jueves, 21 de abril de 2016

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS VIII

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DÍA DEL LIBRO 2016



23 de abril del año de gracia y desgracia 2016

Cuentan las malas lenguas que fue a raíz de su divorcio que el millonario Slictik tramó una conjura galáctica que poco tiene que envidiar a la complejísima trama que diseñara Hari Seldon, el famoso personaje de Asimov, quien gracias a la psicohistoria logró enredar la madeja galáctica y universal de tal manera que ni el mismísimo R. Daneel Olivaw, el robot más fantástico que viera nunca la luz, pudo llegar a desentrañar. Dice la leyenda que su divorcio fue como la caída del caballo de Saulo, Pablo de Tarso. Desengañado del mundo, el demonio, la carne, el pescado, la literatura, el dinero (los papeles de Panamá descubrieron al menos un millar de empresas offshores con las que este conocido millonario intentó enmascarar sus ganancias a todas las Haciendas del mundo, logrando tal confusión que ni Hacienda sabía si debía dinero él o era ella, la señora Hacienda, la que debía dinero al millonario Slictik, los testaferros también se liaron de tal manera que acabaron pagando impuestos, creyendo que eran ellos los verdaderos propietarios, y la maraña de transferencias dio tantas veces la vuelta al mundo que al menos durante un par de segundos algún habitante del planeta fue el dueño de su fortuna) y sobre todo desengañado del sexo, el gran elixir de la eterna juventud de este cínico millonario, decidió viajar de incógnito al Tibet y meterse monje en una lamasería, donde por lógica confusión hizo los votos de pobreza, castidad y obediencia ante un divertido Milarepa que se tronchaba de risa.



Dice la leyenda que refugiado en una cueva, a pan y agua, alcanzó el samadhi o nirvana, pero hasta este divino don se le indigestó a este terrible personaje, quien desapegado de todo, transformado en un buda impasible, y sabedor, ahora, de que todo es fugaz y el velo de Maya una trampa, no pudo resistirse a utilizar su sentido del humor como dinamita "pa los pollos" con el fin de terminar de una vez por todas con la política, el dinero, la literatura, la creatividad, la tragedia, el sufrimiento y hasta el sexo. Dice la verdadera leyenda que llegó a odiar tanto el sexo que decidió acabar con él en cuanto lograra ascender al nirvana. Se pasaba las noches en vela, soportando el terrible dolor del hambre y la sed y los saltos de la cabra loca de su mente, imaginando una fórmula que permitiera la reproducción de todo bicho viviente o menos viviente sin necesidad de emplear el sexo. Al final imaginó que el hermafroditismo era aún mejor que terminar con el sexo y tal vez toda la historia de la humanidad, de la galaxia, del universo y de todos los superuniversos habría terminado fatalmente si al llegar al samadhi esta idea no se hubiera diluido al descubrir que el humor, que tanto había cultivado y con tan poca fortuna y mala pata, era mucho mejor que el sexo, la literatura, la creatividad y hasta la propia existencia material y física del universo.



Transformado en un dios, en un buda, expandida su consciencia hasta el infinito y luego comprimida en un punto como en el bing bang, tuvo tiempo sobrado para viajar por el tiempo, no a través de los agujeros de gusano, sino saliendo de él y entrando por donde le daba la real gana, con lo que llegó a saberlo todo de las posibles ramificaciones de todos los posibles futuros. Así supo que soplando a la oreja aquí, dando una colleja acullá, su obra literaria se transformaría en algo tan importante como la obra completa de Cervantes y de Shakespeare juntos. Supo que los libros dejarían de imprimirse en papel y se convertirían en impulsos eléctricos en los libros electrónicos, y no solo eso, con el tiempo y una caña, los libros se transformarían en serviles robots que recitarían a los lectores lo que quisieran, cuando quisieran y donde quisieran. Cada libro sería un robot personal e intransferible y toda su obra, especialmente la humorística, estaría tan solicitada que ante la imposibilidad de que un solo lector pudiera tener tantos robots como novelas o relatos escribiera este prolífico genio, decidió que todos sus personajes humorísticos conformarían un solo y único robot con el nombre de Torre de Babel. En efecto, así ocurrió, como estaba previsto. La confusión de lenguas y de personajes en la programación de este robot lo transformó en una bomba ambulante.

Dice la leyenda que el 23 de abril del año de gracia y desgracia del 2016 el millonario Slictik se encontraba ya en el Tibet, justo haciendo los votos ante Milarepa, quien incapaz de controlar su risa se vio obligado a dar con la fusta o "fustear" de tal manera al millonario Slictik que éste no tuvo otra opción que buscar refugio en la cueva más profunda que encontró. Allí tramó su venganza y tras alcanzar el nirvana la refinó y refinó hasta transformarla en oro molido. Dice la leyenda que cada 23 de abril, esté donde esté, aparece en el año 3001, echa un vistazo a la fiesta que nunca se acaba y regresa a su cubil o cueva para refocilarse con el humor y la risa, olvidada ya la gula y la lujuria.



AÑO 3001/ PLANETA ÉPSILÓN-ALFACUADRADO AL CUBO

Carl Future disfrutaba de lo lindo de su luna de miel, olvidado de su trabajo y preocupaciones del cargo. El amor le hacía centrarse exclusivamente en su amada y como no encontró mejor forma de mostrarle todo su amor, infinito y profundo, se olvidó de comer, de dormir, de ir a la playa, de salir de noche para tomarse unas copas y bailar, pensando que si la mejor forma de mostrarle a su amada su amor, era haciendo el amor sin descanso, ni un solo segundo de descanso se tomó. Estaba ya tan agotado que su amada empezaba a pensar en llamar a urgencias hospitalarias cuando por vía hiper-espacial recibió un mensaje de socorro, un S.O.S. de un robot programado para vigilar y comunicar cualquier contingencia. El robot se llamaba La fundación y a pesar de los bucles que Carl Future había insertado en su programación para no ser molestado durante la luna de miel salvo emergencia apocalíptica el día del libro del 3001 se estaba desmadrando de tal manera que los bucles se convirtieron en mantequilla y una llamada lacrimógena saltó al hiper-espacio. Venía a decir, en pocas palabras, Carl, Carlitos, o vienes o estos robots descontrolados y cínicos terminan con la especie humana.

Nuestro héroe no lo dudó ni un segundo, entre el amor a su amada y hacerle el amor durante toda la luna de miel, sin descanso, y el futuro de la humanidad, escogió el futuro, por supuesto. Se vistió rápidamente, sin decir nada, y se teletransportó al espaciopuerto donde le esperaba su nave espacial particular, bautizada con el nombre de su amada. Y allí, a los mandos de la nave, siempre dispuesto, encontró a R. Daneel Olivaw, el robot más fantástico que viera nunca la luz. Ya ni siquiera se acordaba de su amada cuando sintió aporrear la puerta de la cabina y al abrir se la encontró, en salto de cama transparente, puesto que no había tenido tiempo de hacer la maleta. El impacto de su cuerpo desnudo, bajo la transparente seda enloqueció a Carl, quien dio dos órdenes escuetas a su piloto: llevarle por la línea hiperespacial más directa a su destino y no molestarle por nada y para nada durante el viaje. No sabemos si el trayecto duró mucho o poco, pero sí que Future llegó completamente extenuado al planeta de los conflictos o de los líos, donde se quedó durmiendo como un bendito en la nave, completamente extenuado, mientras su amada -dicen que las mujeres aguantan mejor el sexo que los hombres- pidió a Olivaw que condujera la limusina aérea hasta la mansión.



Esto es lo que vio la señora de Future. O mejor dicho, creo que voy a pensármelo y a tomarme un tiempo, porque realmente ya no sé lo que vio ni cómo estaban las cosas. Puede que el buda Slictik lo tenga todo claro, no en vano alcanzó el nirvana, pero yo alcanzaré la locura si no me tomo un tiempo para reflexionar, releer y analizar los desfases de esta historia escrita entre agujero negro y agujero negro.

FELIZ DÍA DEL LIBRO 2016

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