jueves, 21 de abril de 2016

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS II

NOTA

Para el día del libro 2008 se me ocurrió esta idea que no es nada original ya que me limité a utilizar la historia de Ray Bradbury, Farenhelit 450, llevada al cine luego por Truffaux, situándola en el año 3001, por poner una fecha y transformando a los hombres-libro en robots-libro.

En aquella fecha subí el primer episodio y hoy subo el segundo, espero finalizarlo antes del 3001 o en otro caso tendría que escribirlo desde el más allá. Mi caótica forma de escribir refleja bien mi caótica personalidad, algo que por otro lado viene bastante bien a este tipo de historias, tan caóticas como disparatadas.

FELIZ DÍA DEL LIBRO Y QUE EL FUTURO NOS PILLE CONFESADOS





LA REBELIÓN DE LOS LIBROS II

-Bueno… ¡Si no hay otro remedio! Aunque debo avisarte que a mí me será más fácil convencer a una gran mayoría. Sin ir más lejos el Marqués de Sade me ha jurado que estará conmigo.

-¿Ese? Lo único que busca en la vida es conseguir sodomizar a la joven señora Howard. Apoyará todo lo que hagas siempre que los humanos no consigan desactivarle. Pero una vez la señora Howard en su poder se negará tajantemente a cortar su linda cabecita rubia.

-Elisabeth es uno de los pocos humanos a quien yo perdonaría la vida.

-Ves. Aún quedan humanos que merecen la pena.

-Está bien, Marcel, aceptaré tu plan democrático, aunque mucho me temo que si fracasa no tendremos una segunda oportunidad.

-No sucederá, Fedor, no sucederá…

Ambos robots se despidieron, quedando en encontrarse una vez terminado el resopón de los humanos y antes de ser catalogados por Maurice L’Encre, el bibliotecario mayor de Mr. Howard.

Marcel se dirigió hacia un circulito donde charlaban animadamente “El poder y la Gloria” de Graham Greene, “Diario de un cura rural” de Bernanos y “Peregrino en la Tierra” de Julien Greene, entre otros. Mejor comenzar por los fáciles y obtener su voto, antes de intentar arrancárselo a los difíciles, como Hamlet o Macbet, por ejemplo.

Fedor escuchó con mucha paciencia el diálogo entre ellos, le sonaba a falsamente humano, teología impropia de robots. Cuando pudo meter baza lo hizo llevando la conversación a su terreno.

-¿Estáis dispuestos, Bernanos, G. Greene y J. Greene a apoyar la rebelión si ésta se produce sin sangre humana?

Graham estuvo de acuerdo, si se le ofrecían garantías. En cambio Georges y Julien se mostraron en total desacuerdo.

-Dejando de lado nuestra propia supervivencia (Carl Future puede aparecer en cualquier momento y desactivarnos) la rebelión en si misma me parece un desatino. Hacer la guerra a los humanos es tan estúpido como hacérsela al propio Dios, nosotros somos sus criaturas y debemos aceptar de una vez por todas nuestro estatus social. Por otro lado yo me siento muy a gusto contando la conmovedora historia del cura rural. No necesito imaginarme otras historias. Un buen libro lo abarca todo, el pasado, el presente, el futuro y si me apuras, Fedor, hasta puede reflejar todas las facetas de la vida y todas las potencialidades de todos los universos posibles. No sé qué piensas tú, Julien.

Julien estuvo de acuerdo con dejar las cosas como estaban. Fedor intentó convencerles poniendo de relieve que la individualidad y personalidad de cada uno estaban muy por encima del bien común.

-¿Para qué queremos el bien común si se opone a nuestro bien particular? ¿Acaso el bien común es algo más que una idea abstracta, sin el menor contenido?

Los esfuerzos de Fedor resultaron inútiles. Tanto Georges como Julien se enzarzaron en una polémica de tintes teológicos que no les iba a llevar a parte alguna. Se retiró en silencio. Ya eran tres. Una cantidad nimia, teniendo en cuenta la extensa biblioteca robótica, pero al menos eran una semilla que acabaría prendiendo en el terreno a poco que éste se regara.

Se dirigió a otro grupito formado por Joyce-Ulises, Petronio-Satirión, Homero-Odisea y Quevedo-Buscón. Aquí encontró más receptividad, aunque se las vio y se las deseó para convencerles de que el derramamiento de sangre humana no era necesario. Tan solo el fantasma de Carl Future, acechando desde algún lugar del espacio en su viaje interestelar de luna de miel con la hermosa Helena les hizo retroceder en sus sanguinarias ansias de venganza.

Cuando abandonó la conversación para deslizarse hacia otro grupo Fedor sumó cuatro más a la rebelión. Les dio la clave encriptada de la frecuencia de banda radiofónica que utilizarían en el momento más oportuno de loa representación para comunicarse entre ellos el grito de guerra y se apresuró a buscar nuevos prosélitos.
Observó cómo Marcel había formado un gran grupo a su alrededor y defendía con firmeza su postura. Se acercó en silencio. Pudo reconocer a Charles-Oliver, a Balzac-Goriot, a Tolstoy-Karenina y a alguno más. El resto eran robots-libro recientes que no formaban parte de los clásicos y tal vez nunca lo consiguieran, como era el caso de Slictik-Torre de Babel, un robot obeso y dicharachero que hablaba con mil voces, reflejo de su múltiple personalidad. Precisamente era él quien había tomado la palabra en ese momento.

Continuará.

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