martes, 4 de diciembre de 2018

3001 ODISEA DE LA JUSTICIA X



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UNA BIOGRAFÍA NO AUTORIZADA DEL SR. ALADRO, ABOGADRO… POR EL NARRADOR

PRIMERA PARTE

De humildísima cuna –nació más pobre que las ratas en época de crisis- nadie, y menos sus padres y hermanos, imaginó nunca que pudiera llegar a algo y menos a “abogadro”.  La razón y causa primera y última de este curioso apelativo la conoceremos un poco más adelante, no se me impacienten.

Esto hándicap –la pobreza cum laude- que en otros hubiera supuesto un muro infranqueable, supuso para nuestro biografiado un acicate impagable para luchar contra la supervivencia y vencerla y doblegarla y domeñarla.

A los dieciocho años, con la mayoría de edad en el bolsillo, se presentó a funcionario judicial (los estudios necesarios los había completado “cum laude” de su profesor, Laundelino Ortiz y sorpresa del resto de los mortales que desconocían sus dotes porque nuestro héroe había decidido ser anónimo y ocultar todo lo bueno, porque de lo malo nadie tiene envidia).

Obtuvo el número dos de su promoción, porque el número uno, o “number one” le fue adjudicado, a dedo, por un enchufe de alto voltaje a otro con menos méritos pero más suerte.

Pronto ascendería por promoción interna, pero esa es otra historia para otro capítulo. Perdónenme ustedes, pero los narradores prolijos estamos muy mal vistos y somos envidiados por el resto de los mortales que consideran que “lo bueno, si breve dos veces bueno”. Seguro que eso lo dijo alguien antes de conocer el orgasmo. De otra manera no se explica. Y disculpen ustedes mi pecaminosa imaginación.

Continuará, pronto… espero.


ENSAYO HISTÓRICO-EVOLUTIVO SOBRE LA COMISIÓN JUDICIAL… POR EL SR. ALADRO, ABOGADRO

PRIMERA PARTE

Los abogados, a los que actualmente, en el año 3001, llaman “abogadros”, por nuestra poliédrica naturaleza, capaz de múltiples facetas. Tenemos muy mala fama desde tiempo inmemorial, allá por la época de las cavernas, cuando un avispado miembro tribal se ofreció a dirimir en un enfrentamiento a garrotazos y lograr que ambos contendientes se dieran la mano a cambio de un jugoso jabalí, recién cazado. Puede que aquel primer abogado fuera Obelix, o al menos lo pareciera, dado su apetito.

Que tengamos mala fama no significa nada. También la tienen los fumadores y eso que en tiempos de Bogart fumaba hasta al apuntador. También la tienen los funcionarios de Justicia, desde tiempo inmemorial, pongamos por caso, o los delanteros que llevan tres meses sin oler un gol, aunque la temporada pasada fueran el pichichi. Lo importante no es la fama, buena o mal, sino lo que uno hace (por sus obras los conoceréis).

Una mala fama puede solucionarte un problema y una buena fama dejarte en la estacada. ¿Elegirían a un “buena fama” o a un “mala fama”?

Pero vamos a lo que vamos. Mis conocimientos de la historia y evolución de la Comisión Judicial no se deben solo a mis aficiones arqueológicas y jurisprudenciales. Aladro es un abogadro que no se limita a permanecer en su despachito privado como en un bunker, soy, o al menos así me considero, un todo terreno, lo mismo ando por la calle, acompañando comisiones judiciales, que me tiro al monto, como las cabras,y asalto a los jueces al salir de sus domicilios, para recordarles mis asuntos pendientes.

Las…

Lo siento, debo cortar aquí este larguísimo correo “electro-holovisivo” que me acaba de llegar vía “fax-virtual”. En otro momento tal vez esté de humor para dejarles conocer el resto de este farragoso ensayo del Sr. Aladro, a quien su madre debió parir con harto dolor y tanto tiempo como el dedica a hacerme la vida imposible. Soy el narrador de ustedes. Hasta la próxima.



UN FLASHBAK TERCERA PARTE


Los robots y los humanos tenemos mucho en común, más de lo que cree el común de los mortales. Cuando se nos cruzan los cables…se nos cruzan hasta convertirse en un nudo gordiano.

Eso le ocurrió a Gestoreitor. Fue salir del bunker, ese feo edificio que acoge la oficina judicial (habría mucho que hablar del diseño de las oficinas judiciales, pero eso lo hará Don Perfecto, arquitecto) y observar el tráfico de la gran urbe, para que se le cruzaran los cables, dicho en sentido literal (menos mal que no se le había asignado la función de semáforo robotizado, en la Justicia casi todo tiene arreglo, aunque pocas veces se arregle algo) y a pesar de los esfuerzos de la buenaza de Aux-Ejecuteitor, no hubo manera de desenredar el caos que se formó en el cráneo metálico de su buen amigo Gestoreitor.

Este comenzó a protestar en voz alta por  el escaso número de plazas sacadas a concurso de traslado.

-Pásate la vida al servicio de la Admon (se refería a la administración de Justicia) y cuando necesitas un simple traslado para reunirte con tu esposa e hijos, todos muy queridos, solo puedes elegir entre sí o sí o no o no. Es una vergüenza. O somos móviles o no lo somos y si lo somos, quiero decir móviles, y no podemos movernos entonces nos están tomando el pelo. Me he pasado varios días dando vueltas y más vueltas a mis posibilidades de traslado, para acabar haciéndome el cable un lio. ¿Y los códigos? Te equivocas en un número y te mandan a Katmandú. Menos mal que mi esposa revisó todos y cada uno de los códigos o su cuitado marido habría terminado en Siberia.

-Pero Gestoreitor, querido amigo –intervino Aux-Ejecuteitor, dulce, paciente, generosa y razonable- tú no tienes que pedir traslado. Tú no tienes esposa, no tienes hijos, nadie te echa de menos. Eres célibe por imposición del programador, quien nos creó estériles, como su cráneo. Estás aquí por imposición programática. No se ha convocado ningún concurso de traslado, ni se convocará nunca. Estaremos en nuestros puestos mientras funcionemos y el día que dejemos de funcionar nos mandarán al almacén, hibernados como cucarachas en cubitos de hielo. Y en cuanto a los dichosos códigos, aquí no hay más códigos que los de los expedientes, y esos los sabemos de memoria.

-Me he pasado horas y horas calculando las distancias. Como a todo el mundo me gusta vivir en casita, hogar, dulce hogar e ir a trabajar al ladito mismo de la puerta de casa. Es posible que tenga que alquilar un apartamento y solo podré ver a mi querida esposa los fines de semana. ¿Te imaginas la vida que me espera?

Gestoreitor seguía erre que erre con el cable cruzado y la lengua floja mientras caminaban por la acera como una Comisión Judicial bien avenida.

-Vamos, amigo, despierta, desenreda ese lío de cables. Tú seguirás aquí de por vida, salvo que se te cruce un cable… ¡Oh, qué he dicho! ¡Pobre Gestoreitor!

-Menos mal que alguna mente privilegiada inventó las “Resultas”, al menos uno puede jugar a la lotería y esperar que te toque el Gordo.

Era inútil, Gestoreitor no escuchaba. Así que la dulce Aux inventó una estrategia.

-Tenemos que estar en la calle…(se omite el nombre por prudencia) en media hora y te recuerdo que está a 40 km. Tenemos el tiempo justo. Debes meter la quinta marcha, amigo.

Algún día les hablaré del transporte y la logística en la Admon. Hoy no tengo tiempo. Ustedes disculpen.

Aux oprimió un botón en la espalda de Gestoreitor y sus piernas se revolucionaron. ¿Han visto alguna vez dibujos animados? ¿Noo? Un día les contaré una historia de dibujos animados. Hoy no tengo tiempo. Ustedes disculpen de nuevo.

Para un observador imparcial las piernas de Gestoreitor se movieron como si fueran ruedas con radios, tan deprisa que se formú una poderosa corriente de aire, como generada por un gigantesco ventilador. En los dibujos animados las piernas de los personajes se mueven tan deprisa que parecen moverse como ruedas a cien por hora. Pues algo así le ocurrió a Gestoreitor. Lo malo es que no se movía del sitio. Así que Aux le tomó de la mano, como si fuera su novio, oprimió otro botoncito en su dulce espalda y salieron como cohetes.

Nadie se llevó las manos a la cabeza. Todo el mundo estaba acostumbrado a los movimientos impredecibles de las Comisiones Judiciales. Menos mal que el GPS insertado entre sus cejas funcionaba bien… no siempre, pero al menos en aquel momento funcionó a las mil maravillas. Sortearon el tráfico, los peatones, los edificios, como misiles balísticos intercontinentales último modelo, y sin daños colaterales llegaron al destino con tan solo diez minutos de retraso.

Y aquí lo dejamos. Me duele tener que alargar este capítulo del flashback hasta un cuarto y tal vez un quinto, pero así es la vida, el narrador dispone y las circunstancias imponen.

Continuará…eso espero.

                             
HUMILDÍSIMA NOTA DEL AUTOR

Me duele, y cómo me duele, la cabeza, la barriguita y hasta las plantas de los pies, al comprobar que en el año 3001 los concursos de traslado siguen igual que ahora. Sufro por Gestoreitor. Tal vez sea demasiado empático, pero es que no puedo evitarlo.

Al pobre le sucede lo mismo que a mí. Tres días y tres noches calculando kilometrajes y poniéndome en contacto con los subconscientes de mis colegas de la zona para intentar convencerles de que pidan el traslado porque allí están muy mal. ¿Alguno ha pensado en pedir el traslado? ¿Noo? Pues a convencerles con sólidos argumentos o las Resultas serán una filfa.

Ha sido duro, muy duro, tanto como elegir entre Siberia y la Antártida, cuando tu amada esposa te está esperando en el Toboso, cuan gentil Dulcinea. Al menos ya tengo la fotocopia, sellada y fechada, en el bolsillo. Ahora solo me resta rezar.

Padre nuestro… sobre todo mío, cuida de tu hijo con solicitud providente y al menos mándame a Siberia, no me dejes aquí, te lo pido por favor. Ya encontraré un apartamentito en la estepa y pagaré los vuelos charter que sean necesarios para ver a mi esposa. No me importan los ahorros de toda mi vida, no me importa nada, solo abrazar a mi amada de vez en cuando y besar sus labios grana.

Padrecito querido, otros no tienen esposa ni retoños. Sufrirán menos que yo. Al fin y al cabo son solo “singles” y algunos hasta célibes. Puede que sea cierto que la soledad es muy dura y que ya tienen bastante con ella. Vale. Pero al fin y al cabo ya están acostumbrados a su dolor y apenas sufrirán. No como yo, padrecito, que no estoy acostumbrado a amar a distancia. Utiliza el baremo del sufrimiento. ¿Quién sufre más que yo?

Cuida de tu hijo, padrecito, y si no puedes mandarme a Siberia, como vacante más cercana, al menos envíame a la Antártida, allí al menos hay pingüinos… etc etc.

Disculpen este humildísimo desfallecimiento. Soy humano. Que sea lo que Dios quiera. Si me quieres enviar a las nubes de Magallanes o a las puertas de Orión, con los replicantes, que se haga tu voluntad y no la mía.

Y ahora les dejo en las terribles manos del narrador. Pueden seguir la biografía del Sr. Aladro, abogadro, que en su día fue también funcionario judicial, luego ascendió a Secretario, sacó la carrera de Juez, llegó muy alto, pasó a un bufete de abogados de primera y luego… Pero esa es una parte de la historia que aún no puedo revelarles. También pueden continuar con el entretenido ensayo de la historia y evolución de las comisiones judiciales. O si lo prefieren les invito a unas migas y a un buen Valdepeñas. Corre de mi cuenta, que al menos ustedes sean felices, sino puede serlo este ente individual.

¡Buaaaaa….!




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