BLANCA NIEVES Y LOS SIETE
MACHITOS
Así
los llamaban en su pueblo montañés: los siete machitos. Se trataba de un grupo
de amigos, de diferentes edades y características físicas. Entre ellos había un
gordo, un flaco, un calvo, un orejudo... En cuanto a las edades oscilaban entre
los veintidós años del más joven a los sesenta del más viejo.
Los
siete tenían una cosa en común, mejor dicho, dos: todos eran muy machitos y más
bien bajitos, digamos que enanos. Bueno, me olvidada de otra característica
común: eran cazadores. En lo demás diferían tanto unos de otros como cualquier
hijo de Adán y Eva.
Los
siete trataban a sus mujeres como señores feudales y bromeaban al respecto
(jaja, se reían los muy machitos), a pesar de que ellas los superaban en
volumen y estatura. Hubieran podido con ellos de habérselo propuesto, porque además de enanos eran cobardes; pero uno se sugestiona con eso del monstruo y el
dragón y anda un tanto medrosillo, incapaz de rebelarse contra nada y contra
nadie.
Aquel
fin de semana salieron de caza al monte, a pesar de la ola de que se avecinaba
y contra la que habían advertido los del tiempo (¡los muy machitos!). Y a poco
quedan allí, de no ser por Blancanieves. Una aristócrata, que enfadada con su
madrastra, decidió exilarse en el campo, en su casita de madera montañesa.
Donde pasaba las noches leyendo a los clásicos y los días recogiendo hierbas
del campo. Así la apodaban los muy machitos, que bromeaban sobre su soledad.
Compasiva
como era Blancanieves, arrastró a los siete machitos, de uno en uno y en
trineo, hasta su casita de madera, bien caldeada. Allí los descongeló, les hizo
beber calditos y comer carne de ciervo recién asada. Cuando se hubieron
recuperado, en lugar de agradecer sus desvelos la obligaron a portarse como una
criada, con cofia y todo (la pusieron el uniforme de la doncella de verano que
encontraron en un armario). Los muy machitos reían entre ellos, comentando lo
bien que Blancanieves calentaría sus camitas (la aristócrata invitaba a los
niños del pueblo durante el verano y había instalado una docena de camitas, con
peluches). Pero tuvieron que renunciar, porque sus escopetillas no se habían
descongelado.
Antes
de irse a dormir pidieron una infusión y Blancanieves aprovechó para servirles
un potente bebedizo, hecho con las hierbas del bosque. Los siete machitos
quedaron profundamente dormidos y no despertaron. La buena mujer levantó
túmulos frente a la casa y los expuso a los vientos del crudo invierno, pero
ellos no despertaron. Llegó el tórrido calor del verano, pero continuaron
dormidos. Hasta que llegaron siete princesas de Monocó, principado nórdico, y
les besaron en la boca.
Los
siete machitos despertaron alborozados y las siete princesas les propusieron
matrimonio, una vez divorciados de sus esposas legítimas. ¿Qué fue de los siete
machitos? Actualmente friegan los suelos de los siete palacios de las siete
princesas nórdicas, mientras ellas salen en las revistas del corazón, con un
acompañante distinto cada noche.
¿Qué
fue de Blancanieves? Su madrastra, sinceramente arrepentida, convenció a un
aristócrata, joven, bello y simpático, un príncipe de sangre regia, para que le
hiciera una visita veraniega. Se besaron, se enamoraron, se casaron y tuvieron
siete simpáticos enanitos que fueron educados en el principio de compartir y no
avasallar.
Y
colorín colorado, este cuento chino... se ha acabado.
FIN