miércoles, 10 de marzo de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD IX

 







-Hay algo que no entiendo, Dolores. Bueno no entiendo nada de nada, pero hay algo que entiendo aún menos. Pase que Mr. Arkadin decidiera construir Crazyworld, todo millonario tiene sus caprichos, que lo utilizara para encerrar a familiares molestos de millonarios o millonarios molestos a sus familiares, aunque esto suena muy rocambolesco, ni siquiera los millonarios pueden incapacitar, poner fuera de combate y encerrar de por vida a quien quieran. Pase que reclutara con engaños a todo el personal, aunque eso también tiene su mérito. Pase que nadie pueda escapar de aquí ni ponerse en contacto con el exterior, que eso habrá que verlo. Pero que os permitan importar del exterior lo que queráis y viváis aquí a cuerpo de rey, todos, los pacientes, que tiene más sentido, pero todo el personal, y sobre todo que se gaste millones y millones para hacer un favor a sus amiguetes millonarios, que no creo que le paguen los gastos, como mucho es posible que colaboren un poco con alguna que otra donación, me parece como matar moscas a cañonazos. Pero de momento lo que más me interesa es cómo puedes tener comida mexicana, bebida mexicana y cada cual la comida que quiera, los caprichos que se le antojen. Esto es muy raro, pero que muy raro, Dolores.

-Bueno, abre la botella para que respire y tómate tú también un respiro porque la comida mexicana no es para mezclarla con aire.

Abrí la botella, la dejé respirar y cuando la mesa estuvo servida, con toda la comida mexicana que Dolores había preparado, un auténtico menú degustación, ensalada de chiles asados con vegetales orgánicos y especias, quesadilla con hummus de tomates secos, tosta de guacamole de aguacate, surimi, bonito en escabeche blanco y huevo duro, burritos, tacos y un montón de cosas más que ella me explicó mientras yo miraba y miraba y no dejaba de mirar. Como plato principal chili con carne. Me pregunté si alguna vez yo había comido mexicana y podía recordar, algo, por nimio que fuera.

-No sé si alguna vez has degustado comida mexicana y si fue así, si lo recuerdas, pero te aconsejo que te lo comes con calma, puedes hacerme preguntas para dejar un tiempo entre bocado y bocado.

Era como si me hubiera leído el pensamiento. Probé la ensalada de chiles asados antes de disparar mi ametralladora de preguntas. De inmediato me serví vino en la copa y la apuré de un trago.

-Siento curiosidad por saber todo lo que recuerdas. Por ejemplo si recuerdas haber estado en Mexico y probado la comida mexicana o si has logrado saber más de tu etapa de gigoló. Te llamaré Johnny, si me lo permites, me cuesta tener que llamarte el amnésico, el desmemoriado, guapito de cara, cuerpecito lindo. Ya he agotado todas las posibilidades que se me ocurren.

-Está bien, llámame Johnny, aunque me costará acostumbrarme. Acabo de intentar recordar si alguna vez probé la comida mexicana y no me llegan olores ni sabores, ni nada. Esto de la amnesia empieza a cansarme. En cuanto a mi supuesta etapa de gigoló, porque aún no tengo claro que lo haya sido, juraría que me reclutaron en España, una mujer parecida a Joan Collins y que vine a USA tras una mujer llamada Marta y que aquí ocurrieron muchas cosas que no recuerdo, supongo que debí aprender el inglés, aunque tal vez ya sabía algo. Pero no puedo situarlo en el tiempo. Ni siquiera sé en qué año estamos… No, no me lo digas, prefiero que sea una sorpresa cuando recuerde todo. Pero volviendo al tema, ¿has conocido en persona a Mr. Arkadín? ¿Crees que está loco?

-Sí, Mr. Arkadín nos hacía una entrevista personal a todos los que habíamos pasado las restantes pruebas a que fuimos sometidos por sus servidores. No me pareció que estuviera más loco que cualquiera de nosotros, salvo porque sus millones habían alterado su personalidad, transformándole en un depredador de mucho cuidado. ¡A saber si alguna vez fue normal, en su infancia o juventud, antes de ser rico!

-Puede que de niño tuviera un trineo y viviera en el campo. No, me acabo de acordar de que eso es de una película que recuerdo vagamente. Me preocupa no saber nada de él antes de que llegue, porque vendrá, eso seguro.

-Me da en la nariz que estás tramando algo. ¿No estarás pensando en secuestrarle y salir con él de aquí? Olvídate, siempre le acompañan un regimiento de matones, mercenarios salvajes y muy bien pagados.

-Me hago una idea, Dolores, pero puede que surja la oportunidad. Hay que estar atentos. ¿No querrás pasarte el resto de tu vida encerrada en esta jaula de oro?

-Si te quedaras tú y me hicieras un poco de caso, no me lo pensaría. Ahí fuera no me espera nada. Mis seres queridos están recibiendo el dinero que acordé con Mr. Arkadín. Lo que quiero es que sean felices, yo ya he vivido bastante y mientras sigan recibiendo mi dinero y viviendo lo mejor que puedan, a mí ya no me preocupa nada.

-¡Cómo que ya has vivido bastante! ¿Cuántos años tienes, Dolorcitas?

-Voy para cincuenta y con una salud renqueante. No me cuido, porque no quiero. Desde que estoy aquí he engordado tanto que me muevo como una tortuga. Y tengo a Patri, que me cuidará como a una hermana si me da un achuchón. ¡Qué más puedo pedir!

Me levanté con una tosta de guacamole en la mano para darle un abrazo. La dejé en la bandeja en cuanto me di cuenta que podía tirársela por encima.

-¿Qué más puedes pedir? Puedes pedir todo lo que quieras, excepto salir de aquí, claro. ¿Y tu hermana Patri, como tú dices, no te ha puesto a dieta?

-Lo ha intentado pero no la he dejado.

-Tú y yo vamos a hacer ejercicio todos los días, empezaremos paseando y terminaremos corriendo.

La abracé tal como estaba, sentada, y ella aprovechó para ponerme la mano en la nuca, atraerme y darme un beso que debió de saberle a quesadilla.

-Acepto, siempre que también hagamos otro ejercicio más placentero.

-Hecho, con la condición de que no me vuelvas a hablar de que ya has vivido bastante.

Regresé a mi silla. Me serví la tosta y me la comí tan ricamente. Me gustó.

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