-Así es Arminido. Por suerte yo he aprovechado el interludio
para desayunar, así que no tendré que hablar con la boca llena. Y sin más
iniciaremos esta entrevista a la que generosamente nuestros anfitriones han
accedido.
ALIRINA
-Aprovechando la destemplada salida de su hija Olivina, me
gustaría preguntarles, para abrir el fuego, cómo es la relación con su hija. Si
eso no viola su intimidad, por supuesto.
ELIELINA
-Como usted sabe, porque ha pasado por lo mismo, nuestros
hijos pasan por el terrible trauma de saber que quienes creían sus padres, con
los que convivían todo el tiempo, en realidad eran figuras holográficas,
creadas expresamente por nuestro “H”, con textura, por supuesto, de otra forma
no podrían engañar a los niños, y con todas las cualidades necesarias. Incluida
una personalidad clónica de los padres a los que imitan. Los padres reales nos
dedicamos a seguir con nuestras vidas como si tal cosa. Son unas niñeras
perfectas. Nosotros a veces les vemos y acariciamos un poco, jugamos un corto
espacio de tiempo con ellos, hasta que nos cansamos y regresamos a nuestros
quehaceres. Durante estos años solemos viajar más, hacemos excursiones, incluso
pernoctamos en hoteles comunitarios y hasta algunos le piden a “H” que les
construya habitaciones especiales para los niños, separadas de la casa por
barreras energéticas que hacen cosquillas. En nuestro caso no lo hicimos.
Nosotros, yo al menos, personalmente, nunca he estado de acuerdo con esta forma
de educación. Tuve que sufrirla en mis propias carnes, por eso creo que la educación
tradicional, histórica, que recibían los niños, era mucho mejor que la nuestra.
-¿Cómo es que no pidió a “H” que le dejara educar a Olivina
en la forma tradicional?
-Estuve a punto de hacerlo. Lo pensé mucho, pero al final
decidí que no estaba preparada para ser una madre tradicional y que Olivina
saldría perdiendo.
-Sabe, por supuesto, que existen algunos grupos, poco
numerosos, que postulan ese tipo de educación. ¿Por qué no les pidió ayuda?
-Los datos que tengo, no sé si ciertos, indican que esos
niños, si bien no sufren el trauma de los nuestros al descubrir que los padres
que les educaron no son sus auténticos padres, tienen otros problemas, casi tan
grandes o más, al parecer les cuesta mucho integrarse en nuestra sociedad, y si
no escapan a las montañas Negras, acaban en pequeños grupos de delincuentes
difíciles de manejar.
-Disculpe que la interrumpa… Arminido, creo que este es un
tema muy interesante para que puedan opinar nuestros tertulianos, especialmente
la Sra. Arminiani.
-Así es en efecto, Alirina. Bueno, señora Arminiani, ¿qué nos
puede decir al respecto? ¿Es este uno de los más graves errores de “H”?
-En realidad no se trata de un error de “H”. Fue diseñada
para atender las necesidades de todos los omeguianos y atiende a este mandato
de su programación mientras no colisione con cuestiones que atenten a su
supervivencia. El bueno de Helenio de Moroni, su constructor, no encontró un
algoritmo perfecto que en todo momento pudiera tomar la mejor decisión entre la
libertad de cada omeguiano, el bienestar individual, el bienestar común y las
repercusiones en el futuro de cada decisión. Teniendo en cuenta que todos, o la
inmensa mayoría, decidieron educar a sus hijos de esa manera y así se lo
pidieron, nuestra inteligencia artificial no podía negarse salvo que la
prioridad de su libertad chocara frontalmente con las consecuencias de lo que
le estaban pidiendo, y no parece que la huida a las montañas Negras de unos
pocos adolescentes traumatizados pueda considerarse un revés importante. Puede
que allí sean más felices que entre nosotros. No se conoce ninguna muerte, por
suicidio o por otro motivo concomitante que llevarían ipso facto al bueno de
“H” a cancelar su decisión. En cuanto a la polémica entre educación tradicional
de los niños y educación moderna, debo decir que yo misma estoy a favor de la
educación tradicional. Dejando de lado las razones importantes que esgrime la
señora Elielina, todo afecto que se muestre a través del contacto físico, las
caricias, los besos, toda educación personalizada, física, es siempre mejor que
una educación interpuesta, aunque ésta sea llevada a cabo por clones tan
perfectos de los padres como los que ha conseguido “H”. Estoy convencida de que
si ella no manipulara nuestros cerebros a través del casco, durante nuestros
sueños, todos los omeguianos sufriríamos graves patologías mentales…
-¿Le parece poco las que ya sufrimos?
-Lo siento Artotis, no tiene la palabra, luego se la
concederé de mil amores, pero deje terminar a la señora Arminiani.
-Si, en efecto, tiene razón el Sr. Artotis. Solo “H” sabe
hasta qué punto nuestras mentes están tocadas y todo lo que él está haciendo
para que no se note demasiado. Nuestras vidas se han convertido en una pasiva recepción
de estímulos. Nadie se mueve si no es imprescindible, y esto tiene que pasar
factura necesariamente. A pesar del incentivo que suponen los créditos por
hacer esto o aquello, repito que nadie hace nada que no sea imprescindible.
Cuando los omeguianos necesitan créditos para lograr algo que les interesa
mucho, mueven el cuelo que se las pelan. Eso sí es verdad, pero el resto del
tiempo se limitan a comer, dormir, disfrutar de placeres artificiales, ver los
canales holovisivos de “H” o hacer excursiones cuando les sobran créditos que
no necesitan para nada más y hay sitio en las listas.
-Hay que acabar con “H”. Cuanto antes. A cualquier precio.
-Sr. Artotis, es la última vez que se lo digo, una
interrupción más fuera de turno y se va a la cafetería hasta que yo diga.
Bueno, a ver, ¿a qué viene este desmadre? ¿No sabe que el bueno de “H” siempre
nos observa?
-Como Dios.
-Ese es un concepto totalmente desfasado. Lo mismo que acabar
con el bueno de “H”, que si no fuera tan bueno ya habría acabado con todos
nosotros. Bueno, vamos a ver, Artotis, ¿por qué quiere acabar con él? ¿De qué
comeríamos, qué beberíamos, dónde dormiríamos, qué sería de nuestras miserables
vidas? Y además, ¿cómo pretende acabar con una inteligencia artificial que se
entera de todo, lo sabe todo, lo puede todo y está tan protegida de cualquier
ataque, de cualquier acto terrorista, que los pocos jóvenes que se refugiaron
en las montañas Negras y que luego regresaron para vengarse, fueron
achicharrados con suma facilidad?
-Aquí Alirina, aquí Alirina. Cambio. Creo que cometí un error
pidiendo opinión a los contertulios. Arminido, os habéis olvidado de mi
conversación con la materfamilias de esta casa. Ya casi han terminado su
desayuno. Un poco más y se nos termina el día sin saber cómo vive una familia
vantiana estándar.
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