UNA BIOGRAFÍA NO AUTORIZADA DEL SR. ALADRO,
ABOGADRO… POR EL NARRADOR
PRIMERA PARTE
De humildísima cuna –nació más pobre que
las ratas en época de crisis- nadie, y menos sus padres y hermanos, imaginó
nunca que pudiera llegar a algo y menos a “abogadro”. La razón y causa primera y última de este
curioso apelativo la conoceremos un poco más adelante, no se me impacienten.
Esto hándicap –la pobreza cum laude- que en
otros hubiera supuesto un muro infranqueable, supuso para nuestro biografiado
un acicate impagable para luchar contra la supervivencia y vencerla y
doblegarla y domeñarla.
A los dieciocho años, con la mayoría de
edad en el bolsillo, se presentó a funcionario judicial (los estudios
necesarios los había completado “cum laude” de su profesor, Laundelino Ortiz y
sorpresa del resto de los mortales que desconocían sus dotes porque nuestro
héroe había decidido ser anónimo y ocultar todo lo bueno, porque de lo malo
nadie tiene envidia).
Obtuvo el número dos de su promoción,
porque el número uno, o “number one” le fue adjudicado, a dedo, por un enchufe
de alto voltaje a otro con menos méritos pero más suerte.
Pronto ascendería por promoción interna,
pero esa es otra historia para otro capítulo. Perdónenme ustedes, pero los
narradores prolijos estamos muy mal vistos y somos envidiados por el resto de
los mortales que consideran que “lo bueno, si breve dos veces bueno”. Seguro
que eso lo dijo alguien antes de conocer el orgasmo. De otra manera no se
explica. Y disculpen ustedes mi pecaminosa imaginación.
Continuará, pronto… espero.
ENSAYO HISTÓRICO-EVOLUTIVO SOBRE LA
COMISIÓN JUDICIAL… POR EL SR. ALADRO, ABOGADRO
PRIMERA PARTE
Los abogados, a los que actualmente, en el
año 3001, llaman “abogadros”, por nuestra poliédrica naturaleza, capaz de
múltiples facetas. Tenemos muy mala fama desde tiempo inmemorial, allá por la
época de las cavernas, cuando un avispado miembro tribal se ofreció a dirimir
en un enfrentamiento a garrotazos y lograr que ambos contendientes se dieran la
mano a cambio de un jugoso jabalí, recién cazado. Puede que aquel primer
abogado fuera Obelix, o al menos lo pareciera, dado su apetito.
Que tengamos mala fama no significa nada.
También la tienen los fumadores y eso que en tiempos de Bogart fumaba hasta al
apuntador. También la tienen los funcionarios de Justicia, desde tiempo
inmemorial, pongamos por caso, o los delanteros que llevan tres meses sin oler
un gol, aunque la temporada pasada fueran el pichichi. Lo importante no es la
fama, buena o mal, sino lo que uno hace (por sus obras los conoceréis).
Una mala fama puede solucionarte un
problema y una buena fama dejarte en la estacada. ¿Elegirían a un “buena fama”
o a un “mala fama”?
Pero vamos a lo que vamos. Mis
conocimientos de la historia y evolución de la Comisión Judicial no se deben
solo a mis aficiones arqueológicas y jurisprudenciales. Aladro es un abogadro
que no se limita a permanecer en su despachito privado como en un bunker, soy,
o al menos así me considero, un todo terreno, lo mismo ando por la calle,
acompañando comisiones judiciales, que me tiro al monto, como las cabras,y
asalto a los jueces al salir de sus domicilios, para recordarles mis asuntos
pendientes.
Las…
Lo siento, debo cortar aquí este larguísimo
correo “electro-holovisivo” que me acaba de llegar vía “fax-virtual”. En otro
momento tal vez esté de humor para dejarles conocer el resto de este farragoso
ensayo del Sr. Aladro, a quien su madre debió parir con harto dolor y tanto
tiempo como el dedica a hacerme la vida imposible. Soy el narrador de ustedes.
Hasta la próxima.
UN FLASHBAK TERCERA PARTE
Los robots y los humanos tenemos mucho en
común, más de lo que cree el común de los mortales. Cuando se nos cruzan los
cables…se nos cruzan hasta convertirse en un nudo gordiano.
Eso le ocurrió a Gestoreitor. Fue salir del
bunker, ese feo edificio que acoge la oficina judicial (habría mucho que hablar
del diseño de las oficinas judiciales, pero eso lo hará Don Perfecto,
arquitecto) y observar el tráfico de la gran urbe, para que se le cruzaran los
cables, dicho en sentido literal (menos mal que no se le había asignado la
función de semáforo robotizado, en la Justicia casi todo tiene arreglo, aunque
pocas veces se arregle algo) y a pesar de los esfuerzos de la buenaza de
Aux-Ejecuteitor, no hubo manera de desenredar el caos que se formó en el cráneo
metálico de su buen amigo Gestoreitor.
Este comenzó a protestar en voz alta
por el escaso número de plazas sacadas a
concurso de traslado.
-Pásate la vida al servicio de la Admon (se
refería a la administración de Justicia) y cuando necesitas un simple traslado
para reunirte con tu esposa e hijos, todos muy queridos, solo puedes elegir entre
sí o sí o no o no. Es una vergüenza. O somos móviles o no lo somos y si lo
somos, quiero decir móviles, y no podemos movernos entonces nos están tomando
el pelo. Me he pasado varios días dando vueltas y más vueltas a mis
posibilidades de traslado, para acabar haciéndome el cable un lio. ¿Y los
códigos? Te equivocas en un número y te mandan a Katmandú. Menos mal que mi
esposa revisó todos y cada uno de los códigos o su cuitado marido habría
terminado en Siberia.
-Pero Gestoreitor, querido amigo –intervino
Aux-Ejecuteitor, dulce, paciente, generosa y razonable- tú no tienes que pedir
traslado. Tú no tienes esposa, no tienes hijos, nadie te echa de menos. Eres
célibe por imposición del programador, quien nos creó estériles, como su
cráneo. Estás aquí por imposición programática. No se ha convocado ningún
concurso de traslado, ni se convocará nunca. Estaremos en nuestros puestos
mientras funcionemos y el día que dejemos de funcionar nos mandarán al almacén,
hibernados como cucarachas en cubitos de hielo. Y en cuanto a los dichosos
códigos, aquí no hay más códigos que los de los expedientes, y esos los sabemos
de memoria.
-Me he pasado horas y horas calculando las
distancias. Como a todo el mundo me gusta vivir en casita, hogar, dulce hogar e
ir a trabajar al ladito mismo de la puerta de casa. Es posible que tenga que
alquilar un apartamento y solo podré ver a mi querida esposa los fines de
semana. ¿Te imaginas la vida que me espera?
Gestoreitor seguía erre que erre con el
cable cruzado y la lengua floja mientras caminaban por la acera como una
Comisión Judicial bien avenida.
-Vamos, amigo, despierta, desenreda ese lío
de cables. Tú seguirás aquí de por vida, salvo que se te cruce un cable… ¡Oh,
qué he dicho! ¡Pobre Gestoreitor!
-Menos mal que alguna mente privilegiada
inventó las “Resultas”, al menos uno puede jugar a la lotería y esperar que te
toque el Gordo.
Era inútil, Gestoreitor no escuchaba. Así
que la dulce Aux inventó una estrategia.
-Tenemos que estar en la calle…(se omite el
nombre por prudencia) en media hora y te recuerdo que está a 40 km. Tenemos el
tiempo justo. Debes meter la quinta marcha, amigo.
Algún día les hablaré del transporte y la
logística en la Admon. Hoy no tengo tiempo. Ustedes disculpen.
Aux oprimió un botón en la espalda de
Gestoreitor y sus piernas se revolucionaron. ¿Han visto alguna vez dibujos
animados? ¿Noo? Un día les contaré una historia de dibujos animados. Hoy no
tengo tiempo. Ustedes disculpen de nuevo.
Para un observador imparcial las piernas de
Gestoreitor se movieron como si fueran ruedas con radios, tan deprisa que se
formú una poderosa corriente de aire, como generada por un gigantesco
ventilador. En los dibujos animados las piernas de los personajes se mueven tan
deprisa que parecen moverse como ruedas a cien por hora. Pues algo así le
ocurrió a Gestoreitor. Lo malo es que no se movía del sitio. Así que Aux le
tomó de la mano, como si fuera su novio, oprimió otro botoncito en su dulce
espalda y salieron como cohetes.
Nadie se llevó las manos a la cabeza. Todo
el mundo estaba acostumbrado a los movimientos impredecibles de las Comisiones
Judiciales. Menos mal que el GPS insertado entre sus cejas funcionaba bien… no
siempre, pero al menos en aquel momento funcionó a las mil maravillas.
Sortearon el tráfico, los peatones, los edificios, como misiles balísticos
intercontinentales último modelo, y sin daños colaterales llegaron al destino
con tan solo diez minutos de retraso.
Y aquí lo dejamos. Me duele tener que
alargar este capítulo del flashback hasta un cuarto y tal vez un quinto, pero
así es la vida, el narrador dispone y las circunstancias imponen.
Continuará…eso
espero.
HUMILDÍSIMA NOTA DEL AUTOR
Me duele, y cómo me duele, la cabeza, la
barriguita y hasta las plantas de los pies, al comprobar que en el año 3001 los
concursos de traslado siguen igual que ahora. Sufro por Gestoreitor. Tal vez
sea demasiado empático, pero es que no puedo evitarlo.
Al pobre le sucede lo mismo que a mí. Tres
días y tres noches calculando kilometrajes y poniéndome en contacto con los
subconscientes de mis colegas de la zona para intentar convencerles de que
pidan el traslado porque allí están muy mal. ¿Alguno ha pensado en pedir el
traslado? ¿Noo? Pues a convencerles con sólidos argumentos o las Resultas serán
una filfa.
Ha sido duro, muy duro, tanto como elegir
entre Siberia y la Antártida, cuando tu amada esposa te está esperando en el
Toboso, cuan gentil Dulcinea. Al menos ya tengo la fotocopia, sellada y
fechada, en el bolsillo. Ahora solo me resta rezar.
Padre nuestro… sobre todo mío, cuida de tu
hijo con solicitud providente y al menos mándame a Siberia, no me dejes aquí,
te lo pido por favor. Ya encontraré un apartamentito en la estepa y pagaré los
vuelos charter que sean necesarios para ver a mi esposa. No me importan los
ahorros de toda mi vida, no me importa nada, solo abrazar a mi amada de vez en
cuando y besar sus labios grana.
Padrecito querido, otros no tienen esposa
ni retoños. Sufrirán menos que yo. Al fin y al cabo son solo “singles” y
algunos hasta célibes. Puede que sea cierto que la soledad es muy dura y que ya
tienen bastante con ella. Vale. Pero al fin y al cabo ya están acostumbrados a
su dolor y apenas sufrirán. No como yo, padrecito, que no estoy acostumbrado a
amar a distancia. Utiliza el baremo del sufrimiento. ¿Quién sufre más que yo?
Cuida de tu hijo, padrecito, y si no puedes
mandarme a Siberia, como vacante más cercana, al menos envíame a la Antártida,
allí al menos hay pingüinos… etc etc.
Disculpen este humildísimo
desfallecimiento. Soy humano. Que sea lo que Dios quiera. Si me quieres enviar
a las nubes de Magallanes o a las puertas de Orión, con los replicantes, que se
haga tu voluntad y no la mía.
Y ahora les dejo en las terribles manos del
narrador. Pueden seguir la biografía del Sr. Aladro, abogadro, que en su día
fue también funcionario judicial, luego ascendió a Secretario, sacó la carrera
de Juez, llegó muy alto, pasó a un bufete de abogados de primera y luego… Pero
esa es una parte de la historia que aún no puedo revelarles. También pueden
continuar con el entretenido ensayo de la historia y evolución de las
comisiones judiciales. O si lo prefieren les invito a unas migas y a un buen
Valdepeñas. Corre de mi cuenta, que al menos ustedes sean felices, sino puede
serlo este ente individual.
¡Buaaaaa….!
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