. Me permitiréis que antes de hablar de los caeros y luego de los kooris haga una pequeña introducción sobre la fauna de este planeta. Como sabéis Omega es un planeta de formación suave, casi hecho a medida, de ahí la teoría de la terraformación extraomeguiana, que se expone con gran extensión y todo cúmulo de detalles en los documentales que “H” pone a nuestra disposición. Allí se habla también de la fauna anterior al advenimiento del omeguiano inteligente, que unos consideran descendiente de una especie concreta de monos y otros creado específicamente por naves sembradoras de vida inteligente que pasaron por el cuadrante hace eones, sembrando todo tipo de vida, más o menos inteligente, porque toda vida es inteligente “per se”. “H” se inclina por esta última hipótesis en base a las razones que esgrime en sus documentales. De una u otra forma lo cierto es que la fauna de los primeros tiempos del planeta era de un tamaño desmesurado, lo mismo que la flora. Se supone que los ejemplares grandes, tanto de fauna como de flora, tienen más posibilidades de sobrevivir a los avatares de la evolución que las criaturas diminutas. No estoy de acuerdo como pueden comprobar si solicitan a la biblioteca de “H” mis libros y documentales. Lo cierto es que las grandes criaturas que poblaron la corteza de nuestro planeta, se extinguieron, por las razones que fuere. Se alimentaban de la enorme y gigantesca población de árboles y toda clase de plantas que brotaban de la corteza de Omega, un planeta ideal para toda clase de vida.

“No me voy a extender sobre la fauna y la flora de aquellos tiempos porque está muy bien expuesto en los hologramas de “H”, donde estos animales y plantas están recreados con un fantástico realismo que pueden ver también en el museo de historia natural existente en el palacio de “H”. Por cierto que yo también me apunto a la visita que estáis programando. Quiero hablar directamente con nuestra querida IA y hacerle un montón de preguntas al respecto. Pero antes hablemos de los caeros, una especie tan resistente como sociable. Se dice que son herederos de una especie gigantesca y brutal que dominó Omega en los primeros tiempos de la vida animal. Este planeta posee unas características muy especiales, como hemos visto cuando se podía viajar por todo el cuadrante, antes de que “H” nos pusiera en cuarentena y prohibiera salidas y entradas. La hipótesis de nuestra inteligencia artificial es que Omega fue terraformado y sembrada la vida por las primeras naves sembradoras de la galaxia. Algo que no parece tan inverosímil teniendo en cuenta lo acreditado que está la llegada de la nave en la que viajaba quien luego sería llamado El Mesías de Omega. Teniendo en cuenta cómo son los planetas habitados del Cuadrante parece que con Omega se esmeraron, tal vez porque todo cabrón tiene un momento de debilidad o porque estaban muy cansados en su largo periplo y celebraron una fiesta en la que se pusieron hasta el culo de sus bebidas alcohólicas, artificiales, químicas, que producían en sus organismos de sembradores, extraños, raros, un efecto especialmente placentero. Así debió salir aquel proyecto de planeta, donde se evitó en lo posible la evolución caótica y demoledora que parece necesaria, imprescindible, para que un planeta alcance la madurez y pueda ser habitado.

“El caeros es un buen ejemplo del mimo y cuidado con que terraformaron este planeta. Es un animal suave, dulce, tranquilo, hasta cariñoso, y al mismo tiempo lleva en sus genes el instinto más brutal, capaz de romper, despedazar, aniquilar a sus enemigos con una saña insólita. La visita a la manada de caeros ha sido demasiado breve para que hayan podido percibir las dos caras del caeros, su cariño infinito hacia sus crías y su saña con los depredadores que las atacan, algo muy poco frecuente en estos tiempos, aunque pueden verlo en los documentales de “H”.  Su vida gregaria es bastante simple, comen toda clase de vegetales, incluso los más indigestos, cuidan en manada de sus crías, se rascan mutuamente por la noche, antes de dormir y dejan pasar el tiempo como si no existiera, viven en un eterno presente. Son las hembras las que viven gregariamente con sus crías, los machos se limitan a seguir al rebaño y comer lo mismo ellas, defendiéndolas cuando llega la oscuridad, formando un círculo defensivo a su alrededor. Los machos se alternan, mientras unos vigilan, otros duermen y a mitad de la noche cambian de turno. Procuran no acercarse al rebaño, dejando siempre una distancia de seguridad que nosotros no percibimos pero que para ellos parece estar muy claro. Solo durante los ciclos de celo las hembras dejan aproximarse a los machos. Estos no pelean entre sí para hacerse con el harén, se limitan a pasear tranquilamente entre ellas, lanzando berridos lastimeros. Son las hembras las que eligen, sin llegar nunca a pelear por un macho concreto, parece existir un sutil acuerdo entre ellas. Cada una tiene sus gustos, que curiosamente, no coinciden, al menos no del todo. Los machos son menos numerosos que las hembras. Debe haber en ello una razón genética, aunque tal vez también se deba a que la tarea defensiva de éstos tuvo que producir muchas bajas en los tiempos en que sus depredadores eran más numerosos y terribles de lo que son ahora. Las caeros comparten a los machos de una forma tan ordenada que podría parecer ridícula. En la primera etapa del celo cada grupo de hembras escoge a su macho preferido, lo atraen con berridos dulces y establecen unos turnos en los que el macho nada tiene que decir. Sus coitos son prolongados, a veces durante un día entero no dejan de repetir una y otra vez el curioso ritual que no deben perderse visualizando los documentales de “H”. Pueden tener una docena de coitos en un solo día, tan largos que los machos tienen que descansar mientras montan a las hembras, quedándose encaramados s sus grupas, con la cabeza descansando, puede incluso que duerman. El macho queda tan exhausto que procura alejarse para dormir sin ser molestado, aunque si la hembra tiene un celo especialmente intenso puede buscarle y obligarle a repetir algún coito más durante la noche. Al día siguiente otra hembra se hace cargo del macho y así sucesivamente, todo depende del número de machos disponibles para las hembras en celo. Por suerte el celo no dura para siempre, porque de otra forma los machos se hubieran extinguido hace ya tiempo.

“Terminado el celo los machos se quedan atrás, descansando. Forman un círculo defensivo para evitar el ataque de los depredadores y se pasan días y días descansando. Las hembras siguen su camino, más atentas que de costumbre, defendiendo a las crías del anterior celo en el centro del rebaño. No voy a comentarles mucho más porque estaríamos aquí varios días. Además el Sr. Artotis puede hablarles luego de su experiencia en la domesticación de caeros. Si quieren ver la diferencia entre caeros salvajes y domésticos, nada mejor que una excursión a las Montañas Negras, allí los granjeros rebeldes han aprendido el arte de la domesticación del caeros durante siglos. Los utilizan para el transporte y la agricultura. También como mascotas, especialmente para los niños. Es curioso pero estos animales sienten una rara atracción hacia los niños como si fueran crías especiales. En cuanto a los salvajes están en su hábitat natural, las montañas y los bosques donde la nieve es algo habitual a lo largo de todo el año. Apenas son molestados por los granjeros, salvo cuando necesitan carne. Prefieren matar caeros salvajes que los propios, y no solo porque luego tendrían que domesticar otros, lo que supone un arduo trabajo, sobre todo lo hacen porque acaban sintiendo un gran cariño hacia ellos.

“Antes de terminar mi exposición me gustaría adelantarles lo que nos vamos a encontrar en el bosque de los kooris. Estos son unos monitos muy extraños. Casi diminutos. Su característica más llamativa es su instinto lúdico. Se pasan la mayor parte del tiempo jugando, incluso cuando comen. Creo que hasta en sueños juegan. De ahí nace su creatividad para el juego. Al menos esa es mi teoría que espero confirmar algún día. Por cierto que a mí me gustaría acompañarles en esa expedición a las Montañas Negras de la que han hablado antes, si es posible, algo que dudo. Debo avisar a los expedicionarios que van a establecer contacto con ellos en unos minutos sobre el instinto lúdico de los kooris. Son bromistas por naturaleza y les encantan las bromas pesadas, sobre todo. Disfrutan tanto con ellas que cuando les visitan intrusos se ceban con ellos hasta el punto de que pueden correr algunos riesgos. Seguro que de esto podrá hablarles mejor Rosindra. Si alguno no se siente preparado para soportarlas es mejor que se quede en el vehículo. Los kooris viven en los árboles donde hacen sus nidos familiares. La familia es su sociedad básica. No son gregarios como los caeros, aunque las relaciones entre familias así podrían darlo a entender, especialmente entre familias que habitan árboles cercanos. Es la razón por la que no se permite la adopción como mascota de un solo koori, debe ser adoptada la familia completa o de otra forma el koori acabará muriendo de tristeza. No tengo datos sobre los kooris adoptados en todo el planeta, pero me temo que son muy pocos. Su sentido del juego exige un sentido del humor muy elevado y una paciencia infinita. Y aquí termina mi exposición. Gracias Arminido y si es posible me gustaría que la producción del programa se pusiera a la busca de una estadística de los kooris adoptados, si es que hay alguno.