miércoles, 23 de marzo de 2022

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVIII

 


-Muchas gracias, Artemoisa. Ha sido una exposición larga, pero muy instructiva. Y ahora damos paso a nuestra intrépida reportera  Alirina, porque ya están llegando al bosque de los kooris y en cuanto lleguen no tendremos respiro porque estos monitos armarán un gran alboroto en cuanto los descubran. Creo que tenéis previsto almorzar en un claro para así atraer a estos simpáticos amiguitos. ¿No es así?

-Intrépida reportera el holograma de tu madre, Arminido. Que es que no espabilas. Aquí te quería yo ver, siendo objeto de las bromas pesadas de estos simpáticos amiguitos. Que la idea de almorzar aquí fue tuya y nos la impusiste. Que no sé cómo te aguantan nuestros anfitriones. Paciencia que tienen los pobres. ¿No es así, querida Elielina?

-No sabría decirte, simpática Alirina. Este día está siendo especialmente entretenido. Nunca imaginé que uno se pudiera divertir tanto sin el casco virtual, sin el sexo virtual y sin viajar por el Omostron, nuestro Internet holovisivo. Creo que de ahora en adelante saldré más al mundo real, como decís vosotros, y también veré vuestro canal, que antes apenas veía. Sé que eso os puede ofender, pero las cosas son así. Cuando nos propusisteis este programa tuve que informarme de quiénes erais. Creo que os merecéis sinceridad después de este maravilloso día que nos estáis proporcionando.

-Sinceridad por sinceridad. Vuestro adorable esposo no parece estar disfrutando tanto como tú. ¿No es así, Oloviris?

-Si tan adorable te parece, te lo regalo. Jajá.

-Ella siempre tan divertida y dicharachera. Bueno, ahora que puedo hablar diré que para mí está siendo toda una experiencia, aunque confieso que no salgo de un susto para caer en otro. Me dan miedo los animales y me da miedo un entorno que no puedo controlar. En cuanto a dejar nuestro mundo mental y virtual por esta realidad, debo decirte, adorable Alirina, que hubiera preferido encontrarte en Omostron que aquí.

-Olvídese de ello, Oloviris, no pienso convertirme en una durmiente a tiempo completo.  Y ahora, mientras ven las imágenes de nuestro aterrizaje en el claro Rosindra nos explicará los planes para las próximas horas.

-Pues son unos planes muy sencillos, Alirina. A través del monolito de nuestro transporte recibiremos a un robot doméstico que instalará una mesa de camping, sillas ergonómicas y una red electrificada que dará pequeñas sacudidas a los kooris que pretendan penetrarla. De esta forma podremos jugar con los kooris cuando nos apetezca y comer tranquilamente cuando se vuelvan pesados. Cada uno pedirá el menú que quiera y hablaremos de nuestras cosas.

-Buen plan, Rosindra. En cuanto empecemos a comer puedes ir a publicidad, Arminido, que a nuestros espectadores no les va a divertir vernos comer como hace todo el mundo. Y ahora, mientras los holovidentes ven las interesantes imágenes de la instalación del merendero y de los primeros kooris que se están acercando, te devuelvo la conexión para que comentéis lo que os plazca.

-Muchas gracias, Alirina. Para los holovidentes que hayan decidido apagar la imagen y quedarse con el sonido, como hacían nuestros ancestros cuando solo podían disfrutar de ondas sonoras a través de un aparato que al parecer llamaban radio, no sé por qué, les describiré someramente lo que está ocurriendo.

“Habrán visto el suave aterrizaje de nuestro vehículo en el hermoso claro de este bosque que se extiende casi hasta el infinito. Si han apagado la imagen, les diré que un robot doméstico MX ha sido teletransportado hasta el interior del vehículo y ha esperado que fuera apareciendo el mobiliario desplegable. Lo ha trasladado hasta el exterior sin ninguna prisa, lo ha desplegado y colocado con mimo y luego, tras instalar un enorme parasol para proteger a nuestra expedición del sol, ha extendido una red electrificada sobre el techo del vehículo y en un círculo de varios metros. Aún no ha electrificado la red para permitir que los primeros koories se puedan acercar a nuestros invitados y jugar con ellos. De hecho estamos viendo a un diminuto koori, seguramente una cría de la última camada, por eso es tan pequeño, que ha levantado la red y se ha colado por debajo. Sin pensarlo un instante ha trepado por el cuerpo de Alirina ha intentado quitarle su casco donde están situadas varias cámaras y su cabecita ha aparecido en una de ellas. Habrán visto –los que no han apagado la imagen- que sus ojos son enormes y tan expresivos que da risa. Se ha tocado con un dedito su bigotito de cerdas muy sensibles, como pensando, y visto que no podía arrebatarle el casco se ha colado por el escote de Alirina. ¡Simpático koori! No, no se preocupen por la bronca que me voy a llevar, porque nuestra intrépida reportera ha cortado totalmente el sonido, de ida y de vuelta, por lo que no puede oírnos. Como cariñosa amante de los animales que es, ha tomado con delicadeza al koori con sus manos y le ha dado un besito. Seguro que le gustaría adoptarle, pero si lo hace tendrá que hacerlo también con toda su familia, como nos han explicado antes.

“Observen la gran inteligencia y astucia de este animalito que se ha hecho el dormido. Alirina se ha sentado con él en brazos, acunándole como un bebé. En cuanto nuestra intrépida reportera se ha descuidado un segundo ya lo tenemos otra vez en su escote. Ha buscado una postura cómoda entre sus senos y se ha quedado dormidito como un ángel. Puede que no lo esté, lo sabremos si hace alguna de las suyas. El resto de intrépidos aventureros se ha ido sentando alrededor de la mesa conforme nuestro simpático robot-mayordomo ha situado las sillas. Ha servido unos vasos con refresco de frutas que los sedentes se han apresurado a apurar. Debe hacer mucho calor en ese claro, a pesar de que el gigantesco parasol no deja pasar ni un rayo de sol. Tampoco parece que sople la menor brisa agradable. Una vez que todos han saciado su sed parece que se acaba de iniciar una jugosa conversación que van a escuchar en directo porque acabo de hacer un gesto a control para que restablezcan el sonido de llegada, no así el de ida, porque no queremos que Alirina sepa que les estamos escuchando. ¡Qué pillines somos! Escuchemos su conversación a hurtadillas.

-Bueno, ahora que no nos escuchan, podemos hablar como buenos amigos que celebran una merienda campestre. ¿Lo está pasando bien, Elielina?

-Muy bien. Es algo novedoso. Reconozco que la vida que ustedes llaman real tiene también sus encantos.

-¿Tantos como para renunciar al casco virtual y probar nuestra forma de vivir?

-Eso no, Alirina. El mundo real tiene algunas cosas interesantes que viene bien probar de vez en cuando, pero el encanto del mundo virtual es incomparable. No se puede comparar.

-Esta noche la vamos a seguir con un avatar para conocer cómo es ese mundo. ¿Pero ahora puede adelantarnos algo? Aparte del sexo promiscuo y sin restricciones ¿qué otros alicientes tiene ese mundo para quienes aún no lo hemos probado?

-Solo con el sexo ya sería suficiente, pero es que además uno puede viajar a donde quiera, a la playa de una isla desierta, por ejemplo, tomar el sol, bañarse y si te sientes sola puedes contactar con alguno de tus amigos o amigas que vendrán a hacerte compañía, a charlar, a pasar el día contigo. Los que gustan de practicar deportes pueden hacerlo en el sitio que elijan. Puedes ir a un hotel de lujo para celebrar un cumpleaños o sin motivo alguno, con tu grupo de amigos y disfrutar de un spa de lujo. No hay nada que sea imposible, jugar en un casino y ganar o perder, según prefieras. Incluso hacer un viaje espacial a cualquier planeta habitado y deshabitado y correr todo tipo de aventuras. Hay quienes prefieren el riesgo, otros la placidez de no hacer nada. Te pueden crear una película a tu medida, siguiendo tus instrucciones, y vivirla como si fuera absolutamente real. Puedes hacerlo de día o de noche, despierta o dormida. Sí, porque está permitido elegir sueños o pesadillas. Una de las cosas que elegiré esta noche seré tener a esta simpático koori entre mis pechos.

-Si quieres puedo pasártelo.

-¡Oh, no! En la vida real te pueden pasar las cosas más inesperadas y nadie controla eso.

-Bien, qué me dice usted, Oloviris. ¿Lo está pasando bien? Perdone que se lo diga, pero no ha abierto la boca, parece muy aburrido.

-No, en absoluto, Alierina. Como ha dicho mi esposa, esto tiene su encanto, especialmente si está usted, y me disculpo por la sinceridad. No estoy acostumbrado a relacionarme. Imagino que ustedes, los que viven de continuo en el mundo real deben mentir más que hablan.

-¡No lo sabe usted bien, Aloviris! Jajá. ¿Y usted, Rosindra, también prefiere el mundo virtual cuando no está trabajando?

-Sí confieso que me lo paso bien, aunque prefiero este mundo mientras pueda simultanear los dos.

-Perdone la intromisión en su intimidad, ahora que no nos oyen, ¿puedo preguntarle si está soltera, si tiene familia, si se relaciona con otras personas en el mundo físico, si visita a sus padres o demás familiares, si piensa tener niños?

“Disculpen los oyentes y holovidentes, pero esta conversación puede convertirse en cualquier momento en un cotilleo sin sentido, de hecho ya está ocurriendo. Vamos pues a aprovechar para endilgarles nuestra ración de publicidad y enseguida volvemos. Ni se les ocurra cambiar a otro canal del bueno de “H” por mucho que se haya publicitado. Volvemos enseguida.

sábado, 19 de marzo de 2022

LA VENGANZA DE KATHY VI

 




La comida fue deliciosa. Sin poder evitarlo hice un elogio, tal vez un poco desmesurado de Dolores. Fue un error porque Alice me describió los platos que mejor le quedaban y remató invitándome a cenar una noche en su apartamento. Alegué que la cena iba a ser complicada porque antes o después regresaríamos al orden draconiano que imperaba antes del asesinato del director. Se rió con ganas. Con el doctor Sun al frente no regresaríamos al orden. En todo caso los pacientes acabarían de nuevo en las celdas de aislamiento con el menor pretexto. Además yo había cenado y dormido en casa de Heather y en la de Dolores. ¿Por qué no en la suya? Me daría una copia de la llave de su apartamento en cuanto regresáramos, porque había salido con lo puesto. Ante estas razones acepté encantado, pensando en cómo sería una noche en el lecho de Alice y en la posibilidad de despistar a Kathy, puesto que no tenía claro de que le hubiera pasado algo tan grave como la muerte. Luego reflexioné en cómo daría disculpas a Heather y a Dolores. Algo saldría. Empecé a plantearme si yo sería un guapo mozo mucho más guapo de lo que imaginaba para tener tanto éxito con las mujeres en Crazyworld. ¿Tal vez mis dotes de gigoló estaban ayudando? Esa era otra. No me imaginé dedicado a tan entretenida profesión en el pasado. Aproveché para preguntarle sobre una pregunta que se me había quedado en el buche, la de si existían clases sociales en Crazyworld. Por suerte habíamos dejado los turnos para entablar una conversación amigable durante la comida.

-Lo único que sé de los sueldos que ganan otros es lo que me han dicho en conversaciones amigables o de los rumores que corren, pero de los rumores te puede hablar Dolores con más propiedad. Parece que a todos, al firmar el contrato, nos hizo firmar un acuerdo de confidencialidad, al menos a mí sí. No sé si se trata de una broma, aunque me extrañaría porque Mr. Arkadin no es un humorista nato ni creo que sepa siquiera lo que es el humor. Por supuesto que hay diferencias salariales importantes. Creo que el director, que esté en el infierno, era el que más ganaba. No entiendo por qué, no hacía nada, aparte de perseguir mujeres y pedirle al doctor Sun que le contara los secretos de sus pacientes. Mucho menos entiendo la razón de que Mr. Arkadín lo contratara y menos de director. Era una nulidad absoluta. Imagino que fuera de Crazyworld debió de llevar una vida bastante arrastrada, si no llevó a la bancarrota a algunas empresas o arruinó a algunos inversores sería porque no le dejaron. No me preguntes en qué trabajó, ni lo que hizo, ni lo que fue. Es un misterio. También lo es si Mr. Arkadín y él se conocían de antes del casting, porque seguro que hubo un casting para el puesto de director. Puede, y es una idea mía, tal vez muy delirante, que fuera un conseguidor. Me refiero a que le conseguía las mujeres que venían con Mr. Arkadín a la cabaña del bosque. Tú le has conocido y sabes que como hombre no valía nada, no tenía físico ni era un seductor de libro, y su labia era un chorreo de sandeces. Se pasaba los días mandando llamar a las mujeres a su despacho, por cualquier motivo. A veces recorría Crazyworld mirando aquí y allá, por si se le había escapado alguna mujer que mereciera la pena. Disimulaba tan mal que daba risa verle. A mí me llamó también a su despacho en los primeros meses después de que esto se pusiera en marcha. Quiso seducirme con una estrategia tan ridícula que me reí en su cara. Entonces se enfadó y me amenazó con esto y aquello. Continué riéndome. Entonces intentó forzarme, llevándome a rastras al cuarto acondicionado como dormitorio que tenía tras el despacho. Por suerte para mí era un alfañique que no hubiera podido sujetar ni a un niño. Me defendí como una gata, le arañé, le di un puñetazo en un ojo y le rematé con un rodillazo en las ingles. No volvió a llamarme.

-Oye, Alice, ¿Tú crees que ha sido una mujer la que se lo cargó?

-No se me ocurre nadie que hubiera perdido el tiempo con ese payaso. Es cierto que algunas debiluchas cedieron ante su acoso, pero precisamente por eso no las veo yo en plan de apuñalamiento sanguinario. Y en cuanto a la doctora Patricia, el que un cabrón viole a tu hija es un buen motivo, aunque no la veo apuñalando con saña. Si yo fuera ella me haría con un veneno de efectos retardantes para que sufriera lo suyo antes de diñarla. Para mí que semejante saña en el apuñalamiento es más propio de alguien que necesitaba disimular y que pensaran en alguna mujer. El director era un payaso que solo metía miedo a los caguicas…

-Perdona, se me ocurre una pregunta importante. ¿Tenía algún sicario que pudiera utilizar para sus desmanes, fueran los que fuesen? Me refiero a los guardias de seguridad o incluso a algún celador. Me estoy acordando ahora de un celador cabrón, que me trató muy mal cuando tuvo que llevarme a la consulta del doctor Sun. ¿Cómo se llamaba? Lo tengo en la punta de la lengua…

-¿Te refieres a Albert? Sí es un cabrón, pero inofensivo, es un faltón, pero lengua es lo único que tiene, en cuanto le plantas cara se acoquina. Ya te he dicho que el director era un payaso ridículo, nadie hacía caso de sus amenazas, porque en cuanto llamaba a seguridad para que nos metieran en vereda, todos se burlaban de él y no le hacían ni puto caso. Aquí hay pocos castigos que puedan dar miedo, el mayor es estar encerrados sin poder salir y en eso el director no pintaba monigote.

Así de esta guisa dimos buena cuenta de la comida, enfrascados en una amena conversación, que me impidió darme cuenta de que había acabado la botella de vino que la buena de Dolores había introducido en la mochila junto con algo de comida picante para mí. Alice se limitó a beber una sangría que iba en un termo, junto con otros refrescos que ocupaban una pequeña caja que parecía una nevera portátil. Fui consciente del efecto que me había producido el vino cuando se me acabaron los temas y comencé a poner ojitos de querer. Alice debió darse cuenta porque se echó a reír y me preguntó si me apetecía hacer algo especial.

-El vino me ha dado un poco de somnolencia. Me vendría bien una pequeña siesta.

-No seas tonto, palomino. Tú lo que quieres es otra cosa. Ayúdame a recoger y nos vamos pitando a la cabaña.

domingo, 13 de marzo de 2022

EL VERDUGO DEL KARMA XI

 

RELATOS ESOTÉRICOS XI

7032022

JUICIOS KÁRMICOS CONTINUACIÓN

No anduvo mucho, en realidad se quedó a unos pasos de la puerta. La impresión que debió de recibir le dejó paralizado. A todos nos pasa la primera vez que entramos en la sala especial, la dedicada a los juicios contra los genocidas, cuya deuda kármica es tan vasta y laberíntica e involucra a tantas almas que no son precisamente juicios sencillos. No ocurre como en las apelaciones en los juicios kármicos individuales, donde un individuo no está conforme con la sentencia dictada contra actos realizados en su vida terrena o quiere discutir la acusación particular de alguna víctima a la que aún le parece poco su condena kármica y quiere otra condena mayor, mucho mayor. Son juicios bastante sencillos. Una vez que ambos han pasado por la recapitulación de sus vidas -con ayuda del casco virtual o kármico o akásico, que de todas estas formas se llama y cada verdugo le da su propio nombre, acorde con su personalidad y sentido del humor- muestran su disconformidad, el verdugo por su excesiva condena kármica y la víctima por lo corta que se ha quedado. Como estas posturas suelen ser irreductibles, no queda otra que celebrar un juicio rápido ante un tribunal unipersonal que rara vez preside un alto cargo, como un Anciano de los Días, por ejemplo. Suelen delegar en autoridades más bajas, más burocráticas, y solo en caso de apelación por quebrantamiento de alguna ley o reglamento kármico, interviene un Anciano de los Días, que en un juicio muy rápido y contundente suele dictar una sentencia mucho más onerosa para ambos de las que se han dictado con anterioridad. El fallo suele contener la famosa frase: si la recapitulación de sus vidas pasadas no les parece suficiente para aceptar con ecuanimidad la carga kármica correspondiente, es claro que su evolución espiritual aún deja mucho que desear, por lo que algunas vidas dramáticas, en consonancia con su karma, les vendrán muy bien para espabilar de una vez.

En cambio los juicios kármicos por genocidio suelen ser tan largos y complejos y hay involucrado tanto sufrimiento que siempre los preside un tribunal formado por los tres Ancianos de los Días que están de turno en ese momento. Es el primero de los juicios y si existiera apelación, ésta sería ante el Padre Universal quien deberá juzgar si la actitud del genocida es tan recalcitrante que procede una sentencia de aniquilación de su personalidad o consciencia o existen pruebas favorables, tan contundentes, que resulta insólito que entidades tan evolucionadas y con una jerarquía tan elevada puedan cometer semejante error. Como ustedes comprenderán, con los medios que existen en estos tribunales, no hay manera de que alguna prueba, a favor o en contra, se pueda traspapelar o resultar tan confusa que pueda inducir a confusión a un tribunal de Ancianos de los Días. Bien pudiera ocurrir- aunque es harto improbable y hasta imposible- que un Anciano estuviera ese día algo dormido y poco atento, pero tres a la vez, eso es imposible, como ya he dicho antes.

Los juicios kármicos por genocidio son más frecuentes de lo que deberían ser en planetas relativamente evolucionados. El caso del planeta Tierra es muy especial. Hay tantos juicios kármicos por genocidio que uno se pregunta si los genocidas del universo han sido trasplantados todos ahí, mi planeta de nacimiento, para mi desgracia,  y por eso la proporción es tan desproporcionada –permítaseme la redundancia- que puede llegar a cien juicios terrestres por uno del resto del universo. Lo que sin duda es muy, pero que muy desproporcionado. Esta estadística, así como otras, son muy conocidas en los archivos akásicos y en el resto de estamentos jerarquizados del más allá o mundos paralelos como algunos lo llaman, que viene a ser un intento de sinónimo menos feroz, pero bastante ridículo puesto que la realidad es la misma en todas partes, solo que la invisible resulta más desconocida en el más acá que en el más allá, porque los habitantes del más acá acostumbran a ser unos incrédulos de tomo y lomo. Permítaseme una pequeña anécdota. En los primeros tiempos de mi función como verdugo del karma, yo acostumbraba a presentar mi currículum, un día sí y otro también, solicitando algún puesto superior, menos simple y más agradable  que esta mierda de profesión de verdugo del karma. Lo hacía ante el burócrata de turno, que se reía en mis barbas cuando leía mi disculpa de que no tenía la culpa –perdón por el pareado- de haber nacido en un planeta tan delincuente y genocida. Así no había manera de conseguir los méritos apropiados para otros puestos más elevados y agradables. Tantas fueron las risas que suprimí la frasecita, primero, y luego el currículum. Dejé de esperar que la suerte me fuera favorable y hasta descubrí que ser verdugo del karma tiene su aquel, como el de bufón de una corte real, que se puede reír de todo el mundo, sin que le corten la cabeza, porque para eso es el bufón.

Regresando a mi somera descripción del juicio kármico por genocidio, debo decir que aquilatar el karma por genocidio solo está al alcance de un Anciano de los Días, mejor si son tres. Porque aquí no se trata del sufrimiento causado a una víctima en particular por un desgraciado sin sensibilidad ni conciencia, esto es mucho más serio. El sufrimiento causado a miles y miles y hasta millones de almas por un genocida sin entrañas no es moco de pavo. Los Ancianos de los Días son muy duros con esta clase de sufrimiento. Tanto que a pesar de mi fama de bufón dicharachero que utiliza las peculiaridades de su planeta de origen para hacer chistes y chascarrillos a cuanto burócrata ocioso me encuentro por estos pasillos, lo cierto es que nunca se me ocurrió contar ningún chiste a los Ancianos de los Dias, a pesar de que suelen tener un gran sentido del humor, cuando no están de servicio. Y mucho menos sobre genocidas terrestres. Eso me hubiera proporcionado una orden de aniquilación que hubiera tenido que apelar, sí o sí. Y a pesar de la fama de bondadoso que tiene el Padre Universal, prefiero no saber si eso me habría librado de la aniquilación total.

Ni siquiera sería un juicio fácil si consistiera únicamente en medir el karma del genocida. No habría si no que sumar el sufrimiento causado. Tantas víctimas, a tanto sufrimiento cada una, dan un total de… Solo habría que pesar en la balanza el sufrimiento de cada víctima y restar la consciencia del acto del genocida sus atenuantes. Lo complicado viene cuando está claro que un genocida no puede matar o hacer sufrir a tantas víctimas él solito. No existe avión que pueda portar tantas bombas como para que pilotado por un solo genocida alcance a producir millones y millones de víctimas. Es cierto que en la época nuclear del planeta Tierra con una sola bomba atómica se generaba un número incalculable de muertos, pero ni aún así un genocida puede matar solo a tantas almas. Aparte de que no se sabe de genocidas que supieran pilotar aviones. Con esto quiero decir que todo genocida, por muy genocida que sea y se precie, necesita de la colaboración, la complicidad, la omisión de ayuda por parte de otros, de muchos, de millones diría yo. Y es aquí donde el tribunal debe aquilatar mucho. El karma del genocida suele estar bastante claro, tan solo hay que analizar lo consciente que fue durante todo el proceso de genocidio, las agravantes y atenuantes, la herencia genética, hasta dónde llegó una demencia genética o aguijoneada por los pelotas y asesores de turno y si existe algún atenuante para su falta de empatía.

Lo laberíntico de estos juicios son la cantidad ingente de testigos –todas las víctimas- como de coadyuvantes, cómplices, colaboradores necesarios, asesores sin conciencia, pelotas asquerosos, o simplemente pecadores por omisión, los que podían haber hecho algo y no hicieron nada. Adjudicar a cada cual su correspondiente karma resulta muy lioso. Porque aunque no se le quite ni un ápice de karma al genocida, no es lo mismo ser un colaborador necesario, pongamos por caso, o un asesor malintencionado, que un pelota ridículo y estrafalario o que un pobrecito cobardica a quien el miedo impidió levantar siquiera el dedo para protestar. Para soportar estos juicios hay que tener mucho estómago para no echar la bilis a cada instante. Razón por la cual estamos solos en las tribunas para espectadores.

El iniciado no ha tenido problema para elegir el asiento que más le gustaba. En lo más alto, justo el asiento de la derecha del pasillo central. No se engañen, no ha estado todo el tiempo impactado, sin mover una ceja, mientras yo les endilgaba este largo discurso. Les recuerdo que aquí el tiempo no existe, por lo que lo que para él ha sido un instante en su consciencia, para ustedes ha sido un largo periodo de tiempo, aburrido, que sin duda les habrá hecho bostezar. Porque no existe el tiempo es también la razón por la que estamos a punto de presenciar en directo, en el momento actual, un juicio que para el iniciado ocurrió justo después de la muerte del genocida, hace ya muchas décadas de su tiempo actual en el mundo físico de donde procede. Todos los espectadores que acudirán, si es que acuden, lo harán en su momento presente en el mundo de la vigilia, y para todos ellos será como si contemplaran el juicio en directo, no en grabación. Como ya habrá tiempo para descripciones, me limitaré a darles una somera imagen de esta gigantesca y solemnísima sala de juicios. Una especie de hemiciclo con asientos, un pasillo central, una zona para acusados y testigos, y una tarima muy alta donde están los jueces, los Ancianos de los Días, que debido a su altísima presencia no necesitan una tarima elevada para destacar por encima de todos los asistentes para quienes su elevadísima consciencia y jerarquía les hace parecer gigantes o titanes con los pies en un extremo del universo y la cabeza en el otro. Hay una cúpula elevadísima, acristalada, que deja pasar una luz tan hermosa y pura que no puede ser otra que la del amor, aunque es cierto que no todos la ven igual, algún que otro genocida, la mayoría ni ven la luz del amor ni ven tan altos a los jueces, ni ven nada que no sea lo que quieren ver.

Me siento al lado del Iniciado y éste me habla como si el tiempo transcurrido entre su entrada a la sala y mi aposentamiento a su lado fuera un tiempo corriente, unos segundos. Ustedes saben que no, que me ha llevado un largo tiempo este discursito introductorio.

-¿Por qué estamos solos?

-Hay que tener mucho estómago para soportar estos juicios. Las declaraciones de los genocidas y sus adláteres harán vomitar al más templado. Y en cuanto a los testigos, la exposición “in persona” de sus sufrimientos hundirían en el abismo de la desesperación al más inquebrantable. Será un juicio muy largo y muy duro. Si quieres podemos levantarnos y salir. No es obligatorio permanecer aquí todo el tiempo. Estamos en una visita guiada, turística. Si en algún momento te supera solo tienes que decírmelo y nos vamos.

-Entiendo lo que quieres decirme, pero quiero permanecer aquí todo el tiempo y ver con mis propios ojos las disculpas que va utilizar el genocida en su defensa. Hitler es el prototipo de los genocidas, pero hay otros, algunos tan demoniacos como él o más. ¿Podría ver también esos juicios?

-Podrías. Solo sería preciso salir otra vez por la puerta y volver a entrar pensando en el genocida de turno. Pero no te lo aconsejo. Si eres capaz de soportar este juicio sin salir corriendo confesaré humildemente que te juzgué mal.

-Lo aguantaré. Te apuesto lo que quieras.

viernes, 4 de marzo de 2022

CARTA DE MILAREPA CONTRA PUTIN

 


CARTAS DE MILAREPA DESDE EL TIBET AL AUTOR LIBRO III

CARTA DE MILAREPA CONTRA PUTIN



Querido amigo y hermano en el Todo: Aunque esta carta va dirigida al Sr. Putin, te la envío a ti para que se la hagas llegar. Ya sé que te cuesta mucho moverte, incluso para bajar las escaleras desde tu dormitorio a la planta baja tienes que pensártelo dos veces y a veces tres, pero eso es algo causado por tu vagancia y no por problemas serios de salud, que no los tienes. Más problemas te causa hacer pública esta misiva por las consecuencias que pueda atraer sobre tu cabeza, tales como un envenenamiento por plutonio, wolframio o a saber qué material radioactivo pueden emplear esta vez, o simplemente con que entren en tu ordenador y te lo desmantelen ya te habrán producido un severo daño. Claro que tendrá que ser un daño muy severo porque tu ordenador ya lleva haciendo cosas raras desde hace un tiempo y ni el Sr. Putin ni sus adláteres conocían de tu existencia. Ahora esperas y deseas que sigan ignorándote, pero tal como están las cosas en la Red y en el mundo, puede pasar cualquier cosa, hasta que se aperciban de tu existencia y te maten como a un mosquito o una hormiguita, que todo podría ocurrir.

Mejor eso, piensas, que ir en persona hasta el Kremlin o donde se esconda ahora, y hacer una reverencia y pedirle al intérprete –porque tú no sabes ruso- que traduzca: Por favor señor Putin, no mate al mensajero, en todo caso métase con o mátese a Milarepa que siempre me pone en estos bretes sin pedirme permiso y sin que yo pueda antes ni comerlo, ni beberlo, que al menos algo sacaría en limpio. También piensas que llevabas mucho tiempo sin saber de mí, desde que interrumpiste aquella serie de cartas sobre la pandemia. Sí, porque las interrumpiste tú, que yo aún tenía algunas cosillas que decir al respecto. Desde que desapareció tu gatito Zapi has caído en una depresión incurable y has tocado el abismo de la desesperación. Lo querías tanto que el apego –mira que te llevo diciendo mucho tiempo que todo apego, aunque sea a una personita tan cariñosa como Zapi es malo y genera sufrimiento- te hizo pensar en mí. Si Milarepa me escribiera otra carta, una muy espiritual, metiéndose a fondo con esta podrida sociedad en la que vives, puede que a alguien se le ocurriría matarte y asunto concluido, ya no sufrirías más. Ahora que ya has subido a la Red la narración de tus juveniles intentos de suicidio, en cumplimiento de un juramento sagrado, podrías morir tan ricamente y nadie se daría por aludido. Hubo un tiempo en el que pensaste que esa trágica narración de tus desgracias sería como una bomba o un misil nuclear en tu entorno. Todo el mundo se llevaría las manos a la cabeza y te llamaría loco y te causarían muchos problemas… Pues ya has visto que no, no ha pasado nada, nada de nada. Así que ahora no me vengas con monsergas de que te van a envenenar con plutonio o pandemonio, porque tampoco va a ocurrir nada. Subirás esta carta o misiva a tu blog y santas pascuas, en lugar de ir en persona, arrodillarte ante el Sr. Putin, entregarle la carta manuscrita y suplicarle que retire sus tropas de Ucrania, que acabe la guerra y que forme una comisión mundial, globalizada, para mejorar el mundo, que buena falta le hace.

¡Ya te gustaría a ti que ocurriera algo, que te envenenaran con el dichoso plutonio y así irías a buscar a Zapi al cielo de los gatitos! Llevas desde su desaparición rezando todas las noches esa dichosa oración: Que Dios te bendiga Zapi y te lleve al cielo de los gatitos; gracias por haberme acompañado en el camino; te quiero mucho y siempre te querré. Sí, estás tan hundido en la miseria que una muerte, aunque sea por plutonio, que debe ser lenta y muy dolorosa, te supondría un gran alivio. Así te evitaría suicidarte, que no lo puedes hacer porque un día juraste que no lo volverías a intentar nunca jamás. Entre la desaparición de Zapi y la invasión de Ucrania el poco deseo de vivir se va apagando como la llamita de una vela falta de oxígeno. Morir ahora estaría bien, piensas, y más si es de forma rápida e indolora, un ictus rapidito, o mejor, morir en sueños y no enterarte de nada. Esta mierda de sociedad en la que vives ya no merece la pena, que no, que es un asco, no hay quien aguante tanta mierda. Mejor morir y que esos idiotas que se creen diosecillos intenten apoderarse del mundo y de más allá de Orión, si les da tiempo. No creo que sean conscientes de que son mortales y se van a morir también en unos días, no tantos como piensan, porque de otra forma ni se les ocurriría pensar en masacrar al prójimo, al vecino, en mandar tanques y helicópteros y aviones y barcos y soldados que también tienen padre y madre, esposa, hijos y a los que quieren, no así a los que tienen que matar, que si fuera así no los matarían.

Vaya nochecita que llevas, no has pegado ojo, menos mal que ahora con el Spotify lo pasas muy bien creando listas y más listas, de música clásica, moderna, electrónica, celta, que si meditaciones por aquí, que si cuencos tibetanos por allá, que si canciones y poesía, que si solo poesía…Sí, confieso que es entretenido, pero son las cinco de la mañana y no has pegado ojo. Tal vez sea porque has visto los telediarios, los helicópteros y los tanques de los que hablas, y has escuchado los lamentos en ucraniano de los que se tienen que ir de sus casas y encima dando gracias porque no les caiga un misil mientras van en bicicleta o penetre en su casa como un gigantesco pepino de acero. También has escuchado en la radio a ucranianos en España hablando de sus seres queridos en Ucrania y se te ha partido el alma, si es que no la tenías ya partida, como el culo. Porque eso es lo que piensas que este planeta es el culo del universo, el infierno del que hablan. Y entre los demonios debe haber uno que se llame Putin, seguro. Porque solo un demonio puede pensar en poner a maniobrar a un espantoso ejército y luego lanzarlo a masacrar a víctimas inocentes acusándolas de nazis, neonazis o genocidas, o lo que sea, como si fuera un niño jugando con piezas de Lego. Llevas unos días viendo documentales sobre el Sr. Putin y no sabes por qué los ves, al fin y al cabo podrías ver otras cosas más divertidas, pero no, tiene que ser sobre Putin. Hasta se te ocurrió imaginar que si tuvieras poderes mentales le freirías las neuronas con mensajes telepáticos de paz para el mundo, para todos los hombres de buena voluntad, como hace tu personaje en tu relato de Terror en las mentes y el telépata loco o si pudieras viajar con tu cuerpo astral o tu doble, aparecerías en el Kremlin, que ya conoces muy bien por los documentales que has visto y llegarías hasta el mismísimo Putin, al que ya conoces muy bien por los mismos documentales y le dirías cuatro cosas, y más de cuatro también. Decían esos documentales que ese señor es un demonio con sus enemigos, que no perdona ni una. La venganza parece ser uno de sus pecados capitales. También se debe creer un diosecillo a juzgar por cómo caminaba por un edificio enorme, repleto de gente, tal vez en una de sus tomas de posesión como presidente de Rusia, entre los que estaban algunos actores de Hollywood muy conocidos, o puede que vieras mal o alucinaras o puede que fuera otro documental y los mezclaras, que eres capaz de eso y de más.

Todo el mundo le tiene miedo, por eso nadie dice nada, y cuando salen a la palestra los presidentes de otros gobiernos, solo dicen blá-blá y que la legalidad internacional. que nadie cumple desde tiempo inmemorial y que tal vez ni siquiera exista y os estén engañando. Tienen miedo, mucho miedo, no sé si a Putin o a quedarse sin gas y sin petróleo, o a que las bolsas quiebren y se desfonden o a que falte el dinero. Porque a lo único que realmente temen es a eso, a quedarse sin dinero. Lo demás les trae al pairo. Vives en una sociedad que adora al becerro de oro y le reza y le adora, y hace sacrificios humanos con tal de que el becerrito, el idolito haga caer monedas de oro sobre sus duras cabecitas. El gran problema que tenéis en esa sociedad que tú desearías abandonar cuanto antes y sin despedirte, es el de la confusión de valores en la pirámide o zigurat de valores, una especie de torre de Babel en la que nadie se aclara y no por las lenguas, que unos hablan ruso y otros ucraniano y otros cualquiera de los millones de idiomas que tenéis para entenderos y que no os sirven para nada, porque parecéis sordos hablando a mudos y mudos hablando a sordos y ciegos hablando por doquier sin saber que no hay nadie en leguas a la redonda, si no por los valores, que los que deberían estar arriba en la cúspide de la pirámide están abajo, si es que están y los que deberían estar abajo del todo están en la punta de la cúspide. El valor supremo es el oro, o el dinero, o el dólar o el rublo o la madre que parió a todas las monedas capitalistas y menos capitalistas. No hay valores y así se derrumba la pirámide, porque en la cúspide está el oro que pesa mucho y los misiles y tanques y demás armamento, que pesa mucho y que está al lado del oro, porque sin armamento no hay oro. En lo alto debería estar el amor y la libertad, un escalón inferior, la generosidad, la solidaridad, la empatía, el afecto, la amistad, el cariño… Y abajo del todo. el oro y si pudiera ser fuera de la pirámide, en las minas, que allí está bien y no hace daño a nadie.

Vaya mierda de sociedad que tenéis, sin valores, con el oro o las monedas, o los valores en bolsa –que vaya mierda de valores especulativos son esos- volando de acá para allá, y llegan los fondos buitre y se lo llevan a saber dónde. Mira, los millonarios actuales deberían llevaros a todos a Marte o a Poseidón, o donde sea, donde no hubiera oro, solo arenas rojas y cada cual que tomara cuantos granitos de arena necesitara, así seríais todos ricos y nadie se pelearía por el oro, la moneda o los cambalaches que habéis inventado para sustituir a los valores invisibles, que por eso nadie cree en ellos, porque nadie los ve. Ya pueden observar el amor de dos o más corazones entregándose unos a otros, quitándoselos del pecho y entregándoselos a los amados, que morirían ipso facto si el otro no les diera el suyo para su pecho. Es lo bueno que tiene el amor, que es tan generoso que lo sacas del pecho en cuanto ves a alguien. Menos mal que a los demás les pasa lo mismo y en cuanto ven un pecho sin corazón se sacan el suyo y se lo entregan, y así sucesivamente. Menos mal porque si no todos estarías muertos y no por misiles, tanques, ametralladoras, balas trazadoras, bombas desde aviones, bichitos de guerras bacteriológicas o lo que sea. Parece mentira que en plena pandemia de bichitos que no se sabe de dónde han salido, pero que muchos creen que de laboratorios de guerra bacteriológica –tal es la confianza que tienen en sus dirigentes- les parezcan pocos los muertos, los confinamientos, los sufrimientos, y la mierda de un futuro que parece visto a través de cristales tintados de mierda, y ahora busquen más con cualquier motivo, que todo vale, que si quiero regresar al imperio, que si allí hay nazis y en mi casa no, que si esto, que si lo otro, que si lo demás allá. Porque esto no va a quedar así, ya veréis. En cuanto mueran todos los ucranianos empezarán con los siguientes, y en cuanto las medidas no sirvan ni para atrapar pajarillos acabaran pensando que todos tienen misilazos entre las piernas de sus Estados y por qué no disparo yo primero, que el que da primero da dos veces y etc etc.

Nada, querido amigo y hermano en el Todo, que hasta yo, el espiritual Milarepa, he perdido el control, los papeles y digo exabruptos y lanzo culebras y sapos por mi boca de profeta. Que me tenéis hasta… No me extraña que tú quieras morir y que no te importe publicar esto y que luego te envenenen con polonio, plutonio, radio o lo que sea o que alguien saque la cabeza del ordenador por la noche y te dispare a la cabeza un rayo laser o cualquier otro invento, ondas sonoras, electromagnetismo o chicles envenenados, que aquí vale todo. Después de perder a Zapi, la única compañía que te quedaba, ya no te importa morir y que sea el Sr. Putin tu matador o cualquier otro. Que esto es una mierda, una auténtica mierda. Al menos si mi carta sirviera para ayudar a los ucranianos y evitara muertes y todos se dieran golpes en el pecho diciendo lo de mea culpa, mea culpa, mea grandísima culpa, y todos mearan bien y luego se reunieran, reconociendo sus culpas y errores y pensaran en cómo hacer una sociedad mejor y amarse más… Pero no porque aquí lo único que interesa es el puto oro de los… Bueno, perdóname y vete a la cama, que ya he terminado. Que son casi las seis de la mañana y tú sin pegar ojo, como tantos. No te preocupes que mañana seguirá la guerra y pasado y al otro. Y luego a contar muertos como patatas en el huerto y a ver cómo salimos de este lodazal y a ver si por lo menos evitamos la guerra nuclear y algunos siguen vivos para que les pille el cambio climático por sorpresa. Que a vosotros todo os pilla por sorpresa, hasta la granizada que lleva anunciándose durante veinticuatro horas de nubes negras, que hasta habéis tenido que encender la luz. En fin, amigo, que menos mal que te pillo desesperado y con ganas de morir, que si no ni te hubieras levantado de la cama si no es para ir a mear, que tienes la próstata hecha un asco. Mira mejor que reces el mea culpa que esa oración a Zapi, que el pobre está conmigo y no deja de maullar porque en vez de olvidarle y dejar que se refocile en el cielo de los gatitos te acuerdas de él todas las noches y no dejas de rezarle, como si fuera un santo. Mejor harás en pensar en cómo convencer al Sr. Putín, en rezar por los ucranianos y por los rusos, que con un demonio como el Sr. Putin habrá para todos. No, si a lo mejor en el fondo es una gran persona. Más te vale, porque con las veces que le has llamado demonio, como se entere, que no lo cuentas chaval. Aunque eso es lo que tú quieres, bandido, que sin Zapi no eres nadie y que ya han pasado tantas cosas malas en los últimos años, que mira, por mucho que duela morir, mejor muerto que vivo en esta mierda de planeta que tenéis.

Un abrazo fraternal y que la paz profunda os acompañe a todos en el camino, incluso al Sr. Putin… Eso sí, si retira sus tropas, deja de matar y se reúne con los líderes mundiales a ver si mejoran esto, aunque sea una pizca, porque si no os quedan dos telediarios para el apocalipsis.