Mostrando entradas con la etiqueta TERCER DÍA EN CRAZYWORLD. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta TERCER DÍA EN CRAZYWORLD. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de agosto de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD XIII





Me desperté con una sensación rara. No era un sueño inquietante o una pesadilla angustiosa, ni siquiera la sensación de haber recordado algo que antes no estaba ahí. Me costó situarme, estaba en la casa de Dolores, en horizontal, tardé en comprender que me encontraba en su cama. Pero no podía verla. Comprendí que miraba hacia el techo, boca arriba. Giré la cabeza hacia mi izquierda y allí estaba ella. De costado, vestida, con los pechos fuera del vestido, dormía apaciblemente. Me dolía la cabeza, sentía el estómago revuelto. En realidad tenía ganas de vomitar. Cuando lo comprendí salí disparado hacia el servicio que tardé en encontrar. Llegué justo a tiempo para echar la vomitona en el retrete. Me di una ducha con agua fría y solo al salir y secarme la toalla fui consciente de que no me había desvestido, ya estaba desnudo, lo había estado en la cama. Me sentía muy confuso. Regresé a la cama y los recuerdos comenzaron a volver. Muy revueltos, muy extraños. Comprendí dónde me encontraba, cómo había llegado, los episodios más relevantes que me habían sucedido, y sobre todo lo que más me estaba afectando. Me había quedado amnésico tras el accidente y solo muy vagos recuerdos de mi pasado, la mayoría obtenidos en sueños, podían ser tenidos en cuenta, no del todo, porque no había seguridad alguna en que fueran ciertos. Al parecer había sido un gigoló, puede que fuera español, aunque ningún hilo conductor podía explicarme cómo había llegado hasta allí, por qué hablaba inglés de manera tan perfecta, al parecer, porque nadie había notado nada especial en mi pronunciación y acento. Había tenido un accidente cerca de Crazyworld y buscando ayuda me había quedado encerrado aquí de por vida, al menos eso era lo que me había dicho Jimmy El Pecas, el bufón más ridículo que había visto en mi vida, mi corta vida, porque solo recordaba tres días. Me había despertado entre los colmillos de Kathy, nunca mejor dicho, y pronto pasé a ser absorbido por su sexo que desprendía una especie de jugo capaz de atrapar toda clase de moscas, mosquitos y moscardones, sintiendo una especial atracción por los penes, a los que podríamos calificar de lombrices, por ejemplo. Había conocido a todos los pacientes de aquel endemoniado psiquiátrico para millonarios y para rematarlo todo se había producido el asesinato del director. El doctor Sun nos había encargado a Jimmy y a mí encargarnos del caso, como dos detectives de novela. Había pasado la noche anterior con la preciosa Heather y ahora estaba con Dolores en su cama, tan grande que podía con los dos y aún sobraba un poco de sitio. Sí, todo eso lo había recordado al despertar, pero la verdad es que nada encajaba y no tenía nada que contraponer puesto que mi memoria me estaba jugando una mala pasada. ¡Bonito panorama!

Miré otra vez a Dolores, luchando contra la tentación de tocar sus pechos y lamer sus pezones. Entonces ella abrió un ojo, como en un guiño extraño, como si me estuviera diciendo que podía leer mis pensamientos. Luego el otro y una sonrisa pícara asomó a su boca.

-Juraría que ya has vomitado y que la cabeza está a punto de explotar en mil pedazos. ¿Me equivoco?

-No, no te equivocas. Tengo el cuerpo tan revuelto que no sé si es mío.

-Eso es consecuencia del resacón. Espera que te traigo un mejunje para la resaca que ya tenía preparado, porque sabía que no me ibas a decepcionar.

-Oye, Dolorcitas, querida. ¿Cuántas horas hemos dormido?

-Toda la tarde. Ya está cayendo la noche. Nunca mejor dicho, porque en Crazyworld todo cae sobre nuestras cabezas. Casi siempre sin avisar.

-Perdona, pero no recuerdo haber venido a la cama por mis propios pies. ¿Cómo lograste arrastrarme hasta aquí, subirme a la cama y quitarme la ropa?

Dolores sonrió de oreja a oreja.

-Arrastrándote, por supuesto, ¿no pensarás que puedo echarte sobre mis hombros y llevarte como un saco? Lo que más me costó fue subirte a la cama, no quieras saber cómo me las ingenié para conseguir que ese corpachón descansara en el lecho. Lo más agradable fue desprenderte de tu ropa. No pienses que me aproveché de las circunstancias, lo haré ahora, en cuanto te traiga el mejunje.

Y se alejó a paso lento, mientras yo intentaba recapitular todo lo sucedido, buscando el menor sentido que pudiera dar coherencia a la pesadilla que estaba viviendo. Entonces recordé a Jimmy y me pregunté si no habría perdido el walkie talkie. Confié en que estuviera en algún lugar del apartamento de Dolorcitas. Era curioso pero a pesar de recordar cómo me había golpeado por sorpresa, dejándome maltrecho, no sentía el menor resquemor hacia él. Era como si aquello hubiera sucedido muchos años atrás, en alguna etapa perdida de mi vida. Me pregunté qué estaría haciendo, si se habría producido otro asesinato y si me habría llamado mientras yo estaba grogui. Dolores llegó con un gran vaso de un mejunje de color indefinible y me obligó a beberlo de un trago. Sentí que todo se revolucionaba en mi interior, buscando la salida. Salí disparado al retrete y vomité hasta que un gran vacío se hizo en mi interior. Un último vómito espasmódico me convenció de que ya no había nada más que echar. Unos hilillos de baba ácida quedaron colgando de mi boca. No sé cuánto tiempo permanecí allí hasta que logré recuperarme lo suficiente para arrastrarme de nuevo hasta la cama. Me sentía muy mal pero poco a poco me fui recuperando hasta comenzar a sentirme bien, cada vez mejor. Dolores no estaba allí, seguramente se estaba dando una ducha, o mejor, un baño, y no en el retrete donde había vomitado, porque allí no había bañera. Sí, con seguridad era un baño, porque tardaba mucho. Al fin apareció en la puerta del dormitorio, desnuda, como una de esas bellezas cárnicas de Rubens. Me pregunté cómo sabía yo quién era el tal Rubens y que era pintor. Los recuerdos parecían continuar aflorando, gota a gota, pero sin pausa. Sentí un violento deseo hacia Dolorcitas y me pregunté si además del mejunje anti resaca no habría echado también algún potente afrodisiaco. Aparte la mirada y me encontré con un televisor muy grande que parecía reflexionar sobre una mesa, frente a la cama y que aún no había visto o sido consciente de verlo.

-¿Os dejan ver la televisión? No he visto ningún televisor en el pabellón de los pacientes.

-Sí podemos verla, aunque con canales limitados, la censura de Mr. Arkadín es tan ridícula como gazmoña. También tenemos Internet, aunque tan bloqueado y censurado que no sirve para nada. No podemos utilizar el correo electrónico ni hacer comentarios en ninguna página, todo está bloqueado. No sirve de nada y pocos lo utilizan. Los pacientes no tienen acceso a la televisión ni a Internet. Una vez a la semana se les deja ver una película, escogida para que ninguna escena se les atragante.

Se acercó a la cama y con mucho cuidado se tumbó en ella. Se puso de costado con cierta dificultad y me abrazó con ganas, con muchas ganas. Su boca buscó la mía y la absorbió, incluida la lengua. Una de sus manos hurgó en mi entrepierna y masajeó todo lo que quiso. Una gran cantidad de sangre se trasladó a mi miembro que sufrió una tremebunda erección, bastante dolorosa. Ella no perdió el tiempo, maniobrando para introducirlo entre sus labios y se pegó aún más a mí, hasta lograr introducirlo del todo. Era una cueva muy acogedora y muy húmeda, un jugo resbaladizo se desprendió de ella hasta deslizarse entre sus muslos y los míos. Recordé a Kathy y me estremecí. Otra noche como aquella y sufriría un severo infarto.

Era muy agradable sentir su cálida y aterciopelada piel pegada a la mía. La deseaba como había deseado a todas las mujeres que había conocido desde mi llegada a Crazyworld. Eso era algo que no sabía muy bien si podía ser normal o tal vez se tratara de que mi condición de gigoló, me hacía verlas a todas como muy deseables, porque así son los gigolós o porque se trataba de una estrategia propia del oficio, es decir, si te tienes que acostar con una mujer que te ha pagado la prestación, mejor que la desees que no hacerlo a regañadientes. Me pregunté si realmente había sido un tal gigoló en mi pasado y aún conservaba en el subconsciente todas las experiencias y los trucos o la imaginación me estaba jugando una mala pasada, o buena, según se mire. Eso era algo que tendría que meditar con calma, cuando la tuviera. Fui consciente de algo que me había pasado desapercibido hasta ese momento. Después de tomarme el mejunje de Dolorcitas me sentí mucho mejor, pero lo que no advertí es que mi miembro viril, porque los otros miembros estaban en su sitio, había sufrido una erección importante y desde ese momento había permanecido así, como si mi deseo por Dolores fuera tan natural que resultara imposible, en su presencia, mantenerse quieto y pacífico. Eso me hizo sospechar algo que me turbó un poco. ¿Y si había echado algún tipo de afrodisiaco en la bebida contra la resaca? Me hubiera gustado seguir analizando esa posibilidad más detenidamente, pero no pude porque el cuerpo de Dolores se movía ya a buen ritmo. Sus brazos sujetaban el mío con tanta fuerza que no hubiera podido escapar aunque quisiera hacerlo, que no quería. La sensación de estar dentro de su cueva, que parecía amplia, era tan agradable que me acompasé a su movimiento, hasta que no pude más y la volteé con cierta dificultad hasta ponerme encima de ella. Era un mullido y amplio colchón, con un pubis extenso y muy boscoso. Su monte de Venus parecía una duna, cálida, suave, muy receptiva a mis envites, que cada vez eran más y más galopantes y salvajes, como si hubiera perdido el control. Lo que ciertamente parecía verdad, a juzgar por mi deseo de penetrarla hasta el fondo y con ritmo ansioso, casi angustioso por mi necesidad de explotar cuanto antes para librarme de aquel dolor, generado por toda la sangre que seguía acudiendo hasta el pene desde cualquier lugar de mi organismo que la tuviera, lo que había engrosado y alargado el miembro hasta casi descoyuntarlo.

Los gemidos y hasta grititos que exhalaba Dolorcitas me decían que lo estaba haciendo bien y ella disfrutaba casi tanto como yo lo hubiera hecho sin aquel molesto dolor. Bajé mi cabeza hasta encontrar sus labios. La besé retorcidamente como intentando taparle la boca. Me hubiera gustado, y mucho, dedicarme a sus pechos, pero eso no era posible, porque me habría llevado mucho tiempo, y yo necesitaba explotar cuanto antes. Lo que conseguí al fin, sintiendo un enorme alivio. Ella en cambio continuaba moviendo sus caderas, como si quisiera más y más, hasta que exhaló un grito contundente y se relajó. Se estaba bien en su cueva y sobre el mullido colchón de su cuerpo, pero cuando noté que mi pene seguía erecto y retorciéndose como en un ataque epiléptico, me asusté y me retiré un tanto bruscamente. Me coloqué a su lado, boca arriba. Ella se movió hasta lograr colocarse de costado y me abrazó con demasiada fuerza.

-No sabes cuánto lo necesitaba, cuánto, cuánto. Me has hecho muy feliz. Ya sé que hay otras mujeres en Crazyworl, muchas, y todas más deseables que yo. Pero me gustaría que me prometieras que me vas a visitar al menos una vez a la semana, o si no puede ser, cada quince días, pero de ahí no bajo.

-Te lo prometo, Dolorcitas. Ha sido muy, muy agradable. Tengo que hacerte una pregunta, si no quieres no contestes. Juraría que me has puesto algún afrodisiaco en el mejunje. Estaba demasiado hecho polvo para alcanzar esta erección, que aún continúa.

-No te voy a engañar. No hubiera soportado que te rajaras. No sabes cuán necesitada estaba.

Y para confirmarlo o reafírmalo, echó mano a mi pene, que seguía erecto, y lo masajeó, como dándole las gracias. Hablamos cariñosamente de varias cuestiones hasta que de pronto dejé de escucharla. Me había quedado dormido sin más. El agotamiento que llevaba conmigo desde mi llegada era una disculpa que ella debió aceptar, aunque sólo por un tiempo. Me desperté porque notaba algo moviéndose por mi cara. Era la lengua y la boca de la mujer. Mordisqueó mi oreja y me susurró frases muy cariñosas, tanto como una amante le susurraría a su parejita. Su necesidad de cariño era más que evidente. Noté que el miembro viril continuaba erecto y así había estado, seguramente, durante mi sueño. No necesitaba precalentamiento, pero decidí calentar porque me apetecía. Esta vez sí que me dediqué sin prisas a sus pechos.

Cuando culminamos yo también estaba muy cariñoso, no tanto que el agotamiento no me hiciera quedarme dormido otra vez. Eso ocurrió puede que dos veces más, luego ella me dejó dormir sin molestarme. No tuve sueños, el agotamiento me hundió en un pozo sin fondo. No pensé en nada, y eso fue lo que gané.

sábado, 5 de junio de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD XII

 




Quiero decir que en una mesita cercana al sofá serví el café, dejé la botella de tequila con dos copitas, puse la caja de puros, el cenicero y un paquete de cigarrillos por si me apetecía, aunque en ese momento no recordaba si yo era fumador o no, si había fumado en algún momento desde la llegada a Crazyworld, si Jimmy fumaba, si alguien fumaba allí, aparte de Dolorcitas, si estaba o no prohibido.

-Dolorcitas, no tengo ni idea de si fumo o no o cómo está el fumar en Crazyworld, si está prohibido, si se puede comprar tabaco, etc etc.

-Anda déjate de tonterías y siéntate aquí y apoya tu cabecita caliente sobre mis pechos que necesitan calor.

Miré y vi, pasmado, que Dolores había desabotonado su escote y sacado sus enormes pechos a tomar el aire. Tardé en reaccionar porque no recordaba cómo iba vestida, hubiera jurado que solo llevaba una gran túnica por encima de su cuerpo, o un poncho. Me sorprendió que no recordara estos detalles tan elementales, hasta que recordé que me había bebido la botella de vino yo solito, porque Dolores había bebido cerveza. Cuando pude reaccionar me senté en el sofá, a su lado y antes contemplé a gusto y gana sus pechos, gesto que ella recibió con regocijo. Sus pezones eran los más grandes que había visto nunca, suponiendo que recordara todos los pezones que había visto en mi vida, si es que había visto alguno o muchos, algo que daba por supuesto, aunque sin razones objetivas, porque quien no recuerda lo que ha vivido es como si nunca hubiera ocurrido. Sin poder controlarme, o no queriendo hacerlo puesto que me exigiría un enorme esfuerzo, bajé mi boca y besé un pezón y luego el otro, y los lamí con ansia y mordisqueé la carne de sus pechos y… dejé de hacerlo cuando escuché los lamentos de aquella santa matrona. Eran lamentos de placer, pero a mí me sonaban como quejidos de quien es torturado. Levanté mi cabeza y busqué una excusa para aplazar lo inevitable. Y la encontré. Tomé una taza de café y se la puse en las manos, saqué un puro y se lo puse en la boca. Tomé la otra taza y bebí un trago. Me quemé la boca porque aún seguía caliente. Abrí la cajetilla de tabaco y me puse un pitillo en la boca. Busqué el mechero y lo encontré en la caja de puros. Encendí el pitillo, aspiré y sufrí un colapso. Comencé a toser como si fuera a echar los pulmones y creí morirme. Dolores abrió los ojos con una sonrisa de oreja a oreja. Me dio un manotazo en la espalda y dijo:

-No hay prisa. Ya habrá tiempo. Vamos a tomar un tequilita. Eso nos animará.

Le alcancé una copita. Por mi parte me llevé la otra a la boca y la apuré de un trago. Tosí como si tuviera un sapo en los pulmones que intentara salir a cualquier precio. Dolorcitas se rió con ganas.

-Parece que no eras fumador, ni tampoco bebedor de tequila. Lo que sí parece que eras todo un experto en lamer pezones. Deberíamos seguir con eso. ¿No te parece?

-Lo siento, Dolorcitas, puede que tengas razón. No recuerdo haber fumado ni bebido, aunque tal vez lo hiciera. No es un tema importante. Preferiría dedicarme a tus pechos, pero si lo hago seguro que acabaré atragantándome. Ya he apurado mi copita de suerte. Mejor lo dejamos para más tarde. Imagino que los pacientes no tenemos derecho a fumar ni a beber alcohol. Aprovecharé este momento antes de regresar a mi condición de paciente enclaustrado.

-No, los pacientes tienen severas restricciones en ese aspecto y en otros. En cambio a los trabajadores se nos permiten ciertas licencias, aunque no hay barra libre. Todo está tasado, una caja de botellas de vino al mes, una botella de licor a elegir y tabaco como para que un fumador medio no tenga problemas. Apúrame el cortapuros, que te voy a enseñar cómo se enciende un puro.

Así lo hizo. Era todo un ritual. Cuando lo tuvo encendido y bien encendido comenzó a fumar con deleite. Preferí servirme otra copita de tequila antes que seguir con el pitillo que se había apagado en el cenicero.

-En ese sentido Mr. Arkadin es bastante comprensivo, tal vez porque los viciosos suelen ser más comprensivos con el vicio que los puritanos. Por supuesto que estos vicios no son gratis, hay que pagarlos, aunque en contadas ocasiones para celebrar algo se nos da un servicio gratuito de licor, tabaco y hasta sexo. Yo dejé de usarlo porque los gigolós de Crazyworld son tan desagradables como el beso de un sapo. Cuando recuerdes tu vida pasada como gigoló, que seguro que la recuerdas, deberías darles unas cuantas lecciones.

-No sé, cariño, creo que ahora estoy un poco mareado.

-Es lo que tiene el tequila, que se sube enseguida a la cabeza. Sírveme otra taza de café. Si puedes levantarte tal vez deberías traer el postre más cerca y la sacarina, no soporto el café a palo seco.

No sé cómo lo conseguí, pero lo logré. Sentado al lado de Dolorcitas en el sofá, trasegué el postre como si tuviera hambre, aunque en realidad estaba tan repleto que se me escaparon algunos eructos. No estaba tan mal como para no disculparme. Bebí algunas copitas más de tequila, debí fumar un par de pitillos y de pronto me encontré con la cabeza entre los pechos de Dolores. Me sentí muy niño, tanto que mi boca no pudo evitar buscar sus pezones y comencé a mamar con ansia, luego me fui calmando hasta la oscuridad me abrazó maternalmente entre sus pechos oscuros. Me quedé dormido profundamente.

sábado, 15 de mayo de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD XI












-Bueno, si no quieres hablar de nada, al menos come, que todo está muy rico. ¿O no?

-Sí, sí, ya lo creo. Gracias por darme este fabuloso banquete –dije con la boca llena- aún tengo muchas preguntas más. Este no parece un buen lugar para las parejas, las familias y los niños, entre otros. ¿Os escogió Mr. Arkadín pensando en eso?

-Bueno. No sé qué criterios empleó en la selección del personal, pero parece que eso debió de influir. Con la doctora Patricia no hablo mucho porque siempre está metida en casa, pero al parecer tuvo algún problema para ser contratada por su hija. Tuvo suerte porque el casting de doctores anduvo escaso. Pobre mujer. Tenía problemas con su marido, del que se divorció y que al parecer la maltrataba. Creo que por eso aceptó venir aquí, aunque ya se olía algo, como todos. No conozco a ninguna familia completa que haya aceptado firmar el contrato sin tener serios problemas ahí fuera. Ahora mismo me cuesta enumerarte alguna, son muy pocas y todas pasaron el casting porque cada uno de sus miembros encajaba con las necesidades de personal.

-Oye, Dolores, Jimmy me habló de mercenarias del sexo, contratadas para aliviar las necesidades del personal y de los pacientes, si es que hay alguno que sienta alguna necesidad, embutido de medicación. Esto me suena a rechifla, pero si El Pecas me lo dijo tiene que ser verdad.

-Jajá. Ese pinche no piensa en otra cosa. Es cierto que hay un grupo de mercenarias residiendo en unas casitas bastante separadas del grupo de edificios principales y también un grupito de mercenarios para satisfacer a las damas. Por cierto que si acabas recordando y confirmando que fuiste un gigoló, podrías unirte al grupo, yo sería tu principal clienta. Se rumorea que fue el doctor Sun quien aconsejó este pequeño ejército, algo así como Pantaleón y las visitadoras de Vargas Llosa, aunque no creo que le inspirara la novela, el chifladito de Sun lee muy poco. No como yo, que aquí donde me ves paso mucho de mi tiempo libre leyendo libros…

-Por cierto Dolores, que aún no he visto la biblioteca.

-No me extraña. No creo que El Pecas haya leído un libro en su vida. Y no lo digo para hundir aún más su imagen, que bastante hundida la tiene, ni porque le tenga más manía de lo que es normal teniendo en cuenta sus conductas aberrantes, me limito a constatar hechos y si puedo convencerte para que le des de lado, mucho mejor. Ya te ha molido las costillas y puedes darte con un canto en los dientes que no haya sido peor. No te preocupes que ya te llevaré yo a la biblioteca y si necesitas conectarte al mundo virtual, con las drásticas restricciones que tenemos aquí, puedes venir a mi casa cuando quieras. Luego te enseño mi ordenador y cómo manejarte con él.

-Ok. Dolores, pero sigue con lo que me estabas contando.

-Bueno, te decía que la sugerencia pudo proceder del doctor Sun, pero Mr. Arkadin la aprovechó para sus intereses, como hace con todo. Imagino, no, no imagino, lo sé, que Jimmy te habrá contado lo de la choza en el bosque y las orgías de Mr. Arkadín y sus amigotes. También te habrá llevado allí y te lo habrá enseñado todo, incluso los vídeos guarros…

-Oye, oye, Dolorcitas. ¿Cómo demonios sabes tú eso? Si es por el telépata loco quiero que me lo presentes cuanto antes. Ya estás anotando en tu agenda eso con letras rojas.

-No te preocupes, amorcito, que Dolores se acuerda de todo.

-¿No habrás estado tú allí? No me lo puedo creer.

-Ultimamente no, porque mi peso ha subido sin parar y me duelen los pies cuando camino demasiado. ¿Pero puedes creer que cuando llegué a Crazyworld Jimmy me llevó allí? Antes me había hecho prometer que si se lo enseñaba tendríamos sexo en una de aquellas habitaciones y lo grabaríamos.

-¿Accediste?

-Ja,já. Te puede la curiosidad morbosa. Estaba dispuesta, apenas conocía a Jimmy y aunque me parecía un tipo estrambótico, el trato me pareció justo y además saldría ganando, porque conocer aquel secreto de Mr. Arkadín bien podría serme de mucha utilidad en el futuro… pero, pero eso de grabar algo tan íntimo me echó para atrás. No soy una mujer pudibunda y puritana, a pesar de la educación religiosa católica que recibí de niña, pero qué quieres que te diga, la posibilidad de que Jimmy luego enseñara la grabación a quien quisiera, era algo superior a mi voluntad.

-No me digas que Jimmy te enseñó la choza antes de que tú le dieras lo que ansiaba.

-No, no te lo digo, porque me vi obligada a hacer ciertas concesiones. Un beso a la entrada, magreos cada vez más atrevidos conforme íbamos avanzando de habitación en habitación… Intentó llegar al final en el dormitorio de Mr. Arkadin, pero me negué en redondo, hasta que no viera hasta los lugares más secretos de aquel antro, no habría más concesiones. Creo que estaba ya tan salido que no le importó enseñarme la sala de grabaciones, algunos vídeos y hasta los secretos más secretos de aquel lugar de perversión. Aproveché un descuido por su parte para encerrarle en el jardín interior.

-¡Cielos! ¿Y le dejaste allí mucho tiempo?

-Lo que tardé en regresar y enviar a la chica gordita, la informática, ya sabes de quién te hablo. Gordita por gordita, pensé. Ella aceptó encantada y pasó allí la noche, lo que me hace suponer que no fue tan remilgada como yo. Ahora ya sabes por qué El Pecas no quiere sexo conmigo ni aunque sea su última opción.

-Pero entonces ¿cuántos conocen el secreto? Eso es un secreto a voces.

-Bueno, no sabría decirte el número, pero no somos muchos.

-Se me ocurre que podríamos encerrar allí a Mr. Arkadin hasta que nos dejara fugarnos a todos.

-Si viniera solo no sería mala idea, no, pero con su ejército de mercenarios no es una buena idea, mi pequeño, vete pensando en otra cosa. ¿Qué te parece si antes del postre te sientas a mi lado, traes el café y el tequila y un puro de la caja que ves allí en la encimera. Si te apetece fumar hay también cigarrillos. Podemos seguir hablando mientras hacemos hueco para el postre.

Y así lo hicimos.



viernes, 9 de abril de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD X

 







Dolores, me gustaría hacerte algunas preguntas que me temo afecten a tu intimidad. Ya sé que apenas nos conocemos. Si no quieres contestar no lo hagas. Puede que mi amnesia me haga un tanto descortés, pero necesito saber…

-Si vas a estar dentro de mí, no creo que mi intimidad sea más íntima que eso. Dispara.

Estaba obsesionada por tener sexo conmigo. No acababa de entenderlo muy bien. Puede que yo fuera un guapo mozo, no voy a negarlo, pero parecía no haber catado el sexo en años. No podía creer que en Crazyworld no hubiera alguien que no la hubiera ofrecido sexo. Sabía muy poco de cómo se llevaban estas cosas en aquella jaula dorada. También iba a preguntarle por eso, si me daba tiempo. Me agradaba pensar que aquella noche ella y yo nos íbamos a hacer cosquillas. Debido a mi amnesia ignoraba con cuánta frecuencia podía considerarse normal practicar sexo y con cuántas parejas. Así mismo desconocía si aquel deseo persistente que me acuciaba un poco era algo patológico, tal vez producto de los trastornos craneales que me habían llevado o simplemente podía considerarse natural que yo respondiera tan bien a los ofrecimientos que se me hacían, tal vez también naturales o consecuencia de mi apostura y de que allí fuera un macho novedoso al que todas las féminas querían catar. No podía saber si aquel extraño mundo era muy diferente al que suponía existía más allá de las vallas electrificadas y los robots. Si yo era un gigoló, algo a lo que parecían apuntar los recuerdos o las fantasías que a cuenta gotas se colaban desde mi subconsciente no era sorprendente que me sintiera atraído por Dolores y por todas las mujeres de Crazyworld y que ellas se sintieran atraídas por un gigoló que exudaba sex appeal por todos sus poros. Me pregunté si no tendría algo que ver en todo esto la rociada nocturna de los jugos de Kathy. ¿Alguien sabía algo de las consecuencias de aquel extraño fenómeno que había sufrido y degustado la segunda noche de mi estancia en Crazyworld? Pensar en ella me estremeció. ¿Qué estaría haciendo, qué estaría tramando? ¿Sería capaz de colarse en el apartamento de Dolores la noche que se avecinaba? Me serví más comida y cuando acabé de masticarla con gran placer, porque estaba muy buena, decidí iniciar un interrogatorio complejo que tal vez me llevara a hacerme una idea más cabal de Crazyworld.

-Dolores, si hubieras sabido lo que te esperaba, ¿habría venido igualmente a este antro?

-Sí, ¿por qué no? A nadie le gusta estar enjaulado, pero a mí no me esperaba gran cosa allá fuera. Me casé muy joven y tuve dos hijos, niña y niño. Mi marido era un borrachín que me abandonó. Nos moríamos de hambre. Dejé a los niños con la abuela y atravesé la frontera con mucha suerte, porque llegué viva y pude comenzar a trabajar, en lo que nadie quería, pero trabajaba y ganaba algo de dinero que enviaba a la abuela. Yo apenas comía para mandarles el máximo de dinero posible. Estaba muy delgada, mucho, y creo que muy guapa. Recuérdame a lo largo de la tarde que te enseñe las pocas fotos que aún conservo, que son mi mayor tesoro. Comencé a engordar cuando llegué a Crazyworld, había pasado mucha hambre y me resarcí comiendo todo lo que podía y moviéndome lo menos posible, ya me había movido bastante. Durante varios años trabajé aquí y allá en todo lo que pude y me dejaron. Por fin entré de pinche de cocina en un pequeño restaurante mexicano y allí aprendí todo lo que había de aprender de nuestra cocina. Cuando vi el anuncio de Mr. Arkadín no lo dudé un instante, con el ganaría en unos meses más de lo que había ganado en unos años. Le pedí un buen adelanto que debería mandar a la dirección que yo le di. No aceptaría hasta que supiera que la abuela y los niños la habían recibido. Luego le hice jurar por su madre que mandaría mi sueldo todos los meses a esa dirección y que me enseñaría los justificantes del envío. Y así llegué aquí. Cuando supe que no volveríamos a salir en el resto de nuestras vidas no me sorprendió demasiado. Todo esto me había parecido demasiado bueno desde el principio. Algo malo o muy malo tenía que haber. Como así fue.

-¿Y no quieres volver a ver a tus hijos?

-Rezo por eso todos los días. Espero que algún día ocurra el milagro, pero los pobres tenemos que conformarnos con sobrevivir, con poder comer todos los días. No podemos tenerlo todo, comida y el cariño de los seres queridos. Sé que mis niños están bien y muy crecidos y que la abuela aguanta a pesar de su edad. Eso es lo importante.

-Imagino que Mr. Arkadín es ya un viejales, algún día morirá.

-Sí, eso esperamos todos. Si no le mata la edad le matarán sus excesos. Come tanto como yo o más y es lujurioso como un sátiro. Algún día le fallará el corazón y podremos irnos, porque no creo que una vez muerto a alguien le interese mantener este estúpido infierno en marcha. Supongo que Kathy te habrá contado lo que le hizo. Ese monstruo merece una muerte que compense los sufrimientos que ha causado.

-Perdona Dolores, pero no quiero hablar de Kathy. Me da miedo que aparezca por aquí esta noche y me vuelva a exprimir. Aún siento el agotamiento que me produjo la noche que pasé con ella.

-No te preocupes, jovencito, yo no te exprimiré tanto. Solo necesito un poco de sexo y de cariño, una pizca. Y ahora no te pediré que me cuentes tu vida porque no la recuerdas, pero me tienes que jurar que cuando sepas de tu pasado, me lo tienes que contar todo, hasta el último detalle.

-Te lo juro, Dolorcitas. ¿Sabes? No sé en qué tiempo vivo y no me lo digas, por favor. A veces tengo la sensación de que soy mucho más viejo de lo que parezco. Como si me hubieran hecho objeto de algún raro experimento y me hubieran hibernado o algo parecido. Pero eso me asusta también, no quiero hablar de ello.

Me serví una copa de vino que trasegué de un trago y me puse con el chili con carne porque ya había probado todo lo demás.



miércoles, 10 de marzo de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD IX

 







-Hay algo que no entiendo, Dolores. Bueno no entiendo nada de nada, pero hay algo que entiendo aún menos. Pase que Mr. Arkadin decidiera construir Crazyworld, todo millonario tiene sus caprichos, que lo utilizara para encerrar a familiares molestos de millonarios o millonarios molestos a sus familiares, aunque esto suena muy rocambolesco, ni siquiera los millonarios pueden incapacitar, poner fuera de combate y encerrar de por vida a quien quieran. Pase que reclutara con engaños a todo el personal, aunque eso también tiene su mérito. Pase que nadie pueda escapar de aquí ni ponerse en contacto con el exterior, que eso habrá que verlo. Pero que os permitan importar del exterior lo que queráis y viváis aquí a cuerpo de rey, todos, los pacientes, que tiene más sentido, pero todo el personal, y sobre todo que se gaste millones y millones para hacer un favor a sus amiguetes millonarios, que no creo que le paguen los gastos, como mucho es posible que colaboren un poco con alguna que otra donación, me parece como matar moscas a cañonazos. Pero de momento lo que más me interesa es cómo puedes tener comida mexicana, bebida mexicana y cada cual la comida que quiera, los caprichos que se le antojen. Esto es muy raro, pero que muy raro, Dolores.

-Bueno, abre la botella para que respire y tómate tú también un respiro porque la comida mexicana no es para mezclarla con aire.

Abrí la botella, la dejé respirar y cuando la mesa estuvo servida, con toda la comida mexicana que Dolores había preparado, un auténtico menú degustación, ensalada de chiles asados con vegetales orgánicos y especias, quesadilla con hummus de tomates secos, tosta de guacamole de aguacate, surimi, bonito en escabeche blanco y huevo duro, burritos, tacos y un montón de cosas más que ella me explicó mientras yo miraba y miraba y no dejaba de mirar. Como plato principal chili con carne. Me pregunté si alguna vez yo había comido mexicana y podía recordar, algo, por nimio que fuera.

-No sé si alguna vez has degustado comida mexicana y si fue así, si lo recuerdas, pero te aconsejo que te lo comes con calma, puedes hacerme preguntas para dejar un tiempo entre bocado y bocado.

Era como si me hubiera leído el pensamiento. Probé la ensalada de chiles asados antes de disparar mi ametralladora de preguntas. De inmediato me serví vino en la copa y la apuré de un trago.

-Siento curiosidad por saber todo lo que recuerdas. Por ejemplo si recuerdas haber estado en Mexico y probado la comida mexicana o si has logrado saber más de tu etapa de gigoló. Te llamaré Johnny, si me lo permites, me cuesta tener que llamarte el amnésico, el desmemoriado, guapito de cara, cuerpecito lindo. Ya he agotado todas las posibilidades que se me ocurren.

-Está bien, llámame Johnny, aunque me costará acostumbrarme. Acabo de intentar recordar si alguna vez probé la comida mexicana y no me llegan olores ni sabores, ni nada. Esto de la amnesia empieza a cansarme. En cuanto a mi supuesta etapa de gigoló, porque aún no tengo claro que lo haya sido, juraría que me reclutaron en España, una mujer parecida a Joan Collins y que vine a USA tras una mujer llamada Marta y que aquí ocurrieron muchas cosas que no recuerdo, supongo que debí aprender el inglés, aunque tal vez ya sabía algo. Pero no puedo situarlo en el tiempo. Ni siquiera sé en qué año estamos… No, no me lo digas, prefiero que sea una sorpresa cuando recuerde todo. Pero volviendo al tema, ¿has conocido en persona a Mr. Arkadín? ¿Crees que está loco?

-Sí, Mr. Arkadín nos hacía una entrevista personal a todos los que habíamos pasado las restantes pruebas a que fuimos sometidos por sus servidores. No me pareció que estuviera más loco que cualquiera de nosotros, salvo porque sus millones habían alterado su personalidad, transformándole en un depredador de mucho cuidado. ¡A saber si alguna vez fue normal, en su infancia o juventud, antes de ser rico!

-Puede que de niño tuviera un trineo y viviera en el campo. No, me acabo de acordar de que eso es de una película que recuerdo vagamente. Me preocupa no saber nada de él antes de que llegue, porque vendrá, eso seguro.

-Me da en la nariz que estás tramando algo. ¿No estarás pensando en secuestrarle y salir con él de aquí? Olvídate, siempre le acompañan un regimiento de matones, mercenarios salvajes y muy bien pagados.

-Me hago una idea, Dolores, pero puede que surja la oportunidad. Hay que estar atentos. ¿No querrás pasarte el resto de tu vida encerrada en esta jaula de oro?

-Si te quedaras tú y me hicieras un poco de caso, no me lo pensaría. Ahí fuera no me espera nada. Mis seres queridos están recibiendo el dinero que acordé con Mr. Arkadín. Lo que quiero es que sean felices, yo ya he vivido bastante y mientras sigan recibiendo mi dinero y viviendo lo mejor que puedan, a mí ya no me preocupa nada.

-¡Cómo que ya has vivido bastante! ¿Cuántos años tienes, Dolorcitas?

-Voy para cincuenta y con una salud renqueante. No me cuido, porque no quiero. Desde que estoy aquí he engordado tanto que me muevo como una tortuga. Y tengo a Patri, que me cuidará como a una hermana si me da un achuchón. ¡Qué más puedo pedir!

Me levanté con una tosta de guacamole en la mano para darle un abrazo. La dejé en la bandeja en cuanto me di cuenta que podía tirársela por encima.

-¿Qué más puedes pedir? Puedes pedir todo lo que quieras, excepto salir de aquí, claro. ¿Y tu hermana Patri, como tú dices, no te ha puesto a dieta?

-Lo ha intentado pero no la he dejado.

-Tú y yo vamos a hacer ejercicio todos los días, empezaremos paseando y terminaremos corriendo.

La abracé tal como estaba, sentada, y ella aprovechó para ponerme la mano en la nuca, atraerme y darme un beso que debió de saberle a quesadilla.

-Acepto, siempre que también hagamos otro ejercicio más placentero.

-Hecho, con la condición de que no me vuelvas a hablar de que ya has vivido bastante.

Regresé a mi silla. Me serví la tosta y me la comí tan ricamente. Me gustó.

jueves, 11 de febrero de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD VIII

 




Su casa era un apartamento muy coqueto no lejos del edificio principal donde habitábamos los pacientes, o más bien reclusos. Se trataba de una edificación de tres pisos, rectangular, donde calculé que podrían vivir hasta un centenar de personas, cada una en su propio apartamento. Rodeado de pequeños jardincillos muy bien cuidados, tenía al menos una docena de puertas a lo largo de la fachada. Las ventanas eran amplias, había balcones con macetas y todo estaba limpio, pulcro y coqueto como una casita de juguete para niñas no ricas, pero sí muy amadas por sus papás. Era acogedor. Tal vez desentonara un poco del gran edificio para ricos que era nuestra residencia, pero solo como la casita de los guardeses en un castillo. Dolores abrió la puerta de entrada con una tarjeta que llevaba colgada al cuello, entramos hasta un hall bastante amplio con espejos, butacones y algún que otro cuadro. Al final se iniciaban dos pasillos, izquierda y derecha, con puertas metálicas. Su apartamento era el último de la fila de la derecha. Esta vez abrió la puerta con una llave metálica y me invitó a pasar. No había pasillos, el apartamento era una sola pieza, amplia, el salón estaba separado de la cocina por una ancha encimera y el dormitorio por un tabique de madera que no llegaba al techo. El único servicio también estaba separado por un tabique que esta vez llegaba al techo. Eso era todo. Bueno, también estaba el mobiliario y la decoración que curiosamente tenía un toque mexicano.

-Me gusta mucho, Dolores. ¿Todos los apartamentos son iguales?

-No. Este es un apartamento individual. Los hay más grandes para quienes no viven solos. Escogí un bajo para no tener que subir escaleras si se estropean los ascensores.

-¿Tiene alarma?

-Ya sé, ya sé a qué viene esa pregunta, jovencito. Tienes miedo de que Kathy se cuele aquí. No te preocupes, seguro que está vigilando a cualquier otra mujer de Crazyworld. La idea de que estés conmigo no se le ha podido pasar por la cabeza. Y sí, el edificio tiene una alarma general y cada apartamento la suya. Por suerte Kathy tiene muchas cualidades pero la informática no es lo suyo. No puede saltarse las alarmas. Bueno, vas a ayudarme a terminar de hacer la comida, pero antes puedes ir al servicio. No fuiste en casa de Patricia y debes tener la vejiga llena.

-Tienes toda la razón. No había bebido nada desde mi llegada a Crazyworld. Imagino que a los pacientes les está prohibido el alcohol y yo soy un paciente, claro. No sé si antes era bebedor, lo que sí sé ahora es que me gusta el vino y supongo que otros licores. Estoy deseando recuperar la memoria, aunque pueda doler.

-Luego me cuentas lo que has conseguido recordar. Ahora vete a descargar y nos ponemos con la comida. Supongo que ya tendrás hambre.

Y eso hice. Me fijé que la ventana del servicio estaba protegida por sólidos barrotes por fuera. Con disimulo miraría luego si el resto de ventanas también estaban protegidas. Me haría el tonto y abriría alguna a ver si sonaba la alarma. No imaginaba lo que estaría haciendo Kathy, seguro que nada bueno. Lo mismo que Jimmy. Me acordé del walkie talkie y decidí apagarlo, aunque no esperaba oír su voz en todo el día, puede que mañana. Lo coloqué sobre el armarito donde Dolores guardaba sus pontingues, me lavé las manos, vacié la cisterna y salí dispuesto a disfrutar de su cocina y de su conversación.

-Perdona que me siente pero cocinar lleva su tiempo y de pie aguanto poco. Tú serás mi pinche. Harás todo lo que te vaya diciendo. Ahora necesito que laves la ensalada que tienes ahí, luego la secas y lo vas partiendo todo en trozos que se puedan comer. Mientras tanto me podrías ir contando lo que has conseguido recordar.

Me puse a la tarea que Dolores me había encomendado mientras ella se dedicaba a preparar el maíz y otros ingredientes para hacer unas tortillas, según me dijo.

-No he conseguido recordar mucho. No sé si eso es bueno o malo, porque si recordara mi vida fuera de aquí, aún se me haría más extraño este lugar. No me entra en la cabeza que alguien pueda encerrar a tantas personas en un lugar, aunque sea una jaula de oro y nadie se entere, ni investigue, como si no hubiera pasado nada especial.

-Mr. Arkadín es un auténtico demonio y lo peor que le puede pasar a un demonio es estar podrido de dinero. Eso le permite hacer todas las maldades que se le ocurran sin que nadie meta sus narices en sus chanchullos.

-Eso lo entiendo, pero cómo pueden desaparecer de la circulación tantas personas sin que los medios de comunicación metan la nariz. Es algo que no me entra en la cabeza.

-Cuando llegué aquí y supe lo que me esperaba me informé de todo lo referente a desapariciones. Mr. Arkadín nos permite disfrutar de todos los canales habidos y por haber de la televisión por cable, al menos al personal, porque la televisión de los pacientes está férreamente censurada para que nada pueda alterar sus frágiles mentes. También nos deja conectarnos a Internet, aunque solo en una dirección, puede entrar todo o casi todo, hasta guarrerías, pero no puede salir nada. El correo electrónico está bloqueado, se pueden leer foros, pero no se puede escribir en ellos. Según he oído al parecer tiene un centro de control fuera de aquí por el que pasa todo, incluidas las grabaciones de las cámaras que son supervisadas desde el centro de seguridad.

-¿Entonces cómo no se ha enterado aún de la muerte del director?

-Esa es otra. ¿No te ha dicho nada Heather?

-¿Sobre qué?

-Con ayuda de la chica gordita, un genio informático, y de Jimmy que está en todas partes, mangoneándolo todo, han montado un buen tinglado en el centro de seguridad, solo dejan salir las grabaciones que les interesan y ocultan todo lo que pasa aquí que pueda poner la mosca en la oreja de Mr. Arkadín. Por eso aún no se ha enterado de nada, pero eso no durará mucho. Antes o después atará cabos, porque las grabaciones que le llegan tienen que darle a entender que algo raro está ocurriendo aquí y se presentará con su helicóptero de combate de comandante en jefe para volver a poner orden.

-Vaya. Pues Heather no me ha contado nada.

-Es una gran chica y no me disgusta que te hayas liado con ella. Pero también tiene sus secretos, como todos aquí. Esto es una curiosa selva donde todos intentan sobrevivir mientras piensan en cómo encontrar el camino que les lleve fuera. Por cierto. ¿Ya has pensado si te apetece tener sexo conmigo?

-Me voy a quedar contigo esta noche. Será agradable.

-Pues vete pensando dónde vas a dormir, porque como has visto solo hay una cama y esta noche voy a dormir desnuda. Tú verás.

-Creo que veré. Será agradable dormir entre tus pechos maternales.

-¿Has terminado ya con la ensalada? Tengo las tortitas listas y el chili con carne ya lo tenía listo, solo hay que calentarlo. Pensé en la ensalada cuando supe que eras español.

-¡Pero cómo demonios te has enterado! Creo que anoche se lo comenté a Heather y era la primera vez que lo hacía. ¿O no? ¿No te lo habrá dicho el telépata loco? O eso o tienes micrófonos en su apartamento.

-¿Cómo voy a poner yo micrófonos en ninguna parte?

-Vale, vale, te lo ha dicho el telépata. Estoy pensando que otro día lo invitas también a comer, tengo ganas de conocerlo y charlar con él.

-Eso está hecho. Siempre que luego tengamos sexo.

-¡Cómo eres! Ni siquiera sabes si te voy a complacer esta noche.

-¿Y por qué no en la siesta? La comida es muy picante y le he echado unas hierbas afrodisiacas. Me parece que no te vas a resistir.

-Está bien. Está bien. Pero durante la comida responderás a todas mis preguntas.

-Hecho. Adereza la ensalada a tu gusto. Ahí tienes aceite de oliva, sal y vinagre. Yo beberé cerveza mexicana. Tú puedes beber vino. Abre la botella que prefieras y déjala respirar. Te sugiero un vino mexicano Balché 2012. Vamos a ir llevando todo a la mesa. Yo tengo hambre. ¿Y tú?

-Yo también. Todo huele muy bien.

martes, 19 de enero de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD VII

 




No anduvimos mucho rato. En cuanto encontramos el primer banco, nos sentamos. Gemí un poquito y luego solté un suspirito de alivio. Fue Dolores la primera en hablar.

-¿Tú crees que ha sido una mujer la que se ha cargado al director? ¿Habrá más muertes? Te confieso que estoy asustada.

-Yo también, Dolores, yo también. No sé nada, no creo nada, pero esto tiene muy mala pinta. Por un lado me gustaría pensar que ha sido la venganza de una mujer y que aquí se acabará todo. Pero por otro lado esto me huele a chamusquina. La posibilidad de que tengamos un asesino en serie aquí, en Crazyworld, no es despreciable. Es un sitio tan bueno como cualquier otro, yo diría que mejor. Lo que me sorprende es que haya estado dormido todo este tiempo. ¿Cuántos años hace que se puso en marcha este antro?

-Me cuesta pensar en el tiempo transcurrido. Cuando estás recluida, sin posibilidad alguna de salir, el tiempo parece detenerse. Yo diría que más de cinco años, no creo que lleguen a diez.

-¿Y tú estás aquí desde el principio?

-Casi. Cuando yo llegué ya había pacientes, no muchos, y casi todo el personal. Me contrataron como ayudante del chef principal y encargada de la cocina. Recuerdo que los primeros pacientes a los que conocí fueron Jimmy y Kathy. Me persigné, porque soy católica, y crucé los dedos, porque soy supersticiosa. Luego me dije que no podía haber peores pacientes, pero me equivoqué. Al poco llegó John Smith, el asesino en serie, y recé un padrenuestro pero resultó ser el más inocuo de todos, se pasa los días y las noches durmiendo como una marmota. Cuando conocí al Sr. Múltiple Personalidad me dije que esto se animaba y hasta podría ser divertido, pero duró muy poco tiempo, la novedad pasó y este hombre se convirtió en un pesado tan terrible que todo el mundo huía de él como de la peste. No quise saber nada del Telépata loco porque ya estaba escamada de gente rara y pensé que sería otro pesado más, pero mira por donde resultó el más divertido. Puedes pensar que estoy loca, aquí todos estamos locos, más o menos, pero ¿qué pensarías si te dijera que él es mi fuente de información, el pajarito que me trae todas las noticias?

-¿En serio? Aún no lo conozco. ¿Sois buenos amigos? No sé qué decirte. Me resulta más lógico y natural pensar que él te lo sopla todo a la oreja que tú puedas enterarte por tus propios medios. No es por nada, pero tu capacidad de movimiento no es muy grande y por muy simpática que caigas a todos, a mí también, y mucho, puedes creerme, no veo cómo te pueden llegar esas informaciones de las que tanto alardeas. Oye, ya puestos, ¿te ha dicho algo ese telépata de si sospecha de alguien?

-Eso es lo raro. Cuando se lo pregunté –le he visto esta mañana temprano paseando por el jardín, como hace todos los días- se puso a temblar como una vara verde. Tiene miedo, yo diría que está aterrorizado. Quiero pensar que no lo estaría si supiera que ha sido una mujer la asesina del director. Insistí y entonces salió corriendo como alma que llevara el diablo. No te digo que no lo haga con los demás, pero no conmigo.

-Sé que vas a pensar que yo también estoy loco, y puede que lo esté y no me acuerde, pero me gustaría que te trabajaras al telépata, tal como estamos cualquier pista, incluso la más inverosímil, podría ser de ayuda.

-De acuerdo, lo intentaré, pero no te prometo nada. ¿Te importa que sigamos caminando? Tengo la comida casi hecha, pero necesito dar los últimos toques.

-¿No me dirás que el telépata te avisó de que hoy comeríamos en tu casa?

-Pues mira, te lo digo. Fue hace unos días y no le hice mucho caso, a veces dice cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Lo que menos imaginaba es que todo se complicaría tanto. ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Pues claro, todas las que quieras.

-¿A ti te gusta Patricia?

-Bueno. No diré que no. Es una mujer atractiva y a mí me gustan todas las mujeres, sobre todo las atractivas.

-¿Incluso yo? ¿Te gusto yo?

-Bien. No lo había pensado hasta ahora, pero sí, tienes un atractivo peculiar. Te confieso que necesito una madraza cariñosa, me siento como un niño desvalido.

-¿Te acostarías conmigo esta noche? No necesitas responder ahora. Vete pensándolo y lo hablamos durante la comida.

Me quedé pensativo. Era lo que menos esperaba, pero tal vez me viniera muy bien dormir con ella aquella noche. Heather me había dicho que esta noche estaría otra vez en el Centro de Seguridad. Tenía guardia. Yo seguía temiendo lo que podría hacer Kathy, y más después de haber dejado la gatita en la terraza. Necesitaba un lugar para dormir que no fuera mi cuarto, porque ella ya me había demostrado que trepar hasta mi ventana le resultaba tan fácil como a un gato trepar a un árbol. Había pensado en Alice, la camarera. Me gustaba tanto que la posibilidad de que su casa o apartamento fuera incluso más accesible que mi cuarto, no me preocupaba tanto… al menos de momento. Ahora que Dolores me había ofrecido su cama tal vez estuviera mejor que en cualquier otro sitio. No se me pasaba por la cabeza la posibilidad de que Kathy hubiera pensado en ello. Aunque ¡quién podía saber lo que ella pensaba o dejaba de pensar! Me pregunté si yo era un pervertido. No lo creía, aparte de no recordar mi pasado, fuera cual fuese, el que me gustara el sexo en el presente, las mujeres hermosas o menos bellas, el que me dejara llevar por las circunstancias, no parecía muy perverso. Y sobre todo, cuando estás en Crazyworld, sin esperanza alguna de salir algún día, el pensar en la mejor manera de pasar el tiempo, en diseñar una estrategia para no deprimirte, es una buena forma de intentar sobrevivir. No hacía daño a nadie, no forzaba a las mujeres a tener sexo conmigo, no prometía nada, no engañaba, ni siquiera intentaba seducirlas, me dejaba llevar eso era todo. No recordaba muy bien lo que era la ética, suponiendo que esa palabra significara algo en mi pasado, tal vez cuando lo recordara todo podría plantearme muchas cosas. Suponiendo que hubiera algo más que plantearse allí que el cómo salir de aquella cárcel. Estaba reflexionando más que en todo el tiempo que llevaba allí, que no era mucho, pero sí suficiente para pensar en algo. Ahora comprendía que Jimmy el Pecas era como una especie de tiovivo en el que das vueltas y más vueltas hasta marearte. No tienes tiempo para nada, solo para buscar la forma de bajarte. Unas horas sin él y mi vida se había tranquilizado, hasta parecer incluso agradable. ¿Qué estaría haciendo? Recordé el walkie talkie. Lo encontré en el bolsillo del pantalón. Milagrosamente continuaba allí. Seguía activado pero su voz no había sonado. No era sorprendente. Tenía que saber que lo mejor era dejarme en paz. En cuanto le encontrara le daría una buena tunda. De eso no se iba a librar. Mientras tanto disfrutaría de una buena comida con Dolores y me relajaría hablando con ella. Esas eran todas mis preocupaciones para aquel día.

domingo, 3 de enero de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD VI

 





-Su faceta de payaso oculta pulsiones muy oscuras. Hace reír a todo el mundo, pero en el fondo le gustaría encerrarnos a todos en las celdas de aislamiento, como hace el doctor Sun, violar a las mujeres, torturar a los hombres y someternos a todos a la esclavitud. A mí no me ha dejado en paz desde que llegué y a mi hija tampoco hasta que lo amenace con romperle la cabeza tras dormirlo con una droga. Después de mi amenaza se lo pensó dos veces. Estoy convencida de que es un psicópata, un pedófilo, un violado, un malnacido, que se oculta tras la máscara de payaso.

-Por favor, Patricia, vosotras lo conocéis mejor que yo que solo llevo tres días aquí, pero en ellos no me ha dejado ni a sol ni a sombra, es absolutamente insoportable, narcisista, tiene un serio problema con el sexo y habla más que un sacamuelas, pero de ahí a convertirlo en un violador y asesino en serie hay mucho trecho. El doctor Sun no le hubiera encomendado esta investigación de creer que sufre las psicopatologías que tú has desmenuzado, Patricia. Lo que me faltaba, quedarme ahora solo al cargo de la investigación. ¿No hay un solo agente de seguridad que sea de confianza?

-Heather es la única de fiar, como tú bien lo sabes, bandido, que te has pasado la noche con ella. Los demás son peligrosos, unos más que otros.

-Pero bueno, Dolores, cómo puedes saber algo que acaba de ocurrir y que ningún testigo presenció. Estoy seguro.

-Es su secreto. Si fuera ingeniera informática apostaría a que nos tiene a todos vigilados como una Gran Hermana. No lo descarto porque se llevaba muy bien, y puede que se siga llevando, con la Gordita, de la que es posible que Jimmy te haya hablado. Es una paciente con unos conocimientos de informática y electrónica que podrían sacarnos a todos de aquí, si se centrara, estoy segura.

-Bueno, bueno, bajemos de las utopías a la realidad. No voy a desvelar mis secretos. De eso podéis estar seguros. Yo estoy más de acuerdo con el amigo amnésico que contigo, Patricia, creo que le has tomado demasiada tirria por su acoso desesperado a tu persona. No creo que tenga tanta psicopatología sexual, como dice aquí el amigo, porque a mí ni me ha mirado un segundo más de la cuenta, ni ha tenido el menor pensamiento libidinoso ni en los estratos más oscuros de su subconsciente. Tampoco lo ha intentado con la Gorda, y es una pena porque la pobre hubiera comido en su mano y además se hubiera centrado. A estas horas estaríamos todos fuera de aquí. El Pecas no sería capaz ni de clavar un alfiler a una mosca, es un cobardica y lo disimula hablando mucho y haciendo el payaso siempre que puede. En cambio en la plantilla de agentes de seguridad hay algunos que dan miedo. Yo pondría al menos media docena de nombres en la lista.

-Pues ponlos y sigamos con las mujeres.

No es que no deseara retrasar el momento de salir de allí, pero tanta cháchara me estaba mareando, sin contar con los efectos de aquel exquisito vino, que entraba muy suave pero que me estaba manipulando demasiadas neuronas. No estaba yo para pensar mucho, casi prefería irme tambaleando y haciendo eses con Dolores, camino de su casa, que continuar con aquella busca detectivesca que no nos iba a llevar a ninguna parte. En cuanto a mujeres la lista se acortó mucho. Patricia habló de Kathy como sospechosa, aunque admitió a regañadientes que el veneno le iría mejor que las armas blancas. Dolores admitió que si Patricia era sospechosa por motivos obvios, todas las mujeres acosadas, violadas o simplemente chantajeadas y manipuladas por el director tenían necesariamente que engrosar la lista. Yo no conocía a nadie o casi nadie por lo que no cesaba de hacer preguntas, en parte por interés detectivesco y en otra parte porque si iba a quedarme allí de por vida, como parecía muy probable, esperaba conocerlas a todas y muy íntimamente. No en vano era Johnny, el gigoló, el caramelito de las damas. Me quedé pasmado de que semejante idea hubiera llegado a la superficie desde profundos y remotos remolinos. Tendría que profundizar en ello a la mayor brevedad posible. Suspiré aliviado cuando Dolores dijo que lo esencial de la lista ya estaba confeccionado y como se había hecho tarde para comer, nos teníamos que ir sin más. Patricia me hizo jurar que volvería a hablar de los avances detectivescos o de lo que quisiera. Puede que su hija ya estuviera mejor y aceptara hablar conmigo, que era el único hombre simpático de Crazyworld. Lo cierto es que me costó un poco ponerme en pie, entre unas cosas y otras, pero luego, ayudado por Dolores logré salir al exterior. Patricia nos despidió desde la puerta, a dolores con la mano y a mí lanzándome un beso. Pronto detuvimos nuestra caminata para sentarnos en un banco. Era una suerte que no hubiera nadie por allí para vernos caminar como dos borrachos, dos cojos de diferentes categorías en los pesos del cuadrilátero o como dos amantes que no sabían cómo agarrarse.



viernes, 18 de diciembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD V

 




Patricia palideció. Su mirada se extravió durante un par de minutos, tal vez rumiando las alternativas que tenía, que no eran muchas a mi juicio, o hablaba o se callaba y nosotros seríamos los que hablaríamos hasta acorralarla. Por fin se decidió.

-Demonios, Dolores. ¿Cómo puedes saber tú lo ocurrido? Nadie en Crazyworld lo sabe, excepto el cabrón felizmente fallecido, mi hija y yo.

-No se me escapa nada de lo que ocurre en este antro. Me muevo poco, eso es verdad, pero siempre hay algún pajarillo piándome a la oreja. Veamos, estás confesando que en efecto el director que ya no está entre nosotros violó a tu hija Laura, que ella te lo contó y que tú te tomaste la justicia por tu mano.

-Quieta ahí, Dolorcitas, no pongas en mi boca algo que no he dicho. Sí confieso que mi hija fue violada por el director, que ella me lo dijo, pero yo no lo maté, aunque me hubiera gustado hacerlo. No tuve la oportunidad, ni los medios, ni soy capaz de apuñalar una y otra vez a alguien, por mucho que se lo merezca.

-Está bien. Está bien. Tú no lo mataste, aunque deseabas hacerlo y sé muy bien lo complicado que es acceder de noche al pabellón de los pacientes para cualquiera que no pertenezca al centro de seguridad, pero alguien te pudo facilitar las cosas.

-¿Tienes coartada para la noche del crimen?

Era yo que había abierto la boca casi sin querer y como impulsado por alguna frase de alguna película que había visto. Me sonaba tanto que seguro que había visto unas cuantas, aunque ahora no podía recordarlas todas, ni siquiera una.

-Eso, eso. Este pobre cuitado parece tonto, pero no lo es. ¿Dónde estabas anoche y quién puede atestiguarlo?

-Estaba aquí, con mi hija. Sabes que no nos relacionamos con nadie. O deberías saberlo puesto que lo sabes todo. Como sabes que mi hija no es la única mujer que ha sido violentada por ese cerdo. ¿O eso no lo sabes?

-Sí, eso es algo en lo que no había pensado. ¿Por qué Patricia tiene que ser la única sospechosa cuando muchas mujeres de Crazyworld han podido ser violentadas? ¿Qué me dices, Dolores?

No comprendía cómo no se me había ocurrido antes. Me dejaba llevar por Jimmy como si fuera un títere. Ahora que me encontraba molido a palos por sus manos y pies empezaba a darme cuenta de que por mucho que él supiera de Crazyworld yo debía de comenzar a tomar las riendas de mi destino, que no era muy esperanzador. Salir de allí estaba tan difícil como para una hormiga librarse de la pata del elefante que tiene encima. Pero al menos mi vida en aquel antro tendría que ser la mejor de las vidas posibles. Me vendría muy bien unos días de meditación, aunque no sabía cómo los iba a conseguir. Me vino a la cabeza una pregunta para Dolores. ¿Era Laura la única niña en Crazyworld? Sería la siguiente, no quería embarullarla.

-¡Qué listo es mi niño! Y eso que no se le ha pasado la amnesia. Pues sí, tampoco se me había ocurrido a mí. Nos dejamos llevar por esa cabeza de chorlito de Jimmy y no vemos más que por sus ojos.

-Pues si hay más mujeres violentadas en Crazyworld, aparte de mi hija, no debería ser yo la única sospechosa. ¿O no?

-Sí, querida amiga, sí. Deberíamos investigar todos los desmanes del director antes de ponernos a señalar con el dedo. Patricia es una de tantas y no creo que las demás tengan mejor coartada que ella. ¿No crees, mi querido amnésico?

-En efecto, Dolores, la investigación está mal encaminada desde el principio. Por cierto, cuántos niños hay aquí, aparte de Laura.

-No muchos, gracias al cielo, porque esto es el infierno. ¡Pobrecitos! Las madres que los trajeron debieron penar que nada podía ser peor que la vida que llevaban los pequeños allá fuera, pero se equivocaron. En cuanto a los que nacieron aquí se podrían contar con los dedos de dos manos. Es cierto que uno se acostumbra hasta al infierno. Puede que allí se formen también parejas que deseen la felicidad, fundar una familia y tener hijos.

No conocía lo suficiente a Dolores como para que sus palabras no me sorprendieran, y mucho. Me había hecho otra idea de ella, una mujer alegre, con sentido del humor, una madraza que disfrutaba hablando con los demás, ayudando a mejorar su estado de ánimo, y un poco-mucho cotilla, la mejor forma que había encontrado de divertirse y ayudar a pasar el tiempo. Ahora descubría una faceta seria, dramática, a una fina observadora de su entorno. No sé por qué dije lo que dije.

-¿Podríamos hablar con Laura?

-¿Para qué? Ya no sirve como testigo para condenar a ese cabrón y nadie aceptaría sus palabras como una buena coartada para mí. Sigue muy afectada y es mejor dejarla tranquila.

Patricia parecía poseer una lógica aplastante. No encontré nada que oponer a sus sabias palabras. Dolores llevaba ya un buen rato sentada en un sillón al lado de Patricia. Las dos miraban hacia mí, tumbado en el sofá, como miran las madres a un niño enfermo, dispuestas a levantarse a la mejor queja por mi parte. Yo no sentía ganas de quejarme de nada. Los dolores se habían atenuado con el reposo y me sentía muy a gusto allí, dispuesto a pasar el día tan ricamente.

-¿Por qué no os quedáis a comer? Os puedo hacer un buen plato de pasta y tengo un buen vino,

, un chianti Flaccianello della Pieve, exquisito.

-Suena bien, creo que en mi vida pasada y olvidada gustaba de los buenos vinos y los buenos platos.

-Lo siento, querida, pero ya ha aceptado comer conmigo, una sabrosa y picante comida mexicana.

-Bueno, en ese caso este joven queda invitado para otro día y otro momento.

Dolores me había chafado el día. No quería moverme, el reposo me estaba haciendo mucho bien. Por eso me inventé algo que nos llevaría un buen rato antes de que me viera obligado a ponerme de nuevo en pie.

-¿Por qué no hacemos una lista de las mujeres agredidas por el director y que tendrían un buen motivo para apuñalarlo con esa saña?

-¿Puedo preguntaros por qué descartáis a un hombre? ¿No podría haber un asesino en serie?

Patricia y su lógica. Aquello me despertó de mi modorra. Sentí un raro cosquilleo, como si recordara todas las películas, todas las novelas policiacas que había visto y leído. Fue como un flash que me deslumbró. Nada concreto, pero sentí que poseía un amplio conocimiento de estos temas.

-John Smith, nuestro asesino en serie, estuvo toda la noche dormido como un leño. Lo he comprobado en las grabaciones. Se pasa los días y las noches dormido, como he podido ver. El doctor Sun debe tenerlo atiborrado a pastillas, puede que porque no sea muy receptivo a la hipnosis. ¿Se os ocurre alguien más como candidato? De todas formas no parece muy lógico que si hay un asesino en serie haya permanecido todo este tiempo dormido y haya comenzado su actividad ahora y precisamente con el director. No le encuentro mucho sentido…Bueno, me está empezando a preocupar esa idea. Un asesino en serie en Crazyworld. Podría haber otro muerto hoy, y mañana, y pasado. ¡Buf! Se me ponen los pelos de punta.

-¡Mientras se dedique a los hombres! Creo que eres el único que merece la pena, y acabas de llegar.

Era Dolores. Otra faceta nueva de su personalidad. Si todos los hombres de Crazyworld eran como Jimmy, no me sorprendía aquel odio radical hacia todo lo masculino. Hice cuentas. No había conocido a muchos. El doctor Sun era un chiflado inocuo. John Smith o el Sr. Múltiple personalidad eran enfermos y no podían servir como modelos, aunque bien mirado no era descartable que fueran mejores modelos que los que no lo estaban. ¡Pero quién era yo para decir nada al respecto, ni siquiera me conocía a mí mismo!

-Estoy de acuerdo con Dolores. Hasta tu llegada he procurado no mirar a ningún hombre más de lo imprescindible. A ti te acabo de conocer, pero no podrías ni engañar a un niño con esa cara angelical y ese cuerpo escultural.

Era Patricia, quien se levantó para buscar un cuaderno y un bolígrafo. Sus palabras me dejaron descolocado y cuando me coloqué en mi sitio hubiera tenido que gritarle para darle las gracias. Regresó con un cuaderno escolar de Laura y un bolígrafo. Me preguntó a mí directamente si me apetecería ahora un chianti y más aceitunas. No pude negarme, porque quería probar ese vino, degustar sus aceitunas y hacer más tiempo hasta que tuviera que levantarme. Mientras ella se alejaba a por la botella de vino Dolores tomó el cuaderno y se puso a escribir como si tuviera prisa.

-Bueno. Vamos a empezar por los hombres. Smith descartado según tú. El doctor Sun descartado según yo, ese hombre es incapaz de matar a una mosca. Jimmy y tú también. Estaría bueno que uno de los investigadores fuera el asesino. El Sr. Múltiple personalidad fuera…

-Un momento, un momento. Aunque parece que estuvo toda la noche dormido en la cama, hay algo que debo clarificar. Pon un interrogante al lado de su nombre.

-Vale. Si tú lo dices, así se hará. Yo me centraría en los guardias de seguridad. Quien porta un arma acaba usándola.

-Pero Dolores, al director lo mataron con arma blanca y los guardia de seguridad solo llevan pistolas… y porras, claro.

Patricia llegó con la botella y unas copas, sirvió, le ofreció una a Dolores y otra a mí.

-Como eres amnésico no recordarás cómo se cata un buen vino. Mueve la copa un poco, huele, toma un traguito, enjuaga con él la boca…

Hice lo que me sugería pero en cuanto a enjuagar la boca preferí tragármelo, estaba fresco, rico, muy rico. Me bebí la copa en dos sorbos y la alargué para que volviera a llenarla. Hizo un gesto como de intento de comprender mis modales sin conseguirlo del todo.

-¿Por dónde vais?

-Por los hombres. He descartado al doctor Sun, a Smith, le he pedido a Dolores que ponga un signo de interrogación en el Sr. Múltiple Personalidad. Hay algo que se me escapa. Descartado Jimmy…

-¿Tú crees?

-¿En serio le crees capaz de dar puñaladas por doquier?

domingo, 22 de noviembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD IV

 


 



Dolores me daba un poco de penita. Sin protestar arrastró sus cansados pies hasta la cocina. Saltó mi caballerosidad, pero estaba aún más molido que ella, así que contuve mis deseos de ofrecerme. También me mordí la lengua, aún no había empezado el interrogatorio y no era cuestión de poner a la interrogada en mi contra a las primeras de cambio. Cuando regresó Patricia se comió la aceituna con deleite y dio un buen trago al Martini.

-¡Cómo me gustan las aceitunas!

-¡Anda, lo mismo que a mí!

No decía ninguna mentira. Además me iba a servir para hacerme el simpático.

-¿En serio? En mi caso mi ascendencia italiana tendrá algo que ver, pero me sorprende que usted, querido amigo, sienta debilidad por este maravilloso fruto de la tierra.

-Como aún sigo amnésico no puedo saber si la causa de mi gusto es cuestión hereditaria. No me sorprendería que mis ancestros procedieran de la piel de toro.

-¿La piel de toro?

-Sí, creo que así llaman algunos tontolabas a Spain.

-Anda. ¿No estarás recordando?

-Pues no lo sé. A veces me vienen cosas a la cabeza, pero aún no sé de dónde vienen. ¿Quieres creer, querida amiga, que una de las cosas que me ha llegado a la chola últimamente es la posibilidad de que yo haya sido un gigoló en mi vida anterior?

-¡Anda! Ojalá fuera verdad. Si lo confirmas me gustaría contratarte por una noche, si no fuera muy caro. Ja,ja,já. Bueno, dejémonos de bromas. Imagino que no habéis venido solo a alegrarme la mañana. ¿Qué os trae por aquí?

-Sentimos mucho no poder seguir alegrándote la mañana, querida Patricia, pero tenemos que hablar contigo sobre un tema muy serio. Ya sabrás del feliz fallecimiento del cabrón de nuestro director, que Dios tenga en el infierno.

-¡Conque era eso! Me alegro tanto como tú, Dolores, que ese cabrón esté en el infierno, pero no sé qué puedo aportar yo al respecto.

-Necesitamos que seas sincera. No sé si sabes que eres la sospechosa número uno.

-¿Yo? ¿Por qué?

-No te hagas la tonta. Ya me conoces. Sé todo lo que pasa en esta mierda de sitio.

-Sí, tú y ese imbécil de Jimmy. Pero no sé qué sabes que me convierta en sospechosa. Hablemos claro.

-Hablemos.

Agradecí que Dolores hubiera tomado la voz cantante, yo no tenía ni voz y mucho menos para cantar. Estaba realmente molido, incapaz de centrarme en lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Se podría decir que yo era el detective principal de aquella investigación…bueno, no, lo era el payaso de Jimmy, pero en cuanto le pillara dejaría de serlo… Apreté los puños y me moví ligeramente. Un dolor agudo despertó por todo mi cuerpo. Cerré la boca y oprimí los dientes, no podía darle ninguna ventaja a Patricia o se escaparía de aquella encerrona. No creo que lo fuera a lograr, teniendo en cuenta que Dolores, como un perro de presa, había mordido con fuerza y no iba a soltar.

-Todos en este maldito antro tenemos motivos más que suficientes para haber agujereado el pellejo de ese pinche tirano, de ese cabrón. Pero tú tienes más motivos que nadie.

-¡Ah, sí!

-Mejor que nos lo digas a nosotros, que somos tus amigos, que te obligue a hacerlo el Sr. Arkadín cuando llegue. Sería capaz de pedirle a sus guarda espaldas que te torturen.

¿Y por qué iba a hacerlo?

-Bueno. Ya está bien. El difunto violó a tu hija Laura. Yo misma hubiera matado a alguien que hiciera algo así a una de mis hijas.

-¿Pero tú tienes hijas?

Fui yo el que había hecho la pregunta. Me pilló totalmente por sorpresa.

-Tú y yo hablaremos de ese y de otros temas. Como ves, querida Patricia, te he contado algo muy íntimo que nadie sabe en Crazyworld. Ahora te toca a ti.



martes, 3 de noviembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD III

 



Durante todo el camino, que fue largo, no pude dejar de pensar en Jimmy, en cuanto pillara a aquel bastardo le iba a dar para el pelo. Según me comentó Dolores, que no dejaba de hablar para que el camino se le hiciera más corto, el personal médico vivía en una urbanización no muy grande con casitas muy coquetas y jardines bastante amplios. Estaban muy bien tratados, puede que porque la salud de todos los recluidos en Crazyworld era lo más importante para Mr. Arkadin. Los jefes supremos, el fallecido director y el doctor Sun, tenían un poco más allá dos auténticas mansiones que apenas usaban porque les gustaba quedarse en el edificio principal donde habitaban lujosos apartamentos. Los agentes de seguridad vivían en varios edificios que ya conocía por haber pasado la noche con Heather. Los cocineros, reposteros, personal de cocina y camareros ocupaban un amplio y alto edificio cerca de las cocinas que Dolores me enseñó al pasar, incluso señaló la ventana de su apartamento. Al cabo de un tiempo llegamos a la urbanización de Heather y un poco más allá, antes de alcanzar las residencias de los doctores, observé un amplio complejo deportivo, con pistas de tenis, piscina, pistas de atletismo y un miniestadio para otras actividades deportivas.

-Oye, Dolores, no sabía nada de que se pudiera practicar deportes en Crazyworld. ¿Podría pedir permiso a alguien para utilizar las instalaciones? ¿Podemos hacerlo los pacientes?

-Aquí se puede practicar de todo, muchachito, solo tienes que apuntarte en alguna de las listas del doctor Sun que tiene tantas que si no las gestionara el personal de administración esto sería un caos completo. Serás el primer paciente que hace deporte. Todos los demás tienen bastante con comer, dormir y estar despiertos el tiempo que les permite la medicación. Claro que como a ti no te medican puedes permitirte el lujo de pensar en gastar las energías que te sobren, si es que te sobra alguna.

Intuí que lo decía con segundas intenciones pero no quise tirarle de la lengua, bastante tenía con procurar mantener el equilibrio, apoyándome en su hombro. Entre los edificios y urbanizaciones pude ver bonitos parques bien cuidados, con árboles no muy altos, columpios y toda clase de diversiones para los pequeños y circuitos de footing muy completos con aparatos para estiramientos, encogimientos y lo que fuera necesario.

-¿Tantos niños hay en Crazyworld que se necesitan todos esos columpios y parques?

-Mr. Arkadin pensó en todo, menos en que aquí encerrados las parejas que se formaran, si es que se formaba alguna, tendrían muy pocas ganas de traer hijos al mundo para que fueran esclavos. Que yo sepa está Mónica, la hija de Patricia, que llegó aquí con menos de diez años y ahora tendrá unos dieciséis. El jefe de jardineros que se casó con una de las maestras de la plantilla –Arkadín quiso convertir Crazyworld en una auténtica ciudad- tiene media docena de hijos con diferentes edades. Las maestras son de las pocas mujeres que quisieron ser mamás, tal vez porque necesitaban alumnos para la escuela o no tendrían nada que hacer. Al menos ahora tienen unas dos docenas de alumnos entre párvulos y bachilleres a los que educan con mucho mimo. Cuando no dan clases les cuidan como en una guardería mientras los padres trabajan. Salen con ellos a pasear y hacer ejercicio por los diferentes parques, si se lo permiten los jardineros y horticultores les llevan a la granja donde cuidan los animales y aprenden a cultivar la tierra.

-Imagino que tiene que haber un auténtico ejército de jardineros y agricultores para cuidar de todo esto.

-Los hay. Viven en las granjas, en casitas de madera muy monas. Solo los jardineros se acercan por aquí diariamente a cuidar de los parques. Apenas se relacionan con el resto, nos ven como apestados, para ellos somos menos interesantes que sus animales y plantas. A veces regalan mascotas a los niños. Los adultos que quieren una, tienen que robarla.

Hablando de unas cosas y otras y deteniéndonos para descansar de vez en cuando en alguno de los bancos de madera estratégicamente situados, el camino se nos hizo más entretenido. Por fin llegamos ante la casa de Patricia. El jardín estaba muy bien cuidado y me pareció que una parte estaba dedicado a huerto, con trozos cubiertos de plásticos sustentados con armazones metálicos. Rodeándolo todo un alto muro por el que yo solo era capaz de asomar la cabeza. Dolores oprimió el botón de un telefonillo con cámara de video. Una voz dulce y agradable quiso saber quiénes éramos y qué queríamos.

-Doctora Patricia, soy Dolores y me acompaña un guapo joven que desea hablar con usted. ¿Nos puede abrir?

Pasó un tiempo prolongado. Ya creíamos que nos iba a dar con la puerta en las narices cuando ésta se habló y nos encontramos ante una mujer en la cuarentena, muy bien cuidada, muy hermosa. Morena, de ojos claros, vestida sencillamente con un vestido floreado y una agradable sonrisa en la boca. Me sentí atraído por ella de inmediato. No tuve tiempo para más porque ella no dejaba de mirarme.

-¿Qué le ha pasado a tu amigo, Dolores? Parece como si le hubieran dado una buena paliza.

-Fue Jimmy, que le pilló descuidado. Como comprenderás de otra forma no hubiera podido con este buen mozo.

-Pasad. Tengo un botiquín en casa. No me gustan nada esos ojos morados y esa nariz. Puede que tenga que dar algún punto a ese párpado.

Nos precedió hasta la puerta y nos invitó a pasar. Entramos directamente en un salón más que suficiente para las dos personas que vivían allí. Pude ver un sofá, dos sillones orejeros, algunos armarios de madera acristalados, con vajilla en su interior, una televisor bastante grande, un equipo de música, una librería repleta de libros y bonitas alfombras por el suelo. La doctora me hizo tumbarme en el sofá, puso un cojín bajo mi nuca y me pidió que no me moviera.

-Dolores, sírvete lo que quieras. Ya sabes dónde están las cosas.

Desapareció por una puerta.

-¿Tú quieres algo¿

-Creo que un tequila me vendría bien.

-¿A estas horas?

-Vale, pues dame un Martini, con dos cubitos y hielo y una aceituna.

-¿Una aceituna?

-Bueno, un par de ellas. Me encantan las aceitunas… O eso creo. Me ha venido a la cabeza y ya me estoy relamiendo.

-No tienes remedio.

Se alejó hacia la cocina que estaba separada del salón por un largo y amplio mostrador, tras él podía verse una amplia cocina, moderna y muy bien surtida. Llegó Patricia con el botiquín, lo abrió, sacó un trozo de algodón que empapó en agua oxigenada y me lo pasó por la cara. Hice un gesto de dolor. Luego utilizó un palito con un trozo de algodón redondeado en la punta y me lo introdujo en la nariz, primero por un orificio y luego por el otro. Salió empapado de sangre. En ese momento llegó Dolores con mi Martini que posó en la mesa acristalada que había frente al sofá y ella echó un buen trago de su zumo de naranja. La doctora observó el Martini.

-Si no te importa, querida, trae otro para mí, sin aceitunas y con solo un cubito de hielo.

viernes, 16 de octubre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD II












-No sé cómo ha descubierto que el miserable de nuestro director, ahora difunto, ¡loado sea el señor!, violó a la hija de la doctora Patricia. La pobre se ha convertido en la sospechosa número uno. Quiere que vayas a verla y hables con ella y su hija. Jimmy está convencido de que eres el único que podrá sacarles algo. No sé por qué lo pensará. Imagino que porque pareces tener buena mano con las mujeres y las gatitas. Yo te voy a acompañar, aunque él no quiere que lo haga, me lo dijo expresamente. Luego vendrás a mi casa a comer y no puedes decir que no. Hoy serás todo para mí, te pongas como te pongas. Ese idiota de Jimmy se habría ahorrado sus pesquisas si me lo hubiera preguntado a mí, pero parece que soy la única mujer en Crazyworld a la que no le interesa acosar. No lo entiendo, porque con el hambre de sexo que tiene podía tener menos remilgos. El muy cabroncete.

Dolores quitó su brazo de mi hombro, sentí un gran alivio. Cuando la miré su boca esbozaba una gran sonrisa, llena de encanto. No quise preguntarme por la razón de su creencia en mi buena mano con las mujeres y las gatitas. Parecía saber todo lo que ocurría en Crazyworld, incluso antes de que ocurriera, y eso que no tenía a su disposición las cámaras espía del centro de seguridad.

-De acuerdo. Heather no me comentó nada de la doctora Patricia…

Me quedé en suspenso. Había metido la pata, desvelando dónde había pasado la noche y poniendo en entredicho la intimidad de una dama. Me sentí mal. Ella debió notarlo.

-No te preocupes, chiquitín, ya sabía con quién has pasado esta noche, como la anterior. Nada de lo que aquí sucede escapa a mis castos ojos y orejas.

Noté un brazo mucho más liviano que el suyo oprimiéndome el gaznate. La sorpresa fue mayúscula, pero cuándo la opresión se hizo ominosa supe de quién se trataba. Jimmy estaba a mis espaldas y dispuesto a ahogarme sin darme la menor oportunidad de explicarme. Una voz susurrante y destemplada como un serrucho oxidado me dijo algo a la oreja.

-Por fin te pillo, cabrón. Mientras yo no he parado de investigar tú te lo has pasado tan ricamente con esa zorra de Heather. Quiero que sepas que no puedes ocultarme nada. Eres un cabrón con suerte. Ahora vas a ir a ver a Patricia y le sonsacarás todo, aunque tengas que pasarte la noche con ella. Eso te lo permito por el bien de la causa. Cuando acabes con ella, sea la hora que sea, te pasas por el despacho del doctor Sun, te estará esperando y yo también. Las cosas se están poniendo muy feas y necesitamos pensar en una estrategia.

Su brazo no dejaba de oprimirme el cuello, apenas podía ya respirar. Tenía que hacer algo. Pero no me dio tiempo. Tiró con fuerza hacia atrás y me vi obligado a acompañar su movimiento. Mi cuerpo salió disparado del banco y me quedé espatarrado en el suelo. Jimmy no perdió el tiempo. Comenzó a darme puñetazos como un loco, uno de ellos en el estómago, lo que me hizo vomitar los desayunos. Luego empezó a patearme con saña. Cuando acabó me lanzó un walkie-talkie a la cabeza y salió corriendo, no sin antes vocearme que como no lo tuviera encendido todo el tiempo me iba a castrar. Dolores estaba de pie y se acercaba a mí como a cámara lenta. Pude imaginarme lo mucho que le habría costado levantarse del banco para acudir en mi ayuda. La disculpé. Me dio su mano y haciendo un esfuerzo pude ponerme en pie. Sangraba un poco por la nariz y me dolía un ojo, supuse que me quedaría un moratón. El resto del cuerpo me dolía, pero no demasiado. Ni siquiera me sentía encolerizado, deseando salir tras él para pillar a aquel renacuajo y estrujarle entre mis manos. La sorpresa había sido tal que ahora que me había librado casi tenía ganas de reír. Creo que se me escapó una risita.

-Lo siento, chiquilín, a mí también me pilló por sorpresa. Acerquémonos a esa fuente para que te limpies la sangre de la nariz. Por suerte el vómito no te ha ensuciado la ropa. Ahora sí que no puedes negarte a venir a mi casa a comer, ni siquiera has podido digerir el desayuno. Si quieres podemos ir a casa y te adecento un poco.

-No gracias, Dolores, eres muy amable. Bastará con que me limpie la sangre y si eres tan amable me sacudes un poco el polvo. Quiero ir a ver cuanto antes a esa dichosa Patricia y terminar con este asunto cuanto antes. Luego te agradecería que me dieras un poco de linimento por todo el cuerpo y un buen masaje, ese tontaina me ha dejado el cuerpo machacado.

-Claro que sí, mi pequeñín, tengo en casa linimento y todo lo que haga falta.

En la fuente de agua fresca y potable me mojé la cabeza, limpié la sangre de la nariz y restregué mi camisa para quitar algunas manchas –Dolores no pudo por menos de sonreír, imagino que porque es un gesto que hacemos todos los hombres, aunque es un recuerdo vago- bebí un buen trago esperando que no me sentara mal porque el estómago andaba un tanto revuelto. Entonces recordé que había dejado en tierra el artilugio de Jimmy. Retrocedí y con esfuerzo doblé mi bisagra y me hice con él. Decidí que era mejor tenerlo activo y darle largas que arriesgarme a que me buscara porque no contestaba a sus requerimientos. Le pedí que nos sentáramos otro ratito para recuperarme.

-No veo mucha gente por aquí, para ser sincero no veo a nadie.

-La gente tiene miedo y además el doctor Sun ha recluido por grupos a los pacientes en las celdas de aislamiento. Está intentando llegar a sus subconscientes para comprobar si alguien sabe algo. Según me contó Jimmy parece que ha salido de su pasmo para regresar a su tontería habitual. El Pecas no quiso darme muchos detalles, pero al parecer Mr. Arkadin ha anunciado su presencia para dentro de unos días y quiere tener al culpable identificado y recluido. El pobre debe de estar temblando ante la posibilidad de que le releven de su puesto y no pueda seguir buscando el subconsciente colectivo. Sería una pena porque me cae bien y no creo que su sustituto sea mejor. Vale más lo malo conocido…

-¿Queda muy lejos la casa de Patricia?

-Bastante. Cuanto más importantes más lejos tienen sus casas y más lujosas.

-¿Y la granja?

-¿Aún no te ha llevado Jimmy? ¡Qué raro! Está en esta dirección, después de pasar la última zona de viviendas, en un claro del bosque que nos rodea por todas partes. Cortaron muchos árboles y las cuadras, corrales y viviendas de los granjeros están construidas de madera, es algo que merece la pena ver.

En cuanto me sentí mejor iniciamos el camino. Parecíamos dos borrachos que se apoyaran el uno en el otro para no caerse. Dolores anda con dificultad debido a su peso, aunque no se queja nunca.



miércoles, 30 de septiembre de 2020

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD I

 






TERCER DÍA EN CRAZYWORLD

Me despertó un fuerte y delicioso olor a café. Por un momento creí que aún estaba soñando porque en el sueño también había café y cruasanes. Apenas conseguí recordar algunas escenas rápidas y sin sentido. Yo era español, había vivido en Madrid y estudiado en la universidad. Me reclutó una extraña mujer que se parecía mucho a Joan Collins y había satisfecho a un buen número de mujeres. Lo que no estaba nada claro era mi viaje a USA, tal vez buscando a una mujer que me había trastornado, posiblemente se llamara Marta. El final del sueño era un pandemónium sin sentido. Una clínica para adictos al sexo, Marta, la que se parecía a Joan Collins, carreras, intentos de fuga y sobre todo mucho café con cruasanes. Ese era el final del sueño y el comienzo del despertar, porque Heather apareció en el dormitorio con una bandeja con una jarra de café recién hecho, cruasanes y zumo de naranja recién exprimido. La noche había sido extremadamente agradable y romántica pero aún así había tenido tiempo de dormir y me sentía bien, descansado, feliz y con muy pocas ganas de salir de allí.

Desayunamos en el lecho, mirándonos de vez en cuando a los ojos, como dos enamorados. Me preguntó qué planes tenía para ese día. Le respondí que nada me gustaría más que permanecer con ella ese día, esa noche, todos los días, todas las noches, pero me sentía obligado a continuar la investigación comenzada sobre el asesino del director. Aquel cabrón no merecía mis esfuerzos, comentó con un rictus que me hizo adivinar cuánto le odiaba, cuánto le odiaban todos en Crazyworld. Cuando le dije que si tuviera la seguridad de que no habría más muertos lo dejaría estar, pero que me sentiría muy culpable si le pasara algo a otros, sobre todo a ella, reflexionó unos segundos y luego me dio la razón, era preciso encontrar al asesino o nadie dormiría relajado.

Me duché, me afeité, me vestí, le di un beso prolongado y me disponía a salir de su apartamento cuando me llegó un sonido extraño que de momento no pude identificar. Luego salté como un mono, dirigiéndome a la terraza. Y en efecto, allí estaba, un gatito precioso, negrito, un cachorrito encantador pero muy pequeño, necesitaba los cuidados de mamá o de cualquiera que se adjudicara su papel. Heather se sintió conmovida. Lo tomó en brazos y lo acarició como una mimosa mamá.

-¿Cómo diablos ha podido subir hasta aquí?

-No ha sido él, pobrecito, me temo que ha sido una verdadera diablesa la que lo ha dejado en la terraza.

-¿Te refieres a Kathy?

-Sí, a Catwoman. No ha podido ser nadie más. Si pudo subir hasta mi ventana, nada le habrá impedido trepar a la terraza. ¿Estás segura de que no ha podido entrar dentro?

-Imposible. Se hubiera disparado la alarma y activado todas las defensas que tengo instaladas.

-Menos mal. ¿Y ahora qué hacemos?

-¿No querrás dejar a este gatito indefenso a merced de cualquier depredador?

-Por supuesto que no. Adoro a los gatitos…bueno, creo que me gustaban los gatos, los perros y todos los animales, pero eso aún no he podido recordarlo.

-Tengo que hacerme con leche para gatitos y pienso, no sé si mamá gata lo habrá destetado. Esa idiota ni habrá pensado en ello. Mira, cuando pases por la cocina a ver a Dolores, se lo pides.

-¿Crees que tendrá comida para gatos?

-Ella tiene un gato y hay más gente que tiene mascotas. ¿No te ha enseñado Jimmy la granja?

-¿También tenéis granja? Estáis como queréis.

-Claro que este es tu tercer día aquí, poco tiempo para todo lo que hay que ver. Nos dejan tener mascotas, gatos, perros y algún que otro animal más exótico. En la granja se cultivan verduras frescas y todo lo que permite el terreno, los suministros llegan en helicóptero, la mayoría son alimentos no perecederos. Aquí se hace todo lo que se puede hacer, el pan, tenemos leche de vacas, ovejas y cabras con la que se hacen quesos y yogures. Hay caballos para montar, si quieres, y los pacientes pueden trabajar allí y tener sesiones de terapia con animales preparados, perros, caballos, no se les permite tener mascotas en sus habitaciones.

-¡Increíble! ¿Y dónde está la granja?

-No muy lejos. Cuando tengas tiempo te llevaré yo misma.

-¿Cómo piensas cuidar a este gatito, o gatita, si tienes que trabajar?

-Hay una vecina que tiene una gata, se lo dejaré cuando no esté en casa. Yo también he tenido su gata cuando me lo ha pedido.

Me despedí de Heather y de la gatita porque no podía quedarme allí todo el día, hablando o lo que considerara oportuno a cada momento. No me quedaba otra que despertar del sueño y retomar mi vida en Crazyworld. Me dirigí a la busca de Dolores en las cocinas. Me costó encontrar el edificio porque los apartamentos donde vivía Heather estaban más lejos de lo que sospechaba. Me perdí un par de veces y cuando vi a lo lejos la inconfundible mole del edificio principal suspiré aliviado. Entré a las cocinas y busqué a Dolores con la mirada. No tardé mucho en encontrarla porque ella lo hizo antes. Me esperaba. Se acercó con su andar pausado y en cuanto me tuvo a tiro me dio un fuerte abrazo.

-¡Qué ganas tenía de verte, muchacho!

-Pues solo llevo aquí tres días. ¿Estás preocupada por nuestro asesino?

-Eso también. Tengo un recado de Jimmy, pero antes vamos a desayunar.

-Ya he desayunado, y muy bien.

-Lo imagino. ¿No creerás que aquí pasan desapercibidas tus andanzas?

-¿A qué te refieres?

-No te hagas el tonto. Por muy bien que te hayan dado de desayunar y de cenar no puedes rechazar el desayuno que te he preparado.

No pude. Me llevó a un sitio escondido en la cocina donde había una mesa y dos sillas. Sobre la mesa un pantagruélico desayuno, como no podía esperar menos de Dolores. Me hizo sentar y me sirvió un zumo de naranja recién exprimido, luego vino todo lo demás. No me dejó hablar hasta que terminé todo lo que me había preparado. Menos mal que ella me ayudó bastante.

-Jimmy está muy enfadado contigo.

-Lo imagino. Espero no encontrármelo hasta que haya hecho la digestión, no me gustaría que me echara todo fuera de un puñetazo en el estómago. Estaba todo muy rico.

-Gracias. No creo que aparezca por aquí, anda tan ocupado que no le he visto el pelo salvo el par de minutos que tardó en darme el recado.

-¿Y cuál es ese recado?

-Vamos fuera y te lo susurraré. Ya no me fío de nadie, si es que alguna vez me fié de alguien en este antro.

La acompañé al exterior. Hacía un día hermoso, soleado, yo diría que primaveral, sino fuera porque desconocía en qué estación del año estábamos. Algo que no me había preocupado hasta ese momento. Me picó la curiosidad.

-Por cierto, Dolores, no sé en qué estación del año estamos, tampoco en qué año, en qué día, en qué lugar. No sé nada de nada.

-Veo que sigues sin recordar. Mejor para ti. Pues estamos acabando el verano y comenzando el otoño. Hoy es martes todo el día y prefiero no decirte el año por si se te atraganta.

Me hizo sentar en un banco. Me pasó un brazo por el hombro y me atrajo hacia sí. De esta guisa me transmitió el recado de Jimmy.