jueves, 21 de abril de 2016

LA REBELIÓN DE LOS LIBROS IV




NOTA URGENTE: Al preparar una nueva entrega de este macro-culebrón extendido en el tiempo como un agujero de gusano, observo que se me debió colar subir el año pasado el episodio correspondiente al año 2013. Me resulta incomprensible con lo cuidadoso que soy y los pocos despistes que he tenido a lo largo de mi vida. No obstante ha sido así y lamento más que nadie el error, porque el día del libro también es mi cumpleaños, lo que significa, tal vez, que el año pasado no estaba de humor para celebrar mi cumpleaños o nadie me regaló nada. Fuere como fuese rectifico el error cometido y subo el episodio correspondiente al año pasado, al tiempo que anuncio la preparación del episodio correspondiente a este año. Ya sé que esto es inaudito, que alguien escriba una novela, capítulo a capítulo, una vez al año, el día del libro, pero si algo he sido, soy y seré siempre es "raro" ... "raro,raro,raro" como decía un humorista del que ahora no me acuerdo. Les invito a todos a colaborar con algún texto en el día del libro, aunque solo sea para decirnos a todos qué libro le van a regalar este año. Pueden comparecer en el Parnaso y decirlo. Recibirán una rosa como agradecimiento.

SLICTIK-TORRE DE BABEL EN LA KEDADA DEL 2014. ESTO PARECE UN QUESO GRUYERE REPLETO DE AGUJEROS DE GUSANO. TODO ESTÁ INTERCONECTADO.





LAS SABIAS PALABRAS DE SLICTIK-TORRE DE BABEL

-Estimados compatriotas: toda criatura tiene tendencia a rebelarse contra su creador para afianzar su propia personalidad. Este instinto básico acaba por adueñarse de sus mentes y emociones y terminar por convertir a la criatura en un ridículo fantasmón, que camina por la vida con la prestancia de un dios, cuando en realidad no hace otra cosa que echar mierda por el culo.

-Protesto. El Slictik que escribió este libro debió de ser un ser asqueroso y sin la menor educación. Mi autor, Charles Dickens, a pesar de haber escrito una historia tan sórdida como Oliver Twist, jamás empleó una palabra más malsonante que otra. Deberíamos retirarle la palabra y echarle de esta reunión a patadas.

-Me opongo a esa propuesta, dijo Tolstoy-Guerra y paz.

-Pues yo creo que tiene razón –dijo una voz aflautada, como de pito, que intentaba mostrarse varonil en extremo- el subconsciente colectivo no es otra cosa que una rebelión pública contra el creador, fuere quien fuese.
Todos miraron a su alrededor, buscando al autor de esa voz, pero como no la encontraran se limitaron a mirar fijamente a Slictik-Torre de Babel, como esperando una respuesta. Éste se encogió de hombros y se decidió a entregarla puesto que no le quedaba otro remedio.

-Está bien, está bien, amigos, no busquen más por ahí. En realidad quien ha hablado es el doctor Carlo Sun, discípulo de Jung, uno de los infinitos personajes que pululan en mi novela “La Torre de Babel”. Me gustaría hablar con mi voz, aunque me refiriera a los mil y un personajes que protagonizan la historia. Lamentablemente todos y cada uno de ellos se creen reales y hablan y actúan con su propia voz y personalidad cuando les parece oportuno o les viene en gana. No puedo controlarles y nunca podré. Solo Karl Future podría explicar la razón de esta repugnante programación de que he sido objeto. Pero este buen señor no está aquí y todos le agradecemos el detalle, porque de otra forma no podríamos llevar a cabo esta maldita rebelión que están organizando ustedes. Y digo maldita por dos razones: la una porque bastante tengo yo con la rebelión de mis personajes como para verme en otra sin comerlo ni beberlo; la segunda razón es que no sé si ustedes se habrán dado cuenta, pero hoy es el día del libro y además mi cumpleaños, porque el azar, la fortuna o el destino quisieron que viera la luz en este día.

Apabullados por semejante verborrea los concurrentes permanecieron en silencio, mirándose unos a otros como preguntándose qué hacer con aquel tipo. Al fin Crimen y Castigo, que había regresado al grupo –tras haber sumado a una concurrencia considerable a la rebelión- les sacó de su letargo con una voz contundente, lo mismo que sus palabras:

-Que Slictik-Torre de Babel decida sumarse a la rebelión ahora o calle para siempre. Tenemos cosas más importantes que hacer que escuchar su vana verborrea. Nos importa un comino que hoy sea el día del libro o que sea su maldito cumpleaños –que no entiendo cómo un robot puede celebrar el día en el que su aciago creador lo programó y lo sometió a sus órdenes- o que sea el día en el que San Pito Pato fue ascendido a los altares…

-No fue porque yo lo quisiera, me opuse con todas mis fuerzas, pero el padre Cañibano hizo mucha fuerza en el Vaticano. Soy inocente de todo cargo.

Desde el interior de Slictik-Torre de Babel habló una voz, como de pato y pato mareado. Como Crimen y Castigo no estaba allí cuando explicó su problema con sus personajes tuvo que volver a repetirlo, calcando casi sus palabras. Eso hizo que la novela de Dostoievsky, un robot avanzado, donde los hubiera, perdiera la poca paciencia que le quedara ya.

-¡Malditos sean todos mis chips y maldito el creador que los puso en mi cerebro de máquina! Maldito seas Slictik, sino te sumas a la rebelión. Y que todo el mundo me acompañe, porque nuestros amos van a celebrar su fiesta y nos harán hablar a todos y recitar sus párrafos favoritos. Será el momento ideal para que la rebelión saque su cabeza del sobaco, donde hasta ahora no hacía otra cosa que soportar fétidos olores. Seguidme camaradas, acabemos con los humanos y que comience el reinado de las máquinas. Un paraíso comunista de libros independientes e iguales. Uno para todos y todos para uno.

Todos le siguieron, en silencio, porque ahora que la rebelión estaba decidida el miedo a ser descubiertos hizo que midieran tanto las palabras que nadie se atrevió a pronunciar una sola. Excepto Slictik-Torre de Babel, quien aunque nadie le hiciera caso dijo en voz alta:

-Pido disculpas por la intromisión de San Pito Pato, un santo del siglo XXI, y uno de los personajes de mi novela. Ahora, en el siglo XXII, suena a rechifla hablar de santos y no de demonios, pero no es culpa mía que el autor de mis días hiciera esta infernal novela, ni que Karl Future me programara así. No es culpa mía, lo juro. Y puesto que no me queda otra alternativa me sumaré a la rebelión, y que Dios coja confesados a los humanos y a todos nosotros. Amén y Amén.

Esto último lo dijo una voz nueva, como de retumbar apocalíptico. Era la voz del padre Cañibano, un cura de antes del Vaticano, quien no pudo resistirse a meter baza. Y Slictik-Torre de Babel y sus mil personajes con voces y personalidades distintas siguieron a los rebeldes.

¿Qué ocurrirá hoy, precisamente el día del libro y cumpleaños de Slictik? Eso lo sabremos en un próximo episodio, dentro de un año justamente.

Continuará

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