lunes, 23 de febrero de 2015

Monólogos improvisados II

DEBUT EN LA CAPILLA



La noche del sábado pasado debuté en el pub La Capilla de Manzanares, como monologuista, en un acto benéfico a favor del Sáhara, promovido por una asociación de esta villa. Me pasé los días anteriores confeccionando el monólogo, recitándomelo en voz alta en el apartamento y podando mentalmente lo que le sobraba, que era mucho. Estaba nervioso, dubitativo, pensando que era una tontería lo que iba a hacer y que muy bien podía decir que no y santas pascuas. Por otro lado me preocupaba mucho el público. Al principio pensé que el público iba a estar compuesto fundamentalmente de jóvenes y no sabía muy bien cómo podría llegarles. 

Uno de mis grandes defectos de carácter, que ahora que estoy solo debo enmendar sí o sí, utilizando la estrategia del guerrero impecable, es la de no preguntar cuando estoy nervioso, cuando la otra persona es un desconocido, cuando pienso que las cosas pueden torcerse o pueden torcerse aún más. La fobia social me puede. Por eso al principio solo entendí que una asociación “celebraba algo”. Imaginé que serían personas mayores, matrimonios, y confeccioné un monólogo sobre el matrimonio en plan bodevil francés. Incluso cuando Roberto, el encargado, me preguntó cómo estaba yo quise saber si habría niños, porque cuando entré en el pub, muy temprano para ver antes el partido del Madrid, pude ver familias con niños. Me dijo que iban a ser fundamentalmente jóvenes. Durante todo este tiempo fui cambiando, nervioso, el monólogo. Mientras duró el partido todo fue bien, pero al acabar comencé a ponerme muy nervioso y la fobia a hacer estragos. Fui recortando el monólogo pensando que cada palabra iba a ser un tormento y necesitaba decir solo cuatro frases y salir corriendo.

Me pasó lo mismo que el otro día con el monólogo profesional, pensaba que empezaba a las diez o diez y media y comenzó a las once u once y media. Pero como este era un acto para recaudar fondos para el Sáhara, por parte de una asociación de jóvenes, pensé que comenzaría a las diez y estuve nervioso, dándole vueltas al monólogo un buen rato, hasta que vi que aquello no comenzaba ni a tiros. Jovencitas colocaron camisetas sobre el Sáhara tras el escenario y una bandera de aquel país. Parecían nerviosas como yo porque no cesaban de moverse, de colocar una cosa aquí y otra allá. Me estaban poniendo muy nervioso. Y el tiempo pasaba y aquello no empezaba. Descubrí que solo íbamos a actuar un mago, un humorista que hacía dúo con él y yo. El humorista me deseó y charló un poco conmigo, un gesto de amigo. Y llegaron las once y pasaron y las jóvenes se habían ido y mucha gente se había ido y el pub se estaba quedando desierto. Me dije que eso era mejor porque estaría muy nervioso. ¿Cuándo comenzábamos? Acabé podando tanto el monólogo en mi mente que casi podría acabar en un minuto.

Al fin Roberto me anunció que empezábamos en diez minutos. El pub estaba casi vacío, pero curiosamente fue llegando gente y aquello se fue animando. Y llegó el momento. Me presentaron y subí al escenario. Me enfrenté al micrófono con tan solo una botella de agua y un mechero que llevaba en el bolsillo, para una broma graciosa que luego no utilicé. Desde arriba vi que aquello estaba mucho más lleno de lo que había previsto y que el público era variopinto, matrimonios, gente mayor, gente joven, pero en pequeño número. ¿Dónde estaban los de la asociación de jóvenes? Luego vería que tras el show ellos continuaron haciendo algo, tal vez una subasta, pero no me quedé, estaba demasiado fóbico.

Al acabar este monólogo sacaré unas cuantas conclusiones de mi experiencia. El humor debe adaptarse a cada formato y no es lo mismo escribir un relato humorístico o una escena de teatro humorística o incluso un monólogo, que defenderlo ante el público. El medio que utilizas para expresar el humor modifica esencialmente ese humor.

Decidí hacer una pequeña presentación para entrar en contacto con el público. Dime mi nombre, de dónde venía, etc. Noté una reacción rara, como si alguien entre el público hubiera dicho algo que no entendí. Tal vez fuera por mencionar Alcázar de San Juan, desconozco las rivalidades de la zona, o tal vez no le gustó que yo fuera de León o que yo hiciera presentación. No lo sé. Me limité a abreviar la presentación y comencé el monólogo. No sirve de nada traerlo memorizado porque según las reacciones del público uno lo acaba modificando sobre la marcha. El gran problema es no perderte, con los nervios, te saltas un paso, cometes un pequeño error y todo se cae, tienes que improvisar. Menos mal que me pasó con una tontería, la canción de Mecano, aquella de “ponte los zapatos de tacón y taconea”. Me trabé un poco, pero luego continué. Desconozco si cometí algún otro error de bulto, lo importante es que terminé, que me aplaudieron, más de lo que esperaba y que salí de allí indemne en mi orgullo, algo es algo. El monólogo había durado más de lo que yo calculara. Es importante saber que por una cosa o por otra los monólogos escritos siempre se alargan en el escenario.

Y ahora intentaré recordar el monólogo tal como lo hice sobre el escenario, luego lo compararé con el manuscrito y sacaré conclusiones de la experiencia, como si estuviéramos en un taller de monólogos.

MONÓLOGO DE JORGITO, EL HUMORISTA DESPISTADO



Buenas noches. Me siento un poco como un intruso sobre el escenario por eso les ruego que me permitan una muy corta presentación para romper el hielo. Me llamo César, soy leonés, de los Picos de Europa, hermosos paisajes y mucho frío. Estoy en la Mancha, en la calurosa Mancha, por motivos laborales y otras circunstancias varias. He coordinado talleres de humor en Internet y entre ellos uno esponsorizado por la escuela de escritores Alonso Quijano de Alcázar de San Juan. Escribo novelas, relatos humorísticos y monólogos. Me encanta el monólogo, pero nunca lo he contrastado con el público. Hoy es mi debut y les ruego sean comprensivos.

PODA: Yo tenía previsto decir lo siguiente, sacando un mechero del bolsillo.

Esta noche, con el permiso de Roberto y de todos ustedes he decidido “foguearme”. Esta tarde pasé por un estanco y compré este mechero, barato, me costó un euro. Eso sí, la gasolina la tienen que poner ustedes porque está muy cara, jeje. Quieto, esto es una broma, no están los tiempos como para incitar a nadie a la violencia.

También podé esto: Se preguntarán qué hace un talludito como yo sobre un escenario y haciendo humor. Verán, el humor es lo mismo que el amor, no tiene edad. Solo hay que tener corazoncito, aquí en el pecho. Creo que a mí no me lo han robado...( aquí tenía previsto, si la fobia me lo permitía, si estaba fuerte, y si encontraba una chica guapa que estuviera sentada cerca, decir lo siguiente) o puede que sí, porque hay mucha belleza en esta tierra... ( y entonces miraría a la chica en cuestión y señalaría con la cabeza). Ni yo estaba fuerte y con ánimo ni las chicas que estaban cerca me parecieron simpáticas y dispuestas a soportar una broma, además parecían tener novio o estar fuertemente vinculadas a la pandilla. Dejémonos de tonterías, ni siquiera lo pensé. También pensaba añadir una mención a Gila, que estuvo en los escenarios hasta caerse de viejo.


SIGO CON LA PRESENTACIÓN QUE HICE

Mi especialidad es la creación de personajes humorísticos. Para esta ocasión he creado a Jorgito, el humorista despistado. Me gustaría tener las cualidades vocales de Carlos Latre para ponerle voz al personaje y que ustedes supieran que está hablando él, pero como no llego a tanto le pido un poco de imaginación. Bien, y ahora les habla Jorgito.

JORGITO

Buenas noches. Dicen que los creadores, los genios, hasta los humoristas somos muy despistados. Se cuenta de Einstein, el gran físico-matemático que revolucionó nuestro mundo, que era muy despistado. Estoy seguro de que a él no le ocurrió la terrible tragedia que les voy a contar.

PODA

Tenía previsto un largo regodeo sobre el despiste en los creadores, la mención a Dios y su despiste como creador supremo que tiene que ocuparse del universo y de nosotros. El juego que hace Jorgito fingiendo no saber el día y la hora en que vive me pareció superfluo y arriesgado, alargaría mucho el monólogo e impacientaría al público al que le costaba entrar, según observé, porque algunos charlaban en voz baja durante el monólogo. Luego se hizo un silencio absoluto y eso me hizo pensar que les había interesado. Ya había pensado que la mención a Dios no iba a gustar y que era una tontería. Pero ya sobre el escenario decidí acabar con los preámbulos.

SIGO CON EL MONÓLOGO EN VIVO

No les voy a contar chistes, no es mi especialidad, yo soy más un cuenta-cuentos humorístico que un chistoso. Toda historia tiene un principio, pero yo les voy a situar en el principio de la tragedia y luego hago un flashback hacia atrás para explicar lo que está pasando.

Una noche estábamos mi mejor amigo y yo tomándonos algo en un pub como éste. Yo no había pagado, por supuesto. De pronto mi mejor amigo se volvió hacia mí y me miró con una mirada rara, yo creo que había odio en sus ojos, los tenía rojos, incendiados y hasta echaban chispas. Ignoro si era por el calor porque estábamos en verano.

Y ahora retrocedo en el tiempo. Los despistados sufrimos mucho a causa de nuestros despistes. Por ejemplo, podemos dejarnos la llave al salir de casa, cerrar la puerta y luego nos vemos obligados a llamar a los bomberos, que vienen con la sirena ululante. UuUu. Esto es lo menos malo que nos puede pasar. Pero ser despistado también tiene su lado bueno, si lo sabes encontrar. Yo nunca pagaba las consumiciones. Iba con la pandilla de amigos, nos tomábamos algo y luego yo me marchaba pensando que ya había pagado. Esto me lo dejaron hacer una, dos, tres veces como mucho. Mis amigos no son tontos, nadie es tonto en esta vida. Y si no se lo creen miren el mundo de la política. Miren a ver si encuentran algún tonto, el más tonto tiene 40 millones de euros en Suiza.

De común acuerdo decidieron que al entrar y acodarse en la barra se me quedarían mirando y me dirían: Jorgito, te toca pagar. Yo les miraba interrogatívamente y les respondía, ¿qué coño tengo que pagar? ¿el aire? Aún no habéis pedido nada. Y entonces se ponían a pedir por todo lo alto. Este un whisky escocés de quince años, aquel un vodka de Moscú con su platito de caviar... Yo he debido de padecer de la próstata desde joven no podía contenerme, así que les pedía disculpas y salía corriendo hacia el servicio. Allí me sentaba tranquilamente y como había calculado el límite de la paciencia de cada uno de mis amigos, cuando salía estos ya habían pagado y se estaban marchando. Yo me tomaba mi consumición de un trago y les seguía. Claro que esto me creaba problemas, porque de tanto beber las consumiciones de un trago acababa las noches muy despistado, pero que muy despistado.

La gente suele ser vengativa, cabrona, te la guardan, te la pueden guardar durante años y un día te la clavan. Y no hay gente más cabrona que los amigos. Y pasaron años, porque yo me casé, mi mejor amigo se casó, y todos en la pandilla se fueron casando...hasta Luisito, que era feucho y tenía poca labia con las mujeres. Conocía a una y le preguntaba ¿tú, tú,tú... cómo te llamas? ¿Pueden creérselo? Acabó casándose con una miss, sí, una miss Claro que había sido miss más de treinta años antes y estaba ya talludita, pero al fin y al cabo era una miss.

Pues bien, mi mejor amigo me la había guardado todo ese tiempo y había esperado hasta aquel preciso momento. Tenía los ojos fosforescentes de odio cuando me dijo: 

-Me he acostado con tu mujer.

Yo le miré, me rasqué la cabeza, porque me pica mucho y antes de darle dos leches me dije, Tate, Jorgito, calma piensa, no sea que se las des y luego resulte que el día y la hora que él te dice estaba con tu mujer, tú estabas echando uno rapidito con ella. No es fácil, es más bien complicado, podríamos decir que es casi un milagro. Pero en la vida ocurren milagros, a veces. Así que mi respuesta automática fue:

¿Cuándo?

El sábado pasado, a las doce de la noche, en el hotel Paris-La-nuit, habitación 435. 

PODA

Aquí suprimí lo de que la mujer estaba como un tren, pero no como uno de alta velocidad, que casi ni les ves pasar y había sido toda suya, como el aeropuerto de Castellón, que no te molestan los aviones, es todo tuyo. Creo que también suprimí que era una pantera en la cama, etc porque lo iba a decir Jorgito luego.

SIGUE EL MONÓLOGO

En este preciso momento todos los machos del pub giraron la cabeza a la vez, como los soldados cuando pasa la bandera, se quedaron con la boca abierta y babeando. Mi mejor amigo y yo miramos también hacia la puerta ¿y qué vimos? Acababa de entrar una mujer, rotunda, curvilínea despampanante (en el manuscrito se decía de otra manera, pero con los nervios y me daba un poco de vergüenza hacer gestos con las manos). Tan inaccesible como la cumbre del Everest, a la que todos los machos quieren trepar y acaban palmando por el camino (sentí la tentación de hacer un chiste con Palma-empalmado-palmando, pero no quise arriesgarme).

Yo la miré desde la punta del tacón hasta el último pelo del moño, y cuando me detuve en su cara sufrí un dejá vu, me sonaba de algo. Y caí en la cuenta... ¡Claro! Era la mujer con la que yo había estado el sábado pasado, por la noche, en el hotel París-Lanuit, habitación 435. Me había hecho un streaptease de Nueve semanas y media y me había comido como una pantera. Me quedé sin aliento, me quedé sin huesos. Al levantarme de la cama para ir al servicio iba caminando como un zombi, como uno de esos de la serie Walking dead, imagino que la habrán visto (hago gestos de caminar como un zombi sin apartarme mucho del micrófono porque se deja de oír mi voz).

Y la mujer comenzó a taconear hacia nosotros. ( Y aquí me trabuqué, porque lo que quería decir, era como en la canción de Mecano “Y ponte los zapatos de tacón y taconea”, pero no me salía) Continué obviando algunos detalles que tal vez observas durante el monólogo que son repetitivos. 

Cómo taconeaba, Dios mío, qué taconeo. No sabíamos cuándo una pierna estaba delante y otra detrás. Me recordó las campanadas de la puerta del Sol en Nochevieja, que nunca sabes cuándo tocan las horas, los cuartos o las medias... Por cierto, qué medias llevaba, transparentes, cristalinas. Y una faldita muy corta, roja, con una raja en el medio, escorada a la derecha. Cómo serían de transparentes las medias que pude ver el lunar que tiene en el muslo derecho, arriba, muy arriba. La señora llegó hasta nosotros, me tomó del cuello y me dio un beso en la boca, con lengua, con lengua, profunda y largo, muy largo. Yo comencé a ponerme rojo, como la grana, y no solo porque me faltaba el aliento, es que me estaba dando cuenta de que (en este intento de recordar el monólogo recuerdo que el personaje al recordar a la mujer dice que es Ana, la mujer de su mejor amigo, sino el diálogo no tendría sentido) Ana era la mujer de mi mejor amigo y me estaba dando un beso en la boca, con lengua, en público, en presencia de mi amigo. Entonces... el cornudo y consentido era mi amigo y no yo.

NOTA. Como la historia es tan compleja y disparatada, un intento de imitar el género bodevile tan en yoga años atrás, no pude recordar el manuscrito y me limité a improvisar intentando no meter la pata y que el público se diera cuenta de las contradicciones o de que yo no sabía por dónde andaba.

Cuando Ana se separó para respirar, porque a ella también le faltaba el aliento, mi sorpresa no tuvo límites cuando se acercó a mi amigo, le tomó por la nuca y le dio un beso, en la boca, con lengua, con lengua profunda. Ellos también se pusieron como la grana y cuando se separaron para respirar Ana le llamó “cariño”. ¿Cariño? A mí mi mujer nunca me llama cariño, entonces necesariamente tiene que ser la esposa de mi mejor amigo, entonces fui yo quien estuve con ella en el hotel París La Nuit y fue ella quien le puso los cuernos y no mi esposa quien me puso a mi los cuernos con mi mejor amigo.

NOTA:No recuerdo bien lo que dije y hasta donde dije, puede que suprimiera cosas para evitar liarme más de lo que ya estaba liado. Sí recuerdo que lo que decía tenía sentido y el público parecía captarlo.

Pero entonces se volvió a mí y me dijo “carrrriño” porque a mí no me dice “cariño” sino “carriño”. Entonces era mi esposa y no la esposa de mi mejor amigo. Pero eso sí, yo recordaba que habíamos estado juntos esa noche, en el hotel París-La Nuit. Una noche loca, si ya es difícil uno rapidito con tu esposa, una noche loca es más que un milagro. Pero todo puede ser 

Y la mente que es muy mala, comenzó a elucubrar. ¿Y no será que tu mejor amigo te lo ha contado y como tú tienes una imaginación tan viva has llegado a pensar que fuiste tu?

Me dije que no podía seguir siendo tan despistado. Juré que no sería nunca despistado. Y saqué la cartera, dispuesto a pagar por primera vez en mi vida. Había hecho el firme propósito y ahora no me volvería atrás. Ese era el primer acto de mi nueva vida. La puse sobre el mostrador y hurgué buscando billetes, pero no los encontraba. Lo que sí encontré fue un papel doblado, lo saqué, lo desdoblé y resultó que era una factura, del hotel Paris-La-Nuit, habitación 435, el sábado pasado... Y venía a mi nombre. Ergo...Yo estuve con Ana y no mi amigo. ¿Y no pudo ser al revés?

Y aquí se acercó la razón y me habló al oído. Tú nunca pagas las consumiciones de tus amigos. Ergo si has pagado esa factura es que estuviste tú con Ana y no tu mejor amigo. Ergo Ana es la mujer de tu mejor amigo.

NOTA: Creo que me estoy liando. En realidad la historia es tan complicada, que si no atinas con los tiempos todo pierde el sentido. En el monólogo en vivo Ana seguía y le decía a Jorgito que tenía que ir a recoger a Anita mañana, al cole. Entonces Jorgito elucubraba que si mañana era lunes hoy era domingo y no sábado. Y si...

Y si él tenía una hija,Anita, con Ana es que Ana era su esposa y no la de su mejor amigo. ¿Entonces por qué le daba un beso en la boca, con lengua, en público y delante de él? Claro que también podía ser que él fuera el amante de Ana y tuvieran una hija y su mejor amigo fuera un cornudo consentido. En estos tiempos en que todo el mundo tiene hijos con todo el mundo era posible que yo tuviera una hija con Ana que era la mujer de mi mejor amigo. Y aquí es cuando se lía todo y él saca la cartera para pagar, porque quiere dejar de ser despistado.

Incluso al recordarlo me estoy liando cosa fina. Tal vez debí escoger otro monólogo para mi debut, pero este me gustaba, lo tenía bien macado y el resto me hubieran dado problemas.

El monólogo termina más o menos así: Encontré un billete y lo puse sobre la barra y el camarero llegó como un bólido, ¡qué digo como un bólido! Como un Ferrari Testarrosa. En efecto porque el camarero tenía la “testa rosa” debe ser la moda. Tomó el billete y regreso como un cohete a la caja, pero no regresó a darme la vuelta. Debió pensar que para una vez que yo sacaba un billete y pagaba debía guardarlo cuanto antes no fuera que yo cambiara de opinión.

Y allí me quedé yo, acodado en la barra, rascándome la cabeza y pensando. ¿En realidad Ana era mi esposa o la esposa de mi mejor amigo?

Ustedes, que son menos despistados que yo, sabrán decirme si Ana es mi esposa o la de mi mejor amigo.

Muchas gracias, buenas noches y que siga la diversión.

Y aquí sonaron aplausos. No atronadores, pero mucho más de lo que esperaba. No es que esperara gritos, silbidos, pateleos, que me echaran a patadas, porque no había estado mal, pero solo se me quitó el susto del cuerpo cuando escuché los aplausos.

Luego vino el número del mago, sencillo, pero que me gustó. Observé cómo interactuaba con el público y no me gustó, siempre hay que ser respetuoso y si no llegan a captar sus chistes o dobles sentidos hay que ser comprensivo. Tras él actuó otro humorista que se enrolló durante más de media hora. Me resultó un poco pesado, aunque reconozco que sus gestos eran buenos, buena gesticulación, pequeña imitación de voces, buena, movimiento por el escenario bueno, interactuación con el público un poco sobreactuada, pero en fin. Su intervención se basó en varios sketchs que creo no unió bien, yo me perdí un poco. Se me hizo muy largo porque estaba fóbico y también porque no era muy creativo, lenguaje bastante chabacano y situaciones de sal gruesa con poca creatividad. Puede que esto le guste al público pero no me gusta a mí. Si continúo con los monólogos intentaré cambiar el gusto del público y no que él me lo cambie a mí.

Roberto el encargado vino a verme y parecía contento. Creo que no estuve mal. Me invitó a una cerveza y me olvidé de darle el número de móvil por si quería llamarme para otra ocasión. Claro que ya le había dado el correo electrónico cuando hablé con él la primera vez. No sé lo que pasará o si seguiré o no. Lo cierto es que me ha gustado y una vez que pierdes el miedo y le tomas el tranquillo esto puede ser muy divertido, incluso que el público reaccione mal y te apalee, en mi situación cualquier cosa que me suceda será mejor que permanecer solo en el apartamento.

CONCLUSIONES

El humor escrito es diferente del humor hablado, el chiste de la historia, la parodia del cuento, etc. Tienes que tener claro qué vehículo estás usando porque algo que puede tener mucha gracia en un vehículo en otro puede ser un desastre.

El público es esencial en el monólogo, te tienes que adaptar a él. Debes tener el monólogo muy masticado para improvisar sobre la marcha según las necesidades.

No puedes alargarte en demasía, tienes que conseguir un buen ritmo, no debes ser muy meticuloso en los detalles si descuidas el ritmo, que debe ir “in crescendo”.

El miedo a hablar en público, los nervios, el control sobre ti mismo pueden hacerte fracasar o triunfar. Siempre tranquilo, lo peor que puede pasarte es que acabes en comisaría y de allí saldrás alguna vez.

Una vez que has actuado ante el público el mecanismo del monólogo queda al descubierto y solo tienes que buscar historias según el público y contarlas según vayan reaccionando en los diferentes espectáculos.

Y ya no puedo seguir porque el esfuerzo ha sido terrible y me gustaría olvidarme de todo esto durante un tiempo.







MONÓLOGOS IMPROVISADOS

EL HUMORISTA DESPISTADO

Buenas noches. ¿Cómo se llama esta película? Un intruso en el escenario. Bueno, me voy a presentar. Soy Césr y he coordinado varios talleres de humor en Internet, entre ellos uno esponsorizado por la escuela de escritores Alonso Quijano de Alcázar de San Juan. Escribo relatos humorísticos, novelas humorísticas y monólogos. Me encanta el monologo, pero hasta ahora no me había atrevido a contrastarlos con el público. Estoy aquí para foguearme. Hasta he traído un mechero. Me ha costado un euro. La gasolina la tendrán que poner ustedes porque está muy cara. Quietos, esto es una broma. Tal como están las cosas con la crisis económica la gente está muy soliviantada.

Mi especialidad es la creación de personajes humorísticos. Para esta noche he creado a Jorgito, el humorista despistado. Si tuviera la capacidad de Carlos Latre para las voces ahora cambiaría de voz y hablaría Jorgito, pero como solo hablo raro cuando estoy resfriado y ahora no lo estoy dejaré que sea su imaginación la que ponga la voz a Jorgito. Bien, supongan que soy Jorgito y que éste les comienza a contar su historia.

JORGITO, EL HUMORISTA DESPISTADO

Buenas noches...Perdón, ¿Son noches? ¿Días? ¿Es lunes, domingo, sábado? No sé ni en el día que vivo ni la hora que es. ¿Tienen hora? Tengo fama de ser despistado. Los creadores y genios tenemos fama de ser muy despistados. Einstein, el de la relatividad era un genio, pero tenía fama de despistado y con razón. ¿Soy yo un creador? Es posible, pero ahora no recuerdo qué he creado, como soy tan despistado...¿El universo? Entonces debo ser Dios... A lo mejor por eso soy tan despistado. Dios debe tener mucho trabajo ocupándose del universo que es infinito y de todos nosotros, que aunque solo seamos los habitantes de esta bolita llamada Tierra somos muchos, muchísimos, solo de chinos ya hay miles de millones. ¿Se imaginan a Dios ocupándose de todos nosotros, vigilándonos cada minuto del día para premiarnos o castigarnos? No es extraño que se despiste.

Los despistados tenemos muchas razones para serlo, nos ocupamos de demasiadas cosas y todas muy importantes. Yo soy uno de esos despistados, y no me quejo porque ser despistado tiene sus ventajas. Las he ido descubriendo poco a poco, desde niño. Cuando la pandilla rompía el cristal de la ventana de una vecina, con la pelota (todos queríamos ser Ronaldo o Messi... perdón, entonces no habían nacido, yo soy muy viejo, es el despiste, perdonen) nunca me mandaban a mí a pedirla, no fuera que les diera los nombres y apellidos de todos... como soy tan despistado.

Otra gran ventaja es que llevo sin pagar rondas desde joven. Ya entonces entraba con la pandilla en los pubs, me bebía la copa y me marchaba sin pagar... mejor dicho pensando que ya había pagado. Bueno, en realidad eso lo hice una vez, dos, tres como mucho, porque mis amigos no eran tontos (prueben a ver si hay alguien tonto en esta vida... y lo descubrirán) y me obligaban a pagar nada más entrar, nos acodábamos en la barra y ya me estaban diciendo, paga tío, no seas rácano. Yo les respondía, pero qué queréis que pague, colegas, si aún no habéis pedido nada. Y se ponían a pedir como locos, un escocés quince años, un vodka del centro de Moscú... vamos lo más caro. No sé por qué la próstata me ha molestado tanto desde joven, de pronto me entraban ganas de ir al servicio, vamos de mear, hablando claro, y salía corriendo. Permanecía allí un tiempo prudencial, salía, me bebía la copa de un trago y me marchaba pensando que ya había pagado. Claro que todas las noches acababa borracho, bebiendo tan deprisa, pero nunca pagaba.

La gente es muy vengativa, muy cabrona, te la guardan el tiempo que sea, especialmente los amigos, esos son los más cabrones. Mi mejor amigo, que estuvo conmigo en la pandilla desde el primer día, mejor dicho desde la primera noche, me la guardó durante años, esperó que yo me casara (fui el primero de la panda, esta vez no me despisté) que se casara él, que se casaran todos, hasta el último, Pepiño, que no ligaba ni con la fregona de su casa y que acabó casándose con una miss... toma ya... claro que la miss lo había sido 30 años atrás, pero eso no importa mucho.

Pues bien no hace mucho tiempo estábamos mi amigo y yo acodados en la barra de un pub, puede que fuera éste, como soy tan despistado no sabría decirles. Yo no había pagado las consumiciones, por supuesto, llevaba una semana buena con los despistes, todo me salía bien. Como soy humorista trabajo de noche, suponiendo que ahora sea de noche. Pues bien mi mujer me encargó unas fresas. Jorgito, cuando regreses del trabajo me traes unas fresas. Pero mujer que está todo cerrado. Tú me las traes, es un capricho. ¿No estarás embarazada? Ospi, se puso pálida.

Para rematar la semana, suponiendo que fuera sábado, mi amigo se me enfrentó, me miró a los ojos con odio, los suyos echaban chispas y me dijo, con voz seria, seca, odiosa:

-Me he acostado con tu mujer. 
-¿Cuándo? Pregunté de inmediato. Es un acto reflejo porque como soy tan despistado a lo mejor me había acostado yo, uno rapidito con la parienta, suponiendo que eso sea fácil, que sea posible, que sea un auténtico milagro... Pero a lo mejor había sucedido y yo no me acordaba... como soy tan despistado.
-Fue el sábado, a las doce entrábamos en la habitación 435 del hotel París la nuit. Tu mujer está como un tren de alta velocidad, como el aeropuerto de Castellón, sin aviones, toda para mí. Es una pantera en la cama. Es...

Y en estas se abrió la puerta del pub y se hizo un silencio mortal, hasta la música se fundió. Miramos hacia la puerta y nos quedamos con la boca abierta. Allí, en la puerta, por dentro, esta una mujer de rompe y rasga, rotunda, curvilínea, esplendorosa... y tan inaccesible como la cumbre del Everest, que todo el que sube muere sepultado por un alud. La miramos, natural, todos en el pub la estaban mirando. Lo extraño es que ella nos miraba a nosotros. A mí me pareció reconocer su cara. Claro, pensé, es Ana, la señora de mi amigo que está imponente. Y recordé más. Que el sábado que me decía mi amigo había estado con mi señora en el hotel Paris la nuit, en la habitación 435, en realidad yo había estado con la suya, entramos a las doce, me hizo un estriptis que me dejó sin aliento, fue una noche loca, empezamos y prolongamos toda la noche. Me quedé sin aliento, vamos como un zombie de walking dead.

Ergo, entonces, deduje, mi amigo me estaba mintiendo. No podía haber estado con mi señora en el hotel... etc etc puesto que ese día y esa hora yo estaba con la suya. Y la suya comenzó a taconear hacia nosotros. Cómo taconeaba, Dios mío, como las campanas de la puerta del Sol en Nochevieja, que no sabes cuándo son las horas, los cuartos o las medias... Las medias, Dios mío, transparentes, cristalinas. Llevaba una faldita corta, con raja por delante, escorada a la derecha, y las medias transparentes Dios mio, que se le veía hasta el lunar que tiene en el muslo derecho, arriba, y que tanto me gusta. 

Ana llegó hasta mí y me dio un beso en la boca, con lengua, prolongado. Me puse como la grana. ¿Cómo se atrevía a besarme así delante de su esposo? ¿Acaso era un consentido? Entonces se acercó a su esposo y le dio otro beso igual, solo que más prolongado, con lengua por supuesto, y además le dijo, cariño. ¿Es posible? ¿Esto que es? ¿El gran hermano de los cornudos? ¿Dónde está la cámara oculta? Y entonces se volvió hacia mí y me dijo “carriño”, porque a mí me llama carriño y no cariño. Entonces sube que era mi esposa y no la de mi amigo. Me dijo: Mañana tienes que ir a buscar a Anita. Anita es nuestra hija y la tengo que ir a buscar los lunes al cole. Ergo hoy es domingo y no sábado. Ergo Ana es mi mujer y me ha puesto los cuernos con mi mejor amigo. ¿Entonces por qué recuerdo todos los detalles? ¿Me los ha contado él? Decidí dejar de ser despistado para siempre,saqué la cartera y me dispuse a pagar. Y entones encontré una factura en la cartera. La saqué, la abrí, y era del hotel Paris la nuit, del sábado-domingo a las doce. A mi nombre, pagada por mí. Habitación 435. Ergo fui yo el que estuvo con Ana y si es mi mujer fue una noche loca, de las que hay pocas en el matrimonio. Ergo mi amigo no había estado con mi esposa poniéndome los cuernos, qué alivio. 

Entonces pensé, como soy muy despistado, que era posible que mi amigo me hubiera pasado la factura para que la pagara, además de cornudo, apaleado y encima pago la cama...Pero no, es imposible, yo nunca pago, porque soy muy despistado. ¿Entonces? Mierda, mierda, mierda, que ahora no sé si Ana es la mujer de mi mejor amigo y yo le he puesto los cuernos, o es mi mujer y él me ha puesto los cuernos. ¡Maldita sea! Voy a dejar de ser despistado y voy pagar ahora, y mañana y siempre...

Por cierto, ¿alguno de ustedes sabe si Ana es mi señora o la señora de mi mejor amigo? 

Muchas gracias, ahora es el momento de foguearme, que alguien me tire gasolina por encima... si tiene “reaños” con lo cara que está.

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