miércoles, 11 de noviembre de 2020

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA V




UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA V






Pues lo que tengo que decir es que esta civilización es pura basura, pura mierda, si me lo permite, aunque en estos tiempos de reciclaje hasta la pulcritud más repugnante un término como éste ya no tiene sentido, porque la mierda de hoy será nuestra comida de mañana. ¿O saben ustedes de dónde procede la comida que nos llega por teletrasportación? Yo no. ¿Han visto huertos de hortalizas y otras plantas comestibles? Yo no. ¿Han visto que se cacen animales? No, porque está prohibido. ¿De dónde sale la carne que comemos? De la mierda, sí de la mierda. Y no que quite usted la palabra, ahora que me la ha concedido, porque no se la devolveré, antes lo mato, querido amigo. Todo lo que comemos nace de la mierda, y con qué se construyen nuestras casas, con mierda reciclada como material de construcción. Pero lo peor de todo es la mierda de vida que nos ha fabricado el bueno de “H”, todo lo hace él, todo lo piensa él, todo lo vive él por nosotros. Fabrica nuestros programas holovisivos, escribe nuestras obras de teatro y las representa con actores holográficos, perfectos sí, pero una mierda, si me permiten ustedes. Los ciudadanos de este planeta se dedican a la holganza, no hacen nada, no piensan, no sufren ni padecen, y cuando se alegran es porque la máquina les ha inyectado algo en sus cerebritos durante la sesión nocturna de reparación de su salud. ¿Alguien sabe lo que hace esa miserable máquina con nuestros cuerpos, cerebros, psiquis y todo lo que tengamos y que aún no hemos conocido? No, nadie lo sabe. Todos tenemos una salud perfecta sin saber cómo, nuestros cuerpos son engranajes perfectos, pero ¿para qué? Cada cual se levanta cuando quiere, si es que se levanta. Pide la comida que le apetece y si no le apetece no pide nada. Permanecen en sus hogares circulares, perfectos en todos los sentidos, pero fabricados con mierda. Si salen no les puede pasar nada porque están en comunicación constante con “H” que les librará de todo mal. Si quieren viajar, lo solicitan, y si tienen suficientes créditos y hay una nave disponible, pues viajan por todo el planeta mirando aquí y allá. Si quieren quedarse en casa, se quedan, viendo esa mierda de programas holovisivos o se ponen el caso y a follar virtualmente. Nadie se relaciona con nadie, ni siquiera en las familias. Nadie conoce a nadie, nadie quiere saber nada de nadie. Todo está perfectamente estructurado, pero los habitantes de este planeta no tienen ilusiones, ni metas, ni buscan nada, ni encuentran nada. Esto es una mierda de vida. Y es por eso que odio a mi ancestro, a ese payaso, a ese profesor chiflado. Y es por eso que acabaré con el bueno de “H” y si me lo permite, diré como aquí y ahora.

EL LOCUTOR

Lo siento Artotis, pero ha consumido tanto tiempo que hasta que los demás contertulios no lo igualen no volverá a tener la palabra. Además Alirina me pide paso porque hay novedades. ¿No es así, queridísima Alirina?

-Queridísima, tu padre, que no nos conocemos tanto para ser tu queridísima y no me da la gana que me quieras. Dicho esto sí, hay novedades. Mientras yo hablo la grabación se reproducirá convenientemente editada, en ella verán cómo Olivina come como si no hubiera comido en su vida y luego sale disparada para ver a su novio y hacer la excursión. La novedad está en sus padres que se han levantado, y juntos, más novedad, y de buen humor, ¡toma novedad!, y dispuestos a charlar un rato con nosotros mientras desayunan, el colmo de la novedad. Y ahora que han visto la grabación de Olivina, en directo total y descomunal, voy a saludar a sus padres, papá Oloronte y mamá Elielina. Buenos días, señores, y muchas gracias por permitirnos compartir su intimidad durante este largo y agradable día.

-Gracias a ti, Alirina, soy una fan tuya, muy fan y muy tuya. Para mí es un honor inesperado y un placer casi tan grande como el sexo virtual poder disfrutar de tu compañía durante todo un día. Soy Elielina. Aunque los holovidentes ya lo saben porque me han visto, quiero aprovechar para decir mi nombre y que me conozcan y mostrar mi alegría con total expansividad y gesticular unos saludos para todos ellos, a quienes no conozco y espero no conocer nunca.

-¿Y usted no dice nada, señor Oloronte?

-Es que me había quedado sin palabras. Más que un fan tuyo soy el adepto número uno de esta diosa de la comunicación. Y aprovecho subrepticiamente el momento para suplicar una noche de sexo virtual con usted. ¿Es que no me daría cita? ¿Y para cuándo? Dígalo ante toda la audiencia para que luego no pueda volverse atrás.

-Es usted un mastodonte, señor Oloronte, y disculpe que le trate así en su propia casa, después de su amable invitación, pero es que se ha pasado de la raya.

-Y tanto. Eres un pedazo informe de carne, querido marido. Y tienes menos sensibilidad que una pulga de pantano putrefacto. Tras una maravillosa noche de sexo virtual, como la que hemos tenido, tras años de no lamernos ni las uñas, ahora intentas seducir a esta dulce chiquilla, y a mi presencia. Eres un mierdecilla y espero que ella no te conceda una cita ni aunque fueras el único macho hetero de este planeta de mierda.

LOCUTOR

-Soy Arminido a secas, querida Alirina, y como nuestros anfitriones van a pedir su desayuno, si te parece bien vamos a hacer una pausa para que nuestra tertuliana, experta en el tema, Herminiani, nos comente esta secuencia. ¿Todos los vantianos somos así, y por qué? Señora Herminiani.

-Muchas gracias Arminido por dejarme abrir la boca. Pues la respuesta es sí, no y todo lo contrario, es decir un poco de esto y de aquello. Por desgracia la especie omeguiana ha degenerado mucho desde que el ancestro del Sr. Artotis nos regalara al bueno de “H”. En otros tiempos los ejemplares de esta especie dedicaban casi todo el tiempo a cazar o a plantar y cuidar hortalizas para subsistir. Les quedaba muy poco tiempo para cualquier otra tarea, incluida la procreación, sin la cual hoy no estaríamos aquí. Por suerte la naturaleza dispuso que a la procreación acompañara un placer sin igual, bueno no es para tanto, pero casi. Con el tiempo y la civilización, la socialización, la distribución de tareas y otros avances, obtuvieron más tiempo que dedicaron a la socialización, al principio, y luego a perder el tiempo cuando fueron llegando los inventos. Que es lo malo que tienen, que te facilitan la vida y te dan más tiempo que nadie sabe aprovechar. Ahora que disponemos de todo el tiempo, lo perdemos a manos llenas, disfrutando de placeres que no merecerían ni la mitad, ni un cuarto, salvo el sexo, que no está del todo mal. Claro que el sexo virtual ha llegado a ser mejor que el natural, pero ha provocado una adicción patológica de muchos kilates. Sí, es cierto, Arminido, contestando a tu pregunta. La mayoría de vantianos pasan buena parte de su tiempo practicando sexo virtual, esto les destroza el cuerpo y la mente por lo que buena parte del tiempo restante lo tienen que emplear en ser reparados por el bueno de “H”. Y cuando una pareja quiere intimar y consolidar su relación practicando sexo entre ellos de forma virtual, suele venir el mastodonte, como bien ha dicho Alirina, y estropearlo todo. Así son las cosas y así se las vamos a contar. No creo que haya grandes diferencias entre una familia y otra, una pareja y otra, unos hijos y otros y unos padres y otros, todos parecen cortados por el mismo patrón. Pocos son los que se salen de la norma y los que se salen del todo se van a las montañas Negras, con los granjeros rebeldes. En cuanto a las excepciones que confirman la regla, aún quedan familias tradicionales donde la relación y el afecto son prioritarias y la holovisión, el sexo virtual y demás adelantos son empleados con tino, con prudencia, el tiempo imprescindible y solo para aportar un plus a sus relaciones humanas. Y…

LOCUTOR

-Perdón Herminiani y muchas gracias por su fantástica intervención, pero parece que nuestros anfitriones ya han pedido el desayuno, se han instalado a uno y otro lado de la mesa y se disponen a contestar a las preguntas de Alirina al tiempo que se meten la comida en la boca, cuando uno come el otro habla y así todo irá de perlas. ¿No es así, Alirina?

Continuará.

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