martes, 19 de enero de 2021

TERCER DÍA EN CRAZYWORLD VII

 




No anduvimos mucho rato. En cuanto encontramos el primer banco, nos sentamos. Gemí un poquito y luego solté un suspirito de alivio. Fue Dolores la primera en hablar.

-¿Tú crees que ha sido una mujer la que se ha cargado al director? ¿Habrá más muertes? Te confieso que estoy asustada.

-Yo también, Dolores, yo también. No sé nada, no creo nada, pero esto tiene muy mala pinta. Por un lado me gustaría pensar que ha sido la venganza de una mujer y que aquí se acabará todo. Pero por otro lado esto me huele a chamusquina. La posibilidad de que tengamos un asesino en serie aquí, en Crazyworld, no es despreciable. Es un sitio tan bueno como cualquier otro, yo diría que mejor. Lo que me sorprende es que haya estado dormido todo este tiempo. ¿Cuántos años hace que se puso en marcha este antro?

-Me cuesta pensar en el tiempo transcurrido. Cuando estás recluida, sin posibilidad alguna de salir, el tiempo parece detenerse. Yo diría que más de cinco años, no creo que lleguen a diez.

-¿Y tú estás aquí desde el principio?

-Casi. Cuando yo llegué ya había pacientes, no muchos, y casi todo el personal. Me contrataron como ayudante del chef principal y encargada de la cocina. Recuerdo que los primeros pacientes a los que conocí fueron Jimmy y Kathy. Me persigné, porque soy católica, y crucé los dedos, porque soy supersticiosa. Luego me dije que no podía haber peores pacientes, pero me equivoqué. Al poco llegó John Smith, el asesino en serie, y recé un padrenuestro pero resultó ser el más inocuo de todos, se pasa los días y las noches durmiendo como una marmota. Cuando conocí al Sr. Múltiple Personalidad me dije que esto se animaba y hasta podría ser divertido, pero duró muy poco tiempo, la novedad pasó y este hombre se convirtió en un pesado tan terrible que todo el mundo huía de él como de la peste. No quise saber nada del Telépata loco porque ya estaba escamada de gente rara y pensé que sería otro pesado más, pero mira por donde resultó el más divertido. Puedes pensar que estoy loca, aquí todos estamos locos, más o menos, pero ¿qué pensarías si te dijera que él es mi fuente de información, el pajarito que me trae todas las noticias?

-¿En serio? Aún no lo conozco. ¿Sois buenos amigos? No sé qué decirte. Me resulta más lógico y natural pensar que él te lo sopla todo a la oreja que tú puedas enterarte por tus propios medios. No es por nada, pero tu capacidad de movimiento no es muy grande y por muy simpática que caigas a todos, a mí también, y mucho, puedes creerme, no veo cómo te pueden llegar esas informaciones de las que tanto alardeas. Oye, ya puestos, ¿te ha dicho algo ese telépata de si sospecha de alguien?

-Eso es lo raro. Cuando se lo pregunté –le he visto esta mañana temprano paseando por el jardín, como hace todos los días- se puso a temblar como una vara verde. Tiene miedo, yo diría que está aterrorizado. Quiero pensar que no lo estaría si supiera que ha sido una mujer la asesina del director. Insistí y entonces salió corriendo como alma que llevara el diablo. No te digo que no lo haga con los demás, pero no conmigo.

-Sé que vas a pensar que yo también estoy loco, y puede que lo esté y no me acuerde, pero me gustaría que te trabajaras al telépata, tal como estamos cualquier pista, incluso la más inverosímil, podría ser de ayuda.

-De acuerdo, lo intentaré, pero no te prometo nada. ¿Te importa que sigamos caminando? Tengo la comida casi hecha, pero necesito dar los últimos toques.

-¿No me dirás que el telépata te avisó de que hoy comeríamos en tu casa?

-Pues mira, te lo digo. Fue hace unos días y no le hice mucho caso, a veces dice cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Lo que menos imaginaba es que todo se complicaría tanto. ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Pues claro, todas las que quieras.

-¿A ti te gusta Patricia?

-Bueno. No diré que no. Es una mujer atractiva y a mí me gustan todas las mujeres, sobre todo las atractivas.

-¿Incluso yo? ¿Te gusto yo?

-Bien. No lo había pensado hasta ahora, pero sí, tienes un atractivo peculiar. Te confieso que necesito una madraza cariñosa, me siento como un niño desvalido.

-¿Te acostarías conmigo esta noche? No necesitas responder ahora. Vete pensándolo y lo hablamos durante la comida.

Me quedé pensativo. Era lo que menos esperaba, pero tal vez me viniera muy bien dormir con ella aquella noche. Heather me había dicho que esta noche estaría otra vez en el Centro de Seguridad. Tenía guardia. Yo seguía temiendo lo que podría hacer Kathy, y más después de haber dejado la gatita en la terraza. Necesitaba un lugar para dormir que no fuera mi cuarto, porque ella ya me había demostrado que trepar hasta mi ventana le resultaba tan fácil como a un gato trepar a un árbol. Había pensado en Alice, la camarera. Me gustaba tanto que la posibilidad de que su casa o apartamento fuera incluso más accesible que mi cuarto, no me preocupaba tanto… al menos de momento. Ahora que Dolores me había ofrecido su cama tal vez estuviera mejor que en cualquier otro sitio. No se me pasaba por la cabeza la posibilidad de que Kathy hubiera pensado en ello. Aunque ¡quién podía saber lo que ella pensaba o dejaba de pensar! Me pregunté si yo era un pervertido. No lo creía, aparte de no recordar mi pasado, fuera cual fuese, el que me gustara el sexo en el presente, las mujeres hermosas o menos bellas, el que me dejara llevar por las circunstancias, no parecía muy perverso. Y sobre todo, cuando estás en Crazyworld, sin esperanza alguna de salir algún día, el pensar en la mejor manera de pasar el tiempo, en diseñar una estrategia para no deprimirte, es una buena forma de intentar sobrevivir. No hacía daño a nadie, no forzaba a las mujeres a tener sexo conmigo, no prometía nada, no engañaba, ni siquiera intentaba seducirlas, me dejaba llevar eso era todo. No recordaba muy bien lo que era la ética, suponiendo que esa palabra significara algo en mi pasado, tal vez cuando lo recordara todo podría plantearme muchas cosas. Suponiendo que hubiera algo más que plantearse allí que el cómo salir de aquella cárcel. Estaba reflexionando más que en todo el tiempo que llevaba allí, que no era mucho, pero sí suficiente para pensar en algo. Ahora comprendía que Jimmy el Pecas era como una especie de tiovivo en el que das vueltas y más vueltas hasta marearte. No tienes tiempo para nada, solo para buscar la forma de bajarte. Unas horas sin él y mi vida se había tranquilizado, hasta parecer incluso agradable. ¿Qué estaría haciendo? Recordé el walkie talkie. Lo encontré en el bolsillo del pantalón. Milagrosamente continuaba allí. Seguía activado pero su voz no había sonado. No era sorprendente. Tenía que saber que lo mejor era dejarme en paz. En cuanto le encontrara le daría una buena tunda. De eso no se iba a librar. Mientras tanto disfrutaría de una buena comida con Dolores y me relajaría hablando con ella. Esas eran todas mis preocupaciones para aquel día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario